EPÍLOGO
Tiempo después...
—¿Estás segura?
—Sí.
—¿Del todo? —insiste.
—Por supuesto.
—Contaba con ello...
Neo suelta una carcajada y yo intento darle un codazo en las costillas, pero él es rápido y me frena, aprovechando la inercia para envolverme entre sus brazos y depositar un beso en mi cuello. Continúa deslizando sus labios hacia abajo pero se detiene al llegar a mi tatuaje.
—¿Te he dicho alguna vez lo mucho que me gusta?
Ese tono pícaro implica un pensamiento más oscuro y yo no puedo evitar reír.
—Me lo dices a diario, Neo.
Alguien carraspea a nuestro lado y yo me separo de un brinco asustada, hasta que veo que es David.
—¿Dónde estabas? —le pregunto un tanto molesta.
—He ido a por café.
Mi humor hacia él cambia cuando nos reparte los vasos y el maravilloso olor del Caramel Machiatto llega a mi nariz.
—Perdonado.
—¿Y bien? —indaga.
Estamos sentados en el muro del jardín exterior del campus, cerca de la zona de ciencias. Más exactamente, junto al pabellón de física.
—Aún nada, pero no ha terminado la hora de clase —informa Neo.
—De acuerdo, habrá que esperar. —Da un sorbo al café y vuelve a la carga—. ¿Estás segura de que es buena idea?
Le lanzo una mirada asesina.
—Otro. ¿Os habéis puesto de acuerdo para darme la tabarra? Ya lo hablamos...
—Lo sé, pero...
Miro a ambos lados para asegurarme que no hay nadie cerca que pueda escuchar nuestra conversación.
—¡No hay "peros" que valgan! Al regresar, quedé con tu hermano y ya ves, ahora somos buenos amigos e incluso tú tienes más trato con él que antes. Lo hice porque en la otra realidad me lo pidió. Después... ¿cuánto tiempo fue? ¿Medio año? Apareció Kesia. Te conté lo que pasó con ella en la otra realidad porque estaba convencida de que era imposible que coincidierais en esta dimensión. ¡Por favor, que vive en otro continente! Quien iba a imaginar que vendría como estudiante de intercambio... pero ¿qué hiciste? ¿La ignoraste? ¿Mantuviste las distancias? No, te lanzaste a por ella porque estabas convencido de que se trataba del destino ¿verdad?
Veo cómo agacha la cabeza y no puedo ocultar cierta satisfacción por ganar la batalla.
—Ari tiene razón —concede Neo.
—Y después, Set apareció en el club de lectura de May. ¿Os acordáis? A la pobre casi le da algo. Cuando llegó ese día a casa y me lo contó, pensé que estaba de broma.
Y Set, al igual que Kesia, llegó a nuestras vidas con intención de quedarse. En los dos últimos años, nuestro grupo ha aumentado y cada día doy gracias de que todas estas personas sean parte de mi vida.
—Tengo algo que contaros —anuncia David.
En vez de seguir hablando, aprovecha para dar un largo trago a su café, estirando el momento.
—Venga, no te hagas de rogar —le pide Neo—. ¡Suéltalo ya!
—La familia de Kesia va a venir a visitarla. Pensad que su plan de estudios era para unos meses y al final pidió beca para continuar con la carrera aquí. Solo ha ido una vez a su casa en todo este tiempo así que, esta vez son ellos los que harán el viaje.
Me da miedo preguntar por si la respuesta no es la que espero.
—¿Jess también?
—Nala. Recuerda que se llama Nala. Y sí, ella también.
No puedo evitar saltar de la emoción. Les doy un abrazo a cada uno y sé que tengo una sonrisa de lo más estúpida pintada en la cara.
—Será muy raro —digo, siendo consciente de la situación.
—Pero merecerá la pena, a cambio de verla ¿no? —Neo me coge de la mano para que me relaje. Después de esa noticia estoy a mil.
Asiento con entusiasmo pensando ya en hablar con Kesia para organizar algo. Una pequeña fiesta quizás...
—¿Sabes si va a ir a la tarde al club Medioambiental? —le pregunto a David, pues siempre está al día de sus planes.
—Que yo sepa sí.
—Genial. Así podré hablar con ella...
Este me mira asustado.
—Me da miedo que tu cabeza ya esté maquinando algo.
Justo en ese momento, comienza a salir gente por la puerta principal del pabellón. Le doy un rápido beso a Neo en los labios y les hago un gesto con la mano para que se vayan.
—¿No quieres que nos quedemos? —refunfuña Neo.
—No, me pondré más nerviosa si lo hacéis.
Ambos se levantan y me lanzan una última mirada.
—Luego nos cuentas, entonces —pide David.
Espero hasta asegurarme de que desaparecen, al girar tras un edificio. El móvil me vibra en el bolsillo y lo saco para echar un rápido vistazo. Es un mensaje de May: "¿Ya le has visto? Set y yo estamos de los nervios". Le envío un escueto: "Aún no" y me arrepiento de haber puesto al tanto de mi plan a todo el grupo. Ahora todos están esperando a ver qué pasa.
Me acerco a las escaleras de la entrada y me quedo a un lado, atenta a cada rostro que sale por la puerta. Llevo mucho tiempo esperando este momento y cuando me enteré de que se había inscrito para cursar un master en nuestra facultad, lloré de felicidad.
Hace mucho que dejamos atrás los saltos. Esta vez sí cumplimos nuestra palabra de que ese sería nuestro último viaje a otra realidad y a partir de ese momento, me conformé con ver otras dimensiones a través de mis sueños.
Desde el primer día, Neo y yo aprovechamos cada segundo para recuperar los meses perdidos. Por fin pudimos comportarnos como una pareja y compartir tiempo, haciendo cosas sencillas como salir a cenar o ir al cine. Pensé que echaría de menos la aventura, pero mi vida, aunque tranquila, también tiene su encanto.
Con el tiempo, las personas que el destino me había mostrado como importantes, han ido apareciendo en nuestras vidas y el grupo se ha hecho más grande. Aunque aún falta alguien...
Cuando le veo, el corazón me da un vuelco. Lleva un corte de pelo diferente y se me hace raro verle con la ropa que lleva, demasiado moderna para lo que estoy acostumbrada en él. Sin embargo, su rostro amable me trasmite tranquilidad y... conexión. ¡Le he echado tanto de menos! Sé que David y Neo tienen dudas sobre si es buena idea abordarle, en vez de esperar a ver si se cruza en mi camino, pero lo cierto es que al igual que Caleb, él me lo pidió. Lo último que me dijo fue "búscame". Y eso he hecho.
—¿Jamie? —le abordo justo cuando pasa a mi lado.
El chico me mira un tanto desconcertado aunque por un momento una chispa de reconocimiento aparece en sus ojos.
—Perdona... ¿te conozco? —pregunta extrañado.
He imaginado esta escena, durante dos años. He pensado cientos de frases, planeado cómo abordarle, ideado la manera de explicarle por qué él. A veces, ser clara, es la mejor opción.
—Dime Jamie, ¿tú crees en el destino?
Ahora sí que hemos llegado al final. Tuve claro qué quería mostrar en este epílogo, cuando lo escribí, tuve la sensación de que todo estaba en el lugar correcto y ese último encuentro daba cierre a la historia. Me daba tranquilidad, saber que en su realidad, todos estaban juntos.
Es el momento de despedir a estos personajes que os han entretenido durante tantas páginas. Han sido tres libros bien largos, jajaja pero ya veis que había mucha historia que contar. Lo he dicho en más de una ocasión, cuando comencé con la primera novela, lo hice por quitarme la idea de la cabeza, pues no dejaba de rondarme y necesitaba sacarla. En ningún momento lo hice con intención de mostrarla y cuando surgió la oportunidad y lo hice, me llevé la grata sorpresa de encontrar a un montón de lectores y lectoras, dispuestos a acompañarme en esta aventura.
Ya las dos siguientes partes las hice con la responsabilidad de contentaros y entreteneros y creo que eso hizo que fueran mejor que la primera. Os agradezco enormemente vuestros comentarios a lo largo de los capítulos, no sabéis lo que anima saber que estáis ahí, deseando leer más.
No sé lo que ocurrirá con esta trilogía. De momento, aquí seguirá publicada y el tiempo dirá. Ya sabéis que creo en el destino y este será el que decida lo que tiene que pasar con ella.
Y ahora que se os ha acabado la lectura, os recuerdo, que tengo más historias en mi perfil y que estaré encantada de recibiros en ellas.
Bueno, me dejo ya de rollos, solo quiero deciros que ha sido un placer, compartir este tiempo con cada uno de vosotros y vosotras. ¡Hasta pronto soñadores!
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