CAPÍTULO 3
Giro la mirada y me encuentro con su figura, alta para la media aunque no tanto como la de Iwin...pero si, mucho más fornido.
—Vaya, miren con quien nos venimos a encontrar.—Dice Iwin en una voz baja e irónica.— Letrados, permítanme presentarles...
—Soy Enoch.— Interrumpe evitando observarlo.
Le dedico no más de dos segundos a observar su intimidante figura, de alguna forma temo que se salga con alguna. No sé porque pero no puedo leerlo como a los demás, solo lo que está expuesto. Sus gruesas cejas de color marrón oscuro al igual que sus ojos, un color afín a todos nosotros pero de manera más tajante como si con solo verlas pudiese saber que se trata de alguien serio...y deportista. Claramente deportista.
—Así es.— Murmura Iwin.
—Espero que este chusma no los haya matado del aburrimiento pero ¿buenas noticias? Les queda lo más excitante por recorrer.— Comenta Enoch sin mover las cejas pero aún así intentando exponer cierto encanto.— Vámonos.
...Y algo pretencioso. Todos comienzan a caminar a paso ligero y oigo a Iwin murmurando por lo bajo. A Iwin y algunas chicas.
—¿Chusma?—Le pregunto.
—¿Qué no lo escuchaste, fisgón? Queda lo más excitante por recorrer.—Dice sin pretender ocultar su desencanto hacia Enoch.—Ya aprenderás cómo funcionan las cosas en este lugar.
Vaya...esto del mal rollo parece ser algo común aquí. Me pregunto que pensarán los demás de la presunta calidez inicial.
Los demás siguen a Enoch a paso ligero. No termino de entender cómo alguien tan difícil de penetrar puede despertar tanto magnetismo. Estoy comenzando a entender cómo funcionan las cosas aquí: exactamente al contrario de lo que esperas.
Iwin se ríe, enroscado en sus propios pensamientos. Joder; este lugar sí que es extraño.
Llegamos a lo que parece ser otra enorme caja multiforme que se encierra a nuestro alrededor y pronto, estamos todos montados en él.
—Oye, ¡pst!
Giro la cabeza hasta encontrar a la niña encrespada.
—¿Tú también los oyes? —Balbucea entre alerta y aterrada.
—¿Qué?— Le pregunto sin alzar más la voz.
Su frente está arrugada, pareciera como si algo no la dejara tranquila. Vuelve a enderezar su cuerpo, sacudiendo la cabeza mientras cierra los ojos. ¿Qué tiene?
—El área del campo mental, lugar que todos llamamos 'campo'.— Comienza a decir Enoch absorbiendo nuestra atención.— es un lugar donde aprenderán a ejercitar...
Devuelvo mi mirada a la niña encrespada pero ella no me dedica la suya. Tiene la boca entreabierta y los ojos abiertos como platos. Esta vez no parece asustada sino solamente asombrada.
Giro mi cuerpo mientras los cristales desaparecen y entonces lo asimilo.
—...Y tomar control sobre sus mentes— Concluye Enoch mientras el piso multiforme se detiene dejándonos al mismo nivel de este enorme lugar.
Es un espacio enorme de cubierta arqueada, como un gran gimnasio. Sin dudas, el lugar favorito de Enoch.
Las luces siguen el estilo laberíntico por el techo de cristal y la oscuridad de afuera ahora es divisible: Hay decenas, quizá más de cincuenta como nosotros aquí dentro...
—Letrados...—Dice Iwin mientras Enoch avanza y los demás le imitan.— Son letrados entrenando.
Espero a que el grupo avance mientras trato de entender cómo lo hace. No sería la primera ni la segunda vez que termina mis pensamientos... Iwin me da un empujón entre risas aterrizando a poco más de un metro de Enoch.
—El campo está dividido en diferentes sectores preparados y dispuestos de manera metódica donde podrán ejercitar las distintas partes de su mente.— Explica Enoch mientras busco con la mirada a Iwin pero solo encuentro nuestra división y quien sabe cuantas más a nuestro derredor.
Todos visten el mismo enterizo negro y parecen estar organizados en distintos grupos.
—Aquí en el área de entrenamiento del campo, podrán ejercitar la mente práctica para luego poner en experiencia lo que aprendieron con la concreta y la abstracta, es decir, todo lo que aprenderán en las distintas áreas del fuerte.— Comenta Enoch sin detenerse.— ¿Dónde? Se preguntarán...pues bien, eso viene al final. Primero comenzarán sus rutinas aquí donde practicarán su resistencia física y mental.
Dedicamos nuestras miradas a este sector, al menos por un rato. Hay letrados corriendo, saltando, realizando ejercicios aeróbicos, flexiones, abdominales, pesas. Varios de ellos se tocan el cuello y las muñecas mientras respiran sin piedad. Los fondos, la utilería de última tecnología, todo muta constantemente a medida que el letrado lo necesita, como si pudiesen controlarlo con sus malditas mentes.
—¿Qué están haciendo?— pregunta Niegel.
—Miden su pulso.— Contesta Enoch.— Luego de cada ejercicio en sus respectivas rutinas, antes de pasar al siguiente, deben ingresar su pulso en sus rastreadores.
Nos miramos entre nosotros mostrando nuestro desconcierto mientras vuelvo a observar a una de las chicas que registra su pulso en su muñeca...es el artilugio amarrado.
—Cada uno de vosotros, poseéis un rastreador encima de vuestra muñeca izquierda. Es crucial para su localización en el fuerte y para que los mentores se comuniquen con vosotros. No debéis quitároslo bajo ninguna circunstancia. Si lo hacéis...digamos que se tomarán medidas al respecto.
Toco mi rastreador y libero cierta duda ...aunque no la inquietud.
Al levantar la vista encuentro a la niña encrespada observando el suyo. Traga saliva y sacude su cabeza.
—¡Cuidado!¡¡Se va a estrellar!!— Grita alguien.
Desorientado, busco algo aún mas extraño con la mirada y entonces la encuentro: una letrada se zambulle en el piso. Corremos hacia ella para notar que el piso es una enorme piscina. Ahora estamos parados sobre cristal y hay cuerpos negros nadando y flotando en el agua cristalina debajo de nosotros. Joder...este sitio es una puñetera caja de sorpresas.
—Aquí los letrados ejercitan tanto fuerza como velocidad. En La Estación De Resistencia Acuática ejercitarán natación, boxeo acuático y aprenderán a contener la respiración por más de dos minutos. Comenzarán aguantando treinta, cuarenta segundos pero no se preocupen: nada es imposible a menos que lo crean así. Algo que aprenderán con el tiempo...— Circulamos a paso lento y asombrado, adentrándonos entre los letrados que salpican, golpean, nadan, se zambullen.— En La Estación De Resistencia Integral todo comienza con ejercicios de tonificación muscular para pasar luego a ciclismo y corrida en distintos simuladores que varían aleatoriamente: playas, bosques, desiertos, sabanas, montañas, huracanes...
Me detengo a observar las miradas de los letrados en cuestión a medida que nos adentramos en este océano de criaturas negras concentradas en sus respectivas burbujas. Juntos pero solos. Casi ninguno se percata de nuestra presencia, y los que lo hacen, tienen algo en sus miradas. Enojo y concentración, como si nos desafiaran por estar o no allí. Todavía no lo deduzco, pero no tienen pinta de ser amigables.
—En este sector pondrán a prueba todo lo anterior. Antes de combatir con otros debemos combatir con nosotros mismos...lo llamamos La Estación De Competencia Propia— Dice Enoch deteniéndose en donde se abre un canal de agua. Una letrada de coleta marrón oscura y alta aparece montada sobre un kayak— Comienzan remando, poniendo en práctica su resistencia cardiovascular.
La chica salta de allí en una voltereta para comenzar a trepar un muro que sube a medida que ella lo escala. Seguimos a Enoch mientras la chica realiza la presentación de manera sumamente ágil. Al concluir comienza a correr saltando hoyos que aparecen y desaparecen contrayéndose de manera repentina en el piso iluminado.
—Superarán todos los obstáculos trepando, saltando, corriendo, nadando, levantando, combatiendo sin reparo alguno. Temer o 'frenar', como le dicen los flojos, quiere decir dudar y créenme cuando les digo que no hay tiempo para dudar.
La chica de coleta alta, llega a un espacio donde un muñeco de entrenamiento blanco surge desde abajo. Lo golpea gritando, descargando toda su energía en él. No es solo descarga de fuerza y entrenamiento, parece furia.
La chica salta mientras el muñeco se desliza por el simulador hasta estar apenas a unos metros de distancia de nosotros. Realiza una voltereta en el aire y decapita el muñeco neutralizando su movimiento. La cabeza gira hasta llegar a mis pies, donde se detiene de manera balanceante.
Respiro inundado de curiosidad. Color blanco extremo, venas dibujadas de manera divisible y sus ojos delimitados y puramente negros...es casi un humano.
Trago saliva y levanto la mirada. Enoch me está observando fijamente. Creo que es la primera mirada que compartimos.
—Hay algo que deben entender...— Comienza diciendo con la misma voz grave y tajante.—Cuando pensamos, soñamos con los ojos abiertos o cerrados, el mal no es una entidad aparte. De nosotros depende cuánto dejamos que nos tome y cuanto tomamos nosotros, cuánto nos afecta algo o incluso alguien... está en cada uno de ustedes. Tienen que salvarse de ustedes mismos desde adentro. Todo esta en la mente.
Enoch termina su frase poniendo su atención en mi y girando su cuerpo hacia la expositora. La chica de coleta y cara seria ahora le sonríe a Enoch y después de chocar su palma con la de él en el aire, se encuentran en un beso apasionado. Algunos de nuestra división comentan, hasta casi creo escuchar un silbido. ¿Es en serio? ¿Qué tipo de broma es todo esto?
—¿Por qué somos tantos?— Digo en voz alta.
—Ahora no, fisgón—Iwin me calla por lo bajo.
Lo observo reteniendo mi ansiedad pero no llego muy lejos. Vuelvo mi mirada a la chica de coleta...¿Quién es ella? ¿Y todos los demás? ¿Qué nadie percibe que estamos en una puta prisón?
—¿De dónde venimos? Todos nosotros...—Repito en el mismo tono sin percatarme, aunque quizá más alto.
Iwin observa a su alrededor sin moverse, como si fuese responsable de mi. ¿Que creía, que me iba a llamar al silencio? No tengo nada que perder.
—Vaya...había olvidado lo curiosos que pueden ser los novatos.— Dice Enoch separándose de la chica y observándome sin desdén, sorprendentemente.— Tranquilo, niño.
—Ahora hay una basta concentración de letrados ya que en tres días serán Las pruebas de las brigadas— Me dice Iwin con los ojos bien abiertos tratando de mantenerme en mis cabales con su mirada punzante.
—¿¡Que no se dan cuenta que no hacen más que confundir y evadirlo todo!? ¡Mierda!—Grito tocándome la cabeza intentando superar el dolor.
—¿Estás bien? —Me pregunta la chica encrespada.
—¿Quién es este canijo?— La chica de coleta alta se me acerca con una mezcla de curiosidad y poca paciencia. Iwin abre la boca pero no dice nada.
—¿Las pruebas de las brigadas? ¡Que es eso!¡Quienes son todos ustedes!— Grito ya sin poder contenerme, cerrando los ojos con fuerza cada dos segundos intentando retener el peso que me genera todo esto.
—Vaya, ¡no tienes contención alguna!...parece uno de los tuyos, Ray.— Dice Iwin provocando una mueca seria de su parte. ¿Ray es la chica? No pareció muy encantada con el comentario.
—Identifícate letrado.—Ruge Ray ya frente a mis narices.
— ¿¿Cómo se supone que lo sepa?? ¡Si no recuerdo nada!— Grito al borde de la locura.
—Ray, espera...— Le dice Enoch mientras ella me gira el cuerpo sin cuidado hasta bajarme la cabeza de un sacudón. ¿¡Está leyendo mi nuca!?
Sus dedos calientes se despegan de mi cuerpo mientras vuelve a su lugar sin darme la espalda pero aún con desconfianza. Excepto los letrados entrenando, en nuestro círculo todo es silencio y secretismo.
—Escúpelo, chusma. — Le incita Enoch a Iwin, mientras este cruza sus brazos y mastica la nada.
Ray se suma a las miradas expectantes, mientras me vuelven a hacer objeto de su discusión pero manteniéndome al margen de todo posible conocimiento...como todo en este maldito lugar.
—Es el híbrido— Admite Iwin.
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