CAPÍTULO 53
Bajar al valle con Jamie y David es toda una experiencia. La sorpresa dibujada en sus caras y la enorme sonrisa que son incapaces de borrar me hace creer que esa fue la misma reacción que tuvimos Caleb y yo. Es imposible no emocionarse con todo lo que nos rodea en estos momentos: la vegetación, los edificios, la gente...
Caleb se lleva a su hermano al laboratorio de Hikari para explicarle lo que ella ya nos contó con todo detalle y Jamie y yo decidimos quedarnos un rato junto al lago, disfrutando de las vistas que el lugar nos ofrece.
—Se me hace raro que las chicas no hayan venido con nosotros —le comento.
Después de cómo terminó el día ayer, pensamos que nos acompañarían a la ciudad, pero dijeron que lo harían más adelante, que en estos momentos era más importante que resolviéramos lo que nos había traído hasta aquí. No negaré que tenían toda la razón.
—Lo sé, a mí también me resulta extraño... —responde pensativo con la vista perdida en la superficie del agua.
—¿Qué estás pensando, Jamie?
—Hay algo que necesito saber pero lo cierto es que me da miedo preguntártelo...
Me doy cuenta de que está serio y creo que nunca le he visto así.
—Somos amigos, sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea —apunto, intentando que se relaje.
Cuando desvía la vista del lago y la clava en mí, me doy cuenta de que está buscando en mi rostro una respuesta que por algún motivo cree que voy a evitar darle. No sé de qué va todo esto pero ahora soy yo la que me estoy poniendo nerviosa.
—Es que me está carcomiendo por dentro. Había decidido no decirte nada, dejarlo pasar, pero no puedo. No dejo de darle vueltas, porque no lo entiendo y... —Se detiene un momento como para organizar sus ideas. Coge aire y vuelve a la carga—. Verás, cuando te acompañé a ver a Neo, os escuché hablar. ¡Sé que no debería haberlo hecho! ¡Lo sé, de verdad que lo sé! Pero estaba preocupado por vosotros y quería asegurarme de que tú estabas bien...
Me doy cuenta de lo que ocurre. Nos escuchó hablar... sobre regresar.
—No sé qué pudiste oír para que estés tan raro conmigo —intento disimular, aunque noto cómo empiezo a sudar.
—Sé lo que escuché, lo que no entiendo es qué significa. Le hablabas de regresar, que si permanecía aquí podía quedar atrapado... y mira, le he dado muchas vueltas pero nada tiene sentido. Necesito que me lo expliques, Ari.
Clavo la mirada en el suelo. Estamos sentados en la hierba, como dos jóvenes cualquiera pasando el rato en un parque. Pero este momento no tiene nada de normal. Y la conversación aún menos.
—Jamie...
No sé qué decirle. No tenía ninguna intención de contarle la verdad, porque en la anterior realidad descubrí lo duro que era despedirse de la gente que quieres. Pero ahora, me tiene entre la espada y la pared. Estira la mano y empuja mi barbilla hacia arriba para que levante la vista y le mire. No tengo escapatoria.
—Ari, tú lo has dicho. Somos amigos y por eso me lo vas a contar. Sabes que no podré dejar de pensar en ello y será peor.
—No pertenecemos a esta realidad —suelto de golpe, antes de que mi racionalidad me impida hablar.
Sacude ligeramente la cabeza, como si creyera que ha escuchado mal.
—¿Qué quieres decir con eso? ¿Sois extraterrestres o algo así?
Me relajo un poco al escuchar la absurda pregunta.
—No, Jamie. A ver cómo te lo resumo... hace unos meses descubrimos que se podía viajar a otras dimensiones a través de los sueños, ocupando tu propio cuerpo en esa otra realidad. Viajamos a esta para solucionar un problema y Neo y yo nos quedamos ayudando a David y Caleb.
—Pero entonces ¿Neo está bien? ¿Regresó?
Ojalá tuviera la respuesta a eso.
—Creo que sí, aunque no estaré del todo segura hasta que lo vea con mis propios ojos.
—¿Y los chicos lo saben?
Cómo no. Una pregunta lleva a otra.
—Sí, ellos también estaban experimentando sobre ello y coincidimos con David en otra realidad, lo que nos llevó a visitar esta y por eso él estaba al tanto de todo. Sé que es difícil de entender...
Cuando veo que se encoge de hombros, la sorprendida soy yo.
—¡No! Es decir, sí, vale es un poco raro, pero a la vez es como si ahora todo encajara. Solo era una sensación, sin embargo, desde el principio notaba que algo se me escapaba... Pero, has dicho que coincidiste con David en otra realidad... ¿y conmigo? ¿nos conocemos ya de antes?
Asiento lentamente y Jamie abre mucho los ojos.
—En esa otra realidad, te convertiste en mi mejor amigo... —digo emocionada. Aún recuerdo cuánto me costó despedirme, sabiendo que al día siguiente estaríamos en lugares tan alejados—. Cuando volvimos a encontrarnos aquí, fue una alegría inmensa, aunque no pudiera decírtelo.
—Es extraño pensar que me conoces de antes, pero a la vez es como si ya lo supiera. Es decir, cuando Neo te presentó a todos en la cocina de Jochen, tuve... no sé, una sensación extraña, de conexión contigo. ¡Llámame loco! —exclama—. Creo que no digo más que tonterías.
Sin dudar, le cojo de la mano. Lo último que quiero es que piense así.
—No, para nada. Sé de lo que hablas. Lo creas o no, estamos unidos a cierto número de personas en todas nuestras realidades.
—Me gusta esa idea...
Miro hacia el edificio donde se encuentra el laboratorio de Hikari.
—Deberíamos ir a ver qué tal les va a estos. Aún debemos solucionar varios asuntos que no podemos demorar más.
Jamie simplemente asiente y se levanta a toda prisa, ofreciendo su mano para ayudarme. Nos dirigimos al edificio que visité apenas hace unos días y allí encontramos a los tres enfrascados en una interesante conversación.
—Vaya, parece que el mundo de las plantas os resulta apasionante —suelto con sorna.
—Ni te imaginas —confiesa Caleb.
Hikari esboza una amplia sonrisa, complacida.
—Estos —señala a ambos—, serían dos grandes adquisiciones para mi laboratorio. Su sed de conocimiento es algo que valoro muchísimo.
Entiendo que quieran saber todos los entresijos del trabajo que la ciudad desarrolla, pero no sé si en estos momentos podemos perder tanto tiempo con eso.
—Pero ¿cuándo tendréis toda la información que necesitará nuestra urbe para poder dar uso de los Árboles de vida?
La chica se adelanta.
—Ya saben todo lo que necesario, ahora solo están saciando su curiosidad.
—O sea que podemos organizar ya nuestro regreso —apunto.
Ellos asienten.
—Ari tiene razón —concede David—. Nos estamos entreteniendo con detalles que podemos investigar más adelante, en vez de centrarnos en lo importante.
—Creo que la sola idea de realizar el viaje de regreso es lo que hace que queramos permanecer aquí el mayor tiempo posible —confiesa Jamie.
Como siempre, ha dado en la diana. Pensar en pasar por un camino de vuelta tan conflictivo como el de ida, echa para atrás a cualquiera.
—Cierto, Jamie. Pero no tenemos más opciones. Sé que nuestro viaje fue accidentado y nada nos asegura que ahora vaya a resultar más sencillo, sin embargo es algo que tenemos que hacer. Nos embarcamos en esta aventura para dar una segunda oportunidad a nuestra gente, no podemos olvidarnos de ellos ahora.
—¿Cómo llegasteis hasta aquí? —pregunta Hikari con interés.
—Tenemos un furgón escondido al pié de la montaña —le explica David.
La chica se queda pensativa durante un momento. ¿Qué estará pensando? Realmente no hay otra forma de regresar que desandar los kilómetros.
—¿Y es necesario que regreséis todos?
No entiendo su pregunta y miro al resto, desconcertada.
—¿Todos? Esa era la idea, aunque tampoco resulta imprescindible, ¿no?
Los chicos se encogen de hombros.
—Puede que haya una manera de regresar más rápida. Pero como mucho podréis ir dos. Y claro, primero deberéis hablar con Orlena y con Alain...
—¿Nos puedes explicar cual es esa opción? —pregunto ansiosa. Tanto secretismo...
La chica se rasca la nuca y creo que por un momento piensa que ha hablado de más. Sin embargo al final, decide explicarse.
—Alain tiene una avioneta. ¿Sabéis lo que es?
David y yo asentimos.
—Pero ¿cómo? Hace décadas que el cielo quedó vacío, ya nada nos sobrevuela, excepto los drones —aclara David.
—¿Volar? ¿Lo decís en serio? —exclama Jamie.
Soy consciente de lo complicado que tiene que parecer para él que no ha subido nunca a un avión, pero si hay esa posibilidad, es nuestra mejor opción. Cubriríamos en unas horas el trayecto que nos llevó varios días realizar.
—¡Piénsalo! En nada estaríamos de vuelta en la urbe —le explico—. Además los riesgos serían menores, las guerrillas no podrían atacarnos...
Jamie comienza a pasearse nervioso.
—Ya, menores... ¿y si nos estrellamos? ¿Eso no es un riesgo?
Miro a Hikari buscando ayuda.
—Entiendo que Alain ha volado con esa avioneta. Tendrá experiencia ¿no?
—¡Por supuesto! Es totalmente seguro volar con él. Eso sí, tendréis que convencerle, nunca se ha alejado con ella y hacer un viaje tan largo, sumado a que tendrá que aterrizar junto a una urbe...
—Ya, entiendo... —Tendré que pensar cual es el mejor enfoque para que no pueda decir que no. Al menos, él fue uno de los que votó a favor de ayudarnos.
—Hablad con Orlena —mira la hora y añade—. Si vais ahora al comedor, seguramente coincidáis con ella. Decidle que yo he propuesto esa solución para vuestro viaje. Eso también será de ayuda. ¡Suerte chicos!
Nos despedimos de ella, agradeciéndole todo lo que está haciendo por nosotros y nos dirigimos al comedor dispuestos a abordar a Orlena.
—¿De qué estabais hablado cuando hemos llegado? —pregunto sin poder evitar la curiosidad.
—Oh, bueno, resulta que Hikari es experta en inteligencia vegetal, parte de sus estudios se basan en la capacidad sensorial de las plantas, especialmente los árboles —explica Caleb con cierto entusiasmo en la voz.
—Sí, nos ha explicado que las plantas perciben las vibraciones sonoras y las gradaciones de la luz, pero no solo eso... también los cambios eléctricos o la química en el ambiente y la tierra... —añade David.
Ahora entiendo el interés de ambos.
—Vaya... no sabía que su capacidad sensorial podía ser tan amplia...
Caleb me hace un gesto, indicando que aún hay más.
—No solo eso. Nos ha estado contando cómo los árboles se comunican a través de las raíces, que estas producen y perciben sonido. Es como si formaran una red subterránea y así, en un bosque están todos conectados. Incluso en el caso de ser necesario, se ayudan entre ellos, transfiriendo recursos vitales a través de las raíces. Un árbol que está a punto de morir, puede ceder los nutrientes que le quedan a otros...
Miro a Caleb boquiabierta. Es increíble pensar que sean capaces de estar conectados de semejante manera.
—¡Y no solo se comunican bajo tierra! —se apresura a explicar David—. También son capaces de enviar mensajes de peligro a través de moléculas químicas volátiles a otras plantas de la misma especie. Si por ejemplo, aparece una plaga, se avisan.
—El trabajo que Hikari realiza, demuestra que deberíamos dar a las plantas la importancia que se merecen —sentencio.
Seguro que aún nos queda mucho que descubrir sobre ellas y dado lo necesarias que son para nuestro entorno...
Llegamos al comedor donde tal y como Hikari ha predicho, Orlena está ocupando su mesa de siempre, acompañada de Heiner. Nos acercamos a ellos y la mujer, nos invita a tomar asiento.
—Tenéis toda la pinta de quien viene a pedir algo... —revela, demostrando que su intuición no falla.
Decido no andar con rodeos.
—Así es. Necesitamos la ayuda de Alain. Queremos usar su avioneta para regresar.
¡Ay Jamie! Si es que es un cielo... ¿no creéis? Yo me pedía un "mejor amigo" así. Pobre Ari, segunda dimensión en la Jamie se entera y tendrá que decirle adiós con todo el dolor de su corazón.
Y bueno, ¿lo de la avioneta? ¿No os da un poco de miedito? Jajjjaja, a mí no sé qué me da más miedo, si la avioneta o Alain, que cualquiera sabe cómo pilota.
Venga, solo quedan 3 capítulos para el final...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top