CAPÍTULO 7
Puedo oír una voz familiar disculparse mientras se lleva puestas algunas personas en su camino. Leah me observa con la misma duda.
—¿Qué haces, chusma? ¿No deberías estar haciendo sudokus y crucigramas con los de tu brigada?— Bromea Ray.
Es Iwin.
—Ahora no, Ray.— Contesta Iwin antes de irse.—¿Está Asis aquí?
—¿Y quién es Asis?—Insiste Ray.
—Te buscan.— Dice Leah presionando un botón en su rastreador para romper la simulación, que desde arriba, comienza a desaparecer como sustancia retrayéndose.
—¿Cómo hiciste eso? —Le pregunto.
Leah sonríe.
—Solo conversé con un mentor.— Responde al desaparecer la simulación por completo, mientras se seca el rostro con una toalla individual. Toma su botella y se aleja.—¡Suerte con eso!
Levanto la mano a modo de saludo y me vuelvo hacia eso. Están allí, a unos metros de distancia observándome cual objeto de estudio. Me acerco.
—Oh, te refieres al híbrido.—Comenta Ray con los brazos cruzados.
—¡Hola! ¿Me buscabas? —Le pregunto a Iwin, quien me observa bastante nervioso para ser él.
Ray nos observa con la misma mirada desafiante, casi como si su coleta alta le diera luz verde a su intimidante presencia.
Iwin chasquea los dedos a cada lado de su estirado cuerpo, sin quitarme la vista de encima. ¿Me está fulminando?
—Solo quería asegurarme que esté aquí. —Vocifera de mala gana.
Iwin se da la vuelta y se retira a paso ágil, evitando el contacto físico con cualquier letrado que intercepte en su camino. ¿A qué se debe todo esto?
—¿Y éste que se ha pillado?— Clama Ray.
—Ni idea.—Miento.
¿Habrá sido un error contarle lo del área restringida? ¿será por eso que vino a corroborar mi presencia? Entiendo que Ray, hasta Enoch me odie pero esto es verdaderamente algo nuevo. La única persona de este loquero con un poco más de carisma, ahora cierra los puños para contenerse en mi presencia y todo ¿por qué? ¿por confiarle algo? ¿Quién será la próxima? ¿Leah?
—Da igual, es un fenómeno— Insulta Ray poniendo los ojos en blanco.— Solo ruega que no te toque ser un chusma.
—¡Novatos! ¡Necesito vuestras presencias inmediatas!— Grita Enoch desde el centro del área proyectándose en altavoz.— A no ser que quieran pasar su primera semana hibernando, deberán saber que detesto repetir las cosas.
Ray vuelve en sí y se percata de mí antes de retirarse, decidida a no compartir otro segundo más a mi lado.
Los letrados de mi división se reúnen en forma circular alrededor de Enoch y otros alfas. Me refriego el rostro en mi camino hacia el grupo, como si enterarme de la agenda del día me interesara más que sentar a Iwin, Enoch o a Ray en una sala de interrogación.
—Hoy tendrán su primer y único ritual de iniciación donde se expondrán en el campo frente a todos los lectores de todas las divisiones que les preceden.— El foco lumínico se centra en él, como si fuera una maldita obra de teatro. Se pasea en su círculo formado por nosotros, intimidándonos con su ya natural mirada fulminante.—Allí, los mentores proyectarán en ustedes una serie de ejercicios fisco-mentales, poniéndolos a prueba a cada uno de vosotros para detectar cual es su brigada, a la cual pertenecerán de ahora en más. Son cuatro brigadas, cada una con una función irremplazable al momento de proyectar.
Enoch hace una seña para seguirle. Todos andan a su ritmo, mientras se eleva el tono de los murmullos y risas nerviosas. Se observan entre si, sonrientes, divertidos. La emoción vuelve a tomarlos. Leah revolea sus ojos mientras se acerca a mi encuentro. Le sonrío, tenía razón: cuatro brigadas.
¿Qué pasó con eso de no fiarse? Admito que me asusta verte sonreír, fisgón.
Su voz resuena en mi mente, como si me estuviese hablando desde adentro de mi cabeza. Me despido de mi cordura.
Técnicamente, lo que tu escuchas es una onda decodificada de frecuencia infinita que oscila en tu lóbulo temporal pero, si. Te estoy hablando 'desde adentro'...no estás loco.
¿Iwin?
Boom baby.
Todo este tiempo...¡¿pudiste leerme los pensamientos?!
Así no funciona fisgón y esta vez, tú no haces las preguntas.
Mierda. ¿Cómo lo saco de mi cabeza?
—'Encuéntrame'— Dice Leah mientras camina a la par mío— Eso es lo que dijo la voz ayer.
Antes de que pueda responderle se adelanta para perderse entre los demás letrados.
¡Sabía que tenías un rollo con la niña rara!
Si con rollo te refieres a confianza basada en el estado de disforia mental que nos provoca estar en una puta central de experimentación sin saber ni un cuerno quienes somos, ¡pues claro! Te empezaba a creer digno de rollo pero por la manera en la que has actuado desde que te conté lo de anoche...
Yo jamás me atrevería a compartir algo tan fuera de norma con nadie de mi brigada y de pronto llegas tu, híbrido de los mil demonios, decidido a dar vuelta toda mi base de creencias y fundamentos que me ha costado divisiones enteras de trabajo, ¿en cuánto? ¡¿Menos de un puto día?!
Está bien...está bien. Tienes razón. Te he involucrado sin pensar en las repercusiones pero, ¿esto significa que estás de mi lado?
Si te refieres a si tus secretos están a salvo conmigo, si, pero ni se te ocurra saltar a conclusiones ni festejar al respecto. Todavía te estoy conociendo.
Y yo a mi...Lo que voy a saltearme es la parte en la que te maldigo por leerme la puñetera cabeza sin mi permiso.
Como si pudieses evitarlo... —Iwin ríe.
¿Entonces, prometes creerme por más ridículo e insensato suene?
Lo que tú digas.
Se oyen gritos de aliento, aplausos mientras ingresamos en lo que parece ser un anfiteatro de alta tecnología; El Campo. La parte final del área de entrenamiento que se han guardado cuál as bajo la manga.
Y, fisgón...Felicitaciones.
¿Por qué?
Ya tienes tu pasaje de ida al agujero de la locura.
La tribuna se extiende de manera circular y las paredes se pierden en un cielo pardo sin borde. Parece infinito.
Los asientos están ocupados por un mar de letrados, alzando banderas de colores; amarillas, rojas, verdes y azules. Aullidos y alaridos, gritan alzando las manos, uniéndolas unas con las otras. A pesar de no tener relación alguna con la mayoría de ellos, siento mi pecho elevarse, como si pudiese sentir la euforia que ellos sienten.
Aplausos.
—¿Qué?— Digo en voz baja siguiendo al resto mientras entiendo que se esta metiendo en mi cabeza otra vez.
¿Juntar las manos en el aire haciendo ruido? Se les dice 'aplausos'.
—Mierda Iwin...— murmuro a regañadientes.
Otros letrados mayores, incluyendo a Enoch, nos ubican en la primera fila. Alzo la mirada hacia arriba, pudiendo ver tantas gradas como cuerpos inquietos. Nunca los vi tan excitados por algo que no fuera a ser su propia destreza.
Séh, solo los rituales y las fiestas los tienen así de pinchados.
—¿Cómo hago para que te calles?— Digo ya un poco más alto jurando que entre tanto barullo nadie va a oírme.
Niegel se da la vuelta y me observa confundido.
—¡Disculpa!— Le respondo. Luce algo enfadado.
Deja de llamar la atención fisgón. Utiliza tu mente, no tu boca.
Que más da. Aquí están todos locos.
Te oí.
De pronto, las luces cambian, los gritos desaparecen y el silencio se asienta. El Dr. Hoffgärd camina hacia el centro del escenario. Su rostro es apenas un punto en la grandilocuencia de la infraestructura, pero no me cuesta imaginarme sus pómulos sobresalientes ni sus arrugas a cada lado de sus ojos. A pesar de haberlo visto una sola vez, su presencia no es de aquellas que puedes olvidar fácilmente.
—Hubo un momento en la historia, antes de que comience la era involutiva, donde los seres humanos solo podían utilizar el once por ciento de sus cerebros ¿y saben por qué?—pregunta con su voz proyectada cual micrófono a pesar de no hacerse de ninguno. Pareciera que su voz sonase dentro todas nuestras cabezas. Toda mi división se toca la cabeza o se observan entre si compartiendo la incertidumbre. Es extraño. Pareciera que estamos juntos pero aislados al mismo tiempo.
El silencio termina de ocupar todo el espacio y los banderines de colores, desaparecen. Observo a mi alrededor. A dos letrados de distancia, está Leah, la única persona de mi división que conozco, presionando nerviosa sus manos sobre su regazo. Aunque conocerla apenas signifique más de dos conversaciones y dadas las circunstancias, me alivia, no puedo evitar pensar en lo secretivo de su padecimiento. Solo pensarlo, ya que por mucho que desee calmarla, no sabría cómo ayudarla. Juntos pero solos, supongo. Esta vez, de manera un poco más retórica.
—Porque eso fue lo que les dijeron.— se responde Hoffgärd a si mismo mientras se pasea por el enorme y vacío escenario.— La verdad, es que no hay nada que prevenga al ser humano que utilice el otro ochenta y nueve por ciento. Entendimiento, capacidad, fuerza, dolor, bien estar, miedo...está todo en nuestra mente y en el momento en el que así lo crean con cada fibra de su existencia, desafiarán los límites: los suyos y los de los demás. Letrados de la nueva división, sean ustedes bienvenidos al fuerte de Arcadia.
Mis pensamentos se enfocan en Arcadia. ¿Qué es exactamente? ¿Un espacio geográficamente delimitado? ¿Una manera de decirle a estar bajo tierra o flotando en los cielos? Sea lo que sea, tengo una forma de saberlo.
Iwin...¡Iwin!
Todos comienzan a aplaudir y parte del cimiento que forma el escenario, se eleva. Es una especie de estrado. Adentro hay más mentores de guardapolvo blanco y entre ellos, la doctora de mirada inquieta y azul, Agatha Kressler.
Joder, ¡Iwin! ¿Dónde estás cuando te necesito?
—Antes de comenzar el ritual déjenme presentarles a vosotros, nuevos letrados, los miembros del comité de la curación de las brigadas y agentes sustanciales en el equipo directivo y funcionamiento del fuerte.— Alardea Hoffgärd mientras se ilumina un mobiliario detrás del escenario.— Jacob W. Davies...
Jack señala al otro lado del nuevo mobiliario blanco y de pronto una enorme pantalla de imagen cilíndrica se proyecta a tiempo real sobre el centro del escenario, dándonos a todos la posibilidad de verlo en tres dimensiones. Supongo que los de las gradas superiores lo verán a su altura, desde aquí, parece divertido tocar las partículas de información que lo forman. Al menos mi división parece decidida a continuar asombrándose por todo. Muchos murmullos cargados de sorpresa suenan a mi alrededor mientras aplauden saludando al mentor...por supuesto y otra vez, mi división.
Bueno...un poco de goce no le hará mal a tu reputación ¿sabes?
Evito poner los ojos en blanco y aplaudo casi con pesar, mientras recuerdo que hace apenas un rato lo estaba buscando.
¡Iwin, espera! No te vayas, joder.
¿Qué quieres?
¿Qué es Arcadia exactamente?
Este sitio y las millones de hectáreas yermas y baldías que lo rodean.
¿Algo así como una ciudad?
Si, claro. Como una ciudad.
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