Capítulo 7
Es jueves por la tarde y mientras hago tiempo en casa, me planteo la posibilidad de regresar a mi realidad sin Neo.
La noche del sábado pensé que había conseguido un acercamiento, pero estaba equivocada. El domingo al despertarme, estaba de nuevo sola y una escueta nota sobre la mesilla echaba por tierra todas mis esperanzas: estaría fuera todo el día visitando a sus padres. Eso era una huida en toda regla.
Pasé el día con May e intenté no darle mayor importancia, pero ahora, cuatro días después estoy convencida de que ha decidido mantener las distancias conmigo. Sé que está durmiendo en el sofá, e intenta pasar todo el tiempo que puede fuera de casa. ¿Cómo le voy a convencer de que regrese si no le veo? Ya llevo una semana aquí y no he conseguido avanzar nada con él. ¿De qué sirve que continúe aquí si no va a cambiar de opinión? Estoy perdiendo el curso en la universidad y esta realidad no me gusta. Si supiera que tengo alguna posibilidad aguantaría, pero así...
Esta noche es "noche de difuntos" y en la universidad se ha organizado una fiesta de disfraces. Se supone que iremos juntos, pero si normalmente no soy una chica a la que le gusten las fiestas, tal y como están las cosas, lo último que me apetece es ir a un baile. Iré a hablar con él y le diré que voy a regresar. Si le importo, lo más mínimo, no dejará que me marche. Se me encoge el corazón sólo de pensar que puede ser el último día que esté con él...
Voy a la habitación y miro las perchas con los disfraces. Fui con May a elegirlos y sé que me matará cuando se entere que no voy a usarlo el mío. Ella insistió con que eran los disfraces ideales para nosotros, pero yo no estoy tan segura tal cual están las cosas.
La veo pasar como una exhalación camino de su cuarto y me asomo desde la puerta.
—Pensaba que llegarías más tarde...
La veo correr de un lado a otro cambiándose de ropa.
—He quedado con Adrian antes, para tomar algo con unos amigos. Por cierto, Neo me ha dicho que no puede pasar por casa, está en la facultad acabando un trabajo. ¿Le puedes acercar tú, el disfraz?
—Sí claro. No hay problema.
Se enfunda un largo y ajustado vestido negro con una abertura lateral que deja ver más de lo que debería. El escote tampoco es nada discreto. Si Adrian no sucumbe a sus encantos con ese vestido, es idiota. Se maquilla con sombras oscuras y completa su disfraz con un gorro puntiagudo.
—Nunca he visto una bruja tan guapa.
—Espero que Adrian piense lo mismo.
Tengo curiosidad.
—¿De qué va él?
May suelta una risita.
—De Drácula. Ya sabes, es más glamuroso que ir de brujo.
El caso es no hacerle ni una pequeña concesión. Cómo odio a ese tío.
—Deberías empezar a arreglarte. Te va a llevar un buen rato. —Me observa de arriba a abajo—-. ¿Por qué me parece que no estás muy convencida?
—Es que no sé cómo se te ha ocurrido elegir esos disfraces.
Se encoge de hombros.
—Eso me pasa por leer novela histórica. Alégrate de que no eligiera los de Romeo y Julieta. O Cleopatra y Marco Aurelio...
No puedo evitar reírme. Esta chica no tiene remedio.
—Por lo menos he de decir que el traje es precioso.
—Vas a estar muy guapa. ¡En un rato nos vemos! —Me grita desde la entrada.
Me derrumbo en su cama. "¡Qué desastre! ¿Cuántas parejas se habrán disfrazado igual emulando una imposible historia de amor? Yo no quiero que mi relación con Neo sea imposible, así que no sé si la idea de emular a estos personajes será augurio de nuestro futuro. Inconscientemente me tapo el cuello con la mano...
Miro el magnífico vestido lleno de encaje, brocados en plata y terciopelo negro. Escote pronunciado, mangas abullonadas y lazos por doquier.
Pienso en las grandes damas, que vestían así a diario y que su mayor ocupación era asistir a fiestas. ¿Se sentirían satisfechas con su vida o algunas aspirarían a más y verían sus ilusiones truncadas? Quién sabe.
Paso la mano por la tela y hasta cierto punto me da pena no usarlo, sin embargo sé que ha llegado el momento de tomar una decisión y el tiempo para bailes acabó hace mucho. Cada vez tengo más ganas de regresar a mi vida y dejarme de todas estas tonterías.
Cojo la percha con el disfraz de Neo y salgo hacia la universidad. Al acercarme al campus, me sorprende ver cuanta gente se dirige a la fiesta. Parece que nadie se la quiere perder. Miro en el móvil las indicaciones que me ha dado Neo y no tardo en encontrar la sala en la que está trabajando. Cuando entro, mi vista se fija en la única mesa que está ocupada, Neo se mueve alrededor de ella con una tablet en la que está apuntando datos mientras mira los componentes desperdigados por todas partes. ¡Qué complicado parece!
—Aquí tienes tu traje —digo apoyando la percha en una silla.
Me mira de reojo sin despegar la vista del todo de lo que está haciendo.
—¿Y tú? Vienes sin disfrazar.
—No voy a ir a la fiesta...
Mi respuesta hace que me mire por primera vez y deje la tablet a un lado.
—¿No quieres ir?
—No, pero estaría bien que tú fueras. Al fin y al cabo, May se ha llevado el trabajo de buscarnos los disfraces...
Se acerca a la funda observando el traje sin mucho interés.
—¿De qué se supone que son?
—El mío de Maria Antonieta...
—Dime que yo no soy Luis XVI, por favor —me interrumpe poniendo los ojos en blanco.
—No es del rey de Francia —le aclaro—. Es de... Hans Axel de Fersen.
Neo suelta una carcajada.
—¿Su amante? ¿Y dices que ha sido idea de May?
—Decir que era su amante es poco. Fue el amor de su vida. —Me arrepiento al momento de mis palabras y aparto los ojos de él, fijándome en las piezas que hay sobre la mesa.
—Ari, ¿qué pretendes?
De nuevo suena a la defensiva.
—No pretendo nada. Además, no te preocupes. Voy a volver a mi vida ya. Está claro que importa muy poco lo que yo te diga y ya me he cansado de esta situación y de que me ignores.
Neo frunce el ceño.
—Así que te ignoro.
Se me escapa una risa sarcástica.
—¿No es así? En estos días casi no te he visto y por las noches duermes en el sofá. No puedo conseguir que vuelvas si no te veo en todo el día, así que no pienso seguir desperdiciando el tiempo. Estoy perdiendo mi curso en la facultad por estar aquí. He decidido irme y tú podrás seguir con tu estupenda vida.
Le miro esperando una respuesta por su parte pero él se limita a mirarme. "¿Qué está pensando? Por favor que me diga algo ya".
En vez de hablar, me acerca a él y me besa. Con la misma desesperación que aquella noche en el callejón, como si pensara que es la última vez que va a poder hacerlo. Estoy confundida, porque esto es lo último que esperaba por su parte, aunque ese no es motivo para que no responda a su beso. Aprieto más mi cuerpo contra él y eso hace que me bese con más ganas. No sé qué está pasando, sólo sé que no puedo pensar, pero me da igual porque lo único que quiero es no separarme de él jamás.
Las dudas me asaltan de repente, ¿y si sólo se está despidiendo de mí?
Dejo de notar sus labios sobre los míos, así que abro los ojos. Seguimos estando muy cerca el uno del otro y ni siquiera me ha soltado. Algo más me ronda la mente y tengo que preguntárselo.
—¿La estabas besando a ella o a mí? —Quizás solo lo ha hecho porque echa de menos a la Ari de aquí. Al fin y al cabo ella es su novia, no yo.
Me mira confundido.
—Que tonta eres. ¿Cómo puedes preguntarme eso? Desde que llegaste, sólo te he visto a ti, ella ha desaparecido por completo. Y eso es lo peor.
"¿A qué se refiere?".
—¿Lo... peor?
Acerca su boca a mi oreja.
—No quiero acostumbrarme a ti de nuevo.
Por eso mantenía las distancias. No quiere cometer de nuevo el mismo error. Se me rompe el corazón.
Me separo de él.
—Ya nos hemos despedido entonces.
Lo digo sin levantar la vista. No soy tan valiente como para mirarle de nuevo. Salgo dispuesta a buscar un taxi. Cuanto antes me aleje de él, mejor.
Una vez en la calle, desecho la idea del taxi y decido ir al apartamento andando. Tengo decidido marcharme, pero ¿qué más da una hora más o menos aquí? Paseo por el parque donde estuve con Neo y me siento en el mismo banco. Hay grupos de jóvenes bebiendo y alguna pareja en plan romántico, todos ellos disfrazados, haciendo que me sienta fuera de lugar. Siempre estoy fuera de lugar.
Miro a los grupos, oigo sus risas y eso me entristece aún más. "Y yo sola, para variar". Durante un segundo, cuando Neo me besó, pensé que lo había conseguido, pero de nuevo estaba equivocada.
Paso un buen rato allí, sentada, aunque sé que en algún momento tengo que moverme y regresar al apartamento.
No tardo en llegar y al entrar en casa y me doy el susto de mi vida al ver a Neo sentado en la penumbra.
—¿Se puede saber dónde estabas? —Parece enfadado para variar—. Al no encontrarte aquí he pensado que...
—No entiendo este repentino interés.
Carraspea antes de hablar. Aun así su voz suena ronca.
—Quería hablar contigo antes de que te fueras.
Eso sí que es una sorpresa. Tengo curiosidad por saber lo que me quiere decir, pero necesito un minuto para pensar.
—¿Puedo ponerme más cómoda?
—Sí, claro.
Entro en mi habitación y me apoyo en la puerta al cerrarla. "¿Por qué quiere hablar ahora?". Los nervios van a acabar conmigo y no consigo relajarme. "¡Maldita sea!". Me pongo su camiseta, la que uso para dormir, y aunque sigo sin sentirme cómoda sólo con ella, salgo así del cuarto. "¿Qué más me da lo que piense?".
Cuando llego al salón veo que está mirando por la ventana, pensativo. Me acerco varios pasos a él y observo su rostro iluminado por las farolas de la calle. Incluso preocupado está guapo.
"Pero, ¿preocupado por qué?".
Se sobresalta ligeramente al notar mi presencia, creo que al ir descalza he sido extremadamente silenciosa. Me cruzo de brazos para parecer más segura de mí misma, pues nada de lo que diga me va a hacer cambiar de opinión.
—¿De qué querías hablar?
Aprieta los labios y creo que esta conversación no va a traer nada bueno.
—¡Eres increíble! Llegas aquí, dispuesta a desbaratar la que ahora es mi vida ¿y tiene que parecerme bien? Dices que te he estado evitando. ¡Claro que lo he hecho! Verte todos los días, hablar de nuevo contigo, abrazarte por las noches. ¿Crees que es fácil?
Esto es el colmo.
—Está claro que soy una idiota.
—Me cuentas lo buena que eres por venir a buscarme, porque tu moral te impide quedarte al margen, como siempre. ¡Mi salvadora! ¿Tengo que agradecértelo?
Me está dando una rabia horrorosa que me hable así.
—Yo no te he pedido que me agradezcas nada... —Mi voz se convierte en un susurro.
—Mejor, porque no pienso hacerlo, así que ya puedes volver a tu vida. Seguro que David me agradecerá que te envíe de nuevo a casa.
Mucho había tardado en nombrar a David.
—¡Tú no sabes nada!
Me mira extrañado. Se acerca y me sujeta de los brazos.
—¿Qué es lo que no sé?
Toda mi rabia sale a la superficie.
—Te odio, ¿sabes? —Le golpeo el pecho con los puños y me separo de él bruscamente—. Te odio porque desapareciste sin decir nada, me dejaste de lado. Contaba contigo y cuando desperté no estabas. ¡Me sentí abandonada! Ni una mísera explicación. ¿No me merecía eso al menos? ¿Una explicación?
Me alegro de habérselo soltado al fin. Siento como si mi cuerpo se hubiera vuelto más ligero. Esa rabia se había convertido en un enorme peso en mi interior.
Neo me mira boquiabierto, creo que esto era lo último que esperaba por mi parte. Su tono de voz se suaviza.
—Quise que las cosas fueran fáciles para ti. Ya habías elegido y no quería ser un obstáculo.
—Pero, ¿cómo tomaste aquella decisión sin hablar conmigo? ¿No pensaste que igual estabas equivocado?
Al momento me doy cuenta de que mis palabras me han traicionado.
—¿Qué quieres decir con eso? —Da un paso hacia mí pero yo retrocedo. No quiero contarle la verdad. No ahora.
—Nada. Olvídalo.
Me sujeta de la barbilla e intenta que le mire a los ojos pero me aparto bruscamente. No quiero mirarle.
Coge mi mano y al momento sé lo que pretende. No quiero que vea lo que siento. Me revuelvo y lo único que consigo es que me sujete del brazo con más fuerza. Antes de que pueda evitarlo, noto una suave vibración en la yema de mi dedo al hacer contacto con su muñeca. Levanto la vista con miedo pero ahora es él el que no me mira. Parece concentrado en lo que está sintiendo y yo no puedo evitar morderme el labio preocupada. En realidad no sé muy bien lo que estará viendo... ¿mis sentimientos hacia él? ¿Mi rabia? ¿Mi frustración por la situación? ¿Mi miedo?
"Creo que lo único que podrá sentir es confusión...".
Cuando me suelta, su cara de desconcierto hace que me quiera hacer muy, muy pequeña, hasta poder desaparecer si así consigo huir de la situación.
—No digas nada, ¿vale? No es justo que hayas mirado dentro de mí y lo sabes.
Paso por su lado y Neo sigue con la vista clavada en el suelo. "Casi mejor así".
Entro en mi cuarto y literalmente me tiro de los pelos. Me tumbo en la cama y rompo a llorar.
"Que desastre, Ari. ¿Quién te manda meterte en un lío así? ¿No podías seguir con tu vida y ya está?".
Por suerte no tardo en calmarme, ya me estoy acostumbrando a estas rabietas mías. Me apoyo en el cabecero de la cama y aunque intento pensar en lo que ha pasado, estoy cansada de analizar una y otra vez lo sucedido y sobre todo cansada de no conseguir nada.
Volveré a mi vida. Haré borrón y cuenta nueva, como si Neo no hubiera existido nunca para mí. Intentaré arreglarme con David, no quiero perderle como amigo y sé que me he portado fatal con él. Si de verdad es mi amigo, estará dispuesto a perdonarme.
Saldré con alguien, no con Adrian, ya que por culpa de esta realidad, mi percepción de él ha cambiado, pero me pondré el reto de intentar conocer a alguien. Seguro que eso me ayudará a avanzar y dejar de agobiarme por alguien que no me quiere y que no necesita mi ayuda.
Ya me he auto convencido, cuando Neo entra en el cuarto precipitadamente. Parece sorprendido de verme sentada y aunque duda, finalmente suelta de golpe:
—No te vayas. —Hace una pausa. Parece que no sabe muy bien qué decir—. Necesito pensar en lo que ha pasado hoy. Espera.
Decido jugármela.
—De acuerdo, aunque no te aseguro que me quede mucho más.
Asiente.
—Bien.
Sale de la habitación y yo me acuesto, mientras intento adivinar qué será lo que le ha hecho dudar y pedirme que espere.
Prácticamente estoy dormida cuando le oigo tumbarse a mi lado. No me abraza, pero el hecho de que no duerma en el sofá, me confirma que algo ha cambiado.
Al día siguiente, me encuentro una nota de Neo diciendo que por la mañana estará ocupado pero que nos veremos por la tarde en casa.
Es el día de difuntos y por tanto es festivo, aunque en la facultad han aprovechado para organizar unas Olimpiadas Universitarias. Me entero de esto durante el desayuno, ya que May, después de abroncarme por no aparecer en la fiesta, me informa de que hemos quedado en pasarnos por allí. No me niego, con tal de estar entretenida, iré a donde haga falta.
No tardo en arrepentirme de mi decisión.
Al mediodía ya estoy aburrida de ver a la gente participando en pruebas de lo más absurdas y quizás en otras circunstancias me hubiera divertido, pero no estoy de humor. Lo siento por May, porque no soy la mejor compañía aunque al sentarnos en el comedor me animo un poco.
May me está contando lo atento que estuvo Adrian con ella en la fiesta. ¿Habrá empezado a quererla? No lo sé, me parece una persona incapaz de amar a alguien más que a sí mismo.
Sin querer no puedo evitar prestar atención a una pareja que está un par de mesas más allá, pues la actitud de él me está preocupando. Discute con la chica, aunque ella, llegados a cierto punto baja la mirada, mientras él continúa gritándole sin ningún pudor. Miro alrededor pero parece que a nadie le importa lo más mínimo su actitud violenta.
La situación va a más y llega un momento en que él se inclina hacia ella y la zarandea bruscamente. Mi agobio es tal que no puedo evitar levantarme y saltar.
—Eh, tú. ¡Déjala en paz!
El tío me mira extrañado y la chica apenas se atreve a levantar la vista y mirarme.
—¡No te metas! —me espeta.
—Eres un idiota. ¿No ves que estás rodeado de gente? Hay docenas de testigos de cómo la estás tratando.
Al momento le suelta el brazo, aunque su expresión sigue siendo amenazante. Me acerco a ellos y noto como todas las miradas me siguen.
—Te recomiendo que no vuelvas a tratarla así. Ni a ella ni a nadie, porque yo seré la primera en contar lo que he visto.
Se levanta dando un golpe en la mesa y sale del comedor. La chica me mira y vocaliza un "gracias" que acepto encantada.
Cuando regreso a mi mesa, algunos todavía me miran, aunque muchos han vuelto a sus conversaciones como si nada. May me observa.
—Ha sido increíble.
—Me vale con saber que ya no le hará daño o que por lo menos se lo pensará dos veces.
Sé que el tipo no me tenía miedo a mí, pero con las leyes actuales por una agresión podría pasar toda su vida en la cárcel. Normal que haya huido.
Terminamos de comer y May se va porque ha quedado con unos amigos. Me anima a que le acompañe, aunque la sola idea de pensar que uno de ellos sea Set, me obliga a rechazar su invitación. Mucha suerte he tenido de no coincidir con él durante toda la mañana.
Tomo el camino a casa aunque no sé si prefiero que al llegar, esté Neo o no. Me da miedo hablar con él, pero por otro lado quiero saber lo que ha estado pensando. Si me lo cuenta, claro.
Un chico se pone a mi altura y me frena.
—Eres Ari, la amiga de May.
—Sí —respondo extrañada.
Está claro que todo el mundo conoce a May.
—Soy Jamie. Nos hemos visto alguna vez, aunque entiendo que no te acuerdes.
Es alto, lleva el pelo castaño despeinado y unos curiosos ojos grises me observan. ¿Debería desconfiar de él? No respondo, así que continúa hablando.
—He visto lo que ha pasado en el comedor.
No puedo evitar ponerme a la defensiva.
—Sólo quería ayudar.
Suelta una carcajada. "¿De qué va este tío?".
—Que graciosa. Se te ha olvidado que no somos empáticos, ¿no?
Una alarma se dispara en mi cabeza. ¿Qué sabe?
—No sé a qué te refieres.
—Tu comportamiento ha sido empático. —Hace una pausa—. Eres una saltadora.
Al oír esa palabra cientos de alarmas se disparan en mi cabeza.
—¿Saltadora? ¿Qué quieres decir con eso?
—No eres la primera que conozco, ¿sabes? —Se acerca en plan confidente—. Ha habido otros antes que tú.
No me puedo creer lo que está diciendo.
—Estás loco —Le sonrío para intentar engañarle.
—Tú misma. Pero deja que te dé un consejo. —Se acerca a mí—. Disimula.
Se aleja riéndose y minutos después sigo clavada en el mismo lugar.
Regreso a casa lo más rápido que puedo. De pronto no me siento segura en esta realidad que apenas conozco.
Cuando entro en el piso, Neo sale de la cocina y está claro que mi cara no dice nada bueno.
—¿Qué pasa Ari?
Comienzo a pasear nerviosa por la habitación.
—¿Conoces a un tal Jamie? De tu estatura, pelo castaño despeinado...
Neo se ríe.
—¿Otro que ha sucumbido a tus encantos?
Que gracioso. Me paro frente a él y le señalo mi cara.
—¿Tengo pinta de estar hablando en broma? Esto es serio.
Su rostro se contrae como cuando se preocupa. "Así mejor, a ver si ahora me presta atención".
—Jamie... creo que sí. Física cuántica —responde pensativo.
"Vaya, lo que nos faltaba". Me derrumbo en el sofá y escondo mi rostro entre las manos.
—Dios, ¡es peor de lo que pensaba!
Se sienta a mi lado y con delicadeza me coge las manos para separarlas de mi cara y conseguir que le mire.
—Explícame de una vez qué ha pasado.
No me ha soltado las manos y eso es buena señal.
—Verás, en el comedor de la facultad, un tío se estaba pasando con su novia, parecía que iba a agredirla y nadie prestaba atención...
Entrecierra los ojos y sé que ya se imagina lo que ha sucedido.
—Ya... y tú no has podido evitar meterte donde no te llaman.
Suelto mis manos de las suyas y cruzo los brazos en actitud de defensa.
—¡Sé que iba a pasar algo malo! Lo siento, ya me conoces.
—No pidas disculpas por intentar ayudar a alguien, ¿me oyes? No has hecho nada malo.
No lo entiende.
—Sí. Sí lo he hecho. Me he descubierto.
Neo me mira intrigado.
—¿Descubierto?
—En el comedor llamé la atención de mucha gente, aunque pareció momentáneo. El problema es que de camino a casa, el tal Jamie me abordó y me dijo que era una "saltadora".
Neo abre mucho los ojos y sé que empieza a entender la verdadera envergadura del asunto. No puede evitar ponerse de pie y comenzar a pasear por el salón.
—¿Qué sabe?
—No tengo ni idea. Se rió de mí diciendo que se me había olvidado que aquí no son empáticos. Que ya había conocido a otros antes que yo. Y me dio un consejo.
Me mira interrogante.
—Que disimule.
Neo se pasa las manos por el pelo nervioso y ahora dudo si ha sido una buena idea contárselo.
—Llevo casi un mes aquí y nadie parece haber sospechado de mí y tú en apenas una semana ya te has delatado.
Claro, como si yo lo hubiera buscado.
—¿Y qué querías? No recuerdo nada, así que yo no me siento influenciada por la Ari de aquí. Soy yo al cien por cien.
Me mira de reojo.
—Ya, de eso no hay duda.
"¿Qué ha querido decir? Mejor no pregunto".
—Bueno, tampoco me ha amenazado ni nada por el estilo.
Neo se sienta a mi lado pensativo.
—Pero dice que ha conocido a otros...
—A ver, si estudia física cuántica, quizás alguno de los experimentos que realiza sea parecido a los del profesor Walsh. No sería tan disparatado.
Nuestras especulaciones no nos van a llevar a ninguna parte.
—Tenemos que regresar.
Neo resulta tajante. Le miro sorprendida.
—¿Regresar?
—No quiero perjudicar a nadie de esta realidad por mi culpa y no sabemos si corremos algún riesgo. Ya no estamos seguros aquí.
No me alegra que ese sea el motivo para regresar, pero por lo menos conseguiré mi propósito.
—¿Esta noche entonces?
Neo asiente aunque parece triste.
—Sí, no hay motivo para estar más tiempo aquí. Tengo que salir. —De pronto parece distraído—. Luego nos vemos.
Cuando oscurece aún continúo sola. Recibo un mensaje de May diciendo que se queda a pasar la noche con Adrian y casi lo prefiero. No quiero tener la sensación de que me estoy despidiendo de ella. Otra vez.
Me meto en la cama dispuesta a esperar a Neo despierta. Tengo que asegurarme de que no ha cambiado de opinión. No quiero volver sola. La espera se me hace eterna y cuando por fin regresa, no sé cuántas horas llevo ya esperando.
Le oigo cambiarse y cuando se tumba a mi lado, me giro y le miro.
—¿Has cambiado de idea?
—No.
Menos mal. Respiro aliviada.
—Quiero decirte, que esta vez no hace falta que huyas de mí. No pienso molestarte y no tendrás que volver a verme si no quieres.
—Vamos a dormir.
No era la respuesta que esperaba, pero la verdad es que me vale con que regrese. No pido más. No tardo en dormirme ya que estoy agotada y el hecho de tener a Neo a mi lado hace que me sea más fácil relajarme.
Pronto me veo en la cama del laboratorio y de nuevo oigo los pitidos de mis constantes pero por más que me concentro no consigo despertar. ¿Qué está ocurriendo? Lo intento una y otra vez aunque es como si estuviera en un simple sueño. De pronto todo se difumina y aparece un nuevo paisaje. Estoy con Neo paseando por la orilla de un río, vamos cogidos de la mano y nos reímos de algo que me está contando. De nuevo las imágenes cambian y me veo en clase de Filosofía, estoy haciendo los parciales y tengo el examen en blanco. Voy a suspender. No hay duda.
¿Qué os ha parecido el nuevo capítulo? Cuando la única complicación para Ari era que Neo regresara con ella, entra en escena Jamie. ¿Qué sabrá? ¿Por qué la ha llamado saltadora? ¿A quién más conoce?
Para colmo, tal y como veis al final del capítulo, Ari no consigue regresar. ¿Habrá regresado Neo? ¿Por qué ella no despierta en su realidad? ¿Está atrapada en esta?
Espero que os haya gustado y os aviso que no estamos más que al principio, faltan muchos personajes por aparecer y la trama se irá complicando por momentos.
¿Estáis preparados para lo que se avecina?
Pronto más. Besitosss
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