Capítulo 4
Pasan los días y cada vez me siento más frustrada. Sabía que no sería fácil, ya que aunque siga conectada a él, no sé con cuanta frecuencia puede aparecer la dimensión en la que está. Además estoy descubriendo que la paciencia no es mi fuerte.
Salto a otras realidades. En algunas ni siquiera aparecen él o David, no sé si porque no forman parte de mi vida o porque aún no les he conocido. También encuentro otras, en las que somos amigos, pero rápidamente sé que no es él, sino el Neo de esa dimensión. Mi mente empieza a estar agotada.
Uno de los días, al terminar la sesión hablo con Alex.
—Estoy preocupada.
Estamos en la sala de descanso y es lo suficientemente tarde cómo para que sólo quedemos los dos. Abro un paquete de patatas fritas mientras Alex acerca un par de refrescos.
—¿Por qué?
—Tengo la sensación de que no le voy a encontrar. Ya llevamos una semana...
Me mira divertido. No sé por qué le hago tanta gracia.
—No me pareces de las que se dan por vencidas.
—No lo entiendes. Mira, puede que esté conectada a las mismas dimensiones que él, porque antes o después formará parte de mi vida. Sin embargo, ahí radica el principal problema. Habéis dado por hecho que se ha quedado en una dimensión en la que tiene relación conmigo. Pero, ¿qué pasa si no es así?
Se rasca la barbilla.
—¿Dices que igual está en una de las que has descartado?
—Por ejemplo. Al no verle en mis recuerdos, automáticamente he descartado esa realidad, pero eso no significa que no esté en ella. Piénsalo. Si aquí no quería volver a vernos a David y a mí, ¿por qué iba a elegir una vida en la que somos sus amigos?
Doy varios tragos a mi refresco y miro a Alex expectante.
—Puede que tengas razón, aunque yo creo que sí está en una dimensión en la que ya os conocéis.
—¿Por qué estás tan seguro?
Aunque no hay nadie más en la sala, se acerca en plan confidente.
—Verás, Walsh estaba muy convencido de que tú serías la única capaz de encontrarle. Eso es porque en realidad tiene indicios de lo que Neo estaba buscando aunque no nos haya dicho nada.
Se le escapa un bostezo que me hace sentir culpable.
—Siento que tengas que estar aquí conmigo a estas horas.
Se encoge de hombros.
—Bah, tú no tienes culpa de verte envuelta en esto.
—Espero poder encontrarle en los próximos días, si no hablaré con Walsh para que me cuente lo que nos ha ocultado.
—Sí, quizás sea lo mejor.
No sé cuándo se ha vuelto mi confidente, pero me alegro de tener alguien con quien poder hablar de esto. Desde que empezamos, no he quedado con David, no me atrevo a llamarle y es obvio que él no lo va a hacer. Tampoco cuento con May, aunque sé que está preocupada por mí, pero no quiero involucrarla hasta que todo termine. Así que me fijo en el chico que tengo en frente, ese que en unos pocos días se ha convertido en algo parecido a un amigo.
—Gracias por tu ayuda. Y por escucharme.
Me mira a los ojos extrañado.
—Te debo una, es lo menos que puedo hacer.
"¿A qué se refiere?".
—No te entiendo.
—En la dimensión que estuviste, te preocupaste de avisar a Mathias de que Cesar me tenía vigilado. Gracias a eso me salvaste.
Dios mío, se sabe de memoria lo que contamos.
—¿Estás en deuda conmigo porque me preocupé por tu otro yo?
Me sonríe abiertamente.
—La verdad es que sí. Quiero que sepas que empezamos con mal pie, entre otras cosas porque os tenía una envidia horrible. Acababais de llegar y ya estabais realizando saltos. Yo aspiraba a eso y quedarme otra vez al margen... entenderás mi frustración. Espero que ahora me consideres un amigo.
—Por supuesto. —Me pongo de pié—. ¿Nos vamos ya? Te invito a tomar algo fuera de aquí.
Abro los ojos. Estoy sentada en un enorme sofá que ocupa gran parte de un moderno salón. Como ya sé lo que toca, espero tranquilamente a que se me pase el mareo al entrar en el coma inducido, si algo he aprendido durante estos meses es a relajarme mientras todo eso sucede ya que hasta entonces no tengo ningún control sobre mi cuerpo y una vez pasada la transición comienzo a funcionar. Parezco una autómata, haciendo cada día las cosas de la misma manera. "Es lo que hay".
Miro la revista que descansa sobre mi regazo. ¿Moda? Qué raro. No soy muy dada a leer revistas de ese tipo.... Observo mis manos y descubro otro detalle que me descoloca: llevo las uñas pintadas. ¿Seguro que soy yo? Durante un momento creo que he ido a parar al cuerpo de otra persona. Busco en mis recuerdos y a diferencia de otras veces, todo parece brumoso pero aun así consigo localizar entre ellos una imagen de mis padres. Bien, está claro que soy yo. Igual que he hecho los días anteriores, intento visualizar a Neo y esta vez tengo suerte porque no tardo en dar con él. Aunque mi recuerdo no es muy nítido, me veo hablando con él en una cafetería y por un instante, algo en mi interior, me dice que es él, que por fin le he encontrado.
Me pongo nerviosa al pensar en esa posibilidad así que comienzo a pasear por la habitación intentando decidir qué hacer. Hasta ahora no había tenido esa sensación y espero que mi intuición no me engañe porque se me están agotando los días. Me acerco al gran ventanal y al mirar por él no reconozco el lugar. Necesito saber dónde estoy pero una fuerte punzada me atraviesa el cerebro.
"Vaya. Últimamente me pasa muy a menudo. Estoy saturada con los recuerdos de tantas dimensiones diferentes".
Dejo la mente en blanco y decido ir poco a poco. Buscaré recuerdos sólo cuando me sea indispensable. Doy otra vuelta por la habitación y al pasar frente al espejo que hay junto a la entrada me sobresalto. La chica reflejada poco se parece a mí: llevo el pelo más corto, con flequillo y extremadamente alisado. El color es horrible, una extraña mezcla de mechas rubias que parecen fruto de una muy mala decisión. Voy maquillada y el escote de mi camiseta me escandaliza. Ahora lo de mis uñas pintadas parece poca cosa.
Busco mi cuarto y en cuanto localizo mi ropa me afano en cambiar mi aspecto. Poco rato después, no llevo maquillaje, mi pelo está recogido en un moño y me he puesto lo más corriente que he encontrado, lo que ha sido todo un triunfo viendo las prendas que llenaban mi armario. Sé que no debería haberlo hecho, ya que tengo que respetar a la Ari de esta realidad, pero cuando me vaya, podrá volver a vestir como quiera.
Me acerco de nuevo a la ventana y sopeso mis posibilidades. Quizás tenga que quedarme una noche o más hasta que consiga coincidir con Neo y ver si tengo razón o no.
Oigo abrirse la puerta y al girarme, veo que es él. Qué oportuno. Lleva un corte de pelo moderno y viste diferente pero algo me dice que le he encontrado. No sé qué hacer y al final me cruzo de brazos para que no note que estoy temblando.
—Hola, por fin llego. —Se acerca consultando su móvil, así que todavía no me ha mirado—. No sé qué le pasa a este trasto, no me da más que problemas.
Llega a mi lado y me da un beso rápido en los labios. Sin querer me pongo rígida y él lo nota porque levanta la vista del teléfono y me mira. Entrecierra los ojos durante un segundo y acto seguido me acerca a él y me besa de nuevo. Pero no un beso como el de hace un momento, si no como los que yo recordaba. Un remolino se agita en mi interior mientras aprieta sus labios contra los míos y no tengo ninguna duda. Sé que es él.
Mientras me besa, me doy cuenta de un par de cosas. Una, que le he echado de menos más de lo que yo creía, y dos, que toda mi rabia hacia él tenía un único motivo. Que le quiero. Reconocerlo hace que en vez de seguir besándole, me aparte de golpe.
Neo tiene los ojos muy abiertos y puedo leer la sorpresa en su cara.
—Estás aquí, ¿qué haces aquí?
De nuevo da un paso hacia mí pero me puede la confusión y no estoy preparada para hablar con él. Me aparto y corro hacia la habitación, oigo sus pasos tras de mí, así que cierro la puerta y me siento en el suelo apoyada en ella. Un leve ruido me confirma que él está al otro lado esperando.
—Ari, sal.
No puedo. Me doy cuenta de que estoy llorando y aunque no estoy segura, es probable que ya estuviera llorando cuando salí corriendo. Me tapo la cara con las manos e intento tranquilizarme, pero no resulta fácil. Menos aún, sabiendo lo que siento por él. Pienso en el beso, en cómo me he sentido y no tengo ninguna duda.
"¡Tonta! Te has enamorado de él. ¿No podías haberte dado cuenta antes? Aunque ahora esté al otro lado de la puerta, es el mismo que no se despidió de ti. Que dejó claro a Walsh que no quería verte".
Las lágrimas dan paso a la rabia y de nuevo estoy furiosa con él. "Debería haberle pateado el culo, tal y como había planeado".
Aunque ya estoy más calmada, decido hacerle esperar un poco más. Un buen rato después por fin me levanto pero antes de enfrentarme a él, me tomo mi tiempo para sacudirme el pantalón y recolocarme la camiseta. Cojo el pomo de la puerta y respiro hondo.
Abro con cuidado y al asomarme le veo sentado en el suelo. Se levanta y me mira con el ceño fruncido. No me gusta que me mire así.
—¿Qué haces aquí?
"Ni hola, ni qué tal, sólo quiere saber por qué he venido".
Entra en la habitación y cierra la puerta tras él. Parece que quiere retenerme en un espacio pequeño para que no vuelva a huir.
—¿Cómo has sabido que era yo?
Se ríe mientras niega rotundamente.
—Tu mirada te ha delatado y bueno... el beso me lo ha confirmado. Eres muy fácil de reconocer.
—¿Tan obvio ha sido?
—Pues sí, para bien y para mal, eres única.
En otras circunstancias pensaría que se trata de un halago pero tal y como lo ha dicho no sé cómo tomármelo.
—Sigo sin saber qué haces aquí.
—Vengo a buscarte.
Me mira extrañado y creo que lo mejor que puedo hacer es contarle lo que me dijo Walsh. Cuando termino veo la desconfianza en su rostro y se confirma mi mayor temor. No me cree.
—Todo lo que te digo es cierto —insisto—. Tienes que volver.
Se encoge de hombros y por primera vez asoma un destello de tristeza en sus ojos.
—Me da igual. No pienso regresar a aquella vida. Prefiero quedarme, aunque no sepa el tiempo que me queda.
—Pero no puedes...
—Sí, sí puedo —me interrumpe—. Es decisión mía y tú no eres quién para inmiscuirte.
Me duelen sus palabras y creo que ha sido un error hacer esto por él. Tiene razón, yo no soy nadie para él.
—¿Y dónde está tu guardaespaldas? ¿Ha venido también?
Estoy estupefacta.
—¿David? —Decido atacar—. No, la verdad es que le importa muy poco lo que te pase.
—Y ¿aun así te ha dejado hacer esto?
No entiendo a dónde quiere llegar y me está empezando a cabrear.
—Ha sido decisión mía. ¿A qué viene esto?
—No sé, me extraña que te haya dejado venir sola. Siempre me ha dado la impresión de que no le gusta separarse de ti.
A mi mente viene mi última conversación con David. Pienso en él y en Mara, haciendo cosas, juntos. Neo no puede estar más equivocado. David y yo casi no somos ni amigos.
No tengo ganas de explicarle cómo están las cosas.
—La verdad es que no es asunto tuyo.
Estudio su rostro, tiene los labios apretados y eso no es buena señal.
—Así me gusta. Que le sigas defendiendo.
Me da la sensación de que esta conversación no nos lleva a ninguna parte.
—Entonces, ¿no piensas volver?
—No —responde sin dudar—. Ya puedes regresar y seguir con tu vida. Saluda a David de mi parte.
"¡Pero qué cabezota es!". Me hierve la sangre de pura rabia. Pensaba que sería más fácil convencerle. Qué ilusa.
—¡Pues sí! Debería volver, centrarme en algo que merezca la pena y dejarme de misiones imposibles. ¡No te mereces que me haya llevado tanto trabajo contigo! —Estoy levantando la voz más de lo que me gustaría. Inhalo una vez para intentar calmarme y tomo mi decisión— Pero ¿sabes qué? No me pienso ir. Estaré aquí hasta que cambies de opinión.
Me siento en la cama y me cruzo de brazos. Neo me mira sorprendido.
—No tienes remedio.
—Ya me conoces, soy una cabezota y me gusta salirme con la mía.
—Tú misma.
Sale de la habitación y yo me dejo caer sobre la colcha. ¿Y ahora qué hago? Teniendo en cuenta que seguramente voy a pasar varios días en esta realidad, creo que lo primero es hacerme una idea de cómo son las cosas aquí. Intento recordar, pero una terrible migraña me golpea. ¿Por qué no puedo acceder a mis recuerdos de esta vida? Sólo he podido ver unas pocas imágenes sueltas, recordar que esta es mi habitación... nada más. ¿Cómo voy a ocupar el lugar de esta Ari si no sé cómo es su vida aquí? No se me ocurre otra opción.
Busco a Neo y le encuentro en la cocina preparando unos sándwiches. Tomo asiento en un taburete alto, en la isla central y espero.
—¿Quieres uno? —pregunta sin mirarme.
Bueno, por lo menos es amable.
—Sí, gracias.
Espero pacientemente a que termine de prepararlos y tome asiento a mi lado.
—Oye ¿me puedes decir de qué va esta realidad?
Me mira frunciendo el ceño.
—¿No es más fácil que lo recuerdes tú y ya está?
Inconscientemente me froto la sien.
—No puedo, cada vez que intento recordar algo de aquí, me duele la cabeza. Últimamente me pasa a menudo. Será por hacer tantos saltos —respondo pensativa.
—¿Tantos has hecho?
—Llevo buscándote casi dos semanas. Ya me iba a dar por vencida.
Se le escapa una risa sarcástica.
—Vaya, que interés. Me resulta un poco absurdo viniendo de ti.
¿Cómo puede tener tan mal concepto de mí? ¿Tanto daño le he hecho?
—Que sepas que me negué rotundamente a seguir en el estudio y si no hubiera sido porque tu vida está en riesgo, no estaría aquí, te lo puedo asegurar. Y ahora, ¿me cuentas lo que no puedo ver? Quizás así recuerde algo.
—Está bien, pregunta.
La verdad es que no sé por dónde empezar, así que pienso en lo que ha pasado de momento.
—¿Vives aquí? —Debe ser así si tiene llaves y sabe dónde están las cosas.
—Sí.
—Vale. ¿Vive alguien más con nosotros?
Neo se revuelve el pelo.
—Oficialmente May, pero pasa muchas noches en casa de su novio. Hoy es una de ellas.
Voy procesando la información. Lo siguiente en lo que pienso es en el beso y aunque no sé si es buena idea preguntar al respecto, me arriesgo.
—Al entrar en el piso, me besaste... —Se me atragantan las palabras y soy incapaz de continuar.
Neo deja el sándwich en el plato y se gira para mirarme directamente a los ojos.
—Lo hago siempre al llegar.
"Eso es porque estamos... Oh".
Aunque ya lo sé, quiero oírselo decir.
—Pero ¿por qué?
—Venga Ari, ya lo sabes. Porque estamos juntos.
No tiene ningún sentido. ¿Por qué iba a quedarse en una dimensión en la que está conmigo?
—A ver, explícamelo, porque creo que cada día soy más tonta y no lo entiendo.
—¿Quieres que te lo explique? De acuerdo. Decidí buscar una dimensión en la que pudiera tener una relación normal contigo. En la que fuera todo más sencillo, en la que tú fueras más accesible.
¿Accesible? No me puedo creer lo que me está diciendo.
—¿Por eso desapareciste sin más?
—Lo que hice —Se pone de pie y acerca su cara a la mía—, fue quitarme de en medio. Así dejaba de ser un estorbo y vosotros podíais continuar lo que habíais empezado.
¡Genial! Sopeso la posibilidad de contarle que no estoy con David, que quitarse de en medio no sirvió para nada, pero teniendo en cuenta que se ha buscado una versión de mí "más accesible", me niego en redondo. No se lo merece.
—¿Se supone que debo darte las gracias? Eres un idiota, Neo. —Cada vez estoy más cabreada—. ¿Y en qué es ella es más accesible si puede saberse?
—Simplemente no es tan retorcida y complicada como tú, que siempre estás dándole vueltas a todo. Ella se dedica... a disfrutar de la vida.
Me pongo de pie y me encaro.
—¿Me acabas de llamar retorcida? Pero, ¿acaso te crees mejor que yo?
Levanta la barbilla, orgulloso.
—Mira preciosa, no pienso discutir contigo y no tengo por qué darte explicaciones. Te agradezco que te hayas tomado tantas molestias pero sería mejor que volvieras con tu caballero andante y así yo podré continuar con mi vida.
Estoy a punto de replicarle cuando oigo la puerta de la entrada y veo a May asomarse en la cocina.
—Hola chicos, ¿qué hacéis?
Nos mira extrañada, creo que se ha dado cuenta de que interrumpía algo. La observo, está igual que en mi realidad, quizás incluso más guapa.
Decido disimular.
—Comer un sándwich.
—¿Hoy no dormías fuera? —pregunta Neo.
—Ha habido cambio de planes. —Mira dentro de la nevera y coge un zumo—. Chicos, me voy a descansar. Ha sido un día muy largo.
—Hasta mañana. —Le sonrío y ella me devuelve la sonrisa. Me alegra ver que en la mayoría de las dimensiones en las que he estado, ella forma parte de mi vida.
Neo espera hasta oír la puerta de su cuarto cerrarse antes de volver a hablar.
—¿Vas a volver esta noche?
—No si tú no lo haces. Me quedaré hasta que entres en razón.
—Tú misma. Que sepas que compartimos cama. —Me guiña un ojo y sale de la cocina antes de que me dé tiempo a soltarle una barbaridad.
"De acuerdo. Venga Ari, no seas cobarde. Has sido capaz de organizar una misión casi suicida, infiltrarte en una urbe ultra controlada, disparar, luchar... No puedes tener miedo a compartir una cama".
Pienso que no es la primera vez que voy a dormir con él. Sí la primera desde que sé lo que siento por él, así que espero no hablar en sueños. Voy a mi habitación y al pasar por el salón veo a Neo frente al televisor. Aprovecho para buscar entre mis cosas un pijama, algo que resulta una utopía ya que al parecer a la Ari de aquí le gusta la lencería fina. Tras la búsqueda infructuosa, me siento en el borde de la cama desesperada.
"¿Qué hago?". Agradezco que las neuronas de mi cerebro aún sean capaces de pensar por sí mismas, porque la solución es mucho más sencilla de lo que parece.
Abro los cajones de la cómoda que hay frente a la cama y no tardo en encontrar lo que busco: una camiseta de Neo. Me cambio rápidamente y apruebo mi elección. No es todo lo larga que me gustaría pero por lo menos no es escotada, ni transparente y después de lo que he visto en mi armario, es todo un triunfo.
Apago la luz y me meto en la cama sin pensarlo dos veces. Mientras espero a que me venga el sueño, intento organizar un poco mis ideas, aunque después de hablar con él, no es fácil. ¿Qué puedo hacer? Por un lado, puedo volver y olvidarme de él y de las consecuencias de que no regrese. "No sé ni cómo me lo planteo. Soy incapaz de irme y dejarle aquí con lo que implica". Sabiendo que sólo tengo una opción, ahora necesito pensar un plan. ¿Cómo hago que regrese? Quizás si le dijera que no estoy con David y lo que siento por él... pero él no quiere estar conmigo, por eso se fue, prefiere a la Ari de aquí ya que con ella las cosas son más fáciles y yo lo hago todo más complicado. Además siempre puede pensar que todo es una treta para convencerle de regresar...
"Oh, Dios, tiene razón. Soy retorcida. Sólo con darle vueltas a esto me estoy volviendo loca".
Oigo a Neo entrar y decido hacerme la dormida. Cuando se acuesta a mi lado contengo la respiración y durante largo rato no se mueve. Justo cuando ya creo que está dormido, se gira hacia mí y me rodea la cintura con su brazo. Hunde la cabeza en mi pelo e inspira profundamente. Me convenzo a mí misma de que lo hace por costumbre, porque es lo que hace todas las noches, abrazarla como está haciendo ahora. Pero entonces le oigo susurrar.
—Ari, ¿por qué has venido? ¿Por qué?
Suena atormentado y eso hace que me sienta aún peor, aunque no puedo evitar alegrarme un poquito, porque es consciente de que me está abrazando a mí, no a ella.
Con esa pequeña esperanza, me quedo dormida.
Bueno, ya tenéis un nuevo capítulo. ¿Qué os ha parecido? Por fin Ari sabe lo que siente y por quién lo siente, aunque eso no significa que las cosas sean más sencillas para ella. Al contrario, todo se complica aún más.
Y por si esto fuera poco, aún no sabéis qué "sorpresa" guarda esta realidad. Lo descubriréis en el próximo capítulo...
Si os ha gustado espero vuestros votos y comentarios.
Mil gracias por leerme. Besitosss
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top