CAPÍTULO 33
—¡Maldita sea! —grito desesperada.
La frustración puede conmigo y rompo a llorar sin control. La puerta se abre de golpe y Alex entra precipitadamente en la habitación. A través de la cortina de lágrimas, distingo su rostro preocupado.
—¿Qué ocurre? ¿Estás bien?
Ni siquiera soy capaz de hablar, niego con fuerza y él se acerca, dispuesto a consolarme una vez más. Dejo que me abrace y me acune como si no fuera más que una niña pequeña a la que se le ha roto su muñeca favorita, en vez de la chica que fue expulsada de su otra realidad.
Hace un par de días que desperté. Así, por las buenas, me encontré de vuelta en mi vida, en el peor de los momentos. Tardé en darme cuenta de lo que había ocurrido. De primeras, lo único que sentí fue alivio al dejar de notar ese dolor atroz en las entrañas pero lo que nunca me imaginé es que eso significaba un viaje de regreso, con billete directo a la cama del laboratorio de la Universidad.
—Ni siquiera sueño con ellos —consigo decir con voz ronca mientras me separo de él.
—Sabes que eso no significa nada... No puedes darme estos sustos —me riñe—. El otro día cuando las alarmas saltaron, pensé que te perdíamos.
Al parecer mi vuelta estuvo marcada por una parada cardíaca de la que salí gracias a la rápida actuación del personal.
—Lo sé. Nunca me cansaré de darte las gracias.
Alex se encoge de hombros.
—Estamos en paz.
Sé que se refiere a que saltara a esa realidad para buscarle y traerle de vuelta. Sin embargo eso no me consuela. No puedo dejar de pensar en mis compañeros. Y en Neo, sus últimas palabras desesperadas resuenan una y otra vez en mi cabeza.
Me froto la cara para limpiar mis lágrimas y espabilarme.
—Alex... ¿y si? —me callo incapaz de terminar la frase.
—¿Y si?... si no continúas, no sabré qué es lo que te preocupa —insiste en un tono tranquilizador.
Tomo aire, como si en cada partícula de oxígeno pudiera encontrar un poco del valor que me hace falta para verbalizar mi miedo.
—¿Y si en esa realidad Ari ha muerto?
Alex se frota la nuca, incómodo. Creo que esa idea ya se le había ocurrido.
—¡Sé lo que piensas! Te hirieron y llegaste aquí sin pulso. Durante un momento lo que ocurrió allí se extrapoló a esta realidad, pero solo fue un segundo. Es como si tu cuerpo reflejara por un instante lo que allí estaba ocurriendo. Aunque eso no significa nada. Pudo ser algo momentáneo.
—Pero no sueño con ellos...
Alex se ríe y yo me cruzo de brazos molesta por su reacción.
—Ari, no te comportes como si fueras nueva en esto. La teoría de las líneas de tiempo, es tuya. Sabes que no hay motivo alguno para que conectes con esa realidad inmediatamente. Pueden pasar días o incluso semanas.
—Para el caso, tampoco me dejáis sumergirme en el coma, o sea que de poco me sirve encontrar de nuevo la realidad correcta.
Álex se levanta de la cama y camina hacia la puerta.
—Eres una testaruda. Tenemos que hacerte varias pruebas para confirmar que todo está en orden. Escáner cerebral, biopsias musculares y óseas... Si todo está en orden, Walsh nos dejará vía libre para retomar los saltos. Mientras tanto, ¡toca esperar! Te dejo, Rocío vendrá ahora para cumplir con la revisión de rutina.
—¡Oye! ¿Sabes algo de David?
Veo cómo entrecierra ligeramente los ojos y sé que está intentando analizar mi interés.
—Ya te dije que estaba fuera de la ciudad. Hablé con él por teléfono ayer y me dijo que tomaría un tren de regreso a primera hora de hoy. Tendrás que darle tiempo a llegar.
Se gira y abre la puerta, dispuesto a dejarme sola de nuevo.
—¡Oye! —insisto.
Este se da la vuelta y me hace un gesto de resignación con los brazos.
—¿Vas a dejar que me vaya?
—No es eso —aclaro, sin poder evitar reír—. Es solo que... gracias por todo, Alex. Eres un buen amigo.
Esboza una media sonrisa y sale por la puerta justo en el instante en el que aparece Rocío.
—¡Uy perdona! —exclama ella sonriendo.
—Lo siento, soy yo —responde un apurado Alex—. No miro por dónde voy.
Veo como ambos giran cara a cara sin dejar de mirarse, hasta que es ella la que está dentro de la habitación y él fuera.
—¿Vas a comer ahora? —pregunta Rocío de forma inocente.
—No, aún me queda pasar por la sala de control. Los nuevos no tienen ni idea de almacenar los datos. Me tienen frito.
En ese momento me recuerda al curso de verano cuando odiaba tener que hacerse cargo de las pequeñas tareas.
—Ya claro. Puede que nos veamos después en la cafetería.
—Puede, sí. Me voy... me están... esperando.
La chica se gira con una deslumbrante sonrisa dibujada en su rostro.
—¿Qué me he perdido? —suelto de buenas a primeras.
—¿Perdido? ¡Nada! Es solo que a veces coincidimos y bueno... nos sentamos juntos. Es un chico muy agradable.
La miro mientras se acerca a mí y deposita un aparato de electroestimulación en la mesita junto a la cama.
—Agradable... ya veo.
Puede que intente disimular conmigo pero no cuela.
—Mira, te conozco de hace un día y estoy segura de que mis aptitudes están afectadas por el regreso precipitado de otra dimensión, pero me apuesto lo que sea a que entre vosotros hay algo. O puede haberlo. Tú ya me entiendes.
Cuando veo cómo enrojece su rostro hasta parecer una fresa madura, sé que he acertado de pleno.
—¿Ves? Pillada. Tengo buen ojo para estas cosas, nunca fui capaz de darme cuenta de cuando un chico sentía interés por mí, sin embargo con los demás, no fallo nunca.
—Pero ¿cómo te has dado cuenta?
No puedo evitar reírme y lo cierto es que se siente bien y todo. Una distracción en medio de este gigantesco caos.
—Se notaba la tensión entre vosotros mientras girabais como peonzas bajo el marco de la puerta. Tampoco creo que haya que ser muy lista. Disimuláis fatal.
—Vale ¡me gusta! Pero que quede entre tú y yo. No veo que él esté muy interesado en mí.
A riesgo de equivocarme, decido darle un consejo.
—A ver, conozco a Alex y es el típico despistado al que le gusta volcarse en su trabajo. Sus estudios y esta investigación son su vida. No digo que no tenga espacio para ti ahí, solo que no se va a dar cuenta por si mismo. Vas a tener que dar un paso más si quieres que algo ocurra.
—Sí ¡claro! Tienes razón. No hay motivo alguno para que espere a que él me diga algo. Le propondré un plan que no podrá rechazar. ¡Solo se me tiene que ocurrir cual!
Soltamos una carcajada al unísono y al dejar de reír no puedo evitar pensar en May. Echo de menos tenerla a mi lado y compartir esa complicidad, como la que siento ahora con Rocío.
—Seguro que será algo genial.
—¡Bien! Y ahora... manos a la obra. Vamos a ver qué tal está tu equilibrio hoy.
Cuando ayer me pidió lo mismo, el resultado no fue todo lo bueno que yo hubiera querido.
—No te prometo nada. Sigo sintiendo los músculos entumecidos —aclaro para que no se haga ilusiones. Ni yo.
—Poco a poco —insiste, retirando la sábana que me cubre parte del cuerpo.
Giro las piernas y apoyo mis pies con miedo en el suelo. Me incorporo e instintivamente intento regular mi postura, separando los brazos de mi cuerpo, cosa que no sucedería en condiciones normales.
—Parezco un niña pequeña.
—Pues bien, niña pequeña, ahora anda hacia mí.
Se coloca en frente, apenas a tres pasos, una distancia prudencial con la que se asegura de poder sostenerme si mis fuerzas flojean. Doy un paso y luego otro, mientras ella se va desplazando por la habitación, consiguiendo que yo la siga en su recorrido. Cada paso que doy, supone un traspiés pues mis tobillos se empeñan en chocar el uno contra el otro. Continúo con los brazos extendidos, aunque sin duda, mi equilibrio y fuerza ha mejorado considerablemente de ayer a hoy.
Consigo avanzar una vuelta completa, hasta que estoy de regreso a mi cama.
—¡Genial! —exclama a la vez que aplaude ruidosamente—. Ahora, túmbate de nuevo, voy a colocarte el electroestimulador en las piernas.
Acerca el aparato y durante unos minutos, se dedica a distribuir las pegatinas concienzudamente por mis piernas. Se asegura de que todos los cables están bien conectados y una vez verificado todo, selecciona una potencia de impulso.
—¿Así bien? ¿Molesta?
Noto una leve sacudida sobre los diferentes músculos pero es soportable.
—No, todo bien. ¿Cuánto tardaré en estar al 100%?
Rocío se sienta en el sillón que hay junto a la ventana y veo cierto gesto de desaprobación asomar en su rostro.
—Ari, ya sabes cómo va esto. Tu larga estancia en cama supone un desacondicionamiento del cuerpo. Creo que no le estás dando la correspondiente importancia a tu estado físico.
No me gusta cómo suena lo que está diciendo.
—¿Qué insinúas?
—Me refiero a que tú piensas en la debilidad que sientes pero no vas más allá. Un reposo de esta duración supone una reducción del gradiente de presión hidrostática dentro del sistema cardiovascular. Se reduce la producción de fuerza muscular, se elimina la compresión habitual de los huesos por nuestra postura erguida y se disminuye el gasto energético total. También supone una considerable pérdida de calcio oseo. Esto significa un incremento en el riesgo de fracturas óseas, oscilación postural, cambios en el modo de andar y desmejoramiento del sentido cinestésico. Por eso tienes la sensación de estar aprendiendo a andar...
Sé que tiene razón en todo lo que está diciendo pero es imposible que ella sea consciente de cual es mi situación. Si no hubiera dejado algo a medias en esa otra realidad, no tendría prisa por recuperarme, pero Walsh no me dejará volver a los saltos mientras eso no ocurra.
—Sin embargo, esta vez habéis tomado más medidas... —insisto.
—Cierto. Por eso estoy yo aquí. —Me regala una sonrisa tranquilizadora para demostrarme que ella no es mi enemiga—. Desde el primer día hemos hecho especial hincapié en minimizar las consecuencias. A los ejercicios manuales para evitar la atrofia articular, añadimos la electroestimulación junto con inyecciones de proteínas, para reducir la pérdida muscular. Según tu historial esta es la tercera vez que permaneces en cama. Tienes que tener cuidado pues cada vez no es como si empezaras de cero. Tu cuerpo suma cada día y ese desgaste te va a pasar factura a la larga.
Miro mis piernas, observo el espasmo que se produce en mi músculo como respuesta al impulso eléctrico.
—Gracias. Entiendo tu preocupación y seguro que piensas que estoy loca por querer sumergirme en esos viajes una vez más, pero no puedo quedarme de brazos cruzados, esperando a que Neo regrese. No soy de las que dejo las cosas a medias.
La chica sube los pies a la butaca y se abraza las piernas.
—¿Cómo es? Quiero decir, cuando me reclutaron para el laboratorio y me contaron de qué iba el estudio, te juro que de primeras pensé que me estaban tomando el pelo. Pero resultó que no, que todo esto va muy en serio.
Y tan en serio. Observo a la chica de enormes ojos oscuros que espera atenta mi respuesta y no sé qué contestar. ¿Lo bueno? ¿Lo malo?
—Es abrir los ojos... y encontrarte en otra vida. La sensación de estar de pronto en lo que hasta hace un momento era un sueño es parecido a si estuvieras viendo una serie, cerraras por un momento los ojos y de pronto estuvieras en ella. ¡Siendo la protagonista! —Me doy cuenta de lo absurdas que suenan mis palabras—. Lo sé, parezco una loca, pero es así. Y cuantos más días pasan, más se te olvida que esa no es tu vida.
—No sé si yo sería capaz de participar en algo así...
Veo una duda real en sus ojos y me hubiera gustado ser yo un poco menos impulsiva. Aunque por otro lado... no visitar esas realidades hubiera significado no conocer a muchas personas que se han convertido en alguien especial para mí. Todo lo ocurrido me ha convertido en quien soy y estoy más que conforme con eso. Hace un año no me hubiera creído capaz de afrontar muchas de las situaciones que he vivido en los últimos meses. Ahora tengo claro quién es Ari y hasta donde puede llegar...
—Te has quedado pensativa...
—Estaba valorando todo lo ocurrido y ¿sabes? No cambiaría nada...
Rocío toma el aparato y cambia la fuerza del impulso.
—¿Ni siquiera si así hubieras evitado lo malo?
Niego con rotundidad.
—Evitar lo malo significaría haberme perdido también lo bueno. Y lo bueno... ¡no lo cambiaría por nada del mundo!
¡Minipunto para quien acertó que Ari despertaba en su realidad! ¡Ja! Seguro que cuando llevabais varios capítulos de esta tercera parte, pensabais que el desarrollo sería similar a las otras dos partes... pero ya veis ¡sorpresa! ¿Y ahora qué? Yo me pongo en el lugar de Ari y estaría desesperada. En fin... De nuevo publico dos capítulos, así que esto no ha acabado, podéis seguir leyendo. Eso sí, os agradezco si dejáis votos y comentarios por aquí también, que anda un poco pobre la cosa... aun así, yo encantada de tener a mi grupito de lectoras y lectores fieles. Sois geniales, de verdad.
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