Capítulo 1. La realidad de La ficción
La mochila comienza a generar demasiado peso en mi hombro, pero estoy más concentrada editando la imagen que voy a subir en mi página de bookstagram que trato de ignorarlo, aunque la articulación me esté por salir.
Me rasco la oreja mientras el editor carga el efecto, el internet está muy lento que apenas y me procesa la aplicación, alzo el celular a ver si logro alcanzar un poco de señal, pero el sol golpea mis ojos, así que bajo el móvil y suelto algo de aire a causa de la frustración.
—¡Chicos! —llama la profesora de historia sin mucho interés voy hasta ella, porque estoy más pendiente en que se suba mi edit—. La profe Marta les va a estar entregando un mapa del parque, la idea es que ustedes vayan a recorrer los senderos en equipos de 5 integrantes.
>>No deben alejarse de los senderos numerados, y estén atentos a sus horarios, pues a las 12:00 nos juntamos a almorzar antes de ir hasta la siguiente parada.
—Sí profe. —respondemos en coro.
La imagen al fin quedó guardada, así que voy a instagram, posteo la foto del libro y escribo una breve descripción.
—Araiyá Guarié —llama la profe Martha, alzo la mano, pero ni siquiera la miro, me pasa el mapa y lo tomo —. ¡Araiyá! Escúchame... —levanto la vista y guardo el celular.
—Sí profe...
—Vamos a formar los equipos por sorteo...
Solo levanto el dedo pulgar, la verdad me da igual, no es que tenga preferencia o disgusto de trabajar con alguien, mis compañeros y yo somos una sociedad, no nos llevamos ni mal, ni bien, yo en mi mundo, ellos en el suyo, saben que hago contenido sobre libros y ellos de libros no saben nada, pero me tienen en cierto pedestal por tener casi 2.6 millones de seguidores.
No soy la chica popular, no soy la más inteligente, no soy la nerd, por leer libros no soy la más culta, ni mucho menos la más cool.
No tengo sobre nombres, amigos, enemigos, soy como el hijo de en medio, en síntesis, soy solo yo.
La maestra hace los sorteos con paciencia, algunos reclaman por que van a terminar trabajando con tal o cual persona, se me hace gracioso, la verdad. Como si fuera que el mundo se va a acabar por ello.
—Psss, psss Arai... —me llama una de mis compañeras, volteo y veo a Pilar —. ¿Tienes bloqueador?
—¿Lo preguntas por que soy extremadamente blanca? O porque sabes que me cuido la piel.
—Por qué lo estoy viendo en tu bolso, pero no quería ser tan evidente. ¿Me lo prestas?
—Obviamente.
Paso el bloqueador a Pilar y esta procede en ponérselo. Mientras pasa esto vuelvo a tomar mi celular, termino de escribir la descripción y como veo la profe pausó el sorteo porque está peleando con un par que se niega a trabajar en un mismo equipo porque fueron ex novios, aprovecho y me alejo unos pasos para hacer una historia.
Aprieto el botón de grabado, dejo a mi espalda la escultura de los soldados de hierro e inicio.
—Hola, hola, paso a contarles que el día de hoy no estaré muy activa porque he venido con mi grupo de colegio —giro la cámara para apuntar a mis compañeros —, al Paque Nacional de Ybycu'i La Rosada, y como es por tarea de ciencias e Historia, no podré hacer mucho caso a mis redes.
>>Pero, antes de ir a cumplir con mis deberes de estudiante vengo a dejar aquí una encuesta ¿conocen libros que hablen sobre este lugar? Comenteme si es que saben de alguno.
>>En fin, los saludo de nuevo por la noche cuando ya esté en casa. Besos.
Tiro un beso a la cámara y dejo de grabar. En eso Pilar se acerca y me devuelve el protector solar.
—¿Cómo es que no te da vergüenza hablarle a esa cosa? —pregunta.
Me encojo de hombros y guardo mi frasco, la verdad es que solo me sale, de forma natural, y me gusta, creo que es el secreto.
—¡Profe Martitha, te lo ruego! —dice la voz de Danilo, el futbolista de el grupo, Pilar y yo volteamos a verlo y nos percatamos que está de rodillas en el suelo —. Dame el doble de trabajo, lo que sea, pero no hagas que trabaje con Guliana!
—Iuuu—se me escapa la expresión. Pilar ríe y se cruza de brazos.
—¿Los libros que lees no tienen ese tipo de escenas? Chicos con el corazón roto, creí que te parecería romántico.
—Me parece patético... en Chicos reales, con los literarios es otra cosa, pero de todas maneras, se me hace exagerado, debería poder aprender a ser profesional.
Pilar ríe y hace un gesto de gracia.
—Arai... ¿Crees que podrías estar con alguien a quien diste besos y fingir que nada pasó con 17 años?
—Cuando se de el caso lo vamos a discutir, por el momento, déjame creer que se puede y ya.
—¡Bien! —dice la profe —. Voy a volver a hacer el sorteo, levántate.
Danilo festeja, Guliana solo mira con rabia al chico y el resto de mis compañeras parecen sentir lastima por él y su corazón herido.
—Patético —susurro y tomo mi celular.
Comienzo a editar el video que recién grabé, coloco algunos stickers y pongo en reproducir para ver cómo quedó antes de publicarlo.
Miro atentamente, para ver que no haya salido nada fuera de cuadro, cuando veo que tras de mí pasa un hombre pálido corriendo, y tras él otra mujer, igual de pálida.
Al momento en que giro la cámara para mostrar a mis compañeros, en el video se ve una figura negra borrosa con colmillos y se escucha un sonido extraño, al volver a girar la cámara hacia mi el mismo hombre pálido está parado mirándome fijamente.
Arrojo el celular al suelo por el susto, y no sé como reaccionar. ¿Será que de nuevo volvieron mis episodios de ansiedad? O de verdad lo que vi en la grabación es real.
—Danilo, Araiyá, Pilar, Roberto y Milagros, grupo tres —dice la profe, escucho unos vítores de alegría de mis compañeros, mi mente está en lo que acabo de ver.
Parpadeo con rapidez y cuando me dispongo a alzar mi celular, Danilo ya había llegado delante de mi, tomó mi celular y me lo pasó en la mano.
—¿Estás bien? —me pregunta con amabilidad.
—No... —digo mientras veo el video y todo lo que pasó con anterioridad ya no estaba —. Creo que el calor me hace mal.
—¿Te traigo agua? —me pregunta preocupado.
—No... gracias. Aquí tengo mi termo.
La profe comenzó a dar indicaciones, y mis compañeros a hablar, pero mi mente estaba en el hombre pálido y la sombra...
Solo fue una alucinación, sí, debe ser el calor.
—Bueno, nos vamos hacia el sendero que lleva al salto Guaraní —dice Pilar —. Vamos, que la tarea es mucha.
—¿Arai? —vuelve a hablarme Danilo—. No quieres descansar un rato antes de iniciar el viaje, en verdad te veo muy pálida.
—Es su color natural —dice Roberto.
—No seas menso, mira a la chica, de verdad no se ve bien...
—Estoy bien —intervengo —. Ya cállate... —digo nerviosa—. El único que no está bien eres tú, luego del teatro que armaste. —escupo las palabras sin pensar, el chico se pone rojo de vergüenza.
No dice más, solo levanta ambas manos, y se adelanta indignado, Roberto y Milagros ríen, al igual que algunos compañeros que me escucharon decir semejante barbaridad.
—Araiyá —dice Pilar—. Eso no estuvo bien...
Respiro profundo, yo sé que no estuvo bien, pero ahora mismo me es más importante regular mis emociones que preocuparme por Danilo.
—Solo vamos a hacer el trabajo rápido, para irnos de este lugar ya.
Volteo y dejo a Pilar atrás, ¡Dios! Estoy actuando horrible, soy consciente, pero no lo puedo evitar. ¿Y si de verdad eran almas en pena?
¿Qué tonterías estoy diciendo? Es más que obvio que mis ataques de ansiedad son los que están volviendo, no existen los fantasmas, ni la brujería, ni más... separemos la realidad de la ficción ya.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top