CAPÍTULO 32
Escuchamos las explosiones justo cuando llegamos a la planta baja. Varias detonaciones que aunque lejanas, hacen vibrar el suelo bajo nuestros pies.
—Sí que se han dado prisa —protesta Neo—. Vamos, no tenemos mucho tiempo.
Nos asomamos a través de la enorme puerta de cristal y aunque al momento localizo el furgón, no distingo si alguno de los hombres permanece allí.
—Desde aquí apenas vemos esa parte de la calle...
—No nos queda otra que salir y probar suerte —me responde mientras empuña su pistola.
Sin esperar a que me haga a la idea, sale al exterior y avanza, pegado al edificio, apuntando hacia el frente. Le sigo lo más cerca posible, cubriendo la retaguardia, pues no queremos que nadie nos sorprenda por detrás.
—Estamos a unos pocos metros —me avisa —, y de momento no hay nadie a la vista.
Levanto de nuevo el arma, pues me ha parecido ver movimiento a lo lejos, sin embargo, creo que son los nervios que me están jugando una mala pasada. Me sudan las manos, tanto la que empuña la pistola como la que lleva el dispositivo del furgón. No sé cual de los dos objetos me gusta menos, pues ambos suponen una gran responsabilidad.
Choco con la espalda de Neo, que se ha detenido sin previo aviso.
—No hay nadie en la zona —resuelve.
Miramos el furgón y justo delante hay una pequeña fogata, junto a las pertenencias de la guerrilla que formaba guardia junto a él.
—Muy estúpido por su parte, abandonar todos el lugar. Nos lo han puesto en bandeja —resuelvo.
—Por si acaso, no perdamos tiempo, no vaya a ser que les dé por regresar.
Miro el dispositivo y con los botones direccionales, localizo en la pantalla el mensaje "desbloqueo", acepto y el vehículo emite un corto pitido. Al momento, las persianas que cubren las ventanas desaparecen y junto a la puerta se escucha un sonido que identifico como el de varios bulones de seguridad retrocediendo. Sin perder tiempo, pulso el botón de apertura y el furgón se abre dándonos la bienvenida a casa. Subo al asiento, me deslizo hasta el lugar del copiloto y justo en ese instante una mano sujeta a Neo del hombro.
No sé en qué momento ese hombre ha llegado hasta nosotros pero mi compañero se gira sin pensárselo dos veces y golpea al tipo con la culata de la pistola. Este se tambalea hacia atrás, mientras intenta detener con ambas manos el torrente de sangre que brota de su nariz y Neo aprovecha para subir de un salto al vehículo. Al momento bloqueamos las puertas y nos ponemos en marcha.
—¿De dónde ha salido? —grito histérica—. ¡Ni siquiera le hemos oído llegar!
—No importa. Aquí dentro estamos a salvo.
El tipo regresa y golpea el cristal, manchando este, de un rojo tan vívido que he de apartar la vista.
—Vamos. Antes de que regresen el resto...
Neo acelera y el hombre es lo suficientemente listo como para apartarse antes de ser arrollado. Tomamos la primera calle y avanzamos por ella, esquivando los obstáculos que encontramos, al igual que cuando llegamos. Sin embargo esta vez resulta más fácil, pues ya no nos pilla de nuevo. Además, gracias a las indicaciones de Galen y May, resulta saber qué camino seguir, pues una vez conoces el secreto del sol blanco, es como seguir un camino de migas de pan.
Antes de darnos cuenta, estamos de nuevo en la carretera principal y en esa rotonda que lleva a todas direcciones. Tomamos la carretera que, entendemos, nos llevará al sur y avanzamos hacia el final de la ciudad, a sabiendas de que debemos andar con mil ojos. Observo el paisaje, mientras busco un ángel en el horizonte, la señal que me indicará que hemos llegado al lugar.
—Hace sol... —murmura Neo—. Imagino que se resguardarán de él.
Tiene razón. Aunque ya no quema como hace años, aún puede suponer un perjuicio una exposición prolongada. Pienso en si deberíamos ponernos nuestros trajes, preparados para soportar al menos, parte del impacto solar, sin embargo no nos podemos permitir perder más tiempo.
—Y por su posición, es mediodía ya. ¿Y si llegamos tarde Neo? ¿Y si ya no podemos hacer nada?
La sola idea de pensar que la situación sea irremediable, hace que se me revuelvan el estómago. Noto la náusea subir por mi garganta y aunque trago saliva con fuerza, la sensación no desaparece.
—Seguro que llegamos a tiempo —zanja.
Avanzamos varios kilómetros sin ver el más mínimo movimiento a nuestro alrededor, si no acabáramos de huir de una comunidad fortificada, pensaría que somos los únicos habitantes del planeta.
De pronto, algo en el horizonte llama mi atención.
—Frena, mira allí... —Señalo lo que parece una enorme columna y sobre ella un ángel con las alas extendidas—. No hay duda de que es el lugar de encuentro. ¿Y ahora?
Neo arranca de nuevo, aunque avanza a menor velocidad.
—Deberíamos intentar acercarnos lo máximo posible. Tiene pinta de ser un rotonda de entrada a la ciudad, pero no creo que estén ahí, el sol incide de lleno en este momento sobre ese punto.
Miro hacia los edificios, para saber en qué dirección se proyecta su sombra y así descubrir, el lugar en el que estarán celebrando la negociación.
—Aparca en esa calle de ahí. —Señalo el siguiente cruce, el último antes de la rotonda—. Si no me equivoco, estarán a la sombra del siguiente edificio, pues es la única zona protegida junto a la estatua del ángel.
—¿Y si están en el interior de un edificio?
No había pensado en esa posibilidad, pero la desecho al instante.
—No lo creo. Ambas partes preferirán esta en una zona abierta.
Cambiamos nuestras pistolas por fusiles y escondo una pistola en el pantalón. Bajamos del furgón y antes de alejarnos de él, conecto de nuevo el blindaje. Me niego a tener sorpresas de ningún tipo. Avanzamos por la calle y pensaría que estoy sufriendo un déjà vu si no fuera porque apenas hace una hora nos encontrábamos en una situación similar.
—Espera —me frena para que no choque con él—, se escuchan voces.
Nos asomamos, parapetados por una columna y descubrimos a un grupo de personas hablando a cierta distancia. Del lado más cercano al edificio están nuestros amigos, flanqueados por un hombre y una mujer de la comunidad. Al frente de esa comitiva distingo a Elora quien habla con el líder de los traficantes. Este a su vez, está acompañado de dos hombres armados hasta los dientes y a su espalda les espera un vehículo de gran tamaño, supongo que traído a propósito para poder transportar a sus nuevas adquisiciones.
—¿Cómo vamos a hacer? —pregunto preocupada—. Son demasiados.
Justo en ese momento el visitante y Elora se dan la mano, cerrando claramente el trato y el tiempo se nos acaba. Uno de los hombres le tiende una bolsa y los acompañantes de Elora empujan a nuestros compañeros para que se pongan en marcha.
—Hay que detenerles.
—¿Confías en mí? Solo se me ocurre una forma.
Veo cómo quita el seguro a su fusil y no me atrevo a preguntar nada, así que me limito a asentir.
—Sígueme.
Sale de su escondite y yo tardo un par de segundos en reaccionar.
—¡Alto! —grita mientras apunta su arma directamente a la cabeza del líder.
Yo apunto con mi rifle hacia Elora, sin embargo cuando ambos bandos se dan cuenta de lo que ocurre, apuntan con sus armas en todas direcciones.
—¿Este era tu plan? —mascullo entre dientes.
—Más o menos. ¡Soltad a nuestros amigos! —les grita.
Elora hace un gesto a sus acompañantes para que permanezcan en su lugar.
—¿Os dais cuenta de que vosotros estáis en desventaja?
—Pues yo no lo veo así —explica Neo—. En estos momentos tenemos las mismas posibilidades de morir que tú. ¿Eso es lo que quieres? ¿Convertir esto en un baño de sangre?
Realmente nos lo estamos jugando todo a una sola carta. Veo cómo Elora frunce el ceño y aprieta los labios totalmente molesta.
—No lo entendéis, no puedo hacer otra cosa... —protesta—. Mi gente necesita medicinas. Hay cosas de las que carecemos entre esos muros y esta es la única forma de conseguirlas.
Sé que tiene razón, pero eso no justifica lo que acaba de hacer.
—Lo entendemos pero eso no significa que estemos de acuerdo —le corrijo mientras me acerco con el arma en alto—. Y por supuesto comprenderás que no podemos dejar que vendas a nuestros amigos.
Desvío la mirada hacia ellos y veo que parecen encontrarse en perfecto estado. Al fin y al cabo solo han estado unas horas retenidos y además, a ella le interesa entregarlos en las mejores condiciones.
—¿Y bien? ¿Cómo lo solucionamos? —pregunta.
Miro al líder del otro grupo y su gesto de extrañeza me confirma que él no entiende nada de lo que estamos hablando. Y eso es peligroso.
—No sé, pero tu amigo el de ahí se está empezando a mosquear más de la cuenta —voy girando alrededor de ella para intentar estar más cerca de nuestros compañeros, pues tengo otra arma en la espalda sujeta a la cinturilla de mi pantalón y mi intención es entregársela a David o Caleb, para dejar de estar en desventaja.
Sin embargo, de buenas a primeras los acontecimientos se precipitan, en el momento en el que vemos caer a uno de los visitantes, fulminado.
El líder observa al compañero abatido durante una décima de segundo y al momento carga su fusil de asalto y comienza a disparar a diestro y siniestro. Inconscientemente nos agachamos, mientras los acompañantes de Elora se dedican a disparar contra él.
Sin dudar, le lanzo una de las armas a David quien quita el seguro, mientras sujeta a Kesia del brazo para que también se agache.
—¡Tenemos que refugiarnos! —nos grita Neo—. Hay alguien disparando desde ese edificio.
Señala una construcción al otro lado de la calle y ahora entiendo lo ocurrido. Si el tirador tiene buena puntería puede acabar con todos nosotros en un abrir y cerrar de ojos.
—Tenemos que llegar hasta ahí.
La puerta del edificio que proyecta la sombra sobre nosotros está a unos pocos metros y al menos dejaremos de estar a tiro.
Nos ponemos en marcha y veo cómo Caleb protege a Jess con su cuerpo como si se tratara de su propia hermana. Corremos hacia la entrada, mientras escuchamos las balas silbar a nuestro alrededor. Ni siquiera quiero saber lo que ocurre a mis espaldas, solo llegar a un lugar seguro cuanto antes.
Jamie a mi lado se tropieza y cae contra el asfalto. Me detengo y retrocedo para ayudarle a levantar y entonces lo siento. Es como si una flecha rauda y veloz, me acabara de atravesar las costillas, y un dolor indescriptible surge de ese punto, extendiéndose al resto de mi cuerpo. Intento avanzar, mientras mi mano se dirige instintivamente a esa zona y cuando la levanto el brillante color de la sangre, hace que me dé cuenta de la realidad: estoy herida.
Alguien me levanta, sosteniéndome entre sus brazos.
—Tranquila, no te va a pasar nada. No voy a dejar que te pase nada ¿de acuerdo?
Me acurruco contra su pecho, dejando que su calor me envuelva, mientras noto cómo mi mente se nubla. Creo en sus palabras pero en este momento me siento tan cansada que soy incapaz de permanecer con los ojos abiertos.
Oigo las voces de mis compañeros amortiguadas y lejanas, una amalgama de sonidos que soy incapaz de identificar como palabras. Aunque no tengo duda de que lo son.
Neo me deposita en el suelo pero no me gusta. Cambiar su calor por la fría superficie no ayuda y sin poder evitarlo, comienzo a temblar.
—Ari, ¿me escuchas? No te duermas, ¿vale? ¡Aguanta!
El dolor disminuye, como si mi cuerpo lo estuviera expulsando a cambio de recibir una nueva sensación, un cosquilleo que adormece cada milímetro de piel, cada músculo, cada célula. Ya no siento nada...
—Ari, no me dejes, por favor, no me dejes...
La súplica de Neo es lo último que escucho antes de perder la consciencia del todo.
¡Chan, chan, chaaaaan! Vale, venga... ¿cuantos esperabais este final? Es tannnnn... ¿Y ahora? Y eso quiero saber, ¿qué pensáis?
¡Minipunto para quien acierte!
Eso sí, no confirmaréis vuestras teorías hasta el siguiente capítulo... De verdad os digo que lo más divertido de esta trilogía son estos momentos...
Por cierto y cambiando de tema, no suelo hacer esto muy a menudo, pero os recuerdo que tengo otras historias en Wattpad que podéis leer totalmente gratis. Os recomiendo sobre todo "La vida vuelve" que está completa y "Deconstruyendo a Lis" que la estoy escribiendo actualmente y la publico de forma regular.
En cuanto a esta trilogía, hay gente que me pregunta si voy a publicar las otras dos partes en físico, pero dado el fiasco de la primera (por la falta de distribución en América Latina), o cambia mucho la cosa o prácticamente doy la trilogía por perdida. En fin, ¡al menos aquí tengo a quien es feliz leyéndola!
No me enrollo más, agradezco votos y comentarios y por supuesto toda la publi que os animéis a hacer.
¡Pronto más! Os adoro. Besitossss
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