7.

Días después. 

Elsa. 

—¿Problemas en el reino? —preguntó Isabela acercándose con unos vasos de jugo. 

—Algo así —respondí—, Anna me envió una carta, dijo que la chimenea de la herrería volvió a cuartearse y que no encuentra materiales ni trabajadores para repararla —expliqué. 

—No debe ser tan difícil repararlo —se sentó frente mío ofreciéndome el vaso de jugo. Desde la mañana vino a verme a la casa donde me hospedo y lleva un par de horas esperando a que termine de arreglar ciertos asuntos que no puedo dejar abandonados a pesar de tener a Anna a cargo. 

—No, pero los trabajadores son algo escasos por estas fechas y las dueñas son algo especiales en cuanto a su herrería, hay que esperar a que ambas lo aprueben, eso lleva tiempo y suele estresar a los trabajadores —dije con una mueca y tomé un sorbo del vaso que me ofreció. 

—Déjame adivina, ¿Pelea de hermanas herreras? —preguntó con tono divertido. 

—Más bien, pelea de esposas —ella se sorprendió—, ¿Qué? ¿Dije algo malo? 

—No, para nada, es solo que... No creí que en tu reino se permitiera, ya sabes... 

—¿Matrimonio igualitario? —completé interrumpiendo, Isabela asintió—, durante el periodo de mi abuelo y mi padre no se permitía, tampoco es que estuviera prohibido. 

—Así que cambiaste las "normas" cuando ascendiste al trono —dijo y asentí volviendo a tomar del jugo. 

—Podré no saber muchas cosas de la vida, en su mayoría soy una ignorante, pero de algo que si estoy segura es que el amor puede expresarse de muchas maneras y nadie es capaz de decir qué está mal o bien, qué se hace y qué no, así que les di la oportunidad de poder casarse si es que eso querían ellas —suspiré—, tuve unos conflictos con algunos pobladores, pero al final aceptaron, muchos no son capaces de aceptar esos cambios. 

—Supongo... —se abrazó a ella misma—, pero a veces por esas personas que no aceptan los cambios algunos salen heridos. 

—En el mejor de los escenarios, nadie debería salir herido, pero nunca es la historia perfecta —me encogí de hombros—, tal vez algún día te traiga algo que mande a hacer con Ada y Tuva, Kristoff les encargó un hermoso collar a Anna por su aniversario —ella sonrió de inmediato. 

—¿Así que con eso me estás diciendo que vendrás más veces? —preguntó esperanzada. 

—Sí, espero que favorezcan las condiciones —sonreí al verla feliz. 

—Esperaré con ansias —dijo recargando su codo en la mesa y apoyando su cabeza en la mano. 

(...)

—¡Muero de calor! —escuchamos a Antonio y Camilo quejarse. 

—¿Pueden quejarse sin gritar? —reclamó Dolores— ¡Oh! ¿De dónde vienen ustedes? —preguntó mirándonos a Isabela y a mi. 

—De su casa, literalmente —respondió Isabela mientras nos sentábamos a lado de ellos— ¿Por qué no van al río si se mueren de calor? —cuestionó mirando a los chicos quejarse. 

—Porque no lo pensamos —respondió Camilo—, pero tampoco queremos movernos, tardarías poco más de una hora para llegar y eso significa estar bajo el sol en todo el trayecto —bufó echándose aire con su mano. 

—Odiaré decirlo pero concuerdo contigo —suspiró Dolores—, hace demasiado calor como para querer caminar al río. 

—Elsa ¿Crees que puedas ayudarnos? —preguntó Antonio recostando su cabeza en mis piernas. 

—No vendría mal un poco de nieve para refrescarse, aunque debemos preguntarle a sus padres y a la señora Alma, no quiero generar un problema —dije llenando su nariz con un poco de escarcha, él rio poco. 

—No creo que haya problema, prefiero todo antes de hacer enojar a mi madre para que haga llover —comentó Camilo con cierto miedo en su voz. 

—Todo es mejor antes de hacer enojar a mamá —apoyó Dolores. 

—¿Por qué no mejor van a preguntar? —dije insegura. 

—¿Preguntar qué? —escuchamos detrás de nosotros, era la señora Alma acercándose con Mirabel y Luisa. 

—Queremos que Elsa nos haga un poco de nieve, hace demasiado calor —explicó Antonio sentándose, noté como miró a su abuela con ojos de cachorrito. 

—Y no queremos ir al río —complementó Camilo—, además, no es como que en Colombia encontremos nieve así que puede ser experiencia para todos. 

—Eres un manipulador —gruñó Mirabel. 

—No peleen. Si Elsa está dispuesta, no veo el problema —sonrió Alma. 

—Para nada es un problema —respondí y rápidamente hice una leve montaña de nieve. 

Tras hacerla, la gente comenzó a interesarse y así fue como poco a poco empezaron a acercarse. Con un par de movimientos de mis manos, la pequeña plaza se llenó de nieve, las personas venían maravilladas por lo que hacía. 

—Creí que yo era la que entretenía a las personas —dijo Isabela a lado mío. 

—¿Celosa? —bromeé y ella golpeó levemente mi hombro—, solo estoy jugando —reí levemente—, aunque lo que tu haces es mejor —sonreí y su cabello se lleno de flores. 

—Odio que pase esto —gruñó. 

—Es hermoso —respondí e inmediatamente en las dos apareció un sonrojo en nuestros rostros—, mira esto —dije aclarando mi garganta para salir de nuestro pequeño trance y me levanté. 

Por suerte no se volvió incómodo. 

Congelé una parte del suelo con hielo, la gente al verlo se acercó y a pasos tontos comenzó a deslizarse sobre el hielo. 

—Ven —tomé sus manos y la llevé al hielo. 

—¡Espera! ¡No tengo idea de cómo se hace esto! —reclamó Isabela poniendo cierta resistencia. 

—No te va a pasar nada, yo te sujeto —ambas entramos al hielo y al querer resbalarse se agarró con fuerza a mis hombros—, relájate —murmuré en su oído. 

Ella giró su cabeza mirándome, debo admitir que se veía hermosa estando sonrojada. Asintió levemente, nos separamos y tomándola de sus manos comenzamos a deslizarnos levemente. Pude colocarnos unos patines, pero a veces es más divertido hacer las cosas diferentes. 

Extendí el hielo para que la gente pudiera dispersarse más y no generar choques. También hice varias montañas de nieve alrededor, es mejor caer en la nieve que en el hielo.

—Siento que caeré si me muevo —dijo con miedo Isabela. 

—No te dejaré caer, lo prometo —pasó sus manos por mis antebrazos sujetándome con bastante fuerza—, Isabela Madrigal vas a romperme los brazos, la fuerte es tu hermana, no tú —me quejé en broma. 

Ella rio fuertemente y poco a poco empezó a moverse más por si misma. Al rato, con pasos torpes, ella ya podía deslizarse sola por el hielo. 

—¡Eh! ¡Cuidado! —escuchamos un grito que a ambas nos hizo perder el equilibrio. 

Rápidamente creé una montaña de nieve lo suficientemente grande para amortiguar la caída. Aunque quien amortiguó la caída fui yo, Isabela cayó encima mío, la nieve solo me salvó de no romperme la cabeza. 

Bien, no cumplí la promesa de no dejarla caer. 

—¿Estás bien? —pregunté preocupada— ¿Te rompiste algo? 

—¡Eso fue asombroso! —gritó emocionada— ¿¡Lo viste!? ¡Dimos vueltas y luego caímos! —se levantó de mí— debemos hacer esto seguido —me miró sonriendo.

Suspiré aliviada al verla sin ningún rasguño. 

—¡Vamos a hacerlo de nuevo! —gritó. Y como si fuese un momento fugaz, sentí que tomó mis hombros dándome un beso rápido en mis labios, en seguida se levantó para regresar a la pista de hielo. 

Aquél gesto, hizo estallar un montón de pirotecnia dentro de mí. Pasó tan rápido, tan desprevenido, qué lo sentí bien. Isabela me besó. Es en lo único que pasaba por mi mente en este momento. 

—¡Elsa, ven! —el grito de Isabela me hizo reaccionar. 

—¡Sí! ¡Ya voy! —grité y me levanté enseguida. 

La vi deslizarse mientras se reía, inconscientemente toqué mis labios y esbocé una sonrisa. Ella había sido mi primer beso, rápido, pero fue la primer persona que me ha besado. 

Es una chica, lo sé, pero el sentimiento que tengo hacía Isabela no es solo una amistad. No importa que me haya besado solo por la adrenalina del momento, lo sentí bien y pienso enmarcar esto para siempre. 

////////////////////////////////

¡Hola! ¿Cómo están? :D 

Gracias por sus comentarios :3 no saben cómo me emociona leerlos <3 

Por mi parte yo ya estoy gritando "vivan las novias" desde ahora, pero falta ver quien da el primer paso. 

Nos vemos, sale bye. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top