EXTRA 1

VITTO.

No soy católico, pero en estos momentos, estoy persignándome mientras subo al ascensor del edificio de Max, esperando que no esté lo suficientemente molesta para dejarme incapacitado y verme en la obligación de pasar la noche en su casa y perderme el domingo en familia, domingos a los que ella también asiste y no cómo la secretaria de Ardan, sino que, cómo mi novia, una novia muy, muy territorial, maliciosa y posesiva.

Caesar dice que hombres cómo nosotros atraemos mujeres de carácter fuerte, eso explica muchas cosas.

Tomé aire profundo y presioné el timbre, metiendo mis manos en los bolsillos, intentando parecer relajado, viéndola abrir la puerta con esa sonrisa que no presagia nada bueno, invitándome a pasar.

— Te tomó un rato ¿No encontrabas el edificio?

Ironizó, cerrando la puerta, comenzando a caminar sin esperarme, sabe bien que estoy siguiéndola.

— Yo... estaba ayudando a Natasha con Airam, Caesar está fuera con Ardan por trabajo.

— Lo sé, es mi jefe ¿Lo olvidas? Sé cuando no está, pero al menos podrías avisar cuando llegarás tarde, estuve esperando y odio esperar en vano.

Tomando la fusta que parecía estar esperando por mí sobre el mueble.

Tragué grueso.

— Max... oye...

Intentando calmarla.

— Quítate la camiseta, cariño.

Fruncí el ceño viendo el desorden de este cuarto, cruzándome de brazos.

— ¿Has estado usando este lugar con alguien más?

Me miró ofendida, luego me miró como si me odiara, después, como si me quisiera muerto.

Entonces supe que realmente estaba en problemas por haber insinuado algo así, Max era una mujer dominante que me aterra y me excita por igual.

— Era broma... bromita, amor...

Levantando ambas manos, rendido.

— Quítate. La. Camisa.

Esta vez sí que lo hice, me quité la camisa y la dejé colgada junto a la puerta, esperando su siguiente instrucción.

— ¿De verdad crees que uso este cuarto con alguien más que no seas tú? Decidí aceptar ser tu novia, decidí dejar de lado los juegos que no te gustan. De rodillas — y lo hice, no creo que sea buena idea contradecirla ahora— Decidí eliminar todo eso que te asustaba — acariciándome la espalda con la fusta— ¿Y crees que voy a usar este lugar con alguien más?

Tragué grueso, secándome el sudor de las palmas en mi pantalón.

— Max... lo siento, es sólo que... este lugar es un desastre.

— Sí, estoy eliminando lo que no te gusta ¿Te acuerdas de la conversación del otro día? — cortando el aire con la fusta, golpeando mi espalda con fuerza, forzándome a arquear la espalda y morderme la lengua para no emitir sonidos— ¿Recuerdas que te pedí expresamente que me dijeras qué cosas no querías aquí? Hice esto por ti.

Otro golpe.

Me vi en la necesidad de cerrar los ojos y no ver su rostro de furia o se me engordará la polla y eso la enfurecerá más, se supone que esto es un castigo.

— ¿Se puede saber qué es esto?

Preguntó tocando con suavidad las marcas de dientes en mi brazo.

— Fue Perise, esa niña es una agresiva igual que su mamá y su abuela.

— Supongo que la sangre llama a la sangre, hay cosas que no se pueden evitar — carcajeó bajo— Abre los ojos.

Y lo hice.

La fusta bajo mi mentón, levantando mi cabeza.

— Lamento haber desconfiado de ti — susurré— Es que... antes de estar juntos, tú tenías muchos sumisos, esta habitación era una pasarela... nunca he tenido suerte en el amor, y esto ahora... es extraño para mí.

— Tienes un hijo ¿Dónde está su madre?

— Nos abandonó.

Frunció el ceño, bajando la fusta.

— Pues supongo que tengo que agradecerle, porque gracias a ella ahora eres todo mío.

— ¿No te molesta que tenga un hijo?

Dejó la fusta a un lado, acuclillándose frente a mí, sujetando mi rostro, plantando un beso sobre mis labios.

— ¿Ves como si eso me interesara? Dane me agrada, es amigo de la esposa de mi jefe y mi mejor amigo, Ardan es como mi hermano, su familia es la mía.

— Entonces... ¿Aún quieres matarme por esa chica que me pidió matrimonio más temprano?

Natasha es una metiche, le encanta jugar a cupido, nomas que en esta ocasión mi pareja es una celosa sádica dominante que me dejará en cama si sucede algo que no le gusta, y yo soy un estúpido masoquista enamorado que se deja hacer lo que a ella le dé la gana.

— Sí, aún quiero — sonriendo maliciosa— Llevamos poco más de tres años saliendo ¿Y las casas no me consideran ni un poco? ¿Qué falta de respeto es esa de pedirte matrimonio cuando tú eres mío?

— ¿Dices que soy tuyo de nuevo?

Sonriendo embobado.

— Vitto ¿Puedes concentrarte? — suspiró— Tu familia, las reglas, los ritos... me siento una extraña en ese ambiente, tú eres parte del circulo intimo del antiguo Boss, se esperaba que te casaras con un miembro de las cuatro casas y no con una cualquiera con cuestionables prácticas, no me respetan.

— ¿Ese es el problema? ¿No te sientes parte? — fruncí el ceño— Max... si yo no te quisiera, no hubiésemos formalizado, no te hubiese presentado a mi familia — apoyando mi mano en su mejilla— Quiero estar contigo, y si quieres que te dé estabilidad, te la daré.

Pestañeó repetidas veces, observándome con confusión.

— ¿Qué quieres decir?

— El mayor honor para un hombre de la mafia italiana es ser marcado por su mujer, quemar su inicial en su cuerpo, un lugar que ella elija, cualquiera.

— ¿Y si quiero quemarte el pito?

Sádica... es una sádica...

— Pues así será, soy tuyo, puedes hacer conmigo lo que quieras.

Carcajeó.

— No voy a marcarte el pito, ridículo, quiero que sea en un lugar visible para que todas esas roba hombres comprendan de quién eres. Y si vamos a seguir las medievales practicas de tu mundo, tú vas a seguir las mías.

— Lo que quieras Max, todo con tal de darte la estabilidad que mereces.

— Cásate conmigo — sonriendo— Sí tú te vas a dejar marcar, yo quiero llevar algo tuyo también, un anillo con nuestra promesa grabada.

Se levantó aprovechando mi estado de sorpresa yendo hacia el mueble oscuro bajo la ventana, abriendo uno de los cajones superiores pequeños, tomando una cajita de terciopelo rojo.

— En mi mundo, es el dominante quien les entrega un accesorio a su sumiso para formalizar la relación y demostrar públicamente que son exclusivos, yo quiero darte un anillo — arrodillándose frente a mí, abriendo la cajita— Quiero que seas más que mi juguete, al comienzo... sí, nos divertíamos, me gustaba joderte, me gustaba entrenar a un novato, pero... las sesiones se transformaron en noches de cine, citas en bonitos restaurantes, cenas con tu familia... nos comenzamos a acercar, y me enamoré de ti, fui incapaz de tocar a otra persona, y te pedí salir, porque eres un cobarde — carcajeó— Y ahora soy yo quien debe pedirte matrimonio o nunca darás el paso — enseñándome un bonito anillo masculino de plata con un diamante rectangular en el centro— Quiero ser la ultima mujer para ti, quiero ser tu todo, y quiero tener hijos, así que dile a Dane que se haga la idea de que pronto tendrá hermanitos.

— ¿Hermanitos? ¿En plural?

— Aradia me lleva la delantera, así que hay que alcanzarla.

Carcajee asintiendo feliz, matrimonio... por fin iba a casarme, después de ser abandonado por la madre de Dane, después de ser el mal tercio con cada pareja de mi familia, después de tener que mandar a cambiar las camas de todos porque no tenía nada más que hacer... ahora podré cambiar mis propias camas, que maravilla.

— Acepto entonces, acepto todo lo que tenga que ver contigo, acepto el matrimonio, los hijos... pero hay un problema solamente.

Deteniéndose a medio camino de poner el anillo en mi dedo.

— ¿Qué problema?

— Como parte del anterior círculo íntimo, es deber de nosotros tres permanecer junto al Boss y la dama, protección, contención, niñera, lo que necesiten, eso debemos ser nosotros, lo mismo que con Aradia, estamos a su disposición, no puedo vivir lejos de mis territorios, soy el segundo Subsegundo, Aradia por lo general me necesita.

Terminó de poner el anillo en mi dedo, sonriendo comprensiva.

— Lo sé, Ardan habló conmigo sobre eso, le platiqué sobre esto hace dos semanas, él me acompañó a comprar el anillo, sé cómo deben ser las cosas y... por eso estoy guardando y eliminando todo lo de aquí... con la esperanza de que me dijeras que sí — sonrojándose— Que tonta... yo empacando sin saber si me aceptarías con todos los defectos que tengo.

Tomé sus manos y besé cada una, sonriendo enternecido.

— Max, nada me haría más feliz que unir mi vida a la tuya, soy yo quien debería agradecerte por aceptarme aún sabiendo lo que hago, quién soy y todo lo que se espera de mí.

— Tendrás que enseñarme a pelear, Subsegundo — besando mis labios— Tendrás que enseñarme a disparar, tendrás que enseñarme desde cero cómo ser una digna mujer de las cuatro casas.

Acaricié su cintura con mis manos, su piel tersa y suave en contraste con mis manos repletas de cayos y cicatrices, a Max le gustan, le resultan sexys.

— Ya eres digna, eres digna de todo, pero si quieres aprender, yo te enseñaré, te enseñaré todo lo que quieras.

Sujetándola por los muslos, sentándola sobre mí, besando su cuello.

— Vaya... el perro mordiendo la mano del dueño, creí que comprendías la dinámica de "Quien manda aquí soy yo".

Acariciando mi cabello, ladeando la cabeza para darme mayor acceso, no parece realmente enojada por mis atenciones.

— ¿Podríamos hacer una excepción por hoy?

Besando el borde superior de sus pechos que sobresale del top, apretujando su trasero para frotarla con mi erección, escuchando sus jadeos intencionales en mi oído, encendiéndome.

— No lo sé... te daré el beneficio de la duda, llévame a la cama, mi cama.

— ¿Sexo vainilla?

Consulté.

No es como si tuviéramos mucho de eso, Max y yo siempre lo hacíamos en este cuarto, utilizando los objetos que cubren las paredes y llenan los estantes.

— Puedo someterte sin la necesidad de tener objetos a mi disposición, Vitto.

Tragué grueso.

No dudé en acatar su orden y levantarme con ella bien sujeta, sus piernas en mis caderas, sus uñas arañando la piel sensible que fue antes golpeada por la fusta mientras marcaba mi cuello, una posesiva, tóxica, dominante, mi mujer.

Casi creí que me dejaría controlar la situación cuando su espalda tocó la cama, gran error, en dos segundos era mi espalda la que estaba contra el colchón, Max sentada sobre mis caderas, quitándose el top, dejando al descubierto sus perfectos pechos duros, pesados y rellenos, deleitando mi vista con sus pezones erectos, tentándome a pasar mi lengua sobre ellos.

No tuve tiempo de seguir fantaseando cuando sus manos llegaron a mi pantalón, me desnudó con premura y dándome un show privado, se terminó de desnudar frente a mí, lento y provocador, yendo hasta su mesa de noche para tomar unos preservativos, poniéndome uno ella misma antes de encaramarse sobre mí otra vez.

— Siénteme... — tomando mi mano, acercándola a su entrepierna— Siente lo húmeda que me tienes.

Froté su clítoris con dos dedos viéndola atrapar su labio inferior entre sus dientes, moviendo las caderas en circulo, apoyándose de mis hombros para mantener la estabilidad, empapando mi mano con sus fluidos.

— Deberías sentarte, Max.

Hablando con mi voz una octava más grave, encontrándome con su mirada.

— ¿Sobre tu pene? ¿Ansioso?

Negué.

— Sobre mi cara — sonriendo malicioso— Quiero hacerte venir con la boca.

La sonrisa coqueta se instaló en esos labios, empujándome hacia atrás para tenerme dónde quería otra vez, gateando sobre mi cuerpo, acomodando cada pierna a los costados de mi cara, bajando la cadera lo suficiente para poder comer, yo que estoy tan hambriento...

— Joder... Vitto...

Moviendo las caderas.

Me vi en la necesidad de sujetarla por el culo para que se quedara quieta mientras mi lengua se concentraba en ese haz de nervios, lamiendo entre sus pliegues para no descuidar ni un solo centímetro de su sexo, succionando luego, sintiéndola tensarse sobre mí, gimiendo mientras intentaba mover las caderas otra vez, deseando un poco más de contacto, más de mí, más de mi boca... más...

Dos de mis dedos buscaron su entrada, palpando su humedad otra vez, golpeando hacia arriba, moviéndolos al compás de mi lengua para aumentar las sensaciones, permitiéndole restregarse contra mi rostro, sus dedos enredados en mi cabello, echó el cuerpo hacia adelante, le temblaron las piernas, y entonces, el orgasmo se apoderó de ella, su sexo palpitante y húmedo saciando mi sed, la dulzura de su esencia llenándome la boca...

— Deliciosa...

Plantando un beso sobre su sexo antes de que se dejara caer a mi lado, agitada y jadeante, viendo como lamía mis dedos y los labios, llevándome lo ultimo suyo, los rastros de su placer.

— Esa lengua no sólo es buena para hablar...

Comentó sin quitarme la vista.

— Darte placer es de mis pasatiempos favoritos, pero creo que es mi turno, hermosa.

Acomodándome entre sus piernas, acariciando sus suaves muslos, besando entre sus pechos, viendo su sonrisa traviesa iluminarle el rostro, abriéndose lo suficiente para que mi cuerpo cupiera.

— ¿Qué esperas? — separando sus pliegues, una invitación— Está deseosa de sentirte.

Sin esperar más tiempo, sujeté mi pene y empujé, clavándome hasta la empuñadura en ese húmedo sexo, utilizando sus caderas como impulso, jadeando por la sensación, el roce de esta mujer con lo mío.

Esta mujer, mi mujer, mía, mi esposa, mi compañera, mi dueña.

Sus piernas se cerraron alrededor de mi cuerpo, abierta y expuesta, entregada a las sensaciones, permitiéndome follarla con la intensidad que quería, a la velocidad que quería, prendándome de esa boca deliciosa mientras mis dedos exploraban sus curvas y jugaban con las protuberancias de sus pechos, deseando que este momento nunca terminase.

— Hoy estás muy emocionado...

Sonó más a protesta, observándome jadeante desde la cama mientras me quitaba el preservativo ocupado, le hacía un nudo a la punta y lo eliminaba, tomando uno nuevo, deslizándolo por mi pito.

— Max... si quieres ser una mujer de las cuatro casas, lo primero en lo que tendremos que trabajar será tu resistencia, te daría miedo saber cuanto podría durar un hombre de los de mi clase, lo peligrosas que son las mujeres de nuestra clase — acariciando sus piernas, besando la cara interna de su muslo, escuchándola suspirar, apretando los dientes para no gemir, sensible— ¿Quieres que trabajemos en tu resistencia, hermosa?

Mordió su labio, regalándome una nueva sonrisa maliciosa, asintiendo.

— Creo que debería practicar ¿No crees? Si seré parte de las cuatro casas... — sentándose en la cama— Pero será a mi manera, de espaldas en la cama, guapo.

Sin chistar hice lo que me pidió, viéndola sentarse sobre mis caderas, sujetar mi pene y empalarse ella misma, apretando su vagina, girando la cadera, volviéndome loco, llevando mis manos a su cintura en un intento de levantarla ligeramente para poder entrar y salir de ella, muero por probar cada rincón de su sexo.

— Veamos cuanto aguantas sin respirar, Vitto.

Llevando sus manos a mi cuello, apretando sin medirse, sabiendo perfectamente dónde y cómo quitarme el aire mientras mueve sus caderas, dos sensaciones diferentes, el adormecimiento de mis extremidades superiores fue lo primero que sentí, me lloraron los ojos, apreté los dientes, pero no le pedí que se detuviera, la sádica de mi pareja disfruta de llevarme al límite y yo disfruto con ella.

Tosí cuando por fin quitó sus manos, apoyándose de mi pecho para darme sentones de muerte que bien podrían dejarme parapléjico, dándome una vista perfecta de sus bonitos pechos pesados brincar con cada uno de sus movimientos, las expresiones de su rostro cuando llegaba más profundo que antes, corriéndose sobre mí, moviéndose el tiempo suficiente para que yo me corriera también, cayendo agotada hacia el frente sin salirse.

— No puedo más, Vitto... ¿Podemos tomar un descanso? Por favor...

Carcajee victorioso, acariciando su espalda con lentitud.

— Todo el que quieras, tenemos toda una vida para follar.

***

Llegamos a la casa principal de los Marchetti a las siete de la tarde, de la mano, siendo recibidos por un Airam muy animado, abrazándose a mi pierna, no pude evitar cargarlo para saludarlo como corresponde, caminando con el pequeño príncipe sobre los hombros, yendo directo al comedor, lugar favorito de Natasha, y no me equivoqué.

— ¡Max! ¡Vitto! Estaba por llamarlos para saber a qué hora llegarían — mostrándome el móvil con mi nombre brillando en la pantalla— Preparamos pollo asado, un montón de pollo, con patatas fritas, muero por comer papas fritas, podría comer papas fritas todo el día.

Miré a Airam y luego a ella, asustándome.

— Natasha... seguro no estás...

— No, ni de milagro — bufó— Caesar se hizo una vasectomía para poder hacer niños sin traer niños al mundo, es un aburrido.

Al menos está controlando su vulgar lenguaje por el pequeño, era muy joven para traumarse por la lengua suelta de su madre.

— Bueno, pero ya tienes cuatro, cuatro son suficientes ¿No? Tienes un montón de nietos también, la casa de Aradia y Ardan está llena de niños ¿Para qué querrías más?

Suspiró nostálgica, levantándose de su silla, acercándose, cargando a Airam, llenándole el rostro de besos.

— Nunca son suficientes, Airam es el único que me necesita ahora, mis niños mayores tienen su vida, Eris está de cita en cita, Ares vive la vida loca, Aradia tiene cuatro hijos, dos esposos y un oso... yo quiero más niños también.

Max y yo intercambiamos miradas, asentí dándole el pase a ella.

— Natasha... espero entonces que sea bien recibida la propuesta que le hice a su subsegundo — tomando su mano— Le pedí a Vitto que se casara conmigo, le pedí hijos, y espero que pronto puedan jugar con el pequeño príncipe.

Natasha nos miró a ambos con la sorpresa impresa en cada una de sus facciones, sin poder creérselo.

— ¿Por fin van a formalizar formalizar? ¿Matrimonio? — sonrió emocionada— ¿Y qué hay del rito del honor?

— Lo haré, por supuesto — sonreí, contagiándome de su alegría— Max será la última, la única, y tengo que ponerme en campaña para darle hijos o seré un anciano cuando tengan la edad de Dane.

Max se me lanzó encima, besándome la mejilla, emocionada.

— Natasha ¿Puedo pedir humildemente que me permita vivir aquí con mi futuro marido?

Mi dama se acercó, con toda la gracia diplomática que los años le han dado, dejando su peculiar personalidad, dándole un apretón a la mano Max.

— Por supuesto, será un placer recibirte en nuestro hogar, Max, tu hogar. Bienvenida a la vida de las cuatro casas, lugar dónde las mujeres dominan y los hombres sirven como soldados, se invirtieron los papeles, aquí no tendrás que cambiar tu forma de ser, el Boss, mi hija, estará encantada con la noticia ¿Me permites hacer una fiesta en su honor?

Max no aguantó la emoción y abrazó a Nat, incluyendo a Airam entre sus brazos, chillando.

— Natasha, muchas gracias, y estaré encantada, adoro las fiestas.

Dando un paso atrás, preocupándole de haberle faltado el respeto a la dama, yo le había comentado sobre los protocolos y la forma en la que hemos vivido, pero Natasha parece encantada, una amiga más a su lista.

— Pues te gustará mucho ver el acto principal de hoy, cuando el pequeño Airam se vaya a la cama, iremos a divertirnos, mi plan de hoy es bailar lambada con mi sexy mejor amigo para poner celoso a mi esposo y coger con los cuatro otra vez.

Max me miró con sorpresa.

— ¿Hacen eso por aquí? ¿Orgías, tríos y todo eso?

— Todo el tiempo — respondió Nat por mí— Mi hija tiene dos maridos, yo tengo uno, pero Caesar se hace liberal con los años y le gusta joder a Aless mientras se folla a Santino, claro que el castañito y yo sufrimos las consecuencias de sus guerras de egos, incapacitados para caminar al día siguiente y con el culo colorado.

Airam la miró con horror.

Mamá, malas palablas.

Natasha miró a su niño con sorpresa, olvidando que estaba aquí.

— No le diremos nada a papá ¿Promesa de madre e hijo? Muy importante claro.

Airam carcajeó, asintiendo.

— Promesa.

Antes de que Natasha pudiese seguir llenándole la cabeza de ideas y perversiones a Max, la mesa comenzó a llenarse, llegaron los niños y sus parejas, llegaron mis sobrinos/nietos, llegó Vincenzo cargando a Alex con un brazo mientras le apretaba la cara a Sabina para que se quedara quieta y le diera un beso, Aradia carga a Belias mientras Rhett y Ardan llevan a Perise y Tamar, Trevor viene sobre los hombros de Ox, quien reconoció legalmente al pequeño como su hijo, ese día Dane lloró hasta quedar seco.

Con nostalgia vi como los lugares en la gran mesa comenzaban a llenarse, Caesar saludaba a la familia y besaba a Natasha y a su pequeño en la frente, acomodándose también, todos con una vida hecha, todos con parejas e hijos, y pronto yo podré alcanzarlos.

***

Tiempo después, ya mudados, casados, marcados y con los entrenamientos de Max en Marcha, guiados por las mujeres de la casa Caruso, mi casa y la suya, recibí una noticia que no sabía bien como tomarme, si desmayarme aquí mismo, sufrir un infarto o explotar de la felicidad, la muy cobarde dejó una nota sobre mi mesa de noche y se fue a entrenar.

"Felicidades papi.

Dane lo supo antes que tú, es observador.

Con amor, tu bella esposa,

Max, D'angelo de Caruso."

Sobre la nota, cinco test de embarazo marcados con dos líneas, positivo.

— Joder... ahora sí que podremos armar un equipo de futbol con tanto niño.

Riéndome sólo, acomodando mi cabello, leyendo la nota otra vez.

Dejé la cama y me vestí con lo primero que encontré, tomando el auto para conducir hacia la casa principal Caruso, buscándola a ella entre el montón de mujeres castañas, mi esposa que destaca hasta en el lugar más inhóspito, mientras el sudor brilla perlado sobre su cuerpo, la sonrisa adorna su rostro.

Fui hasta ella, rodeé su cintura con mi brazo y guie mi boca a la de ella, besándola con devoción, siendo recibido con la misma pasión.

— ¿Leíste mi nota, Vitto?

— ¿Seremos padres? ¿No me gastas una broma?

— Quiero hijos, te lo dije, no bromearía con esto — apoyando su mano en la panza plana— Natasha dijo que preparará un refrigerador para mis antojos — carcajeó— pronto traeremos a la familia a otro pequeño Caruso para la nueva generación de rufianes de la mafia italiana.





~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

BUENAS BUENAS HIJAS DE SATÁN

ESTAMOS DE REGRESOOOOOO

HAREMOS TANTOS EXTRAS COMO SEAN NECESARIOS ASÍ QUE PIDAN PIDAN PIDAN

VITTO TODO ASUSTADO COMENZÓ EL CAPITULO, LE PIDIERON MATRIMONIO UNA CHICA DE LAS CUATRO CASAS Y MAX SE ENTERÓ

MAX, SU POSESIVA, TOXICA Y TERRITORIAL NOVIA

ME ALEGRO DE QUE VITTO POR FIN TENGA A ALGUIEN EN SU VIDA, YA LE HACÍA FALTA, EL BB SABÍA QUE SIEMPRE ERA EL SOLITARIO Y MAL TERCIO, AL MENOS YA NO SERÁ ASÍ

Y MAX LE PIDIÓ MATRIMONIOOOOOOOO

DIJO QUE ELLA QUERÍA SER LA ULTIMA Y LA UNICA, AMOOO

VITTO DIO EL SÍ TODO EMOCIONADOOO

TAN EMOCIONADO QUE, LE DIO, LE DIO Y LE DIO HASTA QUE MAX LE PIDIÓ UN DESCANSO

VITTO LE PIDIÓ QUE LO MARCARA, POR FIN EL HOMBRE SERÁ MARCADO, POR FIIIN

NATASHA Y MAX, HUELO UNA BUENA AMISTAD POR AHÍ

Y NAT NO DESPERDICIA EL TIEMPO, SIGUE SEDUCIENDO A ALESS PARA JUGAR LOS CUATRO JUNTOS, CAESAR AL PARECER LE TOMA EL RITMO A LA SITUACIÓN

Y LA NOSTALGIA CON LA QUE VITTO VE A SU FAMILIA? LLENA DE NIÑOS, PAREJAS Y GENTE FELIZ, Y ÉL ES UNO DE ESOS

MAX LE DIO LA SORPRESA, SERÁ PADRE OTRA VEZ

Y CON SU MUJER POSESIVA Y DOMINANTE QUE LE PONE LOS PELOS DE PUNTA AÚN, TODOS Y CADA UNO DE LOS DÍAS DE SU VIDA

NOS LEEMOS PRONTO BEBAS

BESITOS EN LAS NALGAS



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top