Capítulo 37



Desolada, busco algún indicio entre los restos, algo que nos dé la suficiente esperanza, para pensar que pudieron escapar del lugar antes de que las llamas les consumieran a todos. Los vagones, parecen esqueletos de metal en un mar de cenizas de las que aún surgen pequeñas volutas de humo. Neo se aleja varios pasos, supongo que intentando encontrar sentido a lo ocurrido y yo me agacho junto a Mikael para ver cómo se encuentra. Al notar mi presencia, este levanta la vista y a la luz de la linterna, puedo ver su expresión desencajada.

—Ari... —Se muerde el labio inferior para intentar contener las lágrimas pero no funciona. Aprieta los puños y sé que la rabia se está apoderando de él—. Pienso matar a Svenson. ¡No me detendré hasta acabar con él! ¡Pagará por lo que ha hecho!

Su voz se quiebra por el dolor y yo coloco mis manos sobre sus hombros para infundirle ánimo. Por algún extraño motivo, no me he derrumbado ante lo ocurrido, quizás sea porque me es imposible hacerme a la idea. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y yo aún no la he perdido.

—Mikael, necesito que pienses... ¿hay alguna forma de salir de aquí?

Debe haber salidas de emergencia por alguna parte, como en cualquier otra estación. Él me observa confuso, como si no entendiera lo que quiero decir, sin embargo, algo se le pasa por la cabeza, porque de golpe su expresión cambia, se pasa las manos por la cara para limpiar sus lágrimas y se pone en pie.

—Sé en lo que estás pensando —me dice—. Hay una salida en la parte final del túnel. No solemos utilizarla, pero puede que a mi madre se le ocurriera...

Animada ante la nueva posibilidad, me levanto dispuesta a echar un vistazo.

—Vayamos a ver, entonces.

Mientras avanzamos entre los restos, llamamos a Neo, que no tarda en alcanzarnos y cuando le contamos lo que estamos buscando, su rostro se relaja.

—Espero que estés en lo cierto y hayan podido salir de aquí.

Sobrepasamos la última línea de vagones llegando al final de la cavidad y alumbramos la lisa pared en busca de una puerta. No tardamos en encontrarla y a simple vista parece estar en buen estado. Cojo aire antes de accionar la palanca y empujar, deseando con toda mi alma que la puerta se abra. Esta se desliza suavemente sobre sus goznes y al otro lado vemos un largo pasillo que se pierde en la oscuridad. Es posible que usaran esta salida para escapar del fuego...

—Mirad —Mikael señala una tubería, a unos pocos metros y se acerca a recoger lo que parece una prenda de ropa anudada en ella—. Es un pañuelo. Puede que...

—Que alguien lo dejara con la intención de que supiéramos que están bien —termino.

Mikael asiente con una media sonrisa.

—Salgamos de aquí —apremia Neo—. Es mejor que nos alejemos de la zona, por si acaso. Les contaremos al resto lo ocurrido y decidiremos qué hacer.

Una terrible incertidumbre se instala en todos nosotros después de hablar de lo ocurrido. A los que no han visto el estado de la estación, les cuesta creer que ya no haya nadie allí.

—¿Qué podemos hacer ahora? —pregunta Jamie visiblemente derrotado.

—Tiene que haber alguna forma de saber si han conseguido escapar —razono.

Mikael se cruza de brazos y aunque parece más calmado que hace un rato, sé que no es así.

—Hunter. Él tiene que saber algo. Seguro.

Estoy de acuerdo. Hay muchas posibilidades de que se haya enterado de lo sucedido.

—¿Sabes dónde vive? —David no quiere perder el tiempo.

—Nunca he estado en su casa —dice negando—. Pero por la tarde estará en el local. Le gusta supervisar todo antes de abrir.

Genial. Se nos va a hacer eterna la espera.

A Set le suenan las tripas y se frota el estómago apurado.

—Lo siento. No llevo muy bien el ayuno.

—Tengo una idea —Se acerca a la camioneta y nos hace señas para que subamos—. Venga, rápido.

Jamie se sube con él y el resto nos distribuimos en la parte trasera. ¿Qué se le habrá ocurrido? Será estupendo si su plan, incluye algo para comer.

El trayecto no es largo y durante ese tiempo, nadie habla. Imagino que mis compañeros están pensando en la gente de la estación, al igual que yo. Me aferro a la posibilidad de que estén vivos, no quiero creer que lo que vimos ahí abajo era un manto de cuerpos calcinados. Sin embargo, es difícil alejar la duda y mientras no sepamos más, el ambiente estará enrarecido.

Bajamos del vehículo y veo que estamos en el parking de lo que parece una zona residencial. Mikael nos hace señas para que le sigamos y se encamina hacia un bar cafetería que hay a pocos metros. Sin pensárselo dos veces entra y el resto nos miramos un tanto extrañados. Sabe que no tenemos dinero, ¿qué pretende hacer? De nuevo asoma la cabeza por la puerta y suelta:

—¿Os vais a quedar ahí? Pensaba que teníais hambre.

No hace falta que insista, entramos al local y él nos hace señas para que nos sentemos a una mesa, mientras habla con uno de los camareros. Al momento, ambos se acercan y Mikael toma asiento con nosotros.

—Este es Juan. Es un amigo al que conozco de hace tiempo —Baja la voz para que solo le oigamos nosotros—. De las peleas. ¿Qué os parece si nos trae algo de comer?

—¿Y el dinero? —pregunta Neo.

—Sin problemas. Le deberé un favor y ya está, ¿verdad Juan?

El chico asiento y ya no hay más que hablar. Minutos después, estamos llenando nuestros estómagos.

Miro de reojo a Mikael. Puede que no haya hecho las cosas bien, pero nos ha sacado de un montón de apuros. Si lo pienso, solo en el día de hoy, se las ha apañado para pasar el control y ahora estamos comiendo gracias a él. A cambio, va a tener un montón de favores pendientes que solventar a nuestra costa. Y él apenas ha dado dos bocados. Entiendo que aunque la esperanza esté ahí, a la vuelta de la esquina, la posibilidad de haber perdido a quienes han sido su comunidad, su familia, hace que tenga el estómago lleno de miedo. Y más, al sentirse, de alguna forma, responsable de lo ocurrido.

Se nos hacen eternas las horas, hasta que por fin subimos de nuevo a la camioneta, dispuestos a acercarnos hasta el local de Hunter. No tardamos en llegar, pues la distancia que nos separa del lugar es mínima. Por precaución, dejamos el vehículo a un par de calles y enfilamos la calle hacia el pabellón, con las armas a punto y la vista puesta en cualquier movimiento extraño a nuestro alrededor. Se trata de una zona tranquila, en la que, aparte de algún camión de reparto, apenas hay movimiento.

Cuando vemos el local, distingo al guardaespaldas que nos atendió la primera noche, hablando con un repartidor que está descargando bebidas para el almacén. Al reconocernos, su gesto de sorpresa es evidente e indica al hombre que entre al local. Después se cruza de brazos y espera a que lleguemos junto a él.

—Si estáis vivos, después de todo.

—Hola Bambi. ¿Está Hunter ya en el local? —saluda Mikael.

Ya había olvidado su costumbre de llamarle así.

—Claro, pasad. No se lo va a creer cuándo os vea.

Nos acompaña hasta la puerta del despacho, toca en ella despacio y se oye un grave "Adelante" al otro lado. Bambi abre la puerta y apenas se asoma.

—Mire lo que tenemos aquí, jefe.

Hace un gesto para que pasemos y Mikael no duda, entrando en la habitación el primero. Durante un segundo, la expresión de sorpresa de Hunter, no tiene precio. Este no duda en levantarse y estrechar su mano, mientras se dan un abrazo.

—¡Chico! Pensé que no volvería a verte —nos mira uno por uno—. Y al parecer, estáis todos bien. No sabéis cómo me alegro. Tomad asiento... tenemos mucho de lo que hablar.

Bambi se va y el resto nos distribuimos por los diferentes asientos. Me fijo en que, a diferencia de la otra vez, las pantallas detrás de Hunter están apagadas y eso me relaja. Aunque Hunter no sea un mal tipo después de todo, no quiero volver a ver una escena como la que presencié aquél día.

—Hunter... ¿Sabes algo de la estación siete? ¿Sabes algo... de la gente? ¿De mi madre?

Más que preguntas, parece una súplica, una súplica lanzada al aire, esperando una respuesta que por fin nos deje a todos respirar tranquilos.

—Eso significa que habéis pasado por allí... —comienza Hunter, entendiendo su actitud preocupada—. Tu madre está bien y sabemos que la mayoría de los que allí vivían también. Lo que ocurre es que algunos salieron huyendo asustados y no sabemos dónde están, pero suponemos que están bien.

—Menos mal...

La tensión de sus hombros desaparece y me lanza una mirada de alivio que entiendo perfectamente. No creo que hubiéramos podido soportar el peso de sus muertes.

—Julianna y algunos más, están en mi casa —continúa—. Otros, han ido a buscar cobijo con Jonah y los demás han decidido alejarse de la ciudad. Svenson quiere tenerlo todo bajo control, así que ha endurecido las medidas, ha aumentado las redadas y sabemos que lo de la estación fue un toque de atención para todos aquellos que nos relacionamos con los empáticos.

—Ya vemos lo mucho que te ha asustado, teniendo en cuenta que les has dado cobijo —suelta David.

Hunter se echa hacia atrás en su butaca y entrelaza las manos sobre su pecho en actitud relajada.

—Veréis, desde que os conocí, he estado pensando mucho en lo que hablamos y creo que va siendo hora de que recuperemos las riendas de nuestras vidas.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunta Jamie con miedo.

Una enigmática sonrisa se dibuja en su rostro.

—Tendremos tiempo de habla de ello más adelante. Lo urgente... —decide— es llevaros a mi casa, allí estaréis seguros. Es peligroso que os mováis por los alrededores del local, así que será mejor que continuemos la conversación en ella. Mi propiedad es más segura que un bunquer, Svenson no podrá llegar a vosotros mientras estéis conmigo.

—De acuerdo —respondo. Nos vendrá bien tener un lugar donde poder estar mientras decidimos qué vamos a hacer.

Salimos del despacho y apenas dedica un momento a dar varias ordenes a Bambi y otro de sus hombres antes de dirigirse a la puerta principal.

—¿Tenéis vehículo?

Mikael asiente y se apresura calle abajo en busca de la camioneta. Hunter se acerca a un todoterreno de alta gama aparcado frente al local.

—Intentad seguirme a corta distancia, no quiero que os perdáis entre el tráfico. De todas formas, apenas nos llevará unos minutos llegar.

En cuanto la camioneta se detiene, me siento junto a Mikael y el resto suben detrás. Hunter se pone en marcha y nosotros le seguimos.

—Algo está cambiando —comenta mi compañero.

—¿Qué quieres decir? —Él conoce a Hunter mejor que yo.

Frunce ligeramente el ceño antes de hablar, lo que me hace pensar que se basa más en una intuición que una certeza.

—No sé... llevo tratando con Hunter bastante tiempo y nunca he estado en su casa. Es decir... es muy celoso con sus cosas. Y sin embargo, ha dado cobijo a mi madre y algunos otros.

—Quizás lo ocurrido ha supuesto un revulsivo para él.

Mikael asiente.

—Cierto... ya ves que Hunter es una persona que está totalmente en contra del Gobierno y lo ocurrido en la estación siete puede haber sido la gota que ha colmado el vaso.

No sé si ese es el caso pero el simple hecho de que haya ayudado a los de la estación y ahora se preocupe en protegernos a nosotros, dice mucho de él.

—No creo que tardemos mucho en averiguarlo.

Apenas circulamos unos minutos por una de las carreteras principales antes de desviarnos hacia una zona residencial a las afueras. Me fijo en las grandes casas a ambos lados de la calle y no hay lugar a dudas de que estamos en uno de los barrios más ricos de la ciudad. Mikael reduce velocidad para tomar un camino secundario que lleva hasta una propiedad rodeada por un enorme muro que delimita todo el perímetro del terreno. Hunter se detiene frente a la puerta y las cámaras de vigilancia que hay en la parte superior, enfocan ambos vehículos. Al momento, la puerta comienza a abrirse y de nuevo nos ponemos en marcha. Avanzamos varios metros por un sendero que bordea la amplia extensión de césped hasta llegar a una enorme mansión de piedra pizarra y cristal. Nos detenemos en la entrada y me apresuro a bajar del vehículo. Hunter nos espera junto a las escaleras y yo dedico apenas un instante a observar el edificio. Realmente sus negocios van muy bien si puede permitirse una casa como esta. Un par de hombres armados salen de la casa pero él les hace un gesto para que se relajen.

—Tranquilos, está todo en orden.

Los tipos asienten y se retiran sin mediar palabra alguna. Algo me dice que no se quedarán muy lejos.

Entramos en la casa y aunque es enorme, desde el primer momento vemos que hay mucha más gente de lo habitual. En el enorme salón, hay varios grupos pequeños distribuidos por las distintas zonas. Una voz destaca entre las demás.

—¡Mikael!

No tardo en distinguir a Zira que como si le fuera la vida en ello, corre hasta él y le abraza con fuerza. Mikael tarda un segundo en reaccionar, sin embargo al instante le devuelve el abrazo con el mismo entusiasmo.

—¡Menos mal! Estás bien... —resopla con ella aún entre sus brazos.

Zira comienza a sollozar y a mí se me instala de nuevo ese nudo en la garganta que es tan conocido para mí. Cada bofetada de realidad nos recuerda que esto no es un juego.

—Mikael, fue horrible. Creí que moriríamos todos allí dentro. Tu madre ayudó a todo el mundo a salir, no estaba dispuesta a que nadie se quedara atrás...

—No sería ella si no se comportara así. Siempre antepone el bienestar de los demás al suyo propio. ¿Dónde está? —pregunta.

Sé que no se quedará tranquilo hasta que pueda ver con sus propios ojos que se encuentra bien. Yo tampoco podría hacerlo.

—Creo que está en la parte de atrás. ¡No te muevas, voy a buscarla!

Desaparece de nuestra vista antes de que tengamos tiempo de decir nada y miramos a Hunter sin saber muy bien que hacer.

—¿Seguro que tienes sitio para que nos quedemos aquí? —me incomoda la idea de resultar un estorbo para él.

—No os hubiera invitado de no ser así. Tenlo por seguro. Además, hay varios temas sobre los que debemos hablar...

Zira vuelve, seguida de Julianna y esta se detiene a pocos metros de nosotros. Desde donde estoy, puedo oír el suspiro de alivio que escapa de sus labios y Mikael no duda en acercarse a ella y abrazarla mientras deposita un beso en su cabello, recogido en un perfecto moño de hilos de plata.

—Hijo... pensé que nunca te volvería a ver...

Hunter nos hace un gesto para que le sigamos y así dejarles unos minutos a solas.

—Estaremos en el comedor —comenta.

Pasamos a una de las habitaciones contiguas y nos distribuimos por la enorme mesa de roble, dispuestos a no perder el tiempo.

—Bien, podemos ir hablando mientras... —comienza—. Entiendo que si estáis de vuelta es porque no habéis conseguido libraros del chip. ¿Es así?

—No será que no hemos tenido ocasión —aclaro.

Dedico largo rato a narrar a grades rasgos, lo ocurrido durante el tiempo que hemos estado fuera. Cuando apenas he comenzado, Mikael y Julianna se unen a la reunión y todos guardan silencio hasta que mis explicaciones nos llevan al momento actual.

—No puedo decir que hayáis desaprovechado el tiempo aunque el resultado no haya sido el que esperabais —razona Hunter.

—El caso es que por lo que nos contaron los hombres de Svenson, su trabajo era marcar los lugares con una acumulación anómala de empáticos. Me preocupa que tomen represalias contra los otros lugares que hemos visitado. Creo que deberíamos ponerles en aviso —No me quedaré tranquila hasta que nos aseguremos de que no han tenido alguna visita indeseada.

Hunter asiente.

—No os preocupéis. En cuanto acabemos esta reunión, elaboraremos una lista con los lugares y personas de contacto y enviaré a un par de mis hombres. ¿Os parece? Además, aprovecharemos este aviso para hacer de paso, un llamamiento.

Nos miramos unos a otros.

—¿Un llamamiento? —pregunta Neo.

—Sí, de eso quería hablaros. Después de lo ocurrido en la estación siete, no podemos dejar que el Gobierno nos siga manipulando a su antojo. Vosotros sois la prueba de que las cosas pueden ser diferentes, así que estamos dispuestos a pelear hasta las últimas consecuencias. Por la red corren rumores de que el Estado ultima una actualización para el chip y eso puede significar el fin de los empáticos. Tenemos que actuar antes de que eso suceda.

La información de Hunter nos sacude, recordándonos que esto no es un problema que se solucione deshaciéndonos del chip. Hay que ir al origen del problema. Hay que anular el control del Gobierno sobre la población. El problema es que eso no sucederá de la noche a la mañana y nosotros no podemos permanecer tanto tiempo aquí. Cuando consigamos extirpar el chip, tendremos que regresar y confiar en que las personas que somos en esta realidad harán lo correcto.

—¿Crees que la gente estará dispuesta a tomar parte de esto? —David utiliza ese tono seco que comienza a ser habitual en él.

—Eso parece, al menos. —Contesta Julianna que hasta ahora se había limitado a escuchar—. Lo ocurrido nos ha hecho darnos cuenta de que no hay motivo para escondernos. Y por curioso que parezca, muchas personas están dispuestas a luchar con tal de sentirse libres de nuevo.

—El mayor problema, es que nos llevará tiempo ir encontrando contactos que estén dispuestos a implicarse e ir organizando nuestras acciones. Si conseguimos ser muchos, el Estado no tendrá más remedio que aceptar nuestras condiciones.

Este es el principio de algo grande.

—Podéis contar con nosotros.

El ofrecimiento de Jamie suena sincero y me gustaría contestar con la misma convicción, pero en este caso sería hablar en nombre de mi otro yo, por lo que solo hago un leve gesto de asentimiento.

—Sé que seguís dándole prioridad a desactivar el chip —Hunter retoma el tema inicial— y hay una pista que creo, merece la pista investigar.

Inconscientemente me muevo hacia delante, interesada en saber más.

—Estamos dispuestos a tener en cuenta hasta la más mínima posibilidad. —Después de todo lo ocurrido, no creo que nos podamos llevar muchas más sorpresas.

—Como he dicho antes, por la red corren rumores de una posible actualización del chip. Esas publicaciones las está extendiendo como un virus por cientos de páginas, un hacker, que se hace llamar Sloan. También ha lanzado varios mensajes, anunciando ser "el exterminador" que puede acabar con la plaga que supone ese chip.

Nos quedamos en silencio unos segundos, analizando cada una de las palabras. Por supuesto, Neo es el primero en hablar.

—Y piensas que ese hacker es capaz de desactivar el chip, ¿no?

—Sí. En cualquier caso, tenemos que contactar con él, cada vez tiene más seguidores y si se une a nosotros, puede ser un activo muy importante.

Al margen de si lo que dice es verdad o no, si él mismo se anuncia como "el exterminador" y es capaz de hacer reaccionar a la gente, tenemos que convencerle de que forme parte de esta rebelión.

—De acuerdo. Hablemos con él.

—No es tan sencillo... no sabemos cómo ponernos en contacto.

Eso sí que es un problema.

—¿No hay forma de dejarle un mensaje o algo? —pregunta Set con esa inocencia que le caracteriza.

—Es un hacker —suelta Neo como si se tratara de una obviedad—. ¿Qué queréis? ¿Que anuncie con un cartel luminoso dónde le podemos encontrar? Si hace su trabajo como es debido, no dejará ninguna pista en sus publicaciones y será harto complicado llegar hasta él.

Sé que mientras dice estas palabras, su mente ya está pensando un paso más allá.

—Pero crees saber la forma de contactar, ¿verdad? —aventuro.

Una media sonrisa aparece en su rostro.

—No estoy del todo seguro, pero hay algo que quiero probar. Es decir, no creo que mande todos esos mensajes sin más. Lo más seguro es que en alguna parte de sus publicaciones haya un mensaje oculto con instrucciones para contactar. Pero no puedo decir más mientras no eche un vistazo.

Hunter asiente y sonríe satisfecho ante la idea de Neo.

—¡Claro! Ahora mismo te llevo a uno de los ordenadores y te muestro todo el material que ha subido a la red. Espero que encuentres algo.

Neo se rasca la cabeza nervioso.

—El problema no es encontrar algo. Es que, lo mismo puedo tardar una hora que varios días, en encontrar las respuestas que necesitamos.

Tengo toda la fe del mundo en él. No es la primera vez que sus conocimientos nos han sacado de algún apuro. Solo espero que durante el tiempo que le lleve averiguar lo que necesitamos, no ocurra nada que complique nuestra situación. Necesitamos, al menos, un momento de respiro para recuperar fuerzas, antes de conocer a Sloan o mejor dicho, al exterminador.


¡Buenas! ¿Qué tal estáis? 

Espero que hayáis disfrutado del nuevo capítulo y por una vez, creo que no me he ganado comentarios en plan "¡Te mato!" o "¡Ya te vale!", jajaja... en esta ocasión el capítulo acaba la mar de tranquilo, para que no os quejéis con que os dejo en tensión. Como véis, al final los habitantes de la estación siete están bien, podéis respirar tranquilos (momento aplausos). 

Aunque en este capítulo pasen pocas cosas... ¿Qué opináis del plan de Hunter? ¿Y ese tal Sloan? ¿Será la solución a sus problemas? ¿Encontrarán la forma de ponerse en contacto con él? Para estar a punto de acabar la historia, siguen apareciendo nuevas incógnitas... 

En fin, gracias como siempre por vuestros comentarios, de verdad que es lo más gratificante que tiene esto de escribir, encontrar vuestras opiniones y sobre todo vuestros mensajes de ánimo. Me hacéis muy feliz cada vez que me decís cosas bonitas sobre esta historia y lo hacéis muy a menudo. 

¡Me siento afortunada teniéndoos como lectorxs! Vamos, que como os digo siempre... ¡os adoro! 

MIllones de besos, que os los habéis ganado.

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