Capítulo 20


Hay veces, que al despertar, te acuerdas de algo. Suele ser una idea o un recuerdo. No sabes cómo ese pensamiento ha llegado ahí pero en la mayoría de las ocasiones resuelve algo que inconscientemente, tu cabeza, estaba intentando solucionar. Eso mismo acaba de ocurrirme. Me despierto desorientada, pues acabo de dar una cabezada de quince minutos en la furgoneta. Solo sé que me apoyé un momento en el hombro de Neo y al parecer, el sueño pudo conmigo.

Pienso en la imagen que aún tenía en mi cabeza en el momento de despertar y un cosquilleo nervioso me recorre el cuerpo al pensar en los móviles, pues mi cabeza no deja de decirme que hay algo que no cuadra. Intento averiguar qué es lo que me chirría y de pronto caigo en la cuenta. María acaba de decir que su móvil lo tenían los agentes, pero cuando Mikael me mostró los teléfonos que les había quitado de encima, solo tenía dos. Esa es la imagen fija en mi mente al despertar. ¿Dónde estaba el móvil de María entonces? Que lo ocurrido no esté claro, me lleva a pensar en la posibilidad de que María nos haya mentido, pero de ser así ¿por qué lo ha hecho? Y aún más importante... ¿dónde está su teléfono?

—Ya llegamos —indica Mikael y de golpe me saca de mis pensamientos.

Me froto los ojos, intentando aclarar la vista y distingo la calle principal de un pintoresco pueblo.

—¿Aquí vives? —pregunto extrañada. Todo parece tan... normal.

—Sí, claro. ¿Qué pensabas? ¿Que vivíamos escondidos en las montañas?

En realidad, sí. Al pensar en un lugar lleno de gente sin chip, asocié directamente esa idea con vivir ocultos para el resto de la sociedad.

—¿Estás diciendo que vivís expuestos a todo el mundo? —pregunta Neo. Por su tono sé que le resulta tan extraño como a mí.

—Veréis... esto es lo más seguro, aunque pueda parecer absurdo. Si llevamos una vida normal, no llamamos la atención. Este es un lugar que no está de camino a otro lugar. El pueblo, es el final del camino. Aquí solo se llega a propósito o porque te hayas perdido, cosa que no suele suceder.

—Pero... ¿no os visitan agentes?

Mikael niega.

—Los agentes solo se encargan de controlar las ciudades, se dedican a que no se forje ninguna revolución delante de sus propias narices. Fuera de allí, hay policía, como en cualquier otro lugar, que se encargan de mantener el orden.

—¿Y la policía de aquí?

—No tiene chip.

Se echa a reír al ver nuestra cara de asombro.

—Es más fácil engañar al estado de lo que parece. Somos gente tranquila, a la que no nos gusta meternos en problemas. Cada uno tiene su trabajo, su negocio, su vida...

Sus palabras me resultarían de lo más normal si nos encontráramos en nuestra realidad, donde las cosas son así de sencillas, pero aquí, con un chip impuesto por el gobierno, con agentes que persiguen a quien no le funciona, con una sociedad adormecida, es increíble saber que existe un lugar así.

Observo a la gente caminando por la calle, entrando y saliendo de las diferentes tiendas y me cuesta creer que hayan conseguido mantener este lugar al margen de todos.

—Vamos primero donde Jonah para que se ocupe de David y luego os lo enseño todo.

La furgoneta abandona la calle principal y toma un camino secundario que nos adentra en una zona arbolada, alejada del núcleo urbano. Al final del camino, hay una enorme casa de madera, típica de montaña. Creo que el tal Jonah no vive nada mal...

Al acercarnos a la entrada, un hombre de unos cincuenta años, barba canosa y aspecto cuidado, sale a recibirnos. Una amigable sonrisa aparece en su rostro, sin embargo yo, me fijo en mucho más que eso, por ejemplo, en las cámaras que vigilan cada punto de la propiedad.

Bajamos de la furgoneta y Mikael se apresura a saludarle.

—Chico, ya empezaba a pensar que te había ocurrido algo, ¡tantos días sin saber de ti!

—Se me complicó la visita a la ciudad.

Nos observa a Neo y a mí y después desplaza la mirada hacia los que en estos momentos abandonan la parte trasera de la furgoneta.

—Y dime ¿a quien me traes aquí? Es un grupo muy numeroso.

—Hunter me pidió que les trajera. Son empáticos. Todos ellos.

Jonah entrecierra los ojos y puedo ver la duda en ellos, sin embargo, al posar de nuevo la mirada en Mikael, parece dispuesto a creer las palabras de este y su gesto se suaviza.

—Bien. Algo me dice que tenemos mucho de qué hablar.

—Antes de nada, necesitamos que eches un vistazo a nuestro amigo —apremio. Las charlas pueden esperar, sin embargo hasta que no me asegure de que David está a salvo, no podré respirar tranquila.

Jonah da un paso hacia mí.

—¿Y tú eres?

—Ari —trago saliva incómoda. No me gusta el escrutinio al que me está sometiendo. ¿Acaso cree que con mirarme unos segundos va a descubrir algo de mí?

—De acuerdo, solucionemos lo de tu amigo primero.

Entre varios, cargamos a David hasta el interior. Por suerte aún continúa dormido y no se entera de nada. Jonah nos indica el camino y nos hace seguirle a través de unas escaleras que llevan al sótano. Una vez dentro, una puerta camuflada en un lateral, nos lleva a otra habitación muy parecida a un laboratorio.

—Tumbadle ahí.

Obedecemos y mientras verifico la temperatura de su frente, observo el lugar con más atención. No es un laboratorio, es un quirófano. Un escalofrío me recorre de arriba a abajo. Por muy profesional que sea, no deja de ser un cirujano que realiza operaciones clandestinas en su sótano.

—¿Podemos ayudar? —pregunta Mikael. Es el único que parece encontrarse cómodo, el resto en cambio, no sabemos muy bien qué hacer.

—Lo mejor es que subáis arriba. Chico, dile a Luisa que os prepare algo para comer, seguro que tenéis hambre. Trabajaré mejor si no os tengo por aquí en medio.

Este asiente y todos se encaminan hacia la puerta. Todos menos yo que sigo plantada en mi lugar. Neo se acerca y me susurra.

—No piensas subir, ¿verdad? —Ante mi gesto negativo, añade—. ¿Quieres que me quede?

—Tranquilo, puedo apañármelas. Es solo... que quiero asegurarme. Ya sabes...

Le miro a los ojos un segundo y sé que me entiende. Me da un beso en la cabeza antes de seguir al resto y salir de la habitación.

Jonah se mueve por el reducido espacio preparando instrumental y apenas me lanza una mirada de soslayo.

—No sé por qué, pero algo me decía que tú te ibas a quedar. ¿Eres la jefa de ese grupito?

Por algún motivo, su tono me ha sonado despectivo.

—Yo no soy jefa de nadie.

Levanta la vista un instante para mirarme pero no tarda en volver a la faena. Se acerca a David y después de examinarle las pupilas, le coloca unos electrodos para medir sus constantes vitales.

—Mientras hago todo esto, puedes ponerme al día con lo que le ha ocurrido.

Carraspeo un poco y me acerco a la mesa.

—Tiene una herida de bala. Orificio de entrada y salida. Julianna le realizó la cura y la sutura pero durante el viaje, se le abrió un punto y tuve que hacerle una cura de emergencia. También le inyecté una dosis de morfina que ella me dejó preparada.

—De acuerdo. —Retira el apósito y limpia la zona antes de evaluar su estado —. Has cuidado bien de él. Por suerte, aquí tengo tecnología mucho más avanzada de la que dispone Julianna.

Acerca un ecógrafo y dedica unos minutos a escudriñar las imágenes que aparecen en la pantalla mientras desplaza el aparato por toda la zona donde recibió David el disparo.

—¿Todo bien? —pregunto con voz nerviosa.

—Sí, por suerte, no tiene ningún órgano interior dañado. Es un chico afortunado, hubiera sido muy fácil sufrir una perforación.

Deja a un lado el ecógrafo y se acerca a un armario, de donde coge una jeringuilla de tamaño medio. Después, de un tanque con nitrógeno líquido, saca una pequeña bolsa y llena la jeringuilla con el líquido que hay en su interior. No pierdo detalle de cada uno de sus movimientos, pero me cuesta saber qué es lo que está haciendo. Cuando se acerca de nuevo a David dispuesto a inyectarle el contenido, no puedo evitar saltar.

—Me gustaría saber qué es lo que vas a hacer. —No quiero sonar borde, sin embargo no puedo evitar dudar de él.

—Esto son células madre. Ellas se encargarán de reconstruir el tejido dañado por la bala. Ya verás, en unas pocas horas, harán un trabajo increíble. —Me mira como pidiéndome permiso y yo asiento, entonces comienza a hacer diferentes punciones alrededor de la herida—. Ayúdame a girarlo.

Hace lo mismo en la herida de salida y después volvemos a tumbarlo sobre su espalda.

—Y ahora el toque final. —En su mano sostiene un pequeño dispositivo que coloca sobre el orificio de bala, al pulsar el interruptor un destello de luz se distingue levemente entre el aparato y la piel—. Es un láser, para sellar la herida. Así no habrá riesgo de que se abra de nuevo.

Repetimos la operación, girando entre ambos a David y en unos pocos minutos, Jonah ha finalizado su trabajo.

—Bien, ahora solo necesita descansar —dice mientras termina de colocar el apósito—. Subamos y así podrás comer algo.

—No creo que sea buena idea dejarle solo.

—Cierto, pero supongo que alguno de tus amigos podrá bajar un rato y ocuparse de él, ¿no?

No me convence el hecho de dejar a David, sin embargo tiene razón. No le puedo vigilar las 24 horas del día y el rugido de mi estómago termina de convencerme.

—De acuerdo.

Le sigo mientras regresamos a la planta baja de la casa y me sorprende el silencio que reina en el lugar. No parece que viva mucha gente allí. ¿Una lugar como ese, para él solo? Cuando entramos en la cocina, el ambiente cambia. En la mesa de comedor que hay a un lado, todos comen animadamente mientras charlan en pequeños grupos. Una mujer que identifico como Luisa coloca platos para nosotros en el lateral libre y ambos ocupamos nuestros sitios.

—¿Todo bien? —pregunta Neo.

—Sí, pero creo que alguien debería estar con David.

Neo hace ademán de levantarse, pero María se pone en pie y le interrumpe.

—¡Yo bajaré! No me importa y ya he acabado de comer.

—Gracias —responde él volviendo a sentarse.

Me sirvo algo de comida y cuando doy el primer bocado mi estómago ruge de satisfacción.

—¿Vives solo en esta casa? —pregunto a Jonah. Sé que él también tiene preguntas pero si algo he aprendido es a rellenar cuanto antes los espacios sin información.

—Básicamente sí. Aunque también está Luisa que se ocupa de todo y los inquilinos temporales.

No entiendo lo que quiere decir sin embargo hay alguien más curioso que yo.

—¿Inquilinos temporales? —pregunta Jamie.

—Sí. La mayoría de la gente que viene a este pueblo buscando respuestas, pasa una temporada en esta casa, hasta que organiza su vida.

Mikael asiente.

—Eso es cierto. Yo ocupé una de las habitaciones durante varias semanas. Si algo tiene Jonah, es que abre su casa a todo el mundo.

—Cuento con que aceptaréis mi invitación para quedaros.

Todos asentimos, al fin y al cabo, no tenemos otro lugar al que ir de momento.

—Gracias también por ocuparte de David. —Lo menos que puedo hacer es agradecerle el esfuerzo.

—No ha sido nada, me viene bien tener de quién ocuparme de vez en cuando, para no quedarme oxidado. Por aquí no pasan muchas cosas. Lo que me gustaría saber es cómo ese muchacho ha acabado con un agujero de bala.

Mikael se adelanta y contesta antes de que lo haga yo.

—Svenson y sus hombres hicieron una redada en el local de Hunter y tuvimos que huir, entonces le dispararon.

—Y sois todos empáticos como Mikael dice.

—Así es —responde Neo—. No tenemos ninguna duda de ello. Lo que no sabemos es el motivo por el que el chip no tiene el efecto habitual en nosotros.

Jonah se encoge de hombros.

—Es muy fácil. Adaptación. Seguramente se trate de algo parecido al mecanismo de defensa frente a los virus y bacterias. El cuerpo considera el implante un elemento extraño y por tanto estudia la mejor forma de sobrevivir a él.

—Pero... si eso es así, ¿por qué hay gente a la que le funciona bien? —pregunta Set.

—Porque hay cuerpos más resistentes e inteligentes, capaces de reponerse a cualquier ataque. Otros no. En las epidemias ocurre igual, hay personas inmunes, porque su organismo resiste al agente contagioso. Cada generación es un poco más evolucionada que la anterior, lo que significa que el chip, a menos que lo modifiquen, cada vez será menos eficaz.

Todo lo que nos explica resulta de lo más lógico, Hunter también nos habló de que uno de los motivos podía ser la evolución, sin embargo le estoy dando vueltas a algo.

—Aunque el chip en ciertos aspectos no funciona, en otros sí. Por ejemplo el rastreo o la muestra y recepción de sensaciones y recuerdos.

—Claro. El cuerpo reacciona a lo que le molesta del "intruso", en este caso el chip. Al cerebro no le importa recibir un impulso nervioso puntual que active la segregación de una hormona o la recepción de una imagen. Tampoco le afecta el que ese chip tenga un sistema de rastreo. Pero sí le molesta el que continuamente le mande un impulso nervioso de baja frecuencia para mantener adormecidas las áreas del cerebro que rigen gran parte de nuestras sensaciones, pero sobre todo, las zonas relacionadas con la ira.

Es la segunda vez que oigo lo de adormecer nuestras sensaciones y cada vez me gusta menos.

—¿Es cierto entonces, que el Gobierno usa el chip para mantenernos controlados?

—Así es. Veo que alguien os ha hablado de ello...

—Hunter nos contó que el fin del chip no era cubrir una falta de empatía, que su verdadera función es la de tener información sobre nosotros en todo momento, controlarnos las veinticuatro horas del día y asegurarse con ese adormecimiento que tú comentabas, que no haya ningún tipo de rebelión.

Jonah asiente.

—A grandes rasgos es así. Tampoco sabemos gran cosa, porque es muy difícil averiguar lo que se traen entre manos. Los que trabajan para el Gobierno, se cuidan muy mucho de hablar de más y no hay forma de acceder a la información. Si habéis echado un vistazo, en la red no hay nada.

Todos nos quedamos en silencio. ¿Qué se puede hacer contra un Gobierno que ejerce semejante control sobre sus habitantes? Jonah se pone de pie.

—Tendremos tiempo de hablar más largo y tendido sobre este tema, ahora tengo que atender unos asuntos. Mikael, ¿por qué no organizas las habitaciones? Y luego les puedes enseñar la zona. Si me disculpáis.

Sale de la cocina y el resto miramos a Mikael.

—De acuerdo. Parece que me toca a mí ejercer de anfitrión. Seguidme.

Nos despedimos de Luisa, agradeciéndole la comida y nos encaminamos hacia el salón, detrás de Mikael. Al fondo hay unas escaleras que suben al piso superior y arriba encontramos un largo pasillo con habitaciones a ambos lados.

—Vale. Aquella puerta del fondo es el baño. También podéis usar el del piso de abajo, sois muchos para arreglaros solo con el de esta planta. —Mikael nos mira a todos dudando durante unos segundos. Parece que nos está organizando antes de hablar—. A ver, Neo y Ari en esta primera de la derecha. Set y Jamie, compartiréis la siguiente. Creo que colocaré a María en esta de la izquierda y cuando traslademos a David le instalaremos en la siguiente.

Echamos un vistazo a las habitaciones. Aunque sencillas, están decoradas con muy buen gusto. Me siento como en un hotel.

—¿Y Jonah? ¿Dónde duerme? —No me cuadra mucho que lo haga en esta misma planta.

—Abajo. Justo al lado del salón.

No sé por qué pero no puedo evitar pensar que prefiere estar en una habitación con múltiples salidas. Como si Mikael me hubiera leído la mente, aclara:

—Su habitación tiene una entrada directa al sótano y desde él se accede a un pasadizo con salida a varios metros de la casa, donde están los árboles.

—Dice mucho de una persona el que se asegure varias rutas de huida, eso significa que no descarta esa posibilidad —suelta Neo. Ni yo misma lo hubiera dicho mejor.

—Puede ser. Él sabe que cualquier día pueden venir a detenerle por lo que hace, así que lo único que hace es cubrirse las espaldas. Bien, ¿alguien quiere ir a conocer el pueblo? Un poco de turismo y eso...

El resto se miran entre ellos y ninguno parece muy convencido.

—Yo tenía pensado ir hacer compañía a María. Tiene que estar aburrida, en ese sótano sola —admite Set.

Tiene razón, por un momento me había olvidado de que está cuidando a David.

—Y yo, preferiría descansar un rato —dice Jamie rascándose la cabeza un tanto incómodo—. Anoche apenas pude dormir.

Miro a Neo pero no hace falta que diga nada.

—Vale. —Le doy una palmadita en el pecho—. Quédate descansando también. Yo iré a ver el pueblo. Está claro que soy la única curiosa.

Les dejamos en las habitaciones y no tardamos en salir de la casa. Una vez que hemos abandonado la finca, enfilamos por el camino de la derecha de vuelta al núcleo urbano.

—¿Cómo es que Jonah ha acabado en un lugar como este?

—No lo sé. Bueno, es decir, no sé exactamente qué ocurrió, solo conozco algunas pinceladas pues a él no le gusta hablar de ello. —Durante un segundo, pierde su vista en el horizonte—. Sé que era la típica persona acostumbrada a disfrutar de todo tipo de lujos, a estar en lo más alto... hasta que mataron a su mujer y a su hija.

Un escalofrío me sube hasta la nuca. No esperaba que el pasado de Jonah escondiera una desgracia como esa.

—¿Por eso se vino aquí?

—Más o menos, no conozco los detalles de lo que ocurrió pero después de eso, dejó su prestigioso puesto de neurocirujano y se vino a este lugar que por aquel entonces, estaba prácticamente desierto. Construyó su casa y él mismo comenzó a buscar a gente que necesitaba deshacerse de su chip. Muchas de esas personas decidieron quedarse a vivir aquí, fueron rehabilitando edificios y negocios hasta que el pueblo es lo que ahora ves. Su fama se ha ido extendiendo y cada vez más gente recurre a él para que le ayude. Unos se quedan y otros solo están de paso.

Observo el lugar, pequeñas casas perfectamente cuidadas, tiendas variadas, un parque con niños jugando, si no supiera lo que sé pensaría que estoy de vuelta en mi realidad.

—Un pequeño oasis en este extraño mundo —pienso en voz alta.

—Así es.

Le miro de reojo intentando escrutar más allá de su expresión.

—¿Tenía razón Julianna cuando dijo que te quedaste aquí porque necesitabas aire? Ella sabía que no regresarías a la estación más que de visita.

—Así son las madres, ¿no? Me conoce mejor que yo mismo. —Resopla contrariado—. Cuando me despedí para venir aquí, juré y perjuré que regresaría a su lado, sin embargo, ella estaba segura de que no sería así. Y acertó. En cuanto vi lo que ofrecía una vida en este lugar, pensar en esa estación...

Le entiendo a la perfección y de forma inconsciente, respiro hondo, disfrutando del aire fresco.

—No me imagino vivir tanto tiempo bajo tierra.

—Ahora vivo ahí.

Señala un primer piso situado sobre una tienda de comestibles. Una escalera de metal en el lateral del edificio lleva a la puerta de entrada.

—Parece un buen lugar.

—No está mal, tengo todo lo que necesito y sobre todo, no tengo que compartirlo con nadie. Me he dado cuenta de lo mucho que valoro tener un lugar para mí solo. Después de tantos años en un vagón de metro, esto es todo un lujo.

Seguimos paseando por la calle principal hasta que los edificios comienzan a escasear, entonces Mikael se detiene y me mira.

—¿Qué ocurre? —pregunto intrigada.

—Ya está. Esto es todo lo que hay que ver. —Extiende los brazos como si intentara abarcar el ancho de la calle—. No es más que un lugar que pasaría desapercibido para cualquiera que posara sus ojos en él. No hay nada que haga sospechar que sus habitantes no tienen chip. Y esperamos poder seguir engañando al resto del mundo, de la misma forma, durante mucho tiempo más.

Al hablar de sospechar, me viene de nuevo a la cabeza el asunto de los móviles y no puedo evitar consultarle mi duda.

—Oye —comienzo, mientras giro sobre mis talones para retomar el camino de vuelta—. Cuando nos ayudaste a María y a mí en la universidad, dijiste que les quitaste a los agentes los móviles que llevaban encima. ¿Cuántos eran?

Mikael frunce el ceño extrañado.

—Dos, claro. Llevaban uno cada uno. ¿Por qué lo preguntas?

—Está bien, no quiero que me llames paranoica, pero cuando le dimos nuestros teléfonos a Trunk, María dijo que no tenía el suyo porque los agentes se lo quitaron. Sin embargo tú solo encontraste dos...

Veo en su rostro un gesto de aceptación al entender lo que estoy diciendo.

—¿Crees que ella ha mentido respecto a su teléfono?

—No lo sé, es decir ¡no me gusta desconfiar de alguien así sin más! Pero me acordé de tus palabras y algo me dice que no puedo dejar pasar ese detalle.

Realmente deseo estar equivocada.

—¿Y si así fuera? ¿Por qué nos mentiría? ¿Por qué nos ocultaría su móvil?

—No lo sé. —Me frustra tener tan poca información y que todo se base en una corazonada.

—Quizás debamos registrar sus cosas.

—¡No! —No puedo evitar saltar como un resorte—. No podemos hacer eso. Si lo hiciera, me estaría convirtiendo en una persona que no quiero ser. Necesito algo más que un presentimiento para actuar de esa manera.

Mikael asiente y me alegra saber que acepta mi actitud.

—Tienes razón. No debemos desconfiar tan fácilmente los unos de los otros. Seguramente haya una sencilla explicación para todo esto.

Eso espero. No me gusta pensar que el enemigo está entre nosotros.


¡Porrrrrr fiiiiinnnn! 

Madre mía, pensaba que no iba a subir este capítulo nunca. Pero aquí está, ha llegado y espero que lo hayáis disfrutado. 

Muchas cosas nuevas de las que hablar, por ejemplo de ese lugar extraño lleno de gente sin chip que se comportan como si no tuvieran nada que ocultar. ¿Y Jonah? ¿Qué opináis de él? ¿Podemos fiarnos de él o no? 

Y por supuesto, lo más interesante del capítulo... ¿dónde está el móvil de María? ¿Ha mentido y lo está ocultando? Si es así, ¿por qué? A ver... que sé que unos cuantos desconfiáis de ella... ahora es momento de escuchar vuestras elucubraciones... jajaja. Queridxs lectorxs estoy deseando saber vuestra opinión sobre todas estas cuestiones. 

Y por último un asunto gracioso, yo por lo menos, me he echado unas risas. 

Seré una despistada, pero vosotrxs un poco despistadillxs también andáis... Cambié de ordenador y por lo tanto de procesador de textos, pues resulta que hoy me he dado cuenta de que cuando escribí los últimos capítulos, cada vez que escribí MIkael, se cambió automáticamente por Michael. Es decir que los últimos los publiqué con el nombre del personaje cambiado. Jajaja Yo que al repasar me fijo y digo "Si no se llama Michael...". Bueno, ya está cambiado, pero os agradeceré que si en algún lugar veis  un Michael en vez de MIkael me aviséis. Y aquí se acaba un nuevo capítulo de "La loca de N intentando escribir una novela con muchos personajes y una trama retorcida". Jajjaja

 ¡MIl gracias por leerme! Os adoro a todxs. 

Millones de besos.

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