Capítulo 35



Tardo unos segundos en asegurarme de que el dolor que siento es por el golpe contra el suelo y no porque la bala haya impactado en mí. Set a mi lado se frota la zona de su cabeza que ha chocado contra el suelo, pero por lo demás parece estar bien. Miro hacia atrás y veo el forcejeo que mantienen Claire y Neo, aunque este decide resolverlo golpeándole con su propia arma en la cabeza. Esta cae al suelo inconsciente y él centra su atención en nosotros.

—¿Estáis bien?

Me levanto con cuidado, sintiendo varias partes de mi cuerpo magulladas y al momento distingo el bulto que permanece en el suelo a escasa distancia de nosotros. Por un instante me había olvidado de ella.

—¡María! —Me agacho a su lado y la giro con cuidado, descubriendo con horror la enorme cantidad de sangre que brota de la herida de su pecho —. ¡No, no, no!

Sin pensar, comienzo a hacer el masaje cardíaco. "Ni siquiera he mirado si aún tiene pulso" razono, sin embargo, no quiero asegurarme, lo único que quiero es intentar salvarla.

No sé en qué momento Neo llega a mi lado, ni qué movimientos ha hecho. Incluso cuando coloca su mano sobre las mías manchadas de sangre, no me detengo.

—Ari... no puedes hacer nada por ella.

Niego con fuerza mientras aprieto los ojos para evitar que las lágrimas salgan de ellos. Si comienzo a llorar, no podré parar. Neo me sujeta de los brazos y tira de mí intentando levantarme, pero yo me niego, retorciendo entre mis manos la tela de la camisa empapada de sangre, de María.

—¡Tenemos que irnos ya! —apremia.

Abro los ojos y miro mis manos, ahora manchadas de rojo brillante. Observo su rostro tranquilo y aunque sé que no puede oírme, acerco mis labios a su cara.

—Lo siento —susurro.

Neo tira de nuevo de mí y esta vez me dejo levantar con facilidad. Set a mi lado, se frota los ojos con una mano, mientras en la otra sostiene la pistola de Claire.

—Vamos. No sé cuánto tiempo estará inconsciente y alguien puede haber oído el disparo y acercarse a mirar. Tenemos que llegar cuanto antes a la entrada —Neo se asoma y una vez se ha asegurado que no hay nadie a la vista, salimos al exterior.

Nos acercamos a los contenedores y en cuanto nos hemos alejado del almacén, echamos a correr. Cuando llegamos al pabellón, nos dirigimos a su parte trasera donde el resto nos están esperando. Puedo ver sus caras de alivio, aunque David no tarda en preguntar:

—¿Y María? ¿Os ha sido imposible sacarla?

Abro la boca para responder, pero las palabras se me quedan atascadas a medio camino.

—Está muerta —responde Set por mí. No hay ni un ápice de emoción en su voz y sé que está en estado de shock.

Oímos disparos en la lejanía y algo me hace sospechar que los hombres de Svenson tienen problemas.

—¿Qué ha sido eso? —pregunta Mikael.

Ni siquiera soy capaz de mirarle a la cara.

—Una larga historia, pero creo que debemos salir de aquí cuanto antes, aprovechando que la atención se centra en otro punto —responde Neo.

Tiene razón.

—Tenemos la camioneta, pero alguien tiene que ir hasta la puerta y abrirla. Hay dos hombres haciendo el turno... —David se interrumpe al ver que Set echa a andar hacia allí—. ¿A dónde vas?

—¡Yo me ocuparé! Recogedme cuando haya abierto la entrada. —Y echa a correr.

—¿Pero está loco o qué? —Jamie hace ademán de salir corriendo tras él pero yo le detengo.

Solo me falta que ambos se pongan en peligro.

—Jamie, espera. Lo mejor es que cojamos la camioneta e irrumpamos en la entrada, antes de que a Set le pase algo. Vamos.

Todos aceptan mi idea. Mikael se ofrece a conducir la camioneta y David sube a su lado. El resto, montamos detrás y empuñamos de nuevo las armas, dispuestos a utilizarlas, si fuera necesario.

Recorremos los pocos metros de distancia y al llegar, vemos que Set no se las ha apañado tan mal. Ambos vigilantes están lanzando las armas a sus pies, mientras él se mantiene impasible, apuntándoles. Lo que ha pasado con María le ha infundido un extraño valor o le ha vuelto un irresponsable, cualquiera sabe.

Neo se baja para recoger las pistolas y le da una palmada a Set de reconocimiento. Este les indica a los dos hombres que abran la puerta que nos separa de la libertad y cuando veo el exterior, suelto un suspiro de alivio, aunque al otro lado solo se intuya la más oscura noche.

Les hago señas para que suban de nuevo y Neo les hace indicaciones a los vigilantes para que se alejen varios metros. Estos obedecen y en cuanto estamos listos, Mikael pone en marcha el vehículo, dispuesto a alejarse de este lugar todo lo que sea posible.

—¿Lo hemos conseguido? —pregunto sorprendida de que no hayamos tenido más problemas.

—Eso parece —responde Neo a mi lado, mientras me rodea con su brazo y me atrae más hacia él.

Pienso en la posibilidad de que salgan tras nosotros, pero no creo que sea así. Ni siquiera sabrán en qué dirección buscar ya que nosotros mismos no hemos decidido aún a dónde iremos. El plan inmediato era abandonar el lugar y eso ya lo hemos conseguido.

Noto las manos pegajosas y recordar el motivo, hace que estas me empiecen a temblar involuntariamente.

—¿Estás bien? —Neo susurra a mi oído con tono preocupado.

—No pudimos salvarla...

Ahora que mi estado de alerta ha disminuido, comienzo a llorar de forma incontrolada. Neo decide guardar silencio y simplemente, me aprieta con fuerza contra él. Me apoyo en su pecho y lloro durante un buen rato, creo que al menos alguien debe llorar su muerte, para que su paso por esta vida no haya sido en vano.

Me adormilo sin querer y cuando de nuevo despierto, la suave luz del inminente amanecer, entra por la parte trasera de la camioneta, a través de la lona. Noto la respiración relajada de Neo, lo que me confirma que aún duerme. Set está tumbado de espaldas a nosotros y Jamie... él permanece sentado con la mirada fija en Set. Sus labios están apretados, formando una fina línea y creo que nunca le había visto así de enfadado. ¿Qué estará pensando? Desde que le conté lo que Set sentía, ha mantenido las distancias, en cambio cuando este salió corriendo hacia la puerta, él quiso detenerle. Sin embargo, su expresión me preocupa y solo espero que hablen de una vez y lo solucionen. Me fastidiaría que dejarían de ser amigos, aunque cuando hay amor por medio, a veces las cosas se tuercen.

De pronto el tipo de carretera cambia y el camino se vuelve bacheado, como si se tratara de una pista de tierra o gravilla. Apenas unos minutos después la camioneta se detiene. Me separo de Neo, esquivo a Set y bajo del vehículo, deseando estirar las piernas.

—¿Qué ocurre? —pregunto a David que asoma por un lateral.

—Hemos pensado que era buena idea hacer una parada, Mikael ha visto el río junto a esta zona de árboles y nos ha parecido una zona lo bastante segura como para detenernos sin correr riesgos.

—¿Crees que nos seguirán?

David niega y me alegra que piense así.

—No tiene sentido que salgan en nuestra búsqueda. Tienen su sistema muy bien organizado, pero esto, se escapa de su control. No creo que tengan recursos como para enviar a gente tras nuestra pista. Aun así, mejor ser precavidos hasta que estemos bien lejos.

Asiento, mientras me miro la sangre seca de mis manos. Las froto, desesperada por librarme de la sensación que me aprieta las entrañas.

—¿Estás bien?

—Sí, es solo que... necesito limpiarme un poco. Me acercaré al río un momento, si Neo pregunta por mí...

Me hace un gesto despreocupado.

—Tranquila yo le digo.

Camino entre los árboles siguiendo el sonido del agua y al llegar a la orilla, decido dar varios pasos siguiendo la corriente antes de sumergir las manos. Froto con vigor, ya que la temperatura del río, podría congelarme los dedos y no tardo en conseguir mi propósito. El problema es que el malestar que siento en mi interior no desaparece ni lo más mínimo. Eso me hace comprender que no se trataba de la sangre, sino de asumir la realidad: María está muerta y yo soy la culpable.

Inhalo y exhalo a un ritmo lento, intentando calmar la voz interior que se empeña en machacarme y al ponerme en pie, veo a Mikael a unos pocos metros, escudriñando el paisaje, mientras desentumece su cuerpo. Otra sensación me invade entonces, una que no sé si quiero controlar. Me acerco a él a grandes zancadas y la voz que sale de mi interior me da miedo incluso a mí misma.

—¡Tú!

—¿Qué ocurre Ari? —pregunta desconcertado al ver que me acerco amenazante.

No lo pienso, mi cuerpo actúa por puro reflejo y antes de que me dé cuenta, le suelto un puñetazo en plena mandíbula. El se cubre la zona con la mano mientras suelta unas cuantas palabrotas y su mirada denota la más absoluta sorpresa. Yo, me sujeto la dolorida mano, aunque esta vez, ese dolor me crea cierta satisfacción.

—¡Eres un maldito traidor! —chillo mientras aprieto los puños intentando contenerme para no pegarle de nuevo—. ¿Cómo has podido vendernos a Svenson? Confié en ti, todos nosotros lo hicimos. Pensaba que éramos amigos...

Mikael abre mucho los ojos, sin embargo al entender que he destapado su mentira, agacha la cabeza, visiblemente derrotado.

—No es lo que tú piensas.

—Que no es, ¿lo que yo pienso? Mira, yo solo sé que me has mentido. ¡Peor aún! Dejaste que culpara a María cuando eras tú el que tenías el teléfono, cuando eras tú el que les informabas de cada uno de nuestros movimientos...

Levanta la mirada con el ceño fruncido y ese gesto, me confirma que está dando vueltas a algo.

—¿Por qué no se lo has contado al resto?

Esa sí que es una buena pregunta.

—Porque en realidad quería escuchar primero tu versión... —porque en realidad tengo la esperanza de que haya una buena explicación para lo que ha hecho.

—Está claro que esos hombres, omitieron una parte importante del asunto —Da un paso hacia mí, sin embargo le hago un gesto para que se detenga. En este momento, no confío lo suficiente en él como para dejar que se acerque.

—Sé que fui un cobarde por dejar que creyeras que era María, pero cuando me contaste tus sospechas, me entró tanto miedo de que descubrieras que era yo... es decir, me he pasado todo este tiempo intentando encontrar una solución a lo que estaba ocurriendo, pero de verdad que no sabía cómo salir del lío.

Le miro e intento encajar lo que me está explicando de la historia, pero sé que falta mucho de contar.

—Cuéntamelo todo, Mikael. Si quieres que confíe en ti, dime qué es lo que ha estado pasando.

—Cuando escapamos del local de Hunter, os ficharon a todos. A mí me conocían, ya que era uno de los habituales, al igual que en las peleas clandestinas. En realidad, los agentes del Estado, están al tanto de todo, solo que mientras no les demos problemas, lo dejan estar. Svenson se mosqueó al ver que erais un grupo tan grande de posibles empáticos y pensó que debía vigilaros. El día que te detuvieron, también me detuvieron a mí y recibí unas instrucciones muy precisas. Debía informar de cada uno de vuestros movimientos o enviarían una brigada de "limpieza" a la estación siete.

Me tapo la boca para ahogar un grito.

—Julianna y su gente...

—Eso es. Mi madre, Zira, todos... fue una amenaza en toda regla. Svenson me aseguró, que no les pasaría nada mientras cumpliera y que vosotros también estaríais a salvo, ya que su interés era recabar información sobre lugares con concentraciones anómalas de empáticos.

—La estación, el pueblo de Jonah, el puerto... —añado, atando cabos.

—Eso es. ¿Qué más podía hacer? —Su voz suena estrangulada—. Estamos hablando de mi madre, de mi gente... me encontré entre la espada y la pared. La única forma de protegerles a ellos y... a vosotros, era darles en todo momento lo que ellos venían buscando.

Intento ordenar todo lo que me ha contado y él aprovecha esa confusión para acercarse y cogerme de las manos.

—Lo siento, de verdad que lo siento. Nunca quise engañaros, mucho menos a ti y no creas que no lo he pasado mal durante todo este tiempo, porque ha sido horrible, me he sentido la peor persona del mundo, pero no sabía qué hacer...

Observo el dolor que se refleja en su rostro y sé que no miente.

—Nos lo deberías haber contado Mikael. Todos estamos en esto y entre todos buscaremos un solución.

—¿Se lo vas a contar al resto?

Pienso en los pros y lo contras de que el resto sepan lo ocurrido.

—No tiene sentido hacerlo, al menos de momento. Aunque creo que deberíamos regresar a la estación siete y asegurarnos de que todos están bien. Diremos a los demás que después de averiguar el motivo por el que nos seguían los agentes, queremos ver que no han tomado medidas.

—Gracias, Ari. No pienso fallarte —esboza una triste sonrisa—. Bueno, voy a volver para echar una mano...

Le observo mientras se aleja y espero que haya sido del todo sincero, porque de no ser así, la próxima vez, recibirá de mi parte, algo más que un puñetazo. Levanto mi mano y observo la hinchazón que está empezando a aparecer en la zona de los nudillos. No hay duda alguna de que se me pondrá morada...

Echo a andar entre los árboles, pensando en cuáles son nuestras posibilidades ahora. Centramos tanto nuestra atención en cómo escapar del puerto, que no nos planteamos cuál sería nuestro siguiente paso. Hemos de buscar una forma de deshacernos del chip, sin embargo no sé dónde vamos a obtener la información que necesitamos ni cuanto tiempo nos puede llevar.

Salgo de mi ensimismamiento al oír unas voces a pocos metros. Al levantar la vista veo a Set seguido de Jamie a corta distancia.

—¿Quieres parar de una vez? —El tono de Jamie es de enfado.

—¿Para qué? —pregunta Set dándose la vuelta y encarándole—. En todo el día de ayer no cruzaste ni una sola palabra conmigo y ¿hoy? ¿Qué quieres? ¿Echarme la bronca porque según tú soy un inconsciente?

Me planteo la idea de salir de allí para no seguir escuchando su conversación, pero estoy demasiado cerca y si me muevo, estoy convencida de que me descubrirán.

—¡Justo eso! ¿Cómo se te ocurre decir que tú te ocuparías de la puerta? ¿No pensaste en el riesgo al que te exponías?

Set se cruza de brazos visiblemente molesto.

—Alguien tenía que hacerlo.

—¡Ni siquiera sabes usar un arma! ¿Qué pensabas hacer con la pistola si surgía un problema? ¿Tirársela a la cabeza a uno de los vigilantes?

Intento entender a qué viene la actitud de Jamie pues no creo que lo que necesite Set en estos momentos sea una bronca por su parte.

—¡María murió por mi culpa! ¿Entiendes? Ari se preocupó de protegerme a mí y eso supuso que la bala le diera a ella.

—¿Y qué tiene que ver eso?

Set se frota la frente quizás cansado de la incomprensión que está demostrando su amigo en estos momentos.

—Es solo que de alguna manera quería ayudar, dejar de ser una carga...

—Claro, y es mejor ponerte en peligro de una forma absurda, ¿no? Eres un idiota Set.

Veo la sorpresa en el rostro de Set y la dura expresión que sustituye a la anterior era desconocida para mí hasta ahora.

—Eso es lo que piensas ¿verdad? Lo que no termino de entender es a qué viene que me grites de esta manera si no soy más que un idiota. ¿Por qué no me dejas en paz entonces, Jamie?

—Porque... —comienza aunque la duda le hace detenerse.

Desde mi posición veo cómo aprieta los puños mientras se debate entre decir lo que piensa o callarse.

—Contéstame o vete por donde has venido —insiste con una seguridad aplastante—. ¿Por qué no me dejas en paz, Jamie?

—Porque no quiero.

Este da un paso hacia Set, que al principio parece amenazante, sin embargo, desliza la mano hasta su nuca y le atrae hacia su boca.

Tardo unos segundos en darme cuenta de que se están besando y pestañeo varias veces sorprendida pues no esperaba que la conversación terminara así. Observo cómo Set se relaja y la tensión entre ambos comienza a desaparecer. Viéndoles así, me doy cuenta de hasta qué punto encajan y me alegro que de una u otra manera, lo que sienten, haya salido a la superficie.

Aprovecho el momento, ya que sé que ahora no repararán en nada de lo que suceda a su alrededor, para alejarme de allí y volver con el resto. Cuando llego junto a la camioneta, solo veo a Neo, sentado bajo a un árbol, comiendo lo que parece un bollo de pan.

—¿Desde cuándo tenemos comida? —pregunto mientras me siento a su lado.

Este revuelve en una bolsa y saca otro para mí. Ni me planteo rechazarlo. Doy un buen bocado y aunque ya está un poco seco, mi estómago agradece el gesto.

—Al parecer, Mikael cogió algunas cosas "prestadas" de la cocina —responde al acabar de masticar su bocado—. Me recuerda a Gabriel.

Sonrío al recordar cómo siempre se encargaba de conseguir todo aquello que necesitábamos.

—Tienes toda la razón. Se parecen mucho. Por cierto, ¿dónde está?

Señala la camioneta.

—Ha dicho que necesitaba echar una cabezada y David también está descansando —Se fija en mi mano y la sujeta con delicadeza mientras observa la hinchazón cada vez más notable—. ¿Qué te ha ocurrido?

Decido contarle mi conversación con Mikael, aunque primero le hago prometer que no tomará cartas en el asunto. Neo me escucha atentamente sin mediar palabra alguna.

—Tenemos que ir a la estación siete.

—No puedo creer que nos tuviera engañados a todos. En ningún momento sospeché de él...

Niego rotundamente.

—Ni tú ni nadie. Sin embargo, una parte de mí le entiende. Yo también haría lo que fuera por proteger a la gente que quiero.

—Realmente eso es lo que le salva. Mikael no es mal tío, yo también creo que todo lo que ha hecho ha sido por intentar ayudar a lo suyos. Además, seguro que pensaba que así también nos protegía a nosotros, porque de otra manera, los hombres de Svenson nos hubieran detenido y ahora estaríamos todos en la cárcel o muertos. No te quepa duda de eso.

No lo había pensado, pero tiene razón. Él nos dio la oportunidad de seguir adelante, de poder llegar hasta donde hemos llegado.

Oigo ruido cerca y veo aparecer entre los árboles a Jamie y Set. Vienen charlando como si nada, Jamie con las manos en los bolsillos y Set se rasca la nuca nervioso mientras se ríe por algo que acaba de decir. Sin querer suelto un suspiro de alivio y Neo me mira extrañado. No creo que se le pase por la cabeza ni remotamente, lo que está ocurriendo entre ellos dos, y no seré yo la que se lo diga.

—¿Comida? —pregunta Jamie extrañado.

—Así es —Neo reparte un panecillo a cada uno—. Hay más pero será mejor que la racionemos por si acaso. Voy a por agua al río, ahora vuelvo.

Coge unos envases y Set se ofrece a echarle una mano. Se alejan en dirección al río y Jamie se sienta frente a mí.

—¿Todo bien? —pregunto de forma inocente.

Curiosamente, cierto rubor aparecen en sus mejillas. Mantiene la mirada baja mientas juguetea con el trozo de pan que tiene entre sus manos.

—Más que bien, en realidad. Gracias Ari.

¿A qué se refiere?

—No te entiendo...

—Para empezar, fuiste una buena amiga siendo sincera conmigo. Siento que mi reacción no fuera la mejor, pero me pilló por sorpresa y necesitaba... pensar.

Sonrío inconscientemente pues entiendo perfectamente lo que quiere decir. ¿Cuántas vueltas di antes de decidirme por Neo? No sería justo si pensara que solo yo necesito tiempo para estas cosas.

—Solo quería ayudaros. Nada más. De pronto tuve la sensación de que si yo no te contaba lo que ocurría con Set en realidad, tú no te darías cuenta.

—No negaré que estaba un poco despistado —afirma entre risas.

De pronto su gesto se vuelve serio y al levantar la vista, descubro en él una mirada nueva. ¿Más madura?

—¿Qué ocurre Jamie?

—También quiero darte las gracias... por salvar su vida.

Sus palabras me golpean el pecho, agrandando el dolor que intento acallar en mi interior.

—Es que no podía dejar... —mi voz suena ahogada y soy incapaz de acabar la frase.

—Que muriera, ¿de nuevo? Lo sé y por eso es tan importante. Estaba enfadado con él, por ponerse en peligro y me explicó lo ocurrido en el almacén. Sé lo que te llevó a protegerle, lo viví el día que conectaste conmigo, ¿recuerdas? Sé lo que es perder a Set porque en aquel momento, lo sentí igual que lo sentiste tú. Y yo... yo no podría soportar perder al Set de esta realidad.

—Oh, Jamie —me acerco y le abrazo, pues sé que ambos entendemos a la perfección el dolor del otro. Durante unos minutos lloramos y cuando nuestros ojos se secan, reímos, para sentirnos mejor.

Cuando Set y Neo regresan, se unen a nosotros y aunque creo que notan que se han perdido algo importante, ninguno de los dos pregunta.

Mientras charlan, les observo en silencio. Las últimas horas han sido duras y aunque haya salvado una vida, me pesará siempre, haber perdido otra. Sin embargo, también pienso en la suerte que tengo de contar con amigos como estos. Aún no ha terminado nuestro viaje, pero con ellos, seremos capaces de enfrentarnos a todo lo que se interponga en nuestro camino.


¡Hola a todxs! 

Espero que no se os haya hecho larga la espera y que por fin estéis respirando tranquilos. 

No estoy diciendo que no sea importante la muerte de María, al contrario, como veis, les ha afectado, sobre todo a Ari, es solo que supongo que la mayoría habéis dado gracias al cielo al ver que no se trataba de Set, ni de Ari. 

Y bien, ¿qué opináis de los motivos de Mikael? Se que os escandalizasteis bastante al descubrir que era él y no María quien informaba a los agentes, pero eso no significaba que no hubiera motivo que le llevara a hacerlo. 

Y por otro lado... ¡por fin tenemos otra pareja en la historia! Y una muy especial además, lo cierto es que estaba deseando que ocurriera, Jamie y Set me parecen super adorables, de verdad que sí. 

Bueno, aunque el capítulo acabe tranquilo, no significa que las cosas no se puedan complicar en cualquier momento. Aún les quedan varias cosas que resolver... 

Espero que hayáis disfrutado del capítulo, yo de verdad que soy más feliz que una perdiz leyendo cada una de vuestras reacciones. Ver que estáis viviendo esta historia como si fuerais Ari, es lo mejor que me ha pasado desde que empecé a publicar esta historia. Nunca os voy a poder agradecer lo suficiente, el tiempo que le dedicáis a leerme y a charlar conmigo. 

¡Os adoro! De verdad que sí. Besitossss

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