CAT USUARIO/FUERTE_ARCADIA/REPRODUCIR_C.H.A.O.SCAPITULO 1
Las últimas palabras abandonan los ensordecedores parlantes. Por fin abro los ojos pudiendo percibir un eco...y una borrosidad molesta. ¿Dónde estoy?
—¡¡Aaaaaaaggghh!!— Levanto la cabeza de la camilla, apenas un poco. Duele.
Estiro las manos para comprobar que están atadas con algo frío y duro a la superficie alta...mis piernas también. Golpeo...Metal. Al parecer no podré irme a ningún lado...y ¿estoy desnudo? ¿Eso cómo sucedió? Mierda...no recuerdo nada.
Mi visión no parece querer recuperarse rápido. Me dejo caer rendido nuevamente. Suspiro, pienso. ¿Cómo llegué aquí?
Bueno, una cosa es segura: no recuerdo absolutamente nada. Me detengo en seco para intentar recordar pero lo único que percato es la luz intensa y el olor de un vacío frío. Oh ¡maldita sea! Que dolor de cabeza.
La borrosidad finalmente comienza a disiparse. Un crujido creciente comienza a sonar desde las extremidades de mi cuerpo y a pesar del dolor que me producen las artimañas que me encierran, mi curiosidad es mas grande y me pliego hacia delante. ¿Qué es esto?
Una viscosidad negra se esparce pegándose sobre mi piel. Plegando y desplegándose en subida como una araña pegajosa, adaptándose a la forma de mi cuerpo.
No puedo gritar. De alguna forma se siente...normal. Normal pero no común...¿qué quiere decir esto? Los últimos crujidos se escuchan a cada lado de mis orejas hasta que todo se asienta tomando un color negro opaco. Es un traje enterizo...pero sigo sin entender cómo puede suceder algo de este tipo. No lo siento...no sé, ¿algo típico?
Vale, ¿cuál es la verdadera diferencia entre normal, común y típico?
Los metales que antes me retenían se retraen desapareciendo de la superficie, como si su materialidad caducase en un tiempo rápido. Demasiado rápido.
¿Qué demonios es este lugar? Me salgo de la camilla rogando que esta vez no me duela la cabeza y para mi sorpresa, no sucede. Vale, quizá me haya golpeado con algo.
Observo mi alrededor por primera vez.
La luz laberíntica se abre paso por el piso y el techo del no tan pequeño cubículo. Las porciones que no son tentadas por ella son de cristal reflectado, al igual que las paredes. Me multiplico en cada reflejo y las luces conmigo. Parece un espacio futuro, algo que sin duda no me resulta para nada familiar. Me detengo en mis manos. Los pelos invisibles de mis manos están de punta. Percibo algo más allá del frío y no se siente tan a gusto. ¿Cuándo voy a poder enlazarle algún sentido a todo esto? Pienso rebuscándome en algún rincón de mi cabeza pero, joder, mi mente parece una prisión. Casi como si no fuera del todo mía.
Sacudo la cabeza y echo un vistazo a través del cristal. Sólo consigo encontrar mi imagen reflejada. Esta vez lo reparo: Ese soy yo. Cabello castaño claro un tanto alborotado, menudo y por lo visto algo flojo. ¿Siempre fui así? ¿Cómo puede ser que no lo recuerde? Me toco la mejilla y para mi sorpresa, está caliente. Es un calor cómodo, familiar. Vale...entonces este soy yo. No sé como pero parecía haberme olvidado de mi apariencia. Giro volviendo al mismo lugar, un poco más satisfecho que antes...¿Y la camilla? Ha desaparecido y sin hacer ni un mínimo ruido. ¿Qué es este lugar?
Como si fuera a propósito, un sonido liviano y agudo me obliga a girar la vista. Una pequeña plataforma iluminada yace frente al cristal opuesto. No me sorprende lo suficiente como para preguntarme 'y eso de dónde salió'...creo que de todas las preguntas que se invaden mi mente, es la que menos me importa en este momento.
Camino hacia ella, no tan seguro de cuál debe ser mi siguiente acción. ¿Estoy solo? ¿Debería pararme ahí? Piensa, piensa, piensa...De todas formas no tengo opción, ni siquiera recuerdo como llegué aquí, ¿cómo voy adivinar mis propias suposiciones?
Uf, debería encontrar a alguien más. Necesito respuestas.
Observo a mi alrededor un otra vez pero creo que por más de que espere nadie se va a aparecer a decirme nada. ¿A que otro lugar podría ir?
Dudo pero mi impaciencia por entender todo esto es mas fuerte aún y obliga a mis pies a seguirla, hasta estar posicionado sobre el cuadrado de luz elevado.
—Inseminación exitosa — Dice la misma voz femenina y automatizada de antes, la que me despertó hace un rato. Ya no recuerdo bien que decía...¿instrucciones quizá? No lo sé, pero esta suena aún más cerca. Como si los parlantes ahora estuviesen adentro de mi cabeza. ¿Eso significará 'inseminación'? ¿Parlantes en el cerebro?—Letrado AX-0.18.8.18
¿Letrado, dijo? ¿AX...? ¿Qué es eso?
Otro crujido crece desde mis plantas llenando mis pies de botas negras, al igual que mi nuevo enterizo. Me hecho un vistazo a mí mismo mientras distintos dispositivos crecen en mi cuerpo aferrándose con fuerza. Una cruz transparente en mi pecho y espalda, pequeñas elevaciones...Lo que más llama mi atención es el artefacto negro que se empuña metálicamente a mi mano izquierda. Joder...¿qué lugar es este? Pero algo más importante y urgente toma mi mente por entera: ¿Quién soy y que diablos hago aquí?
La pared de cristal se abre de golpe, o debería decir, desaparece frente a mi.
Letrado AX—0.18.8.18, eso dijo. ¿Será algún tipo de identificación? Trago saliva y obligo a mis nuevas botas dar un paso al frente.
El piso y el techo siguen la misma conducta de luz laberíntica por el espacio largo y estrecho. Al bajar mi mirada de lo alto, noto movimientos independientes avanzando por el pasillo.
Mi percepción se expande: Hay muchos más que solo yo. El mismo chirrido de antes suena, y todos avanzamos en fila recta. Trato de cuantificarnos pero caminar en grupo y que tengamos el mismo traje y el mismo rango etario me dificulta el distinguir. ¿Veinte? ¿Treinta quizá? Nos dirigimos hacia el mismo lugar como si supiésemos a dónde vamos. ¿Cómo puede ser?
Pasamos frente a tres, siete cubículos más...al parecer estábamos todos contiguos pero no lo sabíamos. ¿Qué mierda querrá decir todo esto? ¿Quienes somos y por qué estamos aquí? Maldita sea...desearía arrancarme la cabeza.
Una niña de cabello crespo negro desacelera su ritmo y pronto caminamos a la par. Su tez es oscura y pecosa. Tiene los ojos pegados en el suelo y el semblante extrañado, como si no estuviese presente en su cuerpo. Sus labios se mueven como si susurrase algo. Parece aterrada.
—¿Tienes idea de dónde estamos?— Murmuro inclinándome hacia ella, sin que me dedique ni medio vistazo desde que caminamos juntos. No se cómo lo hace, a mi ya no me alcanzan los ojos.
Las paredes, el techo, el suelo...todo continúa su monotonía. Es como si nuestro caminar encajase perfectamente con este escenario. No sabría cómo describirlo, después de todo cada palabra recordada parece un hallazgo. Suspiro. Quizá lo mejor sea esperar un poco más. Después de todo no puedo morir de un ataque de ansiedad...
Esta idea se me hace cada vez menos remota.
—Ni me hago la idea— Me contesta la chica después de haber perdido la ilusión de recibir respuesta de su parte. Su voz, no proviene de parlantes mentales...parece real, como si estuviese afuera de mí como realmente está. Esto me reconforta.
Finalmente, llegamos a un sitio más luminoso, como si fuese una burbuja dentro de este estrecho pasillo. Nos amontonamos en el gran espacio blanco y cóncavo. Ahora puedo vernos las caras.
Rostros aterrados, cansados, perdidos. De alguna forma leer las emociones de todos estos niños me es sencillo. Observo sus cuerpos; varios de tez oscura, la mayoría de cabello prieto o castaño y hasta ahora todos de la misma edad me atrevería a afirmar. ¿Quince, dieciocho quizá? No sé cual es la mía pero siento que por ahí anda...Vaya, ¿cómo es que todo esto no me cuesta trabajo, pero recordar que hago aquí me es imposible?
—Bienvenidos al fuerte de Arcadia, letrados.
¿Arcadia, dijo? Es una voz masculina y amigable la que interrumpe mis pensamientos.
Nos damos la vuelta y allí está. Un chico más alto que nosotros, quizá por eso más grande. ¿Es una relación directamente proporcional? ¿Qué quiere decir eso?
Mierda...me estoy volviendo loco.
—Mi nombre es Iwin y los acompañaré en esta primera...digamos, etapa—Sonríe posando su mirada entre todos nosotros. Es flaco, mucho más que yo y se mueve con cautela entre nuestros cuerpos varios. A pesar de sus movimientos rápidos, distingo el mismo enterizo negro. Se ríe un poco. Parece cómodo.— Soy un letrado, igual que ustedes y hubo una vez que desperté aquí, al igual que ustedes. La única diferencia entre nosotros es que yo llevo aquí ya mas de cinco años es decir cinco divisiones y conozco el fuerte como la palma de mi mano. Les contaría qué me mantiene despierto por las noches o mi pasatiempo favorito, pero por sus caras sé que están llenos de preguntas y además, a decir verdad, a quien le importa.
Iwin se encuentra cada vez más cerca, a un par de pasos de mi área. Un extraño magnetismo hace vibrar un espacio adentro de mi cabeza, un tipo de intuición.
—Desorientados, ¿verdad? No se preocupen. Es completamente normal.— Se detiene un poco más que un segundo en nuestros semblantes aterrados. Podría admitir que su sonrisa me calma en cierta forma...quizá me recuerda a alguien más. —Aunque, podríamos empezar con preguntas ¿no? ¿qué dicen?
Muchos murmuran entre sí y hasta sonríen a modo de respuesta. Me pregunto que pensamientos surcan sus mentes.
—¿Cómo te llamas?— Le pregunta a un niño grandote de gafas, a siete niños de distancia. Vaya...pensé que nosotros éramos quienes haríamos las preguntas.
—No...no lo sé— Le responde algo frustrado. Su dedo grueso reacomoda las gafas detrás de sus orejas, nervioso. ¿Creerá que es su culpa no recordarlo o será solo pánico escénico? El silencio y las miradas en grupo, continúan fijados en ellos.
—¿Estás seguro?— Insiste Iwin posando su mano sobre el hombro del chico. Sus dedos siguen la misma forma larga de su cuerpo. Parece una caricatura amigable.
El niño de gafas, confundido, mueve sus ojos oscuros de lado a lado. Sus cejas se alzan y contempla a Iwin con la boca entreabierta.
—¡Niegel! ¡Mi nombre es Niegel!
Su evidente felicidad contagia rápidamente al resto que aplaude. Algunos estamos más sorprendidos que felices, eso es evidente. Iwin le sonríe.
—¿Cómo lo hizo?— murmura la chica del pasillo.
Vaya, no sabía que estaba a mi lado. Me concentro. La camilla desapareció, la plataforma apareció, este tal Niegel recordó su nombre...¿Magia, quizá? No me sorprende nada a esta altura. Giro mi cabeza hacia la derecha para responderle.
—¿Recuerdas algo más?— Le pregunta Iwin.
Mi intento de responderle a la chica pecosa se ve interrumpido por esa pregunta, como si mi atención fuese succionada y atraída a un momento particular.
...Un laberinto de luces, una voz femenina, dos, otra más. Agonía. Una serie de números. Me pregunto...de dónde vendrá ese llanto.
—AX-0.18.8.18— Expulso sin saber que quieren decir e interrumpiendo toda la línea de emociones que por fin sentía acceso.
El silencio se hace presente y esta vez no hay aplausos. Por lo visto no hablé para mis adentros como creía. Ella me observa incrédula cómo de a poco lo hacen los demás y Iwin se suma al festín de miradas. Se centra en mí fijamente y se acerca con cautela...esta vez no sonríe. Nadie sonríe.
—Con que no aguantabas tu turno, ¿eh fisgón?— Dice levantando una ceja y dejando escapar una sonrisa cómplice ya más cerca de mí. Me distiendo un poco.
Iwin y al parecer, todos los demás, esperan mi respuesta.
—En realidad no...— comienzo a decir.
—Todos ustedes tienen una serie de número asignada. — Interrumpe con poca paciencia.
—...sé lo que dije— concluyo rendido en un murmuro.
Mierda. Iwin no me fulmina pero me estudia con atención antes de volverse al resto. Sus cejas gruesas pero claras siguen unas líneas joviales al igual que los remolinos de su cabello. Tiene un aspecto aniñado a pesar de su obvia diferencia de edad con respecto a nosotros. Hasta la liviandad de su cuerpo sugiere algo fresco, intuitivo. No sé muy bien a que me refiero con esto...todavía.
—Una serie de números que corresponde a su nombre y división, es decir, a que 'tanda' de letrados pertenecen. En el fuerte contamos con la participación activa de las últimas cuatro divisiones que suelen iniciarse en Arcadia cada dos años. Iba a explicarles eso después de revelar un par de nombres pero Asis no se resistió, aparentemente. Con respecto a su nombre, no se preocupen: lo comenzarán a recordar de acá a las próximas dos, tres horas...y no es magia.— Agrega observándome, como adivinando mis pensamientos.— Solo deben confiar en su mente y guardarse algunos comentarios para el momento indicado. Síganme.
No está enfadado pero tampoco luce contento. Confiar...Escuché eso antes pero ¿Dónde? ¡Mierda! son demasiadas cosas a la vez pero lo urgente: Asis. Al parecer, así me llamo. Y los números...¿qué relación tienen a mi nombre? ¿Me parece a mí o no me dijo nada respecto a los números? Al menos supongo que algo es mejor que nada, de nada. Algo es siempre mejor que nada.
Todos lo siguen en su caminar y muchos me observan con desconfianza. Sacudo la cabeza mientras me hago paso entre ellos para llegar a la par de Iwin.
—¿Dónde estamos?— Le pregunto imitando su paso— ¿Qué es este lugar?
—Debo admitir, fisgón...sabía que ibas a decir eso— responde sin siquiera mirarme, pero aún sonriendo.
Es extraño pero de alguna forma su rostro me es más familiar y cercano que todo el resto. Es como si estar a su lado me diese más tranquilidad que estar con el resto, a pesar de ser de...¿mi división? Vaya, la terminología si que no me es familiar.
Caminamos pero esta vez por un nuevo y amplio pasillo. Los tubos de luz de distinto color se abren paso de la misma forma y el cristal separa las enormes porciones de espacio de nuestra curiosa pasarela. Hay muchos más que solo nosotros, adentro y afuera...cada grupo en su actividad respectiva. A pesar de tener los mismos trajes y que resulte ser parte de esto me siento nada más que un visitante. Un visitante que ni siquiera recuerda su maldito nombre.
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