CAPÍTULO 34

Me adentro en un agujero negro de incomprensión y profunda desconfianza, de esa que pelan los huesos. El viento suena constante mientras nuestras miradas chocan de vez en cuando. Por mucho que me agrade no forzarme a intentar comunicar mis pensamientos, sé que lo necesitamos. Al menos para sentirnos menos solos.

—¿Quién empieza?— Ray rompe el hielo.

—No me nombró...— Dice Kaidia sin quintar la vista de la arena.— ¿Por qué?

—Quizá porque no lo sabía.— Suelto.— Caius parecía sorprendido cuando le contamos lo que vimos cuando te encontramos. Quizá no estaba en sus planes que tú fueras parte de esto.

Le ofrezco mi mirada por unos segundos más. Me observa de reojo y asiente, pero sé que no está satisfecha con mi respuesta. Pues, yo tampoco.

—El mensaje de 'sé que no nos conocemos'...Es el mismo que tú escuchaste, ¿Verdad fisgón?

—Si.— Admito.— Exactamente el mismo. Tono, ritmo, volumen. La misma grabación.

—Pero si nos nombró a los cuatro ¿Por qué solo Asis lo escuchó?— pregunta Ray.

—Quizá no llegó a implantarlo en todos.—Me apresuro.— Incluso yo escuché a partir de 'sé que no nos conocemos'. Nunca había escuchado sus nombres antes de despertar, ni siquiera el mío.

—O quizá alguien más lo eliminó del resto de nosotros.— Iwin sacude la cabeza.—Todo puede ser.

—No sabemos nada.— Agrega Kaidia.

—Caius nos dió información, o al menos, eso quería hacer.— Comento.— Hizo algo que no debería haber hecho y pagó su precio. Ustedes también oyeron como lo reprendieron al final.

—CONTROL.— Dice Ray.

Asiento.

—Él mismo nos dijo que antes trabajaba para ellos. Quizá solo nos quería advertir, antes que le borraran la memoria.— Dice Iwin.

—¿Qué hay de 'nosotros'?— Kaidia alza la mirada.— Caius dijo que ellos le llamaban depuración a lo que 'nosotros le llamamos genocidio'. Ni siquiera en la resistencia sabíamos de su existencia.

—Al parecer la tercera guerra, la depuración y el genocidio es todo lo mismo.— Conviene Ray.— En el fuerte le llamábamos tercera guerra mundial pero como parte del pasado. Teniendo en cuenta que nunca sucedió, no me sorprende que todos lo refieran con un término distinto.

—Creo que más que el término son distintos puntos de vista. Eliminar a todas las personas pobres significa depuración para una persona sin empatía y con mucho dinero pero es la masacre de miles de inocentes para cualquier persona cuerda.— Dice Iwin antes de observarme con la mirada entrecerrada.— La verdadera pregunta es, si para referirse a eso siempre lo dijo bajo el término genocidio...por qué nunca lo nombró así cuando hablamos con él.

—Si le borraron la memoria entonces le quitaron todo lo que sabía. Lo conozco. Caius no nos habló de éste genocidio solamente porque no lo recuerda.— Responde Kaidia.

—O por que sabe que lo están oyendo— Agrega Ray.—¿Creen que está solo?

Inmediatamente pienso en CHAOS, nuestras siglas. Si ellos son CONTROL entonces ya de por sí somos algo que ellos quieren gobernar. En el mundo real, ¿Que papel jugamos?

—Creo que cuando Caius dijo 'nosotros' se refiere al otro bando, a algún tipo de resistencia en el mundo real. No está solo.—Respondo.

—Esta resistencia que está en contra de este 'plan' que CONTROL tiene. La depuración según ellos.— Dice Ray mientras ata los cabos.— Pero ¿qué tenemos que ver nosotros?

Nos tomamos un par de segundos. Me vuelvo a preguntar ¿Qué papel jugamos?

—No lo sé.— Concluyo.

—¿Qué hay de Caius? ¿Decidimos confiar en él esta vez?— Me pregunta Iwin.

Ya habíamos compartido la misma desconfianza hacia él. Creo que es hora de elegir de que lado estamos.

—Caius me salvó. Me dio un refugio y conocimiento...verdadero conocimiento.— Dice Kaidia.— Me ayudó a desbloquear mis recuerdos, me enseñó Arcadia y los lugares más propicios para conseguir comida. No solo a mí, a decenas de sobrevivientes. Nos organizó, nos dió esperanzas. Nos enseñó a defendernos y nos dio protección, algo que no creía posible antes. Si hay alguien en quien confío en este loquero, es él.

—Debo admitir que yo dudé de él en el principio pero Kaidia tiene razón. Parece ser el único dispuesto a ayudarnos.— Dice Ray.

—¿Tú que piensas Enoch?— Pregunta Iwin.

Por primera vez me concentro en Enoch. Le sangra la nariz y está pálido. Sus venas resaltan. Esta sentado pero con la mirada perdida. Pero ya no. Luce físicamente desgastado y aún así se pone de pie.

—Pienso que tenemos que seguir.— Contesta antes de toser sangre.

—Te has vuelto oficialmente demente.— Reprende Ray.— ¡Estás sangrando por todos tus orificios! Tienes que descansar.

—Ray tiene razón.— Agrego.— Si no te repones...

—¡Si no nos movemos, moriremos todos!— Grita Enoch desafiante.

Silencio.

Nos observamos de reojo pero finalmente concentramos nuestra atención en Enoch.

—¿Creen que conversando teorías y suposiciones vamos a lograr algo? ¿Qué es lo que creen que hace CONTROL mientras nosotros estamos aquí, sentados en una playa que ni siquiera existe? Pues bien, planean una masacre mundial. Van a asesinar a millones de personas por no ser cómo ellos, por no pensar igual. Por nacer en otro lugar del globo, por aleatoriamente pertenecer a otra clase social que no les permitió educarse ni tener acceso a cuidados básicos, salud ni alimentos, ¿Y saben qué? Eso es injusto y eso, eso es lo que sí sabemos. Sabemos que CONTROL secuestró a miles de niños y jóvenes. Sabemos que nos mintió y usó para sus malditos experimentos evolutivos. Si están dispuestos a sacrificarnos como ratas, es porque eso somos para ellos: Ratas. En este momento no somos más que una pieza de su maldito juego y para salirnos tenemos que hacerlo juntos. Hay una maldita guerra a punto de suceder allí afuera y si para ellos somos CHAOS, entonces así será. Seremos el caos en su maldito control para evitar que mueran personas inocentes. Ellos empezaron esto y nosotros vamos a terminarlo. Vamos a destruir CONTROL.

Ray le observa y avanza. Se posiciona a su lado denotando su postura. Ray y Enoch nos observan esperando, como si oficialmente estuviésemos demostrando de que lado estamos.

Kaidia va a su encuentro.

—O morir en el intento.— masculla Iwin irónico antes de seguirlos.

Los observo a todos de pie, valientes y justos.

Todo lo que Enoch dijo, lo siento en mis puños, pecho y amígdala. Todo.

Asiento y antes de que pueda dar un paso al frente, un rugido suena con eco.

—Imposible.— Comenta Iwin.

Una vez de su lado, observo la maleza con ellos.

—Los vigilantes no mueren.— Repite Kaidia.

Repiqueteos. Más rugidos.

—Tenemos que irnos...ya.— Comenta Ray.

—Niño, llévanos a tu inconsciente.— Dice Enoch.

—Okay...¡Okay!— Grito mientras me hecho hacia atrás intentando aislarme.

Troto sobre la arena húmeda mientras el agua de la orilla roza mis botas. Observo. Pienso.

—Fisgón...no tenemos todo el día.—Me apura Iwin.

Alzo la mirada.

—El agua no es agua.— Contesto.

Comienzo a caminar mientras me convenzo de alguna manera que el agua es solo una superficie azul. A pesar de sus movimientos fluidos, avanzo tres, cuatro, cinco pasos mar adentro.

Los otros cuatro se observan.

—¡Es seguro!— Les grito mientras avanzo demostrándolo.

—Más te vale que lo sea.— Responde Ray siguiéndome el paso.

—Maldito híbrido.— Masculla Iwin con una sonrisa antes de seguirla.

Kaidia y Enoch les siguen.

Un rugido nos vuelve alertas. Desde la maleza comienzan a salir sonámbulos.

—¡Corran!— Les grito.

Comenzamos la carrera sobre el azul traslucido y algo movedizo. Se siente igual que la arena.

—¿Cuál es el plan?— Me pregunta Enoch ya estando todos en el mismo nivel.

¿El plan? Observo mis pies casi invisibles por la velocidad y el agua que salpica.

—¡Los sonámbulos ya entraron al agua!— Me advierte Kaidia.

Espío hacia atrás manteniendo el ritmo. Tenemos casi treinta metros ganados pero a sabiendas de nuestro cansancio y sus energías inagotables de paradox, nos alcanzarán en algún momento. A no ser que...

Una luz azul brilla desde lo profundo del mar. Freno. Vuelvo a observar hacia abajo.

Una vez el agua más quieta, entrecierro los ojos para distinguirlo mejor. Es el símbolo del círculo cruzado.

—¡Asis! ¿Qué haces?— Me grita Enoch.

Se acercan apurados.

—Vamos a tener que sumergirnos.— Me apresuro.— Adentro está nuestra salida.

—¿Dónde?— Insisten.

—Allí.— Señalo.

— Parece una escotilla, una estación submarina.—Ray se agacha y observa con rapidez.

—¿Qué hay de ellos?— Me pregunta Iwin señalando a los sonámbulos con la cabeza, cuyas siluetas comienzan a hacerse más grandes.

—No pasarán.— Respondo asimilando mis pensamientos a medida que los digo, sin tiempo de más para analizar o replantear nada.

—Son al menos quince metros de profundidad.— Me dice Ray ya preparándose para entrar.— ¿Estás seguro que puedes mantener la respiración por más de un minuto?

Asiento sin siquiera pensarlo. Aquí, todo está en la mente.

—Vamos, no tenemos mucho tiempo.— Nos recuerda Kaidia.

—Tomen todo el peso que puedan. Antes de ingresar a la estación, suéltenlo.— Nos recuerda Ray.

—¡Están viniendo!— Nos grita Iwin.

—¡Entren!— Les ordeno.

—Nos vemos del otro lado.— Dice Enoch con su mochila bien calzada, antes de zambullirse.

Kaidia me observa y yo asiento. Le sigue con la ayuda de Ray. Ray nos observa devolviéndome el gesto antes de sumergirse.

Quedamos Iwin, yo y los sonámbulos. Galopan ya estando a menos de diez metros.

Sus rugidos, alaridos y pasos estruendosos, vibran batiendo la ya no tan dura superficie.

—¿Listo?— Me pregunta.

—Si.— Contesto.— ¡Ve!

Iwin se sumerge. Diviso los sonámbulos. Seis metros.

Me ato la mochila con más fuerza. Cuatro metros.

Suspiro y tomo una gran bocanada. Tres.

Salto al agua. Una mano sonámbula intenta atraparme en el aire. Con los ojos cerrados del impulso, me concentro en la capa de agua superior que ahora es hielo.

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