Capítulo 28
Estoy tan animada después de ver lo bien que ha ido todo que por la noche duermo mejor que nunca y por la mañana me dura el buen humor. El único problema es que me cuesta concentrarme en las clases porque no hago más que pensar en todos y cada uno de los detalles del plan. No quiero que nada salga mal.
Después de comer, voy camino de mi habitación cuando me aborda Elías.
—Perdona Ari, no quiero molestarte, pero... ¿tienes un momento antes de ir al centro?
Me resulta gracioso ver lo tímido que es.
—No tranquilo, ¿qué pasa? ¿Algún problema?
Espero que no sea que se quiere echar atrás. Neo me dijo esta mañana que aceptó sin poner objeciones.
—No hay ningún problema. Es más, he hablado con mi compañero Simon y está dispuesto a ayudarnos. Sólo quería tu opinión sobre una cosa antes de hablar de ello en la reunión.
Nos sentamos en un banco.
—Está bien. Tú dirás. —La verdad es que me tiene intrigada.
—Owen me estuvo contando vuestro plan y que vais a hacer un listado con los suministros que os queréis llevar, incluido material médico.
—Sí, no sé si te lo comentó, pero os podréis llevar una parte, al fin y al cabo algún beneficio tenéis que sacar de participar en esto.
Elías me sonríe.
—Gracias, nos vendrá muy bien.
—Vale, entonces, ¿queréis añadir algo a la lista? ¿Se trata de eso?
—Sí, más o menos. El caso es que después de hablar con Owen, le estuve dando vueltas y creo que hay algo que nos interesa llevarnos. A todos.
—¿El qué? —Todavía no he revisado la lista, pero no sé qué se nos puede haber pasado por alto.
—Su vacuna contra el cáncer. Para ser exactos, unas cuantas muestras. Mi comunidad lleva tiempo intentando encontrar una alternativa al fármaco que ellos utilizan y quizás sea más fácil si podemos analizar la suya.
"Y luego nos creemos muy listos. ¿Cómo no se nos ha ocurrido?".
—Es una gran idea. Habrá que hablar con Anna y David para ver si hay algún problema para conseguir unas cuantas muestras. ¿De acuerdo?
—Perfecto. Nos vemos en la reunión.
Mientras se aleja pienso que si alguien tenía dudas de si era una buena idea incluirles en el plan, con esto se demuestra que son más que necesarios.
Todos llegamos puntuales a la reunión y se me hace raro que seamos tantos. Elías nos presenta a su compañero Simon que parece igual de tímido que él y espero que al aceptar entiendan las consecuencias reales de participar en algo así.
Como en ocasiones anteriores, soy la primera en hablar.
—Bien. Esta mañana Elías me ha preguntado si existe la posibilidad de que nos llevemos muestras de la vacuna que utilizan en el hospital. Creo que es una gran idea. Anna, David, ¿podéis hacerlo?
—Sí —responde Anna—, es fácil. Yo como enfermera, ya he suministrado la vacuna a varios pacientes, así que no tendré problemas para hacerme con una caja. ¿Creéis que puede sernos útil?
Elías asiente.
—En mi comunidad hay científicos que llevan tiempo intentando encontrar una alternativa y creo que analizar una muestra sería de ayuda. Nosotros teníamos intenciones de sacar alguna muestra pero nuestro plan, como sabéis era a largo plazo y no creo que debamos desaprovechar la oportunidad.
Realmente es una persona muy consecuente con sus ideas.
—Pero, aunque encuentren otra vacuna —Aker le está dando vueltas—. Eso significaría seguir utilizando a los ceros, ¿no?
—No, la verdad es que una de las posibilidades que barajan es utilizar sangre artificial con unas características similares a las del grupo O-. Se fabricaría en el laboratorio al igual que la vacuna y ya no necesitaríamos a los ceros.
Se hace un enorme silencio en la habitación. Todos estamos sopesando la posibilidad de que algo así suceda. Significaría el fin de todo esto, de tanta injusticia, de tanta desigualdad.
—Creo que todos nos hemos dado cuenta de la importancia de esto. Anna, es una prioridad sacar las vacunas, ¿de acuerdo? Contamos con que te ocupes de ello. —Espero que le resulte tan fácil como dice.
—La verdad es que están tan confiados —añade David— que dentro de la ciudad, el nivel de seguridad es mínimo. No os preocupéis, yo la ayudaré para que no haya ningún problema.
—Bien, ¿qué más?
Gabriel toma la palabra.
—Ya tengo los uniformes. Las armas las sacaremos el mismo día para no levantar sospechas. Aker y yo, hemos calculado las rutas, os las marcaremos a cada uno en vuestro GPS. Hemos buscado las más rápidas pero también las más seguras. Cuantos menos riesgos mejor.
—Hablando de riesgos. —Neo se rasca la cabeza. Está pensando en cómo explicarse—. Los móviles tienen un localizador. Con él pueden seguirnos aunque estemos fuera de la ciudad. Desde que den la alarma intentarán localizarnos, así que hay que decidir un punto de encuentro y tirar los móviles cuando crucemos las puertas. Si a alguno se le olvida, podrán seguirnos.
Vaya, es una complicación.
—O sea, que en cuanto salgamos, estaremos incomunicados. -recalco.
—Así es. Tendremos que esperar a reunirnos para ver si todo ha salido bien. De todas formas, los ordenadores están limpios, siempre y cuando desconectemos la red inalámbrica, así que nos los podemos llevar.
—¿Y para qué queremos un ordenador sin conexión? —pregunta Aker.
Eso me recuerda que ellos no conocen las mil y una utilidades de un ordenador aunque no tenga conexión. Neo contesta.
—Podéis descargar información y la tendréis para consultar siempre que queráis. Por ejemplo. Os descargaré un mapa de la región para que os sirva de guía una vez salgamos, siempre será mejor que ir a ciegas.
—Bien. Mañana hablaremos del lugar de encuentro. —Tendré que estudiarme el mapa esta noche—. ¿Habéis hecho ya los listados de material?
David me da una hoja y Gabriel otra. En la de David figura mucho material médico, incluso aparatos electrónicos y sobre todo medicamentos básicos. Es un listado enorme. Miro los apuntes de Gabriel y él tampoco se queda corto. Ha incluido muchos artículos de primera necesidad, conservas y comida de larga caducidad, aparatos electrónicos, ropa e incluso juguetes y libros tal y como yo le pedí.
—Parecen unos listados muy completos. —Le doy las hojas a Neo.
—Bien, haré las solicitudes hoy mismo.
—Creo que por hoy ya es suficiente. Mañana a la misma hora haremos la última reunión y lo repasaremos todo. ¿Alguien quiere añadir algo?
Set levanta la mano.
—Sólo quiero daros las gracias por contar conmigo. Ya sabéis lo que opino de vivir aquí y me alegro de poder irme con vosotros.
Caleb suelta una carcajada.
—Qué bonito. A ver si piensas lo mismo cuando te estén disparando. Deja los agradecimientos para cuando estemos todos a salvo.
Le lanzo una mirada asesina pero parece que da igual.
—Set, gracias a ti por ayudarnos. Bueno, en realidad —añado— gracias a los cuatro, no teníais motivos para involucraros en esto y aun así lo habéis hecho. Y dicho esto, ¿vamos a cenar?
Dos horas después, estoy en la cama mirando un mapa que muestra los alrededores de la urbe, y Neo está en la otra cama enviando las listas de suministros. En cuanto termina, viene a tumbarse conmigo, entre otras cosas porque le puede la curiosidad.
—¿Qué haces? —pregunta quitándome el ordenador.
—Dame. Si me entretienes no voy a acabar nunca. Necesito encontrar un lugar donde reunirnos. No conozco la zona, así que me estoy volviendo loca.
Me devuelve el ordenador y sonríe.
—Para empezar ponlo en modo satélite.
—¿Para qué? Después sólo podremos utilizar un mapa descargado, así no me aclararé.
Al fin y al cabo, será como tener una copia de papel.
—No, escucha, usa la imagen de satélite para buscar el lugar. Hay cosas que no aparecen en el mapa, pero en la imagen de satélite sí. Una vez encontremos el lugar, volveremos a la vista de mapa y marcamos la ruta. Le doy al icono y la imagen de la pantalla cambia. Acerco el zoom y comienzo a buscar.
Un rato después empiezo a estar desesperada pues no encuentro nada.
—Un momento. —Neo acerca la imagen a uno de los cuadrantes—. ¿Qué es esto de aquí? Parece un edificio en ruinas.
—¿Una antigua fábrica? Si no recuerdo mal, antes de llegar a la puerta sur, pasamos varias abandonadas.
—Sí, sólo que estamos mirando al este de la ciudad. A ver, está a unos cincuenta kilómetros. Además es una zona boscosa así que no parece fácil de encontrar. El camino de entrada está en una carretera secundaria...
Cuanto más escondido esté el lugar, mejor.
—Lo bueno es que los autobuses serán los que tengan que realizar la ruta más corta.
—Sí, y tú la más larga.
En eso ya había caído. Pero es un mal menor.
—Lo importante es que la gente de los autobuses estén a salvo.
—No —Neo me coge la barbilla para que le mire—, todos somos importantes y todos tenemos que llegar allí. No quiero que hagas ninguna tontería por el bien del resto. Mantente a salvo, ¿de acuerdo?
Asiento levemente. No me acabo de acostumbrar a que los demás se preocupen de mí. Apoyo la cabeza en su hombro y sin darme cuenta me quedo dormida.
Martes. Es martes y sólo falta un día para que salgamos de aquí. Cada vez que lo pienso, creo que voy a tener un ataque de pánico. Pero no soy la única que se siente así. Sólo hay que ver el silencio que reina en nuestra mesa durante la comida para ver que todos tenemos la cabeza en otra parte. Me paso la tarde en el trabajo, descargando toda la información posible sobre las urbes a mi ordenador. Planos, estadísticas, protocolos... quizás más adelante esos datos puedan sernos útiles.
Al volver, decido pasar un momento por mi habitación antes de la reunión y al entrar me encuentro a Anna y May esperándome. La cara de pocos amigos de May me hace entender que hay algo que no marcha bien...
—May quiere hablar contigo. Le he dicho que tenemos una reunión pero...
Ella le interrumpe.
—Pero no me iré de aquí hasta que sepa qué está pasando.
Anna sale de la habitación dejándonos solas.
—No sé a qué te refieres. —La primera táctica es disimular. No sé qué es lo que sabe, pero espero que sólo sean sospechas.
—Set lleva un par de días muy raro, casi no habla conmigo y me rehúye. No sé qué le pasa. Hoy he intentado que me lo cuente, ¿y sabes qué? Me ha dicho que no puede decirme nada. Que no me preocupe. Que siempre seré su mejor amiga, que eso no va a cambiar.
Es como decirlo todo y no decir nada a la vez. Entiendo su mosqueo.
—¿Y qué quieres que te diga yo?
—Lo que me ha dicho sonaba a despedida, ¿qué está pasando?
No puedo evitar resoplar.
—No te quiero engañar. Por eso te pido que no me preguntes, porque es mejor para ti que no sepas nada...
May se queda en silencio unos minutos.
—Os vais, ¿verdad? Y él también... ¿cómo no me he dado cuenta antes?
Es más lista de lo que parece. Le sonrío y espero que eso le sirva como confirmación sin tener que hablar de ello.
—Sólo dime una cosa, ¿cuándo?
Sé que puede ser un error por mi parte pero creo que se merece saberlo.
—Mañana, al anochecer.
Abre los ojos por la sorpresa.
—Oh, vaya. Bueno si necesitáis ayuda...
Me río.
—Demasiado nos has ayudado ya. Gracias May.
Ella se acerca y me abraza. Me coge por sorpresa su gesto y me doy cuenta de hasta qué punto la he echado de menos. Se va sin decir nada más y de repente me siento más sola que nunca. Respiro hondo. "Espabila".
Cojo el ordenador y me voy a la reunión. Al entrar en la habitación, veo que ya han llegado todos y que por lo tanto me están esperando a mí.
—Siento el retraso —me disculpo—. Tenía que solucionar un asunto.
—¿Todo bien? —me pregunta Anna.
—Sí, tranquila. Bien, repasemos todo lo que tenemos que hacer mañana. Iremos a clase como siempre. Después de comer, cada uno irá a su trabajo con la bolsa con sus cosas y el uniforme que tendremos que utilizar después. Es decir, ya no volveremos al campus. Por la tarde, Aker y Gabriel sacarán las armas y nos las entregarán. Aker, te verás con Elías en esta cafetería. -le señalo una en el centro- Gabriel, tú quedarás conmigo aquí, en esta otra. Aker además llevará las necesarias para los autobuses. Y Gabriel guardará las que necesite para Set y él. ¿De acuerdo?
—Sí, lo único —Caleb tiene dudas— ¿no verán que falta armamento?
—Varias veces a la semana, se realizan prácticas de tiro, así que constará que las armas se habrán sacado para eso —afirma Gabriel—. No se darán cuenta inmediatamente.
—Perfecto. Siguiente punto. Hay que deshacerse del personal del primer autobús, ¿ya habéis pensado cómo?
David asiente.
—Sí, nos ocuparemos del personal de los dos autobuses. Así levantaremos menos sospechas.
—Pero ¿Marion no os iba a entregar las llaves del autobús número 2? —pregunto.
—Sí, sin embargo hemos encontrado una opción mejor y así nuestros enlaces en el hospital no se verán involucrados.
—Consultando los archivos —continúa Anna— hemos visto que los ciudadanos renuevan las vacunas periódicamente. Aprovecharemos esa excusa para llevarles a una habitación aislada, solo que en vez de una vacuna, les inyectaremos un somnífero. No despertarán en horas.
—Me parece buena idea. —Miro a Caleb—. Quizás puedas informar de este cambio, para que no interfieran. Creerán que lo haremos sólo con el personal del segundo autobús, aunque en realidad lo haremos con los dos.
—¿Y si no aceptan el cambio?
Me encanta. Caleb siempre tan positivo.
—Si no —contesta David en tono seco—, lo haremos así de todas formas. Intenta convencerles de que es lo mejor, ¿vale?
—Sigamos, ¿a qué hora tienen que volver los autobuses?
—Saldremos con ellos a las ocho. Es la hora habitual —apunta Anna—, Owen y Aker ya estarán con nosotros.
—Vale. A esa misma hora Gabriel y Caleb saldrán con los camiones de suministros y nos recogerán a Set y a mí en este punto. —Señalo una carretera a la salida de los almacenes—. Elías, a esa misma hora, saldréis vosotros del almacén del hospital con vuestro camión. Owen os instalará la autorización que tenéis que presentar para que podáis llevaros los camiones. Cada grupo se dirigirá a su puerta, ¿hasta aquí de acuerdo?
Les veo asentir y como no hay preguntas continúo.
—Cuando lleguéis a estos puntos —Señalo cuatro en el mapa— mandaréis un mensaje al grupo y esperaréis confirmación. Cuando Owen vea que estamos todos, nos avisará y activará las puertas. Recordad que sólo tendréis unos minutos para cruzar la primera.
—Sí —añade Neo—, el tiempo en que tarde en desbloquear la segunda puerta. En cuanto eso ocurra, la interior se cerrará para que la exterior se abra.
—A partir de ahí cada grupo estará incomunicado, ya que nos desharemos de los móviles.
Elías levanta educadamente la mano para intervenir.
—¿No nos descubrirán mientras esperamos a que se abra la primera puerta?
—Los puntos que hemos marcado no son visibles desde los puestos de vigilancia, ya nos hemos asegurado de ello. Además, recordad que sólo prestan atención a lo de fuera, así que no se darán cuenta de nada hasta que se empiecen a abrir las puertas. Tampoco hay tráfico cerca del muro por lo que será muy difícil coincidir con otro vehículo.
—Así dicho parece fácil —responde Elías.
—Ojalá lo sea. —No quiero perder la esperanza—. De todas formas creo que lo difícil vendrá después.
—¿Al salir? —Set parece sorprendido.
—Sí, para empezar, darán la voz de alarma y nos dispararán para intentar frenarnos. Después enviarán patrullas en nuestra búsqueda, así que no estaremos a salvo hasta que nos hayan perdido la pista.
—¿Y cómo haremos eso? —me pregunta Caleb.
—Bien. Owen y yo hemos encontrado un lugar que nos servirá como punto de encuentro. Está aquí. —Señalo en el mapa un punto vacío en medio de la nada.
—Ahí no hay nada —comenta Gabriel extrañado.
—Sí, sí que lo hay —responde Neo sonriendo—, sólo que en el mapa no aparece reflejado.
—¿Nos lo podéis explicar? —Aker no se lo termina de creer.
Miro a Neo y no me parece bien quitarle el mérito.
—Cuéntalo, anda. Al fin y al cabo tú lo encontraste.
—Pues bien, en la imagen de satélite, se ve una pequeña mancha borrosa entre la vegetación y al hacer zoom vimos que se trata de una fábrica abandonada. Lo bueno es que en los mapas no aparece por lo que es difícil de localizar. Además se llega por una carretera secundaria y la vegetación ayuda a ocultarla.
—La idea es la siguiente. Al salir, nos dirigiremos todos a este punto y pasaremos la noche allí. Como veis se encuentra al este de la ciudad y ya sé que eso supone alargar el camino a casa, pero si damos un rodeo, también les será más difícil seguirnos la pista. Por la mañana saldremos dirección este unos cuantos kilómetros más antes de tomar la ruta correcta.
—Es un buen plan —sentencia Gabriel.
—No sé si es bueno o no —respondo—, pero es el único que tenemos.
Gabriel se levanta y saca una mochila del armario.
—Me he tomado la libertad de preparar una mochila como esta para cada uno de vosotros con algunas cosa que puedan resultar necesarias: algo de comida y agua, una linterna, vendas, analgésicos...
—Gracias Gabriel. Nos vendrá de maravilla. Además podremos llevar en ella lo que consideremos más importante. ¿Algo más de lo que queráis hablar antes de bajar a cenar? —espero unos segundos pero todos guardan silencio— Bien. Antes de salir, revisad que tenéis marcada la ruta dentro de la ciudad en vuestro móvil y la ruta exterior en el ordenador. No queremos que nadie se pierda una vez estemos fuera. Intentad descansar todo lo que podáis esta noche.
Bajamos al comedor sin embargo, nuestro ánimo hace que la cena transcurra en silencio. Cada uno tenemos asuntos en los que pensar.
Una vez en la habitación, preparo la bolsa y la mochila con todas mis pertenencias que son más bien escasas y reviso una vez más el móvil y el ordenador. Me meto en la cama e intento no pensar en lo que se nos viene encima y por increíble que parezca me quedo dormida.
Me despierto chillando y con la cara cubierta de sudor y lágrimas.
—Sss, tranquila, sólo era un mal sueño.
Me relajo al distinguir en la silueta de Neo al borde de la cama y sin dudarlo me echo a sus brazos. El me envuelve y me acaricia el pelo mientras continúo llorando. Espera pacientemente a que se me pase la congoja, antes de separarme un poco de él y obligarme a mirarle a los ojos.
—¿Qué te ha pasado?
—No lo sé. Desde que estamos aquí, prácticamente no he soñado, pero hoy... —Se me escapa de nuevo un sollozo— He vuelto a ver a Beth, muriendo en mis brazos, mis manos manchadas con su sangre.
—Es normal que sueñes con eso. Lo que nos espera mañana, despierta en ti viejos fantasmas.
Me aprieto contra su pecho incapaz de olvidar mi angustia.
—Neo, tengo miedo.
—Yo también.
Me hace sentir mejor el simple hecho de oírselo decir, aunque la sensación de pánico se ha instalado en la boca de mi estómago y sé que no va a desaparecer.
—¿Y si sale mal? ¿Y si le pasa algo a Dani o a alguno de vosotros? No me lo perdonaría nunca.
—Ey, tu no serás responsable de lo que ocurra mañana. Todos hemos aceptado participar y entendemos las consecuencias.
Me separo de él.
—Sí, pero aquí soy una intrusa ocupando la vida de otra persona. Estoy tomando decisiones en su nombre y llevando a los demás a una situación de riesgo. Tú lo dijiste. Esto es peligroso, no se trata de ningún juego.
No sé por qué de pronto estoy furiosa conmigo misma.
—En ningún momento has jugado con la vida de nadie. Desde que estamos aquí, te has preocupado de hacer lo mejor para todos y eso incluye lo de mañana. Nadie te va a reprochar nada.
—Pero, ¿y si os pasa algo a David o a ti? A vosotros sí que os he metido en esto.
Neo me mira unos segundos y sonríe.
—Ha merecido la pena.
A mi mente regresa el momento del beso en el callejón y algo me dice que es exactamente en eso en lo que está pensando él.
—Por favor Neo, ten cuidado mañana. No me perdonaría que te pasara algo.
—¿Tan importante soy para ti? —Usa ese tono descarado que hacía tiempo que no escuchaba y no puedo evitar sonreír porque sé que lo hace a propósito para animarme.
—¿Y yo para ti? —Lo pregunto sin pensar y al momento tengo miedo de escuchar su respuesta.
—¿De verdad quieres saberlo? —Su voz suena seria—. Sería capaz de seguirte a todas las dimensiones que quisieras con tal de estar a tu lado.
Agradezco la penumbra de la habitación ya que esta oculta mi vergüenza al oírle hablar así. Ahora también siento un cosquilleo en el estómago compartiendo espacio con mi angustia.
—Creo que deberíamos dormir. —Es lo único que se me ocurre decir.
—Sí, aunque no sé si seré capaz. Tengo muchas cosas en la cabeza en estos momentos. Quizás... si me dejaras dormir contigo, consiga conciliar el sueño.
Me río.
—Tu eres muy listo. ¡Te estás aprovechando de la situación!
—Eh, prometo portarme bien.
La verdad es que no me parece tan mala idea.
—Está bien —Le hago un hueco a mi lado—. Pero como no te comportes, antes de que te des cuenta, estarás en el suelo.
Oigo su risa y al momento le tengo a mi lado. Creo que no me tiene miedo.
—Ven, que no muerdo. —Me acerca más a él y me abraza.
Se me acelera el corazón y tengo miedo de que lo note.
—Sé que sientes algo por él...
¿De verdad cree que es el mejor momento para ponerse a hablar de David?
—... no soy tan estúpido como para no reconocerlo —me susurra—. Pero lo del callejón me confirmó que yo también te importo y voy a hacer todo lo posible para que me elijas a mí.
Hunde la cabeza en mi cuello y un escalofrío me recorre la espalda al notar su aliento en mi clavícula.
"Ari que te pierdes".
—Neo, has dicho que te ibas a portar bien.
Su risa suena grave y ronca.
—Te aseguro que me estoy portando bien, si supieras lo que se me está pasando por la cabeza, entenderías lo formal que estoy siendo.
"Oh, vaya". El cosquilleo en mi estómago se está convirtiendo en puro fuego.
—Pues necesito que te portes aún mejor o si no tendrás que regresar a tu cama.
—¿Qué pasa Ari? Tu voz suena nerviosa. ¿Tienes miedo de dejarte llevar?
"Pues sí, para que nos vamos a engañar". Si las cosas fueran más sencillas, no lo dudaría ni un instante, pero con todo lo que ha pasado... está claro que hasta que no regrese a mi vida no podré ordenar mis ideas respecto a ellos y tomar una decisión.
—Decidí aparcar mis sentimientos hacia vosotros hasta que todo esto acabase y tú con esta actitud no me estás ayudando.
—No todos somos tan caballeros como David.
—No, eso ya lo veo. Pero tenemos que estar centrados en...
Noto sus labios sobre los míos interrumpiendo mis palabras. Me acerca más a él y su boca presiona la mía hasta sentir que me falta el aliento... estoy a punto de perder el poco control que me queda pero en ese preciso instante, se separa, me da un rápido beso en el cuello y sale de la cama.
—Lo sé, lo sé. Me he ganado el volver a mi cama. Lo siento, pero no he podido evitar besarte. Espero que no estés enfadada.
Distingo cierta satisfacción en su tono y no puedo evitar sonreír. "Está claro que nunca va a cambiar".
Neo se acuesta en su cama y yo me quedo dormida en un tris, creo que de puro agotamiento.
Espero que hayáis disfrutado del nuevo capítulo. Se acaba el tiempo y ya están ultimando el plan, pero ¿saldrá todo como desean? Tendréis que esperar un poquito más para saberlo... Os aviso, los próximos capítulos conseguirán manteneros en tensión.
Gracias por leerme, estaré encantada de charlar con vosotros si me dejáis algún comentario.
Besitossss
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