Capítulo 9

Para cuando llegó la comida, Fabio ya me tenía completamente mareada con su platica sin sentido, observándome con burla cuando, cada vez que sujetaba el tenedor para envolver mi pasta, hacía una mueca de dolor.

Tenía dos dedos inflamados, tornándose de colores con rapidez, estaban rotos, inclinados en una posición poco natural, aún así, me esforcé por comer sin hacer comentarios o denotar demasiado el dolor que me estaba recorriendo.

Rhett casi no ha tocado su comida, observándome preocupado, muy al pendiente de las manos de Fabio, dispuesto a cortarle una de ellas si me tocaba otra vez. Ya le dije que se mantuviera quieto, romper el tratado de lastimarse entre casas nos daría muchos problemas y ya estamos en la mira de todos.

Sabina tiene un cuchillo clavado en la mesa del restaurante, primera advertencia, dijo al ver mis dedos, aún así, se ha comido todo lo que pidió, un plato de cada cosa en el menú, sólo lo más caro, golpeando la mano de Fabio cada vez que intentó pinchar un camarón o tomar un poco de langosta con su tenedor.

— Y entonces... Aradia, ya que estás tan callada hoy — dijo Fabio, comenzando a hablar otra vez— ¿Qué sucedió entre tu Segundo y tú anoche? Parecían muy interesados en intercambiar salivas, luego mágicamente desaparecieron, todo el mundo quiere saber si perdiste parte de tu valor anoche, sabes que una novia que no es virgen no vale nada.

Se me disparó el pulso en ese momento, mientras el sudor frío me recorrió completa.

El dolor muscular causado por toda la actividad de anoche sigue presente, recordándome lo que hice, lo mucho que me gustó, pero también, la falta gravísima que cometí.

No me arrepiento, pero me preocupa que los demás me consideren no apta cara casarme, por ende, para ser Boss si se enteran.

— Me dolía la cabeza y Rhett me llevó a casa, eso es todo —suspiré— Una mujer se guarda para el matrimonio, así es como deben ser las cosas, como próxima Boss, debería dar el ejemplo ¿No crees?

Respondí con toda la serenidad que pude.

— Entonces ¿No te acostaste con este perro?

Señalando a Rhett de forma despectiva.

— Primero, ya te dije que no lo hice. segundo, a Rhett no vas a insultarlo, maldita sea.

Golpeando la mesa con el puño, arrepintiéndome en segundos, demostré demasiado enojo por una simple provocación, sólo le daré ideas a Fabio, malas ideas, tengo que controlarme.

— ¿Qué vas a hacer? ¿Desecharme? —sonrió con malicia— Cariño, mi abuelo está en el consejo, está muy interesado en que me quede con tu poder ¿Qué te hace creer que vas a deshacerte de mí tan pronto?

Palidecí.

Si me obligaban a casarme con este sujeto, mi vida iba a ser una completa miseria.

— Cuando nos casemos — Prosiguió— Voy a exigir esa prueba de virginidad, no me consta que no hiciste nada con este perro libidinoso que se la pasa mirándote el culo — señalando a Rhett con desdén— Después de todo, eres una zorra al igual que tu madre.

Sabina se levantó antes que Rhett lograra rodear la mesa, sujetándolo por el cabello, estampándole el rostro en la comida con tal fuerza que terminó partiendo el plato de comida en dos.

— De mi dama y mi Boss no vas a hablar de esa manera, hijo de puta.

Dijo Rhett, sujetándolo para golpearle el rostro con fuerza, mientras Dane rodeaba la mesa con total calma, sacando un par de cuchillos con la insignia de su familia del bolsillo interno de su traje, clavando cada uno en las manos de ese sujeto, impidiéndole el libre movimiento.

— Entre casas no se permite matar, idiota — le dijo a Fabio quien gritó de dolor— Esa es la única condición, queríamos ver qué tan lejos podías llegar — Amenazó el subsegundo— Vuelve a hablar así a mi Boss, vuelve a lastimarla y lo tomaré como alta traición, somos de la misma casa, por lo tanto, no habrá represalias para mí si te cuelgo de cabeza y te abro lentamente desde la ingle hasta la garganta — observándolo con tal frialdad que se me erizó la piel— Y si hubiesen consecuencias, créeme que no me temblaría la mano para matarte, así que cuidado con lo que quieras hacer.

Rhett apoyó el abrigo en mis hombros antes de hacer que me levantara de la silla, estaba furioso.

— Nos vamos.

Dijo el castaño, observándome.

— ¿Qué está pasando?

Preguntó la mesera, irrumpiendo en el privado al escuchar el escándalo, probablemente molestamos al resto de comensales, palideciendo al ver la escena en el privado.

— Y-yo... yo no quería interrumpir... yo...

Dijo la pobre mujer, muerta del miedo, temblando.

— Ve afuera — dije yo— Estamos arreglando unos asuntos.

— Sí, mi dama.

Dijo ella, cerrando con rapidez, dejándonos a solas otra vez.

— Di que podemos marcharnos.

Dije yo, observándolo con altanería, sujetando mi abrigo con una mano para mantenerlo en su lugar, sintiéndome segura gracias al brazo de Rhett que no se ha quitado de mis hombros.

— Así no es cómo funcionan las cosas.

Respondió Fabio con dificultad.

Sabina tomó el cuchillo, fino y delgado que clavó antes en la mesa, incrustándolo en la palma del hijo de puta, justo junto al que Dane le clavó.

Fabio tenía ambas manos clavadas a la mesa, pero la boca no la cerraba con nada, sigue gritando el muy cobarde.

— Mi Boss te dio una orden.

Reclamó la rubia, jalándolo del cabello para que la observara.

— E-está bien, pueden irse — respondió con dificultad, los dientes cubiertos de sangre por los golpes que recibió antes— Pero volveremos a vernos, princesa — observándome con dificultad— No siempre vas a tener a tus perros cuidándote la espalda.

Sabina lo golpeó en la nuca con la suficiente fuerza para hacer que el sujeto perdiera la conciencia, dejando caer la cabeza hacia atrás.

— Pedí lo más caro a propósito — dijo ella, clavando los cuchillos de Dane más profundo en las manos del sujeto inconsciente— Que él pague la cuenta.

Recuperando su cuchillo.

— Nos vamos — declaró Rhett, guiándome hacia la salida— Hablaré con los ancianos sobre esto, Fabio está descartado de la lista, y si te obligan a casarte con él, haré lo mismo que hizo Natasha, no permitiré que te atén a un sujeto así para que te maltrate cada día.

Llegando al auto, abriendo la puerta para mí.

— Estoy bien Rhett... pero gracias.

Sonrojándome ante sus palabras.

¿Él haría eso por mí? ¿Interrumpir la boda? ¿Casarse conmigo a pesar de todo?

— El botiquín, Sabina.

Pidió a su hermana, acuclillándose frente a mí, observando mis dedos.

Rápidamente la rubia fue a la maleta, buscó lo que necesitaba y regresó con nosotros, entregándole la caja al castaño.

— Rhett, están fracturados — dijo Dane, tomando mi mano, observándolos— Se los acomodaré mientras buscas lo que necesitas.

Moviéndolos con delicadeza, probablemente buscando el mejor ángulo, esta mierda iba a doler.

— Sí... me hubiese gustado poder interrumpir la comida antes ¿Por qué no me dejaste sacarte de ahí?

Reclamó mi Segundo, buscando lo que necesitaba.

— Porque tendrías problemas si me sacabas de ahí, la regla dice que el idiota decide cuando puedo marcharme del lugar.

Apretando el palo de madera que Sabina acercó a mi boca, esto iba a doler.

Los escoltas estaban cubriendo lo necesario para que los curiosos no observaran lo que pasaba, pero, los morbosos que intentaron acercarse, al notar los banderines en los autos, rápidamente se dispersaron.

— Hubiese aceptado la sanción que fuera, sin objeciones, si con eso podía ahorrarte el mal trato.

Apreté el baja lenguas de madera cuando Dane hizo la señal, jalando del primero de mis dedos con fuerza, moviéndolo para posicionarlo en su lugar. El dolor me hizo partir el baja lenguas en tres partes, cerrando los ojos cuando llegó el turno del segundo, haciendo uso de todo mi autocontrol para no gritar.

El sudor recorría mi sien cuando por fin terminó, escupiendo la estúpida y frágil madera.

— No hubiese dejado que te sancionaran.

Dije con agotamiento, abriendo los ojos, agradeciendo a Dane por la ayuda luego.

— Y yo no te hubiese dicho que fui sancionado. Me lo hubiese merecido por romper la regla — inmovilizando mis falanges— Rompería cualquier maldita regla por ti, tonta, sin importar las consecuencias.

Comenzando a vendar.

— Que romántico estás hoy, hermanito — dijo la rubia, apoyándose en el auto, junto a nosotros, observándonos— Sigan distrayéndome, o volveré ahí dentro y mataré a ese sujeto para que no nos dé más problemas.

— No puedes matarlo o tendremos más problemas.

Dijo Dane, parándose frente a ella.

— Hablando de matar — dije yo, concentrada viendo como el castaño me vendaba— ¿Qué pasó con Vincenzo?

No he tenido tiempo de preguntar si sigue respirando.

— Está respirando, lamentablemente — dijo la rubia— No se me permite matar ¿Recuerdas? Le saqué a golpes la razón de por qué mintió así, dijo que sólo quería saber si Rhett pelearía por ti, que tú mereces sólo lo mejor.

En la mente de Vincenzo, lo hizo por razones nobles.

— Y yo no lo hice... — se lamentó el castaño— Por eso me odiaba, porque me obligué a cumplir la regla y no tomé riesgos.

Terminando de curar, colocándome un cabestrillo para que tuviera quieta la mano.

— Yo tampoco hice nada, la culpa es mía.

Respondí.

— No, es mía — se levantó— No toda la culpa de lo que sucede es tuya, sólo recuerda eso.

Miró a Dane.

— Vete con ella, Sabina y yo iremos al consejo, esta situación no puede volver a repetirse.

Voltee a verlos con rapidez.

— Yo también quiero ir.

Protesté.

— Tú tienes que descansar — dijo la rubia— Nos encargaremos de todo, pero, creo que Dane también debería venir, el sujeto es de su casa, debe notificar sobre los cuchillos que le clavó.

— Pero se quedaría sola... no me gusta eso.

Frunció el ceño el castaño.

— Sólo hagan lo que tengan que hacer — suspiré— De todas maneras, debo llegar a arreglar el desastre que dejé en casa.

— No tardaremos — Rhett se inclinó, plantando un beso en mis labios— ¿Chocolate y rollitos de canela?

— Sí por favor — sonriéndole— Nada como algo dulce para pasar el mal rato.

Me despedí de ellos, acomodando mi posición, Rhett cerró la puerta e hizo partir el auto con dos vehículos adicionales de escoltas, partiendo ellos por su cuenta en el vehículo restante, dividiendo nuestros caminos.

El chofer tuvo la amabilidad de encender el radio en lo que quedó de camino, todo estaba muy silencioso sin mis amigos por aquí, dejándome a solas con mis pensamientos, cada uno más perturbador que el anterior, cada uno más triste.

— No me gusta estar sola...

Apoyando mi cabeza en el vidrio, observando a mi alrededor con atención, nunca se sabe cuando algo pude salir mal, cuando... alguien aparezca.

***

Para cuando llegué a casa, la nieve tenía cubierta gran parte de la entrada principal, la estaban quitando con premura mientras mamá observaba, sigue dándole ansiedad que la nieve cubra la entrada de nuestra casa, solía temerle, ahora ya no más.

Dejé el auto con ayuda de quienes quitaban la nieve, arrastrándola hacia los lados para no hundir los tacones y lastimarme los tobillos, mientras el chofer sujetando el paraguas para mí, me guiaba hasta la entrada principal, dónde mamá esperaba.

— ¿Qué pasó?

Acercándose preocupada al ver el cabestrillo, observándome por todas partes, buscando algún otro daño.

— Salió mal... la comida.

Respondí, cerrando la puerta a mi espalda.

— ¿Con quién debías almorzar hoy?

Exigió saber.

— Con Fabio Caruso... me quebró dos dedos, dijo que su abuelo era parte del consejo, me dio a entender que al final de esto, terminaré casada con él, y que exigirá la prueba de la virginidad para comprobar mi pureza porque soy una zorra.

Omitiré la parte en la que también la insultaron a ella.

— ¿Y qué hiciste? No puedes dejar que un hijo de puta te trate así.

— No tuve que decir nada, los chicos se encargaron de hacer que Fabio se arrepintiera de todo lo que dijo e hizo. Fueron al consejo ahora para que esta situación no se repita, Fabio fue un idiota.

Le conté con lujo de detalles cómo fue que hicieron que se arrepintiera, viendo como su rostro pasaba de la preocupación a la pena, acercándose a mí, abrazándome con delicadeza, acariciando mi cabello.

— Lo siento... lo lamento tanto... — se le quebró la voz— Pensé que podría cambiar este mundo de mierda, que podría hacerlo mejor para ti... pero no he hecho nada... todo sigue siendo la misma mierda, no solucioné nada para ti...

Extendí mi brazo bueno y rodeé la cintura de la mujer, apoyando mi frente en su hombro, dejándome mimar.

— No es tu culpa, yo nunca te he culpado mamá.

— Tampoco es tu culpa, así que no vuelvas a tener ideas tontas como esas...

— Lo siento...

Y realmente estoy arrepentida del susto que le hice pasar en ese momento.

— Vamos con tu papá, de seguro él podrá hacer que Fabio sea descartado y no pueda invitarte nuevamente, mucho menos casarse contigo.

Negué.

— Dejó más que claro que ya hace lo suficiente por mí, arreglaré esto por mi cuenta.

Mamá retrocedió un poco para mirarme a la cara.

— Él sólo estaba molesto, no contigo, mi niña, Caesar es un idiota en ocasiones, pero no es mal padre, él sólo... se siente frustrado porque a pesar de sus esfuerzos no ha podido protegerte como mereces.

— Dijo que yo no sirvo para ser Boss.

Contesté dolida.

— Lo dijo, es cierto, y es que tu padre es un tonto que es muy malo con las palabras, lo que quiso decir, porque le pedí explicaciones, es que no deberías ser Boss si... te hace sufrir de esta manera, él quiere que seas feliz, quiere que vivas como quieras, está cansado de que te limiten como lo hacen con él, como lo hicieron conmigo...

Se me escapó una lagrima que rápidamente barrió con su pulgar.

— No voy a dejar que ellos ganen, no importa si me pierdo en el camino, yo no voy a dar mi brazo a torcer.

Dije con seguridad.

— Aradia, te estás autosaboteando, no creo que debieras continuar con esto, sólo... cedámosle el poder a alguien más, salgamos de aquí, vamos a Rusia, si vivimos con tus abuelos nada nos va a suceder, estaremos tranquilos, estaremos...

Di un paso atrás, dejando sus cálidos brazos, interrumpiéndola.

— Mamá, un Boss no retrocede, y si un hijo de puta llega al poder, imagina lo que sucedería con las otras mafias, con el resto de las personas, todo será un caos.

Dije yo.

— Esa responsabilidad no tiene por qué ser tuya.

Intentando tocarme, mamá estaba desesperada.

— ¿Y qué pasaría con Rhett, Sabina y Dane? Ellos han tenido un entrenamiento tan duro como el mío, ellos no conocen otra vida, otra misión más que esta, como yo, nuestras vidas, nuestro nacimiento fue por este propósito, y yo no voy a dar mi brazo a torcer por más cansada que esté.

Evitando que me tocara, si me toca, terminaré llorando otra vez.

Ahora lo comprendo, mi periodo está cerca. Yo paso por dos estados cuando está por venir, o estoy sensible, como ahora, o todo me molesta y quiero darle plomo a todo quien se me cruza, no hay más estados.

— Eso es lo que hace un Boss, soportar a pesar de las dificultades, pensar más allá, siempre — voltee en dirección a esa voz— Mi niña... lo siento, fui un idiota.

Miré a papá lucir tan afligido...

— No creas que voy a perdonarte así de fácil — respondí— No veo nada adornando mis dedos.

Moviéndolos como mamá solía hacer cada vez que él se disculpaba.

— Créeme que preparé uno para ti — acercándose— Me sentí tan culpable por la mierda que solté, estaba enojado, pero no contigo — puntualizó, parando frente a mí— Yo sólo intento protegerte de todo esto, de... ¿Qué pasó?

Observando mi brazo.

— Fabio Caruso le rompió dos dedos a tu hija, dijo que uno de los ancianos es su abuelo, que hará a Aradia su esposa y le exigirá la prueba de virginidad porque tu hija es una zorra.

Contó mamá en un breve resumen de las faltas del hijo de puta.

Papá deslizó esa sonrisa que me daba miedo cuando pequeña por su rostro, tomó mi mano buena y deslizó el anillo por mi dedo medio, un zafiro envuelto en oro blanco antes de plantar un beso sobre él.

— Deja que tu padre arreglará esto, hermosa.

Dijo, sonando orgulloso.

— No es necesario, Rhett, Sabina y Dane fueron al consejo para resolver esto.

La sonrisa se le borró, y en su lugar, se instaló una mueca de decepción.

— Pero yo quería hacer un escándalo, no es justo, Rhett siempre se me adelanta ¿De qué sirve ser tu papá si él siempre se me adelanta?

¿Cómo voy a enojarme cuando es un infantil de mierda?

— Quiero ver una película con ustedes ¿Y si... liberamos agenda y sólo... hacemos algo como familia? De seguro los mellizos estarán felices también.

Quiero volver a sentirme una niña, aunque sea una tarde.

— Me gusta el plan — dijo mamá— Últimamente no hacemos nada juntos.

Ambas miramos a papá, suplicantes.

El hombre estaba dudando, mirando a una y luego a la otra, rascándose la barbilla.

¿Cómo le pido al Boss una tarde de películas sabiendo todo lo que tiene para hacer?

— Llamaré a Santino — dijo por fin, antes de que yo abriera la boca para disculparme por mi estupidez— No todo es trabajo, también tengo que dedicarles tiempo a ustedes, he estado bastante ausente últimamente, lo siento.

Besando la coronilla de cada una.

— Llamo a Santino, Nat, tú te encargas de la comida, Ari, ve por los mellizos y ponte cómoda.

— ¡Si señor!

Respondimos con mamá al unísono, saludando a lo militar antes de dispersarnos.

De seguro a Santino le dará un infarto con esto, pero espero que lo entienda, hace años que no comparto un rato así con mis padres, con suerte las comidas y en ocasiones no todas, yo también los necesito, Ares y Eris los necesitan también, no somos sólo soldados, somos sus hijos, y... me gustaría verlos más seguido, sólo quiero aparentar ser una familia normal por unas horas.

Caminé a paso rápido hasta el segundo piso, directo al cuarto de Eris, encontrándola leyendo un libro sucio recostada en su cama, parece ir en la parte interesante porque la expresión de emoción no se la borra nadie.

— ¡Eris! ¿Qué estás haciendo?

Grité de pronto, tomándola desprevenida.

— ¡No estoy leyendo porno, lo juro!

Gritó la chiquilla, cayendo de la cama en el proceso, lanzando el libro hacia el frente.

No pude evitar las carcajadas que se me escaparon, viendo a Eris quejarse en el suelo por haber perdido la pagina en la que iba.

— Mocosa sucia — acercándome— Vine a buscarte y a pedir ayuda, me quebré unos dedos y no puedo quitarme el vestido ¿Me ayudas a cambiarme?

— ¿Sólo vienes a pedir favores? ¿Ahora qué hago yo con la página perdida? Iba en la mejor parte, hermana.

Tirándose de los pelos, observando el libro en el piso con desesperación.

— Y, después de eso, iremos a la sala de cine a ver una película con papá, mamá y Ares ¿Qué me dices ahora?

Se levantó rápidamente del piso, observándome con emoción.

— ¿Papá dijo que podíamos? ¿Nos dará una tarde?

Emocionada.

— Sí, él está llamando a Santino ahora para liberar su agenda, así que ayúdame a cambiarme y luego buscamos a Ares.

— ¿Por qué no comenzaste por ahí? ¿Qué esperamos?

Tomó mi mano y me arrastró por el pasillo hasta llegar al cuarto, cerró la puerta tras ella y sin tener que pedirle nada, con cuidado, me ayudó a quitarme prenda por prenda y colocarme el cómodo pijama, mi camiseta y mis largas calcetas, inclusive me ayudó a hacerme un alto moño en la cabeza, luego fuimos por Ares al cuarto, tocando repetidas veces la puerta, no quiero atraparlo viendo porno en vez de leerlo como Eris.

— ¿Qué?

Dijo apenas abrió la puerta, despeinado y en pijama, al parecer, lo despertamos de su siesta.

— Papá dice si quieres ir a ver una película con nosotros — dije yo— Mamá está llevando la comida a la sala de cine ahora.

El rostro le cambió en segundos, sonriendo amplio.

— ¿Seguro que papá dijo eso? ¿No me estás gastando una broma?

Estiré la mano y acaricié su cabello.

— Te lo juro, hermanito, papá liberó su agenda para estar con nosotros hoy.

Respondí.

Dejó el cuarto con emoción, tomando mi mano.

— ¿Y qué esperamos? ¡Vamos!

Tuvo toda la intención de comenzar a jalarme cuando vio el cabestrillo y mis dedos inmovilizados.

— ¿Qué te pasó?

Preguntó preocupado.

— Tuve unos problemas con un candidato a prometido — suspiré— pero Rhett ya se está encargando junto con mis amigos, así que no te preocupes, estoy bien, vamos con nuestros padres.

Asintió no muy convencido, comenzando a caminar más lento con Eris.

— No me gusta que tengas que heredar el cargo de papá...

Dijo en volumen bajo, mientras recorríamos el pasillo.

— Pero es mi deber — respondí yo— No te preocupes, estaré bien.

— Pero es peligroso — protestó— Siempre estás triste, ya no sonríes, te lastiman ¿Por qué tiene que ser así? Además... los ancianos te odian ¿Por qué? Es que no entiendo que tenga un hombre y qué no tenga una mujer.

Bajando los escalones.

— Tú no te preocupes por nada, Ares, me encargaré de que Eris y tú no tengan que pasar por nada de eso.

— A mí tampoco me gusta cómo te tratan...

Dijo Eris.

— Tranquilos chicos — besando la frente de cada uno— Estoy bien, en serio, sobre todo hoy, hace mucho que no tenemos una tarde en familia.

Dejaron de protestar cuando recordaron nuestros planes de la tarde, y juntos, caminamos hacia la sala de cine que papá construyó para mamá hace años.

Para la sorpresa nuestra, las butacas estaban siendo reorganizadas hacia los costados, pegándolas a las paredes para liberar el espacio del centro, dónde un cómodo sofá era instalado, y un montón de almohadas en el piso frente a este, trajeron mantas para todos, una mesa baja y una alta, llenándola de cosas dulces y saladas para comer, también tazas calientes, el olor a chocolate llenaba mis fosas nasales.

— ¿Qué esperan, mocosos? Acomodémonos.

Dijo papá, entrando por la puerta contraria a la que utilizamos nosotros con el móvil en la mano, mamá entró poco después, con un nuevo anillo reluciente en su mano izquierda, supongo que ellos también discutieron antes de esto.

— Papá ¿Realmente vas a darnos la tarde?

Preguntó Eris ilusionada.

— Sí, realmente es así, principessa, lamento no haberme dado cuenta de que... prácticamente no les dedico tiempo, yo... lo siento mucho, se los voy a compensar, lo juro.

— Papá, Aradia está lastimada, supongo que quien le hizo eso ya no respira ¿Cierto? — dijo Ares— Ari siempre está lastimada, por todas partes.

Señalándome.

— Em... Ares, estoy bien, dije que yo solucionaría mi problema.

Respondí.

— ¡Que no tiene por qué ser sólo problema! — protestó mi hermano— Sólo quiero que dejes de lastimarte ¿Es mucho pedir?

Mordí la cara interna de mi mejilla, sintiéndome culpable por preocuparlo.

— Lo lamento — estirando mi mano para acariciarle el cabello— Intentaré ser más cuidadosa ¿Sí? Para no hacerte preocupar.

— Es que me preocupo, Ari...

Mierda...

Es ese tipo de expresión la que quiero evitar que tengan.

— Me cuidaré más ¿De acuerdo? Borra esa cara triste, es tarde familiar — empujándolo con cariño hacia los cojines— Será divertido.

Asintió no muy convencido, Eris lo siguió, y tras ellos, comencé a caminar, sintiendo la mirada de papá sobre mí por demasiado tiempo, me hace sentir incómoda sentir que algo quiere decir, pero no se atreve a hacerlo en voz alta.

Preferí sentarme entre mis hermanos, quitarme el cabestrillo y abrazar a cada uno con mis brazos, apoyándome en las piernas de papá, él y mi madre estaban acomodados en el sofá a nuestra espalda, esta última, cubriéndonos con una enorme manta, besando la coronilla de cada uno.

— Yo no pensé que sería así...

Susurró más para ella que para nosotros.

— ¿Qué película vamos a ver?

Preguntó papá, tomando el control remoto, esperando.

— ¡Una de Disney!

Gritaron los mellizos al unísono.

— ¿Objeciones?

Preguntó mi progenitor.

— Ninguna.

Respondí yo, mamá no dijo nada.

Y así, nos quedamos, viendo el Rey león I.

Los mellizos se comieron todo lo que estaba a su alcance, mamá comenzó a llorar cuando Mufasa murió y terminó abriéndose paso entre nosotros, sentándose en el piso, más cerca de la mesa de los dulces, devorando las palomitas una tras otra, luego fueron las galletas de chocolate, después atacó los gusanitos de dulce, bebió tres tazas de chocolate, y cuando le pidió a papá las patatas fritas que estaban en su mesa... él no estaba.

El Rey león II la vimos a petición de mamá, por alguna razón estaba triste y no quería soltar a ninguno de nosotros.

Esa noche, dormimos en la sala de cine, entre almohadas y mantas, pero juntos, fue divertido... hace mucho que no dormíamos así, pero faltó papá ¿Qué habrá sido lo muy importante que tenía que hacer para dejarnos solos?

***

RHETT

Es por esto que no quería que Aradia viniera a hablar al consejo con nosotros, le dije que recibiría el castigo que me impusieran y que no le diría, hoy cometí una falta, o al menos eso nos hizo saber el abuelo anciano de Fabio.

A Dane, le dieron dieciocho latigazos, uno por cada año vivido. Sancionado por clavar sus cuchillos en las manos de su nieto.

A Sabina, Dane le dijo que se quedara callada y no diera detalles de lo que hizo, pero al ver el sufrimiento de nuestro amigo, insultó al anciano y le lanzó en la cara el diente que le arrancó a su nieto ¿En qué momento lo tomó? También le dijo que apuñaló su mano, estampó su rostro en el plato hasta partirlo en dos y lo dejó inconsciente.

Es una tonta, joder.

Sabina recibió veinte latigazos en la espalda, y veinte golpes en las manos con una varilla. La sangre brotaba de su piel, pero mi hermana se mordió la lengua y no dijo ni pio, ni siquiera tembló o se movió, no hizo nada. Sólo aceptó su castigo, se levantó, sacudió la sangre de sus manos y se puso de pie, sujetándose el top. La brutalidad de los latigazos en la espalda, terminaron rompiendo su brasier deportivo.

En cuanto a mí, por el puñetazo, por la supuesta falta de respeto al pedir que quitaran a su honorable nieto de la lista, recibí veinte latigazos, agregando veinte golpes con varilla en mis manos por atreverme a besar a Aradia, arriesgando su reputación, por esto último, recibí un par de puñetazos.

Digamos que la visita al consejo salió peor de lo que pensábamos.

Al llegar a casa, vi al Boss salir de la sala de cine, acomodándose el cabello con agobio, paseándose de un lugar al otro, al vernos llegar en el estado en el que estábamos, se acercó con preocupación, analizando a cada uno.

— Pero ¿Qué mierda pasó? Aradia dijo que iban al consejo ¿Qué les hicieron?

— Sólo lo que merecíamos — dije yo— Nadie pasará a llevar a Aradia en nuestra presencia, Fabio recibió lo que merecía por faltarle el respeto a mi Boss.

El Zar frunció el ceño y sujetó mi rostro, moviéndolo hacia los costados.

— Los tres, a la enfermería, se quedarán en observación esta noche — quitándose el saco de su traje, apoyándolo en los hombros de Sabina, iba casi desnuda de cintura hacia arriba, me hubiese encantado hacer lo mismo por ella, pero casi no podía moverme— ¿Qué pasó allá? ¿Qué dijeron?

Exigió saber.

Le contamos la resolución del caso, Aradia seguirá viendo a los quince candidatos, Fabio podrá seguir cortejándola, invitándola, y yo agregué que lo más probable es que él sea a quien elijan para que ella se case, que Ari no tiene ni voz ni voto en esa decisión.

Agregamos nuestros puntos de vista en lo sucedido en la comida, el Boss cada vez se ponía más rojo, furioso.

— Me encargaré de esto, las cosas no pueden seguir así — encendiendo el móvil, el Boss jamás lo apaga... ¿Por qué? — Vayan a tratarse — tocando la frente de los chicos— Tienen fiebre, pronto van a colapsar, deben estar sintiendo mucho dolor.

— Pero ¿Y Aradia? Le prometimos una pijamada hoy — protestó Sabina— Con todo respeto, Boss, tendré que desobedecerlo, ella no está bien.

— Y ustedes tampoco, deben saber cuando parar, es parte de su trabajo saber eso — señaló— Además, Ari está bien... está con su mamá y sus hermanos, Natasha... ella dijo que se quedaría con ellos esta noche, mañana se irá a Rusia con su familia y quiere llevárselos.

Abrí mucho los ojos, el frío me recorrió.

— ¿A Aradia también?

Pregunté.

— Es su plan, pero quedará a criterio de ella, Aradia dijo que pase lo que pase con ella, no dará su brazo a torcer, es una... tonta, masoquista, estúpida.

Apretando los dientes con impotencia.

Sé como se siente querer hacer lo mejor por ella, pero que la chiquilla tonta no coopere.

— Lamento mucho la situación, Boss, me encargaré de Aradia si decide quedarse.

Respondí.

— Primero encárgate de ti, llamaré a sus padres, a enfermería, ahora.

— Sí, Boss.

Respondimos al unísono, comenzando a caminar.

Antes de quitarme la ropa por completo, nuestros padres entraron por la puerta, papá Santino nos dio una charla de treinta minutos sobre aprender a cerrar la boca cuando fuese necesario, papá Aless en cambio, felicitó a Sabina por su honestidad y fortaleza, una asesina no se doblega — dijo— una asesina no deja que vean debilidades en ella, luego dejó que papá Santino le gritara también por abrir la boca de más.

Terminamos pasando la noche en la enfermería, la fiebre me hizo delirar, no pude pegar un ojo anoche, sudaba completo, sentía que todo mi cuerpo estaba envuelto en llamas, Dane no estaba mejor, en cambio Sabina, tomó asiento frente a las camillas de ambos, y nos tarareó una canción tras otra, cambiando nuestros trapos fríos para hacer que la fiebre bajara, a pesar de que su estado era el mismo que el nuestro, su fortaleza mental siempre ha sido mejor, eso admiro de ella.

A la mañana siguiente, decidí tomar un baño para eliminar el sudor de mi cuerpo, fui vendado otra vez y caminé hasta el cuarto de Aradia, no había nadie ahí, no había rastros de que alguien hubiese pasado la noche en esa cama.

Asustado por quizá haber llegado tarde para convencerla de no marcharse, bajé las escaleras con premura, buscando algún indicio de ella por la casa, lo que encontré fue una escena triste, sí, pero diferente a lo que había imaginado.

Natasha, Ares y Eris estaban saliendo por la puerta, estos dos últimos no paraban de llorar, Natasha intentaba convencer a Aradia para que se fuera con ellos, esta negó y dijo que debe cumplir con sus obligaciones, que quizá, cuando tenga un tiempo, vaya a visitarlos.

Estaba llorando.

— Disculpa — pregunté a una mucama que se cruzó en mi camino— ¿El Boss?

— No regresó ayer.

Contestó.

— Ya veo... muchas gracias.

Con tristeza, vi a Aradia despedirse de su mamá y sus hermanos, viendo el auto recorrer el camino hasta perderse en el exterior.

— Ari...

Dije yo, llamando su atención.

Ella volteó asustándose al ver mi apariencia, acercándose a grandes zancadas.

— ¿Qué pasó? ¿Quién te hizo esto?

Secándose los ojos repetidas veces, intentando borrar las lágrimas.

— Tú primero ¿Qué pasó aquí?

Pregunté, acomodándole el cabestrillo.

— Mis... padres discutieron, mamá dijo que no pensó que tener hijos con mi padre fuera así de cruel, que necesitaba un respiro así que... se fue a Rusia, quería que fuera con ella, pero...

— Las responsabilidades.

Asintió mientras le temblaba el labio.

— No puedo irme, no voy a darles en el gusto.

— Pero tus hermanos...

Comenzó a llorar más fuerte.

— Los voy a extrañar...

— ¿Qué pasó? ¿Por qué está llorando?

El Boss cruzó la entrada y se acercó a grandes zancadas a nosotros.

— ¡¿Por qué te fuiste?! — le gritó— ¿Por qué no te quedaste a arreglar las cosas con mamá?

Empujándolo sin moverlo ni un centímetro.

— No me digas que ella... que ya se fue...

Palideciendo.

— ¿Lo sabías? — preguntó molesta la pelinegra— Responde ¿Lo sabías?

Tardó un poco, pero asintió.

— ¡Eres un idiota! ¿Y si no regresa? ¿Y si me abandona aquí? ¿Y mis hermanos qué? Ellos se meten en mi cama casi todos los días, les gusta dormir conmigo, pero mamá se los llevó para alejarlos de tu mierda ¿Por qué no puedes ser un papá normal? ¡¿Dónde estabas?!

Empujándolo otra vez.

El Boss sólo bajó la cabeza y dejó que su hija desquitaría su furia con él, sujetándola por los brazos cuando ya fue suficiente.

— Intento hacer lo mejor que puedo ¿Sí? — su voz era demasiado frágil— Siempre intento hacer lo mejor por ustedes, por tu madre... yo la amo, Aradia, amo a esa mujer. Y si me fui ayer fue... fue por...

— Fue por nuestra culpa — dije yo— El consejo me dejó así, Sabina y Dane no están mejor, el Boss estaba intentando protegernos, estaba intentando que te dejaran en paz.

Negó completamente destruida, la indecisión era visible en sus ojos.

— Como siempre, soy la ultima en enterarse de todo, gracias.

Caminando hacia la salida vistiendo una camiseta y sus calcetines, nada más.

— Oye, espera ¿Dónde vas?

Dando grandes zancadas hacia ella, intentando alcanzarla.

— Necesito salir un momento.

— Aradia, ni siquiera estás vestida — le dijo el Boss— Sólo dame un tiempo, arreglaré las cosas con tu madre.

— ¿Cómo? ¿Con un anillo? ¿Crees que eso es suficiente?

Pasando de nosotros.

— Aradia, por favor, es mejor que te quedes, salir no es seguro, hace frío, estás herida.

Intenté otra vez.

— Regreso más tarde, necesito espacio, sólo... sólo necesito espacio — mirando al Boss— Y tú soluciona las cosas con mamá o no volveré a hablarte en la vida.

El chofer la ayudó a llegar al auto sin mojarse los calcetines, cerró la puerta y el auto se alejó.

— ¿Y si se va a Rusia?

Pregunté en voz alta, temeroso.

— No, ella quiere probablemente — respondió el Boss— Pero no va a irse, no va a darle el gusto a quienes la quieren fuera de aquí.

— ¿Dónde habrá ido?

Pregunté yo. Iba muy escasamente vestida.

— Probablemente con Vincenzo — suspiró— Siempre escapa a su casa cuando las cosas son muy sofocantes aquí.

Me quedé observando la entrada por al menos una hora, esperando a que regresara... pero no cruzó la puerta... no volverá pronto.







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NO TAN BUENAS BEBAS

COMO QUE LAS COSAS SIGUEN TIRANTES EN ESTA FAMILIA

CAESAR YA NO SABE QUÉ HACER

NATASHA PENSABA QUE LAS COSAS SERÍAN DIFERENTES

Y ESA TARDE FAMILIAR QUE EN REALIDAD NO FUE TAN FAMILIAR FUE PRACTICAMENTE UNA DESPEDIDA

ARES Y ERIS DEBEN ESTAR BIEN TRISTES 

ARADIA PARA QUÉ DECIR, DESTRUIDA

Y EL BOSS... ¿DEBIÓ QUEDARSE O ESTUVO BIEN EN IRSE? OPINIONES

EL CONSEJO DE ANCIANOS SE LES PASÓ LA MANO CON LOS TRES CHIQUILLOS

DE LA FIEBRE NO PUDIERON DORMIR DURANTE LA NOCHE

SABINA, FUERTE DE ESPIRITU LES CANTÓ A LOS OTROS DOS MIENTRAS LOS CUIDABA, UN AMOR

A FABIO LE QUEDARÁN GANAS DE MOLESTAR A ARADIA OTRA VEZ?

LAS COSAS SE ESTÁN COMPLICANDO

NOS LEEMOS EN EL PROXIMO CAPITULO BEBAS

BESITOS EN LA COLA

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