CAPÍTULO 42
Reviso por última vez nuestras cosas para asegurarme de que está todo en orden. Hemos dedicado gran parte de la mañana a organizar el furgón y una vez comprobado que Neo y Jamie están en condiciones de viajar, marcamos la ruta que nos llevará a nuestro destino.
Durante estos últimos días, Shiro se ha dedicado a desalar una cantidad mayor de agua para que podamos partir con nuestros tanques llenos, así que ya estamos preparados para abandonar el lugar.
—Gracias a un apaño, hemos podido conectar el cargador del vehículo al generador de electricidad, así que las baterías están recargadas al máximo —me confirma Caleb—. Si mantenemos buen ritmo en la carretera, podrán volver a recargarse por sí mismas con las turbinas eólicas y los paneles solares. Durante el tiempo que el furgón ha estado parado, poco hemos podido hacer.
Nos reunimos todos en el exterior y Shiro se despide uno a uno de nosotros. Cuando llega a mí, no puedo evitar darle un afectuoso abrazo.
—Gracias por todo. Sé que agradeces la soledad y aun así nos has acogido como si fuéramos tus amigos. Estamos en deuda contigo.
Shiro coge mis manos y las junta, envolviéndolas con las suyas. Durante un momento mantiene fija la vista en ellas y cuando alza el rostro, esboza una sincera sonrisa.
—He acogido a unos amigos, solo que en un primer momento, no lo sabía. Pensaré en vosotros y espero que el destino, cruce nuestros caminos de nuevo.
"Puede que en otra realidad". Esa idea surge como un anhelo. Realmente me gustaría coincidir con él, poder continuar con esta extraña amistad, surgida de la necesidad y las circunstancias.
—Ojalá así sea —afirmo.
Subimos al furgón con David al volante y Caleb de copiloto. El resto nos distribuimos como siempre en la zona del comedor de la parte trasera. Nos ponemos en marcha y vemos cómo Shiro nos hace un último gesto de despedida.
—No me siento bien dejándole aquí solo —suelta Jess —. Parece que le estamos abandonando.
La chica ha verbalizado lo que estoy segura que, más de uno estábamos pensando.
—No hay nada que podamos hacer —replica Jamie con pesar—. Él tomó esa decisión hace mucho. ¡Pero no te preocupes! Quizás dentro de un tiempo regrese a vuestra comunidad o puede que deje que alguien venga a la desaladora a trabajar con él.
Jamie está en lo cierto. Que las circunstancias de Shiro sean estas, no significa que no puedan cambiar. No está aquí por obligación y por tanto, es libre de hacer lo que quiera con su vida. Puede que llegue al final de su experimento y le surja otra idea que desarrollar en otra parte. O por el contrario, quizás, siga avanzando por diferentes vertientes con el fitoplancton y aún le queden años de investigación.
Entonces me doy cuenta de algo...
Me giro hacia delante y pregunto:
—Chicos... al final ¿descubristeis de qué iba el experimento de Shiro?
Oigo a Caleb carraspear y ambos mantienen la vista fija en la carretera. Un escueto "no" sale de la boca de David.
No me lo puedo creer...
—¿Va en serio? ¿Con las horas que habéis pasado en ese laboratorio? —suelta Jamie.
Yo que él me hubiera quedado callada. Creo que no es buena idea echar leña al fuego.
—Ya, claro —comienza Caleb, mientras le lanza una mirada asesina—. Para empezar, nosotros no estamos especializados en fitoplancton ni nada por el estilo. Además, es muy fácil hablar, cuando te has mantenido al margen. Tú ni siquiera lo has intentado.
No le quitaré razón, pues por lo menos ellos, han puesto voluntad para averiguar de qué trataba el estudio. Sin embargo, la frustración que deben sentir ahora, tampoco creo que sea buena. Tengo la sensación además, de que no están muy acostumbrados a estas cosas. En las cúpulas, ellos son Shaendum, han estudiado y se han formado, convirtiéndose en los mejores de entre muchos. Tropezar en algo que, tal y como insinuó Jess, resulta más sencillo de lo que parece...
Después de las palabras de Caleb, nadie se atreve a añadir nada más y el silencio se instala en el interior del furgón. Vamos avanzando kilómetro tras kilómetro y yo reviso continuamente los planos, necesitada de corroborar que no nos desviamos ni un ápice.
Salpicadas aquí y allá, se ven casas y pequeños edificios, todos ellos abandonados, algunos medio derruidos. Atravesamos calles de pueblos, con sus aceras y sus farolas sin luz. Coches oxidados abandonados por doquier, muchos de ellos desguazados, seguramente para aprovechar algunas de sus piezas.
Resulta extraño, cuando hasta ahora, durante la mayor parte del camino, apenas nos habíamos encontrado lugares en los que la gente llevara una vida normal y corriente. Viendo los restos de lo que antes eran parques y colegios, la idea del apocalipsis viene a mi mente. Realmente parece un planeta arrasado sin restos de vida...
—Estamos en una zona que tuvo un gran desarrollo. ¿Os dais cuenta de que las poblaciones se suceden unas tras otras? —Todos prestan atención a lo que se ve a través de los cristales—. Imaginad cómo tuvo que ser la sociedad que ocupaba estas casas. Que cada día se levantaba e iban a sus trabajos, después de dejar a sus hijos en el colegio... Y ahora, solo quedan los esqueletos de cemento y piedra que antes contenían vida.
No puedo evitar ponerme nostálgica. Excepto Neo, el resto no se dan cuenta de que yo veo la estampa de esas familias, realizando actos cotidianos como parte de su día a día. Lo que yo he hecho en mi realidad a lo largo de todos estos años. Pensar en que todo se pueda ver borrado de un plumazo, me llena de un absurdo temor.
Cuando comienza a anochecer, decidimos detenernos, sin embargo no queremos hacerlo rodeados de casas donde sería fácil sufrir una emboscada. Avanzamos a baja velocidad, mientras buscamos el lugar adecuado y cuando señalo con el dedo un edificio apartado, dudo si será una buena idea. Caleb obedece y coge el desvío que lleva hasta él. Detiene el furgón en la parte de atrás, quedando así ocultos de la carretera principal.
Como ya es costumbre, bajamos armados y recorremos el perímetro para asegurarnos de que no haya nadie más en la zona. Cuando me acerco a la puerta principal, pienso que quizás esté cerrada, pero apenas tengo que apoyar la mano sobre la madera, para que se abra con un chirrido de sus goznes.
Kesia pone en marcha su dron que entra en primer lugar y alumbra el espacio con una luz mortecina y fantasmal.
—¿Qué es este lugar? —pregunta Jess con cierto temor en la voz.
—Una iglesia —respondo de forma solemne.
Veo extrañeza en la mayoría de los rostros y comprendo que Neo y yo, somos los únicos que entendemos dónde nos encontramos.
—Es un lugar de culto religioso —explico mientras avanzo entre los bancos. Algunos permanecen en su lugar, otros están amontonados sin orden ni sentido—. La gente venía a rezar. Se realizaban ciertos ritos...
¿Acaso la religión es algo que ha quedado desterrado de esta realidad? ¿La gente no mantiene sus creencias?
—En la urbe hay algunos grupos que se reúnen para orar —apunta Jamie—. Pero lo hacen de forma clandestina. No está bien visto...
Llego hasta el pequeño altar, y observo el retablo en la pared de atrás, donde no quedan más que los huecos vacíos donde antes hubo figuras.
—¿Y en vuestra comunidad? —pregunto a Kesia y Jess.
Se miran durante un instante y Jess se encoge de hombros.
—No hay lugares así... —comienza Kesia—. Tenemos ritos, por supuesto, pero creo que distan mucho de esta ¿cómo la has llamado? ¿religión?
—Sí, religión... vamos, es hora de cenar —No hay mucho más que ver.
Aunque nos quedaban paquetes de comida de larga duración, Shiro se empeñó en que lleváramos parte de la suya, alegando que lo nuestro no eran alimentos de verdad. Quisimos protestar, pero ahora, mientras saboreamos nuestros platos, sé que todos agradecemos su empeño.
Después de recoger, salgo al exterior y me siento en un tronco seco, necesitada de un rato de nocturna tranquilidad. No tardo en tener a Neo sentado a mi lado, sin embargo sabe que en este momento no quiero conversar y se limita a envolverme entre sus brazos. Miro hacia arriba, y la falta de luz hace que las estrellas se vean con total nitidez. Pienso si serán las mismas en todas las realidades o en el cielo también habrá variaciones, pues para empezar, en esta dimensión sé que hay una menos. La que explotó haciendo que el destello afectara a gran parte del planeta.
La puerta del furgón se abre y veo bajar a Kesia seguida de cerca por David.
—No hace falta que me acompañes. Solo voy a dar un paseo ¡Y sé cuidarme sola! —protesta.
Sin embargo, David continúa tras ella.
—No lo hago porque seas tú, simplemente no creo que sea buena idea que ninguno de nosotros se aleje del vehículo solo. Y más aún por la noche.
Miramos la escena mientras avanzan hacia la oscuridad. Siguen discutiendo, pero a cierta distancia ya no distinguimos sus palabras.
—Vaya dos...
—¿No te preocupa lo que ocurra durante el paseo? —me pregunta, sorprendido de mi resignación.
Niego sin dejar de mirar las figuras que son engullidas por la oscuridad.
—O se acaban besando o pegando. Creo que no tienen término medio...
Caleb sale del interior y mira alrededor antes de acercarse a nosotros.
—¿Y mi hermano?
—Acompañando a Kesia en contra de su voluntad... —le informa Neo.
Vemos cómo este arquea las cejas pero decide no hacer ningún comentario al respecto.
—¿Jess está ya durmiendo? —le pregunto.
Asiente, mientras escruta el horizonte.
—Sí, estaba agotada. Jamie también ha preferido irse a dormir. Me ha dicho que quiere conducir el siguiente turno y para eso, necesita estar descansado. ¿Creéis que mañana llegaremos al sitio ese?
—Según mis cálculos sí. Creo que mantenemos la ruta marcada, así que deberíamos llegar por la tarde... —indico.
Algo llama la atención de Caleb que entrecierra los ojos para ver mejor. Dirijo la mirada hacia el mismo punto y distingo la figura de David que se acerca a nosotros a grandes zancadas. Parece furioso.
Cuando llega a nuestro lado, su hermano le enfoca con la lámpara que lleva en la mano y puedo ver que tienen sangre en el labio inferior.
—¿Qué te ha pasado? —Me levanto de un salto y me acerco para revisar su rostro.
—Me ha pegado un puñetazo ¡eso es lo que ha pasado!
No entiendo nada.
—¿Así por las buenas? —indaga Neo.
—No... en realidad... ha sido porque la he besado.
Neo suelta una risa sarcástica y se acerca para darme una palmada en el hombro.
—Por una vez, estabas equivocada. No ha pasado una cosa u otra. ¡La segunda ha sido resultado de la primera!
¡Hola soñadores! ¡Feliz Navidad! ¿Qué tal lo estáis pasando en estos días festivos? Espero que disfrutando a tope...
Si me seguís en redes sociales o hacéis caso de mis avisos, sabréis que Árboles de ceniza vuelve a estar completa en Wattpad, lo digo por si alguien la quiere volver a leer, que ya sabéis que yo encantada.
Bueno al lío, ya han dejado a Shiro y vuelven a estar en ruta, si os fijáis en la imagen de promo que he puesto en las redes sociales, el fondo es una iglesia abandonada, justo como la que ellos encuentran. Lo cierto es que debe ser desolador un paisaje en el que todo está abandonado ¿no creéis?
Y ahora, la gran pregunta... ¿qué opináis de David y Kesia? ¿Creéis que él ha hecho bien al besarla? ¿O se ha equivocado de pleno? ¡Quiero saber qué pensáis!
Como son fiestas y soy la mar de pobre, lo único que puedo hacer es regalaros más capítulos de la novela, así que... ¡seguid leyendo!
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