18.

Elsa.

—Así que resumiendo todo, tuve una relación con la nieta de la matriarca del Encanto, eso no le gustó y ahora estoy aquí... —jugué con mis pulgares y me recargué más en la silla.

Anna me miró parpadeando varias veces, no decía nada.

—Eso definitivamente no es lo que pensé que ibas a decir —dijo aún perpleja

—No estaba en mis planes. Juro que quería decirte... Pero era difícil porque no salía ninguna palabra de mí —dije con una mueca— ¿Puedes perdonarme?

—Elsa... —ella bufó y se sentó frente a mí— ¿Quiénes lo sabían?

—Solo Elina... Anders nunca sospechó nada —respondí.

—No podemos ocultarles nada a Elina y a Gerda, ellas lo saben todo —chasqueó con su lengua—. Me duele que no me hayas contado, pero lo entiendo. No tienes que pedir perdón.

—No vuelve a pasar, lo prometo—ella asintió levemente.

—Entonces ¿Isabela, eh? —movió sus cejas de arriba a abajo.

Fue imposible evitar que me sonrojara y que una sonrisa tonta apareciera en mi rostro.

—Lindo nombre ¿No crees? —dije sin parar de sonreír.

—Lo es, y es lindo verte sonreír cuando lo escuchas —ella me sonrió—. ¿Intentaste hablar con ella antes de irte?

—No, lo pensé más no lo hice —sinceré—. Después de escucharla confesar que nunca sintió algo por mí y todo lo que hicimos fue un error, realmente no quería volver a ponerme frente a ella... Aún tengo mis dudas al respecto, su abuela influye mucho y pudieron ser palabras de ella y no de Isabela...

—No sé que decirte para reconfortarte —apretó sus labios—, no soy una experta el amor aunque tenga 3 años de relación y esté comprometida —ella me miró fijamente—, ¿Ese collar te lo regaló ella?

—No, yo lo hice para nosotras, ella tiene una parte y yo la otra parte ¿Un poco cliché, no? —dije divertida.

—Es tierno, no creí que harías eso por una persona —arrugó su nariz.

—Oh, déjame —me crucé de brazos y se generó un ligero silencio—, ¿Recuerdas aquellas flores que están en mi recámara?

—¿Los brezos púrpura? —asentí.

—Ella los hizo, al menos eso cuenta Elina. Los dejó en mi habitación el día que sucedió todo el problema —expliqué.

—Vaya que son hermosos... Espera ¿Habitación? —un sonrojo apareció en su rostro y la miré confundida— ¡No preguntaré! Lo que hayas hecho se quedó allá y punto —cubrió su rostro ruborizada.

—¿De qué estás hablando? Ella solo los dejó en la habitación mientras hablaba con su prima —medité la postura de Anna—. De todas las cosas que pudiste pensar ¿Solo se te ocurrió eso? —ella chilló avergonzada— ¡Tú sacaste conclusiones! —reclamé.

—¡Pero no te veo negándolas! —gritó con sus manos en su rostro y me sonrojé—, avanzaron demasiado rápido —murmuró.

—Algo, si no hubiera pasado nada con su abuela tal vez hubiera llegado a Arendelle con más experiencia —chasqueé con mi lengua.

—¿Qué te hice para que me tortures de esa manera? —preguntó con desesperación y empecé a reírme— ¡Disfrutas de mi dolor!

—No exageres —dije entre risas y tomé aire—. Suficiente por hoy, tal vez deba dejarte descansar —me levanté de mi asiento.

—Espera —quitó las manos de su rostro—, con esto prácticamente tenemos el camino cerrado para ir al Encanto ¿Verdad?

—Tristemente, sí... La gente no se veía con intenciones de hacer daño o algo parecido, el tema es la señora Alma... Impone cierto miedo y respeto en ese lugar —expliqué—. Lamento que no puedas conocer el Encanto, realmente era bello...

—Descuida, tampoco quiero arriesgarme —ella me sonrió—. Lo único que me intriga es, ¿Qué harás?

—¿Respecto a Isabela? —cuestioné y Anna asintió—, he estado buscando soluciones para verla de nuevo... —suspiré frustrada—, sinceramente no tengo nada.

—Te ayudaré a buscar una solución, dos mentes trabajan mejor que una —me abrazó y correspondí al abrazo.

¿Es muy ridículo tener una pizca de esperanza?

1 año después.

Isabela.

—¿Segura que no quieres envenenarme? —cuestioné alzando una de mis cejas.

—¿Por qué querría eso? —Dolores preguntó—, ese no es el punto. No trato de envenenarte, solo es un pastel por aniversario —la miré confundida— ¡Cumples un año fingiendo ser heterosexual!

—¿No quieres gritarlo? No te escuchó todo el pueblo —fruncí mis labios molesta.

—Tómalo a broma ¿Quieres? Hago chistes con nuestros traumas para sobrellevar la situación —dejó el pastel en mis manos—. Por cierto escuché al padre decir qué te dará tu alta el día de hoy.

—Me avisó desde hace una semana, vendrá a la casa a anunciarle a la abuela... Tendrás que darme otro pastel para el próximo año, seguiré fingiendo —bufé estresada y comencé a caminar hacia la casa.

—A todo esto ¿Aceptarás el matrimonio con Arturo? —escuché a Dolores detrás de mí.

—No lo sé, Arturo es gran chico, pero no me visualizo compartiendo mi vida con él... —respondí con una mueca—. Seguramente no tendré voz ni voto para decidir, así que la abuela aceptará el matrimonio...

—Te diría que buscaras a otra mujer, pero te cuelgan viva si lo haces —se quedó pensativa un rato—. Arturo no suena mala idea después de todo.

—No lo es, pero tampoco es justo para él unir su vida con alguien que sigue sin superar a una mujer... Llevo más de un año en salidas con Arturo y sigo sin poder olvidar a Elsa—murmuré.

—Ya pasó un año, Isa... No creo que regrese al pueblo... —me detuve y bajé mi cabeza—, lo siento, pero no puedes seguir mintiéndote.

—Lo sé, aún no es fácil aceptar la realidad... —escondí mis labios apretándolos—, seguramente Elsa ya se casó con otra persona y puede que también se haya olvidado de mí... —dije dolida.

—Las posibilidades son infinitas... —chasqueó con su lengua—. Antonio dijo que habías encontrado a tu alma gemela, sinceramente no quise romperle el corazón diciéndole que las almas gemelas no siempre terminan juntas —comentó Dolores.

—Eso me acaba de doler... Ya no quieres darme golpes de realidad, tu quieres que me muera —dije con cierto tono divertido.

—Sí, me pasé un poquito —apretó sus labios y llegamos a la casa—. Solo, escoge algo que te haga feliz... Puede que Elsa no esté, pero te mereces ser feliz.

Asentí y Dolores entró. Solté un fuerte suspiro, ess palabras las dijo Elsa el día que peleamos. Podré seguir mi vida, pero es inevitable seguir pensando en ella.

"Espero que esto que elegiste te haga feliz... Porque mereces serlo, tuviste muchos años de sufrimiento" recordé las palabras de Elsa.

—Sucedió todo lo contrario —dije creyendo que ella podría escucharme. Entré a la casa y estaba Mirabel esperándome.

—Te esperan en la cocina —dijo acercándose a mí.

—¿Está el padre? —pregunté caminando hacia la cocina.

—Mjm, mamá y papá están con él y la abuela —me siguió—. Isa, espera —me detuve y la miré—, la abuela invitó a Arturo y a sus padres a la cena...

—Sé lo que significa... —dije desanimada—. Bien, gracias —murmuré. Entré a la cocina para encontrarme a mi abuela y al padre hablando alegremente mientras mis padres esperaban pensativos en la mesa.

—Buenas tardes —saludé y pasé a sentarme a lado de mi madre agachando la cabeza.

—El padre nos acaba de dar unas excelentes noticias —empezó mi abuela alegre—, por fin se acaba este año de sufrimiento para la familia.

—Estás completamente curada, Isabela —completó el padre y apreté mis labios levemente. Sentí el brazo de mi madre rodearme por los hombros y besar mi cabeza.

Ella sabía perfectamente que este año se había ido a la basura. El resto de la familia comprendía que yo no podía cambiar, pero al abuela insistía en querer cambiarme.

—Me alegra escuchar eso —murmuré.

—Me encantaría que siguieras apoyándonos en las labores comunitarias, la gente se ha encariñado contigo —sentí que el padre se levantaba de su asiento—. Fue un placer ayudarles, debo retirarme.

Mi abuela y mis padres lo despidieron y salió de la cocina.

—Isabela —llamó mi abuela—. Ya no debes agachar la cabeza, por favor, mírame.

Tomé aire y la miré, era la primera vez que cruzábamos miradas después de mucho tiempo. Ella sonreía desde su silla de ruedas, en un año su salud empezó a deteriorar, le era imposible mover sus piernas por lo que se optó por el uso de la silla de ruedas. La comida de mi madre no funcionó para curarla, creemos que es simple enfermedad que sucede en la vejez.

—Estoy muy feliz de que pudieras salir de ello —fingí una sonrisa—, hablé con los García y vendrán hoy en la noche a la cena, su hijo Arturo pedirá tu mano.

Mi madre suspiró incómoda y mi padre solo desvió su mirada, a ellos les molestó el plan de la abuela, pero lamentablemente ellos eran como yo, no tenían voz ni voto en estas situaciones.

—Esperaré con ansias la cena —dije regresando ver a la abuela.

—Serán muy felices —sonrió y le indicó a mi madre para que empezara a empujar la silla de ruedas.

—Lo siento mi amor —susurró mi madre besando mi mejilla—, hablaremos después... —se levantó de su asiento y fue hacia mi abuela, ella empujó la silla para salir de la cocina y dejándonos solos a mi padre y a mi.

—Tratamos de retrasarlo más, pero fue imposible —escuché a mi padre hablar—, no quisiera que pasaras esto, cariño —se levantó de su asiento y rápidamente lo abracé levantándome de mi silla—, si quieres llorar hazlo...

Pegué mi cabeza a su pecho y negué levemente. Solo quería que alguien me abrazara, él me rodeó con sus brazos y simplemente me quedé ahí, pensando en las mil posibilidades que podrían pasar si tan solo mi abuela fuera diferente...

Pero no podía quejarme del todo, yo misma elegí este camino.

(...)

—Isabela, hemos pasado un gran año juntos y siempre que estamos juntos mis días son una completa alegría, mis días comenzaron a ser perfectos y el tiempo transcurre de una forma lenta, eso y mucho más haces en mí, Isabela —abrió la caja dejando ver un anillo de compromiso—, me gustaría saber ¿Quieres casarte conmigo?

Miré el anillo y en mi mente solo resonaban las palabras que Elsa dijo mientras nos confesábamos "los días empezaron a ser perfectos y el tiempo comenzó a transcurrir de manera lenta... ¿Te has sentido así?".

"¿Qué acaso los demás no conocen otras palabras?", pensé.

—Acepto... —respondí fingiendo una sonrisa y Arturo deslizó el anillo sobre mi dedo anular.

Ambos nos abrazamos y mientras sus padres y mi abuela festejaban, el resto de la familia solo aplaudía levemente. No es correcto lo que estoy haciendo.

(...)

—Isa ¿Estás ocupada? —preguntó Arturo cuando salí de la casa—, me encanta el tono de azul que estás usando.

—Gracias —murmuré desviando un poco mi mirada—. Solo iba a comprar unos dulces para Antonio, ¿Sucede algo? —cuestioné.

—Quería que me acompañaras a un pequeño paseo y mostrarte un lugar que encontré... Pero si gustas puedo acompañarte a comprar los dulces para tu primo —rascó su nuca.

—El paseo estará bien... Antonio tiene escuela hoy —dije amablemente y ambos comenzamos a caminar.

—Se te ve bien el anillo, todo lo que uses se ve lindo en ti —comenzó una plática después de un rato de haber empezado a caminar y rápidamente noté un sonrojo en sus mejillas.

—Gracias por los halagos, es lindo el anillo, sabes escoger bien —respondí.

—Tenía miedo de que no te gustara, me alegra saberlo, en serio —sonrió y analizó el lugar—, ven sígueme, es por acá.

Tomó mi mano y me guió, abrió un poco algunos arbustos y logré ver lugar del que hablaba. Sentí que mi vista se nublaba un poco, no había tenido el valor de venir aquí después de meses, era difícil para mí recordar todo lo que había sucedido.

Con temblor en las piernas crucé los arbustos y entré al lugar. Olvidaba la calma que se sentía aquí.

—Es hermoso ¿No crees? —preguntó Arturo detrás de mí.

—Sí, es muy tranquilo... —moví mis manos para disminuir el tamaño del pasto ya crecido.

—Pensaba en que podíamos usarlo como nuestro lugar, ya sabes, para alejarnos del resto cuando lo necesitemos... Aunque lo puedes usar solo tu cuando quieras, tal vez después de unos días de casados comiences a odiarme —bromeó.

No respondí, mi cabeza solo daba para pensar en Elsa. Este era el lugar que solo nosotras conocemos. ¿Qué importancia tiene en este momento?, ella no está aquí, yo estoy comprometida... Ambas tomamos nuestros propios caminos.

—¿Sucede algo, Isabela? —preguntó Arturo acercándose a mí.

—Todo está bien... —cerré fuertemente mis ojos he hice mis manos en puños—, no pasa nada...

—¿Dije algo malo? —negué y lo miré.

—No te preocupes... —me forcé a sonreír.

Arturo me abrazó con algo de fuerza, no fui capaz de responderle el abrazo. El momento fue cortado cuando escuchamos los gritos de la muchedumbre en el pueblo.

—Vamos a ver —dije con intenciones de abandonar el lugar.

—No, puede ser peligroso —Arturo me tomó de la mano.

—Bien, quédate si quieres —me solté de su agarre y salí corriendo hacia el pueblo mientras a lo lejos escuchaba los gritos de Arturo llamándome.

Cuando llegué al pueblo traté de pasar entre las personas, cuando sentí que dos manos me jalaban con fuerza.

—¡Oye! —reclamé soltándome.

—Ven acá —miré a Luisa y ella me jaló entre las personas para llegar al frente de todos.

—¿¡Quiénes son ustedes!? —preguntaba mi abuela furiosa.

Miré a los causantes del alboroto y eran varios hombres y mujeres uniformados que montaban su caballo. Ellos se abrieron paso dejando el camino libre para una mujer que venía del mismo color que los uniformados mientras montaba un caballo blanco, detrás de ella aparecía un hombre algo mayor con una espalda en mano.

—Busco a Isabela Madrigal —dijo con fuerza la mujer pelinaranja.

—Soy Alma Madrigal, y les prohíbo estar en este pueblo —exclamó mi abuela y la mujer bajó del caballo.

—Es bueno saber que tengo a algunos familiares enfrente de mí —se acercó la mujer escoltada de un uniformado—. Soy Anna, reina de Arendelle.

Luisa y yo nos miramos rápidamente, ella era la hermana de Elsa.

—Arendelle... Lo siento, pero su reino no es bienvenido aquí —dijo firme mi abuela.

—Esperaré hasta que aparezca Isabela Madrigal, no creo que le moleste quedarnos —dijo Anna y empezaba a caminar a su caballo mientras mi abuela gruñía, pareciera que fuera a explotar por su enojo.

—¿Qué esperas? —Luisa murmuró y me dio un ligero empujón.

—¡Espere! —grité acercándome y ella se detuvo— ¿Usted es la hermana menor de Elsa Arendelle, cierto? ¿Por qué ella ya no es la reina?

—¡Isabela! —gritó mi abuela, la miré de reojo.

—Sí, soy su hermana. Elsa Arendelle ya no es reina desde hace un año ¿Tú eres? —ella se acercó a mí.

Tembló mi labio al escuchar los gritos de mi abuela llamándome y recriminándome. Sabía que esto iba a doler después.

—Yo soy Isabela Madrigal... —respondí y una sonrisa apareció en el rostro de Anna.

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Isabela después de este cap:

¡Hola! ¿Cómo están?

AAAAH YA YA, estoy muy feliz, el siguiente capítulo es el final y solo dependiendo del amor que le den a este cap es como será final feliz o triste 😈😈

Es broma pero si quieren no es broma 🧍🏻‍♀️

Y bueno, también viene el epílogo así que en dos más ya se acaba el fanfic siksi

De mi para ustedes <3

Sale bye 🤙

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