CAPÍTULO 27
Encuentro al resto del grupo durmiendo plácidamente en las camas distribuidas en un gran dormitorio común, sin embargo solo me preocupo en encontrar a quien busco. Me acerco al borde de la cama y no dudo en zarandear a Caleb hasta que este se despierta.
—¿Qué ocurre? —pregunta aún con los ojos a medio abrir.
—Espabila. Quiero hablar contigo. Te espero fuera.
Salgo de la habitación, sin prestar atención al resto de los bultos que continúan con su tranquilo sueño y me siento en un cómodo sillón que hay en el salón. Apenas unos minutos después, un Caleb de pelo revuelto y cara de pocos amigos toma asiento frente a mí.
—Vaya humor chica. Por un momento he pensado que eras la Ari de esta realidad...
No le veo la gracia al chiste y menos teniendo en cuenta que tengo un mosqueo de aúpa.
—Caleb... ¿qué ocurre con los nacimientos en las cúpulas? —le pregunto mientras me apoyo en el respaldo y cruzo los brazos premeditadamente para enfatizar mi enfado.
—¿Qué ocurre? No sé a qué te refieres...
—Trabajas en el departamento de genética. ¿Te crees que soy tonta?
Casi diría que le he visto dar un respingo. Eso significa que ya sabe por dónde voy.
—Yo no... ¿por qué preguntas eso ahora?
—Porque puede que para quien vive encerrado en esos malditos hormigueros, todo este asunto no sea tan obvio, pero una vez fuera... ¡Caleb por Dios! Solo hay que mirar a nuestro alrededor.
Se frota la cara desesperado.
—Lo dices por los niños, ¿no?
—A ver... me contasteis toda una historia sobre los Shaendum, personas puras a las que se las aisló para mantener de algún modo la especie a salvo, en cúpulas como si se tratara de unas modernas arcas de Noé. Incluso teniendo una genética inmaculada, David me contó que los Shaendum no podemos concebir de forma natural y que por eso a las mujeres se nos obliga a seguir un tratamiento y ser inseminadas para poder tener hijos. ¿Cómo puede ser que tengamos problemas para quedarnos embarazadas? Tenemos una genética casi perfecta y vivimos en un espacio no contaminado. ¿No es eso el equivalente a este mismo lugar? Aquí hay niños, los tienen sin tratamientos, nacen sanos. ¿Qué me estoy perdiendo?
Me hace un gesto para que baje la voz porque sin darme cuenta he levantado el tono. No era mi intención pero la sombra de la sospecha, ha hecho que salten todas mis alarmas.
—Veras... no es del todo cierto que haya problemas...
Ahora la que salto sobre mi asiento soy yo. No puedo evitar inclinarme hacia delante al escuchar sus palabras.
—¿Cómo que no es del todo cierto? ¿Hay o no hay problemas?
Ver cómo baja la vista, incapaz de mantenerme la mirada hace que me cabree aún más.
—Caleb... —insisto.
—A ver cómo te lo explico... es cierto que el porcentaje de personas estériles en la urbe es muy alto. Son personas que respiran un aire con una baja cantidad de oxígeno, para colmo el filtrado de agua no es del todo bueno, los alimentos también tienen cierto grado de toxicidad. Todos esos factores hacen que los embarazos sean muy pocos, además corren el riesgo de que esos bebes nazcan con insuficiencia respiratoria y otras complicaciones sobre todo pulmonares y cardíacas. Cuando se comenzó a aislar a las personas con una genética más... digamos limpia, se decidieron adoptar una serie de medidas, que por supuesto se preocuparon de que no salieran a la luz.
No me gusta nada el tono serio que ha adquirido su voz.
—¿Qué medidas?
—Al principio, los primeros Shaendum tuvieron hijos sin que el departamento de reproducción tuviera que intervenir. El problema fue que no todos los niños nacidos mantenían una genética pura. ¿Lo entiendes?
No tardo ni un segundo en captar por donde va.
—Genes recesivos y dominantes. Un niño nacido de dos Shaendum lleva en su carga genética una parte perteneciente a familiares anteriores a sus padres. Por lo que pueden colarse genes no puros en su ADN.
—Eso es. ¿Por qué a veces dos padres de ojos castaños tienen un hijo de ojos azules? Puede que un abuelo de ojos azules dejara su impronta genética y esta saliera a relucir en ese nieto.
O a veces la mezcla de dos rasgos diferentes dan lugar a un tercero, mezcla de ambos. Como por ejemplo los ojos verdes, mezcla en muchas ocasiones de azul y marrón.
—Pero no termino de entenderlo...
—A ver. Cada vez nacían menos puros en la urbe y en las cúpulas ocurría algo similar. Así que buscaron la forma de que los hijos de los Shaendum mantuvieran su genética... intacta.
Un escalofrío me recorre la espalda al escuchar cómo recalca la última palabra. Intacta.
—La inseminación se hace después de realizar una modificación genética... —Trago saliva con dificultad al ver que Caleb asiente—. Pero eso ¡es ilegal!
—Lo es. Por eso esta información no es pública. No se hace con el beneplácito de los Shaendum. Fue una decisión desesperada que tomaron en su momento y que han mantenido durante todos estos años.
Mi mente va a mil y estoy pensando en todo lo que ello conlleva.
—Entiendo que su motivación por mantener la especie, les hace tomar decisiones desacertadas pero ahora mismo me siento como cualquier otro animal de los que han recuperado en las arcas. No hay diferencia entre ellos y nosotros. Somos sus conejillos de indias. Su zoo particular. —Entonces me doy cuenta—. ¿Cómo puedes participar de ello? No eres el único que lo sabe, me imagino que todo el departamento de genética y de reproducción está al tanto de lo que ocurre. ¿Y tú lo apruebas?
Caleb se encoge de hombros con resignación.
—Esa ha sido mi vida hasta ahora. ¿Por qué iba a considerar raro algo que para mí era normal? Tú vienes de otra realidad muy diferente a esta. Entiendo que tú o... no sé, Jess, que se ha criado en un entorno diferente, seáis más negativas, pero para quien se ha criado de esta manera...
Lo que dice tiene cierta lógica y me doy cuenta de que quizás estoy siendo demasiado dura con él.
—Lo siento Caleb, no soy quien para juzgarte. Es justo lo que tu dices. Para mí todo esto resulta demasiado. En esta dimensión hay tantas cosas que me desconciertan, que ya no sé qué pensar.
—Tranquila. Es normal que tengas esta reacción pero te aseguro que Ari jamás se preguntó el porqué de todas estas cuestiones. Para ella era lo habitual. Su rutina, su día a día.
Un nueva pregunta me surge.
—Oye Caleb... si es cierto que podemos concebir, ¿podría quedarme embarazada de forma natural? —Pienso en los días que pasé con Neo en la habitación de la pensión de Jochen y una preocupación crece en mí.
—No. Era necesario justificar la inseminación haciendo creer a los Shaendum que no podían concebir sin ayuda. Por eso desde que se madura físicamente, se nos inyecta un anticonceptivo a ambos sexos que imposibilita la concepción. Cuando llegamos a la edad fijada se comienza un tratamiento que contrarresta el efecto del anticonceptivo y se realizan una o varias inseminaciones controladas.
—Y ¿qué pensamos que nos están inyectando? Porque es obvio que no nos cuentan la verdad.
—Solo es una mentira a medias, junto con el cóctel inmunitario, vitaminas, minerales y otros compuestos necesarios por nuestro aislamiento, va incluida una potente dosis anticonceptiva. ¡Todo en uno! Fácil y sin despertar sospechas ya que se trata de un añadido más.
Realmente se han organizado muy bien.
—Gracias por contármelo, Caleb.
Este se rasca la cabeza mientras se ríe con ganas.
—¡Tampoco es que me hayas dejado muchas opciones!
—Perdona —digo mostrando una sonrisa de lo más amigable—. Es que cuando me he dado cuenta de lo que podía estar ocurriendo... me he indignado. Tú no lo entiendes, pero estoy cansada de encontrarme con realidades en las que el Gobierno, miente y engaña. Toma decisiones, escudándose en un dudoso "bien común". Nunca apoyaré a quien actúa así. Creo que conocer la verdad es un derecho y más cuando hablamos de temas que nos afectan directamente.
El chico se encoge de hombros.
—Puede que lo que has visto hasta ahora te haya hecho perder la fe en los Gobiernos, pero en este caso, creo que lo hicieron lo mejor que pudieron. Solo intentamos sobrevivir, Ari. No seas tan dura con nosotros.
—Aunque con el tiempo me haya hecho más escéptica, no pierdo la fe en las personas.
En ese momento, la puerta de entrada se abre. Neo se queda mirándonos sorprendido, como si no esperara encontrarse a nadie en el salón.
—¿De dónde vienes? —pregunto. Pensaba que estaba durmiendo en la habitación con el resto.
Caleb nos mira a ambos y se levanta de un salto.
—Mejor os dejo. Aprovecharé a dar una cabezada más, a ver si ya nadie me interrumpe el sueño.
Por suerte me guiña un ojo para dejarme claro que lo dice en plan jocoso. Le da una palmadita en el hombro a Neo cuando pasa a su lado y desaparece de nuestra vista.
—¿No me lo vas a contar?
Este se acerca y se asienta en el apoyabrazos, junto a mí.
—Sí, claro. No podía dormir y como tú estabas con Elora y Kesia decidí ir a dar una vuelta. Me encontré con el chico que nos trajo hasta aquí, Galen y bueno... conseguí hacerme entender para que me llevara a echar un vistazo a nuestro camión.
—Querías asegurarte de que seguía en el mismo lugar...
Neo esboza una sonrisa y alarga su mano hasta mi cuello, bordeando con sus dedos, la poca piel que no queda cubierta por el buzo.
—Pues sí.
—¿No te fiabas del magnífico sistema antirrobo? —pregunto mientras suelto una carcajada. Estoy segura de que Caleb y David se hubieran sentido ofendidos. A veces se comportan como si ese camión lo hubieran construido ellos.
Sus ojos suben de nuevo hasta encontrarse con los míos, aunque su mano continúa rozando cada centímetro a la vista. Está consiguiendo ponerme nerviosa.
—No es eso. Que no pudieran entrar y conducirlo, no significa que no encontraran la forma de llevárselo.
Tiene toda la razón. ¿Cómo sabemos que no tienen algún sistema de arrastre o grúa?
—Dime que sigue donde lo dejamos.
—Sigue donde lo dejamos —corrobora—. Pero lo están vigilando. No sé si a expensas de poder llevárselo, si piensan que lo conseguirán desbloquear o están esperando a que intentemos recuperarlo.
No puedo evitar resoplar.
—Cualquiera de las opciones es mala.
—Tenemos que intentar recuperarlo mañana mismo. Si esperamos más corremos el riesgo de perderlo.
Sin querer, resoplo de nuevo.
—Me gustaría pensar que no hay prisa y podemos estar aquí unos cuantos días más. Una pequeña tregua, un lugar en el que sentirnos protegidos... pero no es así. Habrá que organizarlo todo para mañana.
Me pongo de pie decidida a empezar con ello, pero Neo se desliza al sillón y tira de mí para que caiga con él en el estrecho espacio.
—Una cosa es que haya prisa y otra, que no podamos esperar un poco...
Su boca atrapa la mía con determinación, haciendo que ya no tenga ningún motivo para moverme del lugar. Sus manos, sujetan mi nuca para atraerme más a él y yo respondo a su beso, necesitada de esa paz que solo Neo consigue transmitirme. Se ha convertido en la persona que me ayuda a seguir, en alguien dispuesto a caminar a mi lado y eso es justo lo que necesito. Ni más ni menos.
Una de sus manos, tira de la cremallera de mi buzo, bajándola un trecho y dejando a la vista, la camiseta de tirantes que llevo debajo. Sin dejar de besarme, sus dedos recorren mi clavícula y sé que están tocando mi tatuaje.
Cuando Neo se separa, apenas unos centímetros, observa durante un segundo el trazado antes de subir la mirada y preguntarme:
—¿Te harías este tatuaje en nuestra dimensión?
Me río al darme cuenta de que le gusta más de lo que yo creía.
—Lo cierto es que ya lo estuve pensando. Nunca me había planteado hacerme uno, pero lo que este significa... me siento unida a su mensaje. Siempre he querido enseñar, así que en realidad, este tatuaje me representa.
—Por eso lo digo. Además, creo que si no lo tuvieras, lo echaría de menos. —Acerca sus labios y deposita un beso en el centro del dibujo—. Eres mi brújula, Ari. Tú marcas mi camino.
Noto cómo mi corazón da un vuelco. No sé si alguna vez me acostumbraré a que me diga esas cosas, en el fondo, me gustaría sentirme así con él siempre.
—Se te ha acelerado el pulso —revela con cierta socarronería en la voz.
—¡No te creas tan importante! —le protesto, aunque echaba de menos ese tono de suficiencia.
Echa la cabeza hacia atrás ahogando una carcajada.
—Ay, Ari. ¡Hasta en momentos así te gusta hacerte la difícil! Deja que me consuele pensando que aún soy capaz de alterarte un poco.
Si supiera el torbellino que habita en mi interior cada vez que estamos de esta manera...
¡Bueeeenassss! ¿Qué tal el finde? El mío corto, ya pensando en el lunes... snifff.
Como veis esta vez si he andado rapidita y aquí tenéis un nuevo capítulo.
¡Ja! Decidme que no os encanta Ari cuando le echa la bronca a Caleb... es que ya le vale... algunas cosas qué bien se las calla, jajaja. Ya sé que diréis, "siempre presentas gobiernos que engañan a la población...", lo siento, no puedo evitarlo, creo que es exactamente lo que harían en un... digamos... ¿90%? Pues eso. No sé qué pensáis del tema... genial si me lo contáis.
Y bueno, para acabar el capítulo, una de esas escenas que tanto me gustan entre Ari y Neo. ¡No es que últimamente tengan muchas oportunidades de ponerse románticos!
Actualizaré de nuevo entre semana, aunque no prometo día que luego no cumplo.
¡Mil gracias por vuestros votos y comentarios! Besitossss
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