Capítulo 5
Nunca me había dedicado a ver el cielo mas que de una manera indiferente y es curioso saber como nos adaptamos a algo en cuestión de días, semanas o incluso horas. Como, lo que es similar a un tesoro irreemplazable se vuelve un acompañante a nuestras vidas; Como el cielo, las nubes, el sol, la luna, las noches y los días, alcanzamos las estrellas y nos acostumbramos a su presencia hasta que un día solo deja de brillar.
¿Por cuánto tiempo la luna va a brillar?
¿Cuándo el sol dejará de ser tan caliente?
¿Qué pasa si ya no podemos mirar mas al cielo y apreciarlo?
¿Que ocurrirá cuando ya no hayan días que contar? Son preguntas que no nos hacemos porque ya nos acostumbramos a su presencia y creemos que eso no tendrá límites, pero solo las personas que hemos llegado a comprender la perdida de algo tan o más valioso que lo que ya he nombrado sabemos lo inesperado que puede ser y el dolor que deja la ausencia, porque nadie nos prepara para esto. Nadie nos da una señal y mucho menos una despedida.
Y buscar una explicación a eso sería una perdida de tiempo.
El cielo era una de las mejores cosas de la que podemos gozar sin pagar ni un solo billete, el cielo no nos pertenece pero nos acompaña desde que nacemos y cambia como nosotros también lo hacemos. Siempre he creído que el cielo es mas especial de lo que podemos imaginar y en estos momentos sería un completo idiota si empezara a dudar de eso porque, desde que Violet se fue los días parecen llorar conmigo, el cielo no ha mostrado un rayo del sol, las nubes grisáceas llenan el espacio y las gotas de lluvia descienden al tiempo con mis lágrimas, como ahora.
La diferencia es que esta vez trataba de conservar las lágrimas al estar de pie frente a la casa de mis suegros, permaneciendo en espera tras la puerta.
Esta había sido la primera vez que había salido interesadamente de nuestro departamento. Y es que, luego de caminar toda la mañana por el parque tratando de entender lo que en la noche anterior había sucedido no pude llegar a ninguna conclusión lógica mas que esto era originado por el reloj de Violet y es exactamente la razón por la que estoy aquí.
—¿Axel? —la voz de Elena me distrae de mis pensamientos, ella aparece en la ventana y me dedica una mirada simpática antes de abrir la puerta y recibirme-. Es un gusto poder verte de nuevo.
—Lo mismo digo —Ella me abraza fuertemente, parte de la dulzura de Violet se la había dado su madre, era bastante obvio.
—Tu padre ha estado preocupado por ti —me consulta, eso hace que mi cuerpo se tense.
—¿Han hablado?
—Nos hemos encontrado un par de veces, parte de ser compradora compulsiva es que conoces y te cruzas con casi todo el mundo —rió suavemente— oh, pasa, disculpa lo distraída que me encuentro, últimamente es difícil mantener los pies en la tierra y saber tu lugar en la realidad.
Camino detrás de ella, la puerta se cierra a mis espaldas, el calor me abriga y el olor a café me recibe, no mucho ha cambiado.
—La entiendo —murmuro mientras ambos entramos a la cocina, ella se gira para verme. Una sonrisa poco notable y de labios cerrados es lo que me da.
—Sé que sí —Asintió, con la mirada sobre mi—. Es difícil despertar y que lo primero que percibas es...
—Su ausencia —digo que sí con la cabeza, afirmo mis palabras, mi voz quiere quebrarse una vez más y el dolor quiere propagarse por todo mi cuerpo.
Me tomo un momento para recuperarme y sin que me de cuenta en un abrir y cerrar de ojos la señora Reynolds ya tiene su mano sobre mi hombro.
—Axel, no eres el único que está sufriendo por la perdida de mi hija y tampoco me gustaría verte hundido en soledad, sabes que mi esposo y yo estamos presentes para ti, te amamos como nuestro hijo y sabemos lo mucho que Violet te amaba.
Relamo mis labios, el golpe de la realidad me tortura por dentro y quiero evitarlo a toda costa.
—Le agradezco por eso, justamente mi presencia aquí es porque buscaba hablar con su esposo ¿Está en casa? —me trago las ganas de derrumbarme en el suelo y llorar, no lo haría frente a ellos conociendo que esto también es difícil para todos.
—Sí, en su estudio, ya sabes como llegar.
Le agradezco y ella me despide con una sonrisa, es lo último que veo antes de girar sobre mis pies y adentrarme al pasillo que lleva al estudio de trabajo de mi suegro, una vez frente a la puerta no dudo en tocar, como en tantas ocasiones pasadas. Esta era una vez más y nada similar a lo que había sido la primera vez que decidí tocar la madera de la puerta con los nervios que me erizaban la piel.
El recuerdo se apodera de mi cuerpo y mente, pronto una sonrisa se dibuja en mi rostro.
—¿No piensas tocar? —la pregunta se escucha una segunda vez, yo todavía dudaba si entrar o simplemente llevarme a Violet con una maleta y sin decir absolutamente nada.
Vale, debía bajarle a mis nervios.
—Pobre de ti, primo, es la primera vez que te veo tan nervioso, si quieres te busco un balde para que te pongas a llorar si te rechaza —Bill se ríe, ganando mi mala mirada.
—Yo que tú no me río mucho, también estarás en mi posición algún día —Eso lo deja pasmado, de inmediato deja de reírse.
—Una vez papá le apuntó a un ex novio de Violet en la cabeza con su pistola de trabajo nada más por traerla una hora después de lo acordado—Mishelle menciona y no duda en burlarse de mi cara de horror tras escucharla.
—¿Puedes callarte? ¡El pobre está sudando! No le ayudas en nada —Violet trata de manejar la situación.
—¿Qué pasó con ese chico? —Aterrado me atrevo a preguntar, esta vez, Violet se apresura a responder.
—Pues... si quieres saber realmente si está vivo pues sí, terminamos precisamente por eso.
—No sé si alegrarme o temer más por eso.
—Es buena idea que sepa a lo que se está metiendo.
—Mishelle no asustes al novio de tu hermana —La señora Elena defiende y apoya a su hija mayor. A ella la había conocido hace veinte minutos, habíamos decidido que sería una buena manera de empezar y tuvimos razón, pues terminamos los tres sentados en el patio trasero tomando café y conversando sobre varios temas diferentes.
Claro estaba que con su padre no sería igual y que tendría que ser claro y conciso con lo que quería con Violet, lo que no era un problema, sabía que la quería en mi futuro y quería amarla hasta el final.
Al final ignoré lo que las tres estaban hablando y me armé de valor, toqué la puerta, esperanzado de que no quisiera recibir visitas esa tarde.
—Adelante.
Vaya suerte la mía.
Y vaya apoyo que estaba recibiendo, las tres mujeres que ya me habían aprobado estaban detrás de mi, estupefactas por mi impulso.
Pues vale, nunca es un buen día para morir para pedir la mano de tu novia a tu suegro.
—Todo saldrá muy bien, él te amará —Violet besa mi mejilla, la calidez de su tacto desconecta cualquier otro sentimiento, los nervios se van y soy capaz de abrir la puerta y entrar al estudio.
La puerta es cerrada a mis espaldas, tal parecía que me habían echado como carnada a un lobo.
—No recuerdo haber tenido un hijo —masculla. Él no aparta la vista de su portátil.
—Soy Axel, el novio de Violet, señor —Automáticamente se detiene y clava su mirada en mi, me inspecciona de arriba a abajo, pero no me concentro en ello, me lleno de seguridad y lo miro con firmeza —, Vengo a presentarme con usted, también a decirle que desde ahora tengo pensado pedir su mano a usted y dejarle claro que quiero tenerla en mi futuro. Quiero casarme con ella.
—Adelante —escucho a lo lejos. Pestañeo confuso, vuelvo a la realidad y giro la perilla de la puerta y hallando a Victor, mi suegro—, Axel —No parece sorprendido de mi visita.
—Hola Victor, disculpa si te interrumpo.
—No, para nada —Él agita la mano para negar-. Esperaba tu visita.
—No creí que fuese así —me acerco a su escritorio para tomar asiento en la silla frente a este, él me mira con una sonrisa antes de apartar su trabajo para darme su completa atención.
—Sé por qué estás aquí —él me sonríe, emotivo—. ¿Como se sintió verla de nuevo?
Sus palabras me causaron impacto de alguna u otra manera, mis pensamientos se cruzaron a tal punto de crear un enredo entre ellos. Había venido con un propósito, sí, indagar, conocer mas del por qué de alguna manera era posible que estuviera viajando en el tiempo, pero nunca pensé en lo consciente y seguro que podría estar el señor Reynolds con sus palabras.
—Ya viajaste ¿No es así?
—¿Usted sabe de esto?
—Te lo entregué por una razón, Axel. Fuera del valor sentimental que mi hija tenía por ese reloj.
Frunzo el ceño, mi nivel de confusión es inexplicable.
—No lo entiendo, todo fue tan...
—¿Irreal? Lo sé, es lo que pasa cuando sales de la realidad y de cualquier pensamiento coherente a nivel científico, pero no has respondido a mi pregunta —deduzco por su mirada su real interés por la respuesta. Paso saliva y clavo mi mirada en cualquier otra cosa.
—Ella se veía tan hermosa, tan llena de vida y de colores, como de costumbre. Su tacto era igual de cálido, sus ojos seguían brillando... fue realmente especial —culmino con la voz quebrantada y la mirada en el suelo, mis ojos se cristalizan y poco a poco al levantar la mirada puedo entender que no soy el único al que la tristeza tocó.
—Me lo imaginé —ambos compartimos una mirada significativa, transmitimos con mirarnos el dolor que compartimos.
Él había perdido a su hija, su pequeña princesa y yo había perdido a mi prometida; el amor de mi vida.
—No me malinterprete, estoy agradecido por tener la oportunidad de verla cuando yo quiera ¿Pero por qué decidió entregármelo a mi? Usted pudo usarlo —Bajé el tono de voz—su esposa también.
Él se puso de pie, lo seguí con la mirada hasta que llegó a la ventana, miró por ella unos instantes antes de hablar nuevamente.
—¿Recuerdas la primera vez que entraste por la puerta de mi estudio? —pronunció, una risita sincera lo invadió— Estabas tan nervioso que te presentaste dos veces.
Esta vez ambos compartimos la risa, era cierto.
—Pero no me fijé en eso, me fijé en lo seguro que lo dijiste pese al nerviosismo, solo entraste y me advertiste que querías a Violet y que te la llevarías algún día de aquí para hacerla feliz. Y es algo que nadie nunca hizo, ni por mis hijas, ni por otra cosa. Hiciste la diferencia con eso, me recordaste a mí cuando pedí la mano de Elena a tu edad —Sus pisadas lo llevan a mi de nuevo, acercándose al escritorio y al final, terminar sentado sobre el. Admirando su anillo de bodas—. El anillo se me caía cada que lo sacaba.
Ambos dimos una carcajada, la mas sincera que he dado en un tiempo.
—Pero de algo estaba seguro, quería a Elena en mi vida. Y Axel, antes de ser padre fui amigo, novio y esposo, pasé veintidós años de mi vida viendo a Violet crecer, mirarla dibujar las paredes de mi oficina una y otra vez, hallarla ocupada en su tarea, escucharla en llamadas contigo, Y, sobre todo, confesarme el amor que sentía hacia ti ¿Y aún así me preguntas por qué te di el reloj a ti? —limpio las lágrimas de mis mejillas, apenado bajo la cabeza. En cambio el señor Reynolds coloca su mano en mi hombro para darme apoyo.
—La vida es injusta.
—Lo es, pero por oportunidades como estas es que podemos permanecer de pie, sé que no estás bien, hijo, esto es lo que puedo hacer por ti.
Me levanto de la silla sin pensarlo, lo abrazo fuertemente y expreso mi profundo agradecimiento.
—No sé de que otra manera agradecerle.
—Sólo te pido que cada vez que la veas, la escuches y la sientas, correspondas el doble el amor que sientes hacia ella, que valga la pena, Axel.
No me queda mas que asentir con la cabeza y prometerlo con toda seguridad.
—Supongo que ya sabes como funciona.
—Es algo incomprensible para mí, pero puedo manejarlo ¿Algo mas que deba saber respecto al reloj?
—Es una reliquia familiar, nuestros antepasados lo consiguieron en Egipto y desde entonces es utilizado, debo advertirte que el reloj es sumamente delicado y te conoce una vez lo adquieres, sabe a lo que mas te aferras, lo que es mas importante para ti, pero de igual manera absorberá tu energía, luego de algunos viajes te costará movilizarte. Debes ser responsable y sobre todo cuidadoso...
La explicación se hace algo larga, desde lo mas sencillo hasta lo mas corto pero logro comprender y almacenar dicha información en mi cabeza. Todo estaba perfecto hasta que escucho llegar la cifra.
—¿Diez viajes?
—Un beneficio así no puede ser perfecto, Axel. Sé que el reloj no cambiará la realidad, pero tendrás la oportunidad de verla las veces restantes.
Aprieto mis labios, pensar en lo que haría luego de que se acaben los viajes en el tiempo era como imaginar el final de todo para mí, para nosotros.
—Quisiera que nunca acabasen...—mascullo, insatisfecho y con el corazón en la mano.
—No todo es para siempre, y creo que tu y yo lo hemos aprendido a la perfección.
Lo había aprendido, sí, y de la peor manera entendí que al tiempo se le subestima y se le toma por poco, cuando solo él decide lo que puede llegar a durar ese "para siempre".
Me despedí de Victor, le agradecí una vez más y salí del estudio, escuchando a mitad de camino un: "buena suerte" de su parte. Por el pasillo divisé la puerta blanca con flores violetas pintadas de manera despistada, Violet las había pintado cuando era niña y nunca quiso quitarlas. Giré la perilla, no obstante me asomo por la pequeña línea que mi poca fuerza permitió, abriera la puerta.
Olía a ella, todo era ella. Desde los carteles pegadas a la pared de varias bandas conocidas hasta los discos que colgaban también sobre esta. Una lágrima se deslizó por mi mejilla, sin embargo, sonreí por su recuerdo.
Prometo hacer que valga la pena.
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