XIX | La Lanza de Selene |
| Música de Multimedia: Shoot to Thill - AC/DC |
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"Lo ví, el salto es posible. Las simulaciones del androide son posibles, ¡el salto será una realidad!
Cuarta nota de un técnico—.
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Versión A
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El sonido de las lentas respiraciones de Emma junto con el ruido blanco de la comunicacion por radio eran los únicos sonidos que había en aquel lugar: el puente de Einstein-Rosen o, comúnmente llamado "agujero de gusano".
Un lugar donde el motor citónico permitía que sus casas estelares viajaran a la velocidad de la luz, recorriendo distancias en Años Luz. Un lujo para la Resistencia ya que había pocas naves en existencia de esa tecnología.
Y durante aquel salto espacial, Emma siempre observaba cómo las estrellas se difuminaban al punto de crear un cilindro totalmente blanco con pequeños espacios oscuros debido a la distorsión de neutrones.
Ella anhelaba estar ahí afuera y sentir el roce de aquella extraña ilusión.
Dio un suspiro que no tardó en llegar a los oídos de sus compañeros, estos también estaban absortos en sus pensamientos y en la extraña belleza del suceso físico.
—Perdón —dijo la Diosa al cabo de unos segundos, recuperó la postura y volvió a sentarse correctamente—. El túnel siempre despierta mi imaginación, lamento las molestias.
—No es ninguna molestia, mi Capitán —respondió Sebastián, rompiendo la formación y posandose a lado de su ala derecha—. Pero me temo que tienes que ser más cuidadosa ahora, Ray de encuentra reescribiendo las directrices de Gamboa en estos instantes y no disponemos de su asistencia de vuelo; revisa los indicadores.
Por mero instinto, Emma iba a responder dirigiéndose Sebastián como su superior mas se detuvo, ella era superior ahí.
Separó su mano de la palanca de control y comienzo a revisar los indicadores de su cabina, todos marcaban la "normalidad" excepto uno, el botón que indicaba que estarían a nada de llegar a su destino y ser obligados a salir del salto espacial o los amortiguadores de gravedad lo harían.
—Estamos a nada de llegar —añadió Artemisa y las imágenes de las cabinas de su escuadrón aparecían en su visor—. Recordatorio de misión: Nuestro objetivo es Dorian Jussieu, el Jinete de la Disputa, él se encuentra en la prisión térmica y solo disponemos de dos escuadrones en tierra para la misión.
»Retaguardia, serán los encargados de penetrar en la prisión y salir con el objetivo mientras Grueso se encarga de las defensas terrestres —continuó y Alec, Gabriel, Seth y Héctor asistieron—. Mientras que Vanguardia se quedará defendiendo y asaltando la exosfera del planeta; si algo saliese mal convertiré mi nave en el Deidad y podrán regresar al Carguero.
»Y les recuerdo, nada de bajas civiles —añadió al cabo de una pausa—. Cuiden a su pareja y todo saldrá bien, ¿dudas?
—¡Ninguna, mi Capitán! —gritaron los cinco hombres al unísono, provocándole a Emma sentir cómo los vellos de sus brazos se erizaban, sentía el poder de la responsabilidad en sus hombros.
—Bien, pueden retirarse a los canales de su respectivo compañero para discutir su actuar. Cambio y fuera.
Todas las pantallas se apagaron excepto la se Mixcóatl, él se encontraba viendo con orgullo a su pareja de pelotón. Emma tardó en darse cuenta de la sonrisa tonta de su homónimo y negó divertida.
—No me observes así, que me dará pena —comentó la Diosa.
—¿Te gustó, no? —preguntó el Dios, provocando un desconcierto en la mujer—. La sensación de mandar, de tener poder. Sí, yo sigo lidiando con esa responsabilidad. —Sebastián miró a la ventana, girando su cabeza en su dirección. Emma lo imitó—. Es peligrosa, puedes ser corrompida fácilmente si olvidas que aquellas personas son humanos y no máquinas, te puedes convertir en alguien tan, o peor, fría como Montserrat. —Hizo una pausa y chasqueó sus dedos, una pequeña figura de Gamboa de casi treinta centímetros de altura apareció encima de su consola y la de ella—. Necesito que recuerdes siempre que ellos confían tanto como yo, tienes los corazones y voluntades de cinco hombres que arriesgan su vida a diario por un futuro libre, eres la dueña del escuadrón y del viento, ¿juras que no te corromperas?
—Lo juro —respondió Emma sin saber muy bien qué estaba pasando, sintió un calor interno que la hizo estar más en paz—. Pero qué…
—¡Aquí Torre al Escuadrón Deidad, ¿me recibe líder de escuadrón?! —exclamó una voz en el intercomunicador, haciendo que la Diosa sensibresaltara—. ¿Me escucha, líder de escuadrón?
Sebastián le sonrió e hizo un saludo militar, cerrando la pantalla y concentrándose en prepararse para salir, dejando una confundida Emma porque no entendía que pacto acababa de realizar.
Tamara tiró de su chaqueta mientras clavaba la espada en la nieve, tanto ella como su Regalo Sagrado estaba empapada de sangre seca de las anteriores Puertas y de aceite del Jabalí de Erimanto. Buscó con desesperación aire mientras caía de rodillas y su faz se cubría con su cabello.
Miguel se acercó a ella y la vio respirar profundamente, aguantando el dolor que le había causado la embestida de la bestia metálica, observó el caer de unas cuantas gotas de sangre contra la nieve y suspiró: él estaba cansado de custodiar.
—¿Necesitas asistencia médica? —cuestionó el Arcángel, arrodillándose para comprobarlo sus latidos—. Puedo llamar a Raphael si lo necesitas.
—No, él no —musitó Tamara con cansancio, tomó aire profundamente, sacó su cuchillo reglamentario y cortó un pedazo de tela de su blusa para usarlo como tapón—. Puedo... Puedo continuar, solo dame unos segundos.
El Capitán Tully veía con sorpresa y terror la puesta, en su vida como policía jamás había visto una actuación tan sorprendente.
Había visto cómo la Capitán Tamara Murdock había pasado cuatro de las dice legendarias pruebas que se rumoraban en la Federación; vio en viva carne la dificultad de estas y cómo, con las pistas de aquellos soldados misteriosos, superaba Puerta tras Puerta.
A estas alturas los había visto destruir los mecanismos de la Hidra y asesinar al León y a la Cierva, los viejos campeones deportivos que la Federación usaba como entrenamiento especial.
Y aunque el León solo aceptó su muerte a manos del por Clérigo de Dios, la Cierva intentó rogar por su vida contra el Sanador de Dios , pidiendo piedad ante su lamentable estado: Le habían cortado las venas safenas o venas tibiales, dejando al tendón de Aquiles expuesto y listo para su extracción.
—Por favor, mi señora —suplicó la Cierva con sus últimas palabras, llorando y arrastrándose hacia ella, Tamara cerró los ojos y se dió la vuelta. Había vencido pero... ¿A qué costo?—. He sido buena en lo que hago, mi corazón le pertenece a la Federación, ¡no quiero el destino de mi antecesora!
Tamara continuó caminando y Miguel sacó de la sala a Tully mientras el Sanador de hacia su trabajo.
Por eso, es que el Capitán Tully entendía perfectamente las palabras asustadas de Ariel II, suspiró y se acercó al dúo.
—Puedes tomar uno de tus tres descansos permitidos —dijo el Capitán Tully mientras anotaba algo en su tableta. Tamara alzó la vista—. Ve al vestíbulo y ahí te respondrás, tienes quince minutos.
El Arcángel lo escaneó y asintió al cabo de unos segundos, permitiéndole a una cansada Amazona incorporarse e ir directo a la salida.
—Mientras, Gabriel, asegúrate de destruir por completo este lugar —ordenó el Comandante al aire, tomó por el hombro al Capitán Tully y lo llevó a la salida—. Acompañeme, Capitán, necesita descansar.
—Un minuto para salir del túnel, enciendan sus escudos —avisó el pequeño holograma de Gamboa, Emma comenzó a encender sus escudos, sus latidos se hacían cada vez más lentos. El aire la reclamaba—. En sus pantallas aparecerá su ubicación al salir, tengan cuidado.
El visor de Emma se encendió de rojo, indicando una posible colisión.
—Deidad 1, si no sales unos segundos antes del salto podrías chocar. Recomiendo salir un segundo antes —recomendó Gamboa.
—Negativo —objetó la Diosa, se aferró a la palanca de control—. Solo necesito un punto de apoyo.
—No hay ninguno. —Sebastián se volvió a posar a su lado, manteniendo la misma velocidad—. No querrás decir...
Emma no respondió e instintivamente viró en un ángulo agudo en sentido contrario a las manecillas del reloj y accionó la Lanza de Luz, un artefacto que proyectaba un poderoso cable hecho de fotones que podía anclarse en cualquier objeto; usualmente solo se ocupaba para maniobras de rescate pero ella lo usaba para realizar maniobras de combate. Pulsó el anillo de pendiente y la lanza de luz se activó, clavándose en el ala de su compañero.
En la pantalla salió la cabina de Sebastián y este asintió. Habían practicado muchas veces aquella maniobra.
—Llegando a nuestro destino en... Tres.... Dos... —anunció Gamboa y Emma suspiró, entraría en su mundo—. Uno...
El tiempo se detuvo momentáneamente y la ilusión óptica del vacío de estrellas se desvaneció, dejando la negrura infinita y unas cuantas naves de la Resistencia: dos escuadrones de trece miembros cada uno estaban patruyando el espacio del planeta.
Emma alcanzó a girar violentamente en un ángulo obtuso para poder librarse del choque contra una de estas naves, destruyéndola en el acto por la lanza de luz; Artemisa activó el anillo de pendiente y esta se retrajo para poder maniobrar, era momento de brillar.
La Diosa aceleró a Mach 8, lo suficiente para que sus amortiguadores gravitatorios pudieran absorber el impacto y pasó entre dos naves enemigas que huían ante la explosión de la nave de sus compañeros, esto lo aprovechó Emma y se posicionó detrás de una de estas, disparando sus armas contra los motores espaciales.
«—Dos bajas —dijo mentalmente al ver cómo era absorbida por la gravedad del planeta. Vio a sus espaldas y sintió el roce de algunos disparos de tres naves, sonrió y frenó en seco mientras usaba la lanza de luz para anclarse en un resto de nave para amortiguar el golpe de gravedad—. Si tan solo... »
Sin que tuviera que pedirlo, Deidad 2 aceleró a fondo y comenzó a dar fuego de cobertura a Deidad 1. Dándole la oportunidad de volver a encender el motor a Mach 6 y girar hasta posicionarse detrás de ellos y ayudar a su compañero de Vanguardia a acabar con ellos.
«—Somos tus peónes, ¡usamos! —exclamó Mixcóatl a través de la comunicación psíquica—. Todos escuchamos tus pensamientos».
Artemisa sonrió e instintivamente aceleró aún más al saber esto, ya que jamás había podido contar con compañeros que la siguienran en sus locuras.
Con esto en mente, se dirigió al centro de la batalla espacial que estaban librando Grueso y Retaguardia, ella se encargaría de los Ases enemigos.
A Mach 10, y con los amortiguadores gravitatorios en las últimas, la Diosa comenzó a disparar sucesivas ráfagas contra los motores enemigos y cuando sentía que tenía alguien en la cola, usaba su lanza de luz para esquivar con maestría, girando media circunferencias y soltando el agarre al punto perfecto de dar en el blanco.
Ella era la As de su equipo y los protegería. Protegería a sus Hermanos de Armas.
Al cabo de diez minutos intensos, Artemisa comenzó bajó a Mach 1 y comenzó a utilizar el motor para frenar y posicionarse frente a sus compañeros: habían derribado a veintiséis pilotos, de los cuales, seis eran Ases de la Federación.
—Buen trabajo, Dioses. —Soltó el aire contenido y encendió la comunicación visual, todos estaban tranquilos—. Bien, Apolo, Dazhbog la entrada está libre, vayan por Disputa mientras Horus y Forseti les dan fuego de cobertura en el aire.
—Entendido, mi Capitán —dijeron los cuatro y emprendieron el asalto.
—Mixcóatl y yo nos ocuparemos del espacio. ¡Mucha mierda, Dioses!
Y mientras Grueso y Retaguardia penetraban la Exosfera, Sebastián observaba con orgullo a la persona que tenía a un lado: era la Diosa de la Velocidad, la verdadera Emma Dankworth.
Aquella a la que le habían cortado las alas al volar con su antiguo escuadrón.
N. de A.
No saben lo difícil que es escribir a mi Diosa en el espacio, ella es... Rebelde
Pero salió lo prometido. ¡Hoy comienza el rescate de Disputa! ¿Les gustó el inicio? Yo espero encarecidamente que sí, ha sido muy difícil pero prometo que se pondrá bueno.
Y recordándoles que pronto vendrá lo que todos aman: ¡Un capítulo diario hasta terminar!
Está vez, será AALII..
Voa morir.
En fin, ¡nos vemos!
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¡Farewell!
PD. La de los guioncitos.
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