Capítulo 20
Mi cuerpo tembló de emoción al sentir sus ásperas manos levantar lentamente mi camiseta, apoyándolas en mis caderas, jadeando al percatarse de la ropa interior que llevaba encima. No fue adrede, juro que no elegí la ropa con esta intención, sólo... sucedió, no tengo ropa interior más grande, simplemente... no hay.
Llevaba unas bragas de hilo en transparencia, un pequeño triangulo en el frente cubriendo solo lo necesario, Ardan no apartaba la mirada, deslizando sus manos hasta mi cintura, apretando ligeramente la piel accesible, provocándome escalofríos en el buen sentido de la palabra, humedeciéndome a una velocidad que me asustaba, el vino es un buen motor para encender el cuerpo.
Sus manos se detuvieron cuando llegó al borde inferior de mis pechos, me los quité en cuanto apagamos la luz para que no se percatara, no puedo dormir con brasier, y ahora estoy auto felicitándome por ello, al ver su mirada sorprendida y la forma en la que remojaba sus labios, repitiendo ese movimiento, rozando sus dedos con el borde de mis pechos, observando mi semi desnudez, intentando no moverse para no lastimarse por accidente con el cuchillo que tenía contra el abdomen.
— Aradia... creo... creo que esto es...
— ¿Me vas a ayudar a dormir o no? Realmente no tengo sueño ahora y todo es tu culpa, deberías hacerte responsable.
Clavando el cuchillo en la pared para que dejara de ser un estorbo, escuchándolo jadear.
— Pareces muy reacio a ayudarme — dije— Pero estás jadeándome ahora ¿Debería sentirme alagada u ofendida?
Tiró de mi cuerpo, pegándome al suyo, sintiendo la dureza que se clavaba con insistencia en mi abdomen, Rhett era grande, sí, pero el de Ardan era tan largo como el suyo y un tanto más... ancho, si no tenía cuidado literalmente mañana estaré en problemas y necesito poder salir de la cama, hay muchas cosas que tenemos que hacer.
— No dije que no quisiera ayudarte — deslizando su mano por mi espalda baja hasta mi trasero, apretando una de mis nalgas con fuerza mientras movía la pelvis, frotándose conmigo— ¿Quién está jadeando ahora?
Con sorpresa, levanté la cabeza para mirarlo ¿Ese jadeo fue mío?
— Y-yo... — Mordí mi lengua por accidente cuando repitió ese movimiento, apretándome el culo— ¿Cómo quieres que logre formular una respuesta coherente cuando estás tentándome así?
— ¿Yo te estoy tentando? — Alzándome sin dificultad, rodeándose las caderas con mis piernas, pegando mi espalda en la pared, sosteniéndome por el culo— Si no mal recuerdo, fuiste tú la que esperó fuera del baño, y nuevamente, fuiste tú quien comenzó a tocarme.
Frotándose otra vez, en esta oportunidad, con mi entrepierna, viéndome forzada a gemir, sosteniéndome por sus hombros para no sentir que caería, apretando los dientes, sin evadir la mirada.
— Me ves como si quisieras matarme en estos momentos — dijo— Eso me excita.
Susurró muy cerca de mi oído, plantando un beso bajo mi oreja.
Cerré los ojos y me entregué a las sensaciones, deslizando mis manos desde sus hombros hasta su cuello, ascendiendo, enredándolas en su cabello, sintiéndolo suave y dócil entre mis dedos. Todo él olía a perfume, champú y ese toque personal suyo que me está nublando los sentidos.
— Estás loco... sólo un loco se excitaría si yo quisiera matarte justo ahora.
Me esforcé en decir, mordiendo su cuello, deslizando mi lengua por este, plantando un beso después, disfrutando del continuo roce entre nuestros cuerpos.
Una de sus manos sostenía mi trasero, la otra en estos momentos recorre mi cintura directo a mis pechos, deteniéndose al sentir el piercing entre sus dedos cuando tuvo la intención de apretar uno de estos.
— ¿Perforados?
Se alejó un poco, alzando una ceja en mi dirección, viéndome con diversión.
— ¿Sorpresa?
Dije yo, entreabriendo los labios cuando atrapó mi pezón y tiró ligeramente de él, provocándome tanto dolor como placer.
— ¿Esta era la sorpresa de la que hablabas con Max?
Deslizando su nariz por mi cuello, mordisqueando con fuerza, lamiendo luego para calmar el escozor.
Estaba completamente a su merced.
— No, es una sorpresa diferente — echando la cabeza hacia atrás, forzándome por hablar— Pero me alegra saber que esta también te haya gustado.
"Tu madre no crío a una perra cobarde"
Las palabras de Sabina se me vinieron a la cabeza en estos momentos ¿Por qué? Me encantaría tener la respuesta, la rubia siempre interrumpe los momentos como este ¿Qué me impide continuar ahora?
Armándome de valor, deslicé mi diestra entre nuestros cuerpos, llegando al borde de su ropa interior, masajeando su verga, escuchándolo gemir.
— Aradia...
Dijo en un gemido ahogado, atragantándose con las palabras, moviendo su pelvis contra mi mano, pegándome con mayor fuerza a la pared, tirando de mi pezón nuevamente.
— Sólo... ya dejemos los juegos, ya sólo...
Sus labios me callaron, besándome con necesidad, casi no podía seguirle el ritmo mientras mordía mi labio inferior con fuerza, obligándome a abrir la boca, deslizando su lengua dentro, acariciándose con mi lengua, regresando a mis labios sin dejar de tocarme, deshaciéndome entre sus brazos, perdiendo la cabeza.
— Ardan... por favor...
Me las arreglé para suplicar.
— No puedo... — se las arregló él para decir, separándose ligeramente de mi boca— Dije que luego del matrimonio — apoyando su frente en la mía— Y cumpliré mi palabra.
— Pero...
Negó respirando de forma trabajosa con expresión de dolor, debe ser difícil soportar las ganas cuando tienes el pito así de duro.
— Soy mejor que él, déjame probártelo por favor. Estoy intentando — tragó grueso— Respetarte, pero no me la pones fácil.
Jadeando cuando le apreté ligeramente el pene, sólo para molestarlo.
— Yo pensé que iba a ser tortuoso el hecho de follar con un desconocido cuando nos casáramos, pero entre más te conozco, más me gustas, y más desesperada tacho los días en mi calendario para que llegue la maldita noche de bodas — frunciendo el ceño— Si no vamos a tener sexo — pataleando para que me bajara— Al menos, me debes un estriptis.
Tocando el suelo con mis pies, señalándolo con molestia.
— Ebria te pones mucho más sincera y... nudista — dijo con gracia— Vamos a la cama y...
Se le atoraron las palabras en la garganta cuando apoyé mi mano en su pene otra vez.
— Un estriptis o nada.
— Ni siquiera sé que hora es, mañana hay que levantarse temprano, deberíamos...
— Estriptis.
Insistí, tirando del elástico de su bóxer, luego soltándolo. El elástico rebotó justo sobre su verga, me divirtió verlo quejarse con autentico dolor, pero al menos podía ver el glande asomarse por sobre su ropa interior, punto para mí.
— No vas a rendirte ¿Cierto?
Negué.
— Merezco mi recompensa por ser calentada. No calientes lo que no te vas a comer.
Ahora entiendo la molestia de quienes me decían microondas.
Tomaré como consejo de mí para mí, no beber de más cuando esté él de frente o terminaré cometiendo más locuras de las que cometería sobria.
— Ok, tienes razón, pero, con una condición.
Tomando mi mano.
— ¿Estarás en posición de pedir condiciones?
De todas maneras, lo seguí directo al baño, encendió la luz y me soltó.
— Tú me dices si quieres o no, pero será más divertido si yo tengo algo para ver también ¿No crees?
Acercándose al iPod en la pared, buscó algo en especifico y lo devolvió a su lugar, Feeling Good de Michael Bublé llenó el espacio, Ardan se acercó a la bañera, vertió un poco de burbujas y dio el agua caliente, retrocediendo con los brazos abiertos hasta la ducha.
— Tú te bañas por ahí — señalando la tina que comenzaba a llenarse— Y yo lo hago por acá, asegurándome de darte una muy buena visual.
Señalando la ducha.
"Tu madre no crío a una perra cobarde"
— ¿Y por qué no te estás desnudando?
Dije con coquetería, sujetando el borde de mi camiseta, jalando de ella con lentitud hacia arriba, moviendo las caderas al ritmo de la música, haciéndolo esperar hasta quitarme por fin la camiseta, lanzándola al piso.
— Te toca.
Me vi en la necesidad de chasquear los dedos cuando su vista se quedó fija en mis pechos, sin moverse ni un centímetro.
— Eres... hermosa.
Dijo.
— Yo estoy viendo muchas cosas que me gustan en estos momentos, pero hay mucha ropa estorbando.
Sujetó la camiseta con una mano y jaló de esta en un único movimiento, dejándose la ropa interior, la punta de su pito sigue asomándose sobre el bóxer, y a mí se me hace agua la boca por poder pasar la lengua por esa humedad.
— Y ahora veo más cosas que me gustan.
Deslizando los pulgares bajo el hilo de mis bragas, jugando con este.
— No sé si esto sea buena idea — dijo de pronto, muy pendiente a mis bragas— Si continuamos...
— ¿Si continuamos qué?
Deslizando las bragas apenas unos centímetros más abajo.
— Si continuamos no sé si pueda seguir conteniéndome.
Dijo, dando unos pasos más cerca, cortando el agua de la bañera, ya estaba casi llena.
— ¿Y quién te lo está pidiendo?
Tiré de las bragas fuera, lanzándoselas, viéndolo atraparlas al aire, apretándola con fuerza entre sus manos.
— A la bañera, ahora — gruñó, respirando de forma trabajosa— Vas a tener que aplacar esas ganas tú sola ¿Cómo lo vas a hacer, Bombón?
Sigue con la idea de respetarme ¿Por qué es tan respetuoso, joder?
Pero yo soy muy, muy buena siendo mala.
— Tengo una idea sobre cómo poder ayudarme ya que eres un aburrido. Espérame.
Sonreí maliciosa, dando media vuelta para dejar el cuarto de baño, me acerqué a la cama, arrodillándome junto a esta, sacando una de las cerámicas del piso, quitándole la tapa a mi caja de las maravillas, escogiendo un vibrador compatible con el agua, cubriendo todo otra vez como si aquí no hubiera pasado nada, levantándome con piernas torpes, caminando de regreso al cuarto de baño, dónde Ardan se acomodaba el cabello y guardaba la erección dentro del bóxer, parecía muy sofocado, un león enjaulado paseándose de un lugar a otro, volteando la vista en mi dirección apenas entré en su territorio.
— ¿Qué...?
Calló al ver el aparatito que levanté con inocencia, moviéndolo hacia los lados.
— Tú te lo pierdes — caminando hacia la bañera— Pobre león enjaulado...
Fingiendo falsa tristeza, entrando al agua, recostándome de modo que la curvatura superior de mis pechos quedara expuesta, sonriendo con malicia, subiendo una de mis piernas al borde de la tina para abrirme, encendí el vibrador y sumergí, apoyándolo en mi clítoris, sintiendo la descarga de placer recorrerme por completo, cerré los ojos y gemí, moviendo las caderas, encendiendo la segunda función, un succionador que hacía maravillas, porque hoy conseguía mi orgasmo con o sin la ayuda de mi pobre león.
— Ya que no tendré mi estriptis, al menos dame un show privado — pedí— Estoy tocándome por tu culpa justo ahora.
Meneando las caderas bajo el agua, salpicando fuera un poco, mordiendo mi labio inferior, aumentando la velocidad de las vibraciones, perdiendo la cabeza.
— Carajo Aradia... carajo, carajo, carajo.
Quitándose la prenda restante que cubría aquello que quería ver, rodeando su erección con su mano inmediatamente después, masturbándose sin pudor alguno, observándome con verdadero odio mientras gruñía y soltaba graves gemidos, aumentando mi libido.
Mi cuerpo se hizo más sensibles, mis pechos se endurecieron, y mis pezones, erguidos rogando por atención, lastimándose por la tensión provocada por las perforaciones, por eso me gustaban, porque un mero roce hace que se sienta bien, razón por la cual no dudé en llevar dos de mis dedos a estos, apretándolos y jalando de estos, provocando tanto dolor como placer, aumentando el poder de las succiones de mi juguetito, aumentando la vibración, sintiendo el cosquilleo en mi vientre bajo, pronto llegaría, necesitaba ese maldito orgasmo.
— Maldita sea, Aradia.
Dijo Ardan otra vez, caminando hacia la ducha, dando el agua fría, apoyando una mano en la puerta de cristal, permitiéndome ver todo el espectáculo mientras el agua caía sobre él como cascada, no quería perder detalle de su masturbación que parecía un poco... dolorosa, el león enjaulado apretaba su polla al bajar, relajaba un poco cuando subía y rozaba su glande con el pulgar, provocándole temblores por todo el cuerpo, apretando los dientes antes de soltar un gemido grave que hizo vibrar mi pecho mientras alcanzo mi propia liberación, atreviéndome a sostener su mirada, incapaz de cerrar la boca mientras los gemidos escapan de entre mis labios y el orgasmo me atraviesa con fuerza, viéndolo a él mover la mano con mayor rapidez, más rudo, eyaculando al fin, salpicando el vidrio frente a él, gruesas descargas blancas que caían a sus pies, confundiéndose con el agua.
— Mierda...
Solté yo, tomando largas bocanadas de aire para recuperar el aliento.
— Sí... mierda.
Coincidió él, apoyando ambas manos en el cristal, componiéndose.
Salí del agua con las burbujas sobre parte de mi cuerpo y la mitad del cabello mojado, dejando mi juguete a un lado, caminando hacia la ducha, viendo a Ardan entrar en pánico otra vez, entrando en ese espacio con él, dando el agua caliente para tomar un baño.
— ¿Qué?
Pregunté, colocándome bajo el chorro, humedeciéndome el cabello.
— El día que yo te coja Aradia, te haré pagar todas tus provocaciones.
Dijo, mirándome como si me odiara, dándome una nalgada.
Di un respingo y estiré mi mano para tomar el champú.
— ¿Se supone que eso será un castigo? — sonriendo de lado— Tendrás que pensar en algo más que nalgadas para asustarme — extendiendo el champú hacia él— ¿Me bañas por favor?
Pedí sabiendo muy bien lo que hacía.
Lo iba a tentar hasta que el deseo le ardiera en lo más profundo de su cuerpo.
— Difícilmente podré mantener la cordura si continuas por este camino, bombón — derramando un poco de champú en su mano— Y tranquila, que no tengo sólo nalgadas preparadas para ti.
Lavando mi cabello, su pene apoyado sobre mi vientre, erecto a más no poder.
— Mmm... cinco...quince...
— ¿Qué estás haciendo?
Preguntó, masajeándome la cabeza.
— Shh... estoy contando.
— ¿Qué estás contando?
Insistió.
— Tengo que comenzar de nuevo por tu culpa — bufé— Cinco... diez... quince... veinte, veinticinco... veintiséis.
Levanté la cabeza para mirarlo con horror.
— Es enorme, y grueso, vas a partirme.
Ardan me miró, miró su pene y soltó una carcajada, negando.
— ¿Eso es lo que estabas contando? ¿Cómo?
— De nudillo a nudillo, son diez centímetros, la punta de mi dedo son dos punto cinco centímetros, así que sólo fue cuestión de concentrarme porque veo un pene y la ilusión de otro, creo que se me pasaron tantito las copas.
Sonreí.
— ¿Sólo un poco?
Alzando una ceja antes de llevarme de regreso al agua, enjuagando.
— Bueno, puede que bastante, pero que bien lo pasamos eh — fruncí el ceño— No me cambies el tema, hablemos de que vas a partirme, hazte responsable, jovencito.
— ¿Jovencito? — riendo— Hablemos de que soy mayor que tú, seis años mayor.
— A mí me gustan mayores, de esos que llaman señores, de los que te abren la puerta y te mandan flores. A mi me gustan más grandes, que no me quepa en la boca...
Cubrió mi boca sin dejarme continuar con mi canción, observándome con sorpresa.
— ¡Aradia! — reprendiéndome entre risas— ¿Qué canción es esa?
Quité su mano de mi boca, señalando mi cabello, Ardan asintió y siguió enjuagando.
— Mira, si yo le rezara a un hombre, le rezaría a Benito, Benito es mi hombre — viéndolo poner acondicionador en sus manos, sacándome del agua y aplicármelo— ¿Te canto otra?
— No sé porqué me asusta decirte que sí.
Carcajee.
— En tus ojos veo el mar — moviendo la cabeza al ritmo que sonaba en mi cabeza— Mami llévame en tu ola, hoy me siento bien puta, re...
Acercó su boca a la mía, callándome con un beso.
— ¿Si sigo cantando me vas a dar otro? Porque súbitamente me dieron unas increíbles ganas de cantar.
— No tienes que cantar para eso.
Arrinconándome entre la pared y su cuerpo, el agua cayendo sobre nuestros cuerpos y su boca devorando la mía por completo, dejando a sus manos recorrer cuanto quisieran mientras las mías se dedicaban a masturbarlo y pasar la palma por su glande, sólo para deleitarme al sentirlo temblar, memoricé muy bien como le gusta, rudo, le gusta el dolor al masoquista de mierda.
No me detuve hasta que su excitación salpicó mi abdomen y parte del suyo, ambos respirando agitados, esta vez, sí tomándonos en serio el bañarnos e ir a la cama, el sol se asoma por el horizonte y teníamos un largo día por delante, necesitábamos dormir.
Regresamos al cuarto ambos envueltos en nuestra propia toalla, Ardan con una pequeña alrededor de su cadera, y la mía un poco más grande para cubrirme el cuerpo, ambos con el cabello seco para no coger una pulmonía.
— ¿Qué haces?
Pregunté, viéndolo caminar hacia su colchón.
— Acostarme para dormir.
Tomando un bóxer limpio de su maleta.
— Ya sólo duerme en la cama ¿De qué sirve que duermas en el piso ahora? — robándole una camiseta, dejé caer la toalla y me la puse— Ya sólo vamos a dormir — bostecé— No nos queda mucho tiempo para descansar.
— Pero está Boris en la cama.
Señalando al pequeño que dormía en el lado izquierdo de la misma.
— Yo duermo en el medio y tú en la orilla, quiero ser la cuchara pequeña — arrastrándolo hacia la cama— Boris está chiquito todavía, ni siquiera molesta.
Abriendo las mantas, subiendo ambos a la cama.
— Deja que me ponga una camiseta al menos, tú ni siquiera llevas bragas.
Dijo.
— Agh ya cállate — cubriéndonos a ambos con las mantas— Hace frío, voy a usar tu cuerpo como calentador.
Abrazándolo, sintiendo su cuerpo relajarse, ya perdió la guerra.
— Bien, tú ganas bombón — devolviendo el gesto, entrelazando sus piernas con las mías— No hagas ninguna locura por la noche o te juro que te amarraré de manos y pies para que te quedes tranquila.
Besando mi coronilla.
— No me des ideas que comienza a parecerme interesante la idea de que me amarres.
La mano que se mantenía en mi espalda, descendió por mi cadera y llegó a mi culo, dándole un apretó.
— Anotado. No me des ideas a mí que estás acumulando.
— A mí me gustan mayores...
Me besó otra vez, impidiéndome cantar.
— Sí, en la boca voy a metértelo para ver si dejas de provocarme, mocosa.
Susurró y yo me estremecí por completo.
— De esos que llaman señores...
Continué.
— Ya duérmete, si continuas, iré a dormir al colchón.
— ¿No te gustan mis canciones?
Pregunté.
— Me excitan tus canciones, me miras con esos ojos que piden que les entregue todo y yo... yo quiero dártelo, así que basta, dame tregua.
Bingo.
— Sólo por hoy, mañana continuo — bostecé— Pero si quieres que cante lo que sigue...
Me besó otra vez.
— Acumula... Acumula, bombón.
Luego de eso, me dormí.
***
A la mañana siguiente, la maldita alarma sonó derritiéndome los sesos, me dolía tanto la cabeza luego de todas esas copas que yo...
La alarma se detuvo.
Abrí los ojos de golpe, viendo a Ardan bajando el brazo luego de apagar la alarma, estirándose, no lleva camiseta, la mañana hace maravillas con ese pene y yo no llevo ropa interior, sólo su camiseta.
— Ay carajo — mirándolo— Carajo... carajo...
— ¿Ya te arrepentiste de todo lo que ocurrió anoche? He escuchado a tu padre decirle psiquiátrica a tu madre en un par de ocasiones cuando participan en alguna misión, no pensé que lo loca era hereditario.
Me sonrojé.
— Que quede muy claro que no me arrepiento de nada. Y sí, puede que me falle un poco la cabeza, pero si quieres que te compruebe que no estoy arrepentida, yo podía...
Sonrió.
— Esos juguetes hay que empacarlos para llevarlos a casa — dejándome tomar asiento sobre sus piernas a horcajadas— ¿Sigues queriendo mudarte conmigo?
— Estoy muy convencida de ello, así que pongamos en marcha la mudanza y vamos a elegir nuestra ropa para la boda.
Besó mi nariz y me hizo levantarme, dejando la cama también, mirando a Boris.
— ¿Puedo llevarlo conmigo? Se va a asustar si ve a tantas personas entrar aquí para empacar tus pertenencias.
Dijo.
Ok. Definitivamente tengo que casarme con este hombre.
— Está bien, es todo tuyo, pero no lo pierdas de vista, es muy curioso.
— No te preocupes, estaremos bien.
Cada quien se preocupó de alistarse, me vestí, maquillé y perfumé, reuniéndome con él en el cuarto, Boris iba en brazos del rubio, haciendo sus ruiditos a modo de saludo cuando me vio, saliendo todos del cuarto, bajando las escaleras, entonces me encontré con Santino.
— Hola — dije yo, un poco incómoda— ¿Cómo estás?
— Hola Aradia — sonriendo como siempre— Bien, los días de descanso me sientan de maravilla, pero estoy intranquilo, nunca estuve tanto tiempo sin trabajar, estaba a punto de ir a buscarte para que me dejes reincorporarme.
— ¿Estás seguro que eso quieres?
Pregunté.
— Sí, tener más tiempo libre es... tener tiempo para que mi cabeza piense demás y no quiero eso.
Rhett. Debe de pensar en Rhett, claro.
Suspiré.
— Está bien, reincorpórate al trabajo desde hoy, necesito que me ayudes a organizar la mudanza, me iré con Ardan, es agotador tener que ir y venir todo el tiempo.
— ¿Mudarse? Ah... tu papá nos va a matar a todos — le temblaron las manos— Primero a Rhett por lo que hizo, y luego a mí por no estarte vigilando para que nada te pase — paseándose de un lugar al otro— Vamos a morir todos, todos vamos a morir.
Pobre, debe estar bajo mucho estrés.
Debo dejar de ser tan blanda maldita sea.
— Agh está bien Santino, cálmate antes de que se te reviente una arteria — rodando los ojos— Yo voy a interceder para que no muera nadie, papá no va a estrangular a nadie ¿Ok?
— ¿Y tu mamá? Yo le tengo más miedo a Natasha.
Dijo.
— Si mamá me ve feliz, ella estará feliz, tú tranquilo.
— ¿Entonces nadie va a morir? ¿Me lo juras?
Suspiré.
— Te lo juro — rodé los ojos— Y tu hijo seguirá una semana más ahí abajo, pero te permito curarle esa espalda antes que muera de una infección, se ve de la mierda.
— Gracias Aradia, gracias — abrazándome— He hablado con él, Aless ha hablado con él, no volverá a suceder.
— Más le vale, porque no seré blanda la próxima vez y voy a necesitarte, porque él no está capacitado para ser mi segundo.
Soltándolo y viendo su rostro de tristeza.
— Lo sé, lo sé, pero él se ganará tu confianza, lo sé, Rhett es muy diligente, sólo tiene que volver a enfocarse.
— Tendrá una semana más para pensar — comenzando a caminar— Te encargo la mudanza por favor, Sabina, Dane, Eris y Ares vienen conmigo.
— De acuerdo, enviaré todo a casa de Ardan lo antes posible, si necesitan algo, sólo avísenme.
— Gracias — dije— y... tres cerámicas desde la mesa de noche hacia la puerta... se levanta, hay una caja ahí dentro, empaca esa caja también, pero no veas el contenido.
Alzó una ceja en mi dirección.
— ¿Algo que no debo saber?
— Definitivamente no quieres saberlo — mirando a Ardan— Vamos antes de que lleguemos tarde.
— Sí, tienes razón — dijo el Rubio, tomándome de la mano— Adiós Santino, nos vemos y gracias.
— No es nada, adiós.
Ardan y yo dejamos la casa atrás, montados en su auto.
Las palmas me picaban por ponerlas encima del rubio, quiero atención, quiero que me toque de nuevo, quiero que me bese.
Entonces se me ocurrió una idea.
— Martin — hablando al chofer— ¿Puedes poner a Bad Bunny por favor? Necesito escuchar a Benito para comenzar el día, hoy tengo ganas de cantar.
— Claro señorita.
Respondió.
De reojo, Ardan me miró con esa picara sonrisa que me alborota las mariposas.
— ¿Hoy también quieres acumular, bombón?
Preguntó.
— ¿Tú que crees papi?
Tomó aire al escucharme llamarlo así, palmeando su regazo.
— Sé obediente y toma asiento entonces.
Cúbrete los ojos Boris que esta película es 4K.
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BUENAS BUENAS HIJAS DE SATAAAN
ME HE DADO CUENTA QUE CADA VEZ QUE HAY CAPITULO HOT HAY MENOS COMENTARIOS
¿POR QUÉ SERÁ GRUPO DE PECADORAS?
DEMASIADO OCUPADAS PARA LEER CON UNA SOLA MANO? JAJAJAJAJAJAJA
YA ESTAMOS VIENDO EL AUTOCONTROL DE ARDAN QUEBRARSE EN MIL PEDAZOS
ARADIA CON ALCOHOL EN EL SISTEMA ES COSA SERIA
ME ENCANTAN LAS PROVOCACIONES DE ARADIAAAAAA
Y AHORA SE VAN A IR A VIVIR JUNTOS CARAJOOO, QUE TOMARON LA DECISIÓN
Y ARDAN QUERIENDO LLEVARSE A BORIS PARA QUE NO SE ASUSTE... ME ENCANTA
Y SABEN BESTIES? ESTOY SEGURA DE QUE ARADIA ESTÁ POR PRESIONAR UN BOTÓN PELIGROSO, ARDAN NO PARECE TAN TRANQUILO COMO ELLA CREE
YO TAMBIÉN QUIERO LLAMARTE PAPI, ARDAN, TE AMO
Y SANTINO ALIVIADO PORQUE NADIE PERDERÁ LA CABEZA, AY BB TODOS TE AMAMOS
NOS LEEMOS EN EL PROXIMO CAPITULO MIS AMORES
BESITOS EN LA COLA Y RECENSE UN PADRE NUESTRO JAJAJAJA
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