CAPÍTULO 49



-¿Qué ocurre Ari? -pregunta Caleb a mi lado.

-Mírala más de cerca... es una abeja robot.

Este me mira extrañado y al igual que yo, acerca la cara al pequeño animal. Vemos cómo se frota la cabeza con las patas delanteras como haría una de verdad y si no fuera porque le delata el brillo metálico de su cuerpo, nos hubieran engañado por completo. Incluso tiene las franjas negras y amarillas...

-Es increíble... -tartamudea Caleb.

El insecto sale volando antes de que pueda retenerlo, como si se hubiera cansado de ser el centro de atención.

-Lo que acabáis de ver es obra de Heiner.

Pienso en lo negativa que fue mi primera opinión sobre él, al escuchar claramente sus reticencias hacia nosotros. Algo que no mejoró al votar en contra de prestarnos ayuda. Sin embargo, acabo de entender por qué forma parte del consejo de Orlena. Si ha sido capaz de crear algo así, es una persona imprescindible en este lugar.

-¿Por qué abejas?

Le miro sorprendida de que no entienda el motivo.

-Son necesarias para polinizar las plantas, Caleb.

Hikari esboza una amplia sonrisa.

-Exacto, Ari. La polinización es fundamental para la fecundación de las plantas y por tanto del brote de frutos, semillas y nuevas plantas. Las abejas transportan el polen en sus patas de una planta a otra y realizan un trabajo que es muy complicado de llevar a cabo de forma manual.

Considero muy inteligente la idea de Heiner de crear esos pequeños insectos para que suplan el trabajo que antes hacían las abejas. En mi realidad, en vez de cuidar de ellas, estamos dejando que se extingan y cuando eso suceda ¿entonces qué? ¿Haremos igual que ellos? ¿Crearemos abejas robot para salir al paso? Me apena pensar que necesitaremos salir al paso de esta manera.

-¿Seguimos? Luego cuando vayamos a las instalaciones podréis ver más de cerca a esos pequeños bichillos...

Regresa a la carretera y continuamos nuestro camino. Además de las zonas de cultivo, atravesamos pequeñas granjas con una amplia variedad de animales, todos recuperados gracias al banco genético. Pasamos varias horas visitando esos lugares, en los que recibimos explicaciones del trabajo que se ha hecho para criar las diferentes especies.

Cuando cogemos de nuevo el vehículo, no tardamos en llegar a una zona donde los árboles se abren a un claro en el que hay un enorme lago de varios kilómetros de diámetro. La carretera gira en ese punto y comenzamos a bordearlo. Hikari, acostumbrada a pasar cientos de veces por aquí, sigue como si nada, sin embargo, nosotros miramos boquiabiertos la ingente cantidad de agua que tentemos ante nuestros ojos. En la cúpula también había un lago, pero este era mucho más pequeño. Y desde que salimos de ella, no habíamos visto una extensión similar de agua dulce.

-¿De ahí sale el agua que utilizáis? -pregunto haciendo un gesto con la cabeza.

Hikari mira entonces el lago, apenas durante un segundo antes de contestar.

-Sí. Durante años hubo que usar agua de ríos subterráneos. Después cuando la atmósfera comenzó a recuperar su estado original y la lluvia limpia y pura regresó, realizamos análisis al agua del lago de forma periódica, hasta que fue viable utilizarla. Aun así, la que consumimos pasa por un sistema de filtrado, claro.

Viene a mi mente el recuerdo de la lluvia de ayer. Ese momento en el que todos bailamos y reímos mientras el chaparrón mojaba nuestras ropas. Un momento de felicidad...

-Es una suerte haber recuperado un nivel de vida como este -suelta Caleb. Algo me dice que está pensando el las cúpulas y en toda esa vida ficticia que han querido que aceptemos como válida.

-Nos ha llevado décadas -explica Hikari con pesar-. Muchos de los que comenzaron aquí no llegaron a ver en lo que se ha convertido este lugar.

Sin embargo, serán tantas las generaciones que puedan disfrutar del inmenso valle...

-Vuestro hijos os deben esta nueva oportunidad. Espero que sean sabios y sepan cuidar de lo que por segunda vez se nos ha dado -apunto.

-Yo también lo espero -concuerda-. Bien, ya estamos llegando a las instalaciones.

Frente a nosotros un conjunto de edificios de una sola planta nos esperan. Hikari aparca el vehículo a la entrada y conecta una toma de electricidad en el lateral. Veo que hay unos cuantos coches más, pero no llegan a la docena. Tengo la sensación de que por decisión propia, han decidido utilizar la tecnología pero en su justa medida, es decir, solo lo imprescindible. Una perfecta combinación de la vida rural y la vida tecnológica.

Nos dirigimos al primer edificio, su frontal es de cristal, por lo que antes de llegar a él, ya vemos el trajín que hay en su interior. Cuando entramos, nadie nos presta atención, todos continúan con sus tareas sin fijarse en los dos extraños que acompañan a Hikari.

-Mirad, ahí está Heiner.

Algo en el tono de la chica, me hace pensar que le divierte la situación.

-Vaya, qué sorpresa Hikari -refunfuña Heiner-. ¿Se puede saber para qué les has traído aquí? Los árboles son "lo tuyo" y tú no trabajas en esta sección. Aquí no hay árboles.

-Oh, bueno. Es solo que han tenido la oportunidad de toparse con uno de tus bichitos y como les ha llamado tanto la atención he pensado en pasar por aquí primero y que vieran tu granja de robots.

Heiner mantiene el ceño fruncido durante un momento, sin embargo, después de soltar un gruñido, deja su tarea y nos mira.

-Venid.

Hikari nos sonríe y nos guiña un ojo. Entonces me doy cuenta de lo que pretende. Sabe que para él, lo más importante es su proyecto y ha visto la posibilidad de que se ablande un poco, al descubrir que nosotros tenemos interés en conocer lo que hace.

Se detiene frente a una puerta y se gira antes de abrir.

-A ver, no os asustéis, ¿vale? No hacen nada.

Le seguimos sin tener ni idea de a qué se refiere. Sin embargo, una vez en el otro lado, no tardamos ni dos segundos en darnos cuenta de qué se trata. Estamos en una sala tipo invernadero, que contiene un sinfín de plantas diferentes. Aunque eso no es lo llamativo, sino las decenas de abejas robot que vuelan de un lado a otro por toda la estancia. Es como estar rodeado de un enorme enjambre.

-¡Oh, vaya! -exclamo sorprendida.

Veo cómo Caleb se encoge un poco y creo que se está aguantando de soltar manotazos sin ton ni son. Varios insectos se posan sobre nosotros, pero el saber que son inofensivos, ayuda a mantener la calma.

-Antes de soltarlas en el exterior, las pruebo aquí -explica de forma escueta.

-¿Probarlas? ¿Por qué?

Heiner deja que una se pose en la palma de su mano y después la sujeta de las alas para mostrarla.

-Este pequeño insecto es más complejo de lo que parece. Una auténtica inteligencia artificial. Se las programa pero una vez comienzan a funcionar, se creen que son abejas de verdad.

Caleb suelta una carcajada.

-¡Pero eso es absurdo!

Le doy un codazo para que se calle y no eche por tierra la posibilidad de llevarnos bien con él.

-Su programación les da una base pero son capaces de aprender, y de elegir. Cuando las creé quería que se comportaran igual que una abeja real. Por eso pasan un tiempo aquí. La mayoría se adaptan bien, pero algunas... fallan.

-Como un ser vivo cualquiera... -apunto.

Veo cómo asiente antes de soltar a la que tiene aún sujeta. Camino por entre las plantas y me detengo a observar cómo trabajan. Realmente saben lo que tienen que hacer. Pienso en lo mucho que le gustaría a Neo ver estos pequeños insectos robot. Seguramente sería capaz de mantener una conversación mucho más enriquecedora con Heiner que la que estamos teniendo nosotros. Y aun así, no nos podemos quejar.

Minutos después, salimos de nuevo a la zona de investigación y nos despedimos de él, dispuestos a acompañar a Hikari a su laboratorio.

La seguimos al exterior y se dirige al otro de los edificios. En él, encontramos a varias personas analizando muestras y yo miro a mi alrededor intentando descubrir el secreto mejor guardado de este lugar.

Hikari nos invita a tomar asiento en los taburetes que hay en el lateral de una de las mesas y nosotros obedecemos sin rechistar.

-Bien, ¿qué queréis saber?

Caleb y yo intercambiamos una mirada de duda. Realmente esperábamos que ella nos lo explicara sin más.

-¿Qué son los Árboles de vida? -me lanzo a preguntar.

-Son árboles con unas características especiales. La más importante es que producen más oxígeno del habitual. También capturan y filtran los contaminantes atmosféricos. Dos grandes ventajas si lo que se busca es recuperar los niveles óptimos.

Vale, todo eso suena muy bien, pero me está contestando a medias.

-De acuerdo, pero ¿cómo habéis conseguido algo así?

La chica abre mucho los ojos, sorprendida.

-Tenía entendido que venís de estar con Shiro...

-Así es -le confirmo.

Se levanta de su taburete y apoya los codos en la mesa, acercándose más a nosotros.

-¿Estáis diciendo que Shiro no os contó nada?

-Habló de muchas cosas con nosotros, pero de los árboles no. Es más, les propuso un juego a Caleb y otro de nuestros compañeros, para que intentaran averiguar de qué trataba su estudio.

Ahora la chica centra su atención en él, que por primera vez enrojece hasta las orejas.

-¿Y no fuisteis capaces de encontrar la respuesta?

Caleb abochornado, baja la vista.

-No, tenía un montón de cálculos y de estudios genéticos del fitoplancton, algas y microorganismos marinos pero no fuimos capaces de encontrar la conexión.

Hikari suelta una carcajada que asusta a sus compañeros de laboratorio. Pero solo es un segundo, al momento vuelven a centrar su atención en su trabajo.

-A ver. Lo cierto es que hay que estar ciego para no verlo...

Eso me recuerda lo que me dijo Jess en su momento, que era mucho más obvio de lo que parecía.

-Ya puedes ser más clara porque está visto que yo soy muy tonto como para descubrirlo.

-Te vas a reír cuando te lo explique, ya lo verás. Vale, ¿sabíais que el fitoplancton genera cerca del 70% del oxígeno del planeta?

Ambos asentimos y justo en ese momento me doy cuenta. Tiene razón, ha estado delante de nuestras narices...

-¡Es el fitoplancton! ¡Las algas!¡Las malditas algas Caleb! -le zarandeo y él me mira sorprendido, hasta que se da cuenta de lo que quiero decir.

-¿Modificación genética? Alterar la secuencia e introducir genoma de algas para crear así un árbol que mejora sus características naturales. Y de esa manera...

-Generar más oxígeno -termino.

Es tan simple y tan complicado al mismo tiempo que cuesta creer.

-No penséis que resultó sencillo. Fueron muchos años de estudio, pruebas y más, hasta conseguir la secuencia genética correcta.

Ni siquiera puedo imaginar cómo se les ocurrió probar esa alternativa.

-¡Es una idea genial! -insiste Caleb. Se levanta del taburete y pasea nervioso a nuestro alrededor -. Claro, ambos son vegetales por lo que la compatibilidad es mayor...

Me hace gracia verle murmurar mientras ata cabos. No me quiero perder la cara de David cuando se entere de la respuesta a sus desvelos. Parece mentira que con las horas que pasaron en el laboratorio de Shiro no se dieran cuenta, aunque en su defensa diré que el resto tampoco fuimos capaces de averiguarlo. Cuando Shiro me explicó lo del fitoplancton, hablamos de la cantidad de oxígeno y entonces pensé que por eso lo estaba estudiando, porque era una fuente indispensable, no porque la hubiera utilizado para crear árboles híbridos.

Otra pregunta me surge.

-Pero no todos son Árboles de vida ¿verdad?

-No, claro que no. Una parte importante sí, sin embargo, cuando conseguimos que la calidad mejorara gracias a ellos, comenzamos a plantar árboles de diferentes especies, a sabiendas de que podrían sobrevivir sin problemas en el entorno. Ahora podemos decir que nuestros Árboles de vida están mezclados con el resto, aunque bueno, es posible distinguirlos.

Ese comentario no llama solo mi atención, también la de Caleb que se detiene en seco.

-¿Distinguirlos? ¡Si son todos iguales! -protesta.

Y en esto tengo que darle la razón. A menos que algo se nos haya pasado por alto, no hemos visto características especiales en ninguno de los árboles a lo largo de todo el recorrido.

-Puede que durante el día sí...

No entiendo a qué se refiere y su sonrisa misteriosa no hace sino aumentar aún más mi curiosidad.

-¿Qué quieres decir? -se adelanta Caleb.

Sal y míralo tú mismo.

Caminamos hacia la entrada y veo que en el exterior la luz ha disminuido. Estábamos tan enfrascados en la conversación que no me había dado cuenta de que estaba anocheciendo.

Caleb me cede el paso pero por un momento dudo, sin embargo ¿qué puede pasar? Avanzo con paso seguro seguida de cerca por ellos. En un primer momento no veo nada extraño, pero no tardo en fijarme en un resplandor azulado que se deja ver entre los árboles. Miro a Hikari sin saber hacia donde dirigirme y ella me señala el camino que me lleva hacia la zona abierta, desde la que se ve el lago y gran parte del valle.

Realmente cuando atravesamos la montaña esta mañana y vimos este paraíso, creí que nada me podría sorprender más. En cambio, en estos momentos sé que lo que tengo ante mis ojos es algo capaz de dejar a cualquiera sin palabras. Menos a Caleb.

-¡No me jodas! Ari... los árboles... ¡resplandecen!



¡Hola! ¿Qué tal por ahí?

Ya sé, ya sé... llevo mucho sin actualizar. ¡Perdón! Motivos personales no me han dejado mucho tiempo libre que digamos, pero bueno ¡ya estoy aquí!

¿Y bien? ¿Os ha sorprendido el capítulo? Espero que sí... ¡los árboles resplandecen! No es que eso sea muy habitual que digamos ¿no? Jajaja. Ojalá os haya gustado la explicación, porque tuve que leer e investigar un montón para darle sentido al asunto y que cuadrara todo. Y bueno, para ir soltando pistas durante todo el libro pero sin desvelar prácticamente nada. ¡Para que luego digan que escribir un libro es facil! ¡Ja! En fin, según qué libro, claro.

¡Quiero opiniones! Contadme qué pensáis sobre lo que está ocurriendo, please.

Os recuerdo que estamos en lo últimos capítulos. ¿Tenéis ganas de leer el final? Os aviso que no es nada espectacular, pero a mí me parece bonito y eso era lo que buscaba. No sigo que lo mismo hago spoiler.

Mil gracias por leer. Os adoro. ¡Pronto más!

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