CAPÍTULO 6



Una risa nerviosa acompaña mis palabras.

—Estáis locos ¿no? —Fijo la mirada en David y le pregunto—. No está hablando en serio, ¿verdad?

—En realidad no es tan "grandioso" como él lo ha anunciado, pero digamos que se trata de buscar una solución a parte del problema.

Me froto las sienes en un vano intento de borrar el punzante dolor que me atraviesa el cerebro. La conversación no ha hecho si no empeorar la sensación. Al abrir los ojos, me doy cuenta de que hace rato que los tres dejamos de comer, creo, que desde el momento en el que la conversación se volvió trascendental.

—A ver —comienzo sin mucho entusiasmo—, entiendo que soy vuestra opción más práctica para solucionar lo que ocurre con Álex. Aunque no recuerde nada, no puede ser tan complicado, una vez me lo expliquéis bien, hacerme pasar por ella y dejar que él regrese de una vez por todas. Pero por lo que me habías contado, pensé que ese era el único motivo por el que querías que viniera. No sé en qué más puedo ayudar.

—Yo tampoco lo entiendo, la verdad.

Miro sorprendida a Caleb, no esperaba su escepticismo, pues pensaba que esto era cosa de los dos.

—Os puedo asegurar que tengo motivos para pensar así —se excusa David.

—No me malinterpretes —continúa Caleb—, es solo que, cuando él regresó, de pronto lo tenía todo claro. Me dijo que cuando te conociera entendería mejor sus motivos. Así que digamos que estoy en esto, porque confío en él. Nada más.

Esboza una amplia sonrisa, sin embargo, por muy amigable que intente ser, entiendo perfectamente el fondo de sus palabras: confía en él, no en mí. Al menos, de momento.

David ignora a su hermano y me mira fijamente.

—Déjame que te explique, no tardarás en entenderme. Liberar a Álex no soluciona nada. Él regresará pero se continuará buscando la forma de mantenernos en otras realidades. Puede que el estudio no prospere o que en unos meses se consigan resultados. Quien sabe. Si eso ocurre, se comenzará a trabajar para construir unas cúpulas específicas para las personas que estén dispuestas a pagar por "una nueva vida". A cambio de una alta suma de dinero, se les mantendrá en un estado de sueño constante, disfrutando de esa otra realidad durante años. Sin embargo yo creo que nos equivocamos. No se trata de que unos pocos puedan mejorar sus condiciones viviendo una falsa vida, cuanto más he investigado sobre ello, más claro lo tengo. La solución es recuperar el planeta, o al menos una parte de él. El gobierno ha centrado su atención en el foco equivocado, cuando se produjo el éxodo, buscaron la forma de salir adelante y el resultado es este, pero no querer mirar más allá de nuestra zona, más allá de lo que ahora controlamos, es un error.

Observo su expresión sin tener muy claro si es un loco o un visionario.

—¿Es eso posible? ¿Acaso no hay pabellones en esta cúpula que se dedican a estudiar esas opciones?

—Lo cierto es que todos se centran en mejorar las condiciones dentro de las cúpulas, aumentar las posibilidades de supervivencia en caso de aislamiento, etc. Nadie se dedica a investigar cómo mejorar la calidad de vida exterior, algo que realmente repercutiría en toda la población y no solo en una parte de ella.

Tiene toda la razón. Entiendo que se han dedicado al desarrollo de las cúpulas por miedo a una nueva catástrofe mundial, sin embargo, si hay una posibilidad real por pequeña que sea de solventar la situación, no sé cómo no dedican todos sus esfuerzos a ello.

—Pero, si no hay estudios ni nada ¿qué es lo que queréis hacer exactamente?

—Queremos ir en busca de algo —dice Caleb y ahora sí noto convencimiento en su voz.

De verdad que ya no sé si me están hablando en serio o no.

—¿En busca de qué? ¿Del Santo Grial? —pregunto con sorna —. Lo has dicho como si se tratara de algo milagroso.

—En parte es así —David se rasca la nuca nervioso y mira de nuevo a su hermano.

—Verás —continúa Caleb inclinándose hacia la mesa y bajando la voz—, nos han llegado rumores de la urbe exterior de que, en una zona lejana, al Este, han conseguido mejorar la calidad del aire y ese es un primer paso de cara a restablecer el ciclo ecológico. Si se controla la emisión de gases, sabemos que con los años, la capa de ozono se irá recuperando progresivamente, lo que evitaría los problemas que supone ahora la exposición solar, no solo para nosotros sino también para animales y plantas. Y con una buena calidad del aire, el desarrollo de los ecosistemas comenzaría de nuevo.

Concuerdo con él en su argumento, sin embargo...

—¿Y el Gobierno no ha enviado a nadie para averiguar si esto es cierto?

Ambos niegan y no puedo evitar preocuparme.

—¿Por qué? —pregunto.

—El primer motivo es que muchos piensan que se trata de simples habladurías, como tú has dicho, suena al Santo Grial —me aclara Caleb mientras se reclina de nuevo en su silla—. El segundo... estamos hablando de salir de los límites marcados por el Gobierno. Después del desastre, se modificaron las fronteras del territorio que ahora abarca unos pocos cientos de kilómetros. Las zonas habitadas se concentraron en este espacio y bueno, digamos que no sabemos qué hay más allá. Ni quien. La poca gente que llega a la ciudad cuenta todo tipo de historias: nuevos órdenes sociales, grupos de saqueadores... es decir, la ley del más fuerte.

—Todo vale para sobrevivir, ¿no? —David suena resignado.

—Y llegados a este punto, ¿me podéis decir qué queréis de mí?

Caleb arquea las cejas sorprendido.

—¿No es obvio? Que vengas con nosotros.

Se me eriza la piel cuando un escalofrío me recorre de arriba a abajo. ¿De eso se trata? ¿Quieren que me embarque con ellos en un viaje a lo desconocido? Esto empieza a ser una broma de mal gusto.

—No, ¡venga ya!... ¿por qué yo? Es absurdo. No conozco este lugar, mucho menos lo que hay ahí afuera y no sé qué es lo que puedo aportar...

—¿De verdad? —me interrumpe David—. Olvidas que estuve contigo en esa otra realidad y vi de lo que eres capaz. Conseguiste salir airosa de más de una situación complicada.

Resoplo agobiada. ¿Eso es lo que piensa de mí?

—David... yo lo único que hice fue salir adelante. Mis elecciones no siempre han sido las acertadas y sabes que la mayoría de las veces decidíamos entre todos, no solo yo. Por favor, no me pongas medallas que no me corresponden.

—Lo sé, no te estoy diciendo que seas una heroína ni nada por el estilo. Pero tú te preocupabas de mantener al grupo unido y basabas tus acciones en lo más conveniente para todos y no solo para ti. Además eras capaz de adaptarte con rapidez al entorno, realizar un análisis inmediato y plantear todos los escenarios posibles. Necesitamos a alguien así. Te necesitamos a ti.

Algo en mi interior, desde el primer momento, me decía que esto no iba a resultar fácil. Sin embargo, hasta oír a David, no he sido capaz de entender cuan complicado es en realidad el asunto.

—Os dais cuenta de que no tengo ningún motivo por el que aceptar participar de algo así, ¿no?

—Puede, pero por lo que te conozco, creo que no serás capaz de volver, sabiendo que esto solo podemos ponerlo en marcha, si tú formas parte.

—Sin presión, ¿eh? —respondo intentando ponerle una nota de humor. Aunque en realidad, encontrarme entre la espada y la pared no me hace ninguna gracia.

David me conoce mejor de lo que yo pensaba. No solo acertó sabiendo que vendría en busca de Álex, también sabía cuánto me cuesta mirar hacia otro lado.

—Además, también se trata de tu realidad. Si conseguimos recuperar unos niveles de oxígeno aceptable y la capa de ozono se recompone, no tendría sentido seguir con el estudio. Al menos, la finalidad del experimento ya no será que alguien ocupe de forma permanente otro cuerpo. Ni en vuestra dimensión, ni en ninguna otra.

Odio que sus argumentos sean de peso.

—Tengo que pensarlo.

—¡Sí, claro! —responden al unísono.

Sin embargo hay algo que sigue siendo urgente.

—Pero Álex...

—Lo de Álex no tiene que ver con la segunda parte del plan —dice David para tranquilizarme—. Hagamos una cosa... volvamos al arca y organicemos el regreso de Álex para mañana. Te explicaré lo que necesitas saber para que nadie sospeche de ti cuando entres en el departamento de investigación ¿de acuerdo?

Miro a ambos y asiento lentamente. En realidad no se me ocurre una opción mejor y sé que me resultará más fácil centrarme cuando sepa que Álex se encuentra a salvo, de vuelta en nuestra realidad. Primero solucionaremos eso y luego... ya veremos.

Nos despedimos de Caleb y regresamos a la cúpula. Le pido a David dar una vuelta por el lugar para intentar despejar un poco la mente. Veo a un grupo de jóvenes ocupándose de una pequeña huerta, mientras una mujer se encarga de dar las explicaciones necesarias.

—¿No se trabaja la tierra? —pregunto a David.

—En realidad no. Ellos están aprendiendo, y esta es la mejor forma de que entiendan cómo funciona la agricultura, sin embargo no lo hacen para ponerlo en práctica, al menos de momento. Nosotros recibimos el alimento de fuera y solo lo produciremos en caso de tener que realizar un aislamiento total. Entonces, utilizaremos las salas bajo tierra que tenemos habilitadas para desarrollar nuestra propia agricultura. Lo mismo ocurriría con los animales. Por eso en cada arca mantenemos a buen recaudo parte del banco genético de plantas y animales.

De pronto caigo en la cuenta.

—¿Y nosotros?

David se detiene y me mira.

—¿A qué te refieres?

—Nosotros. Es decir, no estamos solo para preservar otras especies, sino también la nuestra, ¿no? Por eso los Shaendum permanecemos aquí. Pero eso ¿qué significa exactamente?

—¿Te refieres al plan de mantenimiento de los humanos?

Asiento lentamente. Cuando me explicó que nuestros padres nos habían cedido por nuestra genética, mi pensamiento no fue más allá. Sin embargo en un lugar en el que todo está medido al milímetro, tengo la sensación de que la natalidad no es algo que se deje al libre albedrío.

—Es cierto que estamos para preservar la especie, por eso desde el principio el Gobierno estableció que la función principal de los Shaendum, sobre todo de las mujeres, era tener hijos.

Trago saliva con dificultad.

—¿Estás diciendo que mi función se reduce a eso? No lo entiendo, ¿cuántos hijos? ¿qué sucede después con ellos? ¿qué pasa si una mujer se niega?

—No puedes negarte.

Lo dice de forma tan tajante que consigue asustarme. Me pongo de nuevo en marcha para disimular mi nerviosismo.

—Esto es... ¡no se puede obligar a una mujer a ser madre! Es... absurdo.

—Se establecen los veinte como la edad para el primer embarazo. En ese momento, tus estudios habrán finalizado y compaginarás tu trabajo en el área de investigación con tu puesto de profesora en el arca. Cuando des a luz, tu hijo pasará a ser parte de la comunidad, pero será trasladado a otra arca para romper el apego individual. Es una forma de que todos nos ocupemos por igual de los menores. No pertenecen a nadie pero a la vez pertenecen a todos.

Me froto la cara para intentar borrar el malestar que siento pero no funciona. Intento entender lo que me está contando, sin embargo no puedo. Es algo tan antagónico a mi realidad que no soy capaz de ponerme en el lugar de la Ari de aquí.

—Lo siento, pero es que me está resultando muy complicado todo esto. Vivo en un lugar en el que tener hijos, es mi decisión. No una imposición. Y más cuando estamos hablando de tenerlos y olvidarte después de ellos. No somos fábricas ¡por Dios! Esto me supera...

—Sé que te es difícil asimilarlo pero realmente resulta. Y los niños son felices. No demuestran tener carencia de afecto, por lo tanto, ¿dónde está el problema? Que sea diferente, no significa que sea malo.

—¿Qué ocurre si una chica no se siente preparada para un embarazo?

David se encoge de hombros.

—Hay normas. Si alguna se niega, sería expulsada del arca.

—¿Nadie protesta?

Antes de que hable ya sé la respuesta.

—Nos hemos criado de esta manera. Para nosotros no hay nada extraño en ello. Es nuestra forma de vida. De todas formas, no me has dejado acabar...

Casi me da miedo lo que pueda venir a continuación.

—Dime que no es peor que lo que ya me has contado.

—No es eso... te he contado, que se establecieron los veinte como la edad para un primer embarazo. La idea era que, en caso de no tener pareja se asignara una temporal por... afinidad genética.

—¿Y?

—Como te dije, cuando se comenzó a buscar a los Shaendum entre la población, se investigaba que no tuviéramos problemas cardíacos o respiratorios pero apareció un problema con el que no contábamos. Tenemos problemas para concebir.

Me detengo de golpe y David me imita. Eso sí que es una sorpresa.

—Pero no somos estériles, ¿no?

—No, aunque es imposible que una pareja conciba al mantener relaciones.

Miro al horizonte y veo un pequeño estanque. Echo a andar hacia él y me siento en la orilla. David toma asiento a mi lado y ambos permanecemos en silencio durante unos minutos.

—¿Entonces qué? ¿Inseminación?

—Sí. Digamos que a partir de los 20 tenemos que someternos a un tratamiento para aumentar la fertilidad. Después de varios meses de tratamiento, los hombres tenemos que realizar varias donaciones, de las que se extraerá, esperma con una movilidad óptima y vosotras como receptoras, seréis inseminadas cuando vuestro control diario indique que es el momento idóneo.

Así, sí que ha perdido toda la gracia el asunto.

—Qué artificial suena...

—Todo sea por el futuro de la especie.

—¿Y funciona?

David ladea la cabeza, lo que me hace dudar entre un sí y un no.

—Solo un porcentaje muy bajo de las veces se consigue. La cuestión es que no sabemos por qué la fertilidad ha disminuido tanto, aunque imaginamos que la contaminación puede tener algo que ver. Fuera también se ha reducido drásticamente la natalidad...

Observo la superficie del agua mientras pienso en todo lo que me ha contado. Me cuesta aceptar la maternidad como algo impuesto, pero a la vez me parece terrible que sea tan complicado traer un nuevo ser a este mundo. ¿Qué puede ocurrir si la situación empeora y la infertilidad se impone? ¿Será este el fin de la especie o tendremos que limitarnos a desarrollar embriones humanos a partir de bancos genéticos? Sacudo la cabeza para librarme de ese pensamiento y justo en ese momento veo dibujarse unas ondas en el agua. De golpe, emerge a la superficie un pequeño animal y agudizo la vista para distinguir qué es. Una nutria. No puedo evitar sonreír. El animal flota boca arriba y se desplaza moviendo lentamente las patas traseras. Me trasmite tranquilidad su aletargado avance por el agua y por primera vez en todo el día, no siento una incómoda opresión en el pecho.

David se da cuenta de cuánto necesito un momento de paz y se mantiene en silencio lo que parece un largo rato, hasta que soy yo la que estoy dispuesta a retomar el camino. Pasamos el resto de la tarde en su habitación, no solo porque necesitamos organizar bien lo de Álex, también porque no quiero coincidir con la gente que me conoce aquí. Es una realidad demasiado diferente, como para no levantar sospechas y prefiero no involucrar a más personas de las necesarias. Es algo que he aprendido de la peor manera.

Cenamos juntos pero al acabar, me voy con la excusa de estar agotada. Nada más lejos de la realidad, sé que me costará conciliar el sueño, pero necesito poner en orden mis ideas y para eso necesito estar sola. Me tumbo sobre la cama y comienzo a pensar, no solo en lo que me espera mañana, sino en lo que me han propuesto. Un viaje sin rumbo ni destino, en busca de una posibilidad. Solo eso. Me doy cuenta de lo listo que ha sido David. Quizás cuando me hizo ver esta realidad, no las tenía todas consigo, pero sabía que había muchas posibilidades de que yo viniera. Y no solo eso, me conoce lo suficiente para saber que no soy capaz de quedarme al margen. Por muy complicado que sea, por muy difícil que parezca lo que plantean. Si hay una sola posibilidad de que salga bien ¿acaso no hay que intentarlo? Por esta realidad, por la mía, por todas.

Por primera vez en todo el día pienso en Neo. Le he apartado de mi mente a propósito para no sentirme mal con su ausencia. Ahora en cambio, dejo que la soledad me envuelva por completo. Le necesito. Necesito su abrazo reconfortante y sobre todo, necesito poder hablar con él, contarle lo que pasa por mi cabeza y que él me hable sin tapujos. Pero no está y me duele. Lo peor es que sé que me estará buscando, en esta o en otra realidad y sin embargo, puede que no nos encontremos nunca. Y si mi permanencia aquí se alarga...

Ni siquiera noto cómo me voy atontando hasta quedar dormida. Quizás porque él es mi último pensamiento, el caso es que sueño con Neo. Sin embargo, no resulta agradable...

Estamos en una sala de reuniones y nos gritamos el uno al otro.

—No me has contestado. ¿Qué has presentado a la delegación de Gobierno? —me pregunta en un tono visiblemente molesto.

—Ya lo sabes —respondo con acritud, negándome a entrar en detalles.

Neo se revuelve el pelo con ambas manos. Su gesto contrariado me confirma que no está de acuerdo.

—No voy a seguir participando de todo esto. ¡Me niego! Lo que tu planteas no es una solución. Estamos dejando a la mayor parte de la población fuera de nuestros planes. ¿No lo entiendes? Nuestro deber es velar por la supervivencia del planeta y si seguimos por este camino, nos estamos equivocando.

Me duelen sus palabras aunque no me sorprenden. Él siempre ha sido el más reacio.

—Eres parte del equipo...

—Lo era.

—¿Qué quieres decir?

Le miro incrédula. ¿Acaso va a rechazar la oportunidad de participar en esta investigación?

—Lo dejo.

—¿Hablas en serio?¿Qué vas a hacer?¿Elegir otra línea de investigación?¿Otro sector?

—No me has entendido. Voy a salir del arca.

El miedo me atenaza la garganta, haciendo que las palabras me salgan a trompicones.

—Pero... fuera... ¡es peligroso! Y además, eres un Shaendum... no puedes rechazar el privilegio que supone vivir aquí. No lo hagas...

—No quiero continuar más tiempo aquí dentro. No acepto vivir de esta forma. Quiero salir, e intentar ayudar fuera. Entiendo que no estés de acuerdo, pero tengo que hacerlo. Algo dentro de mí, me pide a gritos que haga algo, me dice que mi lugar está fuera. No lo apruebas, ¿verdad?

Me cruzo de brazos. Quiero gritarle, decirle que es un idiota por pensar así. Quiero decirle muchas cosas, pero me las callo.

—No lo apruebo.

—¿Sabes? Creo que llegará un día en el que pienses como yo. Si ese día llega, búscame fuera. Quizás entonces, todo pueda ser distinto. Quizás, nosotros podamos ser distintos.

Aprieto los dientes para no llorar. Neo se acerca y me da un abrazo rápido. No espera palabras de despedida por mi parte y cuando me suelta, sale de la sala dejando la puerta abierta. Le veo alejarse por el pasillo, con las manos en los bolsillos y la actitud relajada de quien se ha quitado un peso de encima.

Pienso en gritarle la verdad, que le quiero, que no me importa que se vaya por el equipo, sino porque no estará a mi lado, como ha estado siempre, sin embargo sé que eso no servirá para hacerle cambiar de opinión. Primero, porque él no siente lo mismo por mí, segundo porque cuando Neo toma una decisión, esta es inamovible.

Sacudo la cabeza para librarme de la sensación de decepción que me envuelve. Puede que él no esté de acuerdo, pero yo sé que mi proyecto es la posibilidad de hacer algo grande. De ampliar las arcas. Y no dejaré que un inconveniente como su marcha me impida continuar. Tendré que hablar con David para que sea una parte más activa, ahora que el Gobierno está dispuesto a financiarnos. Tengo claro que a partir de hoy, esto ha de ser una prioridad para mí. El futuro de muchos, está en mis manos.


¡Hola a todxs! ¿Qué tal estáis? 

Espero que haya sido una grata sorpresa encontraros con un nuevo capítulo. Ya sabéis que tengo costumbre de actualizar cada dos semanas, pero este capítulo me ha llevado menos tiempo y ¿para qué esperar una semana más? 

Bueno, ahora al tema. Estos chicos están locos, ¿verdad? No por el plan en sí, sino por pretender que Ari les acompañe... ¿siempre la tienen que meter en líos? Y sí, sé que lo estáis pensado, ella no es capaz de decir "esto no va conmigo" y volver a su realidad. Habrá que ver qué decide hacer... 

Y ¿qué pensáis del control de natalidad?¿Habíais pensado en ello? ¿Seríais capaces de tener hijos de esa forma impuesta "por el bien de la humanidad"? No sé si lo sabéis, pero los nazis crearon una asociación llamada Lebensborn, en la que se daba asistencia a las esposas de miembros de las SS y madres solteras siempre que demostraran que eran racialmente puras. Aunque después se contó que se dedicaban a realizar una reproducción selectiva. Ahí lo dejo como curiosidad. 

Y ¿qué os ha parecido el final del capítulo? ¿No queríais saber de Neo? Ya sé que no es mucho, pero ese sueño da muchos detalles a tener en cuenta. Y no digo más. 

Quiero agradecer a quienes me contaron en el anterior capítulo cómo encontraron esta trilogía, me ha servido de mucho esa información, aunque os pueda parecer una tontería.  También aprovecho para recordaros lo importante que es cada voto y cada comentario vuestro. Eso hace que la obra suba en el ranking y sea más visible. No os cuento ya, cuando además la recomendáis, esa es la mayor ayuda que me podéis prestar. De todas formas, estoy muy contenta, las lecturas van subiendo y las historias están prácticamente siempre dentro del ranking y eso es gracias a cada uno de vosotros. ¡Os adoro!  

Por cierto, también vosotros me podéis hacer preguntas, mientras no sean spoilers, estaré encantada de contestaros. ¡Pronto más! Besitossss

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