Capítulo 10


 Miro el reloj mientras tomo el tercer café del día. Estoy en la cafetería durante un descanso antes de la última clase y no entiendo por qué David no ha llegado aún. Algo me dice que no tiene ninguna gana de hablar conmigo.

Cuando por fin aparece, se sienta frente a mí sin decir nada y yo le acerco el café que he pedido para él.

—Espero que todavía esté caliente —digo en tono conciliador.

Su gesto se suaviza y sé que en el fondo es débil y no le gusta estar enfadado conmigo.

—Gracias. —Da un sorbo—. ¿Qué me querías contar?

Sin rodeos.

—Verás, Jamie nos dijo que lo más seguro es que tengamos que quitarnos el chip.

Se le escapa una risa sarcástica.

—Ya me lo imaginaba.

—Conoce a alguien que quizás nos pueda ayudar. Al parecer hay lugares clandestinos donde entienden más de estos temas. Me avisará cuando sepa algo.

Frunce el ceño pensativo.

—He estado todo el fin de semana intentando encontrar una solución y yo también he llegado a la misma conclusión. El problema es que quitar el chip va contra la ley y al hacer eso estaremos condenando a nuestro "yo" de esta realidad.

No lo había pensado.

—Tienes razón, pero ¿qué podemos hacer?

No responde, lo que me confirma que está igual de perdido en esto que yo.

—¿Dónde está Neo?

No esperaba ese giro de la conversación.

—Supongo que en clase.

—Ya... lo siento pero te lo tengo que preguntar. ¿Por qué no le dijiste que no hay nada entre nosotros, que habías vuelto por él?

Noto como enrojezco y no soy capaz de mantenerle la mirada.

—Yo no...

—Ari, sé que le has elegido, aunque él todavía no lo sepa. No quiero que me mientas por no hacerme daño. —Alarga su mano y la coloca sobre la mía—. Lo tengo más asumido de lo que crees.

Se me llenan los ojos de lágrimas. Después de cómo me he comportado, no esperaba encontrar comprensión por su parte.

—Lo siento David... eres muy importante para mí y sé que no te merezco ni como amigo.

No sé cuándo he empezado a temblar, pero debe ser evidente porque David se sienta a mi lado y me rodea con el brazo.

—Ey, tranquila. No quería agobiarte.

Respiro hondo varias veces para intentar recuperar la compostura.

—Bueno, no me has contestado, ¿se puede saber qué os pasa a vosotros dos?

Me resulta extraño hablar con él.

—No hay mucho que contar. Él quiere a la Ari de aquí, no a mí. Así de simple.

Entrecierra los ojos.

—¿Estás segura de eso?

Asiento con rotundidad aunque él no parece muy convencido.

—Pero, tú no le has dicho lo que sientes, ¿no?

Me encojo de hombros.

—¿Para qué? No tiene ningún sentido que lo haga.

—Puede que me equivoque, pero yo creo que Neo siente lo mismo por ti que antes.

No sé en qué se basa para hacer esa afirmación.

—Entonces, ¿por qué no me ha dicho nada?

—Quizás porque tomó una decisión y al pensar que tú sólo le ves como un amigo, ¿para qué ser rechazado de nuevo? Creo que deberías ser sincera con él.

Puede que tenga razón pero no me veo capaz de soportar un rechazo directo por su parte.

—Me lo pensaré. —Le sonrío—. Gracias por preocuparte por mí, de verdad. Gracias.

Me sobresalta la vibración del móvil en mi muñeca y veo el nombre de Jamie en la pantalla. Le hago un gesto a David a la vez que descuelgo.

—Hola Jamie, ¿algo nuevo?

—Ey, Ari. Lo siento, todavía no tengo noticias de lo que te comenté. La verdad es que te llamo por otro motivo.

Qué raro. Aun así siento curiosidad.

—Tú dirás.

—Me gustaría que vinieras a la sala de debates. Quiero que veas una cosa y me des tu opinión.

—¿Ahora?

Ni siquiera sé dónde está la sala.

—Sí, anímate. No te llevará mucho tiempo.

Sopeso la posibilidad de ir a clase de economía aplicada o hacer caso a Jamie. Miro a David y pongo los ojos en blanco.

—Vale. Ahora voy.

Cuando cuelgo, David me interroga.

—¿Cuánto hace que le conoces?

—Desde la semana pasada, ¿por?

—No es nada. Me llama la atención que tenga tanta confianza contigo.

Me río.

—No tiene confianza. Tiene curiosidad. Además de las otras dimensiones, le resulta interesante ver que somos tan empáticos. Creo que en el fondo soy un conejillo de Indias para él. Bueno, ¿vienes conmigo?

David mira el móvil.

—La verdad es que no quería perderme la clase de ahora. ¿No te importa, verdad?

Ahora sí que estoy sorprendida.

—¿La clase?

—Sí, "diagnóstico de contacto". En ella se aprende a entender la información que nos da el chip y encontrar el origen de la enfermedad o problema. No puedo desperdiciar una ocasión como esta, ¿Lo entiendes, no?

"Otro como Neo. ¿Qué pasa? ¿Soy la única que no saco provecho de estar en otra realidad?".

—Sí, entiendo que Neo y tú os parecéis más de lo que os creéis.

Me mira extrañado.

—Bah, olvídalo. Son cosas mías. —Me pongo de pie y cojo mis cosas—. ¿Sabes dónde está la sala de debates?

—Claro, ¿tú no?

Salimos de la cafetería y miro alrededor sin saber qué dirección tomar.

—Digamos que no sé mucho de esta realidad. —Me froto la frente instintivamente—. No puedo recordar prácticamente nada. cada vez que lo intento tengo migraña.

Me mira preocupado y dudo de si ha sido buena idea decírselo.

—Quizás sea un problema de la Ari de aquí o...

"¿Por qué no sigue?

—¿O?... —insisto.

—O seas tú la que inconscientemente estás bloqueando los recuerdos.

No sé por qué iba a hacer eso.

—¿Me acompañas hasta la sala? —Prefiero no seguir hablando de ello.

—Claro.

Caminamos en silencio y no tardamos mucho en llegar. Está en el edificio de letras y veo a varias personas entrando con prisa.

—¿Seguro que no quieres entrar?

—No, ya me contarás tú de qué va todo esto.

Miro cómo sigue entrando la gente. Creo que llego tarde.

—Vale. Luego hablamos.

Me alejo y al abrir la puerta le hago un gesto de despedida con la mano. Entro en la sala y me sorprendo al ver lo abarrotada que está. La habitación es semicircular con los asientos escalonados y la mayoría están ya ocupados. Abajo en el centro hay dos atriles que supongo que ocuparán los que lleven a cabo el debate. "Si se trata de un debate, claro".

Busco a Jamie, pero entre tanta gente es imposible. Cuando estoy a punto de desesperarme, recibo un mensaje.

—Pasillo central. Asientos de la izquierda. Octava fila desde abajo.

Estoy en la zona más alta así que comienzo a bajar las escaleras mientras cuento las filas de abajo a arriba. Al llegar a la altura de la octava, alguien me agarra del brazo y sin querer me sobresalto. Jamie me sonríe y se mueve un asiento para dejarme sitio.

—Justo a tiempo.

Me siento y miro alrededor.

—¿Me dices de qué va todo esto? —le pregunto en voz baja.

Jamie se acerca para que nadie le oiga.

—Es un juicio.

Me sobresalto de nuevo.

—¿Un juicio? —No entiendo nada.

—Cualquier estudiante que quiera denunciar algo o a alguien, puede pedirlo al consejo estudiantil y exponer aquí su caso. Si acusa a una persona, esta se defenderá en la reunión. Si la queja es sobre algo, el consejo designa a alguien para que ocupe el otro atril. Es una forma de resolver cuestiones de la universidad a nivel interno.

—¿Y quién decide quién tiene razón?

—Por votación de los que estamos aquí. ¿Ves? —Me señala el reposabrazos—. Aquí están los botones.

De pronto tengo la sensación de estar en un parlamento.

—Interesante.

—Además los asistentes también podemos opinar y presentar argumentaciones a favor de una de las dos posturas.

Me gusta la idea de que los estudiantes resuelvan los conflictos de esta manera.

—¿Y sabes de qué va hoy? —Estoy intrigada.

—Creo que tiene que ver con alguna residencia de estudiantes, pero no sé más. Mira —Me señala los atriles—, ya empieza.

Poco a poco se va apagando el murmullo de voces y todos prestamos atención a los atriles. En uno de ellos está un chico alto, de pelo engominado y aires de suficiencia. Hay algo que no me gusta de él. En el otro... está Set.

Un sudor frío me resbala por la frente y comienzo a sentirme mareada. Pienso en huir pero me encuentro tan mal que soy incapaz de moverme, así que permanezco con la mirada clavada en el suelo. Es más seguro. Intento serenarme y quitarme de encima la horrible sensación, aunque no es fácil. Recuerdo las palabras de Neo y sé que tiene razón. Tengo que enfrentarme a Set, no puedo sentirme así cada vez que le vea. Poco a poco.

Inspiro varias veces y por fin me decido a levantar la vista. Le observo e intento deshacerme del oscuro recuerdo de verle morir. Está ahí y está vivo.

Y también está hablando sin que yo me entere de lo que dice. Me concentro en escucharle y nada más.

—Muchos me conocéis ya que no es la primera vez que vengo a denunciar algo. En esta ocasión quiero exponer mi queja directa sobre la residencia K-32 en la que como la mayoría sabéis se han estado realizando novatadas y ritos de iniciación totalmente desproporcionados. Exijo que Jason, el aquí presente —señala a su oponente— y el resto de su grupo, pidan perdón públicamente, firmen un documento afirmando que no volverán a realizar actos de ese tipo y además paguen una multa administrativa.

—Niego que los actos de los que se nos acusa hayan sido desproporcionados. Set, por favor. ¡Son bromas!

Veo a Set apretar los puños. Parece enfadado. Qué raro, eso demuestra empatía.

—¿Me vas a obligar a enseñar las imágenes? Uno de mis mejores amigos ha pasado por una de vuestras "bromas". No dio su consentimiento. Le hicisteis ponerse de rodillas, desnudo en mitad del campus, con los brazos en cruz sujetando varios libros y cada vez que le vencía el peso le azotabais con una vara. ¡Le tuvisteis así durante horas!

—¡Dios mío! —Me tapo la boca espantada para ahogar mis palabras. Me resulta increíble pensar que algo así haya pasado. "¿Están locos?". Estoy enfadada, asqueada, incómoda y en estos momentos me gustaría poder cerrar los ojos y despertar en mi realidad, bien lejos de una situación como esta.

Miro a Jamie que me observa con atención.

—Estás alterada.

—Y tú muy tranquilo, ¿no te afecta lo que están diciendo?

Tuerce la boca.

—Está claro que como a ti, no. —Extiende su mano—. Me gustaría poder ver cómo te sientes ahora.

De primeras me asusto, pero me da tanta rabia verle impasible, que cambio de idea. Quiero que vea cómo se debería sentir.

—Está bien.

Alargo mi mano y no puedo evitar apretar los dientes, cuando noto el contacto y la descarga. Jamie fija la vista en un punto lejano y yo presto de nuevo atención al juicio.

—Le das demasiada importancia, Set. No creo que tu amigo lo haya pasado tan mal.

—¿Has pasado por una situación igual para saberlo? Es muy fácil hablar cuando tú eres el verdugo y no la víctima. ¿Hacemos la prueba? ¿Por qué no te hacemos a ti lo mismo?

Por un segundo veo un destello de miedo en los ojos de Jason, aunque rápidamente recupera la compostura.

—No exageres.

—Sabes que fuera de la universidad, la misma acción se hubiera considerado un delito. Mi amigo tiene el cuerpo magullado por no hablar de la vergüenza de una humillación pública como la que sufrió. ¿Estoy exagerando?

Un escalofrío me recorre el cuerpo al imaginarme la situación.

Jamie separa su mano de la mía precipitadamente y observo su expresión de horror y su respiración entrecortada.

—Me he sentido como él. El miedo, la vergüenza, el dolor... tú le entiendes. —Suena sofocado—. Eres capaz de ponerte en su lugar. La sensación es increíble. Tu rabia, tu asco hacia ellos, hacia la situación. He sentido tantas cosas...

Nos fijamos de nuevo en ellos que siguen enfrentados aunque parece que ya no saben qué más decir. Sus posturas son claras. Nadie más opina. Lo único que queda es votar, pero tengo la sensación de que esto no puede quedar así, que tienen que ser conscientes de la verdadera magnitud del problema.

Antes de pensarlo bien y echarme atrás, me pongo de pie y hablo.

—No tengo ninguna duda de su culpabilidad. Me parece totalmente retrógrado que se permita una situación de este tipo ya que nadie tendría que sufrir una vejación como esa. Aunque el problema es otro y es más grave. ¿Qué ocurre con todos los que fueron testigos y no hicieron nada? ¿Cómo pudieron pasar de largo sin tomar parte? Por qué ¿es tradición?. Porqué ¿ellos mandan? —Señalo a Jason con el dedo—. No lo entiendo. ¿De qué sirve un chip empático, si cuando no se utiliza somos nulos emocionales capaces de permitir cualquier aberración? ¿Os gustaría haber estado en esa situación y ver que nadie intercedía por vosotros? Poneros en su lugar, pensad en la vergüenza, en su dolor, ¿soportaríais pasar por algo así? Jason y sus amigos son unos monstruos pero nosotros no somos mejores.

Me siento de nuevo, totalmente acalorada y me toco las mejillas que están ardiendo. En la sala se hace un silencio incómodo e incluso Set y su contrincante parecen haberse quedado sin palabras. Jamie me aprieta el brazo para darme su apoyo y yo tengo dudas de si la gente que llena la sala habrá llegado a entender lo que quería transmitirles o se pensarán que estoy loca.

—Procedamos a votar. —Jason carraspea intentando mantenerse impasible, aunque algo me dice que ya no se siente tan seguro como antes—. Ya sabéis. Verde a favor de la demanda, rojo en contra.

No dudo a la hora de pulsar el verde y al levantar la vista me encuentro con la mirada de Set que me observa curioso.

Apenas un par de segundos después, en la pantalla del fondo aparece el resultado y no puedo evitar quedarme boquiabierta.

—123 a favor, 67 en contra. ¡Uaau! —aúlla Jamie mientras me zarandea—. Nunca ha habido un resultado así. ¡Increíble!

Me fijo en Set que está en su atril, dando saltos literalmente y en Jason totalmente derrotado. La gente comienza a abandonar la sala entre murmullos y algunos me sonríen y me dan palmadas al pasar por mi lado. Quizás no esté todo perdido en esta sociedad, como yo pensaba.

—No te das cuenta de lo que has conseguido. Set es uno de los mayores denunciantes de la facultad, siempre está defendiendo a los demás y aun así creo que es la primera vez que gana. ¡Y contra Jason ni más ni menos! Es una de las personas más influyentes de la universidad y todos le bailan el agua.

Veo a Set subiendo las escaleras hacia mí y sé que es demasiado tarde para huir sin que resulte sospechoso. Al llegar a mi lado, coge mi mano y la estrecha.

—Ari, ¿verdad? Gracias, muchas gracias.

Retiro la mano nerviosa y me cruzo de brazos.

—No hay nada que agradecer —respondo mientras miro hacia la salida. Mi mayor deseo es alejarme cuanto antes.

—Te equivocas. Has conseguido con tus palabras lo que yo no he podido hacer nunca. Has despertado conciencias. Les has hecho dudar de su comportamiento y eso es algo grande.

Es igual de buen chaval que el Set que yo conocía y eso me hace entristecer. Qué injusto fue lo que pasó.

—Me alegra haberte ayudado.

—Tengo que irme ahora, pero me gustaría que charláramos un día de estos. ¿te parece bien?

Asiento levemente y se me llenan los ojos de lágrimas al ver cómo me sonríe. Se aleja y al girar me encuentro con la mirada preocupada de Jamie.

—¿Qué acaba de pasar?

Me encamino hacia la salida. Necesito tomar el aire.

—No sé a qué te refieres.

Corre para alcanzarme y me tira del brazo.

—No te hagas la tonta.

—Vamos fuera, por favor. Me estoy agobiando aquí dentro.

Su mirada se suaviza y me suelta. Salimos al exterior y el aire gélido me golpea la cara espabilándome al instante. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo.

—Vamos a tomar algo caliente.

—¡No! —Ha sonado más brusco de lo que pretendía y en realidad él no tiene culpa de nada—. Es sólo que... no me apetece estar en un lugar lleno de gente.

Se lo piensa durante un instante.

—Vale. Ya sé lo que podemos hacer. Sígueme.

No estoy muy convencida pero tampoco creo que me deje marchar sin más.

De camino, se detiene en un puesto en el que compra unos sándwiches y un par de cafés tamaño industrial.

"Será el cuarto que me tome hoy. En fin".

Entramos en el edificio de ciencias y cada vez estoy más perdida.

—¿Se puede saber a dónde me llevas?

—Al lugar más tranquilo del mundo.

Me guiña un ojo y eso hace que me relaje un poco. En realidad, Jamie parece el tipo de persona en la que se puede confiar. Espero no equivocarme.

Llegamos a un pasillo lleno de puertas a ambos lados y al llegar a la altura de la 357, pasa una tarjeta por la ranura y la abre. Entro tras él y miro alrededor con curiosidad.

—¿Qué es esta habitación?

—Mi laboratorio. La gente es muy celosa con sus trabajos así que para evitar conflictos, decidieron crear estos habitáculos individuales.

Un par de mesas, un ordenador, algunos aparatos electrónicos y herramientas. Posibles inventos a medio montar, piezas de todo tipo...

Me quito el abrigo y Jamie me acerca una silla.

—Así que el trabajo en equipo no existe.

Suelta una carcajada.

—Todos desconfían de todos por eso las habitaciones funcionan con tarjeta.

Le miro con reproche.

—¿Ves? Por eso no me gusta esta sociedad. En la nuestra se fomenta el trabajo en grupo ya que la resolución de un problema se consigue antes entre varias personas que si la tiene que hallar uno solo.

Me pasa uno de los sándwiches y el café.

—Pero si descubren algo, ¿para quién es el mérito?

—Para quien lo descubra. Si es un grupo, para todos ellos. Lógico, ¿no?

Me bebo parte del café para entrar en calor y Jamie sigue preguntando.

—Pero, ¿nunca se roban las ideas unos a otros?

Esa sí que es una buena pregunta.

—Hay veces que sí, aunque la mayoría de ellas, contamos con que la ética que nos inculcan nos lleve a hacer lo correcto.

Jamie da buena cuenta de su sándwich pero sé que no ha acabado el interrogatorio.

—¿Por qué te has comportado así con Set antes?

—¿Así cómo?

—Estabas incómoda. Parecía que querías huir de su lado a toda costa.

Qué curioso.

—Para no ser empático eres capaz de entender el comportamiento de los demás.

Se encoge de hombros, sin darle importancia pero lo mire por donde lo mire, para mí es un rasgo empático.

—Bueno, ¿me lo cuentas?

¡Qué insistente!

—No hay mucho que contar. Conocí a Set en otra realidad.

—Pero no en la tuya...

Doy un bocado a mi sándwich pensando por donde seguir.

—No. Estuve un mes en otra realidad.

Se levanta de un salto, pero al momento se vuelve a sentar.

—¡Un mes! Eso es una barbaridad. ¿Por qué tanto tiempo?

—Digamos que nos quedamos para ayudar, lo que nos llevó algún tiempo.

Frunce el ceño y sé que está analizándolo todo.

—No lo entiendo, ¿por qué te afecta hablar de Set?

Resoplo. No sé si es buena idea seguir hablando de ello, aunque por otro lado igual me viene bien ya que Jamie es alguien ajeno a lo que pasó.

—Me afecta porque Set murió. Y fue culpa mía. Yo alteré aquella realidad y eso cambió los acontecimientos. Lo que hicimos fue para bien, pero Set murió y no me lo perdonaré nunca.

Nos quedamos en silencio y creo que después de mi confesión se ha terminado el interrogatorio. Me equivocaba.

—Quiero verlo —afirma rotundamente.

—¿Qué? ¿Ver el qué?

—Todo.

Este chico está loco.

—Aunque estuviera dispuesta no sé cómo hacerlo.

Jamie apura su café antes de explicarse.

—El chip da para más que el simple hecho de mostrar sentimientos y sensaciones. También puedes mostrar un recuerdo. Basta con que te concentres en él e igual que tú lo vayas viendo en tu cabeza, yo lo veré.

Me parece demasiado increíble para que sea cierto.

—Dame tu mano derecha, te haré una demostración yo primero.

Recuerdo el momento en el que May me enseñó cómo se sentía y no sé si me apetece mucho hurgar en la mente de otro. Aunque por otro lado, cuanto mejor conozca cómo funcionan las cosas en esta realidad, mejor me podré desenvolver.

Alargo la mano con cierto reparo pero él la coge con seguridad y no duda ni un instante antes de hacer contacto.

Instintivamente cierro los ojos decidida a dejarme llevar. Entre la bruma de recuerdos, uno de ellos gana nitidez. Es el momento de la cafetería, cuando defendía a aquella chica frente a su novio, sólo que no lo veo desde mis ojos sino a través de Jamie. Me resulta curioso verme desde fuera, pero aún más raro resulta oír su voz interior. "¿Qué hace esa chica? Nunca había visto a nadie comportarse así. Parece... empática". Puedo notar su sorpresa y como empieza a atar cabos. "Tengo que hablar con ella. Tengo que saber si estoy en lo cierto". Siento su creciente interés, sus nervios...

De golpe las imágenes desaparecen aunque las sensaciones se mantienen unos minutos más. Abro los ojos y me encuentro con los suyos que me miran expectantes.

—Vaya, ha sido muy raro. —Es lo único que acierto a decir.

—Con el tiempo te acostumbras, aunque la mayoría de la gente no transfiere recuerdos, sólo sensaciones.

Resoplo.

—Lo que quieres que te muestre tiene sus momentos malos —aviso.

—Acepto el reto —dice tendiéndome su mano—. Tómatelo con tranquilidad. Ve recordando poco a poco, ya verás cómo no te resulta difícil.

Respiro hondo y alargo mi mano hasta colocarla sobre la suya. Hago contacto y al instante comienzo a recordar los momentos más importantes de los últimos meses. Cuando soñé por primera vez con la otra realidad. La primera conversación con Walsh sobre las otras dimensiones. Mi decisión de quedarme e intentar recuperar a Dani. El momento en el que recuerdo cómo murió Beth... Noto cómo las lágrimas resbalan por mis mejillas e intento no perder la concentración. Recuerdo a la gente del pueblo y también cuando nos infiltramos en la urbe. Caleb, May, Anna, Aker, Gabriel, Set. El incidente de las duchas, Elías, la noche del club, la ceremonia de ciudadanos, el plan, la pelea con Cesar. Ver a Dani, el regreso a casa, la fiesta, la redada y por supuesto la muerte de Set. Mi respiración se acelera y vuelvo a sentir el insoportable dolor en el pecho que parece que va a acabar conmigo. Oigo un gruñido y debe ser Jamie, ya le avisé que no sería fácil... me concentro para no perder el hilo ya que falta poco para acabar. Recuerdo el nuevo plan, la visita a Cristian y el ataque a la urbe. Los árboles de ceniza y por último, el regreso a casa. ¡Cuánto vivimos en unas pocas semanas! Qué intensos fueron esos momentos...

Abro los ojos y separo mi mano de la suya. Jamie aún tiene los suyos cerrados y cuando los abre no me mira, mantiene la vista clavada en la mesa. Comienzo a preocuparme cuando pasan los minutos y sigue sin moverse.

—Jamie, ¿estás bien?

Me acerco a él y al agacharme a su lado, veo marcas de lágrimas en sus mejillas. "¿Ha llorado?". De pronto me siento fatal, no había pensado hasta qué punto mis recuerdos serían tan intensos para él.

Por fin me mira y yo respiro aliviada. "Por lo menos no se ha quedado catatónico".

—No... no sé qué decir. Nunca hubiera imaginado... Ahora entiendo lo que supone para ti ver a Set. Lo que he sentido ha sido increíble, cuanto más vivirlo de verdad. Uff. —Se pasa la mano por la frente—. Tengo que procesarlo un poco, ahora mismo estoy bloqueado.

—Sí, bueno. Ya es hora de que me vaya a casa.

Cojo mis cosas dispuesta a irme, pero me detiene.

—Espera, te acompaño.

Eso me hace sentir mejor, por un momento pensaba que había sido una mala idea lo de enseñarle mis recuerdos. Al final alargamos el regreso a casa, pues comienza a hacer una pregunta tras otra. No puede evitar querer saber más. Cuando estamos llegando se para en seco.

—Un momento, ¿Y David?

Vaya, no se le escapa ninguna.

—David... pues la verdad es que apareció el sábado. Vino a buscarnos y ahora somos tres los que estamos atrapados aquí. Se me olvidó comentártelo.

Llegamos al portal y aunque le invito a subir, rechaza mi oferta educadamente.

—Gracias por mostrarme tus recuerdos —suelta de golpe.

Le sonrío y él por sorpresa me da un abrazo. Todavía no sé muy bien porqué le he dejado conectar conmigo pero ahora es como si estuviéramos unidos por un lazo invisible.



Bueno, bueno... ¿qué os parece la forma que tienen en la universidad de solucionar los conflictos? Ya veis que Ari en su línea, es incapaz de mantenerse callada. Está claro que no soporta las injusticias.

Me gusta mucho la amistad que está surgiendo entre ella y Jamie y os aseguro que todavía va a dar mucho juego.

Espero que os haya gustado el capítulo, si es así, ya sabéis, espero vuestros votos y comentarios.

¡Pronto más! Besitosss

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