CAPÍTULO 28
El tren frena de golpe y nuestros cuerpos tambalean por el inesperado impacto.
Escucho las puertas abrirse de par en par pero mis manos siguen aferradas al asiento.
—Vamos.— Señala Enoch con la cabeza.
Le doy una mirada a Kaidia para confirmar que ha vuelto a esta extraña realidad conmigo. Asiente y se pone de pie. Le sigo hasta las puertas abiertas del tren. Hago como el resto y me detengo.
El panorama es oscuro...en todas las lecturas posibles.
En medio de la estación contra la pared hay una estación de ascensor. A juzgar por su estructura maciza, los arabescos y las rejas de hierro se trata de uno antiguo.
—Algo me dice que no nos llevará a un parque de diversiones, ¿Verdad Iwin?— Comenta Ray.
Iwin solo se muerde la mandíbula.
Las paredes son de azulejos verde oscuro y la luz es tenue pero solo ilumina esta parte de la estación.
—¿Estas listo?— Le pregunta Enoch.
—No entiendo, ¿Tengo la oportunidad de ser 'el Gythor'?— Dice Iwin agregándole su humor a la obvia desventaja.
Enoch pone los ojos en blanco y le da un leve empujón. Iwin sale del marco del tren y observa, aterrado. Le seguimos a paso lento, como si el piso pudiese desaparecer en cualquier momento.
Hay humedad y hace calor.
—Creo que tienes que llamarlo.— Le dice Kaidia a Iwin casi en voz baja, una vez frente al ascensor.
Iwin chasquea los dedos de la mano derecha unos con otros y hace ademán de tocar el botón.
—Tiene que haber una salida de emergencia o algo—Comienza a decir, nervioso.
Ray sostiene el dedo de Iwin y presiona con él, el botón circular. Pronto, se enciende. Las poleas comienzan a moverse.
—De nada.— Le responde ella.
En un dos por uno, el ascensor surge de lo que antes era un agujero negro. La caja de madera se acomoda en nuestro piso y luego, un sonido agudo anuncia su llegada.
Ingresamos.
—No tiene botones.— Comento mientras busco con la mirada entre las flores de hierro y el Cuadrado sucio, casi espejado en la parte trasera.
—¿Cómo se supone que nos movamos entonces?— Pregunta Iwin.
—Primero, calma. Si pierdes la cordura caeremos en un nido de sonámbulos— Le dice Ray.
Iwin exhala cerrando los ojos tratando de mantenerse en sus cabales.
—Usa tu mente.— Dice Enoch.— Solo...no hagas como nos enseñaron. No quieras controlar tus pensamientos. Deja que tu mente recuerde cómo funciona. Déjala despertar...confía en tu mente.
Le observamos expectantes mientras Iwin suspira cerrando los ojos.
Confía en tu mente...vaya. Un par de minutos conectado con Caius y ya habla como él.
Ahora, nuestras miradas se clavan en Iwin. Un sonido metálico suena y pronto el ascensor comienza a subir lentamente. Lo festejamos con pequeñas sonrisas.
Pasamos de la oscuridad del entre piso a poder visualizar el primero.
Una sala de hospital. Un bebé recién nacido en los brazos de su madre y un niño que entra de la mano con su padre. El padre lo alza en alto para que pueda conocer a su hermana. Le entregan un regalo al pequeño Iwin.
—Mierda, creo que miré a uno de ellos a los ojos...— Comenta Kaidia.
—No son paradox...son recuerdos genuinos.— Respondo mientras lo comprendo.
—El nacimiento de Maisie...¿verdad?— Pregunta Ray.
Iwin asiente algo emocionado. Nunca había razonado el hecho de estar en el inconsciente de un Remembrant, hacedores y eternos evocadores del pasado. Supongo que tiene mucho sentido.
Sin detenerse, el ascensor continúa subiendo.
En el piso siguiente, el mismo paquete del regalo está hecho un bollo y Iwin arma su nuevo tren de juguete. Alguien le toca el cabello, es su padre. Se sienta a armarlo con él. Es una casa antigua y de techos altos.
En el próximo piso, la pequeña Maisie está sentada sobre su madre en una alfombra. A su lado, está Iwin jugando con el mismo tren. Pasamos así, siete pisos más.
Es como si estuviésemos viajando por la línea de tiempo de Iwin y cada piso guardase un recuerdo de su vida.
Llegamos al décimo. Es el pasillo de la misma casa, el segundo piso. Los rieles del tren de Iwin bordean la baranda, siguiendo la misma línea del pasamanos. Hay pequeñas personas talladas en madera y demás construcciones formando parte de la misma puesta en escena. Entre ellas resaltan cuatro. La mirada de Iwin se va tensionando cada vez más, a fin de cuentas él sabe más que ninguno como sigue la historia.
En el recuerdo, la madre de Iwin sube corriendo, parece desesperada. Ella le dice en voz baja al pequeño Iwin que se quede adentro de su cuarto y que se esconda con Maisie. Golpes fuertes en la puerta hacen que Iwin se asome por los barrotes de las escaleras, desde donde puede ver a su papá sosteniendo la puerta y hablando fingiendo cierta calma. Su mamá lo abraza y le remarca que no salgan bajo ninguna circunstancia.
—No...—Dice Iwin cómo si fuese la primera vez.— ¡No!— Grita mientras el pequeño Iwin asiente. Su madre se larga a correr por las escaleras cuesta abajo mientras él, corre a su habitación.
Le tomo el hombro pero pronto se quita mi mano de encima y abre las puertas del ascensor. Con Enoch, Ray y Kaidia nos observamos con sorpresa. No estábamos preparados para esto.
Entre pujas y gritos, sostenemos las piernas de Iwin. Los gritos no son solo de él, sino del mismo recuerdo, específicamente de sus padres que pronto son derrumbados junto con la puerta. Tiramos del cuerpo de nuestro Iwin con fuerza y logramos meterlo de vuelta en el ascensor.
Nos apoyamos jadeantes y rendidos en sus paredes.
—¿Qué mierda, Iwin?— Dice Ray aún recobrando el aliento.
Iwin está con la cabeza gacha mientras cierra sus puños con fuerza.
—No puedes cambiar el pasado, chusma— Comenta Enoch.—...Créeme.
Iwin no levanta la cabeza pero sí abre su puño. Dentro de él hay dos estatuillas de madera. Una mujer y un hombre, sus padres.
El ascensor comienza a descender golpe y a una velocidad rápida. Los demás nos observamos compartiendo el mismo miedo y la misma intención. Esta vez los gritos suenan en nuestra caja. Son los nuestros.
—¡Iwin, basta!— Le grito mientras el ascensor baja en picada.— ¡No dejes que te tome!
Entre el movimiento vertiginoso puedo divisar una lágrima brotando de su ojo. Finalmente el ascensor frena como acomodándose en el espacio, como si nunca hubiese descendido a tal velocidad. Nos callamos.
La nota aguda suena y las puertas se abren.
—Maldita sea.— Ray se incorpora.
—Quizá no sea tarde para buscar aquella salida de emergencia.—Enoch bufa antes de toser.
La luz es cegadora. A través de los barrotes de hierro se puede ver el nuevo espacio. Una casa antigua, la misma de sus recuerdos. Su casa.
Enoch sigue tosiendo. Parece un ataque de tos.
—¿Estás bien?— Le pregunto siendo nosotros dos únicos en el ascensor.
De su última tos, sale un poco de sangre. Permanece en su mano por dos segundos antes de desaparecer.
—Estaré bien, niño.— Enoch se larga.
Algo me dice que tiene que ver con haber sido médium en el tren. ¿Será el efecto de desgaste? De todas formas no tengo manera de saberlo...después de todo se trata de Enoch.
Salgo y noto que a medida que Iwin pisa el parquet, y nosotros detrás de él, todo comienza a chamuscarse. Los muebles, las paredes, los cuadros...todos los ornamentos cobran el mismo tono oscuro. Entonces, pienso en el incendio.
Estamos en la mente de un Remembrant...
Claro que su recuerdo madre es quién reina su inconsciente. A diferencia de Enoch, él no puede ocultarlo.
Atravesamos la sala de estar. Las cortinas que antes eran verde musgo ahora son negras y están rasgadas. Un pequeño destello de cenizas danza entre los escombros y telas como si tuviesen el poder de volverse a encender.
—Solía ser una casa bonita.— Dice Kaidia mientras sostiene entre sus manos un portarretratos bastante quemado, pero aún así distinguible.
—Solía...—contesta Iwin. El portarretratos se vuelve cenizas en las manos de Kaidia.— Nosotros nunca fuimos de esos que tienen dinero, esta era la casa de mis abuelos a quienes nunca conocí. Se mudaron a 'un lugar mejor', decía mamá. Los adultos están llenos de mierda ¿sabes?
Sonreímos y él también. Salgo de la misma alfombra en la que el pequeño Iwin jugaba con su tren en el recuerdo y me apresuro en llegar a donde él antes de que se desmorone.
—Ey, Iwin. —Le digo mientras avanzamos por el pasillo.— Escucha, con respecto a lo que sucedió-
—No te preocupes fisgón.— Interrumpe— Sé que esto no es real. No tienes que convencerme otra vez.
—No iba a decir eso, pero genial. Sino que...— Intento decir hasta que una mano me tapa la boca. Es Ray.
—Shhh— me dice con el dedo frente a sus labios.
Hacemos silencio y agudo mis sentidos. Son pisadas y provienen de arriba. Observamos el techo y apresuradamente, buscamos con la mirada donde escondernos.
—¡Aquí!— Murmura Iwin y abre una puerta debajo de las escaleras. ¿Una alacena?
—¡Vamos!— ordena Enoch.
Una vez adentro en el oscuro y bajo espacio, Iwin cierra la puerta con delicadeza.
—Recuerden...—Digo en un hilo de voz general aunque mi línea esté dedicada únicamente a una persona— Son paradox.
A través de la luz que ingresa por las quebraduras de madera entre las escaleras y la misma puerta, noto las facciones de mis compañeros. Silenciosos, asienten o cierran los ojos.
Esperamos sin hacer el menor ruido hasta que una pisada resuena chillando en el piso de arriba. La mano de Kaidia toma la mía mientras que con la otra se tapa su propia boca.
Levanto la vista pero no hay ninguna quebradura en el techo que me permita echar un vistazo.Las pisadas descienden al mismo tiempo que mi sudor se resbala por mi piel.
Ya a mi misma altura, la madera entreabierta me permite espiar. Los pies extraños descienden de a uno. Botas grises y grandes, chaleco antibalas, cinturón de esos que encontramos en el fuerte, traje blanco, casco y...guantes blancos. Como los que me arrancaron de las manos de madre en mi recuerdo.
Trago saliva. Vienen a buscarlo a él, cómo aquella noche. Sacudo la mirada.
Ya descendieron tres. Kaidia, Enoch y yo observamos por este agujero mientras que Ray y Iwin lo hacen por el cerrojo y otra apertura de la puerta.
Desciende el cuarto. En vez de dirigirse a la sala de estar como los demás se queda ahí y se da la vuelta con su mano cubierta en guante blanco aún sosteniendo la baranda. Por primera vez puedo detenerme en el brazalete que da vuelta a su brazo, a media altura del codo y hombro. Entrecierro los ojos para leerlo.
Es el escudo, el símbolo de la insignia y del fuerte, el mapa de Arcadia.
En la para derecha, al contrario que la que había hallado en el fuerte, dice CONTROL. No CHAOS, sino CONTROL. 'Controlen sus mentes', 'Controlen sus pensamientos' y toda la filosofía del fuerte se une por fin a una palabra de siete letras.
Ya sabemos cómo se llama el otro bando.
Observo a Iwin pero solo logro tragar saliva.
Al control no le gusta el caos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top