9.
Días después.
Isabela.
—Tenemos flores, comida y bebida —leí la lista cancelando lo que habíamos cumplido.
—Falta pirotecnia —comentó Camilo.
—Se nota que no me quieres, hermanito —bufó Dolores.
—Nada de pirotecnia —indicó Luisa.
—Hablaré con los músicos del pueblo —Mirabel se ofreció.
—Supongo que tenemos todo —dije levantándome de la silla y rápidamente Luisa me volvió a sentar— ¿Ahora qué? No hay más por hacer.
—¿A dónde con tanta prisa? —preguntaron al mismo tiempo Mirabel y Luisa.
—A ustedes que les importa —rodeé los ojos. Obviamente no les diría que quedé con Elsa para comprar dulces.
—¿Y si necesitamos algo de tu ayuda para la fiesta de nuestros tíos y mamá? Necesitas apoyarnos en esto, Isabela —Mirabel se cruzó de brazos.
—La hermana mayor soy yo y solo yo puedo hacer eso —me crucé de brazos—, estaré en el pueblo, no es cómo que me vaya a otro país, pueden llamarme si ocurre algo.
—Isabela tiene razón, no hay más por hacer. Además, todos sabemos que debemos estar aquí a las siete en punto para la fiesta, podemos relajarnos un poco —apoyó Dolores y me guiñó el ojo.
—Agh, está bien, podemos relajarnos un rato —suspiró Mirabel tirándose en una silla.
Sin decir nada, salí rápidamente de la cocina y eché un último vistazo a la decoración que había hecho, una vez que me aseguré salí corriendo de la casa en dirección a Elsa. Ella va a matarme, odia la impuntualidad, típico complejo de reina.
Al llegar, busqué a Elsa con la mirada y la encontré a lo lejos con un grupo de personas.
—¿Cómo dicen que se llaman? —escuché la voz de Elsa cuando me acerqué.
—Cactus —respondió un señor.
—¡Los amo! —escuché un grito que asustó a varios habitantes, incluyendo a Elsa y a mí.
—Elina, contrólate —dijo Elsa con una leve risa.
—Deja que se divierta —murmuré acercándome a su oreja.
Ella se giró sobresaltada congelando el suelo, me miró y comencé a reírme obteniendo la atención de las personas que estaban cerca.
—¡Pude morirme se un susto, Isabela! —regañó Elsa entre dientes quitando el hielo que generó.
—No es para tanto, así tienes tu consciencia —alcé levemente mis hombros— ¿Nos vamos?
Asintió y ambas nos alejamos camino a comprar los dulces.
—Por cierto, esta noche tenemos fiesta —comencé a platicar.
—Algo me comentó tu abuela por la mañana, dijo que sería una fiesta importante y quería que asistiera.
—Bueno, entonces ya no tiene sentido que te lo diga si todo el mundo se encarga de avisarte antes que yo —gruñí molesta.
—El hecho de que tengas la intención de decírmelo lo hace tierno —sonrió y rápidamente me sonrojé—, amo eso.
—Calla, nos pueden escuchar —reclamé en murmuro.
—No hay nadie alrededor —exclamó y giré a todos los lados, había personas pero no tan cerca como para escuchar—, además, la única persona que podría escucharnos es tu prima.
—Ya lo sé, me relaja tener a alguien que lo sabe y nos cubre, pero me tiene tensa la situación en general... El pueblo nos ve y no quiero que ciertas muestras de cariño puedan mal interpretase —expresé.
Ella suspiró pesadamente y asintió para seguir caminando.
—Oye, espera —la tomé del brazo y la llevé a un callejón cerca.
—¿Ahora qué pasa? —preguntó confundida.
—Yo debería preguntar eso —repliqué—, entiéndeme por favor, tengo miedo y no podemos hacer ciertas cosas en público, creí que habíamos acordado mantenernos en secreto.
—Lo tengo claro, Isabela. Y te entiendo, pero deberías relajarte un momento, no fue como si te besara en frente de todos, los cumplidos están incluso en las amistades ¿Qué tiene de malo eso? —reclamó—. Sé que tienes miedo, pero tampoco debes estar paranoica.
Iba a replicar, pero me detuve cuando una vez más ella tenía razón. No ha pasado ni una semana a que decidimos salir y empecé a crearme ideas locas en mi cabeza.
—Lo siento, tienes razón... —suspiré bajando la cabeza.
—Tranquila, entiendo que quieras ir a tu ritmo y yo lo respeto —puso su mano en mi hombro—. Si en algún momento quieres detener esto... yo lo comprenderé, el miedo no es algo que salga de nosotros fácilmente.
—¿Detener esto? Es lo que menos quiero, dame tiempo y prometo que mi miedo no volverá a generar problemas... —la miré.
—Si genera problemas, yo te ayudo —me sonrió.
No sé qué fue lo que hice para tener a este pedazo de persona conmigo.
(...)
Elsa.
—Espero puedan divertirse, es la primer fiesta en años con mis hijos juntos —comentaba Alma mientras caminábamos a la casa. Aún no entiendo como siempre tienen que acompañarme a la casa, no es cómo que vaya a perderme.
—Lo más importante es que los festejados disfruten —dije y ella esbozó una sonrisa.
Llegamos a la casa y estaba repleta de decoraciones y sobre todo de personas, apreté los labios y traté de relajarme para soportar el lugar lleno de gente, aún no me acostumbro a estar en lugares llenos.
Noté a varios miembros de la familia repartiendo comida y bebida a quienes estuvieran ahí, reí levemente al ver que Luisa estaba llena de niños que se colgaban de sus brazos y espalda.
Mi vista se fijó en los pétalos que volaban alrededor de un grupo de personas, sentí rápidamente el rubor en mi rostro cuando la vi bailar y entregarles flores al resto. Ella sonreía resaltando aquél hermoso lunar en su mejilla y movía sus caderas al ritmo de la música.
—¿Qué le parece? —Alma me sacó de mis pensamientos.
—Increíble... —respondí en un suspiro y sacudí levemente mi cabeza tratando de ignorar otros pensamientos—. La fiesta es increíble, me encantaría felicitarlos en algún momento.
—Por supuesto, permítame, debo ver a algunos otros invitados que llegaron, siéntete con la libertad de probar lo que gustes —asentí sonriendo y ella se alejó.
Me acerqué a donde estaba Isabela una vez que las personas también se fueron.
—Supuse que tú eras la dueña de aquellas flores hermosas de la entrada —comenté una vez estando cerca y cerciorándome de que nadie estuviera cerca.
—¡Elsa! ¿Desde hace cuánto estás aquí? —preguntó sonriente.
—Lo suficiente como para darme cuenta que tu segundo don es el bailar —alagué ocasionando un gran sonrojo en ella.
—Calla. Si hablamos así, entonces el don lo tiene mi tía Pepa, ella nos enseñó a Dolores y a mí cuando éramos niñas —explicó—, debo enseñarte a bailar.
—Ni lo sueñes, petalito —molesté aventando escarcha a su rostro—, soy un tronco en esto.
—No me importa —tomó mi muñeca y me llevó jalando hacia la cocina y de ahí salimos por una de las puertas traseras de la casa.
—Ya tienes maña en jalar a las personas ¿No crees? —me quejé zafándome de su agarre—, nos van a ver —murmuré.
—Nadie viene por acá, te lo juro —sonrió. Se acercó a mí y tomó mis manos—, debes mover los pies de esta manera y a su vez mueves caderas, no es muy difícil, yo te guío.
Apreté los labios y con movimientos torpes comencé a seguir sus pasos. Entre pisadas, el ambiente realmente se sentía mágico, la música estaba de fondo junto a las risas y voces de las personas, los animales también emitían sus sonidos y sumando nuestras risas, todo eso hacían un gran momento.
—Si eres un tronco —murmuró Isabela entre risas.
—Yo te advertí —arrugué mi nariz mirándola.
—Realmente tu nariz es pequeña —comentó acercando su rostro al mío. Tal acto aún me pone nerviosa.
—¿Ya es mutuo molestar? —la miré divertida e Isabela tomó mi rostro para en seguida besarme.
Acomodé un mechón de cabello por detrás su oreja y pasé mi mano por su nuca. Ambas comenzamos a ganar experiencia en esto, es divertido ver cómo aprendemos más cada vez.
Solo pocas veces tengo a Isabela así de cerca, la mayor parte del tiempo estamos rodeadas de personas o simplemente no podemos ir a nuestro lugar.
—No puede ser... —escuchamos y nos separamos rápidamente.
—¡Camilo! —nombró Isabela.
—Ustedes... Estaban... —parpadeó varias veces—, no aluciné, yo vi un beso, de ustedes dos ¡Por eso estabas tan apresurada!
—Deja que te explique, no vayas a decirle a nadie —Isabela comenzó a acercarse a Camilo.
—Presiento que me harás daño...—Camilo empezaba a retroceder.
—Esto te dolerá un poco —murmuré y antes de que pudiera escapar congelé sus pies.
—¡No me hagan daño! ¡Haré lo que sea pero no me hagan daño! —gritaba.
—¿¡Puedes callarte!? —gritamos ambas y Camilo apretó los labios.
—¿Qué sucede? —escuchamos a Mirabel acercarse— ¿¡Por qué Camilo tiene los pies congelados!?
—¿¡Pasó algo!? —llegó Luisa corriendo.
—"Nadie viene por acá" —repetí las palabras de Isabela mientras veía la escena.
—Lo siento, es una desventaja de tener familia numerosa —dijo con una mueca y después llegó Dolores.
—Necesito contexto —dijo Dolores llegando.
—No te hagas la ingenua, Dolores. De todos nosotros eres la que sabe todo —bufó Camilo.
Dolores se nos acercó y nos alejó un momento de ellos.
—Según ustedes iban a mantenerse en secreto —murmuró Dolores—, no llevan ni una semana y ya las descubrieron.
—Según yo íbamos a ir más lento, esto va rápido —suspiré—. Y nos descubrieron porque cierta señorita dijo que nadie vendría a la parte trasera de la casa —dije en bajo.
—Ya pedí perdón. Le enseñaba a bailar a Elsa y no creí que alguien pudiera venir, estar atrás de la casa es hacer algo en secreto —explicó Isabela murmurando.
—Bueno, a no ser que tengan una magia posible o algo para hacerle olvidar a Camilo me temo que tendrán que inventar una buena excusa —frunció los labios.
Justo ahora desearía que estuvieran los trolls aquí. Si funcionó con Anna que no funcione con Camilo.
—¿Crees que se entere la abuela? —preguntó Isabela.
—Posiblemente, pero esperemos el mejor escenario —dijo Dolores—. Las apoyaré chicas, no se preocupen —sonrió levemente.
Las tres fuimos hacía donde estaban los demás y descongelé los pies de Camilo.
—Necesito que no le digan nada al resto de la familia, por favor chicos... —suplicó Isabela.
—No entiendo nada —murmuró Luisa confundida.
—Isabela y Elsa estaban besándose —soltó Camilo y recibió un codazo de Dolores— ¿Qué? Eso fue lo que pasó.
—¿Es en serio? —cuestionó Mirabel.
Isabela iba a responder pero alcancé a notar como movía sus manos y estaba empezando a respirar agitado. Tomé su mano y y acaricié sus nudillos con mi pulgar para intentar calmarla.
—Es cierto, Mirabel... —respondí por Isabela tratando de calmarme, esto me tenía nerviosa pero no es tanto como Isabela que está hablando directamente con su familia.
—Así que... ¿Te gustan las chicas, Isabela? —preguntó Luisa e Isabela solo asintió.
—Por eso estaba tan apurada hoy en la mañana —Camilo comentó—, antes de que comiencen a verme mal, no las estoy juzgando —levantó sus manos en defensa.
—Pero eres un gran hablador y podrías contarle a la abuela —regañó Dolores.
—Conozco a la abuela y sé cómo es con estos temas ¿Crees que quiero generar la próxima pelea familiar después de Mirabel? —cuestionó.
—Fingiré que no escuché eso —gruñó Mirabel.
—No nos desviemos del tema —intervino Luisa— ¿Desde cuándo están juntas? me imagino que están dentro de una relación —interrogó Luisa y escuchamos una risa ahogada de Dolores.
—En dos días cumplíamos una semana... —respondí y Dolores empezó a reírse.
—Lo siento, en serio creí que iban a durar más en secreto —dijo entre risas.
—Somos un fracaso —habló Isabela—, no les dije nada porque tengo miedo de lo que vayan a decir los demás y no es fácil para mí esta situación... No es que me incomode, es solo que no sencillo aceptar que me siento atraída por una mujer... —comentó y bajó la cabeza.
—¿Por eso estabas tan extraña hace unas semanas? —Luisa preguntó acercándose. Isabela asintió—, sabía que algo ocurría contigo —la abrazó rápidamente.
Todos miramos expectantes la reacción de Luisa y entre todo el ruido escuchamos el llanto de Isabela. Sonreí levemente, no porque me guste verla llorar, sino porque esto es un peso que poco a poco Isabela deja de cargar sobre sus hombros.
—Mantuve su secreto desde un inicio, creo que lo mejor que podemos hacer es apoyarlas y guardar silencio por nuestros padres y por la abuela —comentó Dolores.
—Bien, no diremos nada —comentó Mirabel.
—¿Cómo es que no me odian? —preguntó Isabela separándose de Luisa.
—¿Por qué debemos odiarte? —cuestionó Luisa—, no hiciste nada malo —ella sonrió.
—Te odio por caprichosa y por tratarme mal por tantos años, pero por esto no puedo odiarte —complementó Mirabel generando una risa entre nosotros.
—¿Eso quiere decir que apoyan mi relación con Elsa? —ambas asintieron. Abrazaron a Isabela y sentí como jalaron mi mano atrayéndome hacia ellas uniéndome al abrazo.
Solo sentí mis huesos tronar, doloroso para el momento pero luego fue satisfactorio.
—Rayos —Camilo interrumpió el momento.
—¿Sucede algo? —preguntó Dolores. Luisa y Mirabel nos soltaron.
—Isabela me ganó el puesto para rey —dijo decepcionado y bajando su cabeza.
—Créeme, no deseas ser rey —dije entre risas—, pero tal vez te deje serlo por un día, tal vez.
—Bueno, no todo está perdido —sonrió alzando levemente sus hombros.
—Será mejor que volvamos a la fiesta o pueden sospechar algo —comentó Mirabel— ¿Es muy pronto para darte la bienvenida a la familia, Elsa?
—Yo creo que sí, vayamos lento —dije rápidamente y comenzó a reír asintiendo.
Ellos comenzaron a caminar para adentrarse a la casa y miré a Isabela.
—Resultó bien —la abracé por su espalda y besé su mejilla—, tengamos mas cuidado la próxima vez.
—Lo tendremos —murmuró con una sonrisa. Asentí y ambas fuimos de regreso a la fiesta.
A veces las cosas malas y buenas se alternan y creo fervientemente que ahora solo tendremos por el momento cosas buenas.
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¡Hola! ¿Cómo están?
Lamento no actualizar en la semana, traté de escribir el capítulo pero la inspiración no llegaba a mí JABDKAJAJA y aparte me tomé un leve descanso, aproveché a leer y ver varias cosas, pero ya andamos ready 🤙
En fin, ahorita se viene un poquito de relleno, luego cosas importantes y ya se acaba este mini fanfic (de mini no tiene nada ª).
En fin, nos vemos, bsos, sale bye.
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