CAPÍTULO 41


 Durante el resto del trayecto, Shiro me cuenta que el gas natural es una mezcla de varios gases. Con las prisas no buscamos el origen de la fuga, para saber de cuál de ellos se trataba y al parecer, las consecuencias de inhalar uno u otro son muy diferentes.

En el peor de los supuestos, podrían haber respirado un gas tóxico, entonces, en unas horas morirían. En el mejor, quizás solo se tratara de metano, en cuyo caso, el problema reside en que al ocupar espacio en la atmósfera, este desplaza el oxígeno existente, lo que hace que la persona se asfixie. Si se trata de lo segundo, no tardarían en recuperarse.

Obedeciendo sus indicaciones, reviso el ritmo cardíaco de ambos y cada vez que corroboro que sus pulsaciones se mantienen estables, respiro aliviada.

El camino de vuelta se me hace eterno, estoy segura de que la necesidad de llegar, juega en mi contra, haciéndome sentir que no pasan los minutos, ni se acorta la distancia.

Cuando por fin llegamos, Kesia es la primera en salir a recibirnos y al vernos, sale corriendo a buscar al resto. Entre todos, trasladamos a Neo a mi cuarto y a Jamie al contiguo. David les hace un rápido reconocimiento, mientras escucha las explicaciones de Shiro.

—Casi puedo confirmar que no se trata de un gas tóxico —nos aclara—. Sus constantes son normales y no parece que haya irritación de las mucosas. La respiración es regular. No creo que tarden en despertar.

Escucharle decir eso me alivia hasta tal punto que mis piernas se aflojan y termino sentada en el suelo de la habitación. Caleb corre a mi lado pero al agacharse y mirarme a los ojos su preocupación se convierte en comprensión.

—¿Estás bien? —pregunta en un tono suave.

Los ojos se me llenan de lágrimas y lo único que puedo hacer es negar lentamente. No se lo piensa cuando me abraza, dejando que llore contra su pecho. Noto cómo tira de mí hacia arriba y una vez de pie continúa sin soltarme, a sabiendas de que en este momento no puedo sostenerme por mí misma.

—Saldremos a tomar un poco el aire ¿de acuerdo? —ve cómo lanzo una rápida mirada hacia Neo, sin embargo, sigue llevándome hacia la puerta de la habitación—. No te preocupes, se quedarán con ellos ¿verdad chicos?

Oigo varias afirmaciones a nuestras espaldas, así que me dejo llevar por Caleb hasta el exterior. Este no se detiene hasta llegar a una zona apartada, desde la que se ve la playa. Me ayuda a sentarme y se sitúa a mi lado. Durante un rato no dice nada, me deja tiempo para llorar, tiempo para recuperarme y tiempo para asimilar lo ocurrido.

—Gracias —suelto de buenas a primeras.

Hasta entonces, ha mantenido la vista fija en el mar, respetando mi espacio. Ahora, se gira hacia mí y esboza una tranquila sonrisa.

—¿Ya mejor?

Asiento con rotundidad.

—Sí, no sé lo que me ha pasado... es como si todo lo ocurrido, hubiera caído sobre mí de golpe, no sé si me entiendes.

—Perfectamente. Desde que les encontrasteis no has tenido tiempo para pensar, solo para actuar. Has hecho lo que debías en cada momento y ahora, al escuchar a David, has sido consciente de la gravedad de lo sucedido.

Me muerdo el labio inferior para no volver a llorar de nuevo.

—Podrían haber muerto. ¡Los dos! No creo que pueda soportar perder a alguien en este viaje. Es algo por lo que ya he pasado y no quiero que se repita.

—Lo sé.

Entonces recuerdo que Caleb está al tanto de todo, porque David no le contó únicamente lo sucedido en la segunda realidad, sino también los recuerdos que adquirió tanto de la primera como de la nuestra. Por tanto, sabe lo de Set y lo de María...

—Puedes pensar que es fácil sobreponerse, sabiendo que en cientos de otras realidades esas personas siguen existiendo, pero no es así. Sentir que sus muertes, sobre todo la de Set, son consecuencia de tus actos, pesa y mucho. Aunque volví a coincidir con él en la segunda realidad, no dejo de pensar que le arrebaté una vida. ¡Tenía derecho a vivirla! Y ahora... sabía el riesgo que suponía dejar que Jamie nos acompañara esta vez y aun así me dejé convencer. ¡Qué estúpida!

—¿No eres tú la que cree en el destino? ¿Por qué no piensas entonces que todo esto también es parte del destino de cada uno de nosotros?

Analizo sus palabras. ¿Puede ser que nuestra incursión en cada realidad no sea una alteración sino parte del destino de las personas con las que interactuamos? Nunca lo había pensado así.

—Siempre he creído que estábamos interviniendo en los acontecimientos naturales de cada realidad...

—Lo sé, pero... ¿cómo sabemos que no es parte del plan? Quiero decir, Set murió, sin embargo, ¿cómo sabes que no estaba en su destino morir de todas formas? —argumenta.

Creo entender por dónde va.

—Te refieres a que si nosotros no hubiéramos interferido en su vida, aun así, ¿se hubiera visto abocado a alguna situación similar en la que el desenlace hubiera sido su muerte?

—¡Exacto!

No puedo negar esa posibilidad, pero tampoco quiero que me sirva de justificación para todo lo que ha ocurrido.

—Eso nunca lo sabremos, Caleb.

—Ya, bueno... pensar así me ayuda a dormir por las noches.

Le miro extrañada. En ningún momento me ha parecido que él tuviera remordimientos por coaccionarnos para que formáramos parte de esta aventura suicida. Está visto que a algunos se les da muy bien disimular.

—¿Te sientes mal por lo que estamos haciendo? ¿Por eso proteges tanto a Jess? —arriesgo.

Asiente con la vista perdida de nuevo en el horizonte.

—Antes de embarcarnos en esta locura lo veía todo tan fácil... Escuchaba a David hablar de todos los problemas por los que pasasteis en la otra realidad para conseguir vuestro propósito y no era consciente de que aquí nos enfrentaríamos a mil y una situaciones inesperadas y peligrosas. Desde la seguridad de una cúpula, todo resulta sencillo. Pero la realidad es otra. Y sí, me siento responsable de todos, más de Jess, que hasta hace dos días era una niña y se merece llegar sana y salva a su casa, con su gente.

Ahí está el motivo por el que se comporta como un hermano con ella. La incertidumbre ante lo que pueda pasar, le lleva a ser más protector de lo habitual con ella.

—¿Sabes que te adora?

Una enorme sonrisa se dibuja en su rostro.

—¿Lo dices en serio?

—Totalmente. Nunca te mentiría con algo así.

Nos quedamos en silencio, disfrutando del momento de paz. Miro el mar, brillante bajo la luz del sol...

—¿Sabes? —comienzo—. Vivo en una realidad en la que ya hay más plásticos que plancton en los océanos. No puedo dejar de pensar que vosotros os visteis abocados a esta situación por un factor externo. Nosotros nos estamos ganando a pulso que nuestro futuro sea como este. Realmente siento vergüenza de lo que estamos haciendo...

Caleb se encoge de hombros.

—La forma de que dejes de sentirte así es que aportes tu granito de arena para evitar que siga sucediendo. Vale que tú sola no vas a cambiar tu mundo, pero seguro que hay más gente que piensa que es necesario hacer algo.

—La hay ¡por supuesto! Grupos y asociaciones contra el cambio climático, el uso de plásticos, la contaminación... En la universidad ya estaba colaborando, sin embargo, es tan triste pensar que queda tanta gente por concienciar... Aquí he visto lo que significa perder la capa de ozono, vivir sin naturaleza... en mi dimensión no sabemos apreciar lo que tenemos.

—Aún estáis a tiempo.

Jess aparece corriendo y cuando la veo el corazón se me sube a la garganta.

—¡Neo está despertando!

No necesito oír más, le planto un beso en la mejilla a Caleb y me levanto de un salto, con renovadas energías.

—Gracias por este rato Caleb. ¡Eres el mejor!

Paso como una exhalación junto a Jess y entro en el edificio, necesitada de ver que Neo se encuentra bien. Irrumpo en el cuarto, justo cuando David le está quitando la mascarilla.

—Pero solo un momento, ¿eh? Tendrás que seguir usando el oxígeno un buen rato más —le dice. Se levanta y se acerca a mí—. No le dejes hablar mucho. Voy a ver a Jamie, seguro que está a punto de despertar también.

Se va de la habitación y yo me acerco al borde de la cama.

—¿Cómo estás? —pregunto aún preocupada. Está pálido y unas oscuras ojeras remarcan su mirada.

—Vivo —responde con un tono de voz rasposo —. ¿Qué ha pasado? Comencé a sentirme mal y Jamie se desplomó a mi lado...

Le obligo a seguir respirando el oxígeno y dedico un rato a contarle lo que se ha perdido. No me interrumpe en ningún momento, no sé si porque está haciéndose a la idea o porque no encuentra las fuerzas suficientes para hablar. Al acabar, me está temblando de nuevo la voz y él alza la mano para tocarme la mejilla. Se baja la mascarilla y suelta en su tono socarrón de siempre:

—No te pongas así. Sabes que no te vas a deshacer de mí tan fácil...

Ya está anocheciendo cuando me dirijo a la cocina. Jamie también ha despertado ya y aunque parece que ambos están bien, David les ha recomendado que no intenten levantarse antes de mañana.

Sé que Kesia se está ocupando de la cena y quiero conseguir algo ligero para llevar a los dos convalecientes. Quizá quede algo del puré...

Me encuentro a ambas hermanas sentadas a la mesa, picando diferentes verduras. Levantan la vista al escuchar mis pasos pero no se inmutan.

—¿Queda algo de la comida de ayer? —pregunto señalando el frigorífico.

—Creo que sí —responde Kesia que continúa concentrada en su tarea.

Echo un vistazo en el interior y saco un puchero. Por suerte hay cantidad suficiente para los dos, así que lo pongo sobre la chapa eléctrica y comienzo a calentarlo.

—¿Qué tal están?

Jess al menos ha levantado la vista de su puñado de verduras.

—Bien, creo. Incluso de buen humor. Parece mentira que apenas hace unas horas...

Agito la cabeza, como si así consiguiera alejar el pensamiento que da final a esa frase.

—Hubiera sido terrible para ti perder a Neo, ¿verdad? —entiende Jess.

Dejo de remover el contenido del puchero, bajo la intensidad del fuego y me siento junto a ellas.

—Ni te lo imaginas. Neo es parte de mi vida, ahora y siempre.

—Un poco categórica esa afirmación ¿no crees? —suelta Kesia.

¿Acaso le fastidia que tengamos tan claro lo que sentimos?

—Hemos pasado por mucho, nos conocemos. Hemos aceptado tanto lo bueno como lo malo del otro. No creo que haya nada de lo que esté tan segura.

—Vaya... esa dependencia no creo que sea bueno —insiste—. Seguro que te limita...

Suelto una carcajada, pues me acabo de dar cuenta de lo que sucede. Está tan empeñada en negar lo que ella siente que no acepta que nuestra relación tenga razón de ser. Por eso está diciendo toda esta sarta de tonterías.

—¿Dependencia? Te equivocas. Neo y yo somos compañeros de vida. Nada más que eso. No es dependencia, simplemente nos complementamos.

—Ari tiene razón —me apoya Jess—. Quieres ver cosas que no son, Kesia.

Esta centra de nuevo su atención en las verduras, volcando toda su ira en cada golpe de cuchillo. Me alegro de no ser un calabacín en estos momentos.

—Pues no sé cómo puedes estar enamorada de alguien a quien le cuesta empuñar un arma. Si cuando nos atacaron, hubiera hecho mejor uso de ella, quizás no habrías recibido un tiro de los mercenarios esos.

No suelo enfrentarme a mis amigos, pero ahora mismo tengo la sensación de que Kesia no se está comportando como tal. Insinuar que resulté herida porque él no hizo lo que debía...

Doy un golpe en la mesa y el gesto pilla a ambas tan de sorpresa que se detienen en seco y me miran sorprendidas.

—No todo el mundo es como tú Kesia. No todas pensamos que el más guerrero es el más adecuado. ¿Sabes uno de los motivos por los que elegí a Neo? Porque yo no quiero al héroe, prefiero al que le tiembla el pulso cuando empuña un arma. Nunca deberíamos encontrarnos cómodos disparando a otra persona. Nunca. Me da igual la circunstancia. Prefiero la náusea y el temblor. Quiero seguir sintiéndome humana cada vez que tengo una pistola entre mis manos. Y me gusta saber que él se siente como yo.

Durante un instante la veo enrojecer, baja la mirada a su cuchillo y hace algo que me deja descolocada.

—Lo siento. Tienes razón. Neo es un gran tío y no es justo nada de lo que he dicho —se disculpa—. No me lo tengas en cuenta, ¿vale? En realidad no sé de lo que hablo...

Miro a Jess y por la expresión de su rostro que ella tampoco esperaba ver esta reacción en su hermana. Me hace un gesto que indica que no entiende lo que está ocurriendo y yo me pongo de pie, dispuesta a seguir removiendo el puré.

—No te preocupes Kesia, no tendré en cuenta tus palabras —Y para quitarle hierro al asunto, añado—. ¡Cualquiera diría que eres tú la que ha inhalado el gas!

Durante un segundo no sucede nada, pero después, comienzo a escuchar las carcajadas de Jess, cuando me giro, Kesia también se está riendo y me uno a sus risas.

Cómo no perdonarla cuando sé de sobra qué es lo que motiva ese mal humor. La gran pregunta es ¿qué pesará más? ¿Su responsabilidad o sus sentimientos?



Weno, weno, wenoooooo... este capítulo está lleno de cosillas interesantes (aparte de la clase sobre la inhalación de gases, jajaja). 

Primero he de decir, que Caleb es un amor. De verdad que está siendo para Ari un gran amigo. Y ahora pregunto... ¿qué opináis de lo que ha dicho Caleb? Todo eso de que quizás las alteraciones producidas por los saltos, también son parte del destino. ¿Pensáis que tiene razón? Um... a mí me parece una teoría muuuuy interesante. 

Segundo, quería contaros que lo que Ari dice... que ella no quiere al héroe... es de mis momentos favoritos de esta novela. Me parece que resume taaaan bien por qué eligió a Neo. Estamos rodeados de libros, películas y series donde la chica siempre elige al héroe y la vida no es así. La vida está llena de personas normales que hacen cosas extraordinarias. No héroes ni heroínas. Y esta historia en definitiva va de eso. No tienen poderes, ni son buenos luchando... simplemente son listos y saben salir adelante, como grupo. Todos juntos. ¡Lo mejor es que la frase se me ocurrió sin más! Y la apunté en el móvil para que no se me olvidara. Ni siquiera sabía dónde la iba a poner... jajaja. Cosas de la inspiración. 

Aprovecho para deciros que en este momento, vamos 306 páginas de 410, para que os hagáis una idea de lo que queda... ¡Espero que os esté gustando! ¡Pronto más soñadores! Besitosssss

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