IV | La Realidad del Hambre |

| Música de Multimedia: Inside of Me - Vamps ft. Chris Motionless |

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"Clemencia para los vencidos, curad a los heridos, respetar a los prisioneros".

José Gervasio Artigas—.

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Al fondo del campamento se encontraban dos jóvenes guardias custodiando una estructura de concreto con ventanas y puertas de barrotes, mientras mantenían sus fusiles listos para accionar.

—¿Este no es el trabajo más cansado y horrible del mundo? —cuestionó el soldado de la izquierda, el cual tenía una prótesis en su pierna izquierda, observando el cielo, el segundo ciclo lunar estaba acabando.

—Ni que lo digas —respondió el segundo soldado, el de la derecha, este tenía un peculiar parche en su ojo en su derecha—. Esta no se cansa de molestar.

—¡Los escucho, imbéciles! —exclamó una voz femenina del interior de la celda, pintándoles el dedo.

Doce horas después de la operación conjunta "Dunas del Ocaso".

Cassandra Macías, Identificador: Hambre, recobró el sentido de golpe, se encontraba asustada y confundida, intentó mover las manos sin éxito, sintiendo el frío de las cadenas a las cuales estaba atada. Sus ojos, poco a poco, recobraban la visión, viendo la magnífica luz azul del túnel del salto espacial.

Sus últimos recuerdos era que estaba peleando codo a codo con sus compañeros, intentando detener y derrotar a Miguel, el Comandante de la Federación. Pero ahora, escaneando el lugar, estaba sola y sin su Regalo Sagrado; intentó forcejear para liberarse al ver una silla y la silueta de su captor.

—¡Vamos! —susurró con apuro, moviéndose violentamente—. Tengo que...

—Es inevitable —dijo el Arcángel, con voz autoritaria y sin quitar las manos del control del caza estelar—. No te recomiendo moverte.

Cassandra hizo caso omiso a la recomendación de Miguel y siguió moviéndose, lastimando sus muñecas debido al rose del metal. Soltó un quejido de dolor al ser consciente de la herida de su pecho, recordando que fue atravesada por la Vara de Neutrones de aquel malvado ser, su columna vertebral fue invadida por una descarga eléctrica.

—Te lo dije, no estás en condiciones —recordó Jäger, girando lentamente hacia la derecha—. Tienes suerte, mi General los quiere vivos pero van a pagarlo caro.

—¿Dónde están los demás? —preguntó Hambre, rindiéndose ante el dolor.

—Separados, en un lugar diferente —aseguró el Arcángel, incorporándose y acuclillarse frente a ella. Por fín, Cassandra vio aquellos profundos y temidos ojos azules, toda una leyenda en la Federación, Miguel acarició su rostro con curiosidad—. ¿Cómo alguien tan talentosa traicionó a la causa? ¿Cómo es posible que hayas caído en la seducción del enemigo? Una lástima, Fame.

Cassandra se atrevió a sostenerle la mirada, buscando alguna señal de vida, algo de bondad pero en cambio, el azul de Jäger no tenía nada de humano. Era un completo siervo al servicio de Montserrat.

—¿Sabes qué? Te recompensaré por haberte portado tan bien durante el viaje —añadió Miguel, incorporándose y llevando sus manos a su espalda—. Conocerás la ubicación de uno de tus compañeros pero a cambio, tendrás que viajar siempre, serás una perra abandonada. —El Comandante la tomó por el cuello, obligándola a levantarse, Cassandra no hizo ningún gesto, aún siendo asfixiada por él—. Tus registros se eliminarán y cuando llegue el día, serás un símbolo de castigo, serás juzgada ante el ojo público y reafirmarás la posición de una triunfante Federación.

—Te equivocas... —musitó Cassandra, perdiendo la consciencia nuevamente, comenzó a reírse en su cara—. No habrá Federación ni Resistencia cuando yo me vaya de este mundo...

Hambre dejó de respirar y Miguel acarició su mejilla, lentamente la dejó sobre el frío metal del caza estelar.

—¿Por qué no podemos llevarnos bien después de dos años? Hemos viajado de campamento en campamento y hasta me conocen desnuda, ¿qué no deberíamos de ser cercanos?

—Somos tus custodios, Macías —dijo el guardia del parche mientras giraba, los rayos solares iluminaron el rostro de la mujer, dejando ver su pálida faz, melena rubia y sus fríos ojos color avellana. El del parche la observó directamente, su rostro estaba descuidado por los constantes transportes—. No somos amigos.

—¡Pero si hemos estado desnudos!

—Lo has estado, cuando tenemos que vigilarte mientras te duchas, Hambre —aclaró el de la prótesis—, no nos gusta verte así.

—Más de un par de veces los he visto con ojos lujuriosos —amenazó Cassandra Macías, recargándose en los barrotes—. Y no los juzgo, se la han pasado vigilándome desde que ese títere me atravesó el pecho con su Vara de Neutrones y me trajo aquí, seducido por las mentiras de la General.

—Eres una criminal, Jinete —interrumpió el guardia con el parche—. Tienes suerte de que no te ejecutaran como el resto.

—Y tú, un tuerto —contraatacó la Jinete mientras lo señalaba y le guiñaba un ojo, ella sabía que mentía. El de la prótesis rio ante el comentario—. Tampoco te rías de su desgracia, tú estás cojo. —Hizo una pausa al ver que sus custodios alzaba las armas contra ella—. Solo digo la verdad, ¿vale? No tienen por qué ponerse tan agresivos... les falta liberar sus tensiones...

Cassandra dio media vuelta y se fue al lado contrario de su celda, mientras sus guardias giraban y le perdían la vista, ella comenzó a deslizarse lentamente al piso, ocultando su rostro entre sus rodillas.

Habían pasado dos años desde que sus compañeros, los Jinetes, fueron declarados culpables por los crímenes de terrorismo y traición a la humanidad. Su condena era cadena perpetua con una ligera variante, cada uno tenía que ser separado y mandado a lugares distintos.

Y ella, había sido enviada a lo largo de diversas colonias de la Federación para encontrarle una prisión adecuada a sus habilidades pero era imposible, la seguridad de cada una fueron violadas por ella a los dos días por lo que, la General en persona, le asignó una escolta profesional.

Dos antiguos prospectos para miembros de Élite.

Aunque no eran nada.

Todas las noches, durante los ciclos lunares, pedía que la rescataran; extrañamente, el ruido nocturno del campamento se sentía diferente.

El equipo de Vanguardia de los Dioses comenzó a caminar lentamente y ocultándose de las luces y enemigos, ellos no querían provocar otro tiroteo y en dado caso de que los vieran, tendrían que neutralizarlos de manera no-letal. Y tanto Emma como Sebastián eran los mejores en eso.

Ambos se movían de manera sincronizada, sin ningún ruido y con solo sentir sus movimientos del uno del otro, el entrenamiento incansable que habían realizado para perfeccionar sus habilidades en pareja era magistral. Todos decían que ambos estaban hechos el uno para el otro.

Sebastián alzó su mano y se detuvieron en un montículo de municiones, estaban a escasos metros de su objetivo. Ahí, podía ver la extraña estructura en donde se encontraba su objetivo. El Dios estiró su mano y la estructura esférica de Ray apareció sobre su palma, mostrando sus usuales luces blancas y azules, estaba animado porque por fin podrían poner en práctica sus nuevas habilidades.

«—¿Alguna anormalidad? —preguntó Sebastián, conectándose vía psíquica con los demás Dioses y su Espectro».

«—Ninguna. —Un mapa que solo podían ver los conectados con el androide salió de él—. Horus y Forseti se encuentran en posición, desviando el flujo hacia otro lado mientras que, Dazhbog y Apolo se encuentran apuntando al pecho de los guardias de Hambre. —Hizo una pausa y giró en dirección a Emma—. Todo está listo, el Deidad está en la zona de evacuación, solo hay que proceder con cautela al objetivo, Gamboa se encarga de mantener la nave a salvo».

«—¿Cámaras? —cuestionó Mixcóatl».

«—Desactivadas».

«—¿Bajas?».

«—Ninguna».

«—¿Sensores?».

«—Sin muestra de calor —aseguró el androide, la luz de alrededor de su foco central pasó a un amarillo mate—. Las capas están funcionando por completo, no hay huellas de su presencia».

Sebastián asintió y cerró su puño, observó a su compañera, esta se encontraba observando por un hueco a los dos guardias. El Capitán de los Dioses hizo una seña y todos procedieron con el plan.

 Lo único que los guardias del Hambre escucharon antes de notar el notaron el cambio rápido en la gravedad, haciéndola más pesada, fue un fuerte y agudo silbido mientras que dos puntos rojos aparecieron en su pecho. Estos intentaron levantar sus fusiles hacia el origen del láser mas fueron detenidos, sin darse cuenta, por el filo de los dos Dioses de Vanguardia. Cassandra se levantó inmediatamente y se acercó violentamente a la puerta de la celda, viendo con sorpresa a sus salvadores.

—No queremos hacerles daño —susurró Mixcóatl al guardia del parche, acercó su PDM-03 al costillar de este—. Libérala.

—No queremos hacerles daño —susurró Mixcóatl al guardia del parche, acercó su PDM-03 al costillar de este—. Libérala.

El del parche detuvo su respiración, estaba siendo amenazado por uno de los traidores más peligrosos de toda la Federación; recordó de sus días de instrucción la voz de Mixcóatl, el antiguo héroe del décimo tercer equipo de Élite y condecorado del asalto al Castillo de la Tormenta. Tragó en seco e vio de reojo a su compañero, este estaba amenazado por una de las últimas Amazonas con vida.

—No van a poder...

—Tu huella.

En un intento desesperado, el de la prótesis intentó alcanzar su radio para alertar a toda la base, necesitaban refuerzos mas fue detenido por el suave tacto de la Diosa.

—No lo hagas... —musitó Artemisa, colocando el filo de su arma al cuello del de prótesis—. ¿Acaso tu vida no vale lo mismo que la de tu compañero? ¿Quieres que la Federación le entregue una carta diciéndole que no volverás?

Ante las palabras de Emma, el de prótesis desistió en su intento y asintió con pesar. Él no quería morir a manos de miembros de Élite.

—Sus huellas, rápido —ordenó Mixcóatl.

Los guardias de Hambre colocaron sus huellas en el lector, abriendo la puerta de la celda y liberando el filtro de aire, dejando escapar el pútrido olor que guardaba a la Jinete. Esta fue impactada por la ola de aire limpio entrando a su sistema y, por primera vez en mucho tiempo, respiró profundamente.

Era libre.

—Listo... —dijo el de parche, intentando negociar—. ¿Nos dejarás libre, cierto?

—No del todo.

El equipo de Vanguardia ocultó su filo y comenzó a asfixiar a ambos guardias, estos intentaron librarse de forma patética mientras los Dioses cerraban sus ojos ante lo que acababan de hacer.

No querían matar a alguien que no lo merecía porque alguna vez, ellos fueron como estos sujetos.

Cassandra dio un paso hacia la libertad. La calidez que le brindaba su refugio fue perturbada por las corrientes gélidas de la colonia humana, esta comenzó a frotarse los brazos.

Ambos guardias de Hambre perdieron la consciencia en los brazos de los Dioses, estos los metieron en la celda con mucho cuidado y la cerraron. Esperando que no se activara la alarma.

Macías observó a sus custodios, sintiendo lástima por ellos. Aún teniendo habilidades increíbles, cayeron fácilmente ante reales miembros de Élite.

—Toma —dijo Emma con dulzura, Cassandra observó a su homónima ofreciéndole una capa como la de ella—. Cúbrete, necesitamos salir de aquí.

La Jinete tomó la prenda y se la puso, inmediatamente su sensación térmica se ajustó, olvidando por completo el clima.

—¿Qué hacen aquí...? —cuestionó Hambre, colocándose la capucha. Una vez que se aseguró de que la puerta estuviese sellada, Sebastián se acercó junto a su pareja—. No tenían que...

—Por supuesto que sí —aseguró Sebastián—. Necesitamos todo lo que podamos para enfrentar al Arcángel.

Cassandra no pudo evitarlo, una lágrima rebelde salió de sus ojos y antes de que pudiera abalanzarse a abrazarlos a ambos, abrió los ojos por completo, recordando la medida de seguridad extra que le habían puesto horas antes.

—El rastrea...

Y antes de que pudiera gesticular una palabra, una alarma sonó a lo largo de toda la base, las luces blancas se tornaron rojas y una grabación se hizo presente, avisando que la Jinete había escapado.

—No... —musitó Cassandra, mordiéndose las uñas—. ¡Vamos a...!

Emma le tomó la mano y negó con una sonrisa, la Diosa metió su mano dentro de los bolsillos de su Chaqueta del Vacío y sacó una pequeña caja que le entregó a Cassandra.

Hambre observó perpleja el pequeño contenedor y lo abrió, un brillo familiar golpeó sus pupilas. Ahí, dentro de esa pequeña caja, se encontraba el mango de su Espada Sagrada, aquella que le permitió convertirse en una Jinete.

Emma le había entregado la Suneater, la espada de Hambre, la Jinete del Apocalipsis. 

N. de A.

Se siente bien volver.

¡Hola, pipol! Ha pasado demasiado tiempo sin una actualización de este pequeño ser. Bueno, sin excusas, no tenía ganas de escribir.

Después del increíble viaje que ha sido DDLI (del cual, fuimos obra y autor destacado, respectivamente en el perfil de WattpadSuperheroesES, ¡muchísimas gracias por el reconocimiento!) me sentía sin ánimos de continuar algo pero, eso terminó.

Estoy de vuelta y con eso, los Dioses también. Porque, gente, no saben lo que he soñado hace unas semanas.

Una disculpa por si se siente muy diferente este cap, la primera mitad del presente fue escrita hace más de dos meses y la parte del pasado y segunda mitad del presente fue hoy xd

Me tocará acostumbrarme.

¡Y también! Muchísimas gracias a -nicolle- por la increíble portada. Es hermosa y perfecta ❤️

¡Nos vemos en otro día! Que esto, apenas comienza.

PD. Lamento desaparecer, no volverá a ocurrir. A todos los que no he respondido, prometo por los Dioses que lo haré. Gracias por el apoyo ❤️

PD 2. La de los guioncitos.

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