CAPÍTULO 33

Los rugidos amagan a atraparnos pero las ramas y espinas que raspan nuestra piel nos hacen entender que estamos a salvo, del otro lado de la maleza. Chocamos contra algo sólido. En realidad...no tanto.

Mis manos se extienden en la superficie que se transforma a medida que mis dedos se insertan en ella. Los ecos de sus aullidos sonámbulos alcanzan entrar en este nuevo espacio a pesar de ya haber sido tragados por el enorme agujero.

Comienzo a abrir mis ojos sintiendo el dolor de las lastimaduras que lentamente desaparecen. Como si acercarnos al final nos prometiese más inmunidad.

Atrapo un par de granos de piedra y los paseo por mis dedos. Observo mas allá de ellos, donde rompen las olas. Esta vez no es un desierto sino una playa. Un mar, arena, extrema bruma y, al parecer, calma.

Una gran bocanada irrumpe mi panorámica mental. Ray tose mientras vuelve a recuperar el conocimiento. Del verde moho de su piel apenas quedan las secuelas que lentamente desaparecen.

Es la primera vez que la veo con el pelo suelto. Bueno, suelto y consiente a la vez.

—¿Estas bien?— Le pregunta Enoch.

Ray asiente y levanta su espalda para sentarse con ayuda de más. No de Kaidia, ella no parece 'de más'. Iwin si y no termino de entender bien por qué. Después de todo compartieron un momento más íntimo.

—Ya terminó, ¿verdad?— Intenta confirmar Ray pestañeando con fuerza.

Iwin pone una de sus muecas y se ríe, prometiendo un volumen exagerado.

Por suerte terminó. ¡Vaya paseo!

—Iwin...— Dice Kaidia con poca paciencia y con actitud sobrante pero con razón. Ya conocemos a nuestro compañero.

—¿Fotos que son espejos? ¿Conejos blancos? ¿Terremotos? ¡Tu padre me dio con una bala en ojo! ¿Y sabes que? ¡Desperté adentro de un tronco! Vaya...Llegué a pensar que estas más loca que yo.

—¡¡Ahora no, Iwin!!— Interrumpe Enoch en un grito.

Silencio. No sé que es peor.

Iwin larga un bufido por lo bajo con gesto de negación y se aleja sin mirar atrás. Suspiro.

—No...no lo entiendo, yo.— Comienza a decir Ray mientras se toca la cabeza con pesar.

—Mejor si te quedas sentada un rato.— Le responde Kaidia mientras la sienta con ayuda de Enoch. Me perfora con la mirada, intentando llamarme— Asis...

—Ya sé, ya sé.— Respondo mientras me largo a buscarlo.— ¡No tienes ni que decirlo!

—¡Gracias!— Responde.

A pesar de estar de espaldas y cada vez más lejos de ellos, levanto la mano en el aire como gesto. Camino tosco por el desnivel de la arena mientras busco con la mirada y...allí está. Sentado de cara al mar, océano o quizá, solo agua. La niebla hace bien su trabajo de mantenerlo en misterio.

Sin decir nada, me siento a su lado. No me hace falta estudiar su semblante para saber que siente. No es como Enoch. Cualquiera diría que está enojado.

—Es muy obvio, ¿sabes?— Le pregunto imitando su postura de piernas sentadas y abrazadas al pecho.

—¿Qué odio a Enoch?— Pregunta con poca gracia.

—No odias a Enoch. Solo te gusta Ray.— Me animo. A su vez, me apresuro.—Y no tienes que decir nada. Todos tenemos nuestros secretos.

A pesar de ser la primera vez que tocamos un tema de este tipo, ambos sabemos que venimos sintiendo cosas. Inevitablemente, mi mirada se desvía hacia su derecha, más arriba en la playa. Ella está de espaldas, dándole agua a Ray de su cantimplora. Está concentrada efectuando una tarea práctica de manera óptima aunque su mente sea un torbellino de emociones.

—Eres muy obvio, ¿sabes?— Iwin me pilla desprevenido y provoca una sonrisa inesperada en mi. Para mi sorpresa, él sonríe también. No es vergüenza, es confianza. Sé que podemos confiar el uno en el otro.

—¿Estás listo para tu inconsciente?— Me pregunta enseguida. Por muy agradable que se haya sentido, duró eso. Más que suficiente. No quiero pensar...no todavía.

Iwin toma arena en la mano pero esta no se deja escapar por sus dedos. Está húmeda. Abandono la sonrisa y le doy lugar a la duda.

—¿Debería?

Sonríe y yo con él.

De pronto, Kaidia grita nuestros nombres, el de Iwin y el mío.

Asomo la vista mientras me incorporo. Enoch se está retorciendo.

Ambos nos largamos a corre hacia dónde están ellos.

—¿Qué sucede?— Pegunto ya a escasos metros.

—Hora de conversar...— Responde Ray recuperando su estado natural de poca tolerancia. Se está atando la coleta en alto, preparándose para ayudar a Kaidia con el cuerpo tembloroso de Enoch. Va a ser médium.

Sus ojos se zarandean de lado a lado hasta retraerse por completo. Ya están blancos.

Caius toma una pequeña bocanada a través de Enoch.

—¿Caius?— Pregunta Iwin.

—¿Qué sucede?— Pregunta Kaidia.

—Tengo un par de cosas para decirles y puede que necesiten tiempo para asimilarlo pero es importante que me dejen terminar.— Contesta.— Necesito que me escuchen con atención ¿Okay?

Nos observamos entre nosotros. Asiento. Ray piensa un segundo más.

—Okay...adelante.— Aprueba.

—Tu recuerdo madre, Asis, es una visión.— Interrumpe en el mismo tono rápido pero claro.— Eso quiere decir que tu recuerdo madre, nunca fue un verdadero recuerdo. Por ende, los del resto tampoco lo son. Están construidos con bases de sus verdaderas vivencias, familiares, rostros, espacios, esos puede que sean del todo reales pero las acciones, no. No se dejen engañar. Es parte de su maldito plan, que crean lo que ellos quieren que crean. Es por eso que deben hacer lo contrario: deben despertar. Para evitar la depuración, aquello que nosotros llamamos genocidio: la masacre de millones de inocentes.

—Está hablando demasiado rápido...—Comenta Ray en voz baja.—y hablando de cosas que ya habíamos conversado.

Caius no se detiene. Mantiene su ritmo y volumen. Parece demasiado concentrado.

—La única manera de despertar es muriendo. Todos ustedes deben morir en el último inconsciente. ¿Entienden? Solo así despertarán. Probablemente me desconecten antes de decirles todo esto. Me costó mucho desbloquearlo del sistema pero después de todo, esto tenía que suceder. Esto tiene que acontecer. Solo así podemos prevenir que suceda. Ray, Enoch, Iwin, Asis: Sé que no nos conocemos. Al menos eso es lo que parecerá. Se sentirá real. Todo. Lamentamos haber llegado hasta aquí, créeme que tratamos de evitarlo pero después de todo ustedes son la llave. Deben despertar juntos, no hay otra forma.

Trago saliva, tiemblo. Ray tiene razón, está repitiendo lo mismo que ya dijo.

El ruido de fondo cambia. Unos pasos se acercan. Hay otra respiración. Como si fuera un disco rayado, Caius continúa diciendo lo que ya sé. Lo repito entre murmuros y al unísono.

—Algún día entenderás por qué y me recordarás el final. Solo así podremos evitar el principio. No estás solo... Confía en tu mente.

Un sonido hace que Caius grite, parece dolor. Algo se rompe, choques. Como si las cosas estuviesen cayendo de un escritorio.

—Tienen que morir ¿Entienden? ¡Tienen que morir!— Repite Caius antes que otra voz le interrumpa y un sonido de botón sea presionado.

En dos segundos, Enoch respira y tose sangre. Vuelve a respirar en su propio cuerpo.

El silencio es mortal, nuestras respiraciones parecen no existir. Nos observamos y por primera vez, sé que todos compartimos el mismo miedo.

Un miedo distinto, de esos que no desaparecen.

—Una grabación.— Suelta Iwin.— Desde que le diste el okay comenzó. Como si ese 'okay' la hubiera activado.

Trato de poner mi mente en claro, aunque sienta un fuego quemarme las entrañas. Las entrañas falsas, que ni siquiera existen. ¿Cómo puede ser?

Caius fue desconectado. ¿Ahora? ¿Antes o después? ¿Cuál es el antes y cual es el después? La única certeza es que eso fue todo una grabación y al parecer yo había escuchado una parte. Antes, al principio. Mi principio.

Una parte que quizá, no se suponía que escuchara pero ¿Cómo puedo estar tan seguro? No hay forma de saberlo, al menos no ahora. Quizá nunca.

No la nombró a Kaidia. Cuando nos nombró uno por uno, no la nombró a Kaidia y no creo que sea porque se haya olvidado.

Caius no es de los que olvidan. 

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