capítulo 5

Las clases nuevamente llegaban a su fin, y Gihun muy apenas y podía mantenerse de pie debido al cansancio. Si los días anteriores habían sido un reto para él, éste se trató del día más difícil de toda su vida. Trató de dirigirse a la salida rápidamente con intensiones de tomar el autobús de regreso a casa, cuando Jiyeong y Saebyeok lo detuvieron. De todos modos no podía culparlas, no habló ni una palabra luego de la mañana y eso era extraño.

—¿Se te pasó el sueño, Gi?— Jiyeong sonrió parándose a su lado, pero esa misma sonrisa desapareció cuando notó las evidentes ojeras bajo los ojos de su amigo. —Ay, olvida que pregunté.

—¿Vas a irte a dormir cuando llegues a casa?— Preguntó Saebyeok, tratando de no reír tras los comentarios de la más bajita.

—Dormiré cuando tenga que dormir.

—Oh, no. Claro que no. Tú irás a tu cama y te vas a dormir hasta que repongas todo el sueño que has perdido haciendo quién sabe qué cosas.— Saebyeok sentenció y, cuando Gihun quiso responder, Jiyeong se le adelantó.

—De hecho... ¿por qué no duermes?

Gihun la miró un momento mientras apretaba sus labios. A decir verdad, para estar en el grado escolar en el que estaban, le avergonzaba mucho que los demás supieran que no era bueno en matemáticas. O en cualquier otra cosa. Las expectativas para jóvenes de su edad y de su generación eran muy altas y era una vara que le costaba alcanzar. No estaba orgulloso de sí mismo. Pero, al final del día, había muchas otras cosas peores que aquello.

Suspiró pesadamente mientras jugaba con sus dedos. —Yo... me quedo estudiando los problemas de la profesora Min...— Murmuró su confesión apenado.

Un corto silencio se formó, en el cual bajó su mirada hasta sus zapatos. Gihun quería que lo tragara la tierra en ese momento. Ellas no lo sabían. Nunca lo habían sabido porque él no le había dicho a nadie antes. En su momento, Sangwoo fue quien lo descifró.

Ambas chicas se voltearon a ver. Y fue solo cuestión de segundos para que ambas comenzaran a reír casi a carcajadas. Un sonrojo de vergüenza apareció en el rostro de Gihun y las miró molesto.

—¡Es verdad! ¡No estoy mintiendo!— Pero las chicas seguían riendo.

—¡Gihun, no tienes que inventar algo así!— Mencionó Jiyeong tratando de recuperar su postura. —Solo tienes que decir que te desvelas jugando videojuegos, viendo anime o porno. ¡O cualquier otra cosa!

—¡No digas eso!— Y fue entonces que notaron la apenada expresión en el rostro del otro y las risas disminuyeron drásticamente, casi en su totalidad. —¿Por qué es difícil de creer que estuve estudiando?

—¿No estás mintiendo?— Preguntó Saebyeok cambiando su expresión de inmediato. El resoplo que salió de la nariz del otro junto con su triste mueca fueron respuesta suficiente. —Ji, no está mintiendo.

—¿No duermes por estar estudiando?— Jiyeong preguntó, ahora consternada. —¿Por qué estudias hasta desvelarte?

—Porque... es que yo... no soy exactamente bueno en matemáticas. Y quiero sacar una buena nota en el primer parcial.— Explicó el chico, sintiendo como su rostro ardía de la pura pena y sus manos se cerraban y abrían constantemente, tratando de apaciguar sus nervios.

—¿El primer parcial?— Saebyeok cuestionó con un tono extrañado. Gihun casi ponía los ojos en blanco. —¿Hablas del examen que se aplicará en dos semanas? ¿Literalmente dos semanas?

—Para mí es difícil.— Terminó de decir, mientras intentaba desviar su mirada hacia otro lado nuevamente. Quería escapar de esa situación, pero ¿cómo retroceder el tiempo?

—¿Por qué no dijiste nada?— Dijo Jiyeong con un tono más tranquilo, como intentando consolar al otro. —Yo soy buena en mates, puedo ayudarte.

—No quiero molestar.

—No sería molestia, Gi. Somos amigos, los amigos debemos estar juntos y ayudarnos cuando lo necesitamos. No tienes que pasar por esas cosas solo. No cuando también somos compañeros de clase, somos un equipo.— Jiyeong dió pequeños brinquitos mientras terminaba de decir todo aquello. El rostro de Gihun comenzó a enfriarse y un suspiro salió de sus labios. Solo...

—Me gustaría poder decirte lo mucho que me ayudarías, Ji. Solo que hoy-

—Espera— Saebyeok interrumpió. Los otros dos la miraron al instante. —, hagamos un plan. Hoy vas a aprovechar que no tenemos tarea e iras a tu casa a dormir lo más que puedas y lo que tu cuerpo te pida. Mañana, después de clases, Ji podría darte asesorías de matemáticas. ¿Estamos de acuerdo?

—Yo lo estoy.— Jiyeong sonrió a la alta y luego se dirigió a Gihun, esperando su respuesta.

A él le tomó un poco más de tiempo contestar, pero al sentir las miradas de las chicas sobre él, lo pesado de sus párpados y el gran cansancio que tenía, la idea era tentadora. Miró a Saebyeok, luego a Jiyeong. Se dió por vencido, y finalmente aceptó: —Bien, ¿después de la escuela?

—Por supuesto— Jiyeong dió otro brinquito y los tres finalmente sonrieron al mismo tiempo. —, podemos irnos juntos de aquí. Y puedes traer un cambio de ropa, una pijama o lo que quieras, lo que sea más cómodo que el uniforme para que puedas concentrarte.

—Me parece que quedó resuelto— Comentó Saebyeok. —, ahora ve a dormir. Lo necesitas.

—Ya perdí el transporte así que me iré caminando— Gihun suspiró. Pero luego sonrió cansado y se despidió. —. Las veré mañana.

Ambas chicas observaron a su amigo alejarse. Entonces, Jiyeong se dirigió a Saebyeok: —Tú también vendrás, desde luego.

—¿Qué?— Saebyeok preguntó sarcásticamente. —¿Acaso enseñarle mates a un chico es muy complicado?

—Por supuesto que no— Jiyeong comenzó a caminar y la más alta la siguió. —. Quiero decir, Gi es un chico muy inteligente, solo que él no lo sabe. Y los temas que hemos visto no son complicados. Pero es la primera vez que nosotros, los perdedores, nos unimos después de tanto tiempo. Seríamos los tres otra vez.— La bajita sonrió, mirando a la alta a los ojos.

—Es cierto— Saebyeok sonrió de lado. —. Entonces iré.

•●•

Gihun agradecía que, apenas llegó a su casa, su madre lo notó tan cansado y pensó que se enfermaría o algo así como para tener que mandarlo inmediatamente a descansar. No tenía fuerzas siquiera para decirle algo, por lo que solo le sonrió después de recibir un beso en la frente y una cálida sonrisa y se dirigió a su habitación.

No se dió cuenta en que momento su mochila terminó junto a su escritorio, o cuando su uniforme desapareció y la pijama a duras penas estaba bien acomodada. Tampoco supo en qué momento la puerta se cerró y la luz se apagó. Mucho menos cuando su cabeza cayó sobre su almohada y sus párpados poco a poco se juntaban, dejándolo en una creciente oscuridad que le resultaba acogedora.

Por primera vez en mucho tiempo, estaba tranquilo. Y cuando menos supo, durmió.

•●•

Gihun abrió los ojos lentamente para darse cuenta que, por lo que se dejaba ver entre las cortinas de su ventana, ya pasaba del atardecer. Se sentía descansado y mejor que otros días, pero la buena suerte poco le duraba al chico. Un golpe -a lo que pensó que fue a la mesa de la cocina- se hizo sonar y unas palabras fuertes le siguieron. Su padre estaba en casa y ahora estaba discutiendo con su madre. Como casi todos los días...

Se puso de pie y buscó unos zapatos. Tras ponérselos rápidamente, salió de su habitación casi de puntitas y escuchó algunas de las palabras que sus padres discutían.

—¿¡Y por qué no está aquí ahora!?

—¿¡Cuántas veces tengo que repetirte que se veía enfermo!?— Gihun supo entonces que hablaban de él.

—¡Me importa un carajo si está enfermo o no! ¡No puede ser un inútil toda su vida!

—¡Es solo un niño!

—¡Es un hombre!

—Falta mucho para que tenga la mayoría de edad, ¡estás exagerando! ¡Solo está descansando por un día! ¡Un solo día! ¿¡Crees que la tienda se irá a la quiebra solo porque el niño no fue un día!?

Gihun sintió un nudo en la garganta al escuchar todo aquello. Un sentimiento de culpabilidad se hizo en su pecho y se congeló mientras esperaba la siguiente respuesta de su padre. Tardó unos segundos en llegar y un grito le rompió el corazón. —¡Es un inútil! ¡Y pobre de él si lo veo en lo que resta del día!

—Deberías estar agradecido de que la gente va a la tienda porque Gihun es agradable. Si fueras tú, estaríamos jodidos todos.

Su pecho subía y bajaba con dificultad. Entró de nuevo a su habitación; tratando de no hacer ruido, cerró la puerta y se dejó caer al suelo. Abrazó sus piernas lentamente e intentó calmarse mientras acariciaba sus rodillas. No era ningún secreto que se sentía agobiado. Si tan solo hubiera dormido un poco más la noche anterior en lugar de quedarse estudiando...; al menos en la mañana sería un nuevo día, y pensaba que podría hacer las cosas mejor.

•●•

El nuevo día había llegado. Incluso antes de que pudiera pensarlo, ya se encontraba caminando al lado de Jiyeong y Saebyeok mientras ellas hablaban -bueno, Jiyeong hablaba mucho y Saebyeok la escuchaba- de cosas como si él no estuviera en medio, siendo casi arrastrado de los brazos por sus amigas. Tampoco era que le molestara, escuchar a las otras conversando lo sacaban un poco de su ruidosa mente que le decía constantemente que debía mejorar para enorgullecer a sus padres. O ser el hijo que su padre quería que fuera como mínimo.

Sabía que aquella propia tarea le iba a resultar difícil.

La madre de Jiyeong era una mujer agradable. Se portaba muy amable con los amigos de su hija y les había ofrecido algo de comer cuando llegaron de la escuela. Durante un buen rato, las tres mujeres presentes mantenían una conversación de la que Gihun no se atrevía a formar parte, aún inmerso en sus pensamientos. Oía, más no escuchaba.

—¿Por qué Seong Gihun, el chico más atento y lindo del vecindario, no ha dicho ni una palabra?— La voz de la mujer y la tierna mirada en su rostro lo sacaron de sus pensamientos y casi entra en pánico al no haber entendido ni la pregunta ni el cumplido. —Parece como si no hubieras tomado ni un solo bocado de tu comida, cariño.

—Ah, ah, lo siento mucho, señora— Se disculpó rápidamente, sus nervios notándose desde donde fuera que se le viese. Saebyeok lo miraba con los ojos entrecerrados. —. No me había dado cuenta que... no estaba comiendo...— Sus ojos bajaron hasta plato y se avergonzó de verlo casi lleno. No quería que la madre de su amiga pensara que no le había gustado la comida.

—¿Está todo bien?— Ese tono de preocupación le pareció tan extraño por dos motivos. El primero era que no estaba acostumbrado del todo a esa pregunta, temiendo responder incorrectamente. Y el segundo, porque la mujer lo miraba con tanta ternura y hablaba tan suavemente que se le hacia imposible creer que Jiyeong fuera su hija.

—Si, por supuesto. Solo pensaba en... la escuela.

Antes de que pudiera decir algo más, la madre de Jiyeong fue casi interrumpida por su hija con una mirada de preocupación.

—Omma, ¿no se te hace tarde para el trabajo?— Recordó la más bajita. Y claro, su madre era la proveedora de la casa desde que habían comenzado a vivir solas. Jiyeong era lo suficientemente madura para quedarse en casa sin supervisión, y por ello su madre trabaja durante las tardes.

La mirada de la mujer cambió drásticamente al escuchar esa pregunta. Era cierto, si no se apuraba, seguro se le haría tarde. Dijo algunas palabras mientras se ponía de pie y buscaba sus cosas para salir a su trabajo. Los tres chicos observaron como se acercaba y se despedía de su hija dándole un beso en la frente. El rostro de la bajita se sonrojó un poco y no pudo evitar quejarse. Su madre solo rió sabiendo que la había avergonzado frente a sus amigos.

—Me voy ahora, chicos. Fue un gusto haberlos saludado— Se despidió haciendo un gesto con la mano.—. Ji, te encargo la casa.

—Sí, omma.— Respondió su hija.

—No rompas ni quemes nada.

—No, omma.

Seguidamente, la mujer salió de la casa mientras cerraba la puerta tras de sí. Un momento de silencio se formó y, cuando Gihun menos lo esperaba, Jiyeong puso las manos sobre la mesa haciendo un ligero estruendo.

—¿Por qué no estás comiendo, Gi?— Preguntó la más bajita mientras volteaba a verlo. Gihun entonces tomó una cucharada del arroz que había en su plato y la puso en su boca.

—Estoy comiendo.— Dijo a duras penas, manteniendo la comida dentro de su boca.

—Pero ya bien— Saebyeok habló con un tono más calmado que el de la otra chica. —, ¿qué está pasando dentro de tu mente? Y puedes decirlo, nadie te va a juzgar.

Gihun tomó aire después de tragar, y luego lo dejó salir pesadamente mientras decía: —¿Están seguras de esto de enseñarme matemáticas?

—Gi, son matemáticas— Ambas chicas parpadearon. Saebyeok levantó una ceja. —. ¿Cuál es el problema?

—No lo sé, solo...— Levantó sus hombros y luego los bajo.  —, tal vez soy un poco inútil para esto.

—¿Inútil? Claro que no, ¿quién te dijo eso?— Jiyeong frunció el ceño, casi preparándose para golpear a alguien. Mientras, Gihun flaqueó un poco al escuchar la pregunta. No sabía que responder. O más bien, no quería responderle que se sentía de esa forma porque alguien se lo había dicho y por la ausencia de otra persona.

—... Son solo ideas. Cosas que pienso.— Se encogió de hombros una vez más volviendo a tomar una cucharada del arroz. Desvió la mirada a su comida, tratando de restarle importancia al asunto.

Jiyeong usó un tono más sutil para hablar, tratando de consolar al otro y quitarle aquella inseguridad que tenía. —No eres un inútil. Solo necesitas un empujoncito y ya. Además, ¿qué tiene de malo? Son ecuaciones, no una ruleta rusa.

—Repite lo último que dijiste y sabrás qué es lo malo.— Levantó las cejas, y Jiyeong lo miró más confundida que antes.

—¿Son ecuaciones, no una-?

—Exacto. Ecuaciones.

Escucharon un resoplo y una ligera risa, ambos volteando a ver a Saebyeok. Probablemente a la chica le resultaba divertido como los otros dos discutían sobre las matemáticas, casi olvidándose de que cargaban problemas más pesados en sus espaldas. Y quizás por eso era que los tres, siendo tan diferentes, eran muy amigos; porque podían jugar y olvidarse de las grandes dificultades del exterior.

—¿Por qué no mejor terminas de comer y luego nos ponemos a estudiar? No comas preocupado por cosas que no han pasado.

•●•

La tarde pasó rápido y Gihun no podía haberse sentido más tranquilo. Finalmente había entendido lo que la profesora Min tanto había explicado y el simplemente no comprendía. ¿Pero ahora? Ahora podía respirar con paz al saber como resolver ecuaciones de segundo grado. Jiyeong había sido tan amable con él que casi le lloraba en sus brazos. Mientras tanto, Saebyeok los miraba desde el otro extremo del comedor y le lanzaba bolitas de papel a Gihun cada vez que se equivocaba. Había llegado un punto en que el chico se resignó y ni siquiera se inmutaba por ello.

El trayecto hacia su casa fue largo pero rápido, caminando mientras pateaba algunas piedritas que habían en el camino. Hace algunos años hubiera estado haciendo lo mismo pero con cierto acompañante a su lado, a la par que le contaba anécdotas divertidas o cualquier cosa que se le ocurriera. Pero ahora caminaba solo, sin siquiera mortificarse un poco por el pasado, y sintiéndose orgulloso de que había entendido y hecho su tarea sin errores. Estaba seguro de eso -e incluso si no lo estuviera, al menos Saebyeok lo estaría.

Llegó a su casa solo para darse cuenta de que su padre ya estaba ahí y se escuchaban ruidos en la cocina, seguro de su madre lavando platos o algo así. Lo único malo de la entrada del hogar era que daba directo al comedor, y su padre lo vió exactamente cuando entró. Gihun se quedó viéndolo un segundo antes de hacer una reverencia como saludo, olvidando momentáneamente su felicidad y sintiendo un nudo en su estómago -seguro de miedo.

—¿Dónde estabas?— El hombre preguntó sin expresión alguna. Gihun tragó duro y se quitó su mochila tras recuperar su postura.

—Estaba en casa de Jiyeong, ella y Saebyeok me estaban ayudando con matemáticas.— Sacó su cuaderno de apuntes y lo dejó sobre la mesa, esperando que su padre lo tomara y confirmara que estaba diciendo la verdad. Pero su padre en ningún momento tomó aquel cuaderno, solo lo vió de reojo y luego se dirigió de nuevo a su hijo.

—¿Te estaban ayudando?— El hombre lo miró de pies a cabeza, comenzando a mostrar una expresión enojada. —¿Me estás diciendo que esas dos reboltosas te estaban ayudando a estudiar porque no podías solo?

—No les diga de esa forma— Gihun defendió rápidamente. —. Son mis amigas.

—Eso no fue lo que te pregunté.— El hombre se puso de pie y un escalofrío recorrió la espalda de Gihun. Quiso salir corriendo de ahí y evitar cualquier situación que involucrara a su padre, pero no podía hacerlo. No podía porque sus piernas no se lo permitían, y al contrario, permanecía bien plantado en el suelo. Los ruidos en la cocina seguían escuchándose; su madre no se había dado cuenta de lo que sucedía del otro lado.

—Sí, appa. Me estaban ayudando a estudiar porque no podía.— Admitió aguantando las ganas de suspirar. Bajó su vista avergonzado, incapaz de ver a su padre a los ojos. Sabía que seguía molesto con él por lo de la tienda y ahora por no poder estudiar, así que el temor por el castigo estaba más que presente en sus nervios y pensamientos.

Fue entonces que su padre tomó su libreta y con toda la fuerza que tenía en ese brazo, la lanzó al rostro de Gihun. Apenas el cuaderno cayó al suelo tras haber hecho aquel ruido, se cubrió la cara rápidamente con ambas manos sintiendo un gran dolor en su mejilla izquierda. Escuchó a su padre gritarle que era un inútil y a su madre correr hacia el lugar. Ellos comenzaron a discutir y Gihun solo pudo tomar su cuaderno y guardarlo nuevamente en su mochila.

—Vete a tu habitación.— Escuchó un momento, pero no supo quién se lo dijo. Solo hizo caso. Sin levantar la vista, casi corrió hasta su cuarto y cerró la puerta tras de sí.

Inútil, pensó en la oscuridad de su habitación, eres un inútil. Por eso te dejan solo.

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