| Preludio Celestial |

| Música de Multimedia: Archangel - Two Steps From Hell

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"Hay una divinidad que forja nuestros fines, por mucho que queramos alterarlos."

William Shakespeare—.

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Junio-2324


Un año antes del comienzo de la guerra.


 El joven de dieciocho años, Michael Jäger, despertó antes de que la alarma sonara a lo largo de las barracas de la Academia Militar de Nördlingen, ubicada la luna Titán, en la Vía Láctea, en el sistema solar donde se originaron los humanos; a pesar de todos los contratiempos por el rumor de una posible guerra, su generación por fin se graduaba.

Y él era el mejor de su clase.

El Sargento a cargo de la unidad, abrió la puerta y la luz invadió la estancia, los quejidos no se hicieron esperar, Jäger estaba parado frente a su cama tendida, con las manos sobre la espalda y con el uniforme puesto, esperando órdenes.

—¡Atención! —exclamó el Sargento de la unidad, acercándose al joven Miguel y plantándose frente a él—. Soldado Jäger, otra vez despierto antes que todos, ¿no pudo dormir?

—No, mi Sargento —respondió el soldado, manteniendo la vista perdida en un punto—. Dormí perfectamente, solo sigo sus órdenes, usted nos quería despiertos a primera hora para la ceremonia.

El Sargento gruñó y asintió, pelear con un soldado que era tonto no era satisfactorio. El de mayor rango se alejó y comenzó a hablar con los demás miembros de su compañía. Internamente, Jäger sonrió. Por fin se volvería un soldado. 

 Vestido con su uniforme de gala, Miguel se plantó firme en la plancha de la Academia Militar, al ser uno de los soldados más altos, él se encontraba en la primera fila y por ser el primero de su generación, se encontraba en la primera columna de la izquierda; recibiría un reconocimiento por parte de la recién nombrada Teniente de la Academia.

La ceremonia comenzó cuando unas cuantas estrellas fugaces pasaron por encima de la cúpula de oxígeno que Titán tenía, Jäger observó atentamente cómo los cazas estelares recién inventados por los denominados Maestros Armeros salían detrás de los cañones estelares de largo alcance que protegían la luna de las naves patrulla de la Resistencia.

Jäger estaba encantado de por fin pertenecer a ese mundo. El mundo de los ángeles, como decían las cartas que recibía en el orfanato.

Después de unos cuantos disparos, una joven Montserrat salió al estrado con su recién estrenado uniforme; por dentro estaba nerviosa pero pronto pondría en marcha su plan. Traer la paz a la humanidad.

—Buenos días a todos —dijo Montserrat, una vez que todos sus subordinados tomaban su muñeca derecha con su mano contraria y abrían las piernas a la altura de sus hombros—. Hoy recibimos una nueva generación de soldados, dispuestos a defender su patria y así poder traer paz en la galaxia. —Jäger observó con atención a la Teniente, ella era imponente—. Muchos de ustedes han atravesado infinidad de cosas...

 Después de que el discurso de la Teniente Montserrat culminara, siguió el discurso del General de la Federación, Identificador: Baal. Ambos llenos de patriotismo y heroísmo, valores que le hicieron enorgullecerse a Jäger. Y, una vez terminados, la joven Teniente, encabezó la entrega de títulos a los más destacados.

Como no podía ser de otra forma, Miguel Jäger fue el primero en ser llamado, con la frente en alto, caminó hasta estar frente a Montserrat y ella lo observó fijamente, había algo en el joven soldado que le llamaba la atención.

—Felicidades por completar tu entrenamiento —dijo Guaichia, tendiendole un sobre con papeles—. Subteniente Jäger.

Miguel asintió con los ojos cerrados y tomó el sobre, le dio un saludo respetuoso y siguió su camino con la vista hacia el frente, por fin era un soldado completo.

Sus compañeros de clase seguían pasando y la Teniente les entregaba sus documentos pero ella no le perdía de vista, él era diferente. Una vez que el último soldado recibió su sobre, los cañones estelares comenzaron a disparar hacia unos enormes asteroides fabricados por el ser humano, estos estallaron en mil pedazos y los fuegos artificiales iluminaron el espacio, indicando que, la primera clase de Academia Militar de Nördlingen se había graduado. 

 Miguel Jäger estaba guardando sus pertenencias con sumo cuidado en su bolso mientras los marcaba en su lista; todos sus compañeros de servicio se habían ido con sus familias o con sus reclutas, él por otro lado, se encontraba a la espera de nuevas órdenes.

Un ruido de unas pisadas a las afueras de las barracas llamó su atención, así que se irguió por completo, llevó sus manos a la espalda y observó hacia el frente. La Teniente había entrado, su chaqueta de oficial se encontraba abierta, dejando ver una playera blanca de tirantes, su cabello castaño se encontraba suelto y le llegaba a escasos centímetros por debajo del hombro, sus ojos azules lo encontraron.

—¡Subteniente! —exclamó la joven Montserrat, ella se acercó y se plantó frente a él, ella era unos cuantos centímetros más baja que él. La Teniente le entregó un pequeño sobre—. Tengo tus órdenes de traslado. Eres mío. De hecho, mi primer subordinado, ahora que lo pienso...

Miguel entrecerró sus ojos, estaba confundido. Al parecer Guaichia se percató de esto y le entregó el sobre.

—Toma, leelo —señaló la Teniente, respirando profundamente—. Haremos grandes cosas, Jäger

Más que una frase al aire, era una promesa. Y él sabía que la cumpliría. 

N. de A.

¡Hola, pipol! ¿Cómo están? Yo super bien después de ese mes de vacaciones que me he tomado :D

Hoy comenzamos con la primera secuela oficial que he escrito, intentaré que salga bien y que les parezca genial.

¡Porque los Dioses vuelven!

Oficialmente, comenzamos el 25 de febrero pero ustedes saben que falta el Prólogo así que, ¡el 15 de febrero lo tendrán!

Os leo en comentarios, ¡estoy emocionado! ^^

¡Nos vemos!

Pd. La de los guioncitos.

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