Capítulo 18
ARDAN.
La chica pelinegra sentada frente a mí temblaba con insistencia mientras intentaba explicarse, las palabras se le atoraban en la garganta y cuando lograba dejarlas salir, cada frase venía acompañada de un perdón o un lo siento, intentando de todas las maneras posibles que no me molestara con ella.
Por más que intenté hacer que me escuchara, Aradia seguía repitiendo las dos mismas palabras, disculpándose por algo que para nuestras familias es una falta gravísima, una enorme deshonra, una acción que podría llevarla a perder el poder.
— Aradia, mira — sujetando sus hombros— Escúchame.
— Lo siento...
Susurró de nuevo.
— Cuéntame desde el comienzo qué pasó ¿Por qué te acompleja tanto? La primera vez debe ser algo memorable, lo hiciste porque querías ¿O no?
Cuestioné.
— Es que... — su labio tembló— Yo... le entregué mi virginidad porque dijo que se casaría conmigo, no había problema si lo hacía con él porque de todas maneras iba a ser su mujer, pensé, pero apenas consiguió lo que quería, comenzó a actuar como un idiota y... me dejó — levantando la cabeza para mirarme— Fui una tonta por confiar en él.
Estiré mi mano y sequé la lágrima que se escapó de uno de sus ojos.
— ¿Quién fue?
Pregunté.
— Fue... Rhett, mi Segundo.
Tomé una larga respiración, intentando mantener mi molestia a raya.
— Sabina siempre dijo que su hermano era un idiota, un amargado, supongo que fue diferente contigo hasta conseguir lo que quería.
Dije.
— Así fue. De niños nos llevábamos bien, cuando crecimos, su actitud dependía mucho de quién nos acompañaba, era uno cuando estábamos solos y otro completamente diferente cuando había personas alrededor, ahora me doy cuenta que sólo intentaba engañarme.
— Y ahora está intentando arruinar tu oportunidad, arriesgando tu rango en el proceso.
Otra lagrima se le escapó, sus manos sujetas a mis brazos no dejaban de temblar, estaba nerviosa, muy nerviosa.
— Sí... es que quizá se molestó conmigo porque en la mañana le dije que, si los comparaba a ti y a él, contigo todo se sentía más sincero porque no te molestaba mostrar afecto o preocupación cuando hay más personas, y tú... dijiste que me apoyarías en esto de ser Boss, Rhett me dijo que no quería nada de eso, no quiere que lo señalen, no quiere conformarse sólo conmigo, tampoco está en sus planes casarse, lo dijo expresamente, fui solo un polvo para él y... y me arruinó, lo arruinó todo.
Me levanté de la cama con más rapidez de la que tenía planeado, apretando los puños a mis costados, viendo a la pelinegra con el peor rostro que le he visto desde que nos conocimos, no me gusta verla así, ella no lo merece.
— Ardan... perdón... yo no quería engañarte, yo... tenía vergüenza de contarlo, no quería arruinar esto.
Levantándose, esta vez sin poder detener las lágrimas, ella, un Boss que no llora, uno que no debe llorar.
— No es justo que para ustedes las chicas las reglas sean tan estrictas, y no es justo para ti que te arriesgues a perder todo sólo por un imbécil que quería acostarse contigo sabiendo lo que arriesgabas, esa mierda no la hace un hombre, no miente para tener un polvo — tomando su mano— O lo sacas tú de mi casa o lo moleré a golpes. Su ego de macho ofendido intentó arruinar lo que estabas consiguiendo, no debe ser fácil obligarse a contraer matrimonio a tu edad, no le importó que pudieras perder el cargo a pesar de todo lo que te has esforzado — sus hombros temblaron mientras las lagrimas le mojaban las mejillas— No puede quedarse así Aradia, será muy tu Segundo y tu amigo de la infancia, pero merece una sanción por esto.
— Sí, llamaré a mis escoltas — se esforzó por decir— Despertaré a mis hermanos, deja que busque a Boris y me marcharé, yo... lo siento por haberte mentido.
Negué, acercando mis pulgares para secar sus lágrimas.
— Tenemos un día planeado para hoy ¿No?
Sonriéndole con calidez.
No está en mis planes hacerla sentir como ese idiota, Sabina me contó tantas maravillas sobre ella, tantos pesares que carga sola sobre sus hombros...
Ahora se ve tan vulnerable, tan... humana ¿Cómo voy a recriminarle el que confiara en ese bastardo? Ella no tiene la culpa de esa traición.
— Pero te mentí, yo no soy virgen.
Insistió.
— Y yo no soy casto — encogiéndome de hombros— Además, tu primera vez debería ser un recuerdo feliz y claramente no lo fue — acercándome para abrazarla— Guardemos eso para nosotros ¿Sí? Nadie sabrá sobre esto, nuestra boda seguirá tal cual y ese idiota de Rhett, voy a darle una paliza por haber jugado contigo.
— ¿De verdad no estás enojado?
Devolviendo el abrazo con lentitud, apoyando su rostro en el espacio entre mi pecho y estómago.
— Fuiste victima de toda esta situación, te mintieron, así que no, no estoy enojado, no hay razones para molestarme contigo, pero sí quiero partirle la cara a ese hijo de puta — soltándola— Llama a tus escoltas, lo quiero fuera de mi casa.
Di media vuelta y dejé el cuarto, recorriendo el pasillo a grandes zancadas, bajando los escalones de dos en dos, apresurándome a llegar a la sala, todos se pusieron de pie al verme entrar, preocupados por lo que sea que Aradia y yo hubiésemos conversado.
— Tú.
Dije con rabia, acortando la distancia hasta Rhett, sujeté el cuello de su polo y estampé un duro golpe contra su rostro, apretó los dientes y respondió devolviendo el golpe con la misma fuerza, limpié la sangre que escurrió por mi labio y arremetí contra él otra vez, cayendo ambos al piso, tomando la delantera golpeándolo sin descanso, furioso.
Tomé la navaja que siempre guardo en mi bota, con clara intención de lastimarlo, fue su padre quien me detuvo antes de clavársela en el brazo.
— Yo... sé que se lo merece — dijo— Pero es mi hijo, no puedo... — tragó grueso— No puedo ver esto.
Y yo lo entendía.
— ¿Te das cuenta que casi arruinó a Aradia? — dije— Este bastardo — señalando al sujeto que escupió sangre, apoyándose en los codos para alzarse— jugó con el Boss, la usó y le mintió. Yo no soy así de inmaduro — dije— Yo jamás prometería cosas que no voy a cumplir sólo por un polvo, menos si esa persona es alguien importante para mí, tu hijo es un poco hombre y lo quiero fuera de mi casa, ahora.
Aradia apareció por el umbral con el móvil pegado a la oreja, secándose las lágrimas, al menos se ve un poco más tranquila que hace unos minutos.
— Sí, Romeo, una sanción nivel amarillo — dijo— Se quedará en el calabozo por dos semanas, pan y agua será lo único que recibirá, pueden venir por él.
Cortó la llamada y se acercó, observando a Rhett desde lo alto.
— Era tu amiga, nos criamos juntos, somos prácticamente familia, pero antes que tu amiga, soy tu Boss y vas a aprender a respetarme — dijo— Si vuelves a traicionarme de esta manera, voy a exiliarte, un castigo piadoso sólo por ser hijo de Santino y Aless.
Tres escoltas llegaron a la sala, dando sus respetos al Boss.
— Llévenselo.
Ordenó sin una pisca de amabilidad.
Su orden rápidamente fue acatada, me levanté del piso para facilitarles la tarea, viendo a Rhett ser jalado por los brazos para ponerse de pie.
— Debiste haberle hecho caso a Sabina cuando te dijo que soy un arrogante y un amargado — dijo el Segundo— Nadie dice que soy un mal polvo, admite que...
De un puñetazo le cerré la boca, nadie necesitaba detalles de lo sucedido, esto no volverá a mencionarse si es para avergonzar al Boss.
— Sáquenlo de aquí.
Ordenó Aradia con los dientes apretados.
Esta vez, Rhett si abandonó la sala siendo arrastrado por los escoltas, dejándonos a solas y en paz, por fin.
— ¿Qué pasó? ¿Qué hablaron? ¿Qué te dijo?
Sabina bombardeó a la pelinegra de preguntas, secándole los rastros de lágrimas, tomándola de la mano para acercarla al sofá, donde Dane le tomó la mano, invitándola a sentarse a su lado, la rubia tomando posición en el lado libre, ambos abrazándola y acariciando su espalda, consolándola.
Santino no sabía qué hacer, sigue mirando el camino por dónde se llevaron a su hijo, debe ser duro estar de brazos cruzados sabiendo que lo van a castigar.
En la mafia italiana, las sanciones son divididas según cuatro códigos de color:
Nivel verde. Un par de golpes sólo para hacerlo entrar en razón, como los que acabo de darle a Rhett.
Nivel amarillo. Dejar marcas en su piel para que no olvide su falta. Normalmente utilizan la varilla o el látigo para esto.
Nivel rojo. Fracturas. Para llegar a este nivel, antes se te debió dar al menos dos advertencias, si no acataste la orden, terminarás con alguna parte de tu cuerpo rota.
Nivel negro. Muerte. Tu familia no tiene permitido velarte, tampoco tendrá tumba. Su cuerpo desaparecerá como desaparecen los tantos otros de los sujetos que se atreven a ir en contra nuestra, en contra del Boss.
— Aradia... de haber sabido que Rhett haría esto, no lo obligaba a salir de la cama — se disculpó Santino, acuclillándose frente a ella— ¿Qué pasó?
— ¿Por qué mi hermana está llorando?
Ares entró a la sala, cruzándola a grandes zancadas, acercándose a Aradia mientras esta respiraba profundo y miraba hacia arriba, obligándose a no llorar, queriendo ponerse esa careta de sin emociones que los Boss siempre utilizan.
— ¿Tú la hiciste llorar?
Me señaló el chico, furioso.
— ¿Quién hizo llorar a quién? — Eris se acercó, haciendo girar un cuchillo entre sus dedos, mirándome mal — ¿Te atreviste a hacerla llorar?
— Que no fue él — dijo Aradia— No fue él, fue Rhett, casi arruina mi oportunidad.
Mirando a todo el mundo.
— Dijiste casi — Santino me miró— ¿Eso quiere decir...?
— Aradia me contó lo sucedido — suspiré— No puedo enojarme con alguien que fue engañada, ella confió en él, se arriesgó por él ¿Por qué me enojaría cuando ella es la victima aquí?
— Gracias al cielo — el color regresó al rostro del hombre— Creí que todo estaba perdido, gracias Ardan, por entender.
— Entonces sigo siendo la dama de honor ¿Cierto? Porque estoy viendo vestidos en línea y realmente quiero usar una de mis opciones.
Dijo Sabina, acariciando la espalda de Aradia.
— Nuestros planes siguen en pie — dije— Ya veremos qué hacer el día de la boda cuando pidan la prueba de la virtud, no dejaré que la humillen o que le impidan ser Boss sólo por haber tenido sexo, joder, que sínicos son todos, los hombres de las cuatro casas traen mujeres diferentes cada día a sus camas ¿Y las chicas no pueden hacerlo? Aradia, esa una de las cosas que vamos a cambiar cuando nos casemos, yo te voy a ayudar, es tiempo de nivelar las cosas aquí, gústele a quien le guste.
La chica se levantó del sofá y caminó hasta el lugar dónde yo estaba sentado, abrazándome por el cuello con esos pequeños brazos, acomodándose entre mis piernas.
— Gracias...
Acaricié su espalda, sintiéndome aliviado al percibir que los temblores de su cuerpo se detuvieron, por fin se estaba relajando.
— No hay nada qué agradecer, todo está bien.
Estuve al borde del quiebre de mi cordura cuando Aradia tomó asiento sobre una de mis piernas, sin soltarme. El corazón amenazaba con saltarme fuera del pecho en cualquier momento, se me aceleró el pulso y el aroma a vainilla que emanaba me confunde los sentidos.
Hasta ahora, lo que me ha mostrado, lo bueno y lo malo, me gusta, ella me gusta, me gustaba cuando no la conocía, cuando Sabina me contaba historias suyas, sobre la víbora astuta que seducía hombres y luego les daba un feliz desenlace, una técnica mortal que jamás le ha fallado, una mujer increíblemente fuerte que ha sobrevivido a la presión de ser repudiada por todo el mundo, manteniendo la frente en alto en todo momento, sonriendo arrogante y demostrando que está más que capacitada para el cargo, cerrando la boca de esos ancianos de mierda que creen que por ser chica el ser Boss es demasiado para ella.
Yo creo que Aradia es maravillosa en toda la extensión de la palabra, me vuelve loco cuando coquetea y me mira con esos ojos azules que parecen congelarme el alma. Mis instintos me dicen que debería ir más rápido, que debería... al menos tocarla un poco, pero mi cordura que predomina hasta ahora, dice que la respete y haga las cosas a su ritmo, ya pasó por una situación nada grata en cuanto a sexo, yo no quiero ser igual.
El día que ella y yo compartamos la cama, será el día en que ella me desee tanto que ni la mejor de sus mascaras de emociones podrá ocultarlo.
El día que ella y yo tengamos sexo, será porque ella así lo decidió. No voy a obligarla, no después de haber sido obligada toda su vida a cumplir con reglas que no la hacían feliz, por esta razón, no habrá noche de bodas, quiero que nuestra primera vez sea natural, que lo recuerde como un momento feliz, ella no necesita más traumas.
— ¿Qué me dices si comemos algo dulce para pasar el mal rato? — pregunté, acomodándola sobre mis piernas, no sería bueno si apoya el culo sobre mi verga, eso me daría problemas, duros problemas— Luego terminamos de hablar sobre los detalles de la boda, más tarde podemos decidir dónde iremos de luna de miel ¿Qué me dices? Podrías... quedarte aquí esta noche.
Me soltó y observó con detenimiento, mi cuello sintió el frío y la ausencia de su tacto de forma inmediata.
— Quiero comer chocolate — dijo— Y sí, quiero quedarme, volver a casa será responder preguntas de por qué envié a Rhett al calabozo y no quiero preocuparme de eso hoy.
— Haré que preparen tu cuarto entonces, lo equiparán con todo lo que puedas necesitar, pediré los chocolates ¿De acuerdo?
Asintió, dejando mis piernas, sentándose en el sofá.
Me hubiese encantado quedarme así por más tiempo.
Lento... debes ir lento, Ardan.
— Yo también quiero chocolates, galán.
Dijo Sabina, viéndome ponerme de pie.
— ¿Qué hay de ustedes? ¿Ya comieron?
Preguntando a los mellizos.
— Sí — respondió la pelinegra— Las mucamas fueron muy amables, comimos en la cocina con ellas hasta atiborrarnos de dulces, estuvo delicioso.
— Pueden volver por más cuando quieran, haré que equipen sus cuartos también, si hay algo que quieran, no duden en pedirlo.
— Ah... Aradia — suspiró Eris— Yo quiero casarme con uno así cuando llegue mi momento ¿No tendrás un hermano por ahí?
Aradia carcajeó.
— Eres joven, disfruta tu juventud, chiquilla tonta.
— Lamentablemente no tengo hermanos — dije— Pero siempre puedes hacer una Selección de candidatos como lo hizo Aradia, encontrarás a alguien que sea lo que estás buscando.
— Lo pensaré, a ella le salió bien, también quiero intentarlo.
Dejé a todos hablando en la sala, caminando hacia la cocina, viendo a las mucamas muy divertidas con Boris, este les hacía gracia para recibir carne como premio, se lo estaba pasando de maravilla.
Me gusta ese oso.
— Señor, no quería interrumpirlo porque estaba con su prometida — dijo una de ellas, viéndose acomplejada— Samanta está afuera, pregunta por usted con insistencia, no hemos querido darle ninguna respuesta concreta antes de consultarlo con usted.
Samanta, uno de los polvos que solía repetir porque no era pegajosa... hasta ahora.
— Dile que voy a casarme, no voy a recibirla, no volveré a recibir a otra chica en la vida. Tomé mi decisión, para mí, el matrimonio es un compromiso serio, los De Santis no faltamos a nuestra palabra.
— Sí señor, se lo informaremos de inmediato.
— Y necesito que equipen el cuarto de mi prometida, sólo lo mejor, quiero que se sienta cómoda, y compren juguetes para Boris también, el pobre debe aburrirse — mirando al oso jugando con las mucamas— Bueno... no parece aburrido ahora — sonriendo— También preparen cuartos para los mellizos, mi prima y Dane.
— Claro señor, comenzaremos a trabajar en eso.
Anotando.
Mis mucamas son sumamente diligentes y rápidas, también discretas.
— Y... dulces, necesito chocolate, un montón de chocolates, Aradia está un poco triste, quiero subirle el ánimo.
Las mucamas rieron entre ellas, cuchicheando.
— Dentro de poco le llevaremos todo lo que tenemos, señor, más tarde hablaremos con la señorita para consultar sus preferencias sobre las comidas y las meriendas, para preparar todo cuando se mude definitivamente.
— Gracias María, dejo eso en tus manos entonces, Aradia será la señora de esta casa, me gustaría que se sienta cómoda e hiciera los cambios que estime convenientes, hablen con ella, comenzaremos con los cambios lo antes posible, necesito averiguar qué hace en sus tiempos libres, ambientaremos las habitaciones para que pueda seguir haciéndolo.
— Por supuesto, señor.
Regresé a la sala y tomé asiento junto a la pelinegra, concentrándome en responder las preguntas de Santino, estaba ansioso por comenzar con el itinerario que teníamos para hoy.
***
NATASHA.
Desperté gracias a los rayos del sol que se colaban por la ventana, observando mi cuerpo desnudo, cubierto por las sábanas, recordando los acontecimientos de la noche pasada, observando a mi marido desnudo, recostado de frente en la cama, mostrando todo ese culo perfecto que se gasta.
— Aún no quiero volver, definitivamente quiero vivir así todos los días de mi vida, viendo este culo cada mañana al despertar. Adoro que la cama no esté vacía al abrir los ojos.
— ¿Sólo quieres ver mi culo?
Preguntó con voz ronca, volteando la cabeza, acomodándose para mirarme con rostro perezoso.
— Tu rostro también es algo que me gusta mirar todos los días.
Sonriendo como tonta.
Este hombre me tiene, me tiene completamente.
— ¿Debería sentirme mal por no querer regresar aún? — preguntó enganchando su brazo a mi cintura, acercándome, apoyando su rostro en mis pechos— Si no han intentado contactarnos es porque todo va bien, no quiero volver todavía, quiero quedarme así, contigo mucho más tiempo.
— Bueno, puedo hacerme la enojada si quieres una excusa — acariciando su cabello— Extrañaba estos días en los que podíamos darnos el lujo de acariciarnos en la cama, sin tener que correr, sin comentarios mal intencionados, sin verte la cara...
— Sólo extraño a los chicos — dijo— Todo sería perfecto si los mellizos revoltosos y la sádica de Aradia estuvieran aquí, ellos también merecen vacaciones.
— Dudo mucho que ellos quieran vacaciones — respondí— Los mellizos dejaron más que claro que la mafia es su hogar, les encanta esa vida, y Aradia... Aradia debe está en plena luna de miel ahora, follando días sí y días también, esperando a la boda, Rhett sabrá cuidarla, él conoce todo sobre ella.
— No pongas follar y Aradia en la misma frase, por favor — dijo horrorizado, levantando la cabeza— No es grato de saber lo que ella hace, pero sí, ella quedó en buenas manos, Rhett es su contención, ese chiquillo es un puto, pero parecía muy convencido cuando pidió su mano.
— Además, está con Santino, Aless y Vitto, esos tres no dejarán que ella sufra daño alguno, así que... ¿Podemos seguir en nuestra luna de miel improvisada?
Deslizando mi mano por sus abdominales, sosteniendo aquello que se me ha estado clavando en la cadera desde que se acercó.
— Tú ordenas y yo concedo, mi amor — jalando de mí para sentarme a horcajadas sobre sus piernas— Así da gusto despertar ¿Qué me dices?
Apreté los dientes y me sostuve de sus muslos mientras deslizaba esa monstruosidad que tiene por pene por mi canal, disfrutando la sensación de ser llenada nuevamente.
— Es una de mis condiciones para volver a Italia y no mandarme a cambiar a Rusia — Dije— Que te tomes el tiempo de pasar tiempo conmigo, tiempo para los niños — moviéndome— Sólo te quiero presente, quiero sentir que estoy casada con alguien tangible y no con un fantasma.
Clavó sus dedos en mi cintura, alzando las caderas cada vez que yo descendía, golpeando tan profundo que se me nublaban los sentidos.
— Te lo juro. Mi agenda tendrá sin falta tiempo para ustedes, cada día — apretando la quijada— Haré lo que sea... pero no nos divorciemos, no lo soportaría.
Ha suplicado por eso cada día, me da tanta lastima que estoy a dos pasos de contarle que nunca estuve así de enojada con él, quería contarle que planee todo con Aradia para pasar más tiempo en pareja, luego pienso en lo enojado que estará si se entera, y descarto la idea.
Estamos bien justo como estamos, pegados como un par de perros en celo.
***
ARADIA.
Bajé del caballo, llegando de las segundas en la improvisada carrera que tuve con Ardan, Eris y Ares, este ultimo llegando en ultimo lugar, jadeante y sudoroso, pero feliz, ambos estaban felices.
Luego de hablar de la boda, Santino fue a casa para hablar con Aless sobre Rhett, no debe ser fácil quedarse de brazos cruzados viendo como sancionan a tu hijo... lo lamento por ellos, me agradan, me agradan mucho, pero no puedo dejar pasar esto, como mi Segundo, se supone que debe ser mi primer confidente más confiable, y por su ego herido...
Masculinidad frágil en todo su esplendor.
Dane regresó a casa también para acomodar mi agenda. Ahora que ya no tendré que asistir a más citas, tendré más tiempo para mí, por lo que puedo quedarme a disfrutar del día sin culpas.
— ¡No es justo! La silla de Eris era roja, el rojo es más rápido.
Se quejó el mal perdedor de Ares, haciéndonos reír.
— Siempre pueden hacer otra carrera — le dijo Ardan— La propiedad es grande, hay un lago en el fondo, entre los árboles, podemos ir a patinar ahí un día de estos.
Los mellizos intercambiaron miradas.
— El que encuentra el lago primero, gana.
Dijo Eris.
Ambos se apresuraron a subir a sus caballos, regresando a la carrera, desapareciendo entre los arboles a varios metros de distancia.
Es bueno saber que, si se pierden, siempre puedo rastrearlos, por lo tanto, pueden jugar cuanto quieran, aquí están seguros.
— ¿Qué me dices si vamos a la competencia de cuchillos ahora? — propuso mientras entrabamos al establo con los caballos— Sabina está preparando todo, quiere probar suerte, nunca me ha ganado.
Acomodando a los caballos en sus respectivos espacios, quitando cada quién la silla al suyo.
— Quiero verlos primero — dije, ordenando la silla— Nunca he visto a personas lanzar cuchillos con los ojos vendados.
— ¿No? ¿Tu casa no te enseñó a jugar así? A los De Santis nos hacen competir de esa manera desde los cuatro años, entre más alejado del centro estabas, más balas de goma te llegaban.
Lo miré con horror, dejando de moverme.
— Los Marchetti tenemos tradiciones y todo eso, pero locuras así, no — tomando el cepillo de la yegua que monté, cepillando su hermoso cabello, quitándole la nieve— Bueno... me dejaron en un bosque sola por una noche para ver si sobrevivía, eso cuenta como locura también.
Haciendo memoria.
— Sí, eso también es una locura — coincidió riendo— Supongo que todas las casas tienen su propio nivel de extravagancia, pero yo creo que los De Santis somos un poco más peculiares, la fascinación por las armas y derramar sangre viene en nuestro ADN — terminando con su caballo, acercándose— Es... extraño, pero de pequeño siempre robaba los cuchillos de mis padres, los de la cocina, desesperándome por encontrar el nuevo escondite, era una necesidad tener uno cerca, te crían para mantener un arma contigo siempre, en todo momento, sin importar las circunstancias.
— ¿Y ahora dónde tienes un arma, capitán? — cerrando la puerta de la yegua, reuniéndome con él en el pasillo— Yo no llevo nada encima justo ahora, si algo sucediera ¿Con qué contamos?
Sonrió de lado, tomando dos cuchillos de su calzado, tres de sus bolsillos, mostrándome el hilo de metal que utilizan los De Santis para estrangular muy acomodado en el cordón de su jogger.
— Zapatos con punta de metal — señaló— Y todo esto.
Apuntando su cuerpo, todo él era un arma.
— Vaya... estás muy bien preparado, me siento como una novata ahora.
Negó, dejando en su lugar los cuchillos.
— Yo soy más que suficiente para mantenerte a salvo, ahora tendrás dos asesinos a tu disposición, mi prima se pondrá muy celosa, es algo territorial contigo.
Comenzando a caminar fuera del establo con la intención de reunirnos con la rubia.
— Una lástima que mi cuerpo pasará a ser tu responsabilidad en unas semanas.
Todo lo que hablamos hoy en la mañana le sumó unos 1.000 puntos. Si antes elegí marido por obligación, ahora estoy muy, muy convencida de querer casarme con este sujeto.
— Lo cuidaré como mi posesión más valiosa.
Tomando mi mano.
Dejamos el establo atrás, caminando hacia la rubia que analizaba los blancos a la distancia, dos mesas a unos dos metros de distancia entre cada una con cinco cuchillos idénticos clavados en esta, alzando una ceja en dirección a Ardan.
— ¿Listo para morder el polvo, primito?
Ardan me soltó y se acercó a la rubia, acomodándose junto a su mesa.
— ¿Lo dice quién no ha podido ganarme ni una vez?
El viento sopló y a ambos le brillaron los ojos, tomando un cuchillo sin dejar de observarse como si fuesen viejos enemigos, lanzando el arma en un sutil pero rápido movimiento que recorrió los al menos cinco metros de distancia, clavándose directo en el centro del blanco.
— ¡Quiero aprender a hacer eso! — me emocioné— ¿Cómo dieron en el blanco sin estar observando?
— El viento.
Respondieron al unísono, mirándome.
— El viento emite sonidos, bonita — explicó Sabina— El viento choca con la superficie del blanco, el sonido nos dice su posición, y los blancos que utilizamos para entrenar tienen un pequeño orificio en el centro por dónde el viento se escapa, emite un sonido diferente en ese lugar, como si silbara, si ponemos atención, no será difícil dar en el centro.
Miré el blanco y luego a ellos, impresionada por la capacidad de sus sentidos, desarrollados a otro nivel en comparación a mi propio entrenamiento.
— Ven aquí, te enseño cómo, es mejor hacerlo que sólo quedarse con la teoría.
Dijo Ardan.
Sin dudar, me acerqué, ansiosa por aprender esas nuevas técnicas, plantándome frente a Ardan, quien, acomodando sus manos en mi cintura, me hizo observar de frente el blanco.
— Cierra los ojos.
Acomodándose a mi espalda, sintiendo su cuerpo emanar calor hacia el mío, impidiendo el paso de cualquier partícula de aire entre nuestros cuerpos.
Cerré los ojos y sujeté el cuchillo que puso en mi mano derecha, sintiendo la presión de sus dedos contra los míos.
— Contén la respiración — susurró muy cerca de mi oído, apoyando su mano libre en mi estómago— Y escucha al viento.
Eso hice, presté absoluta atención a todo lo que me rodeaba, pero el latido acelerado del corazón de Ardan me distraía, lo tenía tan cerca que podía sentir como palpitaba contra mi espalda.
Me esforcé en escuchar el viento siguiendo las indicaciones de la rubia, levanté mi mano, dispuesta a lanzar mi cuchillo y probar suerte, Ardan corrigió levemente la dirección antes de soltar mi mano, permitiéndome lanzarlo.
Abrí los ojos casi de inmediato para observar si le había dado.
— ¡Lo hice! — celebré viendo mi cuchillo junto al suyo en el centro— Con ayuda, claro, pero lo hice.
Saltando feliz, volteando para mirarlo, sintiendo su mano ahora en mi espalda.
— Sé que quieres... se te nota...
Cantó la rubia, interrumpiendo el momento.
— Me gusta — dijo después, viéndome carraspear y moverme hacia un lado— Esta tensión entre ambos, me gusta, me gusta mucho. Van a sacarle chispas a ese pene tuyo, primo. Tenía miedo de que no fueran compatibles, pero encajan a la perfección, sé lo que digo, soy la mejor cupido de toda la puta mafia.
— ¿Puedes dejar de hablar tanta estupidez junta, prima? — le dijo Ardan— La incomodas.
Señalándome.
— Yo estoy muy de acuerdo con ella — tomando otro cuchillo sólo para no mirar a ninguno de los dos— También siento que encajamos. Mi madre decía "Podrás encontrarte con mil hombres en tu vida y podrás amarlos a todos, pero cuando llega el correcto, simplemente lo sientes" Así fue cómo le pasó con papá, al comienzo sólo sentía gratitud hacia él, se sentía cómoda a su alrededor, luego él comenzó a mostrarle facetas suyas que le gustaban mucho, así comienza.
Lanzando el cuchillo hacia el blanco en un calculador movimiento, así fue como me enseñaron a mí, agudizando la vista, mientras que a los De Santis les hicieron agudizar la audición.
— Aradia intenta decir que le gustas, tonto — Le explicó la rubia con sutileza— Al comienzo se sentía cómoda contigo, llegaba feliz cada vez que regresaba de una de tus citas, y mírala ahora, yo no la veo muy obligada a casarse, parece querer casarse mañana mismo, mírala — señalándome— Esa cara de tonta la conozco muy bien.
Levanté mi mano, mostrándole el dedo medio a la rubia por delatarme cuando yo intentaba ir lento, no quiero parecer desesperada ni menos una chica fácil, ahora que sabe de Rhett, puede hacerse ideas equivocadas, no lo sé, no quiero estropear las cosas.
— A mí también me gustas — dijo sincero— Si no me gustaras, no te hubiese seguido invitando a citas, tampoco me hubiese propuesto, tampoco me haría tanta ilusión que te vengas a vivir aquí para conocernos mejor, de la ansiedad, ya comencé a preparar los cuartos de todos, quiero conocer más de ti, siento que funcionaríamos muy bien como una pareja, si tú estás de acuerdo con ello, claro.
A la que le saltaba el corazón ahora era a mí.
Lo hago.
No lo hago.
Lo hago.
No lo hago.
Rápidamente volteé hacia el blanco, tomando otro de los cuchillos, cerrando los ojos con fuerza, centrándome en el sonido de mi respiración, en mis propios latidos que podía escuchar en mi cabeza, y luego, me centré en el viento, en su dirección, en el sonido que producía.
— Aradia, creo que...
— Calla, Sabina.
Dije sin abrir los ojos, enfocada en escuchar.
Levanté el cuchillo y lancé con fuerza, abriendo los ojos para ver su trayectoria, viéndolo atravesar el blanco justo en el centro, tirando al piso los cuchillos que ya estaban clavados en la fina madera.
Lo hago.
Volteé para mirar a Ardan, sujeté su polo con mi mano y jalé para acercarlo a mí, facilitándome el tener su rostro a mi disposición.
— Intentémoslo — dije— Funcionar como una pareja, intentemos eso — sintiendo su frío aliento chocar con mi rostro— Quiero tener eso, quiero probar cómo se siente encontrarse con el correcto.
No estaba en mis planes besarlo... hasta ahora.
Ardan no deja de mirarme la boca y luego los ojos, repitiendo el proceso, lamiendo sus propios labios mientras se le dilataban las pupilas.
— No puedo más, te la has pasado provocándome todo el día con tus acciones y tus palabras — relajando el agarre en su polo, deslizando mi mano por su pecho, directo a su cuello, apoyando mis dedos en su nuca— Quiero besarte — admití— Me muero por besarte en serio justo ahora.
Ardan apoyó su mano en mi cintura pegándome a su cuerpo, acercando su boca a la mía, besándome con calma, deslizando su lengua por mi labio inferior, no dudé en abrir la boca gustosa, recibiendo esa lengua ansiosa que no dudó en enroscarse con la mía, buscando la mejor posición, separándonos breves segundos para tomar aire antes de volver a mover nuestros labios en sintonía sobre los contrarios.
Sus manos masajeaban mi cintura sobre la ropa, tirando levemente para acercarme más a su cuerpo de ser posible mientras las mías no pudieron evitar deslizarse bajo la camiseta, sintiéndolo dar un respingo cuando mis frías manos hicieron contacto con su abdomen.
— Siempre disponible para calentar mis manos dijiste...
Susurré en su boca antes de besarlo otra vez.
Fue el flash de una cámara lo que rompió el momento.
Ambos nos separamos viendo a la rubia con el móvil levantado, observándonos con confusión.
— ¿Qué? Sólo quería probar si se veía diferente con Flash, les hice unas veinte fotos ¿Quieren ver? — sonrió— Titularemos esta foto como su primer beso como corresponde, bien manoseado mierda, esa es mi amiga.
Señalándome con orgullo.
Desvié la vista hacia Ardan, aún agitada por ese beso, sin apartar las manos de su abdomen, sin apartarme de su cuerpo, sus manos pegadas a mi cintura, mi ropa desordenada por ese par de curiosas que estaban a punto de tocar por debajo de la molesta tela.
— Sabina, quiero esa foto — dijo Ardan, soltándome con lentitud, a regañadientes— Aradia... todo lo que quieras, después de la boda, lo que desees — tomando mis manos juntas, besándolas— Quiero probarte que soy mejor que ese idiota, así que... esperemos, hagamos esto funcionar, pero lento.
Internamente gemí de decepción, y al mismo tiempo, me dio arritmia, mi corazón hizo unos movimientos raros cuando dijo que quería probar que era mejor.
Definitivamente buscaré la mejor ropa para la noche de bodas, quiero que esto funcione, quiero ser feliz por una maldita vez, ya suficientes cosas me han quitado, muchas cosas se me han negado y por fin parece que tengo una escapatoria que hace feliz a todo el mundo, pero sobre todo a mí.
— Yo no estaba insinuando nada — simulando inocencia— Sólo quería calentar mis manos, las sentiste, estaban muy frías — riendo— Mejor felicítame por haber dado en el blanco, no soy el Boss sólo por mi bonita cara.
Negó riendo.
— Si te enseño otras cosas, me quedaré sin trabajo.
Respondió.
— Oye, oye, oye — Sabina se acercó, empujándonos a ambos para guardar la debida distancia— Hay que dejar una cosa muy en claro aquí, la asesina del Boss, soy yo. La que le cuida el trasero, soy yo, la que se encarga de que este cuerpecito bello se mantenga así de bello, soy yo — señalando a su primo— Tú sólo le calientas las manos y la cama, nada más.
Y el coño. Ups.
— Prima, lamento romper tu burbuja — le dijo Ardan— Pero este cuerpo — señalándome— Va a ser mi prioridad cuando nos casemos ¿Cómo crees que serán las cosas? Va a ser más mía que tuya.
La rubia tomó un cuchillo de la mesa y lo señaló.
— Retráctate.
— Las cosas como son, lo siento.
Carcajeó, tomando el cuchillo de su mesa, apuntando hacia ella, Sabina parecía que iba a apuñalarlo en cualquier momento... y así fue... digo, ambos terminaron en el piso, intentando provocarse daño de algún tipo, De Santis en todo su esplendor.
Cansada y hambrienta, me alejé silenciosamente y entré a la casa, caminando directo a la cocina para buscar algún refrigerio antes de el almuerzo, muero de hambre.
— ¡Señorita! — dijo una de las mucamas— Llega en buen momento, nos gustaría hablar con usted sobre los cambios que hará a la casa.
Al verme, Boris caminó en sus patas traseras, evitando apoyar su patita lastimada, pidiendo que lo alzara, cosa que no dudé, dándole los buenos días, besando su mojada nariz.
— ¿Cómo que cambios en la casa? Me gusta mucho como está todo, no quiero ser una molestia.
Sonrojándome.
Llevar una casa es algo... algo grande.
— El señor nos pidió preguntarle qué hace en su tiempo libre, para poder preparar todo y así usted esté cómoda.
Dijo ella.
— En mis tiempos libres me gusta leer — dije— También bailar.
Sacó una pequeña libreta, haciendo sus anotaciones.
— Genero que le gusta leer, señorita.
— Em... literatura romántica y erótica.
Anotó sin hacer ninguna mueca que pudiese avergonzarme, le agradezco por eso.
— ¿Qué cosas le gusta bailar?
— Desde baile en tubo hasta danza árabe, imaginé las aptitudes de una stripper — dije— Hago todo lo que ellas hacen.
Asintió, anotando nuevamente.
— ¿Qué tal si tomamos asiento mientras le sirvo un trozo de pastel? La comida está casi lista — propuso ella— Nos gustaría saber más sobre la futura señora de la casa para tener todo listo para su llegada.
Con Boris en brazos, seguí a las mujeres hasta la mesa que ellas utilizaban para comer, senté al pequeño en mis piernas, entreteniéndolo con un par de uvas mientras yo me atiborraba de pastel de chocolate, respondiendo a todas sus preguntas con total honestidad.
— Señorita — dijo una de las mucamas que entró a la cocina— El señor dice que le gustaría hablar con usted cuando todos se vayan a la cama, para buscar destinos para su luna de miel.
Todas las mucamas rieron coquetas, empujándose entre sí.
— Dígale que no hay problema, estaré encantada.
Claro que hay problemas, carajo.
Él y yo, solos, sin interrupciones, con la obvia tensión sexual que existe... es peligroso.
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BUENAS BUENAS BESTIEEEES
TARDÉ! SII, TARDÉ PORQUE FUE UN CAPITULO LARGO, LO MERECÍAN DESPUÉS DE TODO EL AMOR, SON LO MEJOR DE LA VIDA
COMENCEMOS POR PARTE:
ARDAN LO ENTENDIÓ TODO JODEEER! ENTENDIÓ QUE ARADIA FUE UNA VICTIMA DE LA SITUACIÓN
Y ESE "SACALO DE MI CASA O VOY A MOLERLO A GOLPES" UUUF PAPI, QUE ME SUBES LA PRESIÓN
RHETT... NADA QUE DECIR, RECIBISTE LO QUE MERECÍAS
ME DIO PENA SANTINO NOMAS:c NO DEBE SER FACIL QUEDARSE DE BRAZOS CRUZADOS VIENDO QUE A TU HIJO VAN A SANCIONARLO
PERO MERECIDO SE LO TIENE
Y ARDAN TIENE BUENAS INTENCIONES, LA CONVERSACIÓN CON LAS MUCAMAS LO DEJÓ MÁS EN CLARO
Y NATASHA CON CAESAR LO ESTÁN PASANDO 10 DE 10, NO TIENEN NI IDEA CON LO QUE SE VAN A ENCONTRAR CUANDO REGRESEN
LAS CLASES DE TIRAR CUCHILLOS, YO QUIERO APUNTARME, SOBRE TODO SI EL INSTRUCTOR ES ARDAN
Y ESE BESOOOOO
ESE BESO JODEEEEEER
Y LE DIJO QUE QUERÍA ESPERAR A DESPUÉS DE LA BODA PARA PROBAR QUE ERA MEJOR QUE RHETT, ES QUE ESTE HOMBRE SIMPLEMENTE PUEDE CONMIGO, YO ME ENAMORÉ
YO NO CAÍ, YO ME LANCÉ SIN PARACAIDAS
Y ELLOS DOS A SOLAS... UUY
ME CONFORMO AL MENOS CON SER ESPECTADOR YA QUE LA VIDA NO QUIERE QUE SEA PROTAGONISTA
NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPITULO BABYS
BESITOS EN LA COLA, LAS AMO
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