capítulo 4
El siguiente día pasó y Sangwoo no volvió a acercarse. Gihun se quedó esperando como si de un cachorro perdido se tratase, sintiéndose abandonado y el tiempo pareciéndole eterno. Las horas comenzaban a acumularse y a pasar, y Gihun no podía dejar de repetir aquellas palabras en su mente que tanto quería decirle a Sangwoo: "háblame, háblame, háblame..." pero solo podía quedarse esperando.
Las horas comenzaron a convertirse en días, los días en semanas y cuando menos se daba cuenta, las semanas ya se habían convertido en un mes. Un mes que había sido una completa tortura para Gihun porque no podía dejar de pensar en el otro. ¿Por qué lo había defendido? No le correspondía hacerlo, pero de todos modos Gihun sentía que había algo allí. Era como si algo le dijera que las cosas podían mejorar y que su inoperante vida podría cambiar en cualquier segundo y todo gracias a que Sangwoo volvería a ser su amigo. Solo que todo aquello no era más que una cortina de humo para su realidad -una donde Sangwoo no volvió a acercársele.
•●•
—¿Entonces?— Saebyeok se sentó detrás de Gihun antes de que las clases comenzaran. No le costó mucho obtener la atención del otro.
—¿Entonces, qué?— Gihun preguntó dándose la vuelta en su silla. Jiyeong se acercó y se sentó al lado del chico.
Debido a que Saebyeok no quería gritar a los cuatro vientos a lo que se refería, miró un momento al chico al otro lado del aula. Gihun volteó a ver a qué se refería, y al ver que se refería a Sangwoo -quien se encontraba con la vista sumergida en un libro, completamente ajeno a esa conversación- se volteó rápidamente, como pretendiendo que no había visto nada.
—Ya, Sae. Está todo bien, no te preocupes por mí.
—Gi, ha pasado un mes— Recordó ahora Jiyeong. —. Pasas poco tiempo con nosotras y casi no sonríes. Tus sonrisas me ponen de buen humor.
—Eso es algo que no esperaba escuchar viniendo de ti, ¿cuándo fue la última vez que me has dicho algo lindo?— Gihun habló sorprendido.
—Probablemente... hoy.— Jiyeong sonrió de lado. Mientras pudiera hacer que el otro riera un poco...
—Gihun— Saebyeok volvió a llamarlo, y el mencionado no pudo hacer más que encogerse de hombros como cada vez que Sangwoo era tema de conversación. —, sabes que si necesitas hablar de algo o si quieres pedir ayuda-
—Estoy bien— No recordaba la última vez que alguien le había dicho eso, o si siquiera se lo habían dicho alguna vez. Una sonrisa que Saebyeok reconoció como falsa apareció en su rostro y finalmente dijo: —. Gracias por preocuparte, de todos modos.— Entonces volvió a poner su vista al frente, sin notar como Jiyeong y Saebyeok se miraron la una a la otra con dejos de preocupación en sus rostros.
•●•
Ahora se sentía triste. Era casi a diario que su pecho le dolería por la gran presión que sentía. Se cansaba con más facilidad y todo le resultaba agobiante. Gihun sabía que en cualquier momento se soltaría a llorar. Claro, nunca había estado tan triste desde que vió a Sangwoo alejándose de su lado por primera vez y sintió cómo sus inseguridades lo apedreaban, como si todo hubiese sido su culpa y nunca hubiera sido un buen amigo; pero ahora era diferente.
Quizás y se había acostumbrado a aquella soledad que se había vuelto su amiga. Había aprendido a falsificar su sonrisa y a estar siempre para los demás, aún si no había nadie para él. Y por eso, cuando Sangwoo se paró frente a Deokseo y repitió aquellas palabras que había dicho anteriormente, hizo que una nueva herida se abriera y de sus emociones un tornado. Porque Sangwoo estaba ahí, pero al mismo tiempo no. Porque lo había escuchado cuando nadie más lo hizo. Porque aquel sentimiento que se producía en su pecho cada vez que Sangwoo hablaba había regresado, y lo hacía con una intensidad más grande a la que sintió alguna vez. Porque sentía que lo tenía de vuelta... pero sabía que no era del todo así. Y odiaba la urgencia con la que lo quería.
Quería culpar todos aquellos síntomas con la adolescencia, y al mismo tiempo se regañaba por dejarse ser tan ingenuo. Quería creer que su cuerpo solo le jugaba malas pasadas en las clases de deportes, quería creer que no podía concentrarse en matemáticas porque su mente era ruidosa, quería creer que no memorizaba ni un solo dato de historia porque las fechas y los confusos nombres no se le daban; quería justificar todo aquello que su corazón le provocaba con su simple crecimiento.
Pero la verdad que Gihun evitaba era que se sentía triste.
Porque estando en su lugar, a su edad, con su familia y con la gente de la escuela y en la calle, no podía permitirse que lo vieran triste. No cuando se suponía que él era la alegría del lugar.
•●•
3:03 a.m. y Gihun seguía despierto. Con el fin de mes, se acercaban las evaluaciones de la primer etapa. No eran exámenes difíciles, pero al menos eran importantes. Y con eso era suficiente para generarle gran temor al chico.
—"Y"... "y" es igual a cinco...— Dijo para sí mismo. Una pequeña lámpara era todo lo que iluminaba el cuaderno sobre su pequeño escritorio. Sus brazos recargados en este y sus manos sobre su frente, tratando de mantenerse despierto y concentrado. Releyó varias veces en su mente el problema que intentaba entender. Si bien tenía la respuesta, no entendía de dónde había salido porque su cerebro no le dejó concentrarse en la explicación de la profesora. —, ¿de dónde saco la tonta "x"?
Finalmente se desesperó y se alejó frustrado de sus escritos. Suspiró pesadamente mientras sentía que el aire dejaba sus pulmones y se relajaba de a poco. Al sentirse menos agobiado, se recargó sobre su silla y se permitió cerrar los ojos un momento. Definitivamente creía que era malo en matemáticas, y un recuerdo llegó a su mente más rápido que Jiyeong dirigiéndose a la violencia. A pesar de que quería dejar de pensar en Sangwoo y no darle esa importancia que creía que el asunto merecía, los recuerdos del chico ayudándole con las matemáticas se hicieron presentes.
No era ningún secreto que Sangwoo era mucho más inteligente. Gihun nunca se había sentido intimidado por el intelecto del otro, al contrario. Siempre lo había admirado por todo lo que podía memorizar y aprender. Y pensaba que era más admirable que alguien como Sangwoo, tan propio como él mismo, se sentara a su lado para explicarle pacientemente como resolver los problemas que no entendía. Lo que ahora más le dolía a Gihun era que Sangwoo nunca se había burlado de él por ser más lento ni se había molestado por tener que explicarle algún problema dos veces. Pareciera que lo hacía hasta con gusto y recordar eso dolía.
Aunque aquellos eran recuerdos felices, ahora dejaban un sabor agridulce en su boca. Más sabiendo que estaba solo, sin nadie que pudiera explicarle y con un increíble miedo a ser juzgado y castigado por fallar. Eso porque Sangwoo no estaba a su lado y porque sus capacidades no le permitían repasar sus apuntes como le gustaría.
Las inseguridades vinieron después y Gihun comenzó a cuestionarse a sí mismo. ¿En qué momento Sangwoo había decidido alejarse de su lado? ¿Pensaría quizás que no era lo suficientemente inteligente como para juntarse con él? ¿Por qué habían cambiado tanto? ¿Por qué ya no eran los niños alegres que fueron antes? ¿Qué hizo mal...?
Gihun se frotó el rostro con sus manos de forma casi agresiva. Se dió cuenta entonces que estaba a punto de llorar y se limpió los ojos rápidamente. Tal vez lo mejor era dormirse y seguir estudiando cuando tuviera más energía. Observó sus apuntes una última vez y un sentimiento de culpabilidad se apareció.
—Lo siento, "x". No eres tonta— Apagó su lámpara y se dirigió a su cama en completa oscuridad. Se recostó lentamente y observó el techo cuando recargó su cabeza en su almohada. —. El único tonto soy yo.
•●•
3:04 a.m. y Sangwoo sabía que nada era normal. No tenía nada de normal la cantidad de veces que se quedaba despierto, luchando por conciliar el sueño y fallando hasta que era casi hora de ir a la escuela.
Sentía una sensación extraña que se negaba a reconocer y no lo dejaba pensar con claridad. Se convencía de que era el insomnio e ignoraba que se trataba de preocupación. No tenía tiempo para esas cosas, y al mismo tiempo no tenía tiempo para nada más.
Pensaba que había cometido un gran error al haber detenido a Deokseo de seguir golpeando a Gihun, pero apenas se dió cuenta de que aquello estaba sucediendo, la sangre había comenzado a hervirle y se hubiera odiado si no hubiera hecho nada. No podía permitirlo. No quería permitirlo. No aceptaría que algún idiota llegara a golpear a esa persona tan importante para él y se saliera con la suya. No si estaba él para impedirlo.
Sin embargo, no creía que su error hubiera sido defender a Gihun de los matones y ganarse problemas con ellos, era más bien lo mucho que le causaría volver a estar tan cerca del otro. Quería hablarle, quería ir con él y hacer las paces. Quería regresar el tiempo y nunca haberse alejado. Pero la sensación era una tortura al no sentirse merecedor de aquello.
Yacía recostado en su cama, con sus brazos cubriendo su abdomen y mirando fijamente el techo de su habitación. Quizás Gihun ahora lo odiaba y por eso ni lo volteaba a ver. O solo era que no se daba cuenta de muchas cosas. Y no era lo suficientemente valiente como para averiguar lo que se perdía. Cerró los ojos en un intento de conciliar el sueño, pero como ya se esperaba, falló.
•●•
El sol salía y el timbre de entrada acababa de sonar cuando Gihun entró corriendo al pasillo hacia su aula. Había perdido el autobús y tuvo que correr todo el camino porque no veía con claridad y tenía miedo de ser arrollado en la calle. No pensó demasiado las cosas cuando comenzó a andar. Logró toparse a Jiyeong y Saebyeok en el pasillo, quienes lo miraron confundidas apenas lo vieron. Él creyó que se debía a que tenía cara de haber visto a un muerto hablando o que no durmió bien.
—¿Por qué traes una botella de... pura agua?— Jiyeong preguntó al notar el objeto en la mano de su amigo mientras se dirigían a su aula. Gihun volteó a ver su mano y vaciló por un momento tratando de recordar lo que había hecho por la mañana.
—Ahm, yo..., ah, solo había leche. Y no podía tomar leche. Así que tomé el bote y en lugar de servir leche, serví agua.— Contó. Jiyeong tuvo que aguantar su risa, mientras Saebyeok lo miraba con duda en su rostro.
—¿A qué hora te fuiste a dormir?— Preguntó la más alta sin dejar de mirarlo.
—¿A qué hora qué cosa?
—No desayunaste en casa, por lo que vemos.— Comentó Jiyeong entre risas. Gihun la miró aún más confundido.
—¿No hay dinosaurios en casa? ¿Cómo habrían dinosaurios en casa? No cabrían, eran enormes.
—Y se extinguieron hace miles de años, Gi. Vayamos al salón.— La más bajita tomó el brazo de su amigo y comenzó a dirigirlo hacia el salón. Conforme pasaran las horas, podría ser que su mente pensara con racionalidad y no tendrían que encubrirlo por lo somnoliento que se encontraba.
Gihun comenzó a abrir su botella de agua y tomó de ella mientras se dejaba guiar por sus amigas. Al menos sabía a dónde lo llevaban. Fue entonces que una voz los detuvo al llamar sus nombres. Ali algunas veces se juntaba con ellos o buscaba formas de estar en contacto. Por eso no les sorprendía del todo que les llamara para saludarlos.
Tanto Saebyeok como Jiyeong se sorprendieron de ver que caminaba junto a su compañero de clases, Sangwoo, y que aquel chico lucía igual de cansado que Gihun. Era una curiosa y extraña coincidencia que ambos no pudieran dormir por la noche. Al menos eso era lo que asumían.
—¿Gihun-hyung también está adormilado?— Preguntó Ali con un ligero tono de preocupación. Parecía que Sangwoo le susurraba para que guardara silencio, pero Ali parecía ignorar aquello o no lo entendía del todo.
—Bueno— Jiyeong miró de reojo a Gihun, quien entrecerraba los ojos tratando de reconocer el rostro de Ali a la distancia. —, parece que fue una larga noche para algunos, ¿no?
—Que extraño— Comentó el moreno. —, ¿ustedes tienen algo que ver?— Mencionó aquello mientras apuntaba continuamente hacia Sangwoo y luego hacia Gihun; así lo hizo varias veces.
Gihun al escuchar aquello escupió el agua que apenas y podía tomar, sintiendo como su rostro ardía. El comentario lo había sorprendido. Probablemente demasiado. Eso, o que lo había entendido a la perfección. Se cubrió la boca con su mano libre.
Sangwoo por su parte levantó las manos como si le quisiera gritar a Ali que se callara. Aquel comentario no había sido nada discreto, pero no podía culparlo, sabía que no tenía idea de lo que había sucedido en el pasado entre Gihun y él.
Un corto silencio se formó entre los cinco chicos, hasta que con los nervios de punta y el corazón en su garganta, Gihun se dió la vuelta y caminó por su cuenta al salón. Sangwoo lo veía y, aunque los demás se dieron cuenta, estaba tan cansado que no le dió aquella importancia. Hizo lo mismo que el otro, alejándose de sus compañeros y entrando al salón para después sentarse lo más alejado posible de Gihun.
Saebyeok, Jiyeong y Ali se quedaron aún en silencio, tratando de entender lo que acababa de suceder.
—Dije algo que no debí, ¿cierto?— Ali cuestionó. Ambas chicas lo voltearon a ver. Jiyeong se encogió de hombros y Saebyeok suspiró.
—Digamos que tienen una relación complicada.— Fue lo único que la alta pudo decir.
—¿Entonces si sucede algo entre ellos?
—Ojalá supiéramos...— Jiyeong entonces se dió la vuelta y se encaminó hacia el salón. —. Entren, o no los van a dejar entrar después.
•●•
Matemáticas, matemáticas, matemáticas,... Gihun luchaba internamente por no quedarse dormido y prestar atención a la clase. Sus ojos pesaban y su vista dolía de lo poco que había descansado durante la noche. Ahora era definitivo que dormiría más temprano si sabía que al día siguiente tenía aquella asignatura.
Quiso darse un golpe en la cabeza cuando la explicación del tema terminó y, como era costumbre, no había entendido ni cuánto valía π (pi). La sensación era peor porque, aunque pudo haber estado distraído pensando en lo mucho que dolía existir, ahora no podía ni pensar. Era como si estuviera eternamente en un cajón de la nada, un espacio vacío en su mente o un cuarto completamente blanco del que no podía salir. Solo quería volver a su habitación, su lugar seguro, y entonces ir a dormir y no querer despertar jamás.
Pero tampoco podía hacer aquello, no cuando debía estudiar hasta poder entender.
Sangwoo no estaba mejor que él. Apenas y podía mantener los ojos abiertos. Toda la clase la pasó con sus brazos cruzados y sin despegar la mirada del pizarrón. Sin embargo, parecía que todo lo que escuchaba entraba por un oído y salía por el otro, pero sabía que con el tiempo lo entendería.
Su corazón todavía latía con fuerza y no encontraba remedio mental para calmarse. Lo que había sucedido aquella mañana era algo que no esperaba, y al ver a Gihun alejarse sin decir ni una sola palabra... creía que quizás estaba en lo cierto y ahora lo odiaba. El pensamiento de Gihun odiándolo le partía el corazón, pero al mismo tiempo sentía que era lo que se merecía. Quizás no valía la pena acercarse de nuevo si solo iba a ser respondido con enojo, un enojo que estaba completamente justificado. O eso era lo que su mente le hacía creer.
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