VIII | La Belleza de Hefesto |
| Música de Multimedia: Red Swan - Yoshiki |
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"Las apariencias engañan la mayoría de las veces; no siempre hay que juzgar por lo que se ve."
Molière—.
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Emma abrió la compuerta del Deidad y el supresor de sonido cayó, inundando de gritos y felicitaciones de los soldados y trabajadores de la Resistencia, Hambre instintivamente se puso en guardia al sentir cómo corría una pequeña horda hacia ellos
—¡Dioses! —exclamó la voz de varios niños al unísono, Cassandra no pudo evitarlo y retrocedió ante el miedo—. ¡Han vuelto sanos y salvos! ¿Qué nos trajeron?
Alec sonrió al ver la horda de niños felices y sucios a causa de los trabajos ligeros que la Resistencia le había otorgado.
—Tomen —dijo el Dios ruso, poniéndose de cuclillas y entregándoles un pequeño paquete—. Son dulces de otro mundo.
La líder de aquellos infantes tomó el paquete y entre risas escaparon a otro lugar mientras Emma salía y ordenaba a algunos soldados para ayudar a los heridos mientras la Jinete salía de la nave anonadada ante todo el paisaje.
Cassandra caminó lentamente, haciendo resonar los golpes del piso de metal, esquivando a los soldados que subían al Deidad para auxiliar, Emma se dio cuenta de esto sin embargo, Sebastián colocó su mano en su hombro, dejando en claro que eso estaba bien. Hambre caminó sin parar hasta una enorme ventana de un largo pasillo blanco, ahí podía ver el planeta más hostil catalogado por la Federación y para su sorpresa, este era de un color rosado.
—¿Maravillada, verdad? —le preguntó Mixcóatl, acercándose a un lado, sacando de su letargo a la Jinete.
—¿Cómo es que...?
—¿La Federación no ha atacado este planeta? —preguntó el Dios, la mujer asintió—. El planeta tiene una armadura tecnológica que es de origen desconocido, cuando comenzó la guerra la Resistencia buscó un lugar que sabían que era imposible acceder...
—¿Pero cómo accedieron a este paraíso? —preguntó la Jinete, acercándose aún más al cristal, podía ver el enorme pilar de transporte—. Jamás había visto un mar tan rosado...
—Yo tardé en acostumbrarme a verlo a diario, el mar de Nebel es uno de los más preciosos del Universo —susurró Sebastián, sonriendo con nostalgia—. Respondiendo tu pregunta, todo tiene que ver con el Maestro Divino original, el creador de la tecnología de los equipos de Élite, de las Espadas del Arcángel, las de los Jinetes y la de los Dioses.
Cinco días después de la Operación "Dunas del Ocaso".
Sebastián se encontraba frente a una de las tantas ventanas internas de la armadura, observando la maravilla natural que era el planeta de la Resistencia, poco a poco sus compañeros de armas habían despertado pero la única que había podido moverse por completo era su pareja de Vanguardia, Emma. Ambos estaban sentados en silencio.
—¿Aún no puedes acceder a las memorias de Ray? —preguntó Artemisa, ambos estaban usando ropa común, ella llevaba un vestido suelto junto con una chaqueta de piloto y sus botas militares las había modificado para combinar, un día antes había decidido arreglar su cabello maltratado; mientras que, sus Armaduras Divinas junto con la Piel de Iah habían sido confiscadas para la reparación y eliminación de los rastreadores. Eran libres de ir por toda la armadura pero jamás podían bajar al planeta.
—No... —susurró Sebastián, este usaba una playera blanca con jogger y al igual que la Diosa, él había usado sus botas militares y llevaba la misma chaqueta—. Poco a poco vuelve después del bloqueo que hice.
—¿Pero por qué lo hiciste, Sebs? —volvió a preguntar, una pequeña ráfaga de aire los golpeó, sintiendo frío en sus piernas y maldiciendo la ropa que le otorgó al Resistencia.
—Ustedes me preocupaban —se sinceró, quitándose la chaqueta y colocándose a Emma encima de sus piernas—. No podía dejar que los secretos de la Federación cayeran en manos enemigas.
—Gracias —dijo la Diosa, girándose para quedar frente a frente, sentados en flor de loto y ella cubriéndose las piernas con la chaqueta de su compañero—. Pero tenemos el mismo rango, al final del día si nos hubieran hecho algo malo hubieran perecido en el intento.
—Y aún así, no quería perder a nadie, no otra vez —susurró Sebastián mientras observaba como, la estrella que fungía de Sol para el planeta, se colocaba detrás de Nebel e iluminaba de forma extraña el recinto—. Es mi deber como Capitán.
—Nosotros estamos dispuestos a sacrificarnos si nuestro Capitán lo ordena —declaró Emma, abriendo un paquete de frituras—. Aún así, tienes que preocuparte por tu hermana y tu sobrino, ¿qué hubiera pasado si fueran rehenes y tuvieras que intercambiar información? ¿Tu lealtad ante la Federación era más fuerte que tus lazos de sangre?
—Haría cualquier cosa por mi familia —sentenció mientras robaba una fritura de la Diosa y la compuerta se abría, dejando ver un rostro familiar para ambos.
Sebastián quitó su mano de la ventana y sonrió con nostalgia mientras Héctor aparecía a su lado.
—Te hablan en el puente, Capitán —le dijo el médico de los Dioses, había una especie de aura extraña cuando lo llamaban por su rango, era importante.
—¿Podrías guiar a Hambre? —le preguntó Mixcóatl—. Tendrá muchas preguntas sobre Nebel y el que mejor tacto tiene de los seis eres tú.
—Mientes, Sebas —respondió asintiendo—. La que tiene mejor tacto es la segunda la mando.
—En efecto, pero ella está ocupada con la descarga del Deidad —recordó, quitándose la capucha y dejando ver el mando de su Espada—. Te lo encargo, Cassandra —le dijo, dirigiéndose a la Jinete—. Hoy es el cumpleaños de mi hermana y odiaría que mi cuñado regresara más tarde de lo que hará. —El Doctor del grupo abrió los ojos de par en par mientras el Capitán reía—. Tanto tiempo que la conoces y aún te pones nervioso cuando lo digo —Hizo otra pausa y sacó una pequeña nota que le entregó a su subordinado—. Cuando tengas todas tus dudas respondidas, por favor sigue a Hector, ahí encontrarás tu siguiente parada. Bien, me retiro.
Mixcóatl hizo una pequeña reverencia y se alejó hacia la plataforma, dejando a Cassandra y a Héctor conversando acerca de la verdad sobre Nebel
Caminando por la Plataforma de Lanzamiento, Sebatián estiró su mano y el androide apareció sobre su palma, este se encontraba de un color neutral.
—¿Cómo va todo? —le preguntó a su Espectro—¿Hiciste los preparativos que te encargué?.
—¡Todo de maravilla! —aseguró el androide orbitando en él, sus luces se tornaron en un amarillo, imitando felicidad—. Los proveedores aceptaron ayudar a cambio de mayores recursos de la misión que tuvimos y también los Maestros Divinos ayudaron con la decoración, ¡va a ser la mejor fiesta de cumpleaños de todas!
—Exacto, no siempre se cumplen treinta y uno —aseguró Sebastián mientras esquivaba a los niños que corrían con cajas—. Además es la primera vez que puedo estar con ella desde hace mucho tiempo.
—Y en la que voy a estar yo —continuó el Espectro, Mixcóatl agachó la cabeza y recordó un punto importante de todo.
Hacía ya casi siete años el padre de su sobrino, Emmanuel, y mejor amigo había fallecido en un asalto contra la Resistencia; la infame y conocidísimo asalto al Castillo de la Tormenta, ahí él había ganado su Identificador a cambio de la vida de la mayoría de su equipo y tan solo dos años y medio después de ese fatal día había llegado su compañero, su Espectro y Regalo Divino perteneciente al decimotercer equipo de Élite de la Federación.
El androide se autonombró Ray, llevándose todos los recuerdos de su Huésped y haciéndolos propios, nombrándose el cuidador de la familia Márquez-Ferrel y para eso, él se encargó de toda la logística del cumpleaños de Sofía-
—Ray estaría feliz de que cuides de ellos como lo haces —aseguró recordando a su mejor amigo—. Gracias, Ray.
—¡Un placer!
La última compuerta se abrió, dejando ver la Plataforma de Lanzamiento y a los Dioses realizando diversas tareas, el único que se encontraba sentado y esperando a su Capitán era Seth.
—¡Capitán! —exclamó Horus, incorporándose. Él estaba vestido de civil—. Espero tu liberación para poder ir con Sofía y llevarme a Hambre.
—Claro, aparte de todo la entretendrías mientras terminamos aquí —respondió mientras sacaba una nota igual que la anterior y se la entregó—. Los guardias del pilar te dejarán pasar si les entregas esto. Te lo encargo, Seth.
—¡Claro! —El Dios tomó la nota y sonrió, él era el más joven y durante sus convivencias con sus compañeros había perdido la timidez que albergaba su corazón—. Cuenta conmigo, Sebas.
El Dios egipcio salió cargando su Espada mientras Sebastián se dirigía al grupo más grande donde se encontraba Emma. Ella estaba entregándole una caja de alimentos a un señor de cincuenta años con una sonrisa en su rostro, al verlo ella cerró sus ojitos y amplió más su sonrisa; estaba feliz de mejorar su trastorno con los hombres.
Mixcóatl observó a su Espectro y estiró la mano para que descansara, si se apuraba quizás podría llegar a tiempo al cumpleaños de su hermana mayor.
Después de intentar sacar la mayor información posible al médico de los Dioses, Cassandra se encontraba en el elevador espacial junto a Seth, uno de los soldados de Élite más jóvenes en toda su historia y el de más confianza.
—¿A dónde nos lleva este elevador? —preguntó la Jinete, sintiendo un leve mareo a causa de no estar acostumbrada a los amortiguadores de gravedad. Seth la observó.
Su aspecto había cambiado en estos dos años, desde que llegó a Nebel se cortó el cabello de los lados y parte baja trasera de su cabeza, dejando largo lo demás largo, ahora todo el tiempo lo llevaba recogido en una coleta, usando una bandana negra.
Según la información que Cassandra le fue confiada, Seth Zaki era el soldado con más experiencia y heridas en su corazón que utilizó la milicia para escapar de la homofobia latente de sus compañeros de generación. Sin embargo, a Hambre no le parecía eso, antes de que pudiese encontrarlo, todos lo admiraban, caminaba con confianza y con la mandíbula en alto, era respetado por todos los miembros de la Resistencia en ese lugar.
—Lo descubrirás por ti misma —le respondió el Dios a la Jinete con una cálida sonrisa mientras apretaba un botón y el elevador se detenía, abriendo consigo las puertas y mostrando el exótico país de los cerezos y mar rosa, el planeta más hostil según la Federación.
Cassandra por fin estaba en las tierras negras de Nebel.
N. de A.
Bueno, un poco más tarde de lo habitual porque estuve haciendo unas tareas relacionadas con la Universidad pero ahora ya todo está solucionado.
¡Los Dioses están de vuelta! Como les había dicho en anteriores capítulos, esta primera parte de AALII será un poco distinto porque tengo que arreglar todo el mundo y explicar qué ha ocurrido en estos dos años que los Dioses han estado fuera de la mirada pública peeero les prometo que valdrá la pena.
Por otro lado, ¿qué les pareció el cap? ¿Bueno? ¿Malo? Todavía me estoy acomodando a escribir poco a poco, y más porque tengo un caos con la línea del tiempo.
¡Nos vemos!
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¡Farewell!
PD. La de los guioncitos.
Pd 2. Sigo sin banner de redes xd.
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