XIII | El Clérigo de Dios |

| Música de Multimedia: Soldier of Heaven - Sabaton |
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"La realidad objetiva acaba de evaporarse."

Werner Karl Heinserberg—.

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Emmanuel se despidió de su amiga mientras cerraba la puerta detrás de él; se había quitado la capa de superhéroe y ahora la tenía en su mochila.

Dio media vuelta y caminó hacia el elevador, cuidando sus pasos para no pisar las líneas de los azulejos, ya que, estaba jugando internamente.

«—Si piso una línea, mamá no será feliz en su día —pensó y con muchísimo cuidado siguió caminando—. ¡Hazlo por ella, merece una gran fiesta!».

Con pericia siguió su camino, esquivando la mala suerte y sonriendo de oreja a oreja. Y estando a escasos centímetros una notificación de su recién estrenado brazal, la modificación del brazalete por parte de la Resistencia.

—¡No! —exclamó el infante de forma dramática—. ¿Quién osa interrumpir las acciones del...? —Y antes de que pudiera completar su frase, vio la notificación y suspiró al ver el nombre de su tío—. ¿Qué ocurre, Capitán? —preguntó con sarcasmo mientras pulsaba su brazal y una pequeña figura de Sebastián se manifestó en su antebrazo. Él sabía que no le gustaba que le dijeran por su rango—. Perdí mi juego por tu llamada.

—Necesito que entretengas a tu mamá unos cuantos minutos más —explicó el Dios con pesadez—. Tengo un citatorio y tengo que ir con urgencia; Emma va en camino para ayudarte, de todo corazón, lo siento.

—Mamá te va a matar si no llegas a su cumpleaños —declaró el bodoque, llamó el elevador—. Lo haré, tío, y Artemisa no tendrá que venir, yo solo podré. —Se detuvo un poco, puso su mano libre en su cintura haciendo pose de superhéroe y alzó el mentón de forma orgullosa—. ¡Lo haré! Confía en el "héroe del Sol".

Está bien, "héroe del Sol", confío en ti —añadió Mixcóatl con una sonrisa—. Aún así, Artemisa irá a apoyarte, los héroes también necesitan ayuda en ciertas ocasiones.

Sebastián se incorporó de forma violenta, caminó hasta la puerta, dispuesto a salir ante las barbaridades del viejo General, Montserrat jamás jugaría con la vida de sus soldados de Élite, eran su tesoro, su santo grial. Ellos eran su mejor creación.

—Mientes —susurró Mixcoátl, quería invocar con todas sus fuerzas—. Nadie sería tan ruín como para hacer eso.

»Jamás dudes en pedir ayuda, siempre confía en tus compañeros, Manuel —continuó el Dios—. Tus compañeros te ayudarán a cumplir tus sueños.

El timbre del elevador sonó, las puertas se abrieron y asintió con orgullo. Entró al elevador y pulsó el botón del lobby.

—¡Cuenta conmigo, Capitán! —Hizo un saludo militar de forma exagerada, haciendo reír a su tío—. Te esperamos, tío Sebastián.

Emmanuel se despidió del Dios y colgó la llamada mientras las puertas del ascensor se cerraban. No incumpliría la promesa de su Capitán.

Sebastián paró de reír y observó a Emma cruzada de brazos con cara de asombro, el Dios sonrió apenado y tomó ligeramente la mano de la Diosa.

—Necesito tu ayuda... —pidió Sebastián, acariciando sus dedos con suavidad—. Te lo pido como amigo, no como tu superior.

Artemisa sonrió con ironía y asintió con tranquilidad, conteniendo la risa.

—Lo haré, Sebs, lo haré —accedió Emma, aferrando el agarre—. Pero me deberás un favor, ¿de acuerdo?

—¡Claro! —exclamó Sebastián, suspirando con tranquilidad—. Aunque sé que ibas a distraerla sin que te lo pidiera.

—Pues claro, si no lo hago, Sofía te mataría. Ella es más peligrosa que Miguel —volvió a argumentar la Diosa.

Sebastián asintió y siguieron caminando juntos pero su mente estaba en otro lado.

En Miguel, aquella figura que los cazó hacía dos años en las Dunas del Ocaso y que a consecuencia él tuvo que volverse un soldado público con la promesa de traer la cabeza de los ahora llamados "Demonios de la Resistencia"; El Dios sonrió, ocultando su temor, ya que, nunca le terminó de contar toda la verdad a su equipo.

—Miguel fue la primera pieza que Montserrat tuvo en su ascenso al poder, él la vio como alguien muy superior y sin pensarlo estuvo bajo su mando desde que salió de la academia —explicó el viejo General, conteniendo la tos—. Tanto militar como en edad, ambos crecieron a la par; él se volvió su mano derecha y sin que nadie lo notase, "Guaichia" llegó al punto más alto, tan solo por debajo de mí.

Sebastián estaba atento a todo lo que "Baal" decía, se había sentado frente a él y recargó su barbilla sobre sus palmas.

—Parafraseando la última charla que tuve con mi pupila —continuó el General, refiriéndose a su homónima de rango—. Me volví un "cáncer" para la Federación por querer la paz en toda nuestra raza y así poder entrar en la Liga Estelar, el lugar donde conviven todas las razas del Universo.

»Pero ella tuvo otros planes; con la ayuda de sus Arcángeles plantó varias semillas del caos, incitó a la guerra y me tachó de traidor.

—Espera. —Sebastián lo detuvo y parpadeó de forma inconsciente—. Dijiste "Arcángeles", en plural. —Baal asintió y le tendió una pequeña carpeta al Dios—. ¿Hay más como Miguel?

—En estos instantes desconozco cuántos de ellos quedan en activo —dudó el viejo General y señaló la carpeta—. Pero había diez, uno de ellos era el precursor de los Maestros Divinos, él era el único Almirante que tuvo la Federación.

Sebastián abrió con temor la carpeta y ahí se encontraban diez hojas con nombres, fotografías y varios datos importantes de cada Arcángel. Miguel era el primero.

—Tranquilo, el único que usa los Regalos Divinos es Miguel. Por tener el dispositivo extra de la fabricación —aclaró Baal al poco tiempo—. Todos ocupan sus Regalos Sagrados, el precursor de los Divinos; es la misma que tiene como plano tu Espectro.

—Y ustedes quieren lo que Ray contiene... —argumentó Sebastián, los líderes de la Resistencia atendieron—. ¿Y si me rehúso a ayudar?

—Tendremos que pedirte que te vayas —amenazó el Comandante con ira y antes de que pudiera seguir, Baal levantó su mano y negó con calma, este tosió nuevamente y suspiró para seguir hablando—. Él lo está diciendo, él no quiere ayudarnos...

—No abandonamos a nadie, Estrella de la Mañana —recordó el General, se estiró y volvió a suspirar—. Te lo pido, Sebastián, coopera con nosotros; lo primero sería mejorar toda nuestra tecnología con los secretos de tu Espectro, luego recuperar a nuestros Jinetes.

—¿Prometen mantener a salvo a mi familia de los Arcángeles? —cuestionó Mixcoátl, intentando buscar un lugar seguro para ellos—. Al igual que los protegidos de mis Dioses,

—Todas sus peticiones serán acatadas con la condición de que nos ayuden, claro está —reconoció Lucifer, tendiéndole una tableta electrónica—. Apunta todo lo que quieras ahí, si quieres reúnete con tu equipo para conversarlo. Ellos están en la enfermería, junto con sus seres queridos.

Sebastián tomó aquel aparato y el viejo General chasqueó los dedos, las luces que impedían la aparición de Ray desaparecieron, provocando que el Espectro saliese frente al Dios.

—Espero nos llevemos bien, Capitán —dijo Baal, incorporándose lentamente—. Y también toda la información de los Arcángeles estará cargada en tu Espectro. —Las luces del androide se encendieron, siendo una clara señal de recibido—. Podemos meter la información a su sistema, aunque claro, él podría colarse en nuestra red si tú se lo ordenas; pero te lo pido, hijo mío, danos la oportunidad de usar sus secretos, haremos cosas grandiosas y traeremos paz a la humanidad.

»Es una promesa.

La nave de Miguel aterrizó en una pequeña plataforma de aterrizaje a la orilla de un acantilado, desactivó todos los sistemas de seguridad y abrió las compuertas, permitiendo que Tamara y Gabriel salieran a contemplar la belleza que tenía aquel extraño lugar.

Mientras el Mensajero de Dios siguió de frente a una catedral, Hipólita fue hipnotizada por los bellos colores de una amanecer jamás visto por sus ojos, los rayos azules de la estrella cercana que iluminaba el pequeño satélite absorbían poco a poco el enorme planeta nebuloso que se asomaba en el horizonte, permitiendo la suficiente calidez para que la vida habitara en ese planeta y no terminaran calcinados. Los únicos sonidos existentes en el ambiente era la rotura del oleaje de aquel mar rojo contra el acantilado de pizarra.

La Amazona no podía creer que una tierra como esa existiera a tan solo unos cuantos miles de kilómetros de un ambiente tan hostil, sin embargo, su paz fue quebrada por Miguel.

—¿Dónde estamos? —preguntó Tamara, sintiendo una ola de viento sobre su cuerpo—. Este lugar nunca ha estado en los mapas estelares.

—En el antiguo testamento se menciona que los arcángeles deben de estar cerca de Dios cuando los necesite —explicó Miguel—. Y en la edad Media se consideraba que Dios se encontraba el Sol; pues este es el lugar donde los Arcángeles se reúnen, aquí es la Tierra de Dios.

—Pero... ¿por qué arriesgarse en...?

—¿En un planeta tan hostil, hija mía —dijo una voz masculina, la misma voz que escuchó ella a través del transmisor de la nave. Tamara dio media vuelta y se encontró a una figura alta y encorvada, sus huesos eran visibles y su cara estaba demasiado demacrada, lo único resaltable eran sus ojos de un café tan profundo, capaces de juzgar ante todo, mientras traía su cabello amarrado en una coleta alta. Vestía una larga y rasgada túnica blanca con símbolos de diferentes religiones—. "Y si procedéis con hostilidad contra mí y no queréis obedecerme, aumentaré la plaga sobre vosotros siete veces conforme a vuestros pecados".

—"Levítico 26:21" —reconoció Miguel, girando lentamente y acercándose con los brazos abiertos—. Citando la biblia cristiana como siempre, mi fiel compañero.

El Comandante se acercó y abrazó al sujeto encorvado, este le respondió mientras sonreía plácidamente. Tamara sintió un aura de tranquilidad con él, ya que era diferente a Gabriel.

—Así me hizo el clero, mi Comandante —respondió de forma pacífica el aparente sacerdote—. ¿A qué se viene este tremendo honor, el guardaespaldas de Dios me dijo que venías y el mensajero me dijo que lo liberaste y venía por la absolución, ¿cuál es el honor?

—Primero, déjame presentarte a un prospecto para unirse a nosotros —explicó Miguel, tomando por los hombros al desconocido y señaló a la mujer—. Ella es Tamara Murdock, Identificador: Hipólita, ella tiene la misma cuenta pendiente que nuestro Dios.

—Estás hablando sobre...

—Sí, Uriel, Dios quiere reunir a sus Arcángeles para cazar a los Demonios de la Resistencia. 

N. de A.

Después de muchos olvidos, aquí está. El tercer arcángel ha llegado, Uriel. Espero les provoque un rato al pensar si se portan mal con los sacerdotes de Dios.

¡Nos vemos en otro día de la semana! Cuando termine bien mis exámenes ^^/

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¡Farewell!

PD. La de los guioncitos.

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