IX | El Sello de la Disputa |
| Música de Multimedia: Parasite Eve · Bring Me The Horizon |
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"Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad."
Marco Aurelio—.
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Cassandra dejó a un lado la apariencia y corrió con ilusión hacia la rosada playa de Nebel, ahí, las olas rompían en la costa, el agua era tan cristalina que se podían apreciar los arrecifes y criaturas de agua dulce. La Jinete se quitó las botas y calcetas, enterrando los pies sobre la arena mientras sentía la brisa golpear en su faz.
No había ruido, no había bullicio. Todo estaba tranquilo por primera vez en mucho tiempo y eso le hacía demasiado feliz, tanto que por un momento olvidó que la humanidad estaba en guerra.
—¿Cómo es posible que este paraíso estuviera escondido para la Federación? —preguntó la Jinete, soltando su cabello y dejándolo al aire; un escalofrío recorrió su espalda, sintiendo la culpa de disfrutar de este ambiente—. ¿Por qué me salvaron?
Seth se había quitado las Botas Sísmicas y estaba caminando descalzo por la arena, sintiendo los pequeños clastos incrustarse entre sus dedos, este había recogido una pequeña caracola mientras se acercaba lentamente a su antigua enemiga.
—La armadura que recubre todo este mundo hace imposible que alguien que no sepa la clave en morse pueda cruzar hasta aquí, la Resistencia decidió que era mejor apoderarse de este lugar antes de que Guachia lo usara con propósitos malignos. —Se sentó a su lado, disfrutando del atardecer que empezaba a aparecer. El día en Nebel duraba cuatro horas menos que en la Nueva Tierra—. Y nuestra misión es salvarlos a los cuatro, desde que decidimos ayudar a la Resistencia para derrocar a la General Montserrat no hemos parado; día y noche Inteligencia se ha fortalecido con toda la tecnología y planos secretos que guardaba Ray. Y la primera que encontramos fue a ti. —Giró y se puso frente a ella, tomó sus manos y las llevó a su corazón. Hambre reaccionó con sorpresa, era el mismo gesto que hacía su mejor amigo, Peste—. Quiero disculparme contigo, tardamos dos años en encontrar alguna pista sobre su paradero pero eso está a punto de cambiar.
—¿A qué te refieres? —preguntó la Jinete, cerrando el agarre de sus manos, gesto que le provocó la misma reacción en Horus que a Peste, sonrió con dulzura.
Seth soltó el agarre y se incorporó, observando el lanzador espacial, la única conexión con la armadura del planeta. Señaló hacia el cielo, llevando con su mano derecha la caracola a su corazón.
—En estos momentos el Capitán estará descubriéndolo.
Sebastián le entregó las liberaciones del día correspondiente a Forseti, Apolo y Dazhbog mientras tenía a Artemisa a su lado, los tres Dioses agradecieron y se retiraron al lanzador espacial cansados pero animados, sabían que tendrían que ir a la fiesta de Coatlicue ya que todos los Dioses se encontraban en la misma residencia.
—Perdóname por no poder liberarte antes —dijo Sebastián mientras caminaban hacia su destino, la sala de mando o mejor conocido como "Torre"—. Sé que te gustaría irte temprano para poder arreglarte con más tiempo para la fiesta de Sofía.
—Tranquilo —respondió soltando el aire mientras se quitaba la chaqueta—. Sabía que Baal quería vernos y preparé lo que usaré para el cumpleaños de tu hermana. Gracias por la invitación.
—Te convertiste en una amiga para ella —Alzó los brazos, restándole importancia mientras cruzaban una puerta y varios soldados los saludaban—. Hace mucho que no la veía reír con alguien de su mismo sexo.
—Nos reímos de tu infancia y las cosas graciosas que te han pasado —confesó mientras se deshacía la trenza francesa—. Nunca pensé que el Capitán hubiera sido enterrado entre cajas de medicamentos...
—¡Eso fue hace años! —exclamó Sebastián apenado mientras se detenían y los guardias de la puerta del Centro de Mando los miraban. Al notarlo, Emma le puso la mano en el hombro para tranquilizarlo—. Sofía ha tenido peores caídas.
—Algún día podremos contar todas esas viejas glorias —aclaró Emma mientras los guardias se hacían a un lado y la puerta se abría. Sebastián le permitió el paso por educación y entró.
El Centro de Mando de la Resistencia era mucho más pequeño que el de su contraparte enemiga; la iluminación era demasiado pobre, agregándole que las paredes y pisos negros no ayudaban en lo absoluto más la carencia de ventanas, era un sitio demasiado triste que ambos odiaban pisar.
Ahí, en el centro, se encontraba uno de los prototipos que el Espectro había guardado, una mesa que producía hologramas y era capaz de conectarse en todos los canales de comunicación y en cualquier red de información, inclusive la de la Federación. Además de, claro, ser blanca con luces azules para destacar.
Sebastián ingresó y la puerta se cerró por completo, chirriando y haciendo que la silueta que se encontraba de espaldas a ellos reaccionara ante el infernal sonido. Las pobres luces se iluminaron y encontraron el rostro de una mujer de rasgos afroamericanos, nariz y labios pequeños con faz diamantada y cabello rizado rebelde; al verlos, alzó las manos al cielo, agradeciendo por una misión exitosa.
—¡Estuvieron increíbles! —exclamó la mujer, lanzándose a los brazos del Capitán, este solo absorbió el impacto. Emma intentó ocultar la risa. Desde que la habían conocido, ella rompía los límites personales siempre—. Me alegra que volvieran con vida.
—Tranquila, estamos a salvo, Torre.
—¡No me digas Torre! —exclamó molesta mientras lo golpeaba en el pecho y ahora se refugiaba en los brazos de la Diosa, esta la recibió con caricias en el pelo—. Mixcóatl fue malo conmigo, Artemisa, ¿podrías darle una lección?
—Deberías de ser más considerada con nuestra salvadora, Capitán —dijo Emma, regañando falsamente a su pareja de Vanguardia. Este abrió los ojos y se talló la faz con incredulidad—. Discúlpate.
—Perdón, Princesa.
Areli Barragán Mejía, Identificador: Princesa, era la encargada del Centro de Mando de la Resistencia; una mujer de casi cincuenta años con constantes cambios de humor que había visto toda la ira de las guerras en su vida y al nunca haber tenido familia y el hecho de que su corazón era demasiado enorme; había adoptado a todos los soldados que cuidaba, los amaba a todos los sujetos que valientemente salían al campo y lloraba de felicidad cada que regresaban a salvo pero, cuando alguno de sus queridos niños desaparecía en combate, hacía que toda la Resistencia les rindiera tributo.
—Gracias por todo, Are —continuó Sebastián mientras se acercaba a la mesa y Ray se posicionó en el centro de la misma—. La misión fue un éxito rotundo, estamos seguros de ello.
—Pues no te equivocas, Mixcóatl —dijo Princesa, acercándose a la mesa y tomando la cabeza, Emma se puso en el lado contrario de Sebastián—. Observen, el Arcángel ha salido a buscar y ver la ubicación de Disputa.
La nave de Jäger aterrizó en un frío planetoide donde la luz de un sol muerto solo tocaba la superficie silícica una hora y el resto había oscuridad con la iluminación de tres lunas y a consecuencia, el ambiente era de grados bajo cero, creando montañas de nieve y congelados los lagos.
Antes de abrir la cabina, Miguel le entregó una chaqueta inteligente a Hipólita, esta se encontraba al borde de un colapso climático.
—Póntela y activa tu pulsera —dijo el Arcángel, activando su pulsera y de ahí, la Piel de Iah lo rodeó. La Amazona lo imitó y sintió una membrana adherirse a su piel junto a una pequeña aura dorada—. Al parecer sí eres compatible.
Miguel abrió la cabina y los fuertes vientos impactaron en su rostro, reaccionando rápidamente con la Piel de Iah y rompiéndola, haciéndola trabajar desde el minuto cero.
—¡Tenemos cinco minutos antes de poder entrar a la prisión! —exclamó Jäger cuando pisaron la tierra, este sacó su Vara de Neutrones, separándola y creando dos soportes para caminar, entregándole uno a Tamara—. Tenemos que hacer una pequeña visita.
Sin rechistar, Hipólita siguió al Comandante de la Federación hacia la entrada de la cárcel, al verlo por las cámaras de seguridad, los guardias abrieron las enormes puertas, dejando salir una increíble ola de calor que inmediatamente sofocó a la Amazona; ella sintió cómo sus rodillas comenzaron a fallar hasta que Miguel la tomó por la cintura y la obligó a caminar.
Una vez dentro de la sala de compresión, Tamara se limitó a imitar los movimientos del Arcángel, el cual se estaba quitando la chaqueta inteligente y había guardado su Vara de Neutrones.
«—Por favor, diga sus Identificadores. —Una voz les ordenó, Jäger observó la cámara de forma desafiante y unos segundos de silencio incómodo bastaron para que la voz volviera a hablar—. ¡Discúlpeme, Comandante! En cuanto termine la despresurización pueden ingresar, ¿viene a por...?».
—Sí —respondió autoritario el Arcángel—. Y ella viene conmigo, quizás también tenga que verlo...
La voz desapareció sin poder decir más y la compuerta se abrió, dejando un enorme pasillo hermético que daba a todas las celdas, Tamara se acercó a las paredes para verlas mejor, estas se encontraban de un color rojo intenso tan llamativo que casi podía tocarlos.
—No lo hagas —dijo el Arcángel mientras comenzaba a caminar, ella lo observó—. La temperatura afuera de esto está por encima de los cuarenta grados constantes, es un método para que los prisioneros se sientan cómodos y si escapan, al sentir el frío del planetoide quieran regresar.
Ambos comenzaron a caminar e Hipólita observó a todos lados, contemplando los seis pisos que tenía la prisión mientras varios ruegos se colaban por el pasillo.
—Pero, mi Comandante, ¿por qué venimos a este lugar? —preguntó Tamara después de unos cuantos minutos caminando. Miguel sonrió—. ¿Quiénes están aquí?
—Tengo que revisar si Disputa sigue aquí —confesó Jäger mientras subía una escalera y se detenía al final del pasillo. Ahí encaró la celda—. Después de lo que ocurrió con Hambre tengo que asegurarme de que este pedazo de escoria no haya contactado con nadie, verdad, Disputa.
Tamara observó atentamente aquel hombre rubio, la mitad de su rostro tenía rostros de haber sido quemado y en el torso de su cuerpo se encontraban demasiadas cicatrices causadas por los castigos de la prisión. Y no pudo evitar sentir sorpresa al ver que le faltaba una mano, esta había sido cortada a causa de la hipotermia de su primer intento de escape.
Ahí se encontraba el Jinete más ágil de la Resistencia, Dorian Jussieu, anteriormente conocido como Emilie, el portador de Cosechadora y por Identificador: Disputa en la Prisión más despiadada de la Federación: La Selladora de Almas
N. de A.
Y por fin conocemos la ubicación del segundo Jinete, poco a poco estaremos conociendo lo que ha pasado en estos dos años desde el final de #DDLI ¡espero les emocione tanto como a mí!
Ha sido una experiencia maravillosa escribir esto en menos de tres horas (porque cierto padre le está enseñando a conducir a este pechito y casi, digo casi, atropello a un perro :"V ¡tendré más cuidado!)
Bueno, espero sus comentarios y saber su opinión acerca de todo lo que va a pasar porque no están preparados...
¡Nos vemos!
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¡Farewell!
PD. La de los guioncitos.
Pd 2. Sigo sin banner final xd.
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