Capítulo 17


Los siguientes días mantenemos una tregua común entre los tres. David y yo intentamos mostrarnos más cariñosos en público pero me parece que no resulta muy creíble. Además me incomoda que Neo nos vea así porque ahora sé lo difícil que es para él.

Las jornadas pasan rápido, siempre tenemos algo que hacer. Me gusta cómo funcionan las cosas aquí. Para mí es la sociedad perfecta ya que todos colaboramos por el bien común. No se utiliza dinero, sino que repartimos lo que tenemos a partes iguales. Cada familia tiene asignadas unas tareas para contribuir al sostenimiento del pueblo. Por un lado tenemos que aportar suministros. En nuestro caso, disponemos de un huerto de verduras que tenemos que cuidar, recolectar y repartir con nuestros vecinos de forma equitativa. A cambio recibimos de los demás el resto de alimentos: trigo, patatas, huevos, carne... y lo que no producimos lo sustraemos de los almacenes de la ciudad. Por otro lado tenemos que participar en tareas sociales, como el hospital, la escuela, el mantenimiento de las casas y lugares comunes... No creo que los de las urbes puedan ser más felices que nosotros. Esta es una vida sencilla, pero eso ha resultado algo bueno.

Cada día que pasa estoy más impaciente ya que veo que no hay progresos. Pienso en Dani a diario y no soporto la idea de que esté retenido, lejos de su familia. Intento ocupar todo mi tiempo para no pensar en ello.

Las clases de la tarde me ayudan a desconectar y me encuentro más cómoda de lo que pensaba hablando para los demás. Incluso algunos adultos se han unido a la clase y participan en todos los temas que tratamos. Parece que muchos necesitaban hablar abiertamente de lo que están viviendo.

También paso tiempo con Lilian y Lucas. Me viene bien tener una amiga con la que hablar y así evito pasar mucho tiempo con David y Neo. Ellos saben que les estoy evitando pero espero que entiendan que es por el bien de todos. No quiero hacerles daño mientras estemos aquí y creo que mi postura es la más acertada. Aunque todas las noches ansíe que David me abrace y aunque eche de menos la compañía de Neo. Es lo mejor y punto.

Antes de lo que esperábamos Mathias nos avisa de que hay que visitar otro de los almacenes para hacernos con más provisiones y aunque quiero participar, no dejan que las mismas personas repitan. Aquí el riesgo lo corremos todos. Pero si era malo participar en algo así, es peor quedarse esperando a que regresen los que han ido. Y más cuando uno de ellos es Neo.

Pasamos las horas en el bar y aunque David me trae té no soy capaz de probarlo. Intento morderme las uñas para distraerme un poco pero ni de eso soy capaz. La espera me está volviendo loca.

Seis horas después incluso algunos del pueblo empiezan a impacientarse. No suelen tardar tanto. Estoy al borde del ataque de nervios y David no consigue tranquilizarme.

—Seguro que están bien.

—No lo sabemos, los demás también empiezan a estar preocupados. Si hay que salir a buscarles, yo me apunto. —No lo dudo ni un instante.

Miro a Julia en la barra y también está inquieta. No me extraña, ella puede perder no a una sino a las dos personas que más quiere, porque Kevan también ha tenido que ir.

Me acerco a ella e intento animarla.

—No te preocupes, si es necesario iremos a buscarles.

Me coge la mano y me la aprieta mientras sonríe débilmente.

—Gracias, Ari. Sé lo importante que es Owen para ti también.

Oímos ruido fuera y la gente se precipita al exterior. Yo también lo hago y lo primero que distingo son los dos camiones. "Han vuelto". Hay tal mezcla de gente y voces que no soy capaz de encontrar a Neo. Sacan a alguien herido de uno de los camiones y contengo la respiración. No es él. Es Jim, su mujer rompe a llorar y David se acerca para ayudar. Entre varias personas se lo llevan camino del hospital. Sigo buscando con la mirada y por fin le veo bajar del otro camión con Kevan. Julia se echa al cuello de ambos entre lágrimas. No es para menos. Neo me ve y da dos pasos hacia mí. Está lleno de polvo y tiene sangre en el costado. Me alivia tanto ver que está bien que me echo a sus brazos sin pensarlo dos veces.

—¿Me echabas de menos, preciosa?

Me dan ganas de darle un puñetazo en el estómago por lo de preciosa, pero creo que bastante mal lo ha pasado ya hoy. Me aprieta tan fuerte que me cuesta respirar.

—¿Estás bien? —Miro su herida.

—Sí, es sólo un rasguño.

Mi madre se acerca a nosotros.

—¿Por qué no vais a nuestra casa? Así se podrá duchar tranquilo y le puedes hacer algo para comer. Nosotros nos quedaremos ayudando.

Miro alrededor, pero David no está, creo que se ha ido con Jim al hospital. Vamos hasta mi casa en silencio, le miro de reojo y parece completamente abatido. No puedo imaginar por lo que habrá pasado.

Cuando entramos tengo un momento de duda pero finalmente decido coger prestada algo de ropa de David y una toalla limpia.

—Date una ducha y ponte esto.

Coge la ropa con cierto reparo.

—¿No le importará que use sus cosas?

—Más vale que no, si no tendrá que vérselas conmigo. Puedes echarte un rato en la cama mientras preparo algo de comer.

Entro en la cocina mientras sube al baño. Abro la nevera pero no sé que hacer para comer. No soy precisamente lo que se dice una buena cocinera. Finalmente decido hacer unos huevos con bacón y patatas fritas. Seguro que seré capaz de utilizar una sartén. O eso espero. Oigo correr el agua de la ducha, seguro que por lo menos le reconforta un poco.

Pienso en David, en el trabajo que tendrá en el hospital y no envidio su vocación. Una vez preparada la comida busco algo para desinfectar la herida y un trozo de venda. Seguro que como enfermera no tengo precio.

Subo todo al piso de arriba y entro en mi habitación. Neo está tumbado boca arriba en la cama.

—¿Puedo pasar?

Se incorpora al oír mi voz y aunque su aspecto ha mejorado después de la ducha su expresión me preocupa.

—¿Estás bien? —Dejo la bandeja de comida sobre la mesilla y me siento en el borde de la cama.

-No, no estoy bien. No deberíamos habernos quedado. -hace una pausa- Esto es peligroso. Peligroso de verdad. No se trata de ningún juego.

No le quito razón a sus palabras pero no puedo regresar. Todavía no.

—Lo sé. Todo esto nos supera y entenderé que regreses, pero no esperes que yo haga lo mismo.

Me agarra de los hombros y me sacude.

—Despierta, esto no es un sueño. ¡La gente muere de verdad! Si yo muero puede que mi mente regrese, pero Owen habrá muerto de verdad. ¿Lo entiendes? ¿Quiénes somos nosotros para poner en peligro sus vidas?

Tengo que hacerle entender lo importante que es él aquí.

—Sí, pero sin tus conocimientos estaríamos estancados, gracias a ti conseguiremos avanzar. Ya sé que lo de hoy ha sido muy duro, ¿qué ha pasado?

—Al parecer, han aumentado la seguridad en todos los almacenes. Hasta ahora no tenían vigilancia continua pero al parecer ahora sí. Al poco de llegar ha aparecido un guarda y aunque le han disparado, ha tenido tiempo de activar un dispositivo de alarma que ni siquiera sabíamos que llevaba.

La vez anterior el almacén estaba vacío, no nos descubrieron hasta que pasó la patrulla de vigilancia, cosa que hacen cada tres horas.

—Así que os han sorprendido allí.

—Eso es. Ya habíamos terminado de llenar los camiones cuando empezaron los tiros. Y aquello fue el caos. Gente disparando y corriendo, sangre, gritos y confusión. Saqué la pistola con intención de disparar pero no fui capaz, no hacía más que pensar que si lo hacía podía morir alguien por mi culpa, daba igual que fuese en mi defensa. No sé si me entiendes.

—Entiendo que no es fácil matar, una vez que lo haces ese peso estará en tu conciencia toda tu vida. No puedes sentirte culpable por no hacerlo.

Con los codos sobre las rodillas se agarra la cabeza con ambas manos y aunque no puedo ver su cara, su tono de voz lo dice todo.

—Hay algo más.

Espero pacientemente a que se decida a contármelo.

—El rasguño del costado... —Resopla antes de continuar— solo ha sido eso porque mi padre me cubrió y me tiró al suelo. Si no hubiera sido por él, estaría muerto.

—Oh, vaya.

—Sí, lo que me faltaba. Ahora además, le debo la vida. Me quedé totalmente bloqueado cuando me atacaron y si no llega a ayudarme a salir, aún seguiría en ese almacén.

Tiene que ser difícil deberle algo a la persona que más odias.

—Quizás esto te ayude a verle como una persona diferente. Tienes que pensar en esto como una segunda oportunidad para vosotros, para ti. Es la posibilidad de tener una familia.

—No lo sé. Tengo que aclarar mi mente antes de plantearme nada.

—Por el momento será mejor que comas algo y mientras te curaré la herida lo mejor que pueda.

Neo da unos cuantos bocados sin mucho entusiasmo, creo que más por complacerme a mí que porque tenga apetito. Levanto la camiseta para curarle y al tocarle la piel con los dedos, se pone rígido. Le miro, pensando que le he hecho daño, pero algo en su expresión me hace entender que no ha sido por la herida. Me concentro en desinfectarle el corte y me alegro de que sólo sea un pequeño rasguño. Si fuese más grande ya me habría desmayado.

Aprieta los dientes mientras paso el algodón pero no se queja en ningún momento. Cuando le termino de colocar la venda creo que ha llegado la hora de que me vaya.

—Me iré para que descanses un rato. Creo que te hace falta.

—No, espera. —Me retiene—. No me apetece estar solo. Quédate conmigo.

Sé que me necesita y él es mi amigo, no puedo dejarle, por lo menos, hasta que esté un poco más tranquilo.

Me siento a su lado con la espalda apoyada en el cabecero y antes de que me dé cuenta, se abraza a mí y esconde su cara contra mi cuello. No sé si esto es buena idea, pero respondo a su abrazo. Noto la calidez de su cuerpo y su respiración contra mi cuello. Me siento culpable por estar tan cómoda entre sus brazos, pero los últimos días me siento más cerca de Neo que de David.

Me ha confiado cosas que nadie más sabe y eso me hace sentir que soy importante para él. En cambio David, está más cerrado que nunca a mí, antes me contaba lo que sentía, pero desde que llegamos aquí, todo son dudas y desconfianzas y aunque se ha quedado por mí, cada vez le siento más lejos.

Poco a poco la respiración de Neo se ralentiza y se hace más profunda. Sus brazos ya no me rodean con tanta fuerza así que sé que ya se ha dormido. Sin pensarlo le acaricio el pelo y siento que en parte es como un niño pequeño, que lo único que necesita es consuelo.

Yo también me quedo dormida y cuando me despierto han pasado casi tres horas. Intento separarme de él sin despertarle, pero me resulta imposible. En cuanto intento bajar de la cama me aprieta de nuevo contra él mientras me susurra medio adormecido.

—Ey, no te escapes. Con lo bien que estábamos así.

Le doy un manotazo cariñoso.

—Ay, se te olvida que estoy herido. Vaya enfermera estás hecha. —Me reprocha mientras abre los ojos y me suelta por fin.

—Si soy tu enfermera, me parece que me he excedido un poco con mis atenciones.

Se sienta en la cama y me guiña un ojo.

—Para nada, estaría dispuesto a que me dispararan otra vez si así consigo que me cuides de esta manera.

Parece que ya vuelve a ser el mismo de siempre.

—No exageres. Además sólo ha sido un rasguño. Eres un quejica. Vamos, te acompaño a casa de camino al hospital. Quiero llevarle algo de comer a David y ver qué tal le va.

Veo su cara de resignación pero me da igual. Me siento un poco culpable por prestarle tanta atención. Y lo menos que puedo hacer es ir a ver a David para ver si necesita algo, le guste a Neo o no.

Preparo unos sándwiches, cojo algo para beber y nos ponemos en marcha.

—¿Por qué nos cuidas?

—No os cuido. —Me parece una pregunta curiosa.

—Sí lo haces, te preocupas de que estemos bien, nos preparas comida...

—No creo que esté haciendo nada del otro mundo. Además os debo más que eso por haceros pasar por esta situación. Ya te he dicho que no te cuestionaré si regresas. Todo esto nos viene un poco grande.

—Sabes que no lo haré, aunque no lo creas también me importa el bienestar de mi madre aquí, incluso el de mi padre, más que nada porque he visto lo importante que es para ella tenerle a su lado. Tengo que ayudarles si está en mi mano.

Hemos llegado a su casa. De día parece que está aún a menos distancia de la mía. Julia se asoma por la puerta.

—Hola chicos. Ari ¿quieres pasar a tomar algo?

—Gracias, en otro momento. Quiero ir a ver a David al hospital.

—Seguro que agradece tu visita. —Me sonríe—. Gracias por ocuparte de Owen.

—Sí, gracias —añade él—. Por todo.

—Mañana nos vemos. Julia, me alegro de que Kevan también haya regresado bien.

-Sí, otros no han tenido tanta suerte. -pone sus manos sobre los hombros de Neo- No me imagino perder a alguno de mis dos chicos.

Les hago un gesto con la mano y me alejo. Cinco minutos después me encuentro frente a la puerta del hospital. Realmente ese nombre resulta ridículo comparando con lo que yo conozco como hospital. Este es un pequeño edificio de una planta que no creo que albergue mucho más de veinte camas. Me acerco a la puerta justo cuando Nataly sale por ella.

—Hola Ari.

No es que me apetezca hablar con ella pero no quiero resultar antipática.

—Hola Nat, ¿qué tal la tarde? ¿Habéis estado muy liados?

Me sonríe mientras intenta peinarse un poco el cabello con los dedos.

—Ha sido de locos. Jim traía un orificio de bala que le estaba encharcando un pulmón, pero Olivia le ha operado y parece que está estable. Menos mal, porque tiene mujer y tres niños y no me imagino qué harían sin él. Además hemos tenido otros dos heridos más de bala, aunque estos leves y un par más con contusiones y pequeños cortes.

—Mucho trabajo...

Suspira.

—Sí, pero bueno, se agradece cuando no muere nadie. Eso te ayuda a dormir por las noches.

Vaya, Nat resulta ser una chica muy agradable. No sé cómo he podido ser tan tonta como para cogerle manía sólo porque se lleve bien con David.

—Has venido a ver a David, ¿no?

—Sí, le traigo algo para comer. ¿Quieres un sándwich? —Le ofrezco uno—. He hecho un montón.

Ella lo coge sin reparos.

—Gracias —dice dándole un mordisco enorme— no he tenido tiempo de comer nada desde que ha empezado el follón. Menos mal que has venido.

—¿Por el sándwich?

—No, mujer. Porque cada vez que me he cruzado con David no ha hecho otra cosa que preguntarme si te había visto.

Oh, vaya.

—Bueno, pues ya estoy aquí. —Me acerco a la puerta pero no me apetece nada entrar. No me gustan los hospitales—. ¿Puedes avisarle? Casi prefiero no entrar. Seguro que molesto.

—Sí, claro. —Mastica el último bocado—. Además tengo que volver ya. Gracias por el sándwich.

—De nada.

Ni dos minutos más tarde David se asoma por la puerta. Al verme se acerca y me abraza. Su gesto me coge por sorpresa porque desde el día que le pedí que se quedara no había vuelto a hacerlo.

—Menos mal que has venido. Necesitaba verte.

Cuando se aparta me mira expectante, pero sólo se me ocurre decir:

—Te he traído algo para comer. —Según lo estoy diciendo, una parte de mi mente piensa que no puedo ser más tonta. El me abraza y yo le ofrezco comida. No tengo remedio.

—Vamos a sentarnos. —Me lleva a la sombra de un árbol que hay allí cerca y coge uno de los sándwiches de la bolsa.

—Gracias por traerme comida, no he parado desde que he llegado.

Le miro y parece muy cansado pero satisfecho.

—Nat me ha puesto al día. Tenéis que estar agotados.

—Sí, pero hoy he ayudado a salvar una vida. Eso me ha hecho sentir bien conmigo mismo.

—Me alegro.

—¿Qué tal Neo?

—Buf —suelto— ha pasado por la peor experiencia de su vida. No estaba preparado para una situación así. Espero que mañana se encuentre mejor.

—Le echaré un vistazo a su herida para ver que cura bien.

Me choca un poco verle tan receptivo con él.

—Qué raro tú tan comprensivo tratándose de Neo.

—Ha pasado por una situación difícil. Sólo estoy demostrando que también puedo apoyarle si es necesario.

—Entonces no te importará que le haya prestado algo de ropa tuya.

Salta como un resorte.

—¿Qué? ¿Mi ropa? —Se lo piensa y masculla entre dientes—. Vale. Está bien.

Sin pensarlo le doy un beso en la mejilla porque me encanta ver que puede dejar de lado sus asperezas con él. Si además esta actitud durara sería perfecto.

—Bueno, tengo que volver. —Por cómo me mira parece que lo del beso le ha extrañado y lo entiendo porque nunca me muestro cariñosa con él—. Seguramente me perderé la cena, no me esperéis.

—Vale.

Vuelvo a casa y mis padres ya están allí. Ayudo a mi madre mientras nos contamos lo que hemos hecho durante todo el día. Ellos han estado colocando los suministros y al parecer gran parte del cargamento eran medicinas, armas y tecnología. Está claro que nos estamos preparando para un posible ataque. Espero que Neo dé pronto con la clave y podamos trazar un plan.

Cenamos tranquilos, después del ajetreo de hoy es de agradecer y nos vamos pronto a dormir ya que estamos todos agotados.

Estoy casi dormida cuando David regresa, le oigo moverse por la habitación y al poco se mete en la cama y me abraza. Creo que lo ha hecho porque piensa que estoy dormida y eso me hace plantearme la posibilidad de que sea algo que hace todas las noches y yo sin enterarme. Antes de que me dé cuenta se ha dormido y no me extraña después del día que ha tenido. Tanto estrés y aun así es feliz porque está haciendo lo que le gusta... finalmente yo también me duermo con la satisfacción de tenerle tan cerca.


Nadie les dijo que sería fácil estar en una realidad que no fuera la suya. ¿Entendéis la actitud de Neo? ¿Realmente no son conscientes del peligro que corren? 

Muchas gracias por leerme. Espero vuestros votos y comentarios.

Besitosss


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