Capítulo 36
Abro los ojos porque tengo la incómoda sensación de que alguien me está observando. No me equivoco. En el sillón de enfrente, está sentado Neo y por algún motivo sé que lleva ahí un buen rato. No me gusta la expresión con la que me mira y al notar el peso del brazo de David que me rodea la cintura, lo entiendo. Lo aparto con cuidado para no despertarle y me siento en el borde del sofá. Miro hacia la ventana y por la claridad que entra a través de ella, hace un buen rato ya que ha amanecido. Vuelvo a mirar a Neo que continúa impasible.
Carraspeo antes de hablar.
—¿Sabes si mis padres han vuelto ya?
—He coincidido con ellos hace un rato. Han subido a descansar. Agnes también ha traído a Dani ya de vuelta pero ella se ha ido de nuevo para seguir ayudando.
Su tono de voz es monótono.
—¿Por qué has venido? —No estoy dispuesta a andar con rodeos.
—Me imaginé que llegados a este punto, ya estarías dispuesta a regresar. Solo quiero saber cuándo.
—Esta noche. Si la reunión de la tarde sale bien, no habrá motivos para continuar aquí. Hemos alargado esto demasiado.
—Bien.
No añade nada, pero tampoco se levanta y se va así que está claro que espera algo.
—¿Quieres hablar de algo más? —insisto.
Me mira a los ojos como si buscara en ellos la respuesta a una pregunta que no ha formulado.
—No sé. Esperaba que me explicaras cómo están las cosas, aunque en realidad no hace falta. —Mira a David durante un segundo y clava de nuevo sus ojos en mí—. Está todo muy claro.
Abro la boca para protestar, para decirle que se equivoca, aunque en realidad no creo que tenga que explicarme por algo que ni siquiera ha pasado. Aprieto los labios y clavo la vista en el suelo.
—Perfecto. No hay nada más que hablar. —Se levanta y se acerca a la puerta—. Dentro de una hora hay reunión en la escuela.
Se va y yo me acerco a la ventana para ver cómo se aleja con las manos en los bolsillos y la mirada perdida en el horizonte. No sé qué pensar.
Miro a David durmiendo plácidamente y decido dejarle descansar un poco más. Aprovecho ese tiempo para subir a cambiarme y después preparo el desayuno antes de despertarle.
No hace falta. Cuando me giro para dejar los platos sobre la mesa, le veo de pie en el umbral de la puerta sonriendo.
—¿Te he despertado con el ruido?
Se pasa los dedos por el pelo despeinado.
—No, tranquila. Ha sido el olor a comida.
—Siéntate y desayuna rápido. En media hora tenemos reunión.
Se sienta y me mira la cara.
—Tienes mejor aspecto.
-Me alegro. Hace solo unas horas tenía una pinta espantosa.
David muerde un trozo de bacón.
—Si regresamos esta noche, recuperarás tu cara.
—Es verdad. No había pensado en ello. Recuérdame que me apunte al gimnasio.
No lo digo en serio, pero sí es cierto que me he acostumbrado a estar en buena forma.
Recojo la mesa mientras David se cambia y salimos de casa sin que los demás se hayan levantado aún. Al llegar a la escuela, los del grupo que aún no me han visto se acercan preocupados, pero yo le resto importancia a lo de mi cara marcada. La clase está abarrotada y nos sentamos en los pocos sitios que aún quedan libres. A los pocos minutos entra Mathias acompañado de dos hombres y una mujer. Es la primera vez que les veo y por la forma de moverse parecen gente importante.
Mathias carraspea antes de empezar a hablar.
—Bienvenidos a todos. —Nos mira uno por uno—. Nos alegramos de que estéis en esta reunión porque eso significa que sobrevivisteis a la noche de ayer.
Algunos se dan palmadas de reconocimiento y yo aprovecho para mirar alrededor buscando a Neo. No tardo en localizarle sentado al fondo del aula con Cristian y Gabriel. Nuestras miradas se cruzan un instante pero él mira más allá de mí. "Ahora me he vuelto invisible para él. Genial".
—Quiero dar las gracias especialmente a los que arriesgaron sus vidas para sacarnos de allí y que además nos han dado la llave para conseguir que por fin las cosas puedan ser diferentes. —Hace una pausa y enciende el ordenador—. Para los que no sepáis todavía de lo que estoy hablando, será suficiente con que veáis estas imágenes.
Me veo en la pantalla hablando, después aparece Cesar y por último la prueba. No hay posibilidad de confusión. Está muy claro. El murmullo de voces a mi alrededor me confirma lo importantes que son unas imágenes como estas.
—Para los que no lo sepan, el chico que aparece en la grabación es el hijo de Wen Preston.
El murmullo se hace ensordecedor, aunque a mí lo que me preocupa es la cara de mis amigos, aquellos a los que dejamos al margen.
—¿Desde cuándo lo sabíais? —me pregunta Anna.
—Cristian es hermano de Cesar —respondo en voz baja. Ahora me miran asombrados—. Caleb sabía que vivía cerca de aquí y fuimos a hablar con él por si nos podía ayudar de alguna manera. Nos contó que Cesar era un cero pero no sabíamos si confiar en él o no.
—Nos lo podíais haber contado. —Aker no parece muy conforme.
—Decidimos que era mejor no daros falsas esperanzas. Por si todo era mentira.
—Pero... —insiste Aker.
—¡Dejadla! —El tono de May resulta tajante—. Tiene razón. Alegrémonos de que todo haya salido bien.
—A ver. Silencio. —Mathias intenta calmar el ambiente—. Esta tarde nos reuniremos con Wen y le plantearemos sus posibilidades. O nos apoya de cara a los otros dirigentes para llegar a un acuerdo de democratización o difundiremos la grabación y se demostrará que su "perfecto modelo de sociedad" no funciona. Ellos —Señala a los que le acompañan— son representantes de otras regiones que han venido para colaborar en las negociaciones.
La mujer se adelanta y toma la palabra.
—Solo queremos decir que sabemos que las negociaciones serán largas y complicadas pero haremos todo lo posible para que las cosas cambien. Sólo os representaremos hasta que podamos realizar unas elecciones democráticas en las que cada uno elegirá libremente.
Qué bien suenan esas palabras. Oyéndola hablar me doy cuenta de lo afortunados que somos en nuestra realidad, pudiendo decidir a cada momento cómo queremos que sean nuestras vidas.
—No hablemos más de ello —zanja Mahtias—. Hay muchos pasos que realizar antes de que lleguemos a ese punto. De momento iremos a la reunión de esta tarde. Todos los que queráis venir como apoyo, estad a las tres en la plaza.
Salimos de la escuela y veo a Neo y Cristian alejarse juntos. Aker insiste en tomar algo en el bar. Cuando entramos distingo a Caleb sentado en una de las mesas. Al vernos se acerca.
—¿Cómo es que no has venido a la reunión? —le pregunto.
—No creo que me haya perdido mucho. Me hacía más falta dormir.
Aker no puede evitar pensar en la reunión de la tarde.
—¿Creéis que Wen llevará un ejército?
—No creo —medita Caleb—. Se rodeará de sus hombres de confianza para que la protejan, nada más. Sabe que un ataque no servirá de nada. Le interesa negociar.
—¿Le acompañará Cesar? —Tal y como ha pronunciado Anna su nombre, parece que se le atraganta igual que a mí.
—Seguro. No tengo ninguna duda a ese respecto. —David aprieta los labios.
—Da igual, no podrá hacer otra cosa que ser un mero espectador. —Me encojo de hombros.
May levanta los ojos de su vaso y conociéndola sus palabras resultan más duras de lo que cabía esperar.
—¿Por qué hay que negociar con ellos? ¿Por qué no los matamos y ya está? Han matado, han abusado de gente, no se merecen menos.
Entiendo que piense así después de lo de Set.
—May, sé lo duro que es todo esto para ti pero tenemos que intentar conseguir nuestro fin de forma pacífica. —No sé si sirven de algo mis palabras.
David intenta ayudar.
—Si los matamos, daremos motivos a las ciudades para que se alcen contra nosotros. Empezaríamos una guerra.
May baja los ojos de nuevo.
—Quizás —añado para darle ánimos—, una vez creada la nueva sociedad, con otros dirigentes, se pueda juzgar a los que han cometido algún tipo de crimen. No lo sé. El tiempo nos lo dirá.
"Y yo no estaré aquí para verlo". De pronto me embarga la tristeza y no soporto estar con ellos sabiendo que mi vida no es esta y que mi futuro no está aquí.
—Voy a dar una vuelta.
David me mira extrañado.
—¿Quieres que te acompañe?
Hago un gesto de negación y salgo del bar antes de que insista.
Durante un instante no sé qué hacer, a donde ir, pero recuerdo que tengo algo pendiente. Cuando estoy llegando al cerezo de Set, distingo una figura allí sentada y al ver que es Neo pienso en dar la vuelta y huir antes de que note mi presencia. "Qué demonios. No estoy haciendo nada malo. No tengo por qué irme y menos cuando mi intención era venir aquí".
Sigo adelante y me siento a su lado. No le miro, ni le hablo, simplemente dejo que transcurra el tiempo en silencio. Cuando llevamos un buen rato por fin se digna a mirarme y yo no desperdicio esa oportunidad.
—No esperaba encontrarte aquí —digo con cierto reparo ya que no sé hasta qué punto tiene ganas de hablar conmigo.
—Sí, yo tampoco sé qué hago aquí. Es absurdo. Pensé que me sentiría mejor viniendo y no sé, pidiéndole perdón.
No le entiendo.
—¿Perdón? ¿Tú? ¿Por qué?
Suelta una carcajada cargada de ironía.
—No creas que eres la única que se siente responsable de lo que pasó. Yo contribuí tanto como tú en el cambio de los acontecimientos que llevó a que ocurriera lo de Set. Si no hubiésemos intervenido en esta realidad...
Por eso se comportó así, no era solo por mí, por querer ir con David, era porque se sentía responsable. Y fui tan egoísta que no me di cuenta. Pensé mal de él por no consolarme cuando yo no me planteé cómo se sentía y si necesitaba mi apoyo. "Que tonta soy. ¿Cómo pude estar tan ciega?".
—Yo también me siento así, pero quiero creer que todo esto ha servido para dar la libertad a miles de personas, para que las vidas de todos cambien. Y sí, el precio que pagamos fue la muerte de Set y fue un precio muy alto pero no sucedió en balde.
Me mira en silencio.
—¿Y tú...?
—¿Yo?
—¿Qué haces aquí?
Resoplo. No esperaba tener que dar explicaciones.
—Bueno, es una tontería.
Arquea las cejas esperando a que continúe.
—Cuando vine a visitar el árbol de Beth —Le señalo el manzano que está a nuestra derecha— me fijé en que los seres queridos dejan recuerdos y mensajes en las ramas de estos árboles y había pensado... —Me quito el colgante en forma de lágrima que me ha acompañado todos estos días— en dejar esto en su árbol.
—Es el colgante que te regalaron las chicas del grupo de Elías, ¿no?
—Sí. —Lo cuelgo de una de las ramas altas—. Siento que es un regalo que me hicieron a mí y no a la Ari de aquí y teniendo en cuenta que esta noche al regresar no podré llevármelo conmigo, prefiero dejarlo en el árbol de Set.
Cierro los ojos y respiro hondo. "Adiós Set". Los abro de nuevo y miro los árboles a nuestro alrededor.
—Me encanta este sitio. Aquí se respira paz, es como si algún tipo de energía fluyera en este lugar. Será por los árboles.
—Es el poder de los Árboles de ceniza —dice pensativo.
—¿Qué? —El nombre me resulta familiar.
—Aquí los llaman así. Entierran las cenizas con el árbol y estas le sirven de alimento, así que es como si la persona pasara a formar parte de él.
No puedo evitar sonreír.
—Árboles de ceniza. No recordaba ese nombre. Suena triste pero me encanta. Espero no olvidarlo. Me gustaría acabar siendo parte de un árbol. Es un bonito final. Volver a ser algo cuando ya no se es nada.
—No es mala idea, la verdad.
Me devuelve la sonrisa y eso me hace añorar al chico que veo ahora y que los últimos días había desaparecido.
—Gracias Neo.
Me mira extrañado y sé que no entiende a qué me refiero.
—Si no hubiera sido por ti, no lo habríamos conseguido. Podíamos habernos conformado con lo que habíamos logrado y haber regresado a nuestras vidas sin volver la vista atrás. —Intento no emocionarme-. Gracias por querer acabar esto, por haber sido capaz de encontrar una solución, no sé, lo que has hecho ha sido increíble. Sé que todavía les queda un largo camino, pero estaré mucho más tranquila sabiendo que a Dani le espera un futuro mejor.
—No me des las gracias. En realidad, también lo he hecho por mí mismo. —Se ríe entre dientes—. No me quedaba tranquilo dejando las cosas como estaban. —Me mira pensativo—. ¿Estás preparada para volver a tu vida?
—Te mentiría si te dijera que sí. Me he ido del bar porque no soportaba la idea de pensar que ya no les voy a ver.
Neo se encoge de hombros.
—Pero May y tus padres...
Niego rotundamente.
—Sabes que no es lo mismo. ¿O me vas a decir que tú no vas a echar de menos a tu familia?
Baja la mirada y no sé si he hecho bien en sacar el tema.
—Ya sabes que sí. He llegado a apreciar a Kevan y me alegro de que Owen sea feliz teniendo una familia. Pero mi vida es otra, me guste o no.
—Bueno, podrás seguir viéndonos a David y a mí... Te presentaré a May...
Algo en su mirada hace que me calle.
—¿Ocurre algo?
—No es nada. Me voy ya, tengo cosas que hacer. —Se levanta y me mira—. ¿Vas a ir a la reunión con Wen?
—Sí, los demás también aunque sea de apoyo. Ahora las negociaciones son a cargo de otros. Nosotros ya no tenemos que intervenir en esto.
—Por supuesto. Luego nos vemos entonces.
Me quedo unos minutos más pensando qué es lo que he visto en sus ojos pero no sé qué ha podido ser y creo que mis palabras han sido de lo más inocentes.
Regreso a casa para comer en familia y estoy de suerte porque incluso Agnes está ya allí. Disfrutamos de esa comida y no puedo evitar abrazar y besar más de la cuenta a Dani. "¡Cuánto voy a echar de menos a este pequeño!".
A las tres estamos puntuales en la plaza y nos repartimos las armas entre los más de cincuenta que nos hemos presentado voluntarios para acudir a la reunión. Montamos en varios vehículos y partimos inmediatamente. Durante el trayecto me entretengo oyendo a Anna y Aker hablando de una fiesta que se va a celebrar después, sea cual sea el resultado de la reunión. Al fin y al cabo, el plan ha sido un éxito al margen de lo que ocurra hoy.
Cuando llegamos a la fábrica, vemos que ya están muchos de los nuestros apostados en la zona, vigilando el perímetro. "Mejor, así no habrá sorpresas".
Entramos en uno de los edificios, un enorme espacio iluminado únicamente por la luz natural que entra por las ventanas. Hay pasarelas metálicas a varios metros de altura y nos sentamos en una de ellas, dispuestos a esperar. Algunos nos imitan y otros se reparten por el resto del lugar.
Mathias y los otros representantes se quedan en el centro preparados para la visita de Wen. Durante la espera, vemos llegar más grupos, algunos de ellos vestidos de rojo. Aunque de primeras me choca verles aún vestidos de ese color, ante su gesto de orgullo, entiendo que siguen llevando su ropa roja porque es algo de lo que no reniegan. Y creo que quieren que Wen lo vea.
Miro a Cristian que se ha empeñado en acompañarnos y me sorprende lo tranquilo que parece.
—¿Seguro que ha sido una buena idea que vengas? —le pregunto. Yo tengo mis dudas.
—Son mi familia. Eso no lo puedo cambiar. Pero sabes que no apruebo nada de lo que han hecho. Estoy donde quiero estar y con quien quiero estar.
Oímos ruido fuera y no tardan en abrirse las puertas.
—¡Atentos! —avisa Gabriel.
Absurdamente todos echamos mano de nuestras armas y apuntamos hacia allí. Ha sido una reacción totalmente instintiva.
Vemos entrar a un pequeño grupo de hombres armados rodeando a Wen y a Cesar. Los agentes parecen nerviosos, seguramente no esperaban encontrarse con una multitud armada. En cambio Wen se muestra segura, manteniendo el paso firme y la cabeza bien alta, algo que solo se consigue cuando se está muy seguro de sí mismo. Cesar le sigue, pero él no hace más que mirar hacia ambos lados, buscando algo o a alguien y cuando sus ojos nos localizan, sé que ya ha encontrado a quién quería.
Aunque esta vez nadie retira la vista. Esta vez nosotros somos los que controlamos la situación y él no puede hacer nada. Ya no es importante.
Saludan con un gesto a nuestros representantes y comienzan a hablar. En ese momento me arrepiento de estar allí arriba pues apenas captamos algunas palabras sueltas de la negociación.
Pasan los minutos y no distingo en la actitud de ambas partes nada que me ayude a saber si va bien o no. De repente se dan la mano, Mathias le entrega un móvil y se van. Sin más.
—¿Así de fácil? —pregunta Anna.
—Creíamos que esto era lo complicado, pero lo difícil comienza mañana. Esto es sólo un paso, hay mucho que hacer —susurro.
Todos nos quedamos quietos, sin saber muy bien qué hacer, esperando que alguien diga algo. Mathias mira a su alrededor y grita.
—¡Lo hemos conseguido!
La gente comienza a aplaudir y vitorear, muchos se abrazan y felicitan y nosotros hacemos lo mismo. No puedo evitar llorar mientras paso por los brazos de todos hasta acabar en los de David.
—Gracias.
No esperaba eso.
—¿Gracias por qué?
—Por hacerme vivir todo esto.
—¿Aun con todo lo malo?
Veo una enorme sonrisa dibujada en su cara.
—Aun así. Yo soy tan racional que nunca me hubiera metido en algo como esto si tú no me hubieras arrastrado.
Le abrazo contenta de que todo haya salido bien y al separarme busco a Neo pues creo que es el único que no se ha acercado a mí. Le veo con May saliendo de la fábrica y eso me confirma que aunque me hable, prefiere mantener las distancias conmigo. Lo que hace que me sienta fatal.
Volvemos a casa y el ambiente es totalmente diferente al de unas horas antes. Todo son risas y conversaciones animadas.
Cuando llegamos ya está anocheciendo y nos encontramos la plaza preparada para que comience la celebración. Se me hace un nudo en el estómago al bajar del autobús pues al ver la plaza decorada pienso inmediatamente en Set. Pero las circunstancias son otras y lo mejor que puedo hacer es disfrutar de las pocas horas que me quedan aquí.
Busco a mi familia y cojo a Dani en brazos. ¿Será este el último abrazo? ¿El penúltimo? ¿Cómo despedirme de ellos sin que lo noten? No sé cómo hacerlo.
Mathias se sube al improvisado escenario para dirigirnos unas palabras.
—El día de hoy está lleno de éxitos. Hemos conseguido que Wen Preston nos dé su apoyo pero aunque no hubiera sido así, tenemos noticias de que muchos ciudadanos de las urbes han abandonado sus casas y otros muchos han mostrado su desacuerdo con el funcionamiento de las ciudades y del hacinamiento de los ceros. Somos una mayoría aplastante dispuestos a conseguir un mundo mejor, una sociedad mejor. Y lucharemos con la palabra, pero nos protegeremos con las armas. Nadie volverá a dejarnos al margen ni a someternos. Construiremos un futuro mejor para todos.
Comienza a sonar la música y todos aplaudimos mientras algunos comienzan a bailar.
Me paseo por la plaza mirando a unos y otros, hablando con los que se acercan a mí, aunque sin buscar la compañía de nadie.
En cuanto puedo me siento en un banco, al margen del bullicio e intento grabar en mi mente la estampa. Las luces de fiesta, la gente bailando, los niños corriendo, las risas...
Anna y Aker abrazados, Caleb guiñándome un ojo mientras saca a bailar a May, Cristian y Gabriel contándose alguna batalla y Neo que me mira fugazmente desde el otro lado de la plaza.
—¿A quién echarás más de menos?
Miro a David y no sé cuándo ha llegado hasta a mí, estaba tan absorta que no me había dado cuenta.
—Sería mejor decir a quién no voy a echar de menos.
Se sienta a mi lado y me coge de la mano.
—No pensé que llegado el momento me sentiría así. Después de lo que he insistido para irnos.
—Lo sé. No puedo ni hablar con ellos —Sonrío con tristeza— porque sé que mis palabras sonarán a despedida y es lo último que quiero. Al fin y al cabo mañana seguiremos en sus vidas como siempre.
Me aprieta la mano.
—Pero ellos no estarán en la nuestra.
Se me llenan los ojos de lágrimas al oírle.
Tengo miedo de que cuando volvamos todo esto se convierta en un sueño borroso. No quiero olvidarme de lo que he vivido aquí y los recuerdos son lo único que nos podemos llevar.
—Deberíamos irnos ya. No tiene sentido alargarlo más.
Se pone de pie y tira de mí. Realmente me obliga a seguirle aunque antes de salir de la plaza le freno para poder dar un último abrazo a Dani. El verdadero motivo que nos trajo aquí. Este se ríe y se sacude para que le suelte y poder seguir jugando. Mi madre se acerca.
—¿Os vais ya? Es pronto...
Se me atragantan las palabras y tiene que ser David el que me saque del apuro.
—Necesita dormir. El golpe de la cabeza es reciente y apenas ha descansado.
Me rodea la cintura con su brazo y mi madre asiente.
—Tienes razón. Ya habrá tiempo de más celebraciones. —Me da un beso en la mejilla—. Mi niña... Beth estaría tan orgullosa de ti como lo estamos nosotros.
Siento que el corazón se me va a salir del pecho y las lágrimas se agolpan en mis ojos. No me puedo llevar conmigo mejores palabras de despedida.
Nos alejamos y veo que David mira a su alrededor, hace un gesto con la cabeza y a los pocos segundos Neo está a nuestro lado.
—¿Vienes?
Mira un momento hacia la plaza y me parece ver un atisbo de tristeza en sus ojos.
—Sí.
Entramos en casa y no sé muy bien qué hacer.
—Esto es definitivo, ¿no? —pregunta Neo.
—Sí, claro. —No entiendo por qué tiene dudas.
—Quiero decir que nadie va a cambiar de idea en el último momento, ¿no?
"Oh, vaya". ¿Tiene miedo de regresar y que nosotros nos quedemos aquí?
—Por mi parte no —responde David tajante.
—Por mi parte tampoco. Hemos estado más tiempo del que esperaba. Es hora de regresar.
—Sí, la verdad, no sé si os habéis dado cuenta de que llevamos más de un mes aquí.
No me había parado a calcularlo.
—Entonces el curso de verano está a punto de acabar y en nada tendremos que empezar la universidad. —De pronto David parece desubicado.
Qué raro suena hablar de la universidad ahora.
—Así es. Quedarnos más tiempo aquí sería un perjuicio para nuestra vida real.
—Perfecto —zanjo—. Entonces hemos elegido un buen momento para regresar. ¿Qué tal si nos centramos en dormir y ya hablaremos de todo esto mañana? —Miro hacia el sofá—. Creo que será mejor que durmáis en el salón, yo prefiero estar sola para conciliar el sueño.
Me miran extrañados pero hablo en serio así que subo a mi cuarto antes de que se les ocurra alguna otra idea.
Me quito las botas y me tumbo en la cama dispuesta a dormir aunque no tardo en empezar a dar vueltas. "Ya sabía yo que no iba a ser tan fácil. ¿Y si no soy capaz de quedarme dormida?". Intento relajarme pero el efecto es el contrario, cada vez estoy más inquieta. Me siento en la cama y cojo la foto de Beth y Dani. "Qué pena no poder llevarme un recuerdo como este. Bueno, quizás siga visitando esta realidad y pueda ver cómo les van las cosas". Me tumbo de nuevo abrazada a la foto, pero pasan los minutos y sigo despierta.
Decido bajar a ver cómo les va a ellos y aunque parezca increíble, ambos están ya dormidos. Totalmente frustrada regreso a mi habitación y lo intento de nuevo. Me pongo a recordar todo lo que ha pasado desde que empecé el curso a ver si eso me ayuda. Recuerdo cómo conocí a David y a Neo. "Mis dos caballeros de brillante armadura". ¿Qué voy a hacer cuándo regrese? Realmente no sé cómo están las cosas con ninguno de los dos aunque espero que estén dispuestos a darme la oportunidad de averiguarlo. "A menos, claro, que desaparezcan de mi vida". David ha dicho que pase lo que pase no dejará de ser mi amigo, pero Neo... de pronto, varios recuerdos vienen a mi mente. Cuando me dijo que me quería: "No quiero ser tu amigo. Si no es esto lo que quieres, olvídate de mí". Y cuando apenas hace unas horas le dije que nos seguiría viendo a David y a mí, no fui capaz de descifrar su mirada. ¿Y si está pensando en alejarse de verdad? ¿Y si al regresar no quiere saber nada de mí? ¿Estoy preparada para eso?
No sé qué voy a hacer con mi vida. Ya no tengo tan claro que quiera estudiar filosofía... y ¿Qué pensará de nosotros el profesor Walsh? ¿Qué les habrá dicho a nuestras familias? Al fin y al cabo, llevamos un mes sin dar señales de vida... No sé si podré verles y comportarme como siempre después de todo lo que hemos vivido aquí. Y no sé si quiero a David o a Neo. Ni si lo que ellos dicen que sienten por mí se mantendrá cuando volvamos a nuestras vidas.
Sólo sé que no volveré a ser la misma.
Mis ideas comienzan a hacerse borrosas, mezcla de pensamiento y ensoñación. Beth y Dani riéndose abrazados. Set desapareciendo entre los árboles. Árboles de ceniza...
Por fin el sueño me vence y después de un rato de imágenes inconexas y extrañas, me encuentro en la cama oyendo el incesante pitido de mis constantes vitales y una voz lejana pero familiar. "Ari, despierta". Parece David. ¿Será de verdad él? Me concentro todo lo que puedo para despertar y de pronto oigo su voz clara y cercana.
—Ari, despierta.
Un parpadeo, sólo eso. Y despierto.
FIN PRIMERA PARTE
Bueno amigos lectores. Hasta aquí ha llegado esta historia. Espero que hayáis disfrutado del final y si alguno se pone triste, que no se preocupe. Esto solo ha sido la primera parte de una trilogía. Aún quedan muchas cosas por saber...
Gracias a todos los que habéis dado una oportunidad a mi novela, estas páginas sin vosotros, no son nada.
Si queréis saber más sobre Árboles de Metal, leed el último capítulo: Aviso lectores.
¡Millones de besos!
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