Capítulo 10
Estoy tan relajada que no noto en qué momento me quedo dormida y aunque parece que han pasado minutos, han sido horas porque de nuevo me retumba en los oídos la música.
—Maldita música clásica —mascullo. En otras circunstancias la apreciaría pero así es imposible.
Voy a los baños corriendo para ducharme y arreglarme y veo que todos me ignoran al igual que yo a ellos. "Paso totalmente desapercibida". Se me escapa una risita mientras pienso en lo que darían ellos por participar en el experimento. "Que tranquilos se pasean sin saber lo que se están perdiendo".
Mientras me cambio de ropa en la habitación, siento que estoy de un humor estupendo, no sé si por David, por la expectativa del ensayo o por ambas cosas.
Llaman a la puerta y al abrir me llevo la primera sorpresa de la mañana ya que al otro lado están David y Neo juntos.
No puedo evitar reírme mientras cierro la puerta detrás de mí.
—Buenos días chicos ¡si parecéis amigos y todo! Sí que os habéis tomado en serio lo de la tregua.
Oigo un resoplido que por supuesto ha salido de David.
—Si eso implica ser tres en todo momento no sé si estoy dispuesto a tanto.
Veo que Neo coloca la mano sobre su hombro y aunque David le fulmina con la mirada, no la retira.
—Tranquilo, ya os daré momentos de intimidad. Es sólo que me pareció buena idea desayunar juntos el primer día.
Y eso hacemos. Desayunamos los tres tranquilamente y parece que ellos están del mismo buen humor que yo por lo que intuyo que les motiva participar en algo así. Sus risas hacen que me acuerde de la primera vez que soñé con ellos y la sensación era muy parecida a la de ahora. Como si los tres fuéramos buenos amigos.
Puntuales llegamos al despacho del profesor Walsh pero nos sorprende encontrarlo vacío. Justo cuando nos estamos planteando qué hacer, aparece a nuestras espaldas el mismo chico de los recados de ayer.
—Seguidme. El profesor nos espera en las instalaciones de investigación.
Le seguimos sin protestar y nos lleva a una zona del edificio más allá de las aulas en la que ni siquiera nos habíamos fijado.
Se para frente a una puerta de apertura electrónica y veo como saca una tarjeta identificativa que introduce en la ranura. Cuando la puerta se abre nos corta el paso y nos mira con cara de pocos amigos.
—Quiero saber si os dais cuenta de lo importante que es todo esto. No se trata de un juego y quiero que entendáis que hemos invertido mucho tiempo en este proyecto y que algunos daríamos lo que fuera por poder participar a vuestro nivel y no como meros espectadores.
Asentimos con la cabeza mientras atravesamos el umbral y por fin entiendo por qué el chico es tan arisco con nosotros. Si yo me tuviera que quedar al margen, estaría igual de enfadada que él.
Lo primero que me llama la atención al cruzar las puertas es la intensa luz que nos deslumbra, reforzada por el blanco de todo lo que nos rodea. No hay ninguna posibilidad de error. Estamos en un laboratorio.
Vemos a través de una cristalera situada en la pared de la izquierda del pasillo a varios individuos en camas, durmiendo plácidamente. Lo único discordante son los sensores colocados en la cabeza y en el pecho y que los mantienen monitorizados. En la habitación de al lado, hay varios chicos mirando unas pantallas y parecen estar vigilando los resultados que se reflejan en ellas. De vez en cuando toman algún apunte y cuando descubren que les estamos observando cierran la puerta precipitadamente.
Nuestro acompañante nos mira y por primera vez esboza algo parecido a una sonrisa.
—Aquí todos somos muy celosos con nuestro trabajo.
En ese momento vemos asomar por otra puerta al profesor Walsh.
—Estupendo. Ya estáis aquí. Pasad. Espero que estéis tan ansiosos como yo de empezar con todo esto. Alex, no les entretengas más.
Alex. Por fin sabemos su nombre. Ha perdido tanto tiempo mostrándose antipático que ni se ha presentado.
—Además —añade— te esperan en la sala tres. Parece que un sujeto tipo dos es apto y acaba de entrar en una dimensión.
Se nota que a Alex todo esto le entusiasma porque esboza una gran sonrisa y se va atropelladamente, sin despedirse.
—¡Vuelve en diez minutos! Necesitaré que me ayudes a prepararles. Bueno —Nos mira a los tres— no perdamos más tiempo.
Entramos en una pequeña sala. Parece una zona de relax. Tiene una cocina a la izquierda y a la derecha una mesa con varias sillas y un sofá.
—Veréis, algunos pasan tantas horas aquí dentro que ni utilizan el comedor general.
Después de esa pequeña aclaración que ninguno de nosotros habíamos pedido, nos sentamos alrededor de la mesa y como siempre Neo es el primero en hablar.
—¿Quiénes eran las personas de la otra habitación?
El profesor nos mira y responde sin vacilar.
—Es una parte del proyecto. Evaluamos el sueño de sujetos que se han presentado a este programa. Se les paga una pequeña cantidad por cada día de ensayo. Evaluamos su sueño y en algunos casos encontramos saltos dimensionales. El sujeto que lo consigue pasa a otro nivel del ensayo en el que evaluamos la repetición de las dimensiones y si se da esa circunstancia, ver cómo actúa con plenas facultades.
No puedo evitar preguntarlo.
—¿Se refiere a tener libre albedrío? ¿A no ser un simple espectador? —Al ver que Walsh asiente añado— ¿Qué es lo que hace posible un libre albedrío?.
—Hay tres fases diferentes. La primera y más común, es la "visita superficial", por así decirlo. Es la que la gente confunde con sueños corrientes. La segunda es de mayor profundidad, en ella hay una conexión directa con esa dimensión y cuando ocurre el individuo lo siente como si estuviera en su propia realidad, aunque sus acciones son realizadas por su "yo dimensional" y no por él mismo. En la tercera fase, es posible actuar, tomar decisiones, etc.
—¿Y cómo se consigue? —No me parece algo fácil—. No recuerdo haber tenido ningún sueño en el que haya conseguido elegir lo que hacer.
—Bueno... después de muchas pruebas, parece ser que la única forma es un coma inducido.
Veo como David se inclina hacia delante sobresaltado.
—¿Pero no resulta peligroso? Es decir, ya no se trata de dormir sin más...
El profesor sonríe para tranquilizarnos.
—Como sabéis en medicina es muy común esta práctica. En ningún caso resulta perjudicial. Pero creo que os estoy dando demasiada información junta y os será más fácil asimilarlo todo sobre la marcha. Seguidme.
Se levanta y le seguimos fuera de la habitación. Mientras avanzamos por el pasillo David me agarra del brazo para que aminore el paso. Una vez que estamos a un metro de ellos me dice en voz baja.
—No sé si me fío de todo esto.
Sé que tiene razón, pero no puedo quedarme al margen. No ahora que sé que es posible.
Pongo mi mano sobre la suya para tranquilizarlo.
—Hagamos una cosa. No estamos obligados a nada. Así que en cuanto veamos algo que no nos gusta o que creamos peligroso, lo dejamos. ¿De acuerdo?
No espero a oír su respuesta ya que veo que Neo y Walsh se han detenido frente a una puerta.
Entramos y vemos una habitación similar a la de antes. Tres camas alineadas y unos monitores para la frecuencia cardíaca y las ondas cerebrales. En una de las paredes hay una enorme cristalera. Es la sala de observación donde se toman las mediciones de los sujetos.
Alex entra con una bandeja con instrumental que deposita en una mesa cercana. El profesor nos mira sonriente y comienza con las instrucciones.
—Bien. Esto se trata de una primera toma de contacto. Tumbaros cada uno en una cama y Alex os colocará los sensores que medirán vuestras ondas cerebrales y vuestro pulso. Además os colocará una vía para inyectaros los fármacos. Tranquilos, lo único que tenéis que hacer es relajaros y el resto lo haremos nosotros.
Alex va realizando todas las tareas con total eficacia lo que me hace pensar que ya son muchas las personas que han pasado por sus manos antes que nosotros. Una vez nos ha colocado la vía en el brazo y ha conectado el gotero, se hace a un lado esperando instrucciones.
Vemos al profesor Walsh a través de la ventana y oímos su voz por un altavoz que no consigo ubicar. Parece que hay eco.
—De acuerdo. Todo listo. Primero un somnífero hará que entréis en la fase de sueño rápidamente y por lo tanto, en otra dimensión. Como os habéis sincronizado, entraréis en la misma. Una vez registremos que vuestro cerebro ha realizado el salto, os induciremos al coma durante un corto periodo para ver qué sucede. Intentad recordar el mayor número de detalles posibles.
Lo siguiente que oigo es una puerta cerrarse. Entiendo que ha sido Alex que ha salido de la habitación. Reina un silencio absoluto y eso me incomoda un poco. Pienso en estirar mi mano y coger la de David que está tumbado a mi derecha pero por algún motivo creo que también debería dársela a Neo que está a mi izquierda, ya que somos un equipo y todo eso. Ante la duda, decido no hacer nada.
Un parpadeo. Sólo eso. Un parpadeo y lo que mis ojos enfocan son las mesas del patio. Es curioso porque el somnífero me ha hecho efecto pero no me he dado cuenta. Estoy andando hacia nuestra mesa de siempre y al mirar a mi lado veo a David y Neo que van charlando tranquilamente. Se ríen.
—Y bien. ¿No me vais a contar de qué os estáis riendo? —Es mi voz la que ha pronunciado esas palabras pero no he sido consciente hasta que ya las he dicho. Siento como si mi mente estuviera ocupando el espacio de otro.
—Venga Neo, cuéntaselo tú que no quiero que se enfade conmigo.
Sonrío, aunque sé que no ha sido decisión mía y les miro sorprendida de lo bien que se llevan.
Durante unos segundos mi vista se nubla y siento tal mareo que me paro. Me quedo quieta y esta vez ha sido mi orden la que ha obedecido mi cuerpo. Me agacho y tomo aire mientras intento enfocar la vista de nuevo. Cuando lo consigo, la mano de David está sobre mi hombro.
—¿Estás bien?
Asiento con la cabeza, con el sabor de la náusea aún en mi boca.
—¿Qué ha pasado? —agito la cabeza para intentar quitarme el aturdimiento pero no lo consigo del todo.
—Ey miradme.
Levanto la vista y Neo está subido a la mesa de piedra.
—¿Se puede saber qué haces? —Me parece que no es el mejor momento para tonterías.
—¿No lo veis? Lo hago yo. —Y se ríe a carcajadas mientras añade—. Libre albedrío.
Tiene razón. Somos nosotros los que actuamos y eso quiere decir...
—¡Lo hemos hecho! ¡Lo hemos hecho! —grita Neo desde lo alto de la mesa.
No puedo evitar sonreír y miro a David.
—Así que el mareo se ha producido por la conexión a la tercera fase. Vaya viaje —resopla.
—Espero que no sea siempre tan malo entrar. Es una sensación... —No consigo terminar la frase. De golpe en mi cerebro se comienzan a acumular cientos de imágenes de mi vida hasta el día de hoy. Es como un flash y muchas de las escenas me suenan pero otras son diferentes, como si estuviera viendo la vida de otra persona. Solo que es la mía y los sentimientos de todos esos momentos me golpean. Resulta tan apabullante que hasta me cuesta respirar. Oigo la voz de David lejana, aunque sé que está a mi lado. Pongo todo mi empeño en prestarle atención para salir de esa amalgama de imágenes que está a punto de volverme loca.
—¡Mírame! Ey, mírame.
Alzo la vista y al mirarle a los ojos me relajo.
—Ya ha pasado. Estoy bien.
Neo también parece preocupado.
—¿Qué te ha pasado? Tenías la mirada perdida. Pensábamos que habías entrado en shock.
Me siento en el banco de la mesa en la que momentos antes Neo daba saltos como un loco.
—No lo sé. —Respiro hondo e intento poner en orden mis ideas—. He visto mi vida y es como...
Neo termina la frase por mí.
—Como si te hubieras sobrecargado como un ordenador.
—Sí, algo así. ¿No os ha pasado lo mismo?
Ambos asienten.
—Quizá en tu caso el aluvión de recuerdos ha sido mayor. Tendrá que ver con el número de acontecimientos diferentes de una vida a otra.
Sonrío al escuchar a Neo ya que me asombra su verborrea científica.
—Parece mentira que el descubrimiento sobre estos viajes lo hiciera yo. Pareces todo un experto en la materia.
—Intento seguirte el ritmo, nena.
Me hace gracia el comentario pero está claro que a David no.
—Bueno, no te pases- añado para zanjar el tema.
David resopla y mira a nuestro alrededor.
—¿Y ahora qué se supone que debemos hacer? No sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí.
Neo se pone de pie de un salto.
—Yo creo que deberíamos hacer algún tipo de experimento para ver hasta dónde llega nuestro control con estos sujetos.
Me da la risa.
—¿Sujetos? ¿Eres capaz de utilizar ese término? Somos nosotros mismos.
—Sí pero no. Es otro "yo" así que en realidad no soy yo.
Esto está empezando a tomar una vertiente filosófica.
—Pero al ser un "yo" tuyo deberías tenerle cariño. Es como un clon, tu misma genética y una parecida forma de ser, excepto por las modificaciones de personalidad dadas por unas vivencias diferentes, claro está... —Estoy divagando— Me estoy desviando. En el momento en que sientes lo que ha sido tu vida en esta dimensión es como si hubieras vivido esta vida también, ¿lo entiendes?
—¿Y a dónde quieres llegar con esto?
—En que ¿cómo quieres poner a prueba tu nivel de control? ¿Dejándote atropellar por un autobús? Pero dañarías a tu "yo dimensional", puede que incluso lo mataras. Eso es peligroso.
Neo sonríe lo que hace que me dé más miedo pensar qué se le puede estar pasando por la cabeza. Mira a David y después a mí.
—¡Es más fácil que todo eso! —Pero durante un momento duda—. ¡Bah! En realidad no pierdo nada.
Y antes de que me dé tiempo a reaccionar, tira de mí para conseguir ponerme en pie, me acerca a él y me besa.
Estoy tan sorprendida que ni siquiera me aparto y en realidad no hace falta porque ya lo hace David. Le aparta de un empujón y sin pensárselo dos veces le propina un fuerte puñetazo en la cara. Agarro a David del brazo y veo que Neo está sangrando. "Le ha partido el labio". Pero para David parece no haber sido suficiente porque consigue zafarse de mí y se lanza de nuevo contra él. Noto de nuevo un fuerte mareo.
Despierto. Estoy un poco atontada y desubicada al encontrarme de repente en otro lugar. Me siento en la cama y al recordar la última imagen miro nerviosa a ambos lados. Neo se está despertando y parece estar perfectamente.
—Neo ¿estás bien?
A mis espaldas oigo ruido y me giro para ver a David que también se está despertando. Pero él no enfoca su mirada en mí sino en alguien más allá de mí.
—Tú...
Se quita la vía del brazo y los sensores y se abalanza por encima de mi cama para llegar hasta Neo.
—¡No! Para... —Intento frenarle pero está tan enfadado que es imposible.
—Ey tío, no quiero sangrar de verdad ¡era sólo un experimento!
En ese momento entran Alex y el profesor Walsh y sujetan a David.
—Chico, cálmate. Me parece que tenéis bastante que contarnos. Os sacamos del coma cuando vimos que vuestros ritmos cardíacos se disparaban. ¿Se puede saber qué demonios estabais haciendo?
Unos minutos después nos encontramos de nuevo en la sala de descanso y yo les he resumido lo que ha ocurrido de la mejor forma que he podido. David sigue enfadado pero por lo menos ya no parece empeñado en matarle. Alex nos mira con gesto reprobatorio y el profesor ha tomado cientos de apuntes. Después de unos minutos repasando sus notas mira a Neo fijamente.
—¿Se puede saber qué pretendías exactamente?
Este se apoya en el respaldo de la silla y nos mira uno por uno.
—-Seguramente os habéis hecho todos una idea equivocada. No besé a Ari por nada en especial, lo importante era que lo que ese hecho iba a desencadenar serviría para averiguar ciertas cosas.
David suelta un bufido.
—¿Piensas que nos lo vamos a creer?
—Mira, para empezar, en esa dimensión tú y yo somos buenos amigos, está claro que no como aquí. Por lo tanto lo del beso era una forma de demostrar hasta qué punto teníamos nosotros el control. Si hubieses estado influenciado por tu "yo dimensional" no me hubieras atacado. Lo segundo que quería comprobar, una vez conseguida la reacción que buscaba por tu parte, era si una agresión en otra dimensión tendría alguna repercusión en esta.
Ahora lo entiendo.
—¿Querías ver si al despertar tenías el labio partido?
—Exacto. Te aseguro que me dolió a horrores ese puñetazo y los dos me visteis sangrar. Pero al despertar ya sólo era un recuerdo.
—Muy interesante. Aplaudo tu iniciativa, aunque supongo que tu otro yo no te lo agradece nada en absoluto. Piensa que a él aún no se le habrá pasado el dolor.
Walsh está impresionado pero por la expresión de David a él no le ha sido suficiente con la explicación. Al parecer Neo es consciente de ello porque añade:
—¿Me hubieses pegado si te lo hubiera pedido? Tenía que buscar una forma para que reaccionaras así.
David se levanta y se dirige a la puerta.
—La próxima vez pregunta. Te aseguro que no dudaré en pegarte sin más.
Se va sin esperar a que la reunión termine pero al profesor no le importa y aprovecha para dar por zanjada la sesión de hoy.
—Bien, chicos. Vamos a dejarlo por hoy. Para ser el primer día lo habéis hecho muy bien. No hace falta que acudáis a las clases de la tarde. Aprovechad para descansar. Vuestra prioridad a partir de ahora es esto, ¿de acuerdo?
Asentimos y salimos de la habitación. Mientras camino al lado de Neo no puedo evitar recriminarle.
—¿En qué estabas pensando? No vuelvas a hacerlo. —Por el rabillo del ojo le veo sonreír y eso me enfurece más todavía. Le agarro del brazo para que se detenga—. Lo digo en serio. La próxima vez seré yo la que te pegue.
Neo se ríe. Parece que no le he intimidado ni lo más mínimo.
—¿Qué es lo que te hace tanta gracia?
—No sé por qué quieres parecer tan enfadada con todo esto. —Acerca su cara a la mía hasta que puedo notar su aliento—. No te apartaste.
Su tono me hace pensar que para él ha sido un triunfo y no una falta de reflejos por mi parte.
—¡No me dio tiempo a reaccionar!
—Sí claro. Esa es la respuesta fácil. Además acabas de decir, "la próxima vez". Eso es que cuentas con que habrá otra vez.
"Argg. De verdad que cuando quiere puede resultar insoportable".
—¡Es una forma de hablar! Yo no espero que suceda de nuevo. ¡Está claro que no se puede hablar contigo!
Me voy sin esperarle y una vez en el exterior no sé qué hacer. Es hora de comer pero no tengo nada de hambre. Todavía tengo el estómago revuelto por el viajecito. Aunque tampoco quiero estar en la habitación dándole vueltas a todo esto.
Me asomo en el comedor pero David no está allí. Decido ir a buscarle a su habitación, así que me acerco al tablón de anuncios en el que dejaron puesto el listado de las habitaciones. Veo que la suya es la 121. Está en el mismo pasillo que la mía.
Subo por las escaleras y me acerco hasta su puerta. No sé qué voy a decirle pero sé que es mejor hablar con él cuanto antes. Cojo aire y golpeo suavemente la puerta con los nudillos. No hay respuesta. Insisto, pero el resultado es el mismo.
"¿Dónde puede estar?". No termino de formularme la pregunta cuando ya tengo la respuesta. Además en un lugar como este no hay muchos sitios donde esconderse.
Salgo de nuevo al patio y me dirijo a los árboles, asegurándome como siempre de que nadie me ve. Al llegar al borde del claro veo a David en la hierba tumbado al sol. Parece dormido. Me acerco a él intentando hacer el menor ruido posible y me siento sobre mis rodillas a su lado. No puedo dejar de observarle. Su pelo castaño parece más claro con la luz del sol, desprende destellos dorados. Me fijo en su cara , la nariz fina y los pómulos marcados y no puedo evitar pensar lo guapo que es. Estoy tan absorta mirándole que me sobresalto al oír su voz.
—¿Es divertido mirarme? —Abre los ojos y al momento se coloca la mano delante a modo de visera para mirarme sin que le moleste el sol.
—Pensaba que estabas dormido.
Se sienta frente a mí con las piernas cruzadas.
—Solo estaba intentando tranquilizarme para poder pensar. Estoy saturado.
Lo medito durante un instante.
—Saturado, no enfadado.
Me mira a los ojos.
—Enfadado...¿con Neo? Si, por supuesto. Y me parece que las cosas siempre van a ser así con él. Pero tampoco puedo hacer que no sienta nada por ti, sólo intentar que no haga muchas tonterías como la de esta mañana. —Hace una pausa—. ¿Contigo? Te diré la verdad, me gustaría que te hubieras apartado de él al instante y que le hubieras propinado un buen golpe. Pero una cosa es lo que yo quiera y otra la que tu hagas. No te juzgo.
Me siento frustrada con todo esto.
—Yo, veras... tardé en reaccionar... no quería que me besara. No quiero que pienses que yo, yo...
Noto el calor en mis mejillas. No sé cómo hacerle entender.
—No tienes que explicarme nada.
Cojo una brizna de hierba para distraerme.
—¿Te puedo hacer una pregunta?
Asiento con la cabeza mientras rezo para que no tenga nada que ver con mis sentimientos hacia ellos.
—Todos te llaman Ari. Pero tu nombre... ¿es Arien?
Ahora sí que estoy sorprendida.
—¿Cómo lo sabes? Nunca utilizo mi nombre entero...
Se relaja y me sonríe.
—Es curioso, es una de las cosas que recuerdo de la dimensión de esta mañana. Todos te llaman Arien. Incluido yo. No utilizas el diminutivo.
Me quedo pensándolo.
—No recuerdo la última vez que alguien me llamó así. Incluso mis padres me dicen Ari. Lo único que me recuerda mi nombre es un medallón que me regaló mi madre.
Intento recopilar datos de esa otra vida y él tiene razón. En todos los momentos que acuden a mi mente me llaman Arien.
—Es un nombre muy bonito, no digo que Ari no —aclara—. Pero es una pena que no lo utilices.
Me mira a los ojos de una forma tan intensa que no puedo mantenerle la mirada y bajo los ojos abochornada.
—Será mejor que te deje sólo, creo que ya te he molestado suficiente.
No me da tiempo a levantarme. Me coge la mano y me detiene.
—No, no te vayas. Quédate. —Duda un instante—. Si no tienes nada mejor que hacer, claro.
Qué voy a tener que hacer mejor que estar con él toda la tarde...
—Vale. —Y le devuelvo la sonrisa.
Disfrutamos del sol mientras charlamos de cientos de cosas. Lo que nos gusta, lo que no, anécdotas, momentos importantes de nuestra vida... le cuento cosas que prácticamente nadie conoce y sé que él también está siendo sincero conmigo.
"Así que esto es lo que se siente" pienso mientras le miro. Esta complicidad, el querer saberlo todo de la otra persona, el morirme por tenerle cerca, porque me mire, porque me roce...
—Espero que sea bueno eso que estás pensando.
Me sonrojo porque no se qué pensaría si supiera las ganas que tengo de que me bese.
—Yo siempre pienso cosas buenas de ti. —Intento hacer el comentario restándole importancia para que no insista.
"Tienes que dejar de pensar así". No sé en qué punto estamos y lo mejor será que deje pasar algo de tiempo para ver a dónde nos lleva todo esto.
Vamos al comedor y cogemos algo para cenar. Ninguno de los dos hemos comido así que estamos hambrientos. Mientras nos atiborramos a comida me fijo en que Neo no está por ninguna parte y me extraña porque aunque no se acerque a nosotros, solemos verle por el comedor. Mejor así, no quiero que David recuerde lo de esta mañana y lo enfadado que está con él.
Por suerte terminamos de cenar sin que él aparezca y David me acompaña a mi habitación. Cuando nos paramos frente a mi puerta, no sé qué esperar.
—Me lo he pasado muy bien hablando contigo. Gracias por la compañía —dice mientras me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Sí... lo mismo digo.
"Uf, odio estos momentos, como cuando vuelves de una cita y no sabes qué hacer, ¿un gesto con la mano, un abrazo, un beso en la mejilla?".
Pero él tiene las ideas más claras que yo. Me arrincona contra la puerta apoyando el brazo en ella. Acerca su cara a la mía y sus labios están a pocos centímetros de los míos. Se me entrecorta la respiración.
—¿Crees que sería una buena idea si te...? —Se interrumpe al oír ruido en las escaleras. Parece que varios compañeros suben por ellas charlando.
Sin dudarlo, abre la puerta y me arrastra dentro de mi habitación. Me apoya contra la puerta y ya no hay pregunta que formular. Me besa y al ver que respondo a su beso, pone sus manos en mis caderas y me acerca más a él. Esa proximidad y lo cálido de sus besos hace que se me ponga la piel de gallina y que un escalofrío me recorra de arriba abajo. Tengo el pulso acelerado y sin darme cuenta mis manos actúan con voluntad propia. Suben por su pecho hasta el cuello para hundirse en su pelo. Tengo el juicio nublado por la intensidad del momento y me dejo llevar. Nos besamos durante unos minutos y cuando separa sus labios de mí, es como si me faltara algo. Sin quitar la mano de mi cintura, abre la puerta y se asoma.
—Bien, pasillo despejado. —Me mira y me acaricia la mejilla—. Este rubor te sienta bien.
Acerca de nuevo sus labios a los míos, pero esta vez sí es una despedida.
—Duerme bien. Nos vemos en sueños.
Sale por la puerta sin esperar a que yo responda y de buenas a primeras me encuentro sola en la habitación. Me acerco a la ventana y miro hacia la oscura noche. He pasado de no ser besada por nadie, a que en un mismo día lo hagan dos chicos. "Agg. No debería pensar así". Sobre todo por Neo. No quiero que se haga una idea equivocada y yo siento algo por David, de eso no tengo duda. Pero ahora que lo pienso fríamente, algo que en todo el día no he querido hacer, el beso de Neo no me ha resultado tan indiferente como debiera y eso me hace sentir molesta conmigo misma. "No debo darle importancia. No ha sido nada. Na-da". Espero que a base de decirlo me convenza de ello.
Me cambio de ropa y una vez en la cama noto cierta ansiedad al pensar que quizás mientras duerma visite otra de mis vidas.
Espero que hayáis disfrutado del capítulo y no se os haya hecho largo, pues su extensión es algo mayor.
¿Qué opináis de lo que está ocurriendo? ¿Creéis lo que dice Neo o pensáis que simplemente se estaba aprovechando de la situación? ¿Y Ari? ¿Debería haber reaccionado de otra manera?
Si os animáis a comentar, estaré encantada de charlar con vosotr@s. Besitosss
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