CAPÍTULO 52


Siento cómo me zarandean y tardo un momento en recordar dónde estoy. Me encuentro con los ojos de Caleb que me mirar con tristeza y no hace falta que diga nada. Neo permanece tendido a mi lado, con sus brazos aún rodeando mi cuerpo, pero sé que él ya no está aquí. Ni él, ni Owen. Aun así, me acurruco contra su pecho, mientras lloro sin consuelo.

Pasa el tiempo sin que sea capaz de moverme ni un ápice y cuando noto de nuevo la mano de Caleb sobre mi hombro, me revuelvo.

—¡No! ¡No quiero separarme de él! ¡No quiero! —protesto enfadada con la situación.

—Ari, Neo ya habrá despertado. No tienes de qué preocuparte.

No lo entiende. Me separo lentamente del frio cuerpo y le miro a través de mis lágrimas.

—¿Y la Ari de aquí? Acaso ella no se merecía tener una vida junto a Owen. ¡No es justo! Sabes que no es justo.

Caleb se sienta a mi lado abochornado.

—No lo había pensado así. Y tienes razón, seguramente mucho de lo que sientes ahora mismo en tu interior pertenece a ella. Perder a la persona que más quieres... es difícil...

—No te haces una idea —murmuro.

Cuando de pronto, me sujeta de los brazos para que le preste atención, el gesto me sorprende, aunque no hay nada agresivo en él, solo determinación.

—Mira, ha ocurrido. Y es terrible. Es algo que todos hubiéramos preferido que no pasara, pero ya no hay nada que hacer. Tienes que centrarte, acabar lo que aún tenemos pendiente aquí y regresar, ¿comprendes? Así solo conseguirás estar separada de Neo más tiempo. Lo siento por Ari, lo siento de veras y también por Owen, pero tenemos que continuar.

Miro de nuevo el cuerpo de Neo y se me encoge el corazón.

—No quiero dejarle aquí solo y no sé qué... opciones hay en este lugar.

—Tranquila, iré a buscar a Eren para que nos ayude.

Hace ademán de ponerse de pie pero le detengo.

—No sé cuántas veces te he dado ya las gracias en esta realidad...

—¡No sigas! —me interrumpe—. Solo estoy siendo un buen amigo.

Remuevo la comida del plato sin ganas de probar bocado pues no puedo dejar de pensar en las últimas horas. Cuando Caleb regresó con Eren, subieron el cuerpo al todoterreno y este último me contó que lo habitual era la incineración, que él se encargaría de llevarlo para que se ocuparan.

Regresé a la casa sin ganas de nada y recibí las palabras de ánimo del resto del grupo aunque eso no ayudó a calmar mi dolorido corazón. Me retiré a la habitación, necesitada de un lugar en el que llorar en soledad, sin embargo y para mi sorpresa, no tardé en tener a Jess acurrucada a mi lado. No dijo nada, demostrando que ese simple gesto, podía valer más que mil palabras.

Y ahora, un día después, sentada a la mesa con todos, intento aguantar el tipo, cuando lo único que quiero es hacerme un ovillo y llorar hasta quedarme seca. Para colmo, el resto, viendo mi estado, ni siquiera se atreven a iniciar una conversación, así que en el lugar reina el más incómodo de los silencios.

Finalmente, después de dar dos bocados, doy por terminada mi comida y echo una mano a recoger, por estar entretenida más que nada. Lo que sea con tal de no pensar.

—Mi padre ha dicho que mañana bajaréis todos al valle —nos informa Kesia como si nada—. Para entonces ya tendrán listo en el laboratorio todo lo que necesitáis llevar a vuestras cúpulas.

David la mira extrañado.

—¿Tú no vendrás con nosotros a la ciudad?

Ella lanza una mirada al techo, como si le fastidiara tener que darle explicaciones.

—Jess y yo pertenecemos al clan y nuestro lugar está aquí. Pisamos la ciudad en contadas ocasiones y está claro que esta no será una de ellas.

—Pero, seguiremos en contacto ¿no? —insiste él mirándonos a todos.

Veo el rostro compungido de Jess y sé que no le hace ninguna gracia separarse de nosotros.

—En realidad no. Os cederán un espacio como hicieron con Caleb y Ari para pasar los días que necesitéis hasta que todo esté listo para partir.

David aprieta los puños molesto y no le importa que todos les estemos prestando atención.

—Vas a dejar que pase ¿verdad? Dejarás que me vaya y tú ¡seguirás con tu vida como si nada!

Kesia se acerca y se enfrenta a él.

—¿Y qué quieres que haga? Que lo deje todo por ti, ¿no? Lo siento, pero mi destino ya está escrito David y no hay espacio para ti en él.

Dicho esto, se da la vuelta y sale de la habitación a toda prisa, sin dar oportunidad a David para añadir nada más.

—Necesito tomar el aire —decide David.

El resto continúan a lo suyo, haciendo como que no ha pasado nada. Todos menos Jess que que permanece con la cabeza gacha. Me acerco a ella, preocupada.

—¿Estás bien?

—No, es decir, siempre pensé que Kesia realmente quería ser Dashe pero ahora tengo la sensación de que lo considera más una obligación que otra cosa. Si siente algo por David, no es justo que renuncie a ello por una estúpida costumbre.

Entiendo que esté enfadada pero su reacción no soluciona nada.

—Las tradiciones son importantes, Jess. Es la forma de no perder la esencia...

—Lo sé, pero no creo que tenga nada de bueno ser tan estrictos cuando lo único que se va a conseguir es que dos personas sean infelices.

Me encojo de hombros, resignada.

—Me gustaría poder hacer algo, sin embargo en estos momentos, no se me ocurre nada.

—Puede que a ti no, pero yo tengo una idea.

Se va sin decir ni una palabra más y yo me pregunto qué se le habrá pasado por la cabeza. Sea lo que sea, espero que funcione...

Salgo en busca de David y por suerte, no tengo que ir muy lejos, pues está sentado junto a la entrada de la casa. Parece derrotado y realmente me apena verle así.

—¿Puedo sentarme?

—Claro —responde, haciendo un gesto para que lo haga.

Durante un momento permanecemos en silencio hasta que de golpe suelta:

—¿Estoy loco Ari?

—¿A que te refieres?

Se frota la cara, como si así consiguiera espabilarse.

—¿Es cosa mía? ¿Realmente ella no siente nada por mí? Quizás soy un loco acosador que me he empeñado en algo que no puede ser.

Suena derrotado y me preocupa que pueda estar pensando así.

—No...¡no! Es decir, vale que has hecho alguna cosa mal, como aquel día que la besaste así por las buenas... pero aparte de eso ¿cuál es tu delito? Nadie decide de quien se enamora. Eso ocurre...

—Cada vez tengo más claro que estoy destinado a no compartir mi vida con nadie. Primero tú, ahora Kesia...

No me gusta nada esa actitud catastrofista y de verdad que me gustaría poder ayudarle pero no sé de qué modo. Me levanto y de pronto me siento agotada.

—Voy a echarme un rato, necesito dar una cabezada. Luego nos vemos. Todo lo ocurrido estos últimos días me está pasando factura.

David me detiene.

—Lo siento, estoy siendo un estúpido. Sé que lo de Neo no resulta fácil para ti y aquí estoy yo, montando este jaleo por algo que no tiene remedio.

Dejo que sostenga mi mano por un instante pues me reconfortan sus palabras. Eso me hace pensar que debería ser menos negativo. Esto no es el final.

—Puede que todavía se nos ocurra algo. No pierdas la esperanza aún.

Me despierto sobresaltada al escuchar la voz de Jamie. Me incorporo y este me mira desde el umbral de la puerta.

—¿Qué ocurre? —pregunto, notando la boca pastosa. Creo que he dormido más de la cuenta.

—Jess quiere que nos reunamos en el salón con ella. Dice que tiene algo que anunciarnos.

No sé qué ha podido pasar en una tarde para que sea tan importante reunirnos a todos, sin embargo es algo que no descubriré a menos que acuda. Me levanto con pesadez y salgo por la puerta, estirando los brazos para intentar desprenderme de la sensación de rigidez que me envuelve. Ambos llegamos al piso inferior y veo que Kesia y Caleb están sentados a la mesa. Tomamos asiento a su lado y les miro interrogante.

—¿Alguno de vosotros sabe de qué va todo esto?

—Para nada —responde Caleb.

Kesia simplemente niega aunque no consigue disimular del todo cierta intranquilidad. Golpetea la mesa con el dedo índice sin ser consciente de ello. ¿Estará así por David?

Justo cuando estoy a punto de preguntarle, la puerta de la calle se abre y este entra acompañado de Jess. Se sienta frente a Kesia y al momento ella aparta la vista, incómoda. Vaya dos...

Jess se sitúa en el lugar que habitualmente ocupa su madre pero decide quedarse de pie. Nos mira a todos con una extraña expresión de felicidad.

—¿Y bien? —interroga su hermana, incapaz de esperar por más tiempo.

—Tú quieres a David —suelta la muchacha así por las buenas.

Kesia se pone de pie de un salto y por un momento, pienso que va a pegar a Jess.

—¿Para eso nos has reunido? ¿Para preguntar tonterías?

Esta, en vez de asustarse ante sus gritos, esboza una sonrisa de autosuficiencia que hasta ahora no había visto en ella. Pone los brazos en jarras y se enfrenta a la que hasta ahora ha sido su modelo a seguir.

—No lo he preguntado —le aclara—. Lo he afirmado.

—No sé qué piensas que vas a conseguir con todo esto. Sabes que no hay nada que hablar —insiste Kesia cada vez más enfadada—. Voy a ser Dashe.

—Ya no.

Lo dice tan tranquila que todas las miradas se quedan clavadas en ella.

—¿Cómo que ya no? De verdad que no dices más que estupideces...

—He hablado con nuestros padres y me he ofrecido yo —nos informa.

Kesia se sienta de nuevo, derrotada. Sé que ella no ve nada bueno en esto, pues precisamente aceptó ser Dashe para evitar que Jess tuviera que dedicar su vida únicamente a la comunidad.

—No lo dices en serio... ellos no aceptarán tu ofrecimiento...

—Al contrario. Saben que para tener ese cargo, hay que estar libre de ataduras. Tú ya no estás libre, le quieres a él... Si ser Dashe se convierte en un sacrificio tan grande, pierde su sentido. Por lo tanto solo puede aceptar esa posición quien sabe que no va a pensar cada día de su vida que algo falta en ella.

No puedo dejar de mirar a Jess. Me asombra que sea capaz de afrontar una decisión tan importante con esa seguridad.

—Me ofrecí para que no te vieras en la obligación de cargar con esa responsabilidad y ahora vas tú y haces esto...

Kesia niega con lágrimas en los ojos. Realmente está dispuesta a lo que sea por su hermana.

—Lo sé y debí darme cuenta antes de que ese era el verdadero motivo por el que pediste ser Dashe. Pensaba que simplemente se trataba de competitividad, de querer ser la número uno en todo —Jess se acerca a su hermana y la abraza—. Gracias por preocuparte por mí, por cuidarme sin yo saberlo. Ahora ha llegado el momento de que yo te devuelva una parte de todo lo que me has dado...

Cuando se separan, Jamie se apresura a preguntar.

—Pero ¿por qué hacer esta reunión con todos nosotros?

Jess lanza una rápida mirada a Kesia antes de contestar.

—Pensé que esta era la única forma de que ella me escuchara hasta el final. Si llegamos a estar solas —explica riendo—, seguro que no me hubiera dejado ni acabar la segunda frase.

Miro a la mayor de las chicas. Aún no se ha pronunciado respecto a David y este permanece sentado con la vista clavada en la mesa, como si estuviera analizando lo que está ocurriendo.

Eren y Afra aparecen en este momento y se sorprenden al encontrarnos a todos reunidos. Por su expresión está claro que estaban buscando a sus hijas.

—Queremos hablar con vosotras —comienza Afra—, sobre la petición de Jess.

La mujer deja de hablar y desliza la mirada sobre cada uno de nosotros. Al instante lo entiendo: por muy hospitalarios que sean, este es un tema para hablar a solas, no necesitan espectadores. Sin embargo, Jess también se da cuenta de la incomodidad de su madre y se apresura a aclarar.

—Madre, están al tanto de todo. Son nuestros amigos y al menos yo, no quiero dejarles al margen.

Afra duda durante un momento, pero finalmente asiente.

—Realmente has madurado mucho durante este tiempo hija —dice mientras alarga la mano y le acaricia la mejilla—. Está bien, hemos reflexionado sobre tu ofrecimiento... y lo siento, pero nos vemos obligados a rechazarlo.

Veo cómo Jess aguanta la respiración, sin embargo Kesia suelta un largo suspiro.

—¡No es justo! —protesta la hermana menor—. Quiero ser Dashe. ¿Preferís que lo sea Kesia por obligación?

—Tú no quieres ser Dashe —responde Eren sin levantar la voz—. Entendemos que lo haces por tu hermana y por eso, que te valoramos aún más. Pero sabes de sobra que no es el motivo adecuado para aceptar esa responsabilidad.

La muchacha aprieta los puños y es la primera vez que la vemos tan enfadada.

—¡Ella tampoco desea serlo! Se ofreció por mí ¿no lo entendéis? ¡No puedo permitir que se sacrifique así!

Kesia estira la mano hasta sujetar del brazo a Jess. Esta se sobresalta al notar el contacto y la mira extrañada.

—Tranquila pequeña —le pide con una sonrisa triste—, no pasa nada. He tenido mucho tiempo para hacerme a la idea de cual será mi lugar...

—Esperad —interrumpe Afra—, no hemos terminado de hablar. He dicho que hemos rechazado tu petición... pero también la de Kesia.

La sorpresa en las hermanas es mayúscula.

—¿Qué queréis decir?

—No vamos a permitir que nuestras hijas sacrifiquen su vida por la comunidad si no lo desean de verdad. Hay muchas formas de colaborar y de trabajar, sin necesidad de ser Dashe.

Kesia niega sin terminar de creerse lo que está escuchando.

—Pero es un privilegio que pertenece a nuestra familia y unas pocas más. ¿Vamos a renunciar a ello?

—Lo más importante para nosotros, es vuestra felicidad —explica Eren colocando una mano en el hombro de cada una de sus hijas—. Kesia, sentimos mucho no habernos dado cuenta de la verdadera motivación de tus actos. Ambas sois libres de elegir vuestro futuro.

La familia se funde en un emotivo abrazo y yo miro a mis compañeros, satisfecha de que una cuestión que parecía no tener solución, se haya resuelto. Realmente Eren y Afra son unas personas comprensivas que han decidido anteponer a sus hijas por encima de tradiciones o costumbres.

—Bien, y ahora —Afra coge a Eren de la mano—, nosotros vamos a preparar algo para cenar.

Nos dejan solos en el salón y yo sigo mirando de refilón a David. ¿Qué estará pensando? Justo entonces, se levanta de golpe y mira fijamente a Kesia.

—¿Podemos hablar? A solas.

Esta se pasa la mano por el pelo, en un gesto que denota nerviosismo y solo acierta a hacer un leve gesto de asentimiento. David se acerca a ella, la toma de la mano sin preguntar y la arrastra al exterior de la casa.

—¡Y se acabó la función! —suelta Caleb con una risotada.

Le doy un codazo ante su ocurrencia.

—Ya te vale...

—Dime que no te quedas con las ganas de saber lo que pasa ahora... —indica.

Lo cierto es que me muero por saber lo que ocurre pero no pienso darle el gusto de decirlo en voz alta.

—Qué intenso todo ¿no? —suelta Jamie y se relaja en el asiento como si hasta ahora hubiera estado en tensión.

Miro a Jess que permanece de pié, mordisqueándose la uña del dedo índice.

—¿Todo bien? —le pregunto extrañada al verla tan pensativa.

—Sí —de pronto esboza una enorme sonrisa—, pero ¡yo no me aguanto sin echar un vistazo!

Se acerca a la ventana y con disimulo se asoma al exterior, con cuidado de no ser vista. Al momento se retira hacia atrás, como si tuviera miedo de ser descubierta.

—¿Están ahí? —Jamie se pone de pie con intención de acercarse a mirar.

Jess asiente y yo me pregunto por qué no han tomado la determinación de irse a hablar lejos. Así, la tentación es demasiado fuerte.

—¿Qué ocurre? —interroga Caleb—. ¿Aún no se están pegando?

La chica echa un nuevo vistazo.

—De momento hablan, aunque la tonta de mi hermana parece que sigue... un poco a la defensiva.

Caleb se pone en pie y no tardan en ser tres los que se resguardan junto a la ventana. Aunque la única que lanza rápidas miradas al exterior es Jess. Mi interés por que todo salga bien, acompañado de cierto nerviosismo, me arrastra junto al resto.

—¿Y si Kesia sigue negando lo evidente? —Jamie está realmente preocupado.

—¿No somos un poco patéticos? —Caleb niega ante la evidencia—. Aquí, escondidos, cotilleando lo que hacen...

Sin embargo en esto no pienso darle la razón.

—Es porque nos preocupamos por ellos —afirmo—. Queremos que sean felices, nada más.

—¡Por todos los árboles! —exclama Jess, asomada—. ¡Mirad!

Los tres avanzamos para mirar afuera y nos encontramos con unos David y Kesia que se besan sin reparos. Jamie suelta un resoplido de alivio y Jess aplaude disimuladamente. Sujeto a Caleb del brazo y tiro de él para que se aparte de la ventana.

—¡Venga chicos! Fuera de ahí, ya no necesitamos saber más. Dejemos que tengan un poco de intimidad...

—¡Ey! —protesta Caleb—. Están en un sitio público. Estamos en nuestro derecho de mirar todo lo que queramos.

Le doy un pequeño golpe y le miro con mi expresión más amenazadora. Parece que eso le convence y se dirige a la cocina mientras farfulla algo de ayudar con la cena. Comenzamos a preparar la mesa y no puedo evitar pensar en lo que acabo de ver. Durante un primer momento, me he sentido extraña, pues no hace tanto era a mí a quien besaba. Sin embargo, no he tardado en recordar que este ni siquiera se trata del mismo David que yo conozco, que es el de esta realidad y solo una sólida amistad me ata a él. Me pregunto entonces cual sería mi reacción si viera al de mi realidad besándose con otra chica, cosa que en algún momento sucederá, pero lo cierto es que a ese David le quiero muchísimo como el amigo que es, nada más. Siempre será imprescindible en mi vida, sin embargo no hay atisbo de duda sobre el papel que cumplimos cada uno en esta historia. Y eso me lleva a pensar de nuevo en Neo, por milésima vez y la incertidumbre me genera cierta intranquilidad. "Ya falta menos, Neo. Pronto estaré de vuelta", lanzo este mensaje a través de mi consciencia, esperando que él esté despierto en nuestra realidad y que de una u otra forma, mis palabras lleguen hasta él. Quizás como un cosquilleo, esa sensación de presentimiento que a veces nos hace creer en cosas que no vemos. "Espérame".



Bueno... ¿veis? No todo son desgracias... jajaja De vez en cuando algo sale bien y todo.

 Lo cierto es que me alegro mucho de que ninguna de las dos sea Dashe porque estoy segura de que eso les hubiera hecho infelices. Ahora ya depende de David y Kesia el que su relación funcione o no. ¡Se aceptan apuestas! ¿Funcionarán esos dos como pareja o no? 

¿Quién quiere otro capítulo? Venga, que esto se acaba...

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