La otra realidad. Capítulo 7


Abro los ojos y un escalofrío recorre mi cuerpo. No sé dónde estoy. Hay muy poca luz y mis ojos tardan en acostumbrarse a ella. Otro escalofrío. Me siento y miro mi ropa. Está húmeda. De ahí lo del frío. Miro a mi alrededor. Estoy en una cueva, frente a mí, a unos metros puedo ver la boca de entrada. Fuera es de noche y el ruido de la lluvia hace eco en el interior. Una pequeña fogata es el único punto de luz que ilumina la cueva. Hay bultos en el suelo, alrededor del fuego: son otras personas que duermen acurrucadas entre sus mantas. Agarro la mía y su tacto es áspero. ¿Dónde estoy?

—¿Estás bien?

Me sobresalto al notar una mano en mi hombro pero me relajo al ver que es David.

—Sí estoy bien. Me acabo de despertar y no sabía muy bien dónde estaba.

Me aparta un mechón de pelo de la cara.

—Tranquila. Dentro de poco podremos irnos de aquí.

Un ruido de fondo, lejano, retumba cada pocos segundos. ¿Una tormenta?

Me levanto y me acerco a la entrada para mirar a la oscuridad. Parece que estamos en lo alto de una montaña y los árboles ocultan nuestro escondite. De nuevo se oye el ruido, parece un trueno pero no lo es, ya que el fogonazo no se ve en el cielo, sino en el suelo, a bastantes kilómetros de donde nos encontramos.

—Han vuelto a empezar, está claro que no les interesa darnos tregua. Pero estamos a salvo, aquí no nos podrán encontrar con facilidad. Estamos en nuestro territorio, no el suyo.

Me abraza, haciendo que apoye mi cabeza en su pecho.

—Conseguiremos salir de esta y nos organizaremos de nuevo. Haremos lo que sea necesario, no descansaré hasta que encontremos la forma de recuperarle.

Otra explosión. Tengo una sensación horrible oprimiéndome el pecho.

—Tengo miedo. No sé qué haría si no estuvieras conmigo. Si tuviera que pasar por todo esto sola.

David sonríe, pero es una sonrisa cansada.

—Eres más fuerte de lo que tú crees. De todas formas ya sabes que siempre estaré para protegerte.

Lo dice tan convencido que le creo y eso me hace sentir segura.

Y entonces sucede. Me acaricia la mejilla, despacio, tomándose su tiempo, mientras me mira a los ojos, sin miedo, sin duda. Y me besa. Un beso largo y pausado. Noto su boca contra la mía y sé que este no es nuestro primer beso, que ha habido otros muchos antes, aunque ahora mismo no me es fácil recordarlos. Y por eso para mí es como si fuera el primero. Tan intenso, tan cálido, que por un momento me hace olvidar todo lo que está pasando. Me olvido de la cueva, del frío, del ruido de los estallidos. Sólo estamos los dos, y ese largo beso...

Me despierto. Tengo el pulso acelerado y un cosquilleo en el estómago. Paso los dedos por mis labios porque todavía perdura en ellos la sensación de los suyos besándome. Ha sido tan intenso, tan real que el cosquilleo se convierte en un escalofrío que me recorre todo el cuerpo.

Un nombre viene a mi cabeza. Dani. No sé quién es, pero siento una mezcla de miedo, preocupación y responsabilidad al pensar en ese nombre. Algo me dice que es la persona a la que se refería David, pero ¿Quién será? ¿Qué relación tiene conmigo? ¿Y por qué todo parecía tan real? No puedo creer que mi cerebro se haya inventado semejante historia... Cuanto más pienso en el sueño, más inquieta me encuentro. Parecía tan real, lo recuerdo todo de una forma tan nítida, cada olor, cada sonido, tantos detalles... como si fuera mi vida.

Decido escribirlo cuanto antes y con el mayor número de detalles ya que según pasen los minutos sé que los recuerdos se irán difuminando y distorsionando. Así que me pongo a escribir y aunque me da un poco de vergüenza, ya que lo va a leer otra persona, no omito ningún detalle, ni siquiera mi beso con David.

Guardo las hojas en el sobre y voy corriendo a darme una ducha ya que he sobrepasado el tiempo que tenía para escribir la redacción. Vuelvo a la habitación y miro el reloj: "Llego tarde al desayuno". Bueno, en realidad tampoco tengo hambre, así que no me importa. Pienso en que David habrá pasado seguramente a buscarme y le habrá extrañado no encontrarme. Casi mejor. Después del sueño no sé con qué cara mirarle. Hasta que se me pase la sensación, para mí es como si hubiera sucedido de verdad, y aunque no pueda leerme la mente, mi cara es como un libro abierto y seguro que sospechará algo.

Termino de vestirme, cojo mi redacción y voy directa al aula para la primera clase. David ya está en su sitio y al acercarme veo en él una expresión diferente. "Igual está enfadado porque no he desayunado con él". Me siento y nos saludamos pero no tengo tiempo de añadir nada más porque comienza la clase. Esas dos horas se me hacen eternas y no puedo evitar seguir dándole vueltas. La actitud de David no ayuda a que me relaje ya que en ese tiempo no me mira ni una sola vez y tampoco está muy atento a la charla que nos están dando. Se pasa prácticamente las dos horas con la mirada perdida en el bosque. ¿Qué le rondará la cabeza para que esté tan pensativo? La verdad es que no me puedo quejar, mi actitud con él es parecida pues yo también tengo dudas y estoy hecha un lío. "Quizás debería hablar con Neo".

Cuando terminan las dos horas veo que David abre la boca para decirme algo pero inmediatamente aprieta los labios mientras mira por encima de mi hombro. Me giro y veo que Neo está justo detrás de mí.

—Ari, necesito hablar contigo ¿puedes ahora?

—Si, claro. —Parece que me ha leído el pensamiento. Miro a David—. ¿Te importa?

Se encoge de hombros.

—No claro. Yo también quería hablar contigo pero supongo que puedo esperar. Además tengo cosas que hacer.

Se va. Miro cómo se aleja y sigo pensando que está raro. "Bueno ya lo resolveré más tarde".

Neo se sienta a mi lado y me mira fijamente. Parece intentar descubrir algo en mi expresión pero no sé qué.

—Vamos al grano. —Pero duda. Parece que no sabe por dónde empezar. Mira a ambos lados para asegurarse de que nadie está escuchando y aun así se acerca más a mí y baja el volumen de su voz—. He tenido un sueño muy raro esta noche. Quería saber si tú también.

El corazón me da un vuelco. ¿Qué ha podido soñar? ¿Tendrá relación con mi sueño? ¿No habrá visto...? Decido ser sincera pero sin dar detalles.

—La verdad es que sí. Ha sido muy diferente a otras noches... ¿Tú que has soñado?

—Verás. Te contaré lo más importante... Formaba parte de un equipo de búsqueda. Estábamos en una zona montañosa llena de árboles y zonas frondosas. Éramos unas ocho personas. Es curioso, porque para ser un equipo de búsqueda parecíamos un grupo corriente de hombres y mujeres que se han visto en esa situación sin poder evitarlo. —Hace una pausa intentando recordar más detalles—. Llevábamos mochilas con comida y agua pero eran unas provisiones más bien escasas como si nuestros recursos fueran limitados. Y también llevábamos armas. Todos íbamos armados. No lo entiendo muy bien.

—¿Y pudiste ver a quién estabais buscando?

Neo sonríe.

—Si... a vosotros.

Casi no consigo que me salga la voz.

—¿Nosotros?

—Sí, imagínate mi sorpresa. Después de varias horas caminando llegamos a una gruta en lo alto de una colina. ¿Y sabes quién salió de la cueva? Tú. Me miraste y echaste a correr hacia mí. Nos abrazamos y te susurré al oído "Te dije que te encontraría. Da igual dónde estés. Sé buscarte". Al separarnos del abrazo, vi a David en la entrada de la cueva y...

—¿Y? —No entendía por qué se paraba en algo tan importante.

—Pues... que su cara era de pocos amigos. Ya sabes, como si lo del abrazo le hubiera molestado. Simplemente dijo: "Voy a despertar al resto" y volvió a entrar en la cueva. Y ahí se acabó el sueño.

Mi mente va a mil por hora intentando pensar en cuantas posibilidades hay de tener una conexión así mientras se sueña, de tener sueños relacionados y me resulta imposible pensar que sea cierto. Pero lo es.

—Ahora quiero que me cuentes tu sueño.

Por su expresión sé que no se va a dar por vencido, así que le resumo el mío, esquivando el asunto del beso, ya que no creo que eso sea de su incumbencia. Su cara de sorpresa va en aumento según le voy relatando mi historia.

—Entonces... están conectados. ¡Hay una correlación entre ellos!

Parece que le entusiasma la idea.

—Eso demuestra mi teoría. —Por mi expresión interrogante entiende que le estoy pidiendo una explicación más clara.

—Mi estudio trataba de cómo los sueños se ven afectados por las relaciones reales.

Sigo sin entenderlo.

—A ver. Creo que cuanto más te relacionas con otra persona, más posibilidades hay de una coincidencia en los sueños, ya que si comparten muchos momentos eso afecta directamente a lo que se sueña.

Sonríe satisfecho de su explicación.

—Pero ¿hasta el punto de coincidir en un sueño ficticio como este? No sé pero me parece que hay algo en tu teoría que falla.

Está claro que no acepta mi comentario e insiste.

—Incluso hice pruebas con algunos compañeros de instituto...

Veo que el descanso ya ha terminado ya que la mayoría de los alumnos han vuelto a sus asientos.

—Vamos a pensar en todo esto, ¿vale?

Neo sonríe y asiente con la cabeza. Regresa a su sitio justo cuando David llega a mi lado. Buf, ahora incluso parece más molesto que antes ya que ni me saluda.

Intento no darle importancia, no le he hecho nada y estoy tan sorprendida después de hablar con Neo que no puedo hacer otra cosa durante las dos horas siguientes que pensar en cada detalle e intentar poner en orden mis ideas.

Al acabar la mañana, David se queda esperándome, un detalle que me hace albergar esperanzas, al margen de su cara de pocos amigos. Vamos al comedor en silencio y una vez hemos llenado nuestras bandejas, salimos al patio a sentarnos en nuestra mesa.

—Es curioso que siempre esté libre para nosotros ¿no?

Hago el comentario por decir algo, por romper el hielo ya que su silencio me incomoda pero él no responde, así que me preocupo un poco más.

Después de unos minutos en los que lo único que hacemos es mirar nuestras respectivas bandejas oigo por fin su voz.

—Tenemos que hablar.

Me he puesto tan nerviosa durante esos minutos en silencio, que no puedo evitar saltar.

—Sí, la verdad es que me gustaría que me dijeras a qué viene este cambio de actitud conmigo. Me había parecido que podía confiar en ti, pero me he debido hacer una idea equivocada. De repente prácticamente no me hablas y me miras con esa expresión... ¡como si yo fuera una persona horrible! No lo entiendo ¿qué te he hecho?

Me muerdo el labio para no seguir hablando. Tengo que pensar más las cosas antes de decirlas, sin embargo no lo he podido evitar y al acabar ya me empiezo a arrepentir de haber sido tan franca. Noto mis mejillas ardiendo mientras mantengo la mirada clavada en la bandeja.

—He soñado contigo.

Lo dice tan secamente que me doy cuenta de que le ha afectado.

—¿Me lo quieres contar? —No lo digo muy convencida ya que algo me dice que no me va a gustar lo que voy a escuchar.

Cuando comienza no doy crédito a sus palabras.

—Es todo bastante confuso pero intentaré contártelo. La luz de la mañana me despierta y veo que estoy en el interior de una cueva. Miro a mi alrededor y consigo distinguir los bultos de otras personas durmiendo envueltos en mantas alrededor de los restos de una fogata. Ya solo quedan las brasas. Entonces te veo. Estás agachada y parece que estás calentando algo, aprovechando el calor que todavía desprenden. Me levanto y el ruido te asusta, pero al ver que soy yo me sonríes. Cuando me acerco a ti oímos ruido fuera de la cueva y el murmullo de unas voces. Te acercas a la entrada intentando hacer el menor ruido posible y yo te sigo. En cuanto consigues ver de quién se trata, tu expresión cambia, sonríes y echas a correr. Al asomarme a la luz del día veo a Neo, cómo tú te echas a sus brazos y él te susurra algo al oído. Eso es todo. En ese momento me desperté. —Hace una pequeña pausa—. Lo siento, sé que no eres responsable de lo que sueño, pero como tú misma dijiste, hay veces que las sensaciones perduran y sigo sintiéndome mal al recordarlo.

David me mira, esperando mi opinión, pero estoy segura de que mi reacción no es la que él esperaba.

—¡Esto es genial! Nunca hubiera pensado que algo así pudiera suceder. ¿Te das cuenta de lo importante que es esto?

—Está claro que no.

Intento tranquilizarme pero no dejo de pensar en Neo.

—Tenemos que hablar con Neo, no se lo va a creer.

—¿Por qué hay que contárselo a Neo?

Recuerdo que él no sabe nada de nuestra anterior conversación así que se lo resumo todo pero sin contarle nuestro beso en la cueva.

David se muestra mucho más escéptico de lo que yo esperaba.

—Es imposible que se dé una coincidencia como esa.

—¿Por qué no quieres creerlo? Él me contó su sueño ¡y coincidís en un montón de detalles!

Por su cara, sé que no va a dar su brazo a torcer.

—Puede que haya leído mi redacción.

—¿Y con qué fin iba a hacer eso? —Está claro que tengo mucha mejor opinión de Neo que él.

—Para tener un motivo que haga que le prestes atención. Seguro que también ha leído tu sueño.

Lo medito durante unos segundos pero me doy cuenta de que es imposible.

—No puede ser. Entregamos las redacciones a primera hora y yo he hablado con Neo en el descanso de media mañana. Han estado todo el tiempo en la mesa del profesor Walsh a la vista de todo el mundo. Así que olvídalo. La explicación tiene que ser otra. De todas formas deberíamos hablar con él.

Estoy tan alterada que me sobresalto al oír una voz a nuestro lado.

—Walsh quiere hablar con vosotros.

Es uno de sus ayudantes y ni tan siquiera nos ha saludado. "Directo al grano"-

—Es la hora de la comida —respondo cogiendo una patata frita. Hasta ahora no había probado bocado—. ¿Te ha comentado cual es el asunto?

El chico suelta un bufido.

—Yo sólo soy el mensajero. Os está esperando en su despacho.

Y dicho esto se va. Recuerdo que es uno de los ayudantes universitarios del profesor, seguramente elegido de entre los primeros de la clase y le fastidiará enormemente tener que estar haciendo recados de este tipo. Para él no somos nadie.

¿Qué querrá el profesor? "Oh, claro". Seguro que ha leído nuestras redacciones y estará atando cabos...

—¿Qué es lo que te preocupa?

Como siempre me hace salir de mis pensamientos. Carraspeo.

—¿Por?

—No sé, le has preguntado a ver de qué iba el asunto ¿Qué te preocupa?

Ahora la que suelta un bufido soy yo.

—Es obvio. Habrá leído nuestras redacciones y pensará que se trata de alguna broma pesada. Estará esperando una explicación.

David mira hacia la entrada principal.

—Pues lo único que podemos hacer, es resolver esto cuanto antes. Le explicaremos que nosotros sólo hemos hecho lo que nos han pedido. No sé por qué tendría que desconfiar.

—Sí claro, es tan normal que tres personas que se conocen desde hace una semana tengan un sueño correlativo que se produce en un lugar totalmente ficticio...

Hay veces que no entiendo cómo puede ser tan inocente. Cojo un sándwich y lo voy apurando mientras nos dirigimos al despacho del profesor Walsh. Como siempre, David se conoce el camino.

—Verás, aunque no estemos mintiendo, no podemos explicar lo de la coincidencia. Tú eres el primero que dudas de Neo. Imagínate lo que tiene que pensar el profesor...


Bien, ¿qué opináis de lo ocurrido?  Si ya era raro que Ari tuviera un sueño así, cuanto más que David y Neo tuvieran uno que complementa el de los otros. ¿Tenéis curiosidad? 

Es tan fácil como pasar al siguiente capítulo y seguir leyendo.

Gracias por estar ahí.


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