capítulo 7

Sería una tarea interminable contar todas las veces en que el mundo se detenía a sus alrededores; sin embargo, ahí y ahora, el tiempo parecía haberse congelado y no importaba nada más que los chicos que se tenían el uno al frente del otro.

Gihun luchaba consigo mismo por ocultar la sonrisa que quería formarse en sus labios. A pesar de que su mundo se estaba desmoronando cada vez mas, pedacito a pedacito, golpe tras golpe, insultos e insultos,... había entendido la clase de matemáticas y Sangwoo había llamado su nombre, ¿podía haber algo mejor que eso? Él creía que no; y de haber algo, no le interesaba. De cualquier forma, aún habían muchas preguntas sin responder y no podía solamente saltar al otro y darle un abrazo por más que deseara.

Sangwoo, en cambio, mantenía una expresión consistente, sin ningún cambio. Estaba viendo a la cara a su amigo y su corazón se hacía casi añicos al ver su rostro golpeado. Ni siquiera era un gran golpe, pero para la mirada que Sangwoo recordaba, aquello era inusual y alarmante. Quería decir muchas cosas, pero al mismo tiempo su garganta se sentía seca, como si no quisiera que hablara. Bajó su mirada un momento y carraspeó, para finalmente volver a ver a los ojos de su amigo. Cuando notó la evidente inquietud en el otro, se sintió culpable.

—¿Sangwoo?— Gihun habló extrañado. La situación de por sí ya era extraña desde que Sangwoo lo llamó, pero ahora que no le decía nada se sentía hasta incómodo. —¿Está todo bien?— Fue lo único que atinó a preguntar.

—Eso mismo te preguntaría yo a ti.— Finalmente algo salió de su garganta y sus ojos no pudieron evitar observar el moretón una vez más. Luego observó a Gihun parpadear repetidas veces.

—¿Por qué...? Oh.— El mayor entendió de dónde provenía aquel comentario y su mirada se giró en un intento de ocultar una vez más aquel golpe. Pero la voz de Sangwoo lo hizo respingar y encararlo nuevamente.

—¿Quién te golpeó?— Sangwoo dió un paso más cerca y su voz no sonó tan alta como pensó que lo haría.

—¿Uhm?

—¿Quién te golpeó, hyung?— Repitió, y sabía que sus latidos podían ser casi audibles para Gihun. La presión en su pecho, ahora reconocible, no escapaba por ningún lado. Además de eso, el miedo que sentía el menor al estar cerca de confirmar sus sospechas aumentaba cada segundo que su amigo parpadeaba y no decía nada. De por sí era extraño que Gihun se quedara callado. —¿Deokseo sigue molestándote?

Una sonrisa apareció en el rostro de Gihun mientras negaba sacudiendo sus manos. —Uh, no. Sigue burlándose y nos hace caras pero no ha pasado nada más que eso, no te preocupes.

—¿Entonces quién te golpeó en la cara?— Sangwoo insistió una vez más, sintiendo que el suelo a sus pies se desmoronaba y su mundo comenzaría a caer en partes. Aquello era difícil, jodidamente difícil y sin embargo ahí estaba de pie frente a su hyung, en un intento de volver a reestablecer comunicación de algún tipo con él.

Gihun guardó silencio un momento, mientras que la mirada de Sangwoo sobre él seguía allí.

—Bueno, mi padre...— Una de sus manos viajo hasta su cabeza y en dado momento terminó tras su cuello. Sangwoo lo interrumpió al instante.

—¿Fue tú padre?

La seriedad en los puros ojos del de lentes era suficiente como para querer hacerse bolita y esconderse en la esquina de un aula. Los ojos de Gihun, en cambio, se abrieron de puro terror y nervios al haber sido atrapado. —¡No, no! Fue... hubo un resbalón y... me pegué. Eso es todo.

Pero Sangwoo no compraba esa idea. Era evidente que Gihun estaba mintiendo. Ambos se quedaron callados unos largos segundos que parecieron eternos. Ninguno de los sabía qué decir o quién sería el primero en huir. Y entonces, un fugaz pensamiento cruzó la ocupada mente de Sangwoo, y sabía que era arriesgado, pero hasta ese punto, ya no tenía nada que perder. Al menos Gihun no parecía odiarlo como él creía.

—Hyung, sabes que... si algo sucede, puedes acudir a mí— Miró sus zapatos un momento y luego devolvió la mirada. Sabía que aquello no venía al caso, no ahora, no tanto tiempo después. Y de todos modos, siguió hablando. —. No iré a ningún lado.— Algo sonaba incompleto.

Gihun parpadeó, ¿y por qué me dejaste?

—Gracias, Sangwoo-ah.— Y aunque su corazón se partía por dentro, una sincera sonrisa fue lo que le devolvió. Porque sus sentimientos eran más fuertes que sus pensamientos. Porque a pesar del tiempo transcurrido, Sangwoo aún era de las personas más importantes en su vida. Porque aún quería darle un abrazo y sentir que eran niños de nuevo, que todo estaba bien.

—¿Tienes mi número? No lo tienes, ¿cierto?— Gihun observó un tanto pasmado y otro tanto conmovido como Sangwoo buscaba su propio teléfono y luego se lo tendía, esperando que anotara su número. Las manos de Gihun temblaron mientras sacaba su teléfono y torpemente hacia lo que el otro esperaba que hiciera. Era extraño, un día pensaba que Sangwoo lo odiaba y al otro estaba frente a él, dándole su número telefónico. —Cuando lo necesites, puedes mandar un mensaje.

¿Y tú me llamarás?

Y de repente, no podían verse a los ojos. Sangwoo de verdad quería decir algo y arreglar todo lo que había perdido, pero no sabía como hacerlo. El sentimiento de culpabilidad estaba haciéndose cada vez más grande. Levantó la vista para decir algo, lo primero que cruzara desde su cabeza, pero la repentina expresión aterrada de Gihun lo terminó de asustar más.

—¡La tienda!— Exclamó Gihun mientras recordaba que debía ayudarle a su madre, y que ahora iba más tarde de lo esperado. Sangwoo entendió inmediatamente.

—Te veo mañana, supongo.— Se despidió el menor, sintiéndose tranquilo de no tener que buscar un hilo para jalar y forzar alguna indeseada conversación -además de esa que acababan de tener. Gihun ni siquiera tuvo tiempo de despedirse con que Sangwoo ya había comenzado a alejarse.

Pero aún había algo de optimismo dentro de Gihun.

Sangwoo se esforzó por no voltear a verlo cuando pasó corriendo a su lado, aún confundido por las respuestas de su amigo, y temiendo que quien lo golpeó era justo de quien había dicho que lo protegería varios años atrás. Y si era así, ¿cuántas veces habría sucedido sin que se diera cuenta?

O lo que más le preocupaba, ¿Gihun realmente lo llamaría?

En las peores situaciones, ¿contaría con él?

•●•

El sol se ocultaba mientras Gihun regresaba con su madre de la tienda hacia su casa. Y aunque sabía que su madre aún seguía preocupada por lo que había sucedido la noche anterior, al verlo tan despreocupado y con una repentina ola de felicidad, no le cuestionó nada en absoluto. En lo más profundo de su ser, el chico no quería decirle que había hablado con Sangwoo, porque eso significaría explicarle que habían dejado de hablar hace mucho y no quería hablar de eso ahora.

Gihun creía que su día había sido productivo, así que, después de realizar su tarea y cuando finalmente anocheció, decidió ir a dormir temprano. Todas las luces de su habitación estaban apagadas y se encontraba rodeado de una agradable oscuridad, una que no le daba miedo. La soledad de repente no era dolorosa, porque en el fondo de todo sabía que no estaba solo, no ahora.

A su mente llegó el recuerdo de Sangwoo pasándole su número de teléfono. Por un momento pensó que sería buena idea desearle una bonita noche o algo así, pero luego creyó que era precipitado. Claro, habían hablado brevemente, pero eso no significaba que las cosas estuvieran bien, ¿verdad? Esperaría entonces a que el otro hablara cuando quisiera decirle algo o darle a entender qué fue lo que lo hizo alejarse antes.

Además, recordaba que Sangwoo le había dicho que le hablara cuando necesitara ayuda. Y realmente no necesitaba ayudaba en ese momento. La angustia, desesperación, coraje y lo que sea que odiaba sentir, había desaparecido.

Así que solo tomó su sábana y se arropó a sí mismo. Por ahora, dormiría con una torpe sonrisa en su rostro.

•●•

Apenas llegó a lo intimo de su habitación, Sangwoo se dió cuenta de todo lo que había sucedido esa tarde. Una maldición -con un incoherente tono positivo- resonó en su mente. Y luego otra. Y otra le siguió. Y luego una más rematar. Había hablado con Gihun después de tantos años que no lo hicieron.

¡Maldición!, gritó en sus pensamientos mientras se tumbaba en la cama y sus manos frotaban su rostro, ¡solo- maldición! ¡Lo hiciste! 

Un suspiro de alivio salió de sus labios. Lo había logrado, aquello que durante tanto tiempo le aterraba, había sucedido y había sobrevivido. Pensó entonces que la vida no podía ser tan complicada mientras cursaba la preparatoria. Por ahora su única preocupación eran los próximos exámenes escolares. Aunque al principio se sentía culpable con Gihun, ahora pensaba en retrospectiva y las cosas no se veían tan mal como antes. No era tan malo como pensaba que era.

Y luego, de golpe, se sentó sobre la cama y recordó que tenía el teléfono de su hyung. Una idea de hablarle pasó por algún lugar, excusando de verificar que el número que habían anotado fuera el número correcto, pero aunque tomó su teléfono y buscó su contacto, decidió no hacerlo. No quería verse tan afectado o algo. Dejó el celular en la mesa al lado de su cama y se recostó un momento.

Una evidencial sonrisa cruzó su rostro después de mucho tiempo. Se dió cuenta entonces de lo mucho que extrañó a Gihun. Tonto de su parte haber huido sin necesidad, pensando que sería lo mejor para él. Ahora veía que no era así.

•●•

Una semana. Había transcurrido una semana entera después de que habían "hablado" y no sucedió de nuevo. Sin embargo, no era del todo triste.

Gihun mentiría si dijera que no se sentía preocupado o ansioso, deseoso de que Sangwoo volviera a tomar aquella iniciativa y le hablara una vez más. Pero parecía que el destino se empeñaba en separarlos cada vez que existía la oportunidad o que el momento se presentara. 

Aún así, trataba de verse sereno y no preocupar a nadie más. No le había dicho nada a Jiyeong o Saebyeok, pero por las miradas de las chicas podía deducir que sabían. Solamente sabían que algo había sucedido. Quizás su mirada lo delataba todo el tiempo. O quizás era debido a que era un libro abierto para los demás.

Sangwoo, por su propio lado, quería acercarse de nuevo. De no ser así, no se preocuparía tanto ni hubiera sentido jamás aquella necesidad de regresar a un lugar seguro. A su lugar seguro. A Gihun. Sin embargo, no encontraba la situación adecuada para aquello, porque todo parecía arreglarse antes de acercarse a ayudar aunque hubiera sido en lo más mínimo cuando parecía algo se estropeaba en la vida del otro.

¿Cómo acercarse a alguien que ya no conoces del todo por el tiempo perdido y sin ningún tema del que pudiera partir una conversación?

De todos modos, el corazón de Sangwoo aún se aceleraba cuando cruzaba miradas con Gihun. El aire le faltaba cuando lo miraba sin que se diera cuenta y, de repente, lo volteaba a ver como si sintiera su mirada. No podía controlar la temperatura en su rostro. Tampoco su respiración acelerada y entrecortada. O si aquello pasaba o solo era lo que su cuerpo le hacía sentir.

Y luego sucedió ese momento. Oh, aquel momento en que Gihun de repente le sonrió y su vista se volteó a la pizarra. Aquel maravilloso momento que duró milisegundos mientras que para alguien como Sangwoo parecieron minutos eternos. Solo en aquel momento, Sangwoo se permitió a sí mismo sonreír tontamente.

Ahí fue cuando supo que estaba acabado. Estaba acabado porque sus sentimientos que tanto tiempo quiso ignorar, aniquilar y enterrar en la tierra más profunda que existiera, seguían vivos y cada vez eran más fuertes. Quizás era tiempo de aceptarlo, creía.

Para ser tan inteligente, poco sabía él.

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