🌺; Primer pétalo.
Cuando ellos lo citaron en el patio de la escuela y, entre carcajadas burlescas, insultos y mofas, le dijeron el plan, su reacción fue reírse y asentir con la cabeza. El aburrimiento pudo más que la razón. Su frío corazón y el orgullo, le ganaron a la sensibilidad y la empatía.
La apuesta era simple: enredarse con el chico listo de la clase para que este, indirectamente, ayudara a los burros de sus amigos a pasar aireosos el año sin tener que estudiar. Lo convencieron cuando ellos aclamaron que el beneficio sería colectivo; a cambio, él sólo debía concentrarse en mantener intacto su puesto de capitán de fútbol y más nada. De paso, podía permitirse el lujo de jugar un poco con el niño cuando estuviese estresado luego de alguna derrota. Razones demasiado patéticas que, sin nungún motivo, en su momento le parecieron una divertida buena idea.
Y él lo cumplió al pie de la letra: se le acercó un día mientras el chico descansaba sobre una mesita de mármol en el patio, repasando un libro de historia con resaltadores de colores y bebiendo un batido de chocolate. Los enormes lentes redondos se le resbalaban por el puente de la nariz, pero él parecía demasiado concentrado en leer y releer las letras impresas en la hoja amarronada.
—Hey —lo llamó, sentándose frente a su rostro, ocupando la única banca vacía.
El chico lo observó asombrado y aquello le dio para varias interpretaciones: no sabía a ciencia cierta si la razón de su sorpresa era por ver a uno de los deportistas populares hablándole o simple y llanamente, porque el niño no tenía amigos y nadie se le acercaba. Sintió lástima por un segundo.
—¿Sí?
—¿Me explicas lo que estás estudiando?
El chico no tenía mucha fama de dulce y cariñoso. Era una persona centrada y reservada, pero sin embargo, le sonrió un poquito y accedió. Se pasaron el receso con la vista pegada al libro de historia, mientras intercambiaban conversaciones banales y lentamente, iban aprendiendo el uno del otro. Su nombre era Hyakuya Yuichiro.
Le propuso la idea de que fuese su tutor para los diferentes espacios curriculares y él pagaría dichas clases con sus malteadas favoritas. La propuesta lo hizo reír, aunque no estuvo tan conforme tampoco; vio ligeros atisbos de duda centellear en sus ojos verdosos. Pero Yuichiro estaba tan solo en aquella nueva universidad luego de dejar a su familia en Shikoku para mudarse a Tokyo, que las ansias por relacionarse con alguien, fueron su perdición.
Se juntaban casi todos los días después de ello. Comían juntos a la hora del almuerzo y, cuando la confianza abundó, comenzaron a reunirse en sus propias casas. Mikaela jamás perdió de vista su meta inicial, hasta que un día, después de realizar incansables ejercicios matemáticos y conversar acerca de la vida, el pequeño chico le obsequió una pelota de fútbol.
—Uhm... yo... quería darte esto —lo sorprendió esa tarde, antes de irse a su casa. Detrás de su espalda, la voluminosa esfera de cuero se dejó ver.
Tan pasmado se quedó, que lo miró fijamente por un minuto entero, sin saber qué decir.
—¿Por qué...?
—Es una manera de agradecerte por todo el dinero que te gastas en comparme golosinas cuando vamos a estudiar —sonrió, ocultando sus ojos verdes bajo una adorable capa de párpados rasgados y extendiendo una brillante hilera de dientes perlados.
Nunca lo había visto sonreír de aquella manera en todo el tiempo que lo llevaba conociendo y desde allí, no supo exactamente qué fue lo que ocurrió. En su mente, todo era confuso y difuso, pero al mismo tiempo, la imagen de él volviendo rápidamente a casa para guardar en un rincón el regalo del chico como si fuese un tesoro, se veía con mucha nitidez. Su estómago se revolvió y las riendas de su jinete, tomaron un camino distinto.
Ya no se veían sólo en clases, recreos, almuerzo y en sus casas los fines de semana. Las cosas escalaron a tal punto, que empezaron a salir en citas sin ellos notarlo. Caminaban por horas hasta que las piernas se les cansaban y sus cuerdas vocales roncaban de tanto hablar. Tomar helados bajo el único árbol Kiri en un solitario parque jamás se había sentido sentido tan agradable. Estar junto al otro era como estar en el paraíso.
—Es muy reconfortante estar aquí, ¿verdad? No hay mucha gente y el clima es perfecto —murmuró Yuichiro, ajustando sus gafas en su lugar para permitirse apreciar con mayor detalle la extensión de cesped verde y altísimos álamos carolinos—. Me gusta mucho este lugar.
Mika no dejó de ver la maravillada expresión en el delicado rostro del chico, contagiándose del brillo en su mirada, sintiendo burbujear en su pecho una sensación desconocida.
—Podemos hacerlo nuestro lugar particular, si quieres —dijo.
Yuu lo volteó a ver, con los ojos un poco más abiertos que de costumbre. El brillo en ellos jamás se apagó, en cambio, pareció hacerse más y más radiante.
—¿En serio?
—En serio —sonrió Mika—. Este tipo de árbol escasea aquí en Tokyo. Casi siempre son talados por la eficiencia de su madera, aunque la mayor desventaja que tienen es su belleza. Es tan común ver cerezos, que un color distinto, sorprende —habló, echándole un vistazo a sus hojas particulamente moradas—; la gente corta sus ramas para tener gajos de él en sus casas. También hay personas que lo consideran el árbol que podría salvar al mundo, ya que crecen más rápido que cualquier otro árbol en el planeta.
—Wow, ¿de verdad? ¿Lo cortan y ya está? ¿Sin consecuencias de por medio?
—Así es. Me sorprende que aún no lo hayan hecho con este. Debe ser un árbol muy especial —sonrió.
—Sí...
—Es por eso que deberíamos hacerlo nuestro árbol especial.
Acto seguido, tomó la roca más filosa que encontró y se dedicó a tallar sus iniciales en el tronco. No se podían apreciar correctamente, pero allí estaban, una trabajosa 'm' al lado de una 'y'. Yuu se carcajeó, sintiendo cosquillas en su interior, asintiendo y dando por hecho el pacto.
Luego de incontables ratos pasando tiempo juntos, absorbiendo información recíprocamente y descubriendo incluso sus entornos familiares dentro de los parámetros que Yuu se permitía enseñarle, bajo la sombra del árbol Kiri, se dieron su primer beso. Ninguno tomó la iniciativa antes que el otro; fue una atracción mutua, en la que giraron sus rostros luego de acabar su décima charla de la tarde y sencillamente decidieron actuar al mismo tiempo. Sus labios se conectaron por sólo cinco segundos, pero aquello había sido suficiente para colisionar las arterias de sus corazones. Explosiones en forma de descargas eléctricas recorrieron sus cuerpos, separándose al instante para asegurarse de que el otro había sentido lo mismo. Sonrieron, abochornándose por el acto, pero sin arrepentirse en lo absoluto.
Ese día, Mika acompañó a Yuu a su casa y, antes de que este se perdiera en el interior del hogar, volvieron a chocar sus bocas; esta vez, prolongando la faena por mucho más tiempo, permitiéndose degustar con antojo la suavidad, el calor y la delicia de los labios ajenos. Se despidieron, rojos hasta las orejas, prometiéndose verse al otro día en la escuela.
Mika, aún completamente atontado y sonriente por lo que acababa de pasar, no reparó en una de las más importantes condiciones que sus amigos habían propuesto a que llevase a cabo: él no debía enamorarse, sólo jugar con él. Se había reído en su momento, alegando que eso jamás pasaría. Pero era demasiado tarde; él ya estaba perdida e irremediablemente enamorado del solitario chico listo de su clase. Hasta la médula.
Pido mil disculpas por jamás haber actualizado. Tuve problemas con mi cuenta y con mis escritos porque me tuvieron que resetear el celular y perdí todos mis borradores <\3 caí en depre y ya ni quise escribir bdnsbd aaaaaa. Siempre hagan copias de seguridad de todo, gente. No sean imbéciles como yo 😢
Gracias por la paciencia, si es que llega a habee alguien que esperaba actualización de esta vaina bdnsbd
sindy109 y MartinOutes habían pedido dedicación para el cap ♡ muchas gracias por leer, bbis💕
Si alguien más quiere para el próximo, que comente aquí ^^
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