Capítulo 1- Marcas azules.
Vi mantenía a Caitlyn entre sus brazos, sentada en la fría madera de aquel puente, permitiéndole llorar mientras la abrazaba y sintiendo ella misma el dolor de lo que Jinx acababa de hacer. Los vigilantes habían matado a sus padres cuando ellas eran niñas y ahora su hermana había condenado a una cuidad entera y, haciéndolo, también había sentenciado a los padres de Caitlyn. Vi no podía perdonarse eso.
Ella había creado a Jinx, ella había alejado a su hermana, ella era el detonante de toda aquella desgracia; y esos pensamientos de culpa se arraigaban conforme veía desde la distancia el azul eléctrico mezclarse con el rojo de la desesperación de aquellos cuyas vidas estaban siendo destrozadas en una gran explosión.
—Lo siento tanto, Pastelito —murmuró, insegura de si Caitlyn le había escuchado. Retiró su otro guantelete y la abrazó más fuerte, sintiendo como los sollozos aumentaban.
—No pudi...mos detenerla —Con la respiración irregular, la voz rota y su cuerpo en temblores descontrolados, las palabras de Caitlyn salieron entrecortadas y bajas. Vi las escuchó únicamente por su cercanía.
—Lo lamento, te fallé —admitió Vi, sintiendo sus propias lágrimas escapar de sus ojos, sus manos afianzando el agarre alrededor del cuerpo de Caitlyn.
—No —negó la peliazul, alejándose un poco de Vi y subiendo sus manos hasta acunar su rostro—. No es tu culpa —se la arregló para hablar, aun cuando su voz quebrada sonaba demasiado baja entre el ruido de destrucción que las alcanzaba pese a la distancia.
—Vamos, necesito curarte —indicó Vi suavemente, no queriendo adentrarse en la cercanía del momento. No en ese preciso instante.
—¿Qué hay de ellos? —preguntó Caitlyn, dirigiendo la mirada hacia Piltover, donde todavía se veían estallidos azules y llamas rojas decorando el horizonte.
—Ahora mismo ir sería un suicidio. Tendremos que esperar a que las explosiones pasen —explicó Vi, mirando a Caitlyn dolorosamente. No era una decisión fácil, pero poco podrían hacer adentrándose en una ciudad que colapsaba por pedazos. Cualquier ayuda tendría que esperar a que la calma llegase—. Vamos, Pastelito.
Con suavidad, Vi se incorporó y ayudó a Caitlyn a ponerse en pie; pero, al ver que la vigilante apenas podía sostenerse apropiadamente, la apoyó contra una de las bases que conformaban las barandillas del puente y caminó hacia sus guanteletes, poniéndoselos y cargándolos hasta la mitad para que aumentaran su fuerza.
—No serán cómodos, pero nos ayudará a ir rápido y seguras —explicó, pidiendo una disculpa por no poder ofrecer nada mejor.
Caitlyn hubiese protestado, si un mareo intenso no se hubiese apoderado de su golpeado y débil cuerpo, haciéndola perder el equilibro y desvaneciéndose contra los brazos de Vi. No dijeron más nada y Vi se limitó a cargarla, iniciando el camino hacia el burdel. El único lugar que conocía que se encontraba cerca y donde tendría una amiga que le permitiría alojarse para cuidar de Caitlyn.
No podía ir donde las luciérnagas, quedaba demasiado lejos y necesitaban refugiarse ya. Jinx no se veía por ninguna parte y Vi realmente deseaba que permaneciera así por el momento, pero corrían el riesgo de que apareciera.
Sin pensarlo demasiado, forzó su cuerpo a correr tanto como podía, sus músculos resintiendo el sobresfuerzo, sus pulmones ardiendo ante cada respiración, sus brazos temblando por el peso extra; pero su determinación y, sobre todo, su miedo de que algo malo le pasase a Caitlyn, superaban todo eso.
Un suspiro agradecido salió de su boca cuando vio la puerta del burdel, tocando con uno de los dedos del guantelete y mirado directamente al ojo del guardia cuando este abrió la ventanilla para ver quién era. La puerta fue abierta y ella pasó, cargando el cuerpo inconsciente de Caitlyn y dirigiéndose directamente a la oficina de Babette.
—Necesito ayuda —bramó apenas traspasó las cortinas, haciendo que las orejas puntiagudas de la madame se elevaran en sorpresa.
—Espera —dijo, rápidamente pasando al lado de Vi y cerrando las cortinas—. Sígueme, por aquí, querida —indicó, pasando por la puerta al fondo de su oficina, que se encontraba tapada por una cortina para la vista de curiosos.
Caminaron por un pasillo pobremente iluminado, donde el silencio reinante se veía alterado por las pisadas fuertes de Vi y los tacones de Babette repiqueteando a pasos rápidos en el suelo. Pasaron varias puertas que se mantenían cerradas del todo; Vi nunca se había adentrado tanto en el burdel.
Habiendo sido apresada cuando tenía 14 años, esta parte de su vida no fue explorada en Zaun, sino dentro de la cárcel, así que no comprendía por dónde estaba caminando. Vio a la madame detenerse en la puerta de la derecha al fondo del pasillo, abriéndola rápidamente y haciéndole un gesto con la mano para que se adentrara.
—Déjala en la cama —ordenó, yendo hacia el baño para llenar una palangana de metal con agua caliente y, luego, sacando del closet unos paños limpios.
Vi depósito suavemente a Caitlyn en la cama y se fue hacia la esquina de la habitación, soltando los guanteletes allí y regresando al lado de la peliazul cuando Babette venía cargando la palangana.
—¿Qué sucedió? —preguntó preocupada la señora, viendo el estado deplorable de la vigilante y el dolor marcado en el rostro de la pelirosa.
—Jinx perdió el control —confesó Vi, mojando uno de los paños en el agua y limpiando el rostro de Caitlyn con suavidad y cuidado—. Nos secuestró a Silco, Caitlyn y a mí. Ella... simplemente colapsó —Vi dudó en sus palabras, incapaz de encontrar una manera apropiada de describir lo que había ocurrido.
—Entiendo —Fue la condescendiente y lastimosa respuesta que dio Babette, quien había notado la explosión en Piltover tanto como cualquier otra persona en Zaun—. Estas habitaciones son las de clientes especiales, con buena paga por la discreción que reciben al entrar a ellas y lejos de ojos curiosos ocasionales —explicó finalmente la madame, haciendo que sus orejas bajaran a un nivel que reflejaba el cariño que tenía por Vi y lo dispuesta que estaba a ayudarla—. Nadie las buscará aquí, pocos saben que existe esta área. Podéis quedaros tanto como necesitéis. Veré si puedo conseguir algún brebaje que no contenga shimmer para ayudarla, al menos no en grandes dosis.
—Muchas gracias, te debo —dijo Vi, sentándose al lado de Caitlyn en la cama y mojando nuevamente el paño.
—En serio, no es nada. Vander lo hubiese hecho por cualquiera de nosotros —Fueron las últimas palabras que escuchó Vi de Babette antes de que saliera, cerrando la puerta y dejándola sola con Caitlyn.
Respirando lento e intentando controlarse, Vi fue quitando el uniforme del cuerpo de Caitlyn, ya que tenía que revisar cualquier daño extra que tuviera. Empezó por la parte superior, dejándola solo en el sujetador negro que estaba visiblemente mal abrochado.
Vi frunció el ceño. Caitlyn no era así de descuidada, pero ella no sabía en qué condiciones hubiese tenido que vestirse; por lo que Jinx le había dado a entender, la había secuestrado, así que cualquier cosa era posible. Reacomodando el cierre, Vi dedicó varios minutos a pasar el paño mojado por la piel de Caitlyn, apreciando las zonas en que un color rojizo cambiando a morado se marcaba.
Un suspiro rendido escapó de Vi, negando con la cabeza ante el dolor que imperaba, aunque apenas podía notar si era físico o psicológico. Deslizó las botas fuera de las piernas de Caitlyn, poniéndose de pie para poder retirarle el resto del vestido.
Vi se quedó inmóvil ante lo que veía; quizás en otro momento sus ojos se hubiesen embebido en la imagen de Caitlyn en ropa interior, porque mentiría si dijera que eso no pasó por su cabeza la vez en que visitaron el burdel con anterioridad, pero en ese preciso instante sus ojos estaban fijos en los dibujos hechos con tinta azul que cubrían la parte baja del abdomen de Caitlyn y sus muslos por la cara interna y la parte superior.
Solo entonces se dedicó a observar detalladamente el cuerpo de Caitlyn, notando que los mismos dibujos se revelaban por el borde del sujetador, y algunos estaban en la parte media de su abdomen, solo que esos estaban casi borrados.
Respirando hondo, Vi apartó un poco la tela del sujetador, sin llegar a mostrar más de lo debido considerando que Caitlyn estaba inconsciente, y corroboró que los dibujos en azul también estaban allí. Incluso para ella era obvio que no eran dibujos en sí mismos. Eran más bien como símbolos y ninguno se repetía, pero parecían seguir algún tipo de patrón.
El dolor de cabeza se hizo presente y Vi se tambaleó, apoyándose en la cama para sostener su peso, esperando a que pasara. No estaba segura de cuántos minutos le tomó, pero finalmente el dolor fue remitiendo y Vi solo decidió que necesitaba un baño y dejar de pensar por un momento.
Observó a Caitlyn una vez más, poniéndose de pie, tapándola con una manta y acariciando suavemente su rostro con el pulgar. No iba a limpiarla más. Los golpes en Caitlyn ya eran visibles y ella sabía que pronto su propia cara sería una gran máscara morada y negruzca; además, corría el riesgo de borrar los símbolos y Caitlyn tenía derecho a verlos.
Pensando de esa forma, se limitó a dirigirse al baño. El beneficio del burdel era precisamente que era uno de los pocos lugares en Zaun que tenía agua caliente constante; y Vi planeaba usarla cuando cerró la puerta, quedando desnuda y dejando que el agua de la ducha cubriese su cuerpo, llevándose la sangre y la suciedad lejos.
♤
Su mente estaba algo confusa, su visión borrosa y apenas empezaba a registrar en dónde estaba. Su vista se enfocó en los colores rojizos de la habitación, iluminada con lámparas amarillas y rosadas, en las sábanas rojas que cubrían su cuerpo, el olor dulzón en el aire y el silencio abrumador.
Caitlyn se giró lentamente, resintiendo sus movimientos debido al dolor. Habían sido días intensos de esfuerzo físico, golpes, conmociones, disparos, heridas, explosiones; era demasiado y su cuerpo empezaba a cobrarle el precio. Cuando estuvo girada de lado del todo, observó el rostro dormido de Vi, quien se mantenía en posición fetal en su dirección. Parecía tranquila mientras dormía, como si no hubieran mil demonios torturando su mente.
Caitlyn suspiró con suavidad y empezó con cuidado a incorporarse, poniendo sus pies descalzos en el frío piso y recién notando que estaba en ropa interior. Una ligera incomodidad la recorrió junto con la sensación de vergüenza, sabedora de que solo Vi podía ser quien la hubiese desvestido, pero decidió pensarlo de la forma práctica y solo se levantó, observando que en el sofá de la habitación habían dos mudas de ropa perfectamente dobladas y una nota encima de una de ellas.
Vi, les dejo esta ropa por si les interesa cambiarse por algo limpio. No sé si la vigilante acepte, pero allí la tienen. Les dejé en la mesa algo liviano para comer, lamento no haber podido traerles más. Espero que la medicina haya funcionado en la chica, pude ver cuánto te preocupaste por ella durante toda la noche. Si te vas y no te veo, te deseo las mayores de las suertes.
Babette.
Leyendo la nota firmada por quien obviamente era la persona que dirigía aquel burdel, Caitlyn sintió una opresión en su pecho. Miró hacia Vi, quien estaba tan cansada que permanecía durmiendo, aun cuando siempre estaba alerta.
Caitlyn dejó la nota encima de la ropa que era visiblemente para Vi y tomó aquella que parecía ser de ella, dirigiéndose hacia la puerta abierta que mostraba el baño negro en su totalidad, siendo iluminado por una luz blanca que alumbró la figura de Caitlyn cuando esta se miró en el espejo, cerrando la puerta detrás de ella.
Su mentón tenía una marca que se convertiría en un hematoma, lo mismo con la parte superior de su abdomen. Giró, observando el hematoma grande que se formaba en su espalda, y luego miró su cuerpo en busca de más heridas además de la del muslo, encontrándose con los garabatos que le eran tan familiares.
Sus dedos recorrieron la tinta azul de su abdomen bajo y sus muslos, repasando las figuras y volviéndolas borrosas. El cansancio vencía sus resistencias, y Caitlyn solo no quería pensar más. Era obvio que Jinx las había hecho y probablemente incluso tuviera un motivo, pero la imagen de aquel misil derribando el edificio central donde se reunía el Concejo, y el desastre entre azul y rojo que vino después, quemaba en sus párpados. Ella de verdad ya no quería pensar.
Terminó de desvestirse y se adentró en la ducha, dándose un baño a consciencia como no recordaba haberlo hecho, descargando la furia que sentía y el dolor en cada vuelta que la esponja rasposa daba por su piel, dejando una marca rosácea como prueba de la irritación. Quitó los símbolos de su cuerpo, llevándose todo rastro de tinta azul, de sangre, de suciedad; dejando que el jabón con extraño olor se apoderara de la limpieza de su piel y rindiéndose solo cuando escuchó los golpes insistentes en la puerta.
—Caitlyn, maldita sea, abre la puta puerta o te juro que la derribo —bramó Vi desde afuera, aporreando la puerta nuevamente.
—Ahora voy —respondió Caitlyn, notando que su garganta ardía y su voz estaba ronca. Solo entonces cayó en cuenta de por qué Vi sonaba tan desesperada porque ella abriera: había estado llorando y gritando mientras se bañaba, pero estaba tan sumergida en su mente que no lo había notado.
—Es ahora —exigió Vi fuertemente. Caitlyn cerró la ducha, apartando la cortina y viendo la sombra de Vi por la parte inferior de la puerta. No se iría hasta que ella saliera.
Con gestos desganados Caitlyn se secó pobremente, sintiendo un ardor inusual cada que la toalla tocaba su piel. Sus ojos repararon en las marcas dejadas por la esponja; se había excedido. Observó de nuevo su reflejo: sus ojos estaban rojos y se veía peor que antes incluso, sin embargo se sentía más aliviada.
Negándose a usar cualquier cepillo de dientes dispuesto en aquel baño, simplemente tomó el gel dental y un extremo de la toalla y la usó para presionar con sus dedos y poder cepillarse los dientes, sintiendo un sabor similar a la menta, pero más amargo y al fin, sabiendo que la paciencia de Vi era escasa, abrió la puerta solo envuelta en una toalla morada.
Vi la miraba con severidad, pero, en medio de aquel enojo, Caitlyn podía ver preocupación. Todo estaba hecho y nada estaba dicho, sin embargo, la mayor cerró el espacio entre ellas, aferrándose a Vi en un abrazo y esperando. Caitlyn dejó escapar un suspiro cuando sintió las manos familiares cerrándose alrededor de ella y los pulgares de Vi haciendo círculos en su espalda para calmarla.
Caitlyn se deleitó en el calor que transmitía el cuerpo de Vi, en lo bien que se sentía tener sus brazos rodeándola sin las vendas que normalmente los cubrían, en lo relajante que era poder sentir su respiración constante, el aliento cálido que golpeaba la piel de su hombro y cuello, la firmeza de su cuerpo junto al suyo y los latidos estables de su corazón.
—Ya pasó, Vi, no tienes que preocuparte ahora —aseguró Caitlyn en un susurro bajo, como quien teme reventar la burbuja que las había envuelto y enajenado del mundo en esos momentos—. Solo necesitaba dejarlo salir —confesó, pensando que tal vez solo Vi podría comprenderla en esos momentos.
—Conozco el sentimiento —confirmó la pelirrosa, afianzando el abrazo; y Caitlyn se sintió tranquila porque sabía que, en eso al menos, Vi nunca la juzgaría—. Necesitas comer, Pastelito, estás en riesgo de perder lo dulce en ti —comentó de forma juguetona. Caitlyn dejó escapar una risita queda que duró menos de dos segundos, pero que sabía que solo había ocurrido porque era Vi quien estaba con ella.
—Comes conmigo —ordenó Caitlyn, a lo que Vi le dio una sonrisa ladina y volteó los ojos.
La vigilante siempre estaría dando órdenes, ya fuera que hubiese aprendido que Vi rara vez las cumplía o no. Caminaron hacia la cama y Caitlyn se sentó mientras Vi cargaba con la bandeja que la madame le había dejado, sentándose delante de la peliazul y poniendo la bandeja al lado de ambas.
—No es mucho, pero es lo que hay —afirmó Vi, sabiendo que para ella podía ser más que suficiente, pero que Caitlyn se había criado de forma distinta.
—Estoy bien —repuso Cait, siendo la primera en tomar una de aquellas bolas de pan rellenas de algo rojo y morado, que ella prefirió no preguntar qué era, y mordiéndola. Curiosamente, y para su total sorpresa, no sabía mal— ¿Qué pasó anoche? —preguntó mientras veía a Vi tomar la otra bola y devorarla con la misma hambre con que la vio comer la primera vez.
—Te desmayaste y te traje aquí porque era el único sitio seguro cerca —explicó Vi, terminando su pan y lamiendo el borde de sus dedos manchados—. Pasaste la noche inconsciente. Babette me dio una medicina para ti, dijo que te ayudaría a recuperar más rápido y curar cualquier daño interno. Ayudaría también a que los hematomas no lleguen a formarse; irán desapareciendo a lo largo del día.
—¿Tú también tomaste? —preguntó Caitlyn, preocupada por la condición en que pudiera estar Vi, pues no sabía qué había pasado con ella después de que se separaron bajo la lluvia.
—No quería, pero ella no me dejó opción —admitió Vi, alzando una ceja en un gesto de indiferencia y suspirando al notar la interrogante mirada de Caitlyn—. Babette solo me dio tu medicina después de ver que me tomase la mía, pero eso al final me hizo dormirme —se quejó Vi, dando una palmada en su muslo y haciendo que Caitlyn notase un detalle: Vi estaba en ropa interior.
Sus ojos se fijaron en los músculos marcados que habían recibido el golpe ligero de protesta de Vi, detallando entonces como ambas piernas estaban muy definidas y se veían algunas cicatrices en ellas. Su mirada viajó a las bragas negras que parecían más bien un short bien corto y subió por el marcado abdomen donde se contaban los abdominales, llegando al top blanco que envolvían sus firmes senos y, finalmente, encontrándose la mirada de Vi, que la observaba con una sonrisa ladina y una ceja alzada.
—¿Disfrutando de la vista? —preguntó coquetamente, haciendo a Caitlyn sentir sus mejillas calientes y desviar la mirada entre tartamudeos sin sentidos; hasta que carraspeó, concentrándose en lo importante.
—¿Sabemos algo de allá afuera? —preguntó con el semblante serio, viendo como Vi perdía el aire coqueto y cambiaba a una expresión similar a la suya.
—Babette se negó a darme ninguna información mientas estuviéramos aquí —dijo, negando con la cabeza—. Dice que es para nuestra mejor recuperación, pero sí llegó a aclarar en algún punto de la madrugada que las explosiones al fin terminaron y ya no se veían chispas ni rayos azules en el aire.
—Tenemos que ir a ver qué ha pasado —indicó Caitlyn en un tono triste, la realidad de la cantidad de personas muertas cayendo sobre ella; por eso no notó la impresión en el rostro de Vi cuando reparó en que Caitlyn la contaba a ella como un elemento seguro en sus planes, ni el cariño que vistió su mirada después de eso.
—Entonces vamos —afirmó Vi, poniéndose de pie y estirando su mano hacia Caitlyn, quien siguió con la vista el tatuaje que se extendía por todo su brazo antes de finalmente volver a mirarla a los ojos, tomando su mano.
************
Es que simplemente la dinámica entre estas dos es superior para mí, eso llega a otros niveles.
Espero que les haya gustado, me dicen qué les pareció en comentarios y si quieren, pasen al siguiente capítulo😊💜.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top