Capítulo 34



Jamie aparece en el almacén de suministros y se planta frente a mí con los brazos en la cintura y expresión nerviosa. Es tan evidente que algo ocurre, que dejo de apilar en las baldas los paquetes de sal que acabamos de recibir y espero a que hable.

—¿Puedes tomarte un descanso?

Miro a mi alrededor buscando a Neo, pero seguramente esté en otra sección pues no le veo.

—Sí, claro. —Me sacudo un poco la ropa e intento enganchar los mechones que se han escapado de mi coleta—. Vamos fuera.

Nadie nos presta atención, ya que la flexibilidad horaria deja en manos de cada uno de nosotros, cuándo hacemos los descansos. Una vez en el exterior, me siento en una torre de cajas y le observo intrigada.

—¿Qué ocurre Jamie?

—Andoni me ha dicho que ya se nos ha asignado la fecha para que nos desactiven el chip.

El corazón me da un vuelco aunque lo que acaba de decir, sea algo que ya esperábamos.

—¿Cuándo?

—Pasado mañana.

Ambos miramos a un grupo que pasan a nuestro lado hacia el interior del almacén y guardamos silencio hasta que les perdemos de vista.

—Eso nos deja sin tiempo para nada —mascullo.

—¡Exacto! Sea lo que sea que decidamos hacer, lo tenemos que llevar a cabo entre hoy y mañana. Y aún nos quedan un montón de cosas que decidir.

Lo que dice es totalmente cierto. Han pasado tres días desde que comenzamos a trabajar en nuestros respectivos puestos y por las noches, hemos dedicado el tiempo de la cena, a poner en común lo que íbamos averiguando. El problema es que por mucho que hayamos avanzado, en un instante, todo se ha precipitado.

—Esta noche tendremos que hacer una reunión general y solucionar lo que teníamos pendiente. De una u otra forma, tenemos que salir de aquí mañana mismo.

Jamie se queda callado y sé que algo le pasa por la cabeza. Algo que le preocupa de verdad.

—Jamie, ¡suéltalo!

Levanta la vista extrañado.

—No ocurre nada... es solo que... me preocupa Andoni. Verás... está corriendo un gran riesgo ayudándonos y no quiero que le pase nada.

No es que haya muchas opciones.

—¿Le has planteado la posibilidad de que se venga con nosotros?

Asiente pero antes de que hable ya sé cual es la respuesta.

—No quiere abandonar este lugar. Es su hogar, dice que aquí es feliz.

—Entonces, tendremos que hacer todo lo posible para que no se vea involucrado.

Jamie resopla y veo cómo da patadas con la punta del pie a la torre de cajas.

—¿Ves eso posible?

—Déjalo en mis manos—. Aunque mi respuesta ha sido rotunda, sin embargo su expresión no se suaviza—. Oye... ¿a ti él te gusta?

Mi pregunta hace que Jamie levante la vista de golpe y me observe con los ojos muy abiertos, totalmente sorprendido por mi atrevimiento.

—¿Me lo estás preguntando en serio?

Noto como enrojezco hasta las orejas, sin embargo decido no dar marcha atrás.

—A ver, resulta que tú siempre me estás dando consejos sobre mi relación con Neo y ahora que se trata de ti, ¿intentas escaquearte?

Jamie se cruza de brazos y por un momento creo que está enfadado.

—No es eso. Lo que pasa es que no sé qué os ha picado a todos con Andoni. ¡Es solo un amigo!

—¿Todos? ¿Quiénes somos todos? —Eso sí que me intriga.

—Tú y... Set. No sé qué mosca le ha picado, pero lleva unos días que parece que todo le molesta.

Me tapo la cara con las manos, mientras intento entender cómo puede no haberse dado cuenta él, que está todo el tiempo con Set.

—Lo que le molesta es tu relación con Andoni —suelto.

—Pues no lo entiendo. No puede pretender que no sea amigo de nadie más. Es una postura un poco infantil, ¿no crees?

Me debato entre la posibilidad de contarle lo que está ocurriendo en realidad o dejar que lo descubra por sí solo. Sin embargo, no puedo evitar pensar, que no sabemos lo que pasará mañana y que a veces hace falta un pequeño empujón.

—A Set no le importa que Andoni sea tu amigo. Le preocupa que sea algo más...

—Pero, ¿por qué le iba a...?

Cierra la boca al darse cuenta que no tiene sentido acabar la frase.

—Sí, Jamie, le gustas. Durante estas semanas habéis sido inseparables y para él, ver que ahora centras su atención en otro... creo que tiene la sensación de que te está perdiendo.

Espero a que diga algo. Un minuto, dos, tres... nada, ni una palabra. De pronto, se da la vuelta y echa a andar.

—¡Jamie! ¿Estás bien? —grito.

—¡Tengo que pensar! —contesta mientras se aleja.

Entiendo que tenga que darle una vuelta a lo que le acabo de decir, así que resignada, vuelvo al interior del almacén, dispuesta a seguir con mi "trepidante" trabajo de apilar suministros. Lo único bueno que tiene este puesto, es que mientras ordeno, puedo pensar en todas nuestras posibilidades y espero que mañana consigamos salir de este lugar y dejarlo atrás para siempre.



Nos miramos unos a otros, esperando a que alguien se anime a hablar. El resto del día ha pasado sin pena ni gloria y durante la cena hemos charlado de cosas sin importancia, dejando los temas trascendentales para tratar en la reunión. El problema es que ahora que estamos en el contenedor de Mikael y David, sentados en círculo, parece que nadie quiere tomar la iniciativa. Respiro hondo y aunque me fastidia ser de nuevo la que toma las riendas, me decido a empezar.

—Ya sabéis que la fecha para desactivar nuestros chips es pasado mañana. Esto precipita la salida del puerto.

—¿De verdad crees que podremos escapar de aquí mañana? —pregunta Set.

Se le nota preocupado, aunque no sé si el motivo es ese, o el hecho de que Jamie no está sentado a su lado. No quiero pensar que le he perjudicado al contarle lo que ocurría, pero el caso es que aún no les he visto cruzar ni una palabra.

—No tenemos más opciones... —respondo con un hilo de voz.

—Podemos dejar que nos desactiven el chip y luego buscar una forma de salir de aquí —suelta David. Todos dirigimos nuestras miradas hacia él y por su gesto, sé que habla totalmente en serio.

No me gusta esa posibilidad, de verdad que no.

—Ya valoré esa opción, pero ¿de verdad confías en que esa descarga no te mate? —contesto con un tono de voz más agresivo del que pretendía. Me fastidia tanto no tener a David de mi lado, que no puedo evitar reaccionar así.

—Decidimos que esta no era la manera, David —Mikael decide echarme un cable —. No creo que debamos perder más tiempo discutiendo ese punto.

—Además, yo no obligo a nadie. Si alguno de vosotros está dispuesto a ponerse en manos de esta gente o quiere quedarse a vivir aquí, no seré yo la que se lo impida. Eso sí, dejadlo claro ahora. No quiero sorpresas mañana.

Neo coloca su mano sobre la mía para darme su apoyo. Uno por uno asienten y mi mirada se centra en David.

—¿Juntos hasta el final? —pregunto con miedo de que su respuesta no sea la que espero.

—Juntos —masculla.

Miro el sol desaparecer entre las ramas de metal de los árboles mientras permanezco sentada en el tejado de nuestro bloque de contenedores.

—Sabía que te encontraría aquí.

Me sobresalto al oír la voz de Neo a mis espaldas y doy una palmada a mi lado para que tome asiento.

—Necesitaba... un momento de paz. —Me encojo de hombros—. No se me ocurrió mejor lugar que este para intentar tranquilizar mi inquieta mente.

—¿Preocupada? —Sabe cuál es mi respuesta pero aún así formula la pregunta.

—Por supuesto. En una hora vamos a poner en riesgo no solo nuestras vidas sino las de nuestros amigos... No me acostumbro a esto, Neo, de verdad que no.

Siento las lágrimas acudir a mis ojos y el nudo en la garganta imposible de tragar. Ayer organizamos nuestra huida, sin embargo hay demasiados cabos sueltos, demasiados detalles que no podemos controlar. Y yo no quiero pensar ni por un momento lo que sucederá si algo sale mal.

Neo me acerca a él y me estrecha entre sus brazos.

—Yo también estoy asustado... —susurra junto a mi oído.

Sentirle tan frágil, hace que le quiera consolar, pero no sé cómo, cuando yo me siento igual de mal que él.

—Si no lo llegas a decir, nunca lo hubiera pensado —le digo arqueando las cejas.

Me gira ligeramente hacia él y junta su frente con la mía.

—Me preocupa que el plan no funcione, que les ocurra algo a cualquiera de ellos, pero sobre todo... no puedo soportar la idea de que a ti... —parece que sus propias palabras se le atragantan.

—Lo sé —afirmo mientras las lágrimas corren por mis mejillas, sin que pueda hacer nada por detenerlas—. Yo tampoco quiero pensar que te pueda pasar algo.

—Y sin embargo, no tenemos más remedio que seguir adelante.

—Los demás confían en nosotros... —Me seco las lágrimas y respiro hondo, intentando borrar el sentimiento de angustia que se empeña en salir a la superficie.

Neo me da un beso en la frente y me aprieta contra su cuerpo con más fuerza.

—Deberíamos bajar.

Sé que tiene razón, pero quiero alargar este momento, necesito poder guardarlo, para que cuando note que no soy capaz de seguir, la esperanza de repetir un instante como este con él, me ayude a seguir adelante.

—Solo unos minutos más, Neo. Seamos simplemente tu y yo... y dejemos al resto del mundo fuera.

Alza mi barbilla para que le mire y esboza una triste sonrisa antes de besarme. Sus labios se mueven sobre los míos con la urgencia de saber que este beso tiene los segundos contados y ambos volcamos en ese gesto, todo nuestro miedo a que este sea el último momento juntos.



Cuando nos reunimos con el resto minutos después, puedo ver reflejada en sus caras, la misma incertidumbre que siento. Neo aprieta un segundo mi mano para darme ánimos antes de soltarme y sé, que queramos o no, tenemos que ponernos en marcha.

Andoni nos mira preocupado y no puede evitar preguntar.

—¿Seguro que no queréis echaros atrás? De verdad que este no es un mal sitio para vivir...

¡Como si no hubiéramos valorado suficiente nuestras alternativas!

—Sabes cuál es la respuesta a eso — digo mientras le doy una palmada en el hombro —. Bien, ¿habéis dejado todos, vuestros dispositivos en los contenedores?

Menos Mikael, que necesita el suyo para poder entrar al pabellón donde se encuentran los vehículos,el resto del grupo asiente. Mientras Neo, Set y yo, acompañados de Andoni, sacamos a María de la zona de aislamiento, el resto conseguirán la camioneta. Después solo habrá que abrir la puerta de entrada al puerto y seremos libres.

Jamie se acerca a Andoni.

—Puede que ya no nos veamos. —Le tiende la mano y este se la estrecha—. Cuidate mucho.

Sin soltar su mano, este se acerca y le da un abrazo.

—Tú también. Me alegra haberte visto y espero que todo salga como tú quieres.

—Eso espero.

Se sueltan, un poco azorados al ver que todos estamos prestando atención a la escena. Todos menos Set que mira molesto hacia otro lado.

Mikael, nos tiende un par de pistolas a Neo y a mí, mientras se guarda una en la cinturilla del pantalón.

—¿Y esto? —pregunto extrañada, pues en ningún momento hablamos de armas.

—Tuve la oportunidad de hacerme con ellas y no iba a desperdiciarla. Eso sí, las eché en el cubo de basura que llevaba y luego tuve que rebuscar para sacarlas. Espero que funcionen.

Intento imaginarme la situación, sin embargo no es momento para hacer chistes. Ya nos reiremos de ellos si sale todo bien.

—Gracias —Neo se la guarda sin rechistar y sé por propia experiencia que aunque no nos gusten las armas, no nos negaremos a tener una a mano.

Nos dividimos en los dos grupos y tomamos nuestros respectivos caminos. Los pasillos entre contenedores, están totalmente desiertos y no tardamos en llegar a los almacenes. Andoni nos hace un gesto para que nos detengamos.

—Voy a echar un vistazo a ver si hay alguien en la zona de ordenadores. No podemos entrar en aislamiento si hay alguien, Desde esa sala se tiene acceso a las cámaras y sería muy fácil que nos vieran.

—De acuerdo —responde Neo conforme. Andoni desaparece en el interior y los tres, esperamos cerca de la puerta. Intentamos parecer relajados, por si alguien aparece por allí. Al fin y al cabo, de momento, no estamos haciendo nada malo.

Andoni apenas tarda unos minutos en salir, pero su cara me dice que lo que va a contarnos, no es bueno.

—No me preguntéis porqué, pero está Victor en la sala. Le he dicho que me había olvidado una carpeta para disimular. El problema es que no parece que vaya a irse pronto. Hay que pensar un plan.

—¿Hay algo con lo que le podamos inmovilizar? —pregunto intentando improvisar.

Andoni niega, pero al momento su expresión cambia.

—Esperadme aquí. Ahora vuelvo.

Sale corriendo hacia los contenedores y al instante le hemos perdido de vista. Comienzo a moverme por la zona inquieta, sabiendo que estamos perdiendo un tiempo precioso. Además no tenemos forma de comunicarnos con el resto y si tardamos demasiado, pensarán que algo ha salido mal.

Cuando ya pienso que le ha ocurrido algo, aparece de nuevo y deposita unas bridas en mis manos.

—Esto servirá —afirma con la respiración entrecortada.

—Tienes que irte —le digo, sabiendo que no querrá hacerlo.

—¿Irme? ¿Estáis locos?

Neo se adelanta, dispuesto a convencerle.

—No queremos que te veas involucrado. Si no, tu vida aquí correrá peligro. Aceptamos que quieras quedarte y por tanto, tenemos que mantenerte al margen. Además, ya has hecho mucho por vosotros.

Andoni se cruza de brazos visiblemente molesto.

—No podéis hacer esta parte sin mí. No sabéis moveros por la zona de aislamiento. No conocéis la distribución del lugar y en cuanto entréis, estaréis perdidos. Además, necesitáis mi dispositivo para tener acceso.

Maldita sea, tiene razón.

—Podemos quitárselo a Víctor —señala Set.

—Eso solo soluciona una parte de vuestro problema.

—Vale, déjame pensar...

Le doy vueltas a nuestras opciones y no se me ocurre la forma de hacerlo sin contar con él.

—Tenéis que pegarme.

Los tres le miramos asustados.

—¿Qué? ¡No vamos a pegarte! —exclamo enfadada.

—¡Pensadlo! Necesito una marca visible en la cara, me ponéis las bridas y entramos en la sala. Amordazáis a Víctor para que no pueda avisar a nadie y a mí me lleváis "a la fuerza" a buscar a María. Así no sospechará. Luego me dejáis aquí con él y me dejáis la brida lo suficientemente floja como para que dentro de un buen rato pueda soltarme si veo que nadie aparece por aquí.

Tengo mis dudas, pero no puedo negar que la idea es buena. Cruzo una mirada con Neo y sé que piensa igual que yo. Realmente no tenemos más opciones. Set también asiente. La decisión ya está tomada.

—Vale. Pero después de esto, estaremos aún más en deuda contigo. —Todavía no sé cómo se puede estar ofreciendo para esto.

—Lo sé. Bueno... ¿quién me va a pegar?

Set y yo miramos inmediatamente a Neo.

—Ya me imaginaba que me iba a tocar la parte sucia... —Baja un instante la cabeza y cuando ya creo que no va a ser capaz, da medio paso hacia atrás y le suelta un puñetazo en la boca.

Andoni se tambalea un poco y se cubre la zona con la mano, visiblemente dolorido.

—¿Estás bien? —le pregunto acercándome a él.

—Sí... solo necesito un segundo... —Sacude la cabeza, como si intentara deshacerse del dolor y al quitar la mano, puedo ver que sangra del corte que tiene en el labio inferior, que además se está inflamando —. Buena derecha, tío.

Neo le mira preocupado.

—Lo siento, de verdad.

—Que va... es perfecto. Así no dudará. Venga atadme las manos a la espalda.

Hacemos lo que nos dice y bajamos las escaleras hasta la sala, donde encontramos a Víctor, enfrascado en la pantalla de su ordenador. Empuñamos nuestras pistolas antes de entrar, abrimos la puerta de golpe y empujamos a Andoni al interior.

Él se gira en su silla y su cara de sorpresa no tiene precio, aunque apenas necesita unos segundos para analizar la situación y recomponer su postura.

—¿Estás bien, muchacho?

Andoni asiente, aunque mantiene la cabeza gacha.

—Lo siento, no he podido hacer nada para impedirlo...

Su tono resulta convincente y Víctor asiente antes de centrar su atención en nosotros.

—No sé qué es lo que pretendéis pero no os vais a salir con la vuestra —afirma con rotundidad.

—Mira —comienzo—, lo único que queremos, es irnos de aquí. Te aseguro que no tenemos ninguna intención de contar a nadie dónde está vuestra ubicación, así que no nos pongas las cosas difíciles, ¿de acuerdo?

Pone las manos a la espalda y Set le coloca las bridas, mientras Neo no deja de apuntarle con la pistola.

—No existe mejor lugar que este para vivir, no sé por qué os cuesta tanto daros cuenta.

Por un momento, estoy tentada a contestar, sin embargo no hay ni un solo motivo para que perdamos más tiempo con él.

—Vamos —Empujo a Andoni hacia la puerta. Miro a Víctor una última vez antes de salir—. No te preocupes, si se porta bien, en un rato estará aquí contigo.

Salimos del pabellón y entramos en el contiguo.

—¿Habrá alguien aquí abajo? —pregunta Neo antes de comenzar a bajar las escaleras.

—A estas horas no suele haber nadie. Como mucho Claire, que a veces echa un último vistazo a nuestros huéspedes antes de irse a dormir.

No lo había pensado hasta ahora que le he oído hablar.

—¿Hay más gente retenida en estos momentos?

—Sí, hay una mujer que está en la fase final y un chico que ha llegado hoy mismo.

Por un momento me planteo la posibilidad de sacarles también de ahí, sin embargo, ellos han llegado hasta aquí buscando una respuesta y no podemos decidir por ellos.

Bajamos, atentos a la posibilidad de que Claire aparezca por uno de los pasillos, pero por suerte, reina el silencio.

—Andoni, necesito saber dónde se encuentran los hombres que trajeron a la vez que nosotros.

Este me guía hasta dos puertas contiguas.

—Aquí es.

—Sé que no os han contado nada, pero seguro que por su actitud, sabes quien de los dos es el que manda.

Andoni se lo piensa y señala la puerta de la izquierda.

—Sin duda, él.

—Bien, id a buscar a María y volved a por mí.

Neo me sujeta del brazo.

—No te voy a dejar aquí con ellos.

—Sí lo vas a hacer. Tú tienes que acompañarles. —le contesto con tono tajante—. Solo serán unos minutos. Además estoy armada, no lo olvides.

Quito el seguro de la pistola y respiro hondo, antes de abrir la puerta. El chirrido que produce, me recuerda a los días que permanecí en una celda como esta, en completa oscuridad, pensando si mi vida estaba llegando a su fin. Abro del todo para inundar de luz la estancia y no tardo en distinguir el bulto de un hombre en el colchón que cubre sus ojos con la mano, incapaz de mirar hacia el exterior sin deslumbrarse.

—Ya ni siquiera me vais a dejar dormir en paz... sois unos torturadores de mierda.

Oír la amenazadora voz que acompaña esas palabras me produce un escalofrío y tengo que templar los nervios antes de atreverme a hablar.

—No te muevas o disparo.

—¿Quién eres? —pregunta mientras se incorpora en el colchón, con creciente interés.

—Soy una de las personas a las que tenías obligación de seguir. Necesito información.

Una risa grave surge de su garganta y me fastidia que no me tome en serio. Es estos momentos no estoy para tonterías.

—¿Por qué crees que te voy a contar algo?

—Porque lo que yo te puedo ofrecer, no lo harán ellos. Si contestas a mis preguntas, te sacaré a ti y a tu amigo de esta agujero. Eso sí, una vez estéis fuera de esta celda, no sois mi problema.

Hay un momento de silencio. Sé que está sopesando sus opciones, pero si es todo lo listo que yo creo, sabe que soy su única oportunidad.

—De acuerdo. Pregunta.

Se sienta en el colchón y me fijo en que lleva un buzo como el que me dieron cuando usé por primera vez a las duchas. Nada que ver con los hombres trajeados que nos pisaban los talones. Me apoyo en el marco de la puerta y me dispongo a hacer la primera pregunta mientras mantengo la pistola en alto.

—¿Trabajáis para Svenson?

—¿Qué tal si me haces una pregunta de la que no sepas ya la respuesta? —suelta con un tono ciertamente socarrón.

No me gusta su actitud descarada, cuando está claro que se encuentra en desventaja.

—¿Por qué nos seguís?

—Svenson tiene especial interés en vosotros. Algo le hizo pensar que no os daríais por vencido hasta conseguir vuestro propósito y le pareció una buena oportunidad para recabar información sobre lugares clandestinos, por así decirlo.

Ahora lo entiendo, Svenson no quería detenernos, lo que buscaba era hacer un mapa lo más completo posible con todos los lugares potencialmente peligrosos para el Gobierno. Quien sabe si con intención de desmantelarlos todos en un futuro y acabar con los disidentes.

—Solo tengo una última pregunta. ¿Quién era vuestro informador?

—Te he subestimado. No eres tan tonta si tienes tan claro que alguien nos daba parte de vuestra posición.

Me asusta el tono de admiración que se intuye en su voz. Carraspeo, pues de repente noto la garganta seca.

—No has contestado a mi pregunta —aunque estoy segura de que va a acusar a María, necesito oírselo decir.

—Mikael.

Su nombre me golpea como un puñetazo en el estómago, haciendo que me falte la respiración.

—No es cierto... —las palabras luchan por no abandonar mis labios.

—No tengo ningún motivo para mentirte —resuelve.

Y está en lo cierto. Por mucho que me duela. Por mucho que me sienta traicionada, sé que ha dicho la verdad. Mikael... creía que era nuestro amigo y ¿nos estaba vendiendo a Svenson? ¡Incluso le conté que pensaba que María tenía el móvil y estaba informando a estos hombres! Sin embargo, era él. Todo ese tiempo, tuvo un teléfono con el que avisarles y dejó que yo creyera que era ella...

Intento mantener la cabeza despejada porque el malestar me está nublando la vista. Una mano sobre mi hombro, hace que me sobresalte y me gire con la pistola en alto, dispuesta a disparar. Neo levanta las manos asustado y yo bajo el arma.

—¡Tranquila! Soy yo. ¿Ha ocurrido algo? Tienes mala cara...

Me paso el dorso de la mano por la frente para limpiar el sudor frío que corre por ella y dirijo la mirada al pasillo, a la figura envuelta en una manta que está apoyada contra Set. Ver a María, sabiendo que durante todo este tiempo he culpado a la persona equivocada, hace que se me revuelva el estómago. Respiro hondo intentando centrar mi atención en lo más urgente.

—He hecho un trato con este tipo. Me ha dado la información que necesitaba, así que les ayudaremos a salir del almacén. Luego tendrán que buscarse la vida.

Andoni se acerca.

—¿Te fías de ellos?

—No, pero me da igual. Ha cumplido su parte y yo cumpliré con la mía.

Le hago una indicación al tipo para que salga y abro la puerta de al lado. El hombre de la otra celda ajeno a lo que ocurría fuera, tarda unos segundos en reaccionar. Sin embargo su compañero le coge del mono y tira de él para que se levante y le siga. Oigo como en voz baja le explica la situación.

Les hacemos un gesto para que enfilen el pasillo hacia la salida y aprovecho para preguntarle por sus opciones.

—¿Qué vais a hacer cuando estéis fuera de aquí?

El tipo no duda.

—Volveremos a la ciudad. Le contaré a Svenson lo ocurrido, que hemos escapado en un despiste y que creemos que estos chalados os han matado —dice tranquilamente. Le dirijo una mirada de extrañeza y se apresura a aclarar—. Es lo menos que puedo hacer. A mi jefe no le debo nada, a ti sí.

Me parece un gran gesto, partiendo de un tipo como él.

Subimos las escaleras y una vez en la puerta del almacén, Neo echa un vistazo al exterior.

—Todo despejado.

Miro a los dos hombres, dispuesta a zanjar nuestra breve alianza.

—Toma —Le tiendo el arma a mi nuevo "amigo" y él la coge de buena gana—. Puede haceros falta ahí fuera.

El resto no protestan, creo que entienden que no seríamos justos si pretendiéramos que huyeran totalmente desarmados.

—Vamos —insta Neo —Tenemos que dejar a Andoni con Víctor antes de reunirnos con el resto.

Salimos del almacén y entramos al contiguo sin detenernos. María se encuentra débil, por lo que Set se queda con ella, mientras nosotros llevamos a Andoni. En cuanto bajamos las escaleras, me detengo un momento y le miro.

—Gracias por todo. Me alegro de haberte conocido, de verdad —digo con sinceridad.

—Yo también —responde.

No hay más que decir. Entramos en la sala y Víctor nos mira impasible desde su asiento.

—Te traemos compañía —Neo y su sentido del humor.

Sentamos a Andoni en otra silla y me aseguro de que la brida no está muy apretada para que pueda soltarse en un rato, si ve que nadie acude. Aprieta levemente mi mano, como último gesto y salimos de la habitación sin volver la vista atrás.

Cuando estamos llegando a lo alto de la escalera, Neo me hace un gesto para que me detenga. No entiendo lo que ocurre, sin embargo, no tardo en oír unas voces amortiguadas. Nos asomamos con cuidado de no ser descubiertos y aunque no hay mucha luz en el almacén, distingo la figura de Claire, apuntando con una pistola a Set y a María.

—Todavía no me has dicho por qué has sacado a María. ¡Ella está retenida!

—Lo siento —se excusa—. Es que... no termino de entender por qué no está con nosotros y yo... solo quería...

Está intentando que suene convincente, que parezca una idea que ha surgido de él y no lo está haciendo del todo mal. Otra cosa es lo lista que sea Claire para darse cuenta del engaño.

—Tú no puedes tomar esa decisión. En esta ciudad hay unas normas y todos estamos obligados a cumplirlas.

—Es cierto, no debí actuar por mi cuenta.

Claire mira el almacén extrañada.

—De todas formas, no entiendo qué hacéis aquí. ¿Alguien más os está ayudando?

De pronto, tengo miedo de que decida echar un vistazo y nos descubra. Miro a Neo y sé que no le gusta la determinación que ve en mis ojos.

—Ni se te ocurra —suelta, sabiendo qué es lo que pasa por mi mente.

—Voy a salir.

Él me sujeta del brazo, dispuesto a no soltarme.

—¡Ni loco te voy a dejar salir!

—Claire está sospechando, lo mejor es que salga e intente despistarla el tiempo suficiente para que te puedas acercar a ella y quitarle el arma.

Neo aprieta los labios visiblemente molesto. Me gustaría poder borrar esa expresión de su rostro, pero sé que no va a ser posible.

—¡Es demasiado arriesgado! Desde aquí puedo disparar. No digo matarla, solo herirla —me dice suplicante.

Sé que va a intentar cualquier cosa, con tal de que no me ponga en peligro, lo que supone un problema. No está siendo práctico.

—Si disparas, se oirá fuera y correríamos el riesgo de que alguien más lo oyera. Si saltan las alarmas, será imposible salir de aquí.

—Me da igual, tiene que haber otra forma.

—No la hay.

Me suelto de golpe y echo a correr, saliendo al almacén antes de que pueda hacer nada por impedírmelo. Claire se gira al oír el ruido y por algún extraño motivo, parece que no le extraña verme.

—¡Vaya! Ya me imaginaba que tenías que estar tú detrás de todo esto.

Veo la cara de derrota de Set, sin embargo, me acerco a ellos con tranquilidad, mientras intento pensar en mi estrategia. Observo por un instante a María, sus pronunciadas ojeras y su rostro demacrado hacen que me compadezca de ella. Apenas es una sombra de la chica que era días atrás.

Me detengo junto a ellos, con Claire a menos de tres metros y miro la pistola que mantiene levantada. Ni siquiera le tiembla el pulso.

—¿Qué pasa? ¿Tus test ya anunciaron que ocurriría esto? —Intento sacarla de quicio ya que si focaliza su atención en mí, no estará tan atenta a lo que ocurre a su alrededor.

—Algo así. Al fin y al cabo, eres una rebelde. Te cuesta obedecer y ya no hablemos de tu nivel de cooperación... —Suelta una risita ligera y tengo la sensación de que se encuentra muy cómoda con la situación. Casi diría que incluso disfruta con la posición de poder que tiene en estos momentos.

Me muevo lentamente, hasta que me coloco junto a Set, cerca de la puerta de salida. Quiero que piense que voy a intentar huir, para que ella esté orientada hacia mí y le sea más fácil a Neo acercarse sin ser visto.

—Estáis empeñados en pensar que yo tengo un problema, o María por ser como es. ¿No os habéis parado a pensar que el problema sois vosotros? Este "proceso de selección" que habéis ideado, es enfermizo.

En ese momento veo a Neo, salir de las escaleras y avanzar muy despacio hacia ella. Set también se da cuenta, suelta a María y da un par de pasos hacia delante.

—Ari tiene razón. No nos interesa pertenecer a una sociedad como la vuestra.

La expresión de Claire cambia y da un paso hacia él amenazante.

—Te hemos acogido en esta ciudad, ahora eres uno de nosotros y ¿así nos lo pagas? Eres un traidor.

Un miedo atroz me retuerce las entrañas pues las palabras, aunque no iguales, me suenan familiares. ¿Acaso no tuvo lugar en la otra realidad una conversación parecida a esta? Fue justo antes de...

—No me arrepiento de mis decisiones. No quiero estar sometido, ni a vosotros, ni a nadie. Y pensar así es lo que me hace libre. Nunca me he sentido tan libre como ahora.

—Me alegro por ti, pero ya sabes que los actos tienen consecuencias.

Sé lo que esa frase significa. Tan diferente pero tan igual en esencia. La réplica casi exacta de un momento que no debería haber sucedido nunca. Un destino que no pude cambiar y que ahora se repite.

A partir de esas palabras, todo sucede a cámara lenta. Neo se abalanza sobre ella en el preciso instante en el que Claire dispara el arma. Al mismo tiempo yo me echo sobre Set para sacarlo de la trayectoria de la bala y ambos caemos al suelo.

El más absoluto silencio llena cada rincón, anunciando, que la muerte está al acecho.


¡Hola, hola! 

Sí, lo sé, esta vez si que me he ganado que queráis venir a mi casa a lincharme, jajaja... ¡cómo se me ocurre dejar el capítulo ahí! ¡¡Justo ahí!! A eso me refería yo con lo de "mente perversa" que comenté en mi Facebook... 

Al tema, ¿qué os ha parecido el capítulo? 

Vamos por partes. No sé si Ari ha hecho bien contándole a Jamie lo que Set siente por él. Sus intenciones eran buenas, pero vista su reacción ¿qué será lo que está pensando Jamie sobre esto? ¿Tenéis curiosidad? 

Y por otro lado... resulta que la persona que informaba a los hombres de Svenson era ¡¡¡¡Mikael!!!!! ¡¡¡Siiii!!! Espero que os haya sorprendido porque realmente desde el principio lo había pensado así y bueno, se trataba de jugar un poco al despiste. Aunque os he dejado alguna pista, si lo pensáis bien, os daréis cuenta que él fue el único junto a María que no dio su móvil a Trunk y su excusa es que llevaba teléfono. 

Y por último, el final... esa reproducción, parecida pero no igual de lo que ocurrió en la otra realidad... ¿qué habrá pasado? Tendréis que esperar al siguiente capítulo para averiguarlo, aunque como siempre, me encantará saber vuestras opiniones.Mil gracias a todos los que os animáis a comentar, no sabéis la ilusión que hace, ver lo metidos que estáis en la historia. 

Espero que os haya gustado a todos, de verdad que sí. 

¡Gracias por leerme! ¡Os adoro! 

Besitossssss

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