Capítulo 36
Descansamos gran parte del día ya que el estrés de la noche anterior nos ha dejado agotados y no sería una buena idea que alguno de nosotros se pusiera al volante sin encontrarse en plenas facultades.
Nos reunimos a última hora de la tarde para hablar de nuestro siguiente movimiento. No me gusta la idea de ocultarles información, pero tampoco quiero contarles lo que ha hecho Mikael, por lo que intento buscar una versión creíble.
—Tuve la oportunidad de hablar un momento con los hombres que nos estaban siguiendo —les explico—. Tal y como imaginaba, trabajan para Svenson y se dedicaban a recopilar toda la información posible sobre lugares en los que hay concentración de personas empáticas.
David coge una piedra del suelo y la lanza a lo lejos, malhumorado.
—Así que les hemos estado haciendo el trabajo, ¿no? Les trazamos una ruta completa: la estación siete, la comuna de Jonah, el local de Diya, el puerto...
Dicho así, suena aún peor.
—Eso parece. El caso es que, Svenson solo puede actuar dentro de la ciudad y creo que deberíamos ir a la estación para asegurarnos de que Julianna y su gente se encuentran bien.
Jamie y Set asiente, parece que han recuperado su buena sintonía.
—Claro Ari, ella se portó muy bien con nosotros, es lo menos que podemos hacer.
—¿De verdad vamos a perder tiempo con eso? —protesta David y me duele que haga un comentario así.
—Estamos hablando de Julianna —El tono de voz de Neo resulta agresivo—. No olvides que te salvó la vida.
Ambos se miran con dureza y sé que durante un instante se están midiendo. Ninguno de los dos aparta la vista.
—Iré yo —decide Mikael, haciendo que todos centremos la atención en él.
—No —Sé por qué lo dice. Sé que se siente responsable. Pero la solución no es esa—. No nos separaremos. Además, creo que nuestra mejor opción es regresar a la ciudad y empezar de cero. Alguien allí puede tener la respuesta que buscamos. Es decir, ha de haber más gente que desactive estos malditos chips. Solo hay que encontrarla...
Set se rasca la cabeza y veo el nerviosismo en su rostro antes de hablar.
—Yo estoy contigo. Igual que llegamos hasta Jonah y hasta Víctor, encontraremos a alguien más capaz de ayudarnos. Ellos no pueden ser los únicos. Me niego a creerlo.
Sonrío antes sus palabras, me anima ver que el único que no está por la labor es David.
—Decidido entonces. Nos turnaremos para conducir y con un poco de suerte, estaremos allí al amanecer. Mikael, ¿habrá problemas para pasar el control?
No duda antes de dar una respuesta.
—No creo. Saben que salimos de la ciudad y Svenson contará con que estamos a cientos de kilómetros, supongo que sus agentes darían partes de su seguimiento. Y el último, nos situaría como mínimo en Agen.
Recuerdo lo que me comentó el agente anoche.
—Además, el tipo con el que hablé me aseguró que si escapaban de allí, a Svenson le dirían que nosotros habíamos muerto en el puerto. Y así dejarían de buscarnos —Al ver que todos me miran sorprendidos, añado—. Pensó que era una forma de devolvernos el favor por ayudarles a salir.
—De acuerdo —organiza Mikael—. Lo que haremos será detenernos antes del control y me acercaré a hablar con mi contacto para asegurarme de que podemos pasar sin problemas. Si hay alguna complicación, decidiremos en el momento qué hacer.
Él y Set se ofrecen a hacer el primer turno, así que el resto subimos a la parte trasera dispuestos a retomar el viaje. Me recuesto apoyada en Neo y aunque creo que no voy a ser capaz de dormir, el movimiento de la furgoneta termina por atontarme.
Sueño con una situación que me resulta familiar. Estoy en un parque, sentada con Set, charlando tranquilamente. De pronto se levanta y dirige sus manos al pecho. Horrorizada veo cómo en su camiseta, una mancha de sangre, se extiende sin control. Sin embargo, a diferencia de mis otras pesadillas, Set se gira y echa a andar, de pronto se detiene y al girarse hacia mí, ya no es él. Es María. Sus ojos llorosos pero llenos de odio, me atraviesan.
—¡Tú me has hecho esto! ¡Debería haber muerto él y no yo! Lo sabías y aun así, decidiste impedirlo. ¡Tú eres la única culpable!
Me despierto sobresaltada, incapaz de respirar. Doy varias bocanadas, desesperada por introducir aire en mis pulmones.
—¿Estás bien? —pregunta Neo a mi lado con tono somnoliento.
—No es nada, solo...
Ni siquiera soy capaz de hablar de ello. La sensación de horror aún perdura en mí.
—¿Solo era una pesadilla? ¿Eso ibas a decir? No le quites importancia. Es obvio que estás afectada y no hay ningún motivo para que intentes ocultármelo. Sabes que puedes contarme cualquier cosa.
Me acaricia la mejilla y yo me acerco más a él en busca de consuelo. Sus brazos me envuelven y ese simple gesto, me hace sentir mejor.
—Ha sido la misma pesadilla de siempre —farfullo contra su pecho—, solo que esta vez, Set se convertía en María. Y ella me gritaba, ¿sabes? Su agresividad era tan real, podía notar en cada poro de mi piel su odio hacia mí...
—Todo es demasiado reciente. Con el pasar de los días dejarás de sentirte así.
Levanto la vista y aunque apenas puedo ver su rostro en la oscuridad de la camioneta, sé que cree en sus propias palabras. Le doy un suave beso en los labios como agradecimiento por ofrecerme consuelo.
—¿Dónde ha quedado aquel chico malo que conocí en una academia de verano?
Oigo su suave risa.
—Aquel chico ha madurado.
Realmente todos lo hemos hecho. Parece que hemos vivido cien vidas en los últimos meses. Si superar todo lo ocurrido en la primera realidad ya nos convirtió en otras personas, esta experiencia, nos ha hecho aprender mucho más. Cada vez me resulta más difícil pensar en mi auténtica vida, es como si se hubiera convertido en un sueño borroso, extraño y ajeno.
El vehículo pierde velocidad hasta detenerse y nuestros acompañantes, se despiertan.
—¿Qué ocurre? —pregunta Jamie, más dormido que despierto.
—¡Cambio de turno! —anuncia Mikael, asomando la cabeza.
Antes de que nadie se levante, David se ofrece.
—Voy yo también —añado.
Neo me retiene un instante.
—¿Estás segura? David no está muy simpático que digamos últimamente —me susurra al oído.
—Precisamente por eso. Quiero ver si averiguo a qué viene ese mal humor. Además, sé que no voy a ser capaz de dormir, así que prefiero que descanséis los demás.
Me apresuro a bajar de la camioneta y apenas tengo tiempo de ver cómo Mikael se sienta al fondo y Jamie se tumba al lado de Set. Al verles juntos, no puedo evitar pensar si estarán dispuestos a que los demás sepan de su relación o de momento querrán mantenerla en secreto. Sé que todos se alegrarán, sin embargo entiendo que incluso ellos tienen que hacerse a la idea de que ya no son simples amigos.
Cuando subo al asiento del copiloto, David ya está al volante y ni siquiera me dirige una simple mirada. Sale del área de descanso en el que Mikael había estacionado y se incorpora a una autopista poco transitada. Recorremos varios kilómetros en silencio y cuando por fin habla, no puedo evitar sobresaltarme.
—Puedes dar una cabezada si quieres. No tienes que vigilarme. No me voy a dormir ni nada por el estilo.
No sé por qué piensa que le estoy vigilando y lo cierto es que me molesta un poco que piense así.
—Ya he descansado suficiente. Además, no me gusta lo que veo cuando cierro los ojos.
Algo de lo que he dicho hace que desvíe la mirada un momento de la carretera y me mire.
—Entiendo lo que dices. Los sueños deciden lo que quieren mostrarnos, ¿no?
—Eso es. Así que te aseguro que estoy mejor despierta.
—Bien.
De nuevo se hace el silencio. Le miro de reojo, intentando saber qué ha pasado entre nosotros. Igual que me preguntaba hace un rato, dónde estaba el Neo que conocí en verano, ahora observo a David sin poder entender cómo nuestra relación se ha deteriorado tanto. La buena sintonía que sentí desde el primer momento con él, no solo ha desaparecido, sino que cada vez tenemos posturas más enfrentadas. No creo que se deba al hecho de que yo me decidiera por Neo, no me creo tan importante para él. ¿Puede que sea que piensa que está perdiendo el tiempo aquí? Nos será imposible recuperar el curso, después de haber perdido un trimestre entero y quizás se siente frustrado por ello. ¿O tendrá algo que ver Mara en todo esto? Hasta ahora no había pensado en ello, pero si había comenzado a salir con esa chica y de verdad le gustaba... pensará que ha echado a perder una relación que podía valer la pena por venir a buscarnos a esta realidad. Y eso por no hablar del disparo...
—¿Vas a pasarte todo el viaje mirándome fijamente?
Aparto la vista abochornada, no me había dado cuenta de que ya no le estaba observando de soslayo.
—Lo siento. Es solo que estaba pensando...
Decido no continuar. ¿Cómo voy a contarle todo lo que estaba pasando por mi mente?
—Sea lo que sea, dilo.
—Siento haberte perdido... —digo con un susurro de voz.
Por segunda vez, dedica un instante a mirarme. Esta vez con el ceño fruncido.
—No te entiendo.
—Noto en tu actitud que ya ni siquiera somos amigos y me apena haber llegado a este punto. Pero no te estoy pidiendo explicaciones —me apresuro a explicar—. Simplemente me has dicho que hable y eso he hecho.
Se pasa una mano por el pelo y su gesto parece confuso.
—A veces tu sinceridad me descoloca.
—¿Eso significa que tú no me cuentas lo que piensas? —suelto de buenas a primeras.
—No, no es eso, quiero decir...
—¿Echas de menos a Mara?
La pregunta me estaba quemando la garganta, sin embargo David continúa impasible. No era esa la reacción que esperaba.
—¿Mara? —pregunta extrañado.
—Sí... me refiero a que habías empezado a quedar con ella. Y realmente entiendo que sea uno de los motivos por los que quieras regresar...
Veo cómo se aclara la voz antes de contestar y pienso que realmente le he incomodado con esa pregunta.
—Ella no es el motivo por el que quiero volver. Simplemente estoy cansado de esta realidad, las cosas lejos de solucionarse, cada vez se han ido complicando más y a día de hoy no tenemos ni idea de cómo salir de aquí. De verdad Ari, no creo que sea tan difícil entender mi actitud. Quiero recuperar mi vida. Nada más.
—Lo sé y lo siento, pero te prometo que encontraré la forma de regresar. Solo... confía en mí ¿vale?
—Siempre lo he hecho.
Aunque sus palabras son esperanzadoras, la expresión de su rostro no acompaña. ¿Qué es lo que ha cambiado en realidad? Sigo pensando que hay algo que no consigo ver...
La conversación termina ahí. Ninguno de los dos estamos dispuestos a hablar de cosas banales, así que un denso silencio se instala en la cabina. Observo a través del cristal, el paisaje que nos rodea, aunque en realidad no hay mucho que ver, apenas alguna casa salpicada aquí y allá. El tiempo pasa más despacio de lo que a mí me gustaría y cuando después de lo que parece una eternidad, el tráfico a nuestro alrededor aumenta, sé que estamos cerca de la ciudad. Casas y edificios de pequeño tamaño comienzan a aparecer con mayor frecuencia, al igual que empresas y fábricas. Unos cuantos kilómetros después, vemos los carriles de control de la autopista y David desvía la camioneta al área de servicio que hay justo antes de las garitas de vigilancia. Por suerte, hay bastante gente allí, repostando o tomando algo en la cafetería, por lo que nadie repara en nosotros. Bajo del vehículo y estiro las piernas, mientras cruzo mi chaqueta intentando taparme para entrar en calor. Está amaneciendo y hace un frío de mil demonios. Nos acercamos a la parte de atrás y levantamos la lona para que la claridad ayude a despertar al resto.
Neo es el primero en bajar y por lo espabilado que está, sé que lleva rato sin dormir.
—¿Todo bien? —me dice mientras se acerca a abrazarme y frota mi espalda.
—¿Tan evidente es que tengo frío? —pregunto sonriendo.
Deposita un beso en mi frente, como si nada y yo me derrito con ese simple detalle.
—Un poco, pero no me extraña, ¡hace un frío de narices!
David mete prisa al resto, que salen de la camioneta mas dormidos que despiertos.
—¿Ya hemos llegado? —pregunta un Jamie somnoliento.
—Estamos justo antes del control —explico.
Set bosteza sonoramente y nos mira a todos con gesto de disculpa.
—Lo siento, he dormido fatal. ¡Necesitaría tomar veinte cafés para espabilarme!
A mí me valdría con uno solo, sobre todo para olvidarme un poco del frío, sin embargo no tenemos dinero ni para eso, ni para nada. Bastante que el depósito de la camioneta estaba lleno y ha sido suficiente para todo el camino.
—Iré a ver si está mi contacto ¿de acuerdo? —plantea Mikael.
—¿Y si no está? —pregunta David.
Tiene razón, no hemos pensado en esa posibilidad.
—Trabaja en el turno de mañana, así que es casi seguro que estará ahí. Si no es así... tendremos que improvisar.
No espera a que digamos nada más y echa a andar hacia el control. Aprovecho para ir a los baños del área de servicio y al volver, Mikael aún no ha regresado. Comienzo a impacientarme, pero intento disimular mi agobio, pues no quiero poner nerviosos a los demás. No puedo evitar asomarme cada dos por tres y mirar en dirección al control y cuando por fin le veo de vuelta por el arcén, respiro aliviada.
—Sin problemas —nos dice sonriendo—. Eso sí, tendré que conseguirle un par de cosillas de contrabando por el favor. ¿Vamos?
Neo se ofrece a ir con Mikael en la cabina y el resto subimos atrás. Busco en la bolsa, el arma de Claire y aunque espero no tener que utilizarla, me aseguro de que está lista.
La camioneta se pone en marcha de nuevo y siento cómo todo mi cuerpo se tensa involuntariamente. Recorremos los metros que nos separan del control y la velocidad disminuye paulatinamente hasta detenerse por completo. Oigo voces, sin embargo no puedo entender la conversación. Por suerte esta no se alarga y el vehículo arranca, alejándose del lugar.
Suspiro aliviada al saber que de momento estamos a salvo.
—Un problema menos —suelta Jamie.
—¿Puedo haceros una pregunta? —David mira a Set y Jamie. Ambos asienten extrañado y él continúa—. ¿No habéis pensado, ahora que estáis en la ciudad, en ir a recoger vuestras cosas y simplemente mudaros a otro lugar lejos de aquí?
Set se remueve incómodo.
—No termino de entender lo que quieres saber.
—Es decir, ¿por qué seguir buscando una forma de deshaceros del chip? Después de todo lo que hemos pasado, ¿merece la pena? Ya habéis visto cómo son los lugares en los que vive gente "libre". Mirad el puerto, era una libertad ficticia, por lo tanto deshacerse del control del chip, no servía de mucho allí. Quizás, la libertad no existe...
Set y Jamie se miran entre ellos, desconcertados.
—¿Estás diciendo que todo esto no sirve de nada? ¿Por qué lo haces tú entonces? —pregunta Set, alterado.
Jamie me lanza una mirada de alerta y sé lo que está pensando. Él sabe por qué nosotros necesitamos deshacernos del chip, pero Set no y David no ha sido consciente de lo que podía conllevar una conversación como esta.
—La verdad es que no lo sé —disimula David—. Cada vez tengo más dudas...
Está poniéndoles a prueba. Quiere saber hasta qué punto están convencidos de todo esto.
—Yo solo sé que rechazo lo que el chip significa y por tanto seguiré con esto hasta las últimas consecuencias —sentencia Jamie y su tono no deja lugar a dudas.
—¿Y si tenéis que pasar el resto de vuestra vida huyendo? O encerrados bajo tierra, en un lugar como la estación siete. ¿Entonces también habrá merecido la pena? Si ahora os vais a otra ciudad, podéis empezar de cero. Volver a la universidad, a una vida tranquila...
—Desde el momento en el que supe lo que significaba realmente este chip, para mí ya no existió ninguna otra opción —Set se pasa la mano por la nuca, por el lugar donde está alojado—. No dejaré de buscar la forma de deshacerme de él y siento que tú tengas dudas. Yo no las tengo.
El rostro de David se ensombrece y me gustaría saber qué está pensando. No he intervenido porque no quería influenciarles. A veces, he tenido la sensación de que les hemos arrastrado a esta aventura, sin embargo al oírles hablar, me he quitado un peso de encima, pues veo que son totalmente conscientes de la situación en la que nos encontramos. Le dedico una media sonrisa a Jamie y este me guiña un ojo, como respuesta, demostrándome una vez más, la suerte que tengo de poder contar con él como amigo.
Después de varios cambios de carretera, de giros y paradas, la camioneta se detiene del todo. Esperamos a que nos avisen, para asegurarnos de que no hay ningún problema y en cuanto asoman por la parte trasera, nos apresuramos a bajar.
Muevo mi cuerpo, intentando deshacerme de la sensación de agarrotamiento que noto en las articulaciones, después de todas las horas que llevamos en total de viaje. Miro alrededor y sé que estamos en una calle adyacente a la entrada de la estación siete.
—Parece que está todo tan tranquilo como siempre, ¿no? —comento.
Mikael asiente.
—¿Vamos?
Echamos a andar y al girar, veo la entrada de metro a pocos metros. Nos acercamos a ella y bajamos las escaleras, sin embargo antes de llegar al andén, sé que algo no va bien.
—No hay luz... —comento preocupada.
—Cierto —Mikael se detiene en seco y nos mira—. No podemos correr riesgos, será mejor que regreséis todos a la camioneta y nos esperéis allí hasta que nos aseguremos de que todo está en orden.
Niego con rotundidad.
—No vas a entrar ahí tú solo.
—Vale. Pero es absurdo que nos pongamos todos en peligro —añade con voz grave.
Está preocupado y lo entiendo, por eso no puedo dejarle.
—¿Tenemos alguna linterna? Seguramente no sea nada, quizás han tenido un problema eléctrico...
—Hay un par de ellas en la bolsa —me responde mientras intenta escrutar en la oscuridad.
—Vamos —indica Neo al resto— regresemos a la camioneta. Yo cogeré las linternas y las traeré, ¿de acuerdo? No hagáis nada mientras.
Le hago un gesto con la cabeza para que se vaya tranquilo y nos quedamos esperando al pie de la escalera. Mikael se cruza de brazos y cuando me mira no me gusta lo que veo en sus ojos.
—Ari, si ha ocurrido algo...
—¡Chist! Ni lo digas, no quiero que lo pienses siquiera.
Neo regresa a la carrera, me da una linterna a mí y él se que da la otra. Como si estuviéramos coordinados, ambos sacamos nuestras armas y una vez listos, echamos a andar de nuevo. Llegamos al anden y la oscuridad es absoluta. Unos cuantos metros más adelante, donde están los vagones, no se distingue ni una sola luz.
—¿No lo oléis? —pregunta Neo.
Inspiro con miedo y al momento sé a qué se refiere. Olor a quemado...
No soy la única en darme cuenta, Mikael echa a correr sin importarle la falta de luz y nosotros salimos tras él, intentando alumbrar nuestro camino. Cuando llegamos a la zona de vagones, el olor es más penetrante, y al enfocar a nuestro alrededor, vemos que todo ha sido arrasado por el fuego. Mikael cae de rodillas y su grito resuena en el amplio espacio. No queda nada, ni nadie.
¡Holaaaaaaa! ¿Qué tal estáis?
Espero que no se os haya hecho muy larga la espera y que hayáis disfrutado del capítulo.
Sé que no pasa gran cosa, ya que es de estos capítulos de transición, que de vez en cuando son necesarios para enlazar una parte de la historia con otra (y que son los que más me cuesta escribir por cierto).
¿Qué os ha parecido? Lo que creo que ha quedado claro es David está por fastidiar, eso sin duda. ¿Creéis que lo que le dice a Ari es todo? ¿O hay algo que se está callando?
Sé que seguramente os hayáis quedado chafadxs con el final, pero confiad en mí, la historia va exáctamente por donde tiene que ir, jajaja ¡¡os lo dice la escritora!!
Como siempre mil gracias por leerme, por cada voto y comentario. No os cortéis, de verdad que no. Me encanta contestar vuestros mensajes y quiero saber tooodo lo que pensáis.
Bueno os recuerdo que estamos en la recta final de este libro, puede que queden tres, cuatro, cinco capítulos... no sé cuántos serán, pero de verdad que esto está a punto de acabar. Que sí, que habrá una tercera parte. Espero que os animéis a leerla también o dejaros con suficiente intriga como para que necesitéis leerla, jajaja (me gusta soñar).
Besitossssss
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