Capítulo 21

Levanté el culo del asiento y fui hasta Ardan sin hacerlo esperar, tomando asiento sobre sus piernas, sintiendo sus manos acomodarse en mi espalda baja y la otra sobre mis muslos, dándoles un ligero apretón a uno de estos, robándome un suspiro.

Si bien dicen que los calladitos son los peores, no lo había experimentado hasta ahora, encontrándome con ese par de ojos azules oscurecidos de deseo, y esa deliciosa boca que amenazaba con devorarme por completo.

— Quien te viera y quien te ve — dije— Tú que apenas me tocabas, ahora no puedes mantener las manos lejos de mí ¿Es que acaso te estoy dando problemas?

Acomodándome en su regazo, moviendo el trasero adrede sobre su pene, sintiéndolo ya ligeramente hinchado bajo mi peso.

— Sí, la verdad es que sí me estás dando muchos problemas — levantándome sin dificultad, acomodándome a horcajadas en un movimiento— ¿Quieres sentir como me tienes?

Levantando las caderas, apretando mi culo para frotarse conmigo, provocando que entreabriera los labios y soltara un jadeo.

— Martin.

Solté de forma amenazante, con los dientes apretados.

— Sí señorita. De inmediato.

El vidrio oscuro que separaba los ambientes subió de forma instantánea para darnos algo de privacidad, no tardé en enredar mis dedos en el cabello del rubio, acercándome para besarlo, comiéndole esa boca mientras movía las caderas para frotarme con él, movimiento que no le molestó para nada, es más, apoyó las manos en mi culo y empujó para hacer de la fricción más agresiva, llevándonos a perder la cabeza, tragándonos los gemidos del otro.

— Aradia... Eres una tentación andante ¿No puedes sólo... esperar hasta...?

— No, no puedo.

Yendo al ataque otra vez, besé sus labios, su barbilla y fui directo a su cuello, abrí mi boca para depositar un beso húmedo en la zona, mordisqueé con más fuerza de la necesaria, escuchándolo gemir, deslizando mi lengua después para calmar el dolor, acercándome otra vez para succionar la zona y dejar una marca, sintiendo las manos de Ardan colarse bajo mi ropa, directo al brasier, con toda intención de desabrocharlo.

¿Podré conseguir sexo esta vez? Sexo en el auto, es muy necesario tachar el sexo en el auto de la lista de cosas que quiero hacer con él.

Mis planes y los suyos se vieron frustrados cuando Boris se lanzó sobre nosotros, reventando nuestra burbuja, olvidé completamente que mi oso estuvo aquí todo el tiempo.

— Boris... — me quejé— Estoy intentando conseguir sexo.

Intentando quitarlo de entre nosotros sin suerte, sigue subiendo.

— Boris...

Intenté otra vez.

— Ok, ya entendí, ya entendí — rodando los ojos, rindiéndome— Ven aquí, oso celoso.

Levantándome del regazo de Ardan, dejándome caer en el asiento de al lado, Boris se montó encima inmediatamente después, apoyando sus patas en mi cara, aún lleva una de estas vendadas, el veterinario viene a visitarlo hoy para observar su progreso.

— Creo que hoy no será el día, bombón.

Dijo el rubio, acomodándose la erección, parecía cosa difícil mantenerla dentro de sus pantalones.

— ¿Necesitas ayuda?

Dije.

— No, se bajará eventualmente, además, no creo que a Boris le apetezca bajarse de encima de ti.

— ¿Quieres decir que dejarás que te vean el paquete las dependientas? Te recuerdo que todo esto — señalándolo— Es mío, por lo tanto, voy a hacer algo con eso.

Señalando su pito.

— ¿Celosa tan temprano por la mañana? Creo que es mi nueva cosa favorita, verte celosa, creí que tendrían que pasar meses para esto.

— Es tu culpa por ser todo lo que me gusta.

Bajando del asiento, arrodillándome entre sus piernas, levantando la mano para golpear el vidrio oscuro.

— Señorita.

Dijo Martin, bajando levemente el vidrio, educado y discreto, por eso lo mantengo como mi chofer personal.

— Los refrigerios de Boris.

Entregándome una cajita con moras, cerrando el vidrio otra vez.

— Toma Boris, entretente y deja que mami se ahogue voluntariamente con el pene de Ardan.

Le dije mientras abría la cajita plástica y se la ponía en frente, viéndolo muy entusiasmado, olvidándome por completo, centrándose en la caja.

— Aradia ¿Qué acabas de decir?

Ardan me miró, entrando en pánico otra vez, sujetándome por los brazos antes de poder llegar a la cinturilla de su pantalón.

— ¿Quieres acaso exhibirte? Ya te dije que no quiero que miren lo que es mí, es sólo una mamada, reservamos lo importante para la noche de bodas ¿Qué dices?

Su agarre se hizo débil, estaba dudando.

Aproveché ese momento de debilidad para retirar mi mano y apretarle el paquete con fuerza, escuchándolo soltar una maldición entre dientes.

— ¿Seguro quieres salir así?

Masajeándolo sobre el pantalón, viéndolo apoyar cada mano sobre sus rodillas, observándome desde lo alto con sus facciones endurecidas y ojos oscuros y fáciles de leer, emanando una necesidad de sexo que me estremece de pies a cabeza.

La música comenzó a sonar a buen volumen, Benito y su música estaban ayudando con el ambiente, Ardan estaba a una provocación de aceptar mi propuesta.

Me tienes el bicho ansioso —canté— Quédate en cuatro, que se veo precioso, ese culito es un tramposo...

Acariciando sus muslos, subiendo, subiendo hasta el borde de sus pantalones, moviéndome lento, sorprendiéndome y al mismo tiempo, sintiéndome orgullosa de haber logrado mi cometido al ver que no me apartó.

Sonreí triunfante cuando liberé su pene, saltando orgulloso hacia el frente, el glande brillante por el líquido preseminal, su extensión hinchada y cubierta de venas, sintiéndose duro como roca debajo de esa fina piel aterciopelada que se movía a medida que subía y bajaba mi mano, masturbándolo.

— Tienes prohibido correrte fuera de mi boca o vas a ensuciar mi ropa — advertí, acercando mi boca a lo que me quería comer— No he desayunado y sabes que me pongo de mal humor si no como algo... ¿Vas a darme lo que quiero o debo rogar un poco más?

Lamiendo lentamente la punta de su verga sin apartar la mirada, sintiendo su falo temblar bajo mi tacto mientras Ardan entreabría los labios soltando un jadeo.

— ¿Estás preguntando a estas alturas? — dijo, improvisando una coleta con mi cabello, sus manos eran la liga— Abre esa boca e intenta no arrepentirte. Bombón, soy un hombre paciente, pero soy todo menos un hombre bueno, te advierto que no es buena idea tentarme.

Rasguñé su pene levemente con mis uñas mientras lo masturbaba hacia abajo, sin borrar la sonrisa de satisfacción de mi rostro, viendo el de Ardan contraerse.

— Muéstrame entonces que tan malo eres, porque yo estoy muy lejos de ser un ángel, papi.

Abriendo la boca, sacando la lengua.

Casi, casi me arrepiento cuando dos dedos aplastaron mi lengua y empujaron hasta el fondo, entrando y saliendo, procurando provocarme arcadas cada vez que los metía, manteniéndome en mi lugar bien sujeta del cabello.

Podía ver el rostro de satisfacción con el que me miraba, es obvio que el sexo convencional no será lo suyo, es un De Santis, son extraños, todos tienen un fetiche extraño, a Sabina, por ejemplo, le encanta follar mientras desliza su cuchillo favorito por el cuerpo de su acompañante sin llegar a lastimarlos sólo para someterlos y ella tener el poder... luego los mata con el mismo cuchillo, pero para qué entrar en detalles.

— Abre bien bonita — dijo— Y trágalo.

Sujetando mi rostro desde las mejillas con una sola mano, hice lo que me pidió, sacando la lengua, viéndolo inclinarse sobre mí, derramando un hilillo de saliva dentro de mi boca, me sorprendió tanto que tragué por inercia, viéndolo deslizar su pulgar por mi labio inferior después.

— Eso es... buena chica — sujetando su pene— Toma tu recompensa.

Empujando mis labios con su glande, no dudé en abrir la boca permitiéndole marcar el ritmo, empujando hasta el fondo de mi garganta, pegando mi rostro a su pelvis, manteniéndome en esa posición hasta que se me calentó el rostro, probablemente rojo por la falta de aire y golpee su pierna, del cabello me elevó y permitió que tomara aire, guiándome de regreso a su erección, subiendo y bajando mientras levantaba las caderas y me empujaba hacia abajo, provocándome arcadas cada vez que giraba las caderas, riendo malicioso cada vez que me atoraba e intentaba mantener el ritmo mientras acariciaba su piel sensible con mi lengua, dejando las lagrimas recorrer libres mis mejillas, apretando las piernas para frotarme de alguna manera.

Yo estoy malditamente caliente, acabo de desbloquear un nuevo fetiche.

— Ah ah no — me regañó, aplastando mi rostro hacia su pene, manteniéndome ahí, con su pito en lo más profundo de mi garganta— Sin tocar, esto es un castigo por tus provocaciones, manos atrás — Intenté elevar la cabeza en busca de aire, no me lo permitió— Manos primero.

Presionó.

Llevé ambas manos a la espalda, sujetando una con otra, sólo entonces jaló del cabello para que levantara la cabeza, tosiendo y respirando de forma trabajosa para recuperar el aire perdido.

— ¿Era tan difícil?

Preguntó con esa sonrisa de satisfacción que me estremece completa, repercutiendo directo a mi entrepierna.

— Responde.

Exigió.

— No, no lo era.

Me esforcé en decir, me dolía un poco la garganta.

— Bien entonces — guiándome de regreso a su pene— Chúpalo.

Abrí la boca y continué tragándome ese trozo de carne que abulta mi garganta y me roba el aire, intentando recordarme cada vez que tenía arcadas que no debía soltarme las manos, apretando las piernas con fuerza, podría correrme sólo con esto, estaba increíblemente húmeda.

— Deja que me toque.

Pedí cuando levanté el rostro por un poco de aire, el auto lleva detenido al menos unos diez minutos, supongo que ya llegamos.

— ¿Y crees merecerlo?

Alzando mi mentón, plantando un beso agresivo sobre mis labios.

Hijo de puta quiere que le ruegue.

Insisto... estoy demasiado caliente, esto me gusta, este juego de roles me está volviendo loca.

— Por favor... Sólo quiero tocarme, mantendré la otra mano en mi espalda...

Supliqué.

— Si me llamas como hace un rato, puede que me lo piense.

Deslizando su pulgar por mi labio inferior.

— Por favor... papi, deja que me toque... por favor...

Restregando mi rostro en su verga, viéndolo apretar los dientes, tensando la mandíbula.

He ganado.

— De acuerdo — accedió— Agradece que estoy siendo benevolente.

— Gracias...

Dije después, deslizando mi zurda dentro de mi pantalón de cargo, acariciando mi clítoris con dos dedos, sintiendo el placer recorrerme por completo, tan húmeda, tan deseosa, tan caliente...

Ardan no se hizo esperar para follarme la foca de nuevo, acelerando los movimientos cuando su pene se hinchó en mi boca y tembló antes de derramar su semilla, manteniéndome quieta mientras tragaba todo lo que tenía para ofrecerme mientras movía mis dedos llegando a mi propia liberación, tan intensa que la sentí por todo mi cuerpo.

Para cuando me soltó, tosí y apoyé en el respaldo de los asientos delanteros, limpiando mi boca con el dorso de la mano, sosteniendo su mirada.

— Creo que se me pasó la mano — dijo— Lo siento.

Estirándose para golpear el vidrio negro, acomodando su ropa antes.

— ¿Sí?

Preguntó Martin.

— ¿Tienes pañuelos o tallas húmedas?

Dijo mi fogoso prometido.

— Si señor, me encargué de eso —Entregándole una bolsita— ¿Necesita algo más?

— ¿Agua?

Preguntó dudoso.

— Por supuesto.

Entregándole una botella.

— Eso es todo Martin, gracias.

Dijo Ardan.

Inmediatamente después, mi chofer subió el vidrio.

— Mierda... te dije que no me provocaras — tomando una toalla húmeda, limpiando mi rostro— Se corrió un poco el maquillaje, yo lo arreglo, lo arreglaré enseguida.

Carraspee levantando la mirada para observarlo.

— Acabo de desbloquear un nuevo fetiche — dije para tranquilizarlo— Mientras me desarmes y luego me cuides así, por favor, maltrátame cuando quieras.

La sonrisa de satisfacción y alivio se instaló en su rostro, limpiando con detalle el desastre que hizo de mí.

— Creí que ibas a cortarme las bolas si me comportaba de esta manera, intento ser un caballero.

Dijo.

— No intentes tanto, acabas de ganar unos mil puntos por esto, nunca en mi vida estuve tan caliente.

Soltó la toalla húmeda y terminó de limpiar con los pañuelitos, acercándome la botella de agua.

— Suenas como si tuvieras faringitis — dijo— Creo que se me pasó la mano.

Ayudándome a ponerme de pie, sentándome sobre sus piernas, tanto tiempo arrodillada las debilitó.

— Bueno, si alguien pregunta, pesqué un resfriado, valió la pena.

Bebiendo un largo trago.

— Quien diría que el Boss tiene fetiches de sumisa — atusando mi cabello— No dejas de sorprenderme.

— Yo tampoco me conocía esta faceta — dejando la botella de lado— Estoy sorprendida de cuanto lo disfruté, vamos Boris.

Estirando las manos hacia el oso que se ha comido casi toda la mora.

— Ah... — suspiró— Sentía que me iba a explotar la polla — abriendo la puerta— Gracias, Aradia.

— Que quede claro que yo mando el resto del tiempo.

Dije saltando fuera del auto con Boris encima.

— Por supuesto, Boss.

Tomó mi mano y plantó un beso sobre esta.

— Equilibrio — suspiré— A esto me refiero.

Entregándole a Boris, entrando juntos a la tienda escoltados por mis perros.

— Si te da muchos problemas, llámame y vengo por él.

Dije.

— Tú tranquila, Boris estará bien, traje las moras.

Levantando la cajita plástica.

— Con eso se quedará tranquilo, nos vemos más tarde entonces.

— Nos vemos.

Dijo, enganchando su brazo a mi cintura, acercándose para plantar un beso sobre mis labios antes de dar media vuelta e irse por su pasillo.

— Cada día me gusta más — suspirando como tonta, dando media vuelta para ir por mi pasillo— Si sigue así terminaré enamorándome.

Llegué a mi apartado, un enorme sofá y una plataforma circular en el centro, rodeado de paredes de espejo para poder observarme en el vestido en todas las posiciones posibles, los escoltas se quedaron fuera de la puerta para custodiar la entrada.

— ¡Ya llegué!

Di un brinco del susto, volteando para ver a la rubia entrar en el espacio, dando brincos.

— Joder, Sabina, casi me matas de un susto ¿Cuándo llegaste?

— Yo siempre estuve ahí — dijo— Pero en el auto con los escoltas ¿Olvidas que soy la jefa de seguridad? Si tú sales, yo te sigo, son las reglas, pero parecías muy ocupada con mi primo en el auto — alzando las cejas, sugerente— ¿Qué pasó? Quiero los detalles sucios.

La dependienta se acercó con dos copas de champagne para cada una, Sabina tomó ambas y les dio un sorbo, sintiendo el sabor en su paladar.

— Adelante, no hay problema.

Entregándome una.

— Preferiría que alguien más pruebe si envenenaron lo que estoy bebiendo, bruta, a ti si me dolería perderte.

— Es lo más lindo que me has dicho en la vida — dejándose caer en el sofá— Pero no estamos aquí para eso, ya quítate la ropa y pruébate toda la tienda, hay ropa interior para la noche de bodas también, bonita ¿Nos traerías los modelitos más morbosos, por favor?

Le dijo a la dependienta, esperando instrucciones.

— Claro, regreso enseguida — me miró— Boss, seleccioné los mejores modelos de la tienda en base a sus gustos conversados anteriormente, siéntase libre de probarse lo que guste.

— Gracias.

Dije con simpleza, viéndola alejarse, sólo entonces comencé a quitarme la ropa, lanzándosela a la rubia, bebiéndome la copa de champagne de un sorbo.

— Ahora, detalles morbosos y la explicación de por qué hablas como si tuvieras la peor faringitis de tu vida, ayer no hablabas así.

Rodé los ojos con una sonrisa en la boca, ella no desistiría, razón por la cual le conté con lujo de detalles lo que ha pasado desde la noche anterior, hasta ahora en el auto, viéndose cada vez más emocionada en lo que avanzaba la historia, haciendo especial énfasis en lo asustada que me tiene el hecho de que me gustó demasiado lo que hizo y dijo en el auto, nadie me ha tratado con ese nivel de autoridad antes, nadie, yo soy la máxima autoridad joder, entonces... que me hable así...

— Entonces, en resumen, te mueres por abrirle las piernas, pero él quiere esperar a la noche de bodas — sirviendo otra copa para ambas— Y a ti te gusta que te escupan, bonito, muy bonito.

Voltee a mirarla mal, quitándome el tercer vestido que me probaba, no me gustaba, el estilo sirena era un poco incómodo para el movimiento.

— Sólo digo que se sintió bien ser sometida de esa manera en ese momento, el ambiente era muy... wow — tomando el cuarto vestido— Pero es tan grande Sabina, joder, tan...

— No detalles en cuanto a tamaño, es mi primo, que asco, gracias — se apresuró a decir— Pero puedo hacerme la idea si te dejó hablando como cincuentón que fuma veinte cajetillas diarias.

Carcajee.

— Eres una tonta.

— Una tonta que será la dama de honor — levantándose para ir hacia sus vestidos— Me voy a ver de puta madre en azul.

Analizando las prendas.

— Te emociona esto ¿No?

Dije, metiéndome en el vestido, subiendo el cierre, observándome.

— Claro que me emociona — respondió quitándose la ropa, lanzándola al sofá— Mi mejor amiga casi hermana se casa y está feliz por ello, es motivo para celebrar — metiéndose en el vestido— además, está desesperada por su dosis de penedol.

Subiéndose el cierre.

— Listo, me quedo con este.

Observándose al espejo.

Abrí la boca con indignación al ver lo rápido que decidió.

— ¿Tan rápido?

— Así de rápida soy.

Su elección fue un vestido en azul sin mangas con un escote pronunciado cubierto por transparencia, la tela cubierta de diamantes de cintura hacia arriba, y la falda, corta adelante alargándose de forma irregular hacia atrás.

— No me cambies el tema, hablemos del penedol — insistió— ¿Qué tal calentarlo con un show antes de la prueba de la virtud?

Dijo.

— Dime más, eso me interesa.

Observando mi cuarta elección.

Un vestido strapless con un escote pronunciado casi llegando a mi ombligo, ajustado tipo corsé que me hace unas tetas estupendas, la falda amplia y larga hasta el piso derramándose un par de centímetros a mi alrededor, con una larga cola, un vestido de encaje precioso con el que me sentía bonita e imponente al mismo tiempo.

— Amiga, tú bailas mejor que puta, tienes todas las de ganar ¿Por qué no le pones una silla en el centro del salón y le bailas esas cancioncitas Árabes que te salen de puta madre? Ese movimiento de tetas y cadera lo va a volver loco, sólo imagina la cara de los ancianos, las ganas que te van a tener los tíos y lo duro que te va a follar mi primo por esa provocación.

Me lo pensé.

— Oye no es mala idea, lo caliento y molesto al resto al mismo tiempo, es el plan perfecto.

— Entonces nos pondremos a trabajar en un lujoso traje, lo vas a ocultar bajo el vestido, así te desnudas delante de todos para que le dé cinco infartos a esos ancianos de mierda y a Fabio se le explote el cerebro de los celos.

— Por eso tu y yo somos amigas — carcajeando— Haremos eso, y yo también acabo de tomar mi elección — señalándome— ¿Cómo me veo?

— Te ves como la octava puta maravilla — silbando— Que pena quitarse semejante obra de arte, pero te vas a ver tan perra amiga, que vale la pena.

Reí.

— Mejor ayúdame a elegir la ropa para la noche de bodas — observando las prendas ordenadas a un costado— La bata de seda va sí o sí.

— Yo no sé por qué nos esforzamos tanto en estas cosas si no dura nada puesto — me siguió— Pero es lindo provocar.

Asentí de acuerdo con ella.

Veinte minutos tardamos en elegir el perfecto, de seguro Ardan morirá de un infarto cuando me vea.

***

Ardan y yo nos encontramos a la salida, ambos sonrientes, sin decir una sola palabra por nuestras elecciones, Sabina se fue con los escoltas y nosotros pasamos a una cafetería a hacer un desayuno/almuerzo antes de volver a casa, nuestra casa ahora, con la mudanza en proceso.

— ¡Miriam! — corriendo tras una de las mucamas de las que aprendí el nombre— ¿Me harías un favorcito?

Susurrando.

— Claro señorita, dígame.

— ¿Puede preparar el cuarto matrimonial? Ardan y yo compartiremos cuarto, aunque él no lo sabe aún.

Ella sonrió coqueta.

— Por supuesto, señorita, esa sorpresa le encantará a mi amo.

Agradecí y regresé al comedor dónde la muestra para el coctel esperaba, Ardan se ha comido la mitad de lo que había ya y eso que no tardé ni cinco minutos en ir y volver.

— ¿Y bien? ¿Estás al menos saboreando para elegir?

Me mostró el menú, señalando lo que tenía tachado.

— Hambriento, pero diligente, bombón, prueba estas, están deliciosas.

Metiendo una trufa en mi boca, estaba tan deliciosa que podría babear sobre la mesa completa ahora.

— Muchas de estas, un montón de estas — señalé tomando otra— Joder, que delicia.

— ¿Verdad? — preguntó, tomando otra— Mil de estas es poco ¿Cierto?

— Sí... yo creo que sí — miré a la chica— Son mil quinientos invitados y yo sola podría comerme cien por mi cuenta, muy fácilmente.

Dije.

— En ese caso unas cinco mil estaría bien — dijo— Así todos tendrían la posibilidad de repetirse.

— Cinco mil entonces — dije— Ardan, anota.

— Si señora — tomando el lápiz y el menú— Prueba estos también, no sé de que son estos mini panecillos, pero que sean unos cinco mil de estos también.

— Totalmente de acuerdo.

Dije cuando metí uno a mi boca.

Creo que terminaremos eligiendo de todo un poco, todo estaba delicioso, pero al menos nos estábamos divirtiendo.

— Oye, debemos dejar espacio para las tortas — dijo Ardan— Me llamó Max, la pastelera viene para que probemos si estamos de acuerdo con los sabores.

Asentí, metiendo un mini rollito de canela en mi boca.

— Tú tranquilo, mi estomago es un agujero negro, podría comer todo el día sin problemas.

Tomó mi mano y tiró de esta, pegándome a su pecho.

— Esa boquita es muy buena para comer — plantando un beso en mis labios— Nunca vi a nadie tragando como tú.

Acariciando mi garganta con una de sus manos.

WHAT ARE WE TALKING ABOUT?!

— Siento lastima, lastima de ti primo — Dijo Sabina desde el marco de la puerta, apareciendo de la nada— Intentando ser caballero cuando lo que quieres comerte no está sobre la mesa.

Fingiendo falsa lastima mientras lo miraba.

— Pero podría — dijo él— Podría apoyarla sobre la mesa y...

Cerró los ojos y negó lentamente, borrando esa imagen de su cabeza.

— Yo me encargo de la silla de ruedas — dijo la rubia— ¡Dane! ¡Necesitamos asistencia!

Gritó hacia el pasillo.

El castañito de mi SubSegundo apareció en la escena, mirando en todas direcciones, agitado luego de su carrera.

— ¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Para qué me necesitan?

Preguntó en cuanto recuperó el aliento.

— Tú eres el experto en silla de ruedas — Dijo la rubia— En ese estado te dejan cada vez que tienes sexo — apretándose el estómago mientras carcajeaba— Hasta Bambi camina mejor que tú.

Fue imposible no estallar en carcajadas, viendo a Dane alzar ambos dedos medios en nuestra dirección, quejándose de Ardan que también se ríe de sus desgracias.

Si todos mis días van a ser así, entre morbo y risas, quiero vivir así hasta el último de mis días.

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BUENAS BUENAS HIJAS DE SATÁN

FUE INEVITABLE NO ESCRIBIR OTRO CAPITULO LUEGO DE LO RAPIDO QUE LLEGARON A NUESTRO ACUERDO DE LOS 200 COMENTARIOS 

ARDAN JODEEEER QUE ME DIO HASTA CALORCITO ESCRIBIENDO

ESTE HOMBRE ES FUEGO PURO

ARADIA DEJÓ LA PUERTA DE LA JAULA DEL LEÓN ABIERTA Y ESTE SE LA COMIÓ COMPLETITA

ARADIA NUNCA PENSÓ QUE ARDAN ERA ASÍ DE FOGOSO, YO CREO QUE SE LO VA A PENSAR DOS VECES ANTES DE PROVOCARLO

ME IMAGINO SUS OTROS CASTIGOS SI AHORA SE ESTÁ LIMITANDO

UUUUFFFFF ES QUE ESE HOMBRE ME HACE VER EL CIELO EN EL INFIERNO BBCITASS

ADORÉ LA ELECCIÓN DE VESTIDOS DE LAS CHICAS

SABINA SIEMPRE SEXY

ARADIA TODA UNA DIOSA

Y DANE? JAJAJAJAJA POBRE DANE, TODOS SE METEN CON EL POBRE

PERO ADMITAMOSLO, QUE ESTUVO GRACIOSO LO QUE LE DIJO SABINA JAJAJAJA QUE PASE EL EXPERTO EN SILLAS DE RUEDAS

AAAAH BESTIES, ME ENCANTA INTERACTUAR CON USTEDES

BESITOS EN LA COLA Y QUE TENGAN BUEN DÍA MAÑANA

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